jueves, 28 de junio de 2012

Posible retraso del capítulo 21

¡Hola bloggeros! Me paso rápidamente por el blog para avisaros de que alomejor no tendré listo el siguiente capítulo del fanfic este fin de semana, ya que me iré a pasar unos días fuera, en un apartamento del sur. ¡Por fin algo diferente en vez del pequeño pueblito de siempre! ¡Son como unas mini-vacaciones!
En fin, el próximo capítulo se titula "En Gold Saucer hay gato encerrado" (curioso título, jeje). En él, nuestros héroes llegan a un nuevo lugar, ni más ni menos que un parque de atracciones (los que hayáis jugado a Final Fantasy VII reconoceréis este sitio enseguida). ¿Qué nuevas aventuras y misterios les espera al grupo en este lugar? Cuando llegué, probablemente el sábado o el domingo, intentaré adelantar y esforzarme todo lo que pueda para terminarlo este fin de semana. Tranquilos, llevo ya más de la mitad escrito, calculo que no me faltará mucho.
¡Me voy, que salgo ahora mismo y tengo prisa! ¡Que tengáis un buen día y feliz verano!

sábado, 23 de junio de 2012

Capítulo 20: Batalla entre generaciones


Capítulo XX
BATALLA ENTRE GENERACIONES
Helio caminaba tranquilamente por un oscuro y siniestro pasillo, iluminado únicamente por unas pocas antorchas situadas a ambos lados de las paredes. No le hacía mucha gracia tener que comunicar aquel mensaje, pero dada la situación y con los demás miembros de negro ocupados haciendo otras cosas de importancia, él era el único disponible para hacerlo.
Con firmeza abrió una gran puerta tétrica rodeada de siniestras gárgolas de piedra a ambos lados de la entrada, y se aventuró en su interior cerrándose estas tras de sí:
- Señor, tengo noticias- comunicó seriamente mientras caminaba hacia el frente- por desgracia, malas.
Tras situarse en el centro de la estancia, unos ojos diabólicos brillando en rojo se abrieron en la oscuridad del trono, con gesto amenazante:
- ¿Qué ocurre ahora?- preguntó la sombra en tono molesto.
- Se trata de Lectro, señor…- respondió Helio, con un hilo de voz en sus palabras- Él…ha muerto.
Helio conocía de sobra, al igual que el resto, la reacción de su superior ante mensajes negativos sobre él y sus integrantes de negro. Cuando su jefe se enfadaba, todos los miembros de la organización le tenían mucho más respeto, llegando a temer incluso por sus vidas. Cerró los ojos cuando la voz de ultratumba perdió la compostura y gritó furiosa:
- ¿¡Qué!?
- Lo que oye, señor…- repitió Helio- recibimos la confirmación de las sospechas hace apenas unos momentos, ya que hace horas que no sentimos su aura mágica, y tampoco da señales de vida. Él…ha desaparecido de Nautigh, señor…yo…
El hombre de negro no terminó de hablar porque en ese preciso momento algo invisible lo inmovilizó. Helio se horrorizó al ver cómo una afilada lanza de oscuridad se formaba frente a él, y lentamente empezaba a hundirse en su pecho:
- ¿¡Quién lo hizo!?- gritó enfurecida la sombra- ¡¡Habla!!
Helio gritaba de dolor mientras su sangre brotaba del pecho. La punta afilada de la lanza de oscuridad le producía una herida cada vez más profunda:
- ¡¡No lo sé, señor!!
El arma oscura adquiría cada vez más fuerza y le atravesaba poco a poco. Helio comenzaba a pensar que aquel sería su final, y gritaba más fuerte:
- ¡¡Dilo!!- ordenó la sombra desde el trono.
A duras penas, Helio logró con esfuerzo pronunciar unas palabras:
- Me con…taron…que…fueron…los elegidos…y sus…guardianes…
La punta de la lanza paró de repente, y se separó del cuerpo de Helio. El hombre de negro respiró entrecortadamente mientras el sudor caía por su frente.  Aliviado, se llevó la mano al pecho cubierto de sangre. Por suerte, la lanza no había afectado a ningún punto vital:
- Gracias…señor…- dijo con esfuerzo Helio.
La sombra consiguió retener su ira, y poco a poco trató de calmarse. Era la primera vez que un integrante de negro caía a manos de un enemigo. Cuando estuvo lo suficientemente relajado, suspiró y dijo con indiferencia:
- Lectro… ¿Cómo ha podido un miembro de la organización ser derrotado por unos mocosos?
La sombra meditaba esta cuestión mientras Magno hacía acto de presencia a través de un agujero oscuro. El líder y Helio fijaron su atención en él:
- No me esperaba que Lectro cayera tan rápido- comentó Magno con una sonrisa malévola- de tanto presumir acabó muerto.
- Era el más joven y débil de todos…su arrogancia y creencias de superioridad con el poder que le concedí le llevaron a la muerte…- dijo la sombra con indiferencia- bueno, tampoco es una gran pérdida…cualquiera podría sustituirle.
Magno apuntó diciendo, con ironía:
- Puede que, después de todo, esos elegidos no sean tan débiles como pensábamos…son tan fuertes como para acabar con uno de nuestros miembros, y puede que a la larga se vuelvan un peligro para nosotros.
- Puede ser…- dijo la sombra, pensativa- tal y como dices, no dudo de que con el tiempo se conviertan en una seria amenaza para la organización…y por ello debemos actuar de inmediato antes de que eso suceda.
El líder envuelto en sombras chasqueó los dedos, y al igual que Magno, sonrieron maléficamente cuando observaron cómo se formaba un agujero oscuro en la estancia:
- Sin embargo… el que sean un poco más poderosos de lo que imaginábamos, no cambiará para nada sus destinos de morir a manos de la organización Muerte.
De las tinieblas emergió Asbel, con la cabeza baja ocultando su rostro:
- Tenemos a un nuevo miembro en nuestro bando…con un potencial y poder mayor que el de Lectro, que lo convierte en una peligrosa máquina destructiva y con sed de sangre.
Magno y Helio observaron a su nuevo compañero, quien también vestía el mismo manto oscuro que ellos. Ahora ya era un pleno miembro de la organización Muerte.
Cuando Asbel levantó la mirada, ambos hombres de negro se sorprendieron con el cambio radical que había sufrido el espadachín oscuro. El que antes era su enemigo, y el que combatía junto a Jack por el bien de la resistencia, ahora se había convertido en uno más de ellos.
Tras unos segundos de silencio, la sombra se dirigió sonriendo maléficamente al espadachín:
- Ahora que Lectro ha muerto, te toca a ti actuar, Asbel. Es hora de que acabes con esos elegidos de una vez y para siempre. Además de eso, te ofrezco la posibilidad de complacerte saciando tu sed de venganza con cierto mago, al que tengo entendido, odias con todo tu ser… ¿estás preparado, Asbel?
El espadachín miró al líder de la organización, mientras el sello maldito de su cuello resplandecía al mismo tiempo que sus ojos vacíos e inexpresivos, en los que sólo había oscuridad:
- Sí, mi señor.

A la mañana siguiente, el grupo fue conducido por Mirto, quien los llevó a una pequeña cámara, oculta en lo más profundo y recóndito del templo sagrado. En dicha estancia bajo tierra había un pequeño altar de piedra, situado en el centro de la habitación, y con un pequeño hueco en el que encajar algo. A su alrededor, las antorchas iluminaban las cuatro paredes  pintadas con motivos, letras y dibujos de extraño y ancestral lenguaje, completamente ilegibles. A juzgar por el desgaste de las piedras y pinturas, parecían pintadas por los antiguos primitivos de Limaria. Aquella habitación debía de estar llena de historia desde que se construyó hacía más de miles de años. Una extraña aura envuelta en misterio rodeaba aquella cámara, en la que se escuchaban las voces de los antiguos oráculos.
Jack y los demás se acercaron al altar junto a Mirto, el cual habló entonces diciendo:
- Bien, sin más preámbulos, entregadme la piedra angular.
El grupo miró confuso al anciano, como si les hablara en un idioma que nunca habían oído en su vida. Marina se aventuró a preguntar, aún confusa:
- Perdone, ¿cómo ha dicho?
- ¡La piedra angular!- repitió Mirto, como si estuviera claro- ¡la necesito para encajarla aquí! ¿Es que no la habéis traído?
Se produjo un largo e incómodo silencio, en el que el anciano mostró una cara de sorpresa y con la boca abierta mientras el resto del grupo permanecía callado, sin saber qué decir. Rex pudo decir, un poco avergonzado:
- No…
- ¿¡Pero qué…por qué no la  habéis traído!?- exclamó perplejo el anciano- ¡¡es un elemento importante!!
- ¡Nadie nos dijo que debíamos traerla!- alegó Erika en defensa del grupo.
 Enseguida todos le echaron el ojo a Jack, que era el responsable de los aspectos formales relacionados con la profecía y a todo lo que la rodeaba, incluido la recogida de objetos clave para su misión. El mago mostró una cara de sorpresa, al igual que su maestro. Tras unos segundos de duda y de silencio, y a juzgar por sus caras, Jack imaginó lo que pensaban sus compañeros. Como si leyera los pensamientos, éste contestó rápidamente:
- ¡A mí no me miréis, que yo no sabía nada!
- ¡A ver, gente, paz y tranquilidad!- intervino Cristal, que luego se dirigió a Mirto y le preguntó sin rodeos- ¿Por qué es tan importante esa piedra, viejo?
Jack se acercó a ella y le pegó una colleja en la nuca:
- ¡¡Un poco más de respeto, idiota…es el primer elegido que salvó el mundo hace quince años…de no ser por él, ahora no estaríamos aquí!!
La princesa frunció el ceño por lo bajo, y miró amenazante al mago por el golpe. Marina volvió a preguntar, retomando el tema:
- ¿Por qué es tan importante esa piedra, Mirto?
- ¡Sin ella no podemos escuchar las voces de los oráculos, y son quienes dicen cómo acabar con Ludmort!
Los demás palidecieron. Perplejos y con la boca abierta, exclamaron:
- ¿¡Qué!?
- ¡Qué desastre…! - dijo Mirto, llevándose una mano a la cabeza- ¿¡y ahora cómo vamos a detener a Ludmort!?
- ¡Pero si usted lo sabe, no es necesaria la piedra!- exclamó Eduardo- ¡acabó con él hace quince años…díganos cómo hacerlo y lo destruiremos de inmediato!
El resto asintió con la cabeza, y observaron al anciano. Tras un breve silencio, el anciano suspiró y les dijo:
- Para vencer a Ludmort…hay que atacar a su punto débil…el corazón.
La chica con coletas rompió el silencio, soltando un par de carcajadas:
- ¿¡Y eso es todo!?- preguntó Cristal, riéndose- ¿¡Tanto rollo para esto!? ¡Vamos y acabemos con él ahora mismo, en un abrir y cerrar de ojos…librémonos ya de una vez de ese bicho grande de allá arriba!
El anciano permanecía serio ante los comentarios de la chica, como si aquello no le afectara. Le preguntó seriamente, firme y decidido:
- ¿Esto te parece gracioso? ¿Crees que de ser así, aún seguiría Ludmort brillando en el cielo?- luego añadió, un poco molesto- ¡para que lo sepas, princesa de Oblivia, esto no es tan fácil como lo pintas! ¡Es mucho más complejo de lo que parece…hacen falta más detalles! ¡Detalles que nos los darán las voces de los oráculos!!
Cristal y los demás palidecieron al darse cuenta de que Mirto conocía su identidad. Aún con el pelo corto, el anciano la había reconocido como si la conociera de toda la vida. Aquel dato les había dejado mudos de la sorpresa:
- ¿Sorprendida, verdad?- dijo irónicamente Mirto- lo estarías más si me pusiera en contacto con los guardias reales de Oblivia y les dijera que estas aquí…pero desgraciadamente no pudo complacer mi satisfacción, porque eres una guardiana de los elegidos.
- ¿A qué se refiere exactamente con “guardianes”?- preguntó Erika, tras haber oído esa expresión con anterioridad.
- Los “guardianes” son los que acompañan a los elegidos de la profecía en su viaje para destruir a Ludmort. En muchas ocasiones se encargan de apoyarlos y protegerlos de los muchos peligros que surgen a lo largo de su camino,  e incluso de guiarlos.
Eduardo comprendió entonces a qué se refería Lectro cuando citó la palabra durante el combate en Nautigh. Jack y los demás eran sus guardianes, y a lo largo de todo ese tiempo, desde que Erika y él llegaron a Limaria, habían luchado por ellos tratando de protegerles en todo momento. El objetivo de los guardianes es proteger a los elegidos de la profecía, y asegurarse de que llegan sanos y salvos hasta el final del camino para cumplir su cometido.

Retomando el tema importante, el perro habló de nuevo al anciano:
- Aún estamos a tiempo- dijo Rex- díganos por favor, ¿dónde podemos encontrarla? Si nos damos, prisa, quizá podamos hacer algo.
- Ése es el problema…- suspiró Mirto- no sé dónde está.
El grupo se quedó atónito al oír aquello:
- ¿¡Qué!?
- Lo siento, chicos, pensé que traeríais la piedra angular…- luego añadió con pesar- pero me equivoqué.
Erika intervino de nuevo, reflexionando y con cara pensativa:
- Esto no tiene lógica…usted también la usó hace quince años para escuchar a las voces de los oráculos… ¿cómo es que no sabe dónde está?
- Yo también recorrí el mundo en su busca, cuando me tocó mi turno- explicó Mirto- pero sin embargo, descubrí que una vez que se usa, la piedra vuelve a desaparecer del altar.
- ¿¡De verdad!?- preguntó Marina, perpleja y asombrada- ¿¡y no sabe dónde podría estar ahora!?
- Desgraciadamente no…- dijo el anciano- podría estar en cualquier parte del mundo…tal vez en una duna del desierto, en el fondo del mar, bajo las raíces de algún árbol de la montaña, en los altos picos escarpados de las colinas, oculto entre la hierba de las praderas, enterrado bajo la nieve del continente norte…las posibilidades son infinitas.
Jack y los demás se horrorizaban sabiendo que el objeto que necesitaban podría estar en prácticamente cualquier parte del entorno que los rodeaba. Rex pronunció, casi sin palabras:
- Es imposible…nos llevaría toda la vida encontrarla…y puede que tampoco lo consigamos…tenemos sólo una probabilidad entre miles de millones…
Marina suspiró y bajó la cabeza, rendida:
- No llegaremos a tiempo…Ludmort vendrá y destruirá los dos mundos…podemos darnos por vencidos…
Por unos momentos todos bajaron la cabeza, apenados. Eduardo no contaba con aquel obstáculo, y trataba de imaginarse lo difícil que sería encontrar un pequeño objeto con forma que encajara en semejante altar. Disponían de varios meses para buscar la tan ansiada piedra, pero sin ni siquiera saber por dónde empezar a rastrear, tenían muy pocas probabilidades de encontrarla. Además de eso, si no lo conseguían, Ludmort llegaría y destruiría ambos mundos: Limaria y La Tierra.
Todas las ilusiones y esperanzas parecieron desaparecer de repente en un suspiro, cuando los miembros del grupo bajaron la cabeza y adquirieron un semblante triste y deprimido. En contraste con los demás, Jack levantó la cabeza. Para sorpresa de todos, el mago pronunció firme y decididamente:
- ¡¡No…no podemos rendirnos!!
- ¿Jack?- preguntó Marina, perpleja.
- Puede que sea imposible, que jamás la encontremos…sin embargo, prefiero intentarlo y hacer algo, antes que quedarme de brazos cruzados mientras Ludmort viene y nos mata a todos.
Los demás lo escucharon, asombrados por sus sabias palabras:
- Si algo aprendí del maestro Mirto, es que nunca hay que rendirse…sino seguir luchando hasta que no puedas más, hasta que sientas que has llegado al límite, hasta que puedas estar orgulloso de ti mismo, que no te arrepientes de haberlo hecho…porque al menos sabes que lo has intentado…- y luego añadió, sin bajar ni un momento la autoestima-…prefiero morir en el intento… ¿quién está conmigo?
El grupo miró con orgullo a su líder. Los temores desaparecían de sus rostros, y la esperanza renacía en sus ojos. El mago había logrado disipar las dudas del corazón de todos sus amigos, y animarles a seguir luchando por un fin. Con una sonrisa y la mirada decidida, uno a uno fue pronunciando firmemente:
- Estoy contigo, Jack- dijo Marina.
- Yo también- añadió Eduardo.
- Y yo- comentó Rex.
- No te olvides de mí- sonrió Cristal decididamente.
- ¿Somos un equipo, no?- dijo Erika, sin quedarse atrás- ¡podemos hacerlo!
El mago miró a sus compañeros, y les dio las gracias a todos. Después de eso, alzó la voz firme y decidido:
- Muy bien chicos… ¡otra aventura nos espera!- exclamó Jack.

Mirto observaba la escena con emoción. Su tristeza y preocupación desaparecieron de repente cuando Jack también logró transmitirle su fuerza y autoestima, creyendo que podían hacerlo de verdad. A pesar de las dificultades, sentía que Jack y los demás podían conseguirlo. Les unía el esfuerzo y el trabajo en equipo, y con ese poder, con la fuerza de la amistad…podían lograrlo.
El anciano miró orgulloso a aquel hombre que una vez fue su alumno, y sonrió feliz. Ya no era aquel niño débil e inocente que practicaba magia bajo su tutela como maestro. Ahora era el líder de un equipo que lo admiraba y apoyaba. Podía sentir que tenía unos fuertes y estrechos lazos que lo unía a esos miembros, unos vínculos muy fuertes e irremplazables:
“No me había dado cuenta hasta ahora, pero…has crecido, Jack…”- pensó Mirto en su mente- “te has convertido en un noble mago, admirado y querido por tus amigos…estoy seguro de que ellos lo darían todo por ti…”- y luego dijo, sonriendo con emoción- “sin duda, tus padres estarían muy orgullosos de ti”

Cuando se dispusieron a marcharse, el anciano los detuvo de repente:
- Esperad un momento.
El grupo se giró, y Jack preguntó, confuso:
- ¿Qué pasa, maestro Mirto?
El anciano sonrió mientras decía seriamente:
- Me gustaría comprobar si la nueva generación está preparada para los numerosos peligros que les esperan.
- ¿A qué te refieres?
Mirto tardó un poco en responder. Cuando lo hizo, sus palabras dejaron sin habla al resto del grupo:
- Quiero luchar contra los elegidos, Eduardo y Erika.

Todos quedaron tan sorprendidos como Jack, en especial los dos jóvenes. Confusos, el mago se adelantó y preguntó:
- Maestro Mirto, ¿se ha vuelto loco?
- Al contrario, amigo mío…- respondió tranquilamente el anciano- sólo quiero ponerlos a prueba…no será ningún combate a muerte.
- ¿Está seguro de lo que dice?
- Completamente- afirmó sin vacilar.
Mirto miró a los dos elegidos, y sonriendo con una mirada decidida, les dijo:
- ¿Qué me decís, chicos? ¿Una batalla de entrenamiento?
Eduardo y Erika se miraron a los ojos. Tras unos segundos de duda, y después de que Eduardo finalmente sonriera y asintiera con la cabeza en gesto afirmativo, Erika respondió también sonriente:
- Vale…aceptamos el desafío.

Mirto  los condujo fuera del templo sagrado, acompañados del resto del grupo como espectadores del combate. El chico sentía que se le encogía el corazón y la emoción lo invadía por dentro al pensar que la batalla tendría lugar en el mismo sitio donde hace quince años el anciano se enfrentó al mismísimo líder de la organización Muerte. Sentía miedo y alegría al mismo tiempo, era una sensación contradictoria que ni él mismo entendía.
Los combatientes se alejaron poco más de cinco metros. Frente a frente, Eduardo y Erika hicieron aparecer mágicamente las armas sagradas en sus manos y se pusieron en guardia, al igual que su oponente. Ambos se sorprendieron al comprobar que Mirto también podía convocar su llave espada mágicamente en su mano, igual que ellos:
- ¡Bah, está claro quiénes van a ganar!- comentaba Cristal, sin interés- ¡son dos contra uno, y además su rival es un viejo decrépito a punto de jubilarse!
Jack se molestó con aquel comentario, y nuevamente le pegó otra colleja a la chica con coletas, quien se quejó de dolor. Rex y Marina, por su parte, observaban intrigados a la espera de que diera inicio el combate. Por alguna extraña razón, el perro tenía la sensación de que el anciano ocultaba algo:
- Aquí hay algo raro…- dijo Rex en voz alta, pensativo- Mirto parece muy tranquilo y seguro a pesar de saber que se va a enfrentar a dos jóvenes mucho más ágiles, fuertes y rápidos que él.
- Tienes razón- afirmó Marina, también intrigada- hay algo raro en él, y me preocupa mucho su actitud aún sabiendo que está en desventaja…desde luego, su aura mágica no es normal…sobrepasa con creces la de Eduardo y Erika…ni siquiera juntos son capaces de igualarle.

El viento soplaba y le daba vida a la hierba, que se movía con la brisa fresca de la mañana. Los dos jóvenes parecían un poco nerviosos, en contraste con la calma que se podía percibir en Mirto. Eduardo no comprendía por qué parecía tan tranquilo sabiendo que le superaban en número. Su aparente paz y calma le desconcertaba mientras se veían envueltos en un aire cargado de tensión dónde sólo se oía soplar al viento:
- Adelante, chicos, podéis venir a atacarme- animó Mirto con una sonrisa- juro que no me moveré de aquí.
Los dos jóvenes se miraron a los ojos, confusos por la respuesta del anciano:
- ¿¡Qué!?- exclamó Erika, perpleja.
- ¿¡Cree que puede derrotarnos sin moverse de su sitio!?- preguntó Eduardo, también sorprendido.
Tras pensarlo por unos instantes, ambos sonrieron. No sólo eran dos contra uno, sino que además su oponente tampoco iba a moverse. Era un blanco demasiado fácil:
- Se cree muy fuerte como para vencer permitiéndonos más ventaja- comentó Erika.
- Está bien, así será mucho más fácil- dijo Eduardo con una sonrisa pícara- ¡Haremos que se arrepienta de sus palabras!

El chico inició el combate. Corrió directo a atacar a Mirto y con fuerza le asestó la mejor de sus estocadas. Su sonrisa desapareció cuando las llaves espada chocaron con un eco metálico, palideciendo su rostro al ver que el anciano había detenido su ataque con una sola mano y sin ningún esfuerzo:
- ¿Y esto es todo lo que sabes hacer?- sonrió Mirto.
- Aún no has visto nada… ¡ahora verás!- exclamó el joven.
Eduardo actuó nuevamente y realizó todos los movimientos ofensivos con espada que había aprendido de su antiguo maestro Asbel durante su estancia en Limaria. El acero de las dos llaves espada resonaba con furia, produciendo chispas con cada frenético choque.
Los demás observaban asombrados el duelo de espadachines, elegidos de la profecía. Lo más impactante e impresionante es que Mirto detenía todos sus movimientos sin desplazarse del sitio, mientras el joven se movía rápidamente a su alrededor, contraatacando contra su oponente.
Al cabo de unos segundos de duros golpes de acero, Eduardo se detuvo y alejó unos pasos, jadeando del cansancio y sin bajar la guardia. Le sorprendió comprobar que el anciano no mostraba síntomas de fatiga ni agotamiento tras bloquear todos sus ataques. Al contrario que él, parecía como si todo lo que acababa de hacer no le hubiera afectado en absoluto:
“¡Es imposible!”- pensó el chico en su mente, perplejo- “¿¡Cómo puede tener este viejo tanta resistencia!? ¡Yo ya estoy cansado…y él sigue tan fresco como cuando estaba antes de empezar el combate! ¿¡Qué significa esto!?”

- No peleas mal, muchacho…tu arte con el dominio de la llave espada es impresionante, te han enseñado bien- comentó Mirto, sonriente- sin embargo, aún te queda mucho por aprender.
Después de recuperarse durante unos segundos, Eduardo volvió a la carga. Corrió y trató de asestarle a su rival un nuevo mandoble con su arma. En esta ocasión Mirto detuvo el ataque, igual que antes, y con un rápido movimiento de su arma sagrada apartó la llave espada de Eduardo a un lado, dejándolo totalmente a su merced.
Aprovechando el descuido del joven, cansado como para reaccionar a tiempo, le puso la zancadilla y le hizo perder el equilibrio. El chico vio pálido, frente a él, cómo antes de llegar al suelo, Mirto le golpeó con el puño de su arma sin dudarlo. El impacto del ataque fue tan fuerte que envió a Eduardo un poco más lejos, rodando por la hierba. El joven se retorcía de dolor en el suelo, llevándose los brazos al estómago. Parecía inmovilizado y que no iba a volver a levantarse.

- Uno menos…- comentó pícaramente el anciano, que luego dirigió su mirada con la misma sonrisa a la chica que aguardaba un poco más lejos- ¡ven, Erika, ahora te toca a ti!
La joven, asombrada al ver el resultado de la primera ronda, tardó en comprender que era su turno. Movió la cabeza rápidamente a ambos lados y se preparó para el ataque, concienciada de que le tocaba luchar. Conjuró sin dudarlo la magia piro y de la vara mágica salió disparada una gran bola de fuego, directa a su oponente. Mirto creó rápidamente una barrera mágica que detuvo el ataque antes de que le alcanzara, y el impacto de la explosión produjo una inmensa humareda que inundó el campo de batalla:
- ¿De verdad piensas que vas a vencerme con una magia elemental tan básica?- preguntó el anciano en medio del denso humo, donde no se veía nada- ¡vas a necesitar mucho más que eso para derrotarme!
Los siguientes instantes permanecieron en calma, provocando una gran intriga y confusión entre los espectadores. Cuando se disipó la humareda minutos después, los presentes se sorprendieron al ver que la chica había desaparecido de la vista:
- ¿¡Eh, qué es lo que pasa!?- exclamó Cristal, con la boca abierta- ¿¡Dónde se ha metido Erika!?

Mirto respiraba tranquilo a pesar de no ver a su rival. Permanecía demasiado calmado y paciente, como si lo tuviera todo bajo control. En ese momento una voz detrás de él le dijo:
- ¡Estoy aquí!
El anciano se dio la vuelta, y encontró a la joven un poco más lejos. De la vara mágica se iba creando lentamente una enorme y peligrosa onda mágica. Enseguida Mirto supo lo que pretendía, y rió diciendo:
- Muy astuta, debo reconocerlo. Has aprovechado el tiempo en que se disipaba la humareda para acumular energía mágica y formar un poderoso ataque, el cual necesita unos minutos para cargarse de energía. Además de eso, has usado el humo a tu favor para camuflarte y así preparar el próximo ataque sin que tus enemigos se enteren.
Erika había terminado de cargar el hechizo ofensivo, y el anciano se sorprendió al contemplar que la onda mágica era enorme, más de lo que esperaba para alguien tan joven como ella:
- Así que quieres un duelo mágico…- sonrió Mirto, decidido- muy bien ¡que así sea!
Su oponente actuó enseguida, siguiendo los mismos pasos que Erika, y en menos de diez segundos Mirto acumuló energía y formó una onda mágica mucho más grande que la de la chica. Erika palideció de repente al ver aquello:
“¡No puede ser!”- pensó la joven para sí, asombrada- “¡Con lo que me ha costado y el tiempo que me ha llevado hacer este ataque, él lo ha duplicado en menos de diez segundos! ¡Su velocidad para cargar ataques mágicos es increíble!”
En ese momento la voz de su rival la distrajo, apartándola de sus pensamientos:
- ¿Preparada, Erika?
Ella movió la cabeza rápidamente a ambos lados, y respondió enseguida:
- ¡Sí, adelante!
La chica concentró todo su potencial mágico en ese ataque, y finalmente lo lanzó contra su oponente, con todas sus fuerzas, decidida a ganar. Mirto vio la firmeza y decisión de la joven a darlo todo en aquel movimiento, y no dudó en disparar él también su onda mágica directa contra ella.

Los espectadores y Eduardo, tumbado desde la hierba tratando de recuperarse, observaron asombrados, perplejos y con la boca abierta cómo colisionaban ambas ondas mágicas. Estas producían estallidos y descargas de energía mágica, en medio de un brillante espectáculo de luces que hacía temblar la zona en la que se encontraban:
- ¡¡El suelo tiembla!!-gritaba Cristal, asustada y aferrándose a una roca- ¡¡vamos a morir!!
- ¡No digas tonterías!- replicó Jack, también agarrado a otra roca- ¡aquí nadie va a morir, lo tienen todo controlado!
- ¡Es increíble la cantidad de magia que ambos están usando!- comentó Rex, asombrado y agazapado sobre la hierba- ¡más les vale acabar pronto, o de lo contrario toda esta zona será destruida!
Mientras tanto, a ambos extremos de la gran colisión mágica, los dos combatientes aguantaban las ondas con sus armas. Erika se esforzaba todo lo que podía, pero le era imposible hacer retroceder a Mirto. Éste aguantaba paciente en su sitio, sin retroceder un paso. Observaba a la chica tratando de esforzarse duramente para mantener el ataque, flaqueándole las extremidades, y el anciano se sorprendió con la perseverancia y la firmeza de la joven, decidida a luchar hasta el final:
“¡Increíble…su talento con la magia es extraordinario!”- pensó Mirto en su mente- “¡yo a su edad no conseguía hacer una onda mágica de semejante tamaño…y ella lo ha logrado!”

- Te han entrenado bien, tu potencial mágico es asombroso- dijo Mirto, sonriente- sin duda eres digna merecedora de ser la elegida de la vara mágica.
La chica había llegado al límite de su magia, y su ataque comenzaba a perder fuerza. Retrocedía a cada paso mientras perdía terreno:
- Sin embargo… ¡el juego se acaba aquí!- exclamó el anciano.
Con un mínimo impulso, la onda mágica de Mirto destruyó y atravesó la de Erika, como si no le fuera ninguna amenaza. Parecía como si todo aquel tiempo, todos los esfuerzos de la joven por hacer frente a su rival, no hubieran servido de nada. Mirto había estado jugando con su ataque sabiendo desde el principio que iba a ganar, y lo hizo en aquel momento, con total facilidad y sin ningún esfuerzo.
Sus amigos vieron horrorizados cómo la chica logró tirarse a un lado y esquivar por los pelos el ataque mágico de su oponente. La onda mágica de Mirto siguió sin descanso tras ella hasta llegar a una pequeña montaña en el horizonte, en la cual se produjo una gran explosión que la destruyó y borró del mapa. El temblor de tierra cesó tras desaparecer la onda mágica, junto con la montaña destruida a lo lejos. Todos los presentes temblaban ante el poder del anciano, preguntándose más de mil veces en sus cabezas de dónde sacaba Mirto tanta fuerza y magia.

La chica se encontraba herida en la hierba. Aunque logró esquivar el ataque, éste pasó tan cerca de ella que la empujó bruscamente, rodando por el césped.
Ambos elegidos estaban aparentemente fuera de combate, y el resultado se veía claro. Los dos jóvenes no se levantaban del suelo y tenían varios rasguños, mientras que Mirto permanecía intacto y sereno. No había sufrido ningún daño en toda la batalla:
- Ya está, se acabó…- suspiró Marina con tristeza.
- Al menos lo han intentado- comentó Jack, también decaído.
El anciano dio media vuelta y caminó en dirección a los espectadores, dando por terminado el desafío. En ese momento se detuvo cuando oyó una voz a sus espaldas, y se giró de nuevo a ellos. Los presentes se sorprendieron y, con la boca abierta, observaron algo inesperado.  En ese entonces el chico se levantó con esfuerzo, al igual que su compañera. Ambos temblaban de piernas, pues aún no estaban del todo recuperados:
- ¡Espera!- gritó Eduardo- ¡el combate…aún no ha terminado!
- ¡No te vayas, Mirto!-dijo Erika- ¡Todavía podemos…luchar!
El anciano contemplaba asombrado y perplejo que, a pesar de los daños recibidos, los dos jóvenes aún querían seguir combatiendo. En sus rostros se veía ahora una faceta completamente distinta, unos ojos y expresiones firmes y decididas:
“Les ha cambiado la mirada”- pensó Mirto para sí- “Ahora parece que van a luchar en serio”

El anciano suspiró y mostró una nueva sonrisa decidida cuando observó a sus rivales ponerse en guardia nuevamente. Rió diciendo:
- ¡Muy bien, chicos…venid, demostradme que las armas sagradas no se equivocaron al elegiros!

Tal y como dijo Mirto, sus oponentes no se lo pensaron más. Ambos corrieron directos hacia él, dispuestos a jugar su última baza. Cuando llegaron junto al anciano, éste se sorprendió al comprobar que, efectivamente, habían cambiado su pauta de ataque. En aquellos momentos le costaba detener y esquivar los movimientos conjuntos y sincronizados de Eduardo y Erika, quienes no se detenían en ningún momento ni le dejaban un segundo de respiro a Mirto. Choques y ecos metálicos, colisiones de armas y ataques mágicos se entremezclaban en la nueva ronda del combate, que parecía más equilibrado para ambos bandos, y resultaba más rápido y frenético que los anteriores.

Un poco más lejos, sus amigos los observaban asombrados. Con la boca abierta, no creían lo que veían. El combate había dado un giro radical e inesperado:
- ¡Joder, mirad eso!- exclamaba Cristal, eufórica- ¡Esta vez van a ganar, seguro!
- Es increíble las sorpresas que esconden esos dos pequeños- dijo Jack, sonriente - nunca dejan de sorprenderme.
Entretanto, Mirto aún seguía tratando de comprender el cambio que habían sufrido sus dos rivales. Recibió más de un golpe en medio de la confusión del combate, y empezaba a sentirse cansado y fatigado:
“Estos críos están logrando agotarme, y mi cuerpo de edad avanzada ya no me permite aguantar tanto como ellos”- se dijo a sí mismo el anciano en su mente- “tengo que hacer algo enseguida, o me veré en un serio apuro”
En un momento dado de la batalla, la llave espada de Eduardo consiguió bloquear e inmovilizar la de Mirto, para su sorpresa, dejándolo a merced de Erika. Ésta intentó golpearle con la vara mágica, pero el anciano saltó rápidamente por encima de sus cabezas, esquivando por los pelos el ataque de la joven:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamaron ambos, perplejos.
Los dos alzaron sus miradas hacia arriba, y no pudieron reaccionar a tiempo cuando Mirto conjuró una poderosa magia desde el aire, directa contra ellos:
- ¡¡Piro++!!
Eduardo pudo ver en una fugaz milésima de segundo, antes de recibir el ataque mágico, que un objeto esférico brillaba en el pecho de su rival. La magia impactó de lleno en medio de los dos jóvenes, produciendo una explosión y una enorme humareda negra. Parecía ser el final del combate:
- ¡¡Eduardo, Erika!!- gritaban sus amigos un poco más lejos, preocupados.

Con la ayuda de los demás, que corrieron a ayudarles, Mirto usó su magia curativa para sanar a los dos jóvenes heridos. No tardaron mucho en recuperar los pequeños rasguños que habían sufrido ambos. Cuando se restablecieron completamente el chico miró a su compañera, y tras un suspiro, luego a Mirto:
- Hemos perdido… ¿verdad?
- No somos merecedores de las armas sagradas…- dijo Erika, deprimida.
Para su sorpresa, el anciano los miró a los dos, y sonriendo alegremente les animó con sus palabras:
- ¡Al contrario!- respondió Mirto- ¡os felicito chicos, habéis luchado con gran valor y destreza…me habéis demostrado que sois dignos merecedores de ser llamados elegidos de la profecía!- y luego añadió sin tratar de ofenderles- ¡aunque os falta práctica y mucho por aprender, en mi opinión estáis preparados para la misión que se espera de vosotros!
Los dos jóvenes sonrieron con un brillo en la mirada, ilusionados. De repente la tristeza desapareció de sus rostros:
- ¿¡De verdad!?- preguntó el chico, emocionado.
Mirto asintió con la cabeza, sonriendo cálidamente. Cegada por la emoción, Erika cogió de las manos a su amigo y comenzó a dar vueltas alrededor de él, mientras Eduardo sentía que se mareaba:
- ¡Qué bien Edu, vamos a celebrarlo!- exclamó ella con alegría.
- ¡Eh, todavía no!- replicó el anciano- ¡ya lo celebraremos cuando me traigáis la piedra angular!
Los demás empezaron a soltar carcajadas y risas, incluso el propio Mirto, mientras contemplaban la graciosa escena. Por primera vez desde hacía años, el anciano sentía que se reía de verdadera alegría y felicidad.

Poco después, Mirto les regaló provisiones de su despensa para el grupo, y tras despedirse del guardián, Jack y los demás abandonaron el templo sagrado en pos de su próxima aventura: encontrar la piedra angular.
El anciano no pudo evitar sentir un poco de tristeza al reencontrarse con su viejo alumno después de muchos años, y despedirse de él el mismo día. Había cambiado a mejor, y rodeado por sus compañeros y amigos, sabía que estaría a salvo, que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se les pusiera por delante. No perdía la esperanza de que muy pronto aquel grupo de viajeros volvieran a él con la piedra angular en sus manos, el único objeto que les faltaba para completar el proceso para la destrucción de Ludmort.

Y mientras los veía alejarse en la distancia, Mirto no pudo evitar mirar a los dos jóvenes con los que se había enfrentado aquel mismo día, a la nueva generación de elegidos de la profecía. Sin duda tenían potencial, sólo que necesitaban desarrollarlo con la experiencia, y algún día saldría a la luz todo su verdadero poder:
“No hay duda”- pensó Mirto- “cuando luchan por separado, son más débiles, pero juntos forman un equipo temible. La esperanza aún vive para Limaria”
Sabía que las armas sagradas no se habían equivocado al elegirlos a ambos:
- Todavía me cuesta creer que las armas los hayan elegido ¿por qué a ellos? Son sólo unos niños…- dijo en voz alta el anciano para sí, con preocupación- es increíble…y a la vez injusto…son demasiado jóvenes para lo que les espera…
En ese momento suspiró de tristeza. Los malos recuerdos del pasado y de su compañera, hace quince años, volvieron a su memoria. Añadió con pesar:
- Sufrirán mucho, lo sé…pero no hay forma de cambiar el destino.

jueves, 21 de junio de 2012

Avance y fecha del capítulo 20


¡Y llegó el veranito, wiii! Soy, playa, arena y mucha mucha agua fresquita. Tengo ganas de irme a la playa o a la piscina, porque en ocasiones tengo un calor tremendo que me asa hasta límites insospechados, incluso dentro de casa. Y en la calle ya ni te digo, es un infierno permanecer fuera entre las 12 y las 4 de la tarde. Ni siquiera una ducha fría consigue aliviarme de la ola de calor que nos toca estos meses, y por ello necesito el mar. Hay que admitirlo, nada te refresca mejor como el agua salada. 
Es el lado oscuro del verano, cuyo calor es insoportable. Luego veo a más de uno por la calle con una chaqueta o algo de abrigo y me desquicia, porque de alguna forma me transmite más calor, más temperatura sofocante. En serio, no sé cómo la gente puede llevar abrigo en estos tiempos infernales (literalmente).


Volviendo al tema que nos ocupa. Realmente aún no me creo que vayamos ya por la vigésima entrega de la historia, dentro de poco llegaremos a la mitad del fanfic. Me parece increíble haber llegado hasta aquí, pero aún más que hayan personas que no se han cansado y siguen leyendo esta historia. Eso significa que después de todo, este proyecto no es tan malo como creía en un principio. Sé que soy pesado, pero nunca me cansaré de repetirlo. ¡Muchas gracias por seguir Final Fantasy: Memories of a Promise! =)


El próximo capítulo de FF:MP se titulará "Batalla entre generaciones". ¿Qué querrá decir eso de generaciones? ¿A quién o quiénes se refieren? Todavía no tengo terminado el capítulo, pero llevo ya más de la mitad escrito, y espero terminarlo para este fin de semana, como de costumbre. Si a partir de ahora me retraso con alguna entrega, quiero que sepáis que ya no será por los estudios, sino por mi excesivo relax en la playa, jajaja. Pero tranquilos, la regla sigue vigente, y trataré de tener listo un capítulo por semana. ¡Por vosotros, mis queridos lectores y seguidores, pues sois los que me animáis a continuar esta historia!


Aprovecho la ocasión para dar la bienvenida a las nuevas lectoras Yuna y Nunallyoru, y para comunicarles que disfruten de la historia tanto como yo la escribo para todos vosotros. Y también desearle suerte a Reimi en su cartel del salón del manga, que seguro hará una obra maestra y ganará por mayoría absoluta jajaja xD


¡No os perdáis el próximo capítulo de FF:MP este fin de semana, con más probabilidades de estrenarse el domingo que el sábado, por vagancia...y mucha playa, jajaja! xD

domingo, 17 de junio de 2012

Anexo Informativo: los G.F.

¡Buenas a todos, mis bloggers! Debido al final de la anterior saga, y con ella la primera aparición de una de las invocaciones de la novela, he decidido publicar esta entrada para daros a conocer un poco, a modo de curiosidad, a las criaturas que ayudarán a nuestros héroes a lo largo de la aventura.
La terminología para denominar a las invocaciones, "guardián de la fuerza" (abreviado G.F.), proviene concretamente del videojuego Final Fantasy VIII de la saga de los FF, el cual elegí por una parte porque me llamaba mucho la atención, y por la otra porque le cogí cariño a este nombre. A continuación una breve descripción de los mismos sacada de Wikipedia:

"Se trata de entidades poderosas que pueden ser invocadas para poner en práctica su ataque especial durante las batallas. Poseen habilidades que pueden resultar útiles al grupo y les proporciona ciertos tipos de acción.Pueden ser enlazados a un personaje con el fin de permitir enlazar magias a los atributos de cada personaje"

A raíz de la información de los enlaces se me ocurrió la idea de que los G.F. prestaran su fuerza, poder y protección a sus portadores en el fanfic. De esta forma, es como si se "fusionaran" (entre comillas, porque no es del todo cierto) con los protagonistas. Respecto a la forma de invocar, en el videojuego original no se especifica ni queda del todo claro el cómo se llama a estos seres. Simplemente aparecen tras seleccionar su nombre con el comando G.F.
Como no me convenció este aspecto, decidí inventarme lo de los objetos de invocación. Me gustó la idea de que las criaturas habitaran dentro de algo, y que salieran de ese "algo" para salir a luchar (No es difícil imaginar que es una clara influencia y analogía de "Pokémon" xD).

Desde el principio quería que el proceso de invocación fuera más o menos así, y por lo tanto necesitaba un objeto que sirviera de medio a los personajes para hacerlo. Tras pensar y reflexionar un poco sobre si el material en cuestión podría ser una piedra, un cristal o una esfera, finalmente me decidí por la última opción. Quería que el objeto fuera pequeño, ligero, y de fácil uso y almacenamiento. La esfera me pareció la más acertada, y por ello el resultado de la decisión. El objeto de invocación que usan los protagonistas en el fanfic es tan pequeño que cabe en la palma de la mano, y se puede usar tanto de colgante como si se prefiere llevarlo de llavero o simplemente guardado en el bolsillo (hay mil maneras de llevarlo).

Dicho todo lo demás, añado que el G.F. que aparece en la imagen superior corresponde al guardián de la fuerza Quetzal, en pleno auge de su ataque, y que aparece por primera vez en el capítulo 18 de FF:MP. A continuación vuelvo a mostrar información de Wikipedia referente a él. Por supuesto, lo de la leyenda suya de Nautigh me la inventé para encajarle en la saga:

"Quetzal: Se trata de un gran pájaro de elemento Rayo. Su ataque se llama "Tormenta Eléctrica" y es especialmente efectivo contra enemigos de elemento Agua"

Aquí tenéis el listado completo de G.F. del videojuego original. Presento los nombres de izquierda a derecha empezando por arriba: Quetzal, Shiva, Ifrit, Sirena, Hermanos, Diablo, Rubí, Leviatán, Eolo, Cerbero, Alejandro, Helltrain, Bahamut, Cactilio, Rey Tomberi y Edén.
Los siguientes no aparecen en la imagen: Odín, Gilgamesh, Fénix, Minimog, Boko y Mumba.

Y aquí viene el dato interesante. En el fanfic aparecen seguro tres guardianes de la fuerza, y ya conocemos a uno. En la actualidad estoy reflexionando la posibilidad de meter a otro en la historia. ¿De quién o quiénes creéis que se tratan? ¿Quién podría ser el cuarto G.F.? ¡Os animo a que me deis vuestras opiniones!

Y para terminar, aquí os dejo un vídeo con todos los G.F. de Final Fantasy VIII y sus ataques. ¡Que lo disfrutéis y tengáis un muy buen día!


Capítulo 19: El Templo Sagrado


Capítulo XIX
EL TEMPLO SAGRADO
El resto del grupo ayudó a Jack a levantarse del suelo, aún un poco mareado. A pesar de la magia curativa que habían empleado para sanar su herida mortal, su cuerpo todavía necesitaba descansar para estar plenamente en forma:
- ¡Marina, has estado increíble!- exclamó Eduardo- ¡de no ser por ti, ahora no estaríamos aquí! ¡Eres una auténtica heroína!
La maga sujetaba a Jack para que no cayera mientras él trataba de no tambalearse de un lado a otro. Marina sonrió diciendo:
- Puede que yo haya acabado con Lectro…- luego miró el objeto esférico amarillo que llevaba colgando del cuello-…pero el verdadero héroe es Quetzal, él ha salvado Nautigh.
El grupo contempló a su alrededor el paraje ruinoso y desértico de la ciudad. La que era la paradisiaca isla veraniega se había convertido en un montón de ruinas y destrozos inhabitables, sin ninguna casa o construcción en pie. A excepción de ellos, nada había sobrevivido al tremendo ataque del G.F. Parecía mentira que aquel lugar fuera no hace mucho uno de los mayores destinos turísticos de Limaria:
- La ciudad ha quedado destruida…- comentó Erika, perpleja- ahora es irreconocible…
- Es el precio por la supervivencia- dijo Alejandro, que suspiró apenado al ver en aquel estado el paraíso que siempre recordaba- esto es lo que deja la guerra tras su paso…y que nos enseña las horribles consecuencias de la lucha…y del poder de los G.F.
Al pronunciar aquellas palabras, Jack recordó un importante asunto del combate contra Lectro que había olvidado tratar. El mago se dirigió a la chica que lo sujetaba y le preguntó, confuso y perplejo a la vez:
- Marina… ¿Cómo pudiste invocar a Quetzal?
- Te parecerá raro, pero…no fui yo…- respondió ella, sonriendo- simplemente apareció ante mí, y justo en el momento en que estaba a punto de morir…notaba su poder y aura mágica en mi interior a lo largo del combate…y sentía que me daba fuerzas para seguir luchando.
- ¿Y no sabías que llevabas un guardián de la fuerza encima hasta hoy?- preguntó Rex, asombrado- ¿Cómo conseguiste esa esfera de invocación?
- Tengo esto desde que era un bebé…mi verdadera madre le dijo a Lilian que esta esfera ha pasado de generación en generación por la raza Numu…y que debía proteger y guardar como un tesoro, para que no cayera en malas manos…- respondió Marina, estrechando el objeto en su mano-…mamá decía que esta esfera contenía en su interior un gran poder…pero hasta hoy no sabía a qué se refería exactamente…y ahora ya lo comprendo- sonrió mirando el objeto de invocación.
Enseguida la chica añadió, pensativa:
- Lo que no entiendo es… ¿por qué apareció justo ahora? He estado en peligro en más ocasiones, pero nunca antes me había protegido… ¿a qué se debe eso?
- Quetzal ha debido de sentir tu valor, tu voluntad y deseo de proteger a toda costa a tus seres queridos…- respondió Alejandro con una sonrisa-…lo más probable es que durante todos estos años te haya puesto a prueba, para comprobar tu valentía.
Marina lo escuchaba atentamente y se sorprendió al oírle decir:
- Al ver que estabas decidida a superar las dificultades y salvar a tus amigos, ver que habías madurado…él ha debido de sentir tu esfuerzo y valor, y decidió prestarte su fuerza para el combate…porque sentía que tienes un corazón puro, que eres una buena persona.
- ¿De verdad?- preguntó la maga, asombrada.
El famoso mago asintió con la cabeza, y luego añadió:
- Sin embargo, y como habrás podido comprobar, ese poder que llevas es demasiado peligroso…cuídalo y protégelo bien, y sobretodo nunca permitas que caiga en malas manos…eres la portadora del legendario G.F Quetzal…y una excelente maga que ha florecido a base de bien en este último combate…estoy seguro de que Quetzal está en buenas manos, y al demostrarle tu valor, no dudará en protegerte a ti y a los tuyos cuando estéis en peligro.
Marina sonrió y respondió agradecida:
- Muchas gracias, Alejandro.
En ese momento oyeron gritos eufóricos y de alegría provenientes de la costa de Nautigh. Al asomarse por el extremo de la plaza, junto a las vistas del mar, vieron al enorme trasatlántico atracado en el puerto de la isla, y a cientos de personas bajando del mismo. Sabiendo que muy pronto no tardarían en dar a su encuentro, Alejandro les dijo al resto de presentes:
- Seguramente habrán visto a Quetzal desde el mar…debemos mantener lo que ha pasado aquí en secreto, o de lo contrario la leyenda del guardián de Nautigh desaparecería para siempre.
- Tienes razón- asintió Jack- además, muchísima gente no conoce a los G.F, y saber esto les llevaría una gran desilusión…será mejor dejar las cosas tal y como están.
Eduardo volvió a mirar a su alrededor, aún sin creerse lo que había pasado, y se sorprendió al descubrir a Oliver un poco más lejos. A juzgar por su mirada perpleja y asombrada, el chico dedujo que había presenciado todo el combate desde su escondite. No obedeció la orden de Erika, y se mantuvo oculto a las miradas de los presentes:
- Oliver… ¿qué haces aquí?- preguntó el joven, desconcertado.
El niño caminó hacia ellos lentamente mientras decía:
- ¿Quetzal…no es el guardián de Nautigh?
- ¡Claro que lo es!- sonrió Marina, tratando de ocultar la mentira- ¿no lo has visto? ¡Él ha salvado la ciudad!
- A mi no me engañáis…- dijo Oliver seriamente señalando a la maga- he visto cómo salía Quetzal, y con la misma volvía a esa esfera que llevas…puede que sea pequeño, pero no soy tonto. Tengo la suficiente capacidad intelectual como para intuir cuándo alguien me responde irónicamente y me dice mentiras.
- Pues joder con el crío…- le susurró Cristal a Rex- es más espabilado de lo que parecía.
Oliver volvió a repetir, confuso y perplejo:
- Por favor, decidme la verdad… ¿Quetzal no es el guardián de Nautigh?
Erika se acercó y agachó junto a él. Tras suspirar, le respondió con una sonrisa cálida:
- Así es, Oliver…siento tener que decirte esto, pero…a partir de ahora Quetzal nos protege a nosotros…siempre lo ha hecho.
- ¿Pero entonces…toda esa historia que me contaba papá sobre Quetzal…era mentira?- preguntó el niño, con lágrimas en los ojos- ¿No existe…ningún guardián de Nautigh?
- No existen guardianes…- luego acercó su mano y secó las lágrimas del pequeño mientras la chica sonreía-…pero sí héroes.
Oliver se sorprendió con aquella palabra. Asombrado, oyó decir a la joven:
- Durante este combate me he dado cuenta…de que, aunque en ocasiones seamos cobardes y nos sintamos inútiles, todos llevamos un héroe dentro, esperando poder salir algún día…
Luego ambos miraron a la maga que sujetaba a Jack, mientras sonreía cálidamente en gesto de agradecimiento:
- Marina es la heroína que nos salvó a todos de una muerte segura, y ella antes era como tú, ¿lo sabías?
- ¿De veras?- dijo Oliver, sollozando perplejo:
- Sí- respondió Erika- Al igual que ella, hoy has sido muy valiente.
El niño estuvo a punto de llorar de la emoción cuando la chica le dijo:
- Ahora que nosotros debemos marcharnos, la ciudad necesitará en nuevo héroe que la proteja…y creo que tú eres un buen candidato al puesto, ¿qué me dices?
- ¿De verdad puedo ser…un héroe?
- ¡Claro que sí!- sonrió ella- ¡prométeme que serás el próximo héroe que protegerá Nautigh!
- ¡Lo prometo!- sonrió Oliver llorando de la emoción.
El niño saltó a abrazar a la chica y la estrechó con fuerza, al igual que Erika. Durante unos segundos permanecieron así hasta que Oliver se separó de ella y preguntó acordándose de una cosa:
- A todo esto… ¿de verdad sois Eduardo y tú los elegidos de la profecía? ¿Los que salvarán Limaria de Meteorito?
El chico se acercó a ellos y asintió con la cabeza, agachándose junto a Erika:
- Es algo que no debe saber nadie…- sonrió Eduardo- por eso te agradeceríamos que mantuvieras nuestra identidad en secreto… ¿lo harás por nosotros?
- ¡Claro que sí!- sonrió Oliver de oreja a oreja- ¡prometo que no le diré a nadie quiénes sois en realidad…y tampoco revelaré la verdad sobre Quetzal! ¡Soy el mejor guardasecretos del mundo mundial!
Eduardo y Erika sonrieron y le dieron las gracias al pequeño. Después de eso, se levantaron y dirigieron la vista a Alejandro, quien les dijo tranquila y serenamente con una sonrisa:
- Me sorprende bastante que vosotros seáis los elegidos de la profecía, pero tras ver vuestra valentía en el combate, está claro que las armas sagradas no se equivocaron al elegiros…tranquilos, vuestro secreto está a salvo conmigo.
- Muchas gracias- respondió Eduardo, agradecido.
- ¿Qué harás ahora, Alejandro?- intervino Jack, con curiosidad
El mago legendario suspiró y luego respondió:
- Mi día de vacaciones se ha ido al traste con este combate imprevisto…y la ciudad necesita ahora recuperarse de sus ruinas…- dijo mirando a su alrededor- aportaré todo el dinero que haga falta para ayudar a su reconstrucción y que vuelva a ser la ciudad del paraíso veraniego de antaño.
Volvió la vista al grupo diciendo:
- Sin embargo, debo irme. Hay mucha gente sufriendo en el mundo, y lo que ha pasado aquí puede que tan sólo sea una pequeña parte de la amenaza que nos espera…debo averiguar qué es lo que pretenden esos tipos de negro, y detenerlos…antes de que sea demasiado tarde.
Eduardo se paró a pensar un momento en las palabras de Alejandro. Después de lo que habían pasado y el riesgo al que se habían enfrentado, no podían tomar a la organización Muerte a la ligera. Ya habían comprobado el poder de uno de sus miembros, y bastó para poner contra las cuerdas a todos los miembros del grupo, incluso al mago más poderoso de Limaria.
Ahora la organización Muerte contaba con un integrante menos. El duro combate contra Lectro supuso todas las fuerzas de Jack y compañía, que sin la intervención milagrosa del G.F Quetzal no habrían conseguido vencerle.
El chico comenzó a reflexionar. Posiblemente aún no conocían a todos los miembros de la organización, y contra los que se habían enfrentado en anteriores ocasiones no habían mostrado su poder con toda plenitud como lo hizo el enemigo de Nautigh. Eduardo se había fijado en el misterioso sello que tenía Lectro en el cuello, que era exactamente igual al que poseían Magno y Helio.
Se preguntaba si todos los integrantes de la organización Muerte llevaban el mismo sello, y si con ello desataban su auténtico poder. Se preocupó al pensar que aún no conocían la verdadera fuerza oculta de Magno o Helio, y de si podrían vencerlos en el futuro en caso de que usaran el poder del sello maldito.

Comenzaba a tener dudas sobre ellos y los restantes miembros de la organización. Perdido en sus pensamientos, en ese momento se sorprendió cuando Alejandro se dirigió al grupo en acto de despedida:
- Tengo que marcharme ¡hasta la vista a todos…y muchas gracias!- sonrió, que luego miró a los dos jóvenes- ¡suerte en vuestro viaje, elegidos de la profecía!
- ¡A usted también, Alejandro!- sonrió Erika mientras agitaba sus brazos en el aire a modo de despedida- ¡ojalá nos volvamos a ver pronto!
El mago legendario sonrió, y luego dio media vuelta para marcharse de la plaza central. Mientras se alejaba, Eduardo también agitaba sus brazos y sonreía. En su interior tenía la sensación de que algún día volverían a verlo, y para entonces serían mucho más fuertes y podrían igualarle en nivel, fuerza y magia.

Los aldeanos de Nautigh no tardaron en invadir todas las ruinas de la isla. Para evitar posibles sospechas y preguntas, Jack y los demás lograron huir por el puerto y montarse en una pequeña barca que usarían para llegar a la costa del continente central.
Con la ayuda de Oliver, quien los guió sin ser vistos por las calles más escondidas de la ciudad, llegaron insospechados a su objetivo. El grupo le dio al niño las gracias por todo, y se despidieron de él en la orilla del mar. Mientras se alejaban y desaparecían a lo lejos entre las olas, Oliver agitaba sus brazos en el aire a modo de despedida.
Él era el único habitante de Nautigh que sabía lo que realmente ocurrió aquel día, pero nunca llegó a decirle la verdad a nadie, ni siquiera a su padre Mulock. El capitán preguntó por ellos en numerosas ocasiones, queriendo saber cuál fue el desenlace del combate contra el tipo de negro, pero el pequeño tan sólo respondía que no volvió a verlos desde su separación en el caos de la ciudad.
Gracias a él, la leyenda del guardián de Nautigh siguió viva en la isla del rayo, y de esa forma se creyó entre los aldeanos que el pájaro rayo fue el que salvó la isla. Sin embargo, el pequeño supo que nunca podría olvidar a aquel extraño grupo de viajeros que habían salvado su isla, su hogar. La identidad de los elegidos de la profecía quedó salvaguardada por una promesa basada en el esfuerzo y la valentía de un niño que juró algún día convertirse en el héroe protector la isla de Nautigh, al igual que Quetzal.

El grupo de aventuras no tardó demasiado en alcanzar la costa del continente central, tras una hora navegando en dirección contraria a la isla. Continuaron caminando rumbo al sur, en dirección al templo sagrado. Por su ubicación actual, no tardarían mucho en llegar a su objetivo.
Al acabar su estancia en la ciudad portuaria, el grupo comenzó a pensar en las increíbles sorpresas que habían descubierto aquel día. Por fin tenían el primer G.F para cumplir la misión de los dos jóvenes en su lucha contra Meteorito. Sin embargo, Quetzal sólo no podría detener a la amenaza. Necesitaban tener a más guardianes de la fuerza para enfrentar a Meteorito.
Durante la travesía por el camino entre las montañas, la chica con coletas tarareaba una extraña canción mientras andaba con saltos alegres delante de los demás:
- ¿Qué haces, Cristal?- preguntó Jack, molesto mirando el mapa- ¡deja de hacer tonterías!
- ¡Trato de animar este aburrido ambiente!- exclamó ella con una sonrisa de oreja a oreja- ¡venga, todos a cantar conmigo!
- ¡Qué buena idea, yo también!- comentó Erika, corriendo junto a su amiga con una sonrisa jovial- ¡vamos, cantemos!
- ¡Erika no!- dijo el mago, sorprendido- ¿¡Tú también!?
En ese momento, mientras las dos cantaban y saltaban alegremente delante de ellos, Eduardo le pidió a Marina su colgante con la esfera del G.F, con una gamberrada en mente. Recordó que a Cristal le daban miedo los monstruos grandes, y se le ocurrió una idea para molestarla. El chico se acercó a ambas y se dirigió a Cristal con una sonrisa burlona:
- ¡Saluda a Quetzal!
La princesa dejó de cantar y se asustó cuando vio la esfera de la criatura junto a su cara. Al recordar lo poderoso que era el G.F y cómo dejó la ciudad portuaria en aquel estado, Cristal dio un salto y se alejó unos pasos de Eduardo:
- ¿¡Pero qué haces!? ¡Aleja esa cosa de mí!- chilló la chica con coletas.
- ¿Por qué le tienes miedo?- preguntó Eduardo, sonriendo en tono burlón- ¡nos salvó a todos en Nautigh!
- ¡Porque es un monstruo grande y terrible, y no quiero que me electrocute!- argumentó ella- ¡los monstruos son feos y malos!
Eduardo rió y luego dijo:
- ¿Cristal, quién te ha dicho que todos los monstruos son malos? ¡Venga, este es bueno y todos lo sabemos!
- ¡¡Lo que tú digas, pero aléjalo de mí antes de que me dé un ataque!!- gruñó la princesa amenazante- ¡¡Ahora!!
- Está bien, está bien…- dijo el chico dando media vuelta- se lo devolveré a Marina.
Cristal suspiró aliviada, pero enseguida volvió a asustarse cuando vio a Eduardo volviendo a su encuentro con la esfera de invocación:
- ¡¡Maldito crío, déjame en paz!!- gritó la chica con coletas, que comenzó a correr- ¡¡no te me acerques con eso!!
- ¡Oh vamos, pero si sólo quiere conocerte!- dijo el joven con una sonrisa burlona- ¡no rechaces al pobre Quetzal!
De esta forma comenzó una persecución en la que el chico corría detrás de la princesa:
- ¡Oye Eduardo, la esfera no es un juguete!- le dijo Marina furiosa a lo lejos- ¡Devuélvemela ahora mismo!
Y así continuaron la travesía por el camino de pradera, que conducía al sur, mientras los demás reían al contemplar aquella graciosa escena en la que Cristal huía despavorida a gritos de Eduardo y Marina los seguía furiosa detrás gritando al joven para que le devolviera la esfera de invocación.

La marcha continuó durante un par de días más, cruzando numerosos valles,  ríos y montañas, y enfrentando a los muchos monstruos y animales salvajes que se encontraban en su camino. Poco a poco todos los miembros del grupo ganaban experiencia y se hacían más fuertes.
Eduardo lo notaba al verse envuelto en los combates contra bestias salvajes. Su arte en el dominio de la esgrima había mejorado de forma notable al esquivar y contraatacar automáticamente los ataques del enemigo como si fuera un acto reflejo. Erika por su parte, había aprendido nuevos tipos de hechizos mágicos gracias a la ayuda de Jack y Marina, quiénes también mostraban signos de mejora en las batallas, y aumentado el nivel de las magias elementales.
Cristal y Rex tampoco se quedaban atrás, adquiriendo más nivel de magia. El perro cada vez aumentaba más su fuerza y resistencia, y la princesa ganaba más velocidad y agilidad. Todos a su ritmo, pero mejoraban.

Un día tranquilo, después de escalar y llegar a la cima de una cuesta empinada, Jack alzó la vista al frente, y aliviado exclamó con euforia:
- ¡Ahí está…eso es!
Los demás, tumbados en la hierba y jadeando del cansancio, tardaron en entender el significado de aquella frase, que por un momento parecía imposible:
- ¿No será otra ilusión?- preguntó Erika, agotada- comprueba que no estás mareado…y así nos ahorras el tener que levantarnos en vano.
- ¡No estoy mintiendo!- dijo el mago firmemente- ¡El templo sagrado…está ahí! ¡Mirad!
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez.
En ese momento la intriga pudo doblegar al cansancio, y el grupo entero se levantó junto a Jack para mirar al horizonte. Sus rostros se iluminaron de repente, y con una sonrisa de oreja a oreja contemplaron cómo a lo lejos, en lo alto de otra gran colina, había una enorme estructura semejante a un templo de la antigua Grecia, situado justo al lado de un gran precipicio con una enorme cascada que caía al vacío del mar.
Por fin, lo que tanto habían buscado durante largas semanas estaba ahí, delante de ellos:
- No me lo puedo creer… ¡por fin…hemos llegado!- exclamó Erika, eufórica.
- No es un sueño…- dijo Eduardo, perplejo y con la boca abierta- ¡lo hemos conseguido!
La emoción los invadió a todos, que corrieron colina abajo para luego subir por el camino de piedra que conducía hasta la entrada del mismo edificio, sin descansar en ningún momento. Estaban tan ilusionados por haber llegado a su objetivo que en aquellos momentos no podían pensar en otra cosa.
No tardaron en llegar a lo alto, frente a la entrada del templo, y ahí finalmente pararon para reponer fuerzas. Eduardo, al igual que los demás, pudo observar más de cerca la construcción. Se sorprendieron al comprobar que el edificio estaba en ruinas, y se caía a pedazos. Parecía ser una construcción muy antigua, ya que la mitad de la estructura aún se mantenía en pie. En sus muros se veía claramente los miles de años que debían de haber pasado desde que se construyó aquel monumento.
Rex preguntó, dudoso ante el estado de aquella construcción antiquísima:
- Jack… ¿estás seguro de que éste es el templo sagrado? Parece que este sitio vaya a derrumbarse en cualquier momento.
El mago contestó mirando el mapa en sus manos, también dudando:
- Estoy seguro de que debe de ser este…no hay ninguna otra construcción por los alrededores.
Jack estaba confuso y perplejo. Desde que habían llegado a aquel lugar no dejaban de asaltarle vagos recuerdos de aquellas columnas, paredes y rincones. Por alguna extraña razón, en su interior sentía que ya había estado allí antes. En una de sus visiones fugaces pudo ver a un niño pequeño, rubio, corriendo alegremente por las escaleras de piedra y adentrándose en la entrada principal del templo.
Marina, que estaba a su lado, observó preocupada el rostro perplejo de su amigo:
- ¿Jack, estás bien?
La voz de la chica lo devolvió a la realidad, y el mago sacudió la cabeza rápidamente a ambos lados, tratando de olvidar la visión. Luego la miró y, con una sonrisa, intentó tranquilizarla:
- Sí, estoy bien…sólo ha sido un pequeño mareo… ¡ya sabes, la fatiga de correr tanto!
Marina sonrió aliviada, y Jack volvió la vista al grupo, al que les comunicó de forma abierta:
- Será mejor que entremos…no podemos perder más tiempo.
Los demás asintieron con la cabeza, y siguieron detrás al mago, que abrió la gran puerta principal. Nerviosos por lo que les esperaba, se adentraron con paso lento en los restos de aquel recinto sagrado.

Su apariencia por dentro era igual que en el exterior. Todo estaba en ruinas, menos algunas paredes que todavía se mantenían en pie. La luz del ocaso iluminaba un poco la oscuridad que reinaba a través de las rencillas y las ventanas de los cristales rotos. El silencio era sepulcral, tan sólo se oía susurrar al viento que soplaba levemente por cada rincón de los restos del lugar.
El grupo avanzaba lentamente por los pasillos derruidos, preguntándose si habrían personas viviendo en aquella asolada construcción en ruinas:
- ¿Hola?- preguntó Marina en voz alta- ¿Hay alguien aquí?
Sólo obtuvo el silencio y el soplar del viento por respuesta. Todo permanecía en absoluta calma:
- Demasiada tranquilidad, diría yo…- comentó Rex- es muy sospechoso, quizá este sitio esté desierto y aquí no viva nadie.
- ¿¡Qué!?- exclamó Cristal, enfurecida.
La princesa se dirigió al mago y le dijo furiosa:
- ¡¡Cómo hayamos recorrido tantos kilómetros y todo este camino para nada, te voy a…!!
Cristal se detuvo y miró perpleja al mago. Éste permanecía ido, con la mirada perdida mientras observaba en todas direcciones con la cara pálida:
- ¿Jack?
En aquellos instantes el mago estaba teniendo otra de sus visiones fugaces. En ella podía observar cómo dos individuos envueltos en sombras se enzarzaban en un frenético combate que tenía lugar en el mismo sitio en el que se encontraban. Los poderosos ataques físicos y mágicos que empleaban en el combate destruían el templo sagrado a su paso, el cual era el campo de batalla. Las paredes caían, al igual que el techo y las columnas. Los cristales se rompían en mil pedazos y todo ardía en llamas debido a las grandes explosiones que se producían por el impacto de los ataques mágicos de los dos combatientes entre las llamas. La oscuridad de la noche y el humo del fuego impedían ver con claridad los rostros de los luchadores, y Jack comenzaba a angustiarse como si estuviera él mismo presente en aquel duro combate que lo torturaba en sus recuerdos.

Unas voces lo despertaron de su trance. Enseguida volvió a la realidad:
- ¡¡Jack, despierta!!- gritaban sus amigos.
Respirando entrecortadamente, y con los ojos de vuelta a ser como antes, el mago preguntó temblando:
- ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido eso?
- ¿¡Jack, estás bien!?- preguntó Marina, preocupada- ¡¡parecías asustado y desesperado…creímos que te había pasado algo!!
- Tranquilos- sonrió él, tratando de calmarlos a todos- no ha sido nada…estoy bien…
- No mientas, Jack- dijo Erika- desde que llegamos aquí, te has estado comportando de una forma rara… ¿qué es lo que pasa?
El mago tardó un poco en responder:
- Es que…este lugar…

En ese momento Jack vio en uno de los pisos superiores del templo una misteriosa sombra que preparaba tras ellos el conjuro de un ataque mágico. Alarmado por el peligro, y siendo el único que parecía notar la amenaza, gritó:
- ¡¡Cuidado!!
- ¿¡Qué!?- exclamaron los demás.
De repente, una fuerte ráfaga de viento fue lanzada al grupo. Todos se echaron al suelo y la esquivaron por los pelos, rompiendo ésta una gran pared de piedra frente a ellos. Contemplaron horrorizados la pared, destrozada en mil pedazos:
- ¿¡Qué ha sido eso!?- preguntó alarmada Marina.
- La magia Aero+, disparada a gran potencia- explicó Jack, perplejo.
- Pero… ¿¡Quién la ha lanzado contra nosotros!?- indicó Cristal.
No hubo tiempo, otra ráfaga de aire se precipitaba hacia ellos. Se levantaron rápidamente y la esquivaron de nuevo. El ataque destrozó las baldosas del suelo donde impactó.
El grupo se dispersó en varias direcciones, buscando un lugar donde esconderse. Acabaron ocultos detrás de unas paredes media derruidas. Por un momento pareció que lo habían despistado. Los siguientes segundos fueron silenciosos hasta que una gran bola de fuego destruyó el muro dónde se escondía Erika. La chica gritó y se echó el suelo mientras los escombros de la pared le caían encima.
Una voz resonó en todos los rincones del templo:
- Estúpidos, conozco este lugar como la palma de mi mano. No podéis esconderos.
- Esa voz…- dijo Jack pensativo.
- ¡¡Gravedad+!!- gritó la sombra.
El muro donde se escondía Rex se vino abajo gracias a un espacio gravitatorio que apareció de la nada. El perro quedó atrapado entre los escombros y no podía moverse. Parecía como si toda la atracción de la gravedad se concentrara en él:
- ¡¡Largaos, malditos saqueadores…o me veré obligado a mataros!!- amenazó el desconocido que los atacaba.
Finalmente Jack logró reconocer la voz, una que había permanecido siempre en su memoria, y de la cual desconocía su identidad. Salió de su escondite y se colocó en el centro del lugar gritando a la sombra, oculta a sus ojos. Era un blanco fácil:
- ¡¡Maestro Mirto, no siga por favor…soy yo, Jack!!
- ¡¡Jack, no!!- gritó Marina.
- ¡¡Paro!!- volvió a gritar el desconocido.
Una extraña magia paralizó e inmovilizó a Jack, que quedó parado en la misma postura que tenía mientras gritaba. Estaba completamente quieto, sin mover ni un solo dedo:
- ¿¡Qué me pasa!?- dijo el mago, perplejo- ¡¡no puedo moverme!!

El desconocido se asombró al oír aquello de Jack, y finalmente dejó de esconderse entre las sombras. De la oscuridad surgió un hombre mayor, casi anciano, que bajó de un salto del piso superior y se acercó al mago. Tenía muchas arrugas, que dejaban claro su avanzada edad:
- ¿¡Jack…eres tú!?- preguntó el anciano, asombrado.
- Sí…- puedo responder con esfuerzo- soy yo…maestro Mirto.
Después de observarlo durante unos segundos, el desconocido esbozó una sonrisa y con un gesto de sus manos lo liberó de los efectos de la parálisis:
- ¡¡Jack!!
El anciano lo abrazó con fuerza:
- Es imposible…creí que habías muerto.
Jack lo miró incomprendido:
- ¿Muerto?
- Sí, desde aquel incidente…hace ya más de quince años.
Cristal corrió hacia ellos con cara de no saber nada. Furiosa y frunciendo el ceño, exigió una explicación inmediata:
- ¿¡Eh, qué pasa aquí!? ¿¡Jack, es que no ves que este viejo ha intentado matarnos!?
Jack estuvo a punto de explicarles al resto del grupo quién era aquella persona, pero entonces el mago recordó a sus amigos, y exclamó con preocupación:
- ¡Oh no, tenemos que ayudarles!
Los demás también salieron de su escondite y corrieron a ayudar a desenterrar a Erika y Rex de los escombros, incluido el desconocido que los había atacado. Mientras desenterraban a sus compañeros, Eduardo descubrió asombrado y perplejo que aquel anciano también portaba una llave espada, la que usó para atacarles. Su arma sagrada, a pesar de ser la misma y tener la misma forma de una llave, era bastante diferente a la del joven. No podía evitar pensar, sorprendido y con la boca abierta:
- “¡Eso es imposible…!”- pensó para sí- “¡soy el único elegido de la llave espada…! ¿¡O es que…hay dos!?”
Tardaron un poco en encontrarlos. Los aliviaron con la eficaz magia curativa del desconocido, que lograron recuperarse rápidamente. Con la situación más calmada, el grupo siguió las indicaciones del anciano, y se dirigieron a la parte del templo que aún seguía en pie.

La parte trasera del templo no la habían visto por fuera, y era muy diferente en comparación con la parte derruida. En contraste con las ruinas y los escombros de tiempos pasados, la parte en la que se encontraban se mantenía firmemente en pie y parecía más segura. Además de eso, se conservaba bastante bien, estaba amueblada y tenía un acogedor ambiente hogareño.
Llegaron a una habitación tranquila, semejante a una especie de pequeño apartamento, con una mesa, varios muebles alrededor y una cama en un rincón. Parecía ser el hogar del desconocido dentro de aquel lugar. En todo ese tiempo Eduardo no dejaba de pensar que, durante su estancia en el recinto, no habían oído las famosas voces de los oráculos, y comenzaba a dudar sobre si aquel era realmente el templo sagrado que tanto tiempo habían estado buscando.

El anciano los invitó a sentarse en las sillas alrededor de la mesa mientras les servía un vaso de agua:
- Perdonadme por el recibimiento de antes, pensé que erais unos saqueadores de tesoros que venían a llevarse lo que queda de este lugar sagrado. Últimamente han venido muchos…- y enseguida se dio cuenta de que aún no se había presentado, a lo que añadió- me llamo Mirto, y soy el guardián que protege lo que queda del ancestral templo de las voces de los oráculos.
El resto se presentó de forma abierta, habiendo quedado resuelto el pequeño incidente de antes. Ese hombre no parecía ser un enemigo, sino todo lo contrario. Marina podía comprobar, horrorizada y asombrada, que tras esa apariencia de persona mayor indefensa, el aura mágica de aquel anciano sobrepasaba con creces los límites de todos ellos. Ni siquiera los miembros del grupo juntos podían alcanzar el poder de Mirto:
- “¡Es increíble!”- pensó Marina en su mente- “¡su aura mágica es tan grande e inmensa como la de Alejandro…! ¿¡Quién es este hombre!?"

Jack fue el primero en hablar, adelantándose a los demás:
- Hay una cosa que me gustaría saber, maestro Mirto… hace ya tiempo que tengo dudas respecto a mi pasado, porque no recuerdo nada de mi infancia…y sin embargo me acuerdo de usted, y desde que llegamos aquí siento una cierta nostalgia que se nubla en mi mente…- a lo que luego añadió- ¿por qué me siento, de alguna forma, conectado a este lugar?
Tras beber un poco de agua, el anciano dejó el vaso sobre la mesa. Suspiró y comenzó a narrar:
- Jack, conocía a tus padres…- dijo Mirto- éramos buenos amigos, y me ayudaron muchísimo en el pasado, más de lo que yo podía ofrecerles…gracias a ellos logré esconderme a salvo de mis enemigos…y sobrevivir durante la peligrosa tormenta que acontecía por aquel entonces…a raíz de una maldita y condenada profecía…
Todos se sorprendieron. Escucharon atentamente las palabras del anciano:
- Hubiera muerto de no ser por ellos, y les debo muchísimo…desde luego, eran grandes héroes…murieron luchando por una buena causa, y no vacilaron un instante en sus ideales…- a lo que luego explicó- ambos creían que la guerra era innecesaria para forjar un mundo sin armas ni muertes…luchaban por un ideal de paz y armonía en Limaria, en base a la justicia como medio para alcanzarla…pero su sueño murió con ellos, ya lo creo que sí…hoy en día la justicia ya no existe en este mundo.
Mirto continuó narrando la historia del pasado olvidado de Jack. El mago sabía, desde que tenía uso de razón y de memoria, que sus padres habían muerto en la primera gran guerra de Limaria, y había crecido toda su adolescencia y madurez sin el amor y el afecto de un padre y de una madre:
- Para evitar que acabaras igual que ellos, tus padres me pidieron como último favor antes de marcharse, que te cuidara bajo mi techo y te educara en el arte de la magia, para convertirte algún día en un gran mago honesto y bondadoso con los demás. Acepté de buen agrado porque tenía amistad con tus padres, y les debía mucho más de lo que ellos hicieron por mí.
- Comencé a pensar, y no se me ocurrió otro lugar más seguro que el sitio en el cual nadie pensaría durante una guerra…y por eso me instalé aquí, en este lugar inhabitado, porque sabía que aquí estaríamos a salvo…- explicó Mirto- Te acogí en mi casa y te cuidé como si fueras mi propio hijo durante mucho tiempo…eso explica que estos muros te suenen tanto y te recuerden a tu infancia…porque creciste aquí…en este lugar sagrado.
Jack recordó entonces las visiones que tuvo al llegar al templo, en las que veía a un niño rubio pequeño corriendo por entre los alrededores e interiores de aquella construcción ancestral. Supo enseguida que aquel niño era él mismo de pequeño:
- Pero entonces…- preguntó Jack, confuso- ¿cómo es que…perdí la memoria? ¿Por qué no recordaba nada de este lugar?
Mirto suspiró de nuevo y su rostro adquirió un semblante sombrío. Los demás intuyeron que a su mente regresaban recuerdos desagradables para él:
- Un día llegó misteriosamente a oídos de la organización Muerte que el elegido de la profecía vivía en este lugar sagrado, alejado del campo de batalla en pleno corazón del continente central. Supe que durante años habían estado buscándome, porque entorpecía en sus planes, y por ello vinieron a matarme.
Mirto paró durante unos segundos para recuperara aire, y continuó explicando ante las miradas atentas y expectantes de los demás:
- Estando al límite, sin escapatoria, y contigo a mí lado siendo un niño pequeño, Jack…no me quedó más remedio que plantarle cara al mismísimo líder de la organización Muerte… Aún recuerdo aquel duro combate, del que ni yo mismo sé cómo pude salir con vida…al igual que yo y mis heridas, este templo es la clara prueba de que fue el campo de batalla de un peligroso combate hace ya muchos años…todavía sigo sin saber cómo ha resistido esta estructura antigua tras aquella batalla, y todo este tiempo.
Eduardo trataba de imaginarse la ferocidad del legendario combate que se disputó en aquel lugar. Debió de ser muy duro para dejar en ese estado la mitad del recinto en ruinas. Mirto siguió narrando, dirigiéndose a Jack:
- Recuerdo que, en un momento dado, te ordené que corrieras lejos, muy lejos, para ponerte a salvo…y contemplé horrorizado cómo el enemigo corrió detrás de ti. Mi angustia y dolor se hizo más grande cuando traté de correr, malherido, para tratar de ayudarte…pero fue inútil…- el anciano bajó la cabeza, apenado al recordar malas experiencias- para cuando logré alcanzaros a ambos junto al precipicio, fuera del templo, grité tu nombre al ver con mis propios ojos cómo el enemigo te arrojaba al vacío infinito de la cascada. No tuve las fuerzas suficientes para detenerlo, y por ello no pude ayudarte.
Jack observaba perplejo y sin palabras al anciano del otro lado de la mesa, deprimido y apenado al contar la historia. Tenía un semblante triste en su rostro:
- Durante años no he podido calmar mi conciencia, al recordar que no pude salvar al hijo de las personas que prometí cuidar con empeño. Desde ese entonces, no supe nada de ti, y te busqué durante meses…sin resultados…hasta que finalmente me hice a la idea de que habías muerto, y de que no volvería a verte nunca…hasta hoy.
Jack comenzó a razonar en su cabeza, temblando y asimilando toda la nueva información que desconocía acerca de su pasado. Ahora lo entendía todo. Seguramente la caída le había hecho perder la memoria, y de ahí que no recordara nada sobre el templo sagrado ni de su maestro, quedando únicamente su voz.

En ese momento, las armas sagradas de los presentes aparecieron repentinamente en las manos de sus portadores, ajenas a la voluntad de estos. Sorprendidos, Mirto descubrió horrorizado y perplejo la llave espada y la vara mágica de los dos jóvenes, que preguntó con la boca abierta y sin palabras:
- ¡¡No puede ser!! ¿¡Ellos son…!?
- Eduardo y Erika, los elegidos de la profecía- explicó Rex.
- Entonces es verdad…Ludmort ha vuelto…- dijo horrorizado Mirto.
El grupo lo miró confuso. Eduardo trató de corregir su error:
- ¿Ludmort? Querrá decir Meteorito ¿no?
- No lo entiendes, muchacho… Ludmort es Meteorito.
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez, perplejos.
- ¿Pero quién o qué es exactamente Ludmort?- preguntó Marina.
- Ludmort es una criatura diabólica, un monstruo colosal. Es el ente que anuncia la segunda parte de la profecía, el que destruirá el planeta y traerá consigo el fin del mundo. Tiene un poder que supera los límites de nuestra imaginación, y cuya fuerza es imposible de alcanzar para cualquier ser vivo de este mundo, por mucho que se entrene. Esa fuerza…es la materia suprema…considerada el poder de los dioses…y la única capaz de generar y destruir planetas y mundos.
Cristal se fijó en una cosa y comentó, pensativa:
- Parece que conoces mucho a ese Ludmort… ¿cómo es que sabes todo eso?

Mirto calló la boca y no dijo nada de repente. Todos sabían que ocultaba algo, y Eduardo creyó intuir lo que escondía. El chico aprovechó la ocasión para preguntar algo que quería saber desde hacía un buen rato:
- ¿Cómo es que usted también tiene una llave espada? ¿Es que hay tres elegidos de la profecía?
El anciano lo miró seriamente y respondió:
- Te equivocas, muchacho…sólo hay un elegido de la llave espada…y ése eres tú.
Jack intervino en la conversación:
- ¿Pero entonces cómo se explica que hayan dos llaves espada? ¡Es algo absurdo!
Mirto suspiró, recordando viejos tiempos:
- Es muy simple…yo fui el primer elegido de la llave espada, hace años.
- ¿¡Qué!?- exclamaron por segunda vez, con la boca abierta.
- Así es…hace quince años la barrera tridimensional fue destruida y yo fui el elegido para vencer a Ludmort.
- ¿¡Cómo dice!?- preguntó Eduardo alterado- ¿¡y lo venció!?
- Tal y como lo dijo la profecía.
- ¿¡Cómo lo hizo!? ¡¡Díganos, por favor!!- pidió el chico, directo y sin rodeos.
El rostro de Mirto adquirió un semblante oscuro, y tardó un poco en responder. Su voz se torno seria y misteriosa:
- Me temo que eso…tendréis que descubrirlo vosotros mismos.
- ¿¡Pero…por qué!?- preguntó Eduardo, confuso- ¡¡las vidas de todos nosotros y de Limaria, de nuestro mundo…están en peligro!! ¿¡Por qué no puede…!?

La represión con la mirada del anciano le indicó al joven que se detuviera. Intimidado por sus ojos serios y decididos, el chico calló de repente, sabiendo que no debía faltar el respeto a una persona mayor. Eduardo trataba de ordenar y asimilar toda la información recibida, que aún no se creía, y todavía procesaba en su cabeza. Tenía muchas preguntas, y todas las respuestas las tenía Mirto.
Frente al silencio que acompañó después de las palabras de Eduardo, Erika se aventuró decidida a preguntar al anciano, sin rodeos:
- Espere un momento…si usted fue el primer elegido de la llave espada, se supone que también tuvo que haber una elegida de la vara mágica ¿verdad?- indicó firme y decidida- ¿qué fue de ella?
Aquella pregunta pilló por sorpresa a Mirto, que de repente se volvió más distante y serio al negar la respuesta:
- No quiero hablar del tema.
Erika no se rindió. Insistió aún más  al decir:
- ¿Por qué…le pasó algo malo?
El anciano apretó los puños y los dientes, y se levantó bruscamente de la silla. La rabia y la furia lo invadieron cuando gritó:
- ¡¡Cállate, no quiero hablar!!
Para sorpresa de todos los presentes, Mirto caminó hacia la puerta de salida. Antes de salir de la habitación, les comunicó un poco más calmado a los demás:
- Podéis quedaros a dormir esta noche…ya mañana descubriréis cómo acabar con Ludmort.
Tras eso, cerró la puerta y abandonó la estancia, dejando a Jack y los demás con la palabra en la boca. Aún no habían resuelto todas las cuestiones que el grupo quería preguntarle al anciano, pero parecía que ese día no iba a poder ser.

Eduardo tenía muchas preguntas sin respuesta en su cabeza, y se sorprendió todavía más al descubrir algo de lo que los demás parecieron no darse cuenta. El chico vio claramente una lágrima rodando por la mejilla de Mirto, y supo que había sufrido de alguna forma en relación con su compañera y el misterio de la profecía, anunciada por la voz de los oráculos.
Esa noche Eduardo no pudo dormir. Su cabeza le daba vueltas acerca del misterioso final de la primera elegida de la vara mágica. Observó cómo su amiga de la infancia dormía profundamente en otro sillón de la habitación:
“¿Qué papel tiene la elegida de la profecía en todo esto? ¿Qué le ocurrió a la primera?”- se preguntaba el chico con preocupación en su mente- “¿Es que acaso Erika…morirá?”