lunes, 24 de diciembre de 2012

Capítulo 33: Cristal vs Venigna


Capítulo XXXIII
CRISTAL VS VENIGNA
Después de haberse asegurado de que Jack, Erika y Biggs hubieran abandonado el Arco de Triunfo por el mismo camino que habían llegado, bajo tierra, Cristal finalmente acudió al encuentro con Venigna. Había aceptado su decisión y destino sabiendo lo que le esperaba, con sus múltiples peligros y consecuencias. Si se echaba atrás ahora, de nada habría servido convencer a sus amigos para que se marcharan, y lo último que quería era haberse sacrificado para nada.

Tenía la opción de huir, escapar junto a ellos y olvidarse por completo de la misión y de Venigna. Sin embargo, tras los últimos acontecimientos, estaba claro que la seguridad en Metroya se había triplicado, y con la cantidad de policías que había en aquella ciudad, lo más probable era que acabaran atrapados en cualquier salida de la red de alcantarillado. Erika y su equipo estaban atrapados y acorralados bajo el subsuelo de la ciudad.

La única solución posible para que el equipo Arco Triunfo pudiera escapar a salvo era llamar la atención de los policías, centrarlos en algo que les hiciera olvidar todo lo demás. Sabía que la única forma de llamar la atención de la autoridad era ofreciendo un buen espectáculo, y no se le ocurría nada mejor que luchar en un combate a muerte contra la mismísima reina del continente este.
La princesa del reino de Oblivia, acérrimo e incondicional rival del continente este desde tiempos ancestrales, contra la reina de Metroya. El furor y la expectación estaban garantizados, aunque Cristal supiera que no saldría con vida de aquel enfrentamiento.
La chica con coletas sabía que no tenía ninguna posibilidad contra Venigna, y ya había comprobado el alcance del poder de la bruja, pero en aquellos momentos su único objetivo era ganar algo de tiempo para que sus amigos escaparan de la ciudad. Tenía que aguantar el mayor tiempo posible para que Eduardo y los demás huyeran a tiempo, antes de que la reina corriera a alcanzarlos y matarlos.

La princesa llegó hasta una plataforma superior, desde donde se podía divisar todo el interior enjaulado del monumento. El revuelo, la confusión y los gritos entre la población metroyana aumentaba cada vez más, y los policías no tardaban en llegar al lugar de los hechos. Muchas preguntas alarmantes del mar de población alrededor del Arco de Triunfo flotaban en el aire, exigiendo respuestas.
Venigna no mostraba atención ni preocupación por sus ciudadanos. Permanecía aparentemente tranquila y calmada, como si lo tuviera todo controlado. En pie y sin moverse ni girar la cabeza, la mujer de negro gritaba impetuosamente al aire:
- ¡¡Sé que estás ahí, sal y ven a por mí!!

Los metroyanos, a modo de espectadores, observaban atónitos la situación. La confusión y el revuelo invadían a la muchedumbre mientras la voz de su reina resonaba por todos los rincones del Arco de Triunfo:
- ¡¡Vamos!!- seguía gritando la bruja- ¡¡enfréntate a mí!!
Cristal no lo dudó más. Se ajustó fuertemente la cinta azul que tenía en la cabeza y se colocó la pequeña esfera azul marino que había encontrado en la caja de música de su habitación, a modo de colgante en el cuello. Cerró los ojos y agarró la esfera con una mano, mientras pensaba:
“Mamá…papá…dadme fuerzas…por Oblivia y el mundo entero de Limaria”

Abrió de nuevo los ojos, firme y segura de sí misma, lista para la acción. Se asomó al interior del monumento enjaulado, y de un espectacular salto mortal cayó varios metros a espaldas de Venigna, con una sorprendente pose y entrada triunfal que dejó sorprendida a toda la población de Metroya.
La bruja dio media vuelta y se giró hacia ella mientras la princesa se ponía en pie. Los ojos de ambas se encontraron y Cristal percibió en su enemiga una leve sonrisa burlona:
- Vaya, así que eras tú- comentó Venigna, sin mostrar sorpresa o perplejidad- ¿tú eres la responsable de todo esto?
La chica con coletas mintió seriamente, tratando de fingir lo mejor que podía sin que se le notara:
- Sí…yo soy la que ha planeado todo este jaleo y arruinado tu Gira de la Victoria… ¡¡porque ésta será tu Gira de la Derrota!!
En ese momento la princesa mostró el escudo de Oblivia que llevaba oculto en su ropa, y la muchedumbre enloqueció de furia y rabia al verla. Se trataba de una enemiga del bando contrario, y la insultaban y abucheaban pidiendo a gritos su muerte. Incluso la policía apuntó con sus armas a la chica, y justo antes de apretar el gatillo, Venigna los detuvo a todos imponiendo su voluntad:
- ¡¡Alto, no la disparéis!!- gritó la mujer de negro, rabiando- ¡¡esta insolente mocosa es mía!!
Como si de un encanto o hechizo se tratara, absolutamente todos los policías bajaron sus armas. A excepción de los ciudadanos furiosos que gritaban y pataleaban en el exterior del monumento, la autoridad de Metroya había entendido la orden de su reina. Ella se encargaría de acabar con la vida de aquella intrusa enemiga, que la había encerrado en aquel lugar. Nadie más podía intervenir en el combate.

Cristal se alegró por dentro porque había conseguido lo que quería: llamar la atención de toda Metroya. Seguro que en aquellos momentos su imagen debía de salir reflejada en todas las gigantescas pantallas planas de las fachadas de los edificios de la ciudad. El combate que iba a disputar contra Venigna sería retransmitido en directo en toda Metroya.

Su enemiga la apartó de sus pensamientos cuando le dijo, con una malvada sonrisa burlona:
- Es imposible que tú sola hayas llevado a cabo todo este plan…- y luego añadió, como si le estuviera leyendo su mente- intentas ganar tiempo para que “ellos” puedan escapar, ¿verdad?
Aquella afirmación tan segura de la bruja la desestabilizó durante un breve instante, que no pudo ocultar su sorpresa. Sin duda Venigna había descubierto sus verdaderas intenciones:
- Lamento decirte que este ridículo espectáculo que estás montando no te servirá de nada- le informó la reina- en cuanto acabe contigo, iré tras ellos y me encargaré personalmente de poner fin a sus miserables vidas…tu muerte habrá sido en vano, al igual que todos vuestros inútiles esfuerzos por impedir lo inevitable.
La chica la miró firme y decidida, y desenfundó su estrella ninja mientras se ponía en guardia:
- No pienso quedarme atrás… ¡¡lucharé, igual que lo han hecho mis amigos…por Oblivia y el mundo entero de Limaria!!
La mujer de negro rió con una sonrisa burlona, como si lo que acababa de decir la ladrona fuera un chiste o una broma. Cristal no vaciló ni un instante cuando le dijo seriamente:
- Ríe mientras puedas…porque muy pronto dejarás de hacerlo.
Venigna logró calmarse, y tras fijarse mejor en el rostro y los ojos de la chica, consiguió reconocer unas fugaces caras que le recordaban a las facciones de su rival:
- A ti te conozco…eres la hija de mis molestos enemigos Arturo y Aurora, reyes del continente oeste, ¿me equívoco?
- No- afirmó la chica con coletas.
- Por lo tanto…eres la princesa del reino de Oblivia, Cristal.
La chica apuntó firme y decidida con su arma a la bruja, con la que pronunció valientes palabras:
- Así es…tu reinado del miedo y del terror han llegado a su fin… ¡¡y estoy aquí ahora para acabar contigo!!

Venigna cerró los ojos y comentó, dirigiéndose a su enemiga:
- Necias palabras para una pobre infeliz…es una pena que quieras acabar tu vida siendo tan joven y llena de vida…
En ese momento la mujer de negro abrió los ojos y estiró ambos brazos a los lados, de los que aparecieron dos grandes y afilados témpanos de hielo levitando en el aire:
- Muy bien…si tanto deseas la muerte, yo te ayudaré a encontrarla.
Cristal se puso en guardia, esperando el inminente comienzo del combate, mientras los espectadores metroyanos se animaban al ver que empezaba la acción. No se imaginaban que en vez de estar allí gritando y observando la pelea, tenían que huir y alejarse de allí para salvar sus vidas.

Cristal corría rápidamente hacia Venigna con su estrella ninja en mano, a la vez que su enemiga lanzó los témpanos de hielo contra ella. La chica con coletas los destrozó en mil pedazos con su arma en dos rápidos movimientos ofensivos, sin dejar de correr.
La princesa consiguió llegar sin problemas junto a Venigna, y le sorprendió ver fugazmente que no mostraba ninguna expresión de sorpresa. Al contrario, parecía como si la bruja ya supiera de antemano que superaría la prueba inicial de los témpanos de hielo y se encontraría ahí, junto a ella, en aquel momento.
Cristal no lo dudó ni un instante e hizo demostración de su rapidez con un nuevo golpe de su estrella ninja en la cara de su enemiga. Su ataque fue repentina y frenéticamente parado por un tridente que formaba parte del decorado de la carroza, que había llegado rápidamente en ayuda de la mujer de negro y que levitaba por arte de magia entre ellas:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó la princesa, perpleja.
Ante el asombro de Cristal y la tranquilidad despreocupada de Venigna, un nuevo tridente atacó desprevenida a la chica por detrás, que le arañó el brazo izquierdo, y le hizo bajar la guardia, tras un grito de dolor. La bruja aprovechó la ocasión para utilizar su poder psíquico y empujó a Cristal brutalmente contra una pared tallada en oro del Arco de Triunfo.

El impacto fue un duro golpe para Cristal, que ya tendida en el suelo, se levantó con dificultad mientras cogía de nuevo su estrella ninja. En medio de los gritos de victoria de los metroyanos al ver a su reina en ventaja, la chica con cletas podía ver la sangre fluir y caer por su brazo herido. Un ardiente dolor le recorría la extremidad, y su rostro palideció al observar mejor su herida. Había una extraña mancha morada filtrándose por su sangre y sus venas, y supo que aquello no podía ser nada bueno.
Apenas recuperada, su instinto del peligro la avisó de los dos tridentes que venían lanzados como balas hacia ella. Sus reflejos, todavía activos, consiguieron esquivar los dos ataques, chocando los dos tridentes contra el muro dorado. Era tan rápida la velocidad a la que iban, que las dos armas quedaron incrustadas fuertemente en la pared.
Fijándose más de cerca, la princesa descubrió horrorizada que el líquido morado que desprendían los tridentes era el mismo que el que había visto en su herida. Cristal aprovechó el momento para enlazar la magia Piro a su estrella ninja, y con ella partió por la mitad ambos tridentes, quedando inservibles para nada.

La voz de Venigna a sus espaldas la hizo volverse hacia ella, que permanecía parada y con total tranquilidad, mientras reía y esbozaba una sonrisa maléfica. Parecía como si lo tuviera todo bajo control:
- El resultado del combate ya está decidido- comentó la mujer de negro.
- ¿¡Qué!?- exclamó Cristal.
- Esos tridentes estaban bañados en la magia Bio, y por sus filos contagian a todo aquello que los roze…- explicó la malvada reina- ahora mismo corre por tus venas un temible veneno letal, que acabará poco a poco con tu cuerpo y tu vida.
La chica con coletas escuchaba horrorizada las palabras de su enemiga. No podía creer lo que oía:
- Desde el preciso instante en que una de las dos armas logró herirte, el resultado del combate ya estaba marcado…calculo que no durarás ni una hora, tienes los minutos contados.

La princesa rabió de furia, frustrada. Una hora no sería suficiente tiempo para que sus amigos pudieran escapar. Sentía que todo lo que estaba haciendo no serviría para nada, y que su sacrificio sería en vano para todos, para Oblivia y para Limaria. Apretó los puños y los dientes:
- ¡¡Todavía no hemos terminado el combate!!- gritó la chica, enfadada- ¡¡no puedes predecir el futuro!!
Cristal, furiosa, enlazó la magia Hielo a su arma y corrió nuevamente hacia la bruja mientras decía:
- ¡¡Toma, a ver si esto te hace gracia!!
Lanzó con fuerza la estrella ninja a Venigna, a modo de boomerang. La mujer de negro esquivó el ataque con facilidad y al volver la vista al frente descubrió que su enemiga ya no estaba.

De repente sintió una presencia por detrás, y sonriendo de malicia, utilizó sus afiladas uñas, que se alargaron a voluntad en cuestión de segundos, para girarse y bloquear la puñalada con un cuchillo que Cristal intentaba asestarla por la espalda. La princesa palideció al instante, al ver con sus propios ojos la siniestra magia de Venigna, y podía comprobar por sí misma que las uñas de la reina se habían vuelto tan duras y rígidas como el acero puro de una espada:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Cristal- ¿¡Qué…qué es lo que eres!?
Sin embargo, Venigna no se inmutaba lo más mínimo. La mujer de negro parecía tomarse aquel combate como si fuera un simple juego de niños. Al contrario que la princesa, ella no tenía ni un rasguño. Sonrió tranquilamente mientras decía:
- Es inútil…admito que eres rápida, pero no lo bastante como para adelantarte a mis reflejos, porque puedo saber exactamente cuáles serán tus movimientos…- explicó Venigna- esta es la razón por la que todos han caído ante mí…sencillamente porque es imposible vencerme.
Cristal trató de sobreponerse y alzar la voz, en un vano intento por intimidar a su enemiga:
- ¡¡Te equivocas!!- gritó la chica con coletas- ¡¡puedo vencerte aquí y ahora…porque nadie es invencible!!

La ladrona realizó un rápido contraataque con el cuchillo en sus manos, que Vengina esquivó sin esfuerzo. De ese modo se alejó unos pasos de la mujer de negro para guardar una de sus armas secundarias y aprovechar el mismo momento para recoger al vuelo su estrella ninja, que volvía a sus manos:
- ¡¡No me subestimes, bruja!!
Cristal corrió nuevamente hacia ella, y con movimientos rápidos trató de asestarle golpes con su arma. Como si de un duelo de esgrima se tratara, la chica no dejaba de atacar en todo momento con su estrella ninja, mientras Venigna se defendía bloqueando con sus uñas cada uno de sus movimientos. Los choques de acero resonaban por todos los rincones del monumento histórico mientras los espectadores metroyanos contemplaban emocionados el combate. Nunca antes habían visto a su reina en acción, y no querían perderse ni un solo detalle de los acontecimientos.

Llegó un momento en que la estrella ninja de Cristal fue apartada a un lado, y aprovechando los segundos de desestabilización de la chica, Venigna arañó y empujó con la fuerza de sus afiladas uñas a la princesa, que acabó volando por los aires y chocando con las grandes rejas de acero.
De nuevo estaba aturdida por el golpe, que afectó a todo su cuerpo. Al llevarse la mano al estómago y al pecho, que le ardían de dolor, descubrió horrorizada que estaba ensangrentada. Su rostro palideció aún más al verse la misma mancha morada en su torso que la que tenía en el brazo izquierdo.
Levantó la vista a la bruja, que permanecía un poco más lejos de ella, y no podía creer lo que veía. Con la boca abierta y mientras temblaba, supo que la mujer de negro le había introducido más veneno en el cuerpo. Pensó en su mente:
“¡¡No puede ser…!!”- se dijo a sí misma, al ver el líquido morado gotear de sus afiladas uñas- “¡¡Venigna no tiene sangre, sino la magia Bio corriendo por sus venas…toda ella es un contenedor de veneno mortal!!”

La princesa se levantó a duras penas, agarrándose a lo que podía. Sentía su cuerpo cada vez más débil, e imaginó que sería a causa de los efectos del veneno. Si encima ahora le había introducido más cantidad de veneno en su organismo, su tiempo restante de vida se reducía de manera drástica. Debía ser fuerte y aguantar el mayor tiempo posible, por sus amigos y por el mundo entero.

Cristal no se rindió todavía. Agarró con fuerza su estrella ninja y dijo, con la mirada firme aunque cansada:
- No me rendiré… ¡¡eso nunca!!
La chica corrió nuevamente hacia su enemiga para atacarla mientras desaparecía, corriendo tan rápido que era muy difícil seguirla con la mirada. Durante unos segundos, tanto los espectadores como la bruja no pudieron distinguir la figura de Cristal con los ojos dentro de la gigantesca jaula. Durante esos segundos se convirtió en una rápida y sigilosa sombra asesina.

De repente y sin moverse de su sitio, Venigna asestó un duro golpe con su poder psíquico a Cristal, en el instante en que ésta apareció a sus espaldas para atacarla. La princesa recibió de lleno el ataque, que la empujó brutalmente contra la pared dorada del monumento, y cayó de rodillas al suelo:
- No…no puede ser…no es…verdad…- murmuró Cristal en voz baja, mientras se levantaba a duras penas.
Corrió nuevamente hacia ella para atacarla al tiempo que desaparecía de la vista del ojo humano. Tras unos segundos de fuertes ráfagas de viento provocadas por la velocidad de la chica, el poder psíquico de la reina bloqueó el ataque lateral de Cristal en el último momento y volvió a lanzarla por los aires, estrellándola con las rejas de acero.
De esta forma comenzó un largo duelo de paciencia contra velocidad. La ladrona no se daba por vencida, y aún a pesar del dolor que sentía por todo su cuerpo, siempre se levantaba y repetía consecutivamente los mismos movimientos, en numerosos intentos por tratar de herir a su enemiga. Frente a su empeño por ganar el combate, y usando inútilmente la misma estrategia, el resultado siempre era el mismo, y se repetía una y otra vez en medio de sus gritos y gemidos de dolor.

Llegó un momento en que Cristal no pudo más. Cansada y agotada, el fuerte dolor en una de sus piernas la hizo perder el equilibrio, y caer de bruces al suelo. De rodillas, con los brazos apoyados, temblando y jadeando, la chica sentía un inmenso dolor cada vez más fuerte, que le recorría todo el cuerpo y dificultaba su movilidad. Supo sin lugar a dudas, aparte de los numerosos golpes recibidos de los impactos, que aquello sólo podía ser obra del veneno que Venigna le había introducido con sus ataques. Se sentía mareada y cada vez le costaba más respirar. Sabía que no le quedaba mucho tiempo.

Alzó la cabeza cuando la bruja pronunció serena y tranquilamente:
- Ya te he dicho que es inútil…si nunca nadie ha conseguido vencerme, no esperes que una insignificante humana como tú sea la primera en hacerlo.
Cristal ya no sabía qué hacer. Estaba tan aterrada y asustada que el miedo le impedía pronunciar palabra. Respiraba entrecortadamente y temblaba como una hoja, tan débil y frágil que cualquier movimiento en aquel momento acabaría con su vida:
- La verdad es que esperaba más de la princesa de Oblivia…- siguió hablando la mujer de negro- pero bueno, así me lo dejas mucho más fácil…en cuanto acabe contigo y con tus padres, todo tu reino caerá…y entonces yo gobernaré sobre el mundo entero como única y absoluta reina de toda Limaria.

En ese momento Venigna sonrió maléficamente mientras estiraba su brazo con la palma de la mano abierta y apuntando en una dirección desconocida, frente a una de las grandes rejas de acero.
No muy lejos de allí, una fuente pública se resquebrajó por completo de arriba abajo, liberando una gran cantidad de agua. Dicha materia, en vez de expandirse por el suelo, se arremolinó flotando en el aire como un enorme globo de agua. Al cabo de unos segundos empezó a cobrar forma, estirándose y adquiriendo las curvas perfectamente reconocibles de un reptil. Acabó la transformación en poco tiempo, y como si cobrara vida y voluntad propia, se dirigió volando hacia el Arco de Triunfo.

Cristal no tardó en oír en la lejanía el chillido de un reptil, que podía percibir que se acercaba y sentía por naturaleza que era un mal presagio. El miedo se apoderaba por momentos de ella, que temblando y con la boca abierta oyó decir a su enemiga:
- Lo oyes, ¿verdad?- sonrió Venigna- es el hermoso sonido de la muerte.
La chica con coletas logró reunir fuerzas, a pesar del miedo. Todavía temblando, cogió su arma, se levantó y se puso en guardia, preparada para la próxima sorpresa de la bruja. Podía sentir que el monstruo estaba cada vez más cerca.

Apareció de repente detrás de Venigna, asustando a los espectadores metroyanos y soltando algún que otro grito de terror. La criatura atravesó los barrotes de acero mientras empapaba las rejas y el agua caía por el metal.
Cristal, con la cara pálida, contempló horrorizada al enorme monstruo que se alzaba frente a ella:
- Permíteme que te presente a una criatura mitológica excepcional- sonrió maléficamente Venigna- temida por todos los humanos desde ancestrales generaciones…el basilisco.
La serpiente clavó su mirada fría y asesina en la chica con coletas, y como si fuera un animal de verdad, chilló de furia mientras mostraba sus feroces y afilados colmillos. Cristal empezó a retroceder unos pasos, temblando y ahogando un grito de terror, hasta que chocó a sus espaldas con el muro dorado del Arco de Triunfo. A ambos lados la encerraban los barrotes de acero, con los metroyanos por fuera pidiendo a gritos la muerte de la princesa.
Sabía que no tenía escapatoria, y en aquel estado tampoco era rival para el basilisco de agua. Lo peor de todo es que sentía cada vez más los efectos del veneno corriendo por sus venas y acabando rápidamente con su cuerpo:
- Puedo leer en tus ojos el arrepentimiento de tu osadía al querer enfrentarte a mí- afirmó la bruja- pero ya es demasiado tarde, ahora debes pagar las consecuencias de tus actos…
Venigna estiró el brazo amenazadoramente en dirección a la chica mientras gritaba:
- ¡¡Muere!!

Como si de una orden se tratara, el basilisco de agua se lanzó contra ella mientras abría sus fauces y mostraba sus largos colmillos de serpiente. Cristal logró esquivar por los pelos el ataque rodando por el suelo, y con gran esfuerzo consiguió levantarse y salir corriendo al otro extremo de la jaula gigante. Enlazó rápidamente la magia Electro a su estrella ninja y la lanzó a modo de boomerang contra la criatura.
Aunque al principio pareció dar resultado, y el monstruo chilló de dolor mientras su cuerpo acuático soltaba chispas eléctricas, la princesa palideció al descubrir, tras varias rondas de ataque, que con su esfuerzo no lograba nada.
Para su desgracia, descubrió que por mucho que le lanzara magias, lo atacara o lo hiciera chocarse con las paredes, lo único que conseguía era cansarse a sí misma. Cristal corría, saltaba, rodaba y esquivaba los ataques del monstruo, y era lógico pensar que aquella criatura no recibía ningún daño. Por mucho que le destrozara su cabeza o cuerpo acuático, siempre se regeneraba y recuperaba su forma de serpiente gracias al elemento del que estaba completamente hecho: el agua.

Llegó un momento en que la chica no pudo correr más, y en aquella ocasión no logró esquivar el fuerte golpe que le sacudió bruscamente la serpiente con la cola. Cristal chocó nuevamente contra el muro dorado mientras un terrible dolor la torturaba sin piedad por dentro y que la hacía escupir sangre por la boca. Tras eso, cayó desde una altura considerable al suelo.

Esta vez le dolía todo el cuerpo y le era imposible levantarse. Por más que lo intentaba, no le respondía ninguna de sus extremidades, y el efecto letal del veneno comenzaba a arrebatarle la vida de sus manos. El basilisco de agua la observó un momento y luego chilló de euforia, como un cazador al ver a su presa débil y acorralada.
Con un gesto de mano de Venigna, la serpiente se lanzó de lleno contra la princesa. Cristal no podía moverse y tampoco trató de esquivar la boca abierta que se le echaba encima. Irremediablemente fue tragada por las fauces del monstruo, y dentro de su cuerpo acuático transparente, se vio llegar a la chica desde el exterior al centro del cuerpo de la criatura, lo que sería su estómago.
Al igual que estar bajo el agua o dentro de una piscina, la chica no podía respirar. Trataba de liberarse violentamente con las pocas fuerzas que le restaban de aquella prisión de agua, pero era inútil. Sentía que un misterioso poder psíquico la mantenía agarrada fuertemente y le impedía moverse.

Al cabo de unos segundos de inmensa angustia y desesperación por tratar de liberarse, finalmente no pudo aguantar más la respiración. Poco a poco fue perdiendo el aire de sus pulmones, que comenzaron a llenarse de agua y, cansada y exhausta, dejó de patalear mientras su cuerpo flotaba dentro de la masa líquida del basilisco. Ya no tenía fuerzas para resistirse ni esperanzas de ganar aquel combate:
“Se acabó…Erika tenía razón…”- pensó la princesa, mientras cerraba los ojos lentamente- “nunca debí hacer esto sola…es demasiado para mí…lo siento, chicos…pensaba que era más fuerte…pero…me equivoqué…ahora sé…que no puedo…ayudar a nadie…me temo que…este…es mi fin…”
Tras la última palabra en su mente, la chica con coletas cerró los ojos y bajó la cabeza, indicando su muerte. En ese momento una sonrisa maléfica se le dibujó a Venigna en el rostro mientras los metroyanos vitoreaban entre gritos la victoria de su reina.
Parecía que, con la muerte de la princesa, el reino de Oblivia había caído para siempre, y que Metroya ya no tenía ningún obstáculo para apoderarse del mundo entero de Limaria. Todo apuntaba a lo evidente, y parecía que el combate había terminado.

Sin embargo, todos los presentes callaron repentinamente y con la boca abierta, al ver lo que ocurrió en ese instante, que los dejó completamente perplejos y sorprendidos.

Una extraña luz azulada comenzó a brillar con fuerza dentro del cuerpo líquido del basilisco, justo en el lugar donde se hallaba el cuerpo inerte de Cristal.
A Venigna se le borró la sonrisa de la cara de un plumazo. A pesar de no haber visto nunca un destello de luz semejante, su intuición le decía que no podía ser nada bueno:
- ¿Qué es esa luz?- preguntó la bruja, frustrada y apretando los dientes.
Sus temores se confirmaron ante las miradas atónitas de los metroyanos.

Inexplicablemente, el cuerpo de la serpiente empezó a congelarse desde dentro y extendiéndose por ambos lados, mientras la criatura chillaba de dolor. Cuando el basilisco se transformó por completo en una enorme escultura de hielo, comenzaron a formarse grietas en todo el cuerpo del monstruo.
Al cabo de pocos segundos, y tras resquebrajarse completamente, el nuevo basilisco de hielo acabó destrozado en mil pedazos, sorprendiendo no solo a toda la ciudad de Metroya, sino también a la mismísima reina del continente este. Nadie podía creerse lo que veía.

De entre los cristales de hielo surgió Cristal, desmayada, en los brazos de un nuevo salvador. Se trataba de una mujer de piel azul y blanca, que vestía ligeras prendas veraniegas, también de colores fríos. En sus ojos azul marino se distinguía claramente una mirada tan fría como el hielo mismo. Levitaba en el aire, pero después descendió al suelo suavemente con Cristal en sus brazos, mientras su largo cabello, de color azul y verde, ondeaba al viento.
Después de toser y escupir agua varias veces, la princesa volvió en sí y abrió los ojos poco a poco, descubriendo así el rostro de su salvadora. Pudo pronunciar, con los ojos entreabiertos:
- ¿Pero…qué…?
Aquella mujer tenía algo especial, y no era precisamente algo que se pudiera ver a simple vista. Al estar en sus brazos al contacto, cualquiera no podría pensar en otra cosa que no fuera la baja temperatura corporal del cuerpo de aquella mujer. Tan sólo una cosa la mantenía despierta, y que la hacía temblar hasta los huesos: el frío. Ese frío intenso terminó de despertarla por completo.

La misteriosa mujer la soltó delicadamente en pie en el suelo, y Cristal retrocedió unos pasos para observarla mejor. Se sorprendió al sentirse más recuperada, ya no estaba tan cansada. El mareo y la dificultad de respiración que tenía hasta hace unos minutos había desaparecido casi por completo. Volvió la mirada hacia su salvadora, perpleja y con la boca abierta:
- ¿Quién eres?- preguntó la chica con coletas.
La mujer permaneció callada y no respondió a su pregunta. Tan sólo señaló el colgante que llevaba la princesa al cuello, el cual Cristal miró atónita. Cuando se lo ajustó antes de la pelea estaba apagado, pero en aquellos momentos brillaba intensamente con un color azul celeste. Se trataba de nada más y nada menos que la misteriosa esfera azul que recogió de su caja de música, y que llevaba tanto tiempo intentando averiguar su misterio.

Entonces recordó fugazmente, en ese instante, aquella vez que se enfrentaron al hombre de negro de la organización Muerte, Lectro, durante su estancia en Nautigh. Cuando se encontraban al borde de la muerte, y parecía el fin de la ciudad, la esfera amarilla que llevaba Marina al cuello comenzó a brillar con una intensa luz cegadora. De esa luz surgió Quetzal, el guardián de la fuerza del elemento rayo, quién detuvo la sobrecarga eléctrica y salvó Nautigh de su destrucción.
Fue en ese instante cuando recapacitó y se dio cuenta de lo que tenía delante. Se dirigió a la aparición, a quién preguntó sorprendida y con una media sonrisa:
- ¿Eres…un guardián de la fuerza? ¿Un G.F.?
La mujer asintió con la cabeza, para asombro de Cristal. Nunca pensó que esa esfera que llevaba encima fuera un objeto de invocación. Recordó que, tal y como les había contado el primer elegido de la llave espada, Mirto, los G.F. acudían a proteger y ayudar a sus portadores en caso de que estos se encontraran en serios problemas. La única condición para que esto sucediera era que tenía que existir un vínculo especial entre el G.F. y su portador.
Al verse a punto de morir, este guardián de la fuerza apareció para salvarla de la muerte. Cristal lo entendió todo enseguida e hizo lo menos que podía hacer. Con una media sonrisa, la chica con coletas se dirigió a la invocación diciendo:
- Muchas gracias, yo…

No pudo terminar de hablar, porque en ese momento se sorprendió al ver a la mujer reaccionar rápidamente y colocarse a sus espaldas para crear un enorme muro de hielo. Este muro detuvo un ataque mágico proveniente de la carroza.
Tras cubrirse con los brazos, Cristal dedujo de dónde venía ese ataque mágico: de la bruja Venigna, de quien se había olvidado por completo y el G.F la había protegido nuevamente.  Ahora, la malvada reina las observaba con una nueva mueca de rabia y frustración. Desde luego no se esperaba aquella sorpresa:
- Maldita sea…- dijo Venigna, con profunda ira- ¿¡por qué tú…por qué tienes un G.F.!?
Cristal salió por un lado del muro de hielo y se dirigió a su enemiga, a quien miró a los ojos firme y seriamente:
- ¿Sorprendida, Venigna? Pues esto no es más que el principio… ¡¡prepárate, porque voy a devolverte todo el daño que me has hecho!!

El guardián de la fuerza, como si hubiera recibido una orden de Cristal, extendió sus brazos hacia la reina y de ellos salió una poderosa ventisca de hielo y nieve, que congeló todo a su paso en cuestión de segundos.
Venigna no supo actuar ante el ataque inesperado, y se mantuvo en su sitio con los brazos cubiertos, mientras retrocedía a cada paso e intentaba luchar dificultadamente contra la ventisca. Los cristales de hielo la golpeaban sin piedad y, gritando de dolor, poco a poco iba perdiendo terreno. Sus extremidades empezaron a congelarse:
- Ningún maldito G.F…se interpondrá en mi camino…- dijo la bruja, enfadada y apretando los dientes- por muy fuertes que sean…los someteré a mi poder… ¡¡y se postrarán ante mí!!

Mientras tanto Cristal, fascinada por el poder de su aliada, no podía dejar de mirarla y pensar qué G.F. era el que la estaba ayudando en aquel momento. Tras pensarlo un instante y recordar las charlas con Mirto, descubrió la respuesta.
Tan sólo la guardiana de la fuerza del elemento hielo podía provocar peligrosas ventiscas como aquella, y al recordar el nombre, su conciencia la devolvió de repente a la realidad:
- ¡¡Sigue así, Shiva, no pares!!- le gritó Cristal al G.F.
Aprovechando la debilidad de su enemiga ante el ataque de Shiva, Cristal corrió rápidamente hacia Venigna en medio de la tormenta de hielo y nieve mientras preparaba su estrella ninja en mano para atacarla.
Podía sentir una increíble fuerza y poder dentro de ella que nunca antes había tenido. Al igual que había ocurrido con Marina y Quetzal en Nautigh, Shiva le prestó su poder a la chica con coletas. Tener tanta vitalidad, magia y fuerza de repente, sumados a la invulnerabilidad en medio de la ventisca y del elemento hielo, no podía tener otra explicación. Cristal, firme y decidida, agradeció en silencio a la invocación por prestarle aquella fuerza, que estaba dispuesta a aprovechar para acabar con la mujer de negro.

La bruja pudo verla corriendo hacia ella, a pesar de la dificultad de la tormenta, y adivinó sus intenciones. Sin embargo, no podía encargarse de la chica mientras se defendiera de la ventisca. Estaba completamente débil y desprotegida:
- ¡¡No, espera…no lo hagas!!- gritó Venigna, ahora asustada y aterrada, mientras suplicaba por su vida.
Cristal no escuchó sus palabras. Al llegar hasta la reina, la miró a los ojos por unos instantes con una mirada firme, decidida y segura de sí misma:
- ¡¡Demasiado tarde, bruja!!- gritó la princesa- ¡¡Toma ésta!!
Cristal enlazó la infinita magia Hielo que la rodeaba a su arma y, con todas sus fuerzas, embistió con ella a Venigna, atravesándola y provocándole una profunda herida de muerte.

La ladrona se separó de su enemiga, con su estrella ninja envuelta en sangrienta magia Bio. Finalmente la bruja escupió un espumarajo de sangre por la boca y cayó al suelo boca abajo.
Shiva dejó de atacar y la ventisca cesó. Los metroyanos, confusos, perplejos y atónitos, callaron al ver lo que muchos creían que era imposible: la derrota de su reina.
El cadáver de la mujer de negro, rodeado de hielo, hizo que reinara un silencio sepulcral, ante las miradas atónitas y con la boca abierta de sus seguidores. A través de las enormes pantallas planas de la ciudad, que retransmitían en directo el combate, toda Metroya había sido testigo de la muerte de su reina.
Cristal guardó su arma y dio media vuelta en dirección a Shiva, que la esperaba un poco más lejos. Ahora ya nadie gritaba ni vitoreaba, ni siquiera hablaban. Todos contemplaban expectados a la princesa de Oblivia, que caminaba seria y decidida hacia la G.F. Todo parecía indicar que el combate había terminado.

Sin embargo, muy lejos de lo que esperaban los presentes, ocurrió algo siniestro y aterrador, que heló la sangre de todos.

De pronto algo rompió el silencio. Una risa que se creía extinguida empezó a reír diabólicamente, encogiendo de miedo incluso al más valiente de los metroyanos. A Cristal se le borró la seriedad de su rostro, y un nuevo semblante de miedo y terror se reflejó claramente en su cara:
- No puede ser…- dijo la princesa, atónita y temblando.
Se volvió rápidamente y, en efecto, sus peores temores eran ciertos. Aquella batalla aún no había terminado.

Venigna se levantaba poco a poco, con dificultad, mientras escupía sangre por la boca y esbozaba una sonrisa siniestra. Seguía riéndose maléficamente y haciendo estremecer de terror a todos los presentes. Cuando finalmente se puso en pie, empezó a hablar:
- Estúpida humana… ¿de verdad creías…que habías ganado? ¿Qué todo esto…se acaba aquí?- sonreía la mujer de negro, sin importarle la gravedad de sus heridas- cuando te digo…que yo sola…he acabado con ejércitos enteros…no es precisamente…por cualquier truco de magia barato…
Cristal corrió hacia ella con su estrella ninja en mano para rematarla. Pero antes de que pudiera llegar, un nuevo golpe psíquico la empujó y lanzó un poco más lejos, a ras del suelo. El sello de Ludmort de Venigna comenzó a brillar intermitentemente en rojo, al igual que sus ojos, y cada vez con más fuerza:
- Ahora te demostraré…hasta qué punto puede llegar mi magia…y también te enseñaré…por qué todos me temen…- y luego añadió, sin dejar de sonreír diabólicamente- ¡¡contempla con tus propios ojos…el poder de la oscuridad!!

Lo que ocurrió después dejó el corazón de Cristal entre dos latidos, y que la hizo temblar de miedo y terror.

Pudo ver frente a ella, a varios metros de distancia, cómo un aura oscura envolvía el cuerpo de Venigna. Toda Metroya fue testigo de la horrible y terrorífica transformación de su reina.
La mujer de negro hizo que el sello de su cuello se extendiera por todo su cuerpo, cambiándole por completo el color de la piel y los ojos. Su piel se volvió escamosa, unos horribles cuernos le salieron de su cabeza y una cola de reptil surgió por detrás de su torso. Mientras que en su mano derecha le crecieron las uñas, tan largas y afiladas como espadas, su mano izquierda se transformó por completo en la cabeza de una serpiente, que como si tuviera vida propia, podía mover los ojos y abrir la boca para enseñar su lengua bífida y sus colmillos asesinos.
Fue en ese momento en el que terminó la transformación de la bruja cuando la gente no pudo evitar gritar de miedo y de terror, ante aquel monstruo con forma humana que ya en nada se parecía a su antigua soberana. El terror estaba reflejado en toda Metroya, y la ciudad entera pudo ver en directo el verdadero rostro de su reina.

Debido al repentino giro radical de la situación, la princesa no podía reaccionar. Todavía pálida y tratando de asimilar los acontecimientos mientras observaba con horror la transformación de su enemiga, temblaba incapaz de moverse. El miedo la paralizaba tanto que su cuerpo no le respondía.

La nueva y monstruosa Venigna gritó de furia y se lanzó a atacar a Cristal. Shiva se interpuso rápidamente en medio de ambas y lanzó varios témpanos de hielo a la bruja. La mujer de negro, ahora casi convertida en serpiente, destrozó con sus uñas los témpanos de hielo, sin dejar de correr hacia ellas.
Tras varias rondas de témpanos y rayos de hielo fallidos, la G.F. comprendió enseguida que era imposible dtenerla. Antes de que Venigna llegara hasta las dos, Shiva conjuró rápidamente un hechizo y levantó un muro de hielo que las separó de la bruja en el último momento.
Sin embargo, fue inútil. Las uñas de la mujer serpiente cortaron fácilmente la barrera de hielo y, justo antes de que el filo alcanzara a Cristal, la guardiana de la fuerza protegió a la chica usando su cuerpo como escudo de protección:
- ¡¡Shiva!!- gritó la princesa, tras reaccionar por fin.

Las dos acabaron rodando por el suelo un poco más lejos, debido a la nueva fuerza sobrenatural de Venigna. Cristal se levantó y agachó de rodillas junto a la invocación, que permanecía inconsciente, sacudiéndola muy preocupada:
- ¡¡Shiva, Shiva, responde!!- gritaba la chica con coletas.
Los cortes eran profundos, y de sus heridas comenzaron a formarse manchas moradas preocupantes. Cristal comprendió entonces que incluso hasta los G.F. podían sufrir daños igual que los humanos, y en aquellos momentos la invocación también estaba envenenada:
- ¡¡Oh, no!!- exclamó la princesa, horrorizada, que volvió a sacudirla mientras decía- ¡¡Shiva, por favor, despierta…no me dejes ahora!!

En ese momento Venigna, que parecía más calmada, se dirigió a ella diciendo:
- Ya te lo dije antes…- pronunció con rabia e ira- ningún maldito G.F. se interpondrá en mi camino… ¡¡y mucho menos una insignificante humana como tú!!
La mujer serpiente volvió a lanzarse corriendo hacia ellas, amenazante con sus afiladas uñas. Viendo que su aliada estaba débil e indefensa, y después de lo que había hecho por protegerla, en esta ocasión no vaciló ni un instante. Se adelantó a Shiva, y con su estrella ninja bloqueó las peligrosas uñas de su enemiga. Ambas se encontraron cara a cara:
- No permitiré que le hagas daño- advirtió la princesa.
- Eso ya lo veremos- siseó Venigna con su nueva lengua bífida.
La bruja azotó por sorpresa a la chica con su cola de serpiente, con tanta fuerza que la lanzó por los aires y acabó estrellando con la pared de oro del monumento.

Cristal, un poco aturdida, levantó con esfuerzo la vista al frente. Palideció por completo al ver a Venigna con la cabeza de serpiente de su mano izquierda apuntando hacia ella. En su boca abierta estaba acumulando energía oscura, y casi a punto de disparar:
- ¡¡Cañón Oscuro!!- gritó la mujer de negro.
La princesa vio ante ella cómo se dirigía la enorme bala de energía a su posición. Era tan grande que, aunque rodara o saltara a un lado para esquivarla, la alcanzaría sin remedio. No tenía escapatoria, estaba acorralada.
Justo cuando creía que iba a morir, una presencia se interpuso entre ella y la bala, sorprendiendo a la chica:
- ¡¡Shiva!!- exclamó Cristal.
La guardiana de la fuerza empleó toda su magia para crear un enorme iglú de hielo tan grande y resistente como un búnker, justo a tiempo antes de que la bala de oscuridad las alcanzara. Cerraron los ojos antes del fin.

El disparo de Venigna tuvo consecuencias desastrosas para los presentes que observaban de cerca el transcurso del combate. La energía oscura destrozó una de las dos pilastras del gigantesco monumento, e irremediablemente este se vino abajo, en medio del caos y la confusión del lugar.
Cientos de vidas fueron sepultadas bajo los escombros del ya destruido Arco de Triunfo, mientras los metroyanos huían y gritaban de terror. Ahora ya nadie prestaba atención al combate, sino que huían para salvar la vida. El único monumento histórico que tenía Metroya en toda su historia se había convertido en ruinas.

Cristal abrió de nuevo los ojos, y palideció al ver el panorama a su alrededor. Se giró en todas direcciones y no veía más que escombros en un mar de ruinas. Sin embargo, lo que más le asustaba y temblaba era ver los cientos de cadáveres metroyanos esparcidos por el lugar, donde ahora sólo reinaba el silencio. El escenario de combate había dado un lúgubre y tétrico giro radical.
El iglú de hielo había desaparecido, y la chica atendió rápidamente a la aliada que tenía a su lado:
- ¡¡Shiva!! ¿¡Estás bien!?
Sólo con verla supo que estaba herida y agotada. La guardiana de la fuerza permanecía de rodillas y con los brazos apoyados en el suelo, jadeando y respirando entrecortadamente. La princesa imaginó que aquella gran defensa de hielo debía de haberle costado una gran cantidad de magia, y necesitaba descansar.

Levantó la vista en todas direcciones, alerta. Lo que más le inquietaba era el paradero de Venigna y de si habría sobrevivido a la caída del Arco de Triunfo. Prefirió pensar que estaba muerta y que por fin Limaria se había librado de aquella bruja víbora, aunque tenía un mal presentimiento. Decidió que por el momento lo mejor era irse de aquel escalofriante lugar, antes de que la autoridad de Metroya llegara y las encontrara:
- Vamos, Shiva, larguémonos de aquí- dijo la princesa.
Cristal ayudó a la G.F. a ponerse en pie, que cojeaba de una herida, y ambas caminaron lentamente para alejarse de lo que antes era el Arco de Triunfo.

Sin embargo, ocurrió lo que la princesa temía.

Venigna, que aún seguía viva, apareció de repente tras unos escombros, sorprendiendo a las dos. Con sus afiladas uñas se lanzó a atacar a su enemiga, mientras gritaba:
- ¡¡Muere!!
Lo que pasó después dejó a Cristal perpleja y asombrada. Shiva empujó a la chica a un lado y, decidida, se puso en medio usando su cuerpo para proteger a su portadora. Las uñas de Venigna atravesaron el cuerpo de la G.F. y la hirió de muerte, frente a los ojos de Cristal:
- ¡¡¡SHIVA!!!- gritó afónicamente la chica con coletas.
La guardiana de la fuerza temblaba, mientras su sangre caía de las afiladas uñas como gotas al suelo. Tras mirar a la bruja volvió la vista a la princesa, a quién sonrió por última vez antes de bajar la cabeza y cerrar los ojos.
En ese momento el cuerpo de la G.F. comenzó a brillar con una intensa luz y, tras unos segundos, Shiva desapareció por completo, volviendo su espíritu a la esfera azul celeste que Cristal llevaba por colgante.
“¡¡No…no puede ser…!!”- pensó Cristal en su mente, perpleja y pálida- “¡¡Venigna…ha podido acabar con una invocación…un guardián de la fuerza!!”
La chica temió que Shiva hubiera muerto para protegerla, pero suspiró aliviada al sentir su presencia en la esfera. Supo entonces que la invocación no había muerto, sino que se había debilitado. Mirto les contó en una ocasión que, si un G.F. moría, su esfera de invocación dejaría de brillar y se convertiría en piedra. Por fortuna, no era el caso de Shiva, y Cristal lo sabía muy bien al mirar su esfera azul brillando tenuemente. Su aliada tan sólo necesitaba descansar.

La mujer serpiente la devolvió a la realidad cuando se dirigió a ella, con una furiosa mirada y apretando los dientes:
- Maldita mocosa…has echado por tierra mis planes…
Empezó a caminar hacia ella, amenazante con sus uñas, mientras Cristal se ponía en pie con esfuerzo.
Ahora que Shiva había vuelto a su esfera, ya no gozaba de los efectos que la G.F. le proporcionaba. De repente volvió a sentir el veneno letal que corría por sus venas, y la sensación de mareo y la dificultad de respiración volvieron al organismo de su cuerpo:
- Por tu culpa…ahora toda Metroya me ve como un monstruo agresivo y peligroso…ya no podré volver a ser la reina de este lugar nunca más…
Cristal pudo ver a duras penas que no era la única en mal estado. Su rival también respiraba entrecortadamente y la magia Bio brotaba como sangre de sus heridas. La mujer serpiente sonrió con malicia diciendo:
- Yo escaparé de aquí…y cuando me recupere, algún día…me vengaré…acabaré personalmente con tus padres…con todo tu reino…con toda Oblivia…- y luego añadió, llena de rabia- pero tú… ¡¡no saldrás con vida de este lugar!!

Cristal no puedo reaccionar ante el siguiente movimiento de Venigna, que corrió furiosa a atacarla. En un vano intento por bloquear el ataque con su estrella ninja, la bruja apartó a un lado su arma con las uñas, y con la cabeza de serpiente de su mano izquierda embistió a la chica.
Las fauces abiertas del reptil y los afilados colmillos del animal se hundieron profundamente en el hombro derecho de Cristal, que gritó de dolor como nunca antes lo había hecho:
- Vas a morir aquí y ahora, princesa Cristal…- pronunció Venigna con odio y frialdad- el mundo entero se verá envuelto en una sangrienta guerra, que marcará el principio del nuevo mundo…y tú no podrás hacer nada por evitarlo.
La chica empeoraba rápidamente a cada segundo que pasaba. Podía sentir la sobredosis letal de veneno que el mordisco de la serpiente le estaba transmitiendo a su cuerpo a través del hombro. Un inmenso y agonizante dolor le recorría todo el cuerpo, muchísimo mayor a cualquier otro que había sentido en toda su vida. Sus brazos y piernas no le respondían, estaba debilitándose a gran velocidad, el mareo se incrementaba y las pequeñas convulsiones disminuían.

Venigna observaba satisfecha la tortura de la princesa, disfrutando de cada segundo que la oía gritar inmensamente de dolor. En menos de un minuto, los órganos vitales de Cristal se detendrían y ya por fin moriría. Venigna deseaba disfrutar de los últimos y dolorosos segundos de su enemiga, con una sonrisa malvada y asesina.

Su sonrisa se borró en el momento en que, cuando creía que la princesa no podía moverse, la mano izquierda de Cristal agarró el brazo derecho de la bruja. Venigna, sorprendida, no podía creer que, después de todo el veneno que tenía en su cuerpo, la chica todavía pudiera moverse:
- Me…niego…
- ¿¡Qué!?- exclamó la mujer serpiente.
Cristal levantó la vista a su rival y la miró firme, seria y decidida a los ojos. Todo su cuerpo temblaba y respiraba entrecortadamente, jadeando:
- Todos mis…amigos…confían en mí…después de todo…el esfuerzo…que han…hecho ellos…hasta ahora…yo…tampoco…pienso quedarme atrás…
Con la mano derecha temblando, en la que aún llevaba su estrella ninja ensangrentada, comenzó a levantarla lentamente, mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para mover su extremidad:
- Si…tengo que…morir ahora…no seré la única…
Venigna advirtió sus intenciones al ver el filo del arma apuntando a su corazón. Faltaban pocos centímetros para que la estrella ninja alcanzara su objetivo:
- ¡¡Basta, detente!!- gritó la bruja, pálida ante el peligro- ¡¡Para!!
Cristal no lo dudó ni un instante. Cuando por fin, después de varios segundos de tensión y esfuerzo físico, apuntó con el filo del arma a su objetivo, dirigió unas últimas palabras a su enemiga:
- Venigna…tu reinado…del miedo y del terror…se acaba aquí… ¡¡porque tú morirás conmigo!!

Empleando las últimas fuerzas que le quedaban, Cristal gritó de furia y apuñaló su estrella ninja en el corazón de Venigna, atravesando el filo por su cuerpo y finalmente hiriéndola de muerte.

La cabeza de serpiente soltó el hombro de la chica, con la sangre todavía fluyendo por sus heridas, y Cristal separó su arma ensangrentada del cuerpo de Venigna, que cayó de espaldas al suelo.
La princesa dejó caer al suelo su estrella ninja mientras se tambaleaba de un lado a otro y jadeaba del cansancio. Logró dar un par de pasos para ver los últimos segundos de vida de Venigna, que la miraba con odio y rabia en sus ojos:
- Estúpida…humana… ¿de verdad crees…que has ganado? ¿Qué todo esto…ha terminado?- mientras hablaba, espumas de sangre le salían por la boca- lo único…que has…conseguido…es algo más de tiempo…sólo eso…
Cristal la miraba seria y decidida, y no la interrumpió en ningún momento mientras hablaba:
- Algún día…muy pronto…otro ocupará mi lugar…y acabará lo que yo empecé…declarará la guerra…y arrasará con toda Oblivia…- luego sonrió diabólicamente al pronunciar- todos vuestros esfuerzos son en vano…no podéis hacer nada por salvar este mundo…Limaria está condenada a morir…y pronto te darás cuenta…

Aquellas fueron las últimas palabras de la reina, que no dejó de sonreír en ningún momento incluso al exhalar su último respiro y cerrar los ojos para siempre.
Cristal no pronunció ni dijo nada al respecto. Tras ver con sus propios ojos que Venigna había muerto, suspiró aliviada con una media sonrisa, y cerró los ojos mientras caía al suelo, muy exhausta y debilitada. En ese instante sintió los poderosos efectos del veneno atacando su corazón y órganos vitales, y apenas podía respirar. Su corazón entre dos latidos le indicaba que no podía aguantar más. Comenzó a verlo todo oscuro, sabía que le había llegado la hora.

No le importaba morir, ya que había cumplido con su objetivo. Dejaría que la inmensa cantidad de veneno que tenía en su cuerpo terminara con su vida. Ahora por fin podía morir y descansar en paz, sabiendo que había librado al mundo ella sola de la tiranía de la malvada bruja Venigna.

Se despertó al sentir que alguien la sacudía. Oía mucho movimiento de un lado a otro cerca de ella y, con los ojos entreabiertos, pudo distinguir la silueta de alguien que le resultaba muy familiar. Junto a ella también se encontraban, rodeándola, dos figuras igualmente cercanas y familiares.
Los tres la sacudían para que se mantuviera despierta, mientras la mujer pelirroja le levantaba la cabeza y acercaba a su boca una especie de brebaje para que se lo bebiera. Cristal juraría que se trataba de una ultrapoción o de un élixir, pero no estaba segura ya que ni siquiera era consciente de lo que pasaba.
Tras beberlo casi inconscientemente, ya que había perdido casi por completo el conocimiento, la pelirroja, el chico y el perro sonrieron aliviados. Incluso ella misma sintió que una magia curativa la restablecía por dentro, alejando el dolor, y comenzó a verlo todo con claridad. La oscuridad se alejaba y la luz se acercaba, apartándola de los brazos de la muerte.

Empezaron a hablar y a conversar palabras que a Cristal le resultaban ininteligibles, ya que tan sólo oía un extraño pitido en sus oídos. Trataban de decirle algo, de comunicarse con ella y obtener respuesta, pero resultaba muy difícil. La princesa tan sólo murmuraba los nombres de sus amigos, con esfuerzo, y ellos entendieron que estaba muy cansada.
Los tres sonrieron y el chico de rojo le dijo unas palabras al oído que aquella vez la chica con coletas sí pudo entender:
- Tranquila, ya ha pasado todo…ahora debes descansar.
Cristal entendió el mensaje y calló para no malgastar fuerzas. Dejó que la mujer pelirroja cargara con ella a sus espaldas y los tres anduvieron lentamente, alejándose del escenario de combate en ruinas de lo que antes era el Arco de Triunfo.

Al caminar, Cristal pudo ver de lejos la silueta de otras dos personas, corriendo hacia ellos: un hombre rubio con capa azul y una chica joven de pelo castaño. Ellos también le resultaban familiares, porque desprendían una sensación de calidez y seguridad que sólo ella conocía. Fue en ese momento en el que llegaron todos a su alrededor alegres y felices por encontrarla, el instante en el que Cristal sintió que le pesaban enormemente los párpados.
Tal y como le dijo el chico de rojo, necesitaba descansar. Y eso fue lo que hizo. Adormecida en la espalda de la mujer pelirroja, dejó que la agradable brisa del viento la meciera suavemente, hasta caer rendida en los acogedores brazos del sueño.
Por primera vez en su vida podía descansar en paz. Dio las gracias por seguir viva, por tener otra oportunidad, por haber sobrevivido, por tener aún mucho por delante que hacer junto a las personas a las que más quería, y que sabía la acompañarían y protegerían siempre, y por no perder nunca la esperanza de ver ilusionada el día del mañana.

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