miércoles, 30 de mayo de 2012

Avance y fecha del capítulo 17

¡Hola a todos! A pesar del estrés de la semana pasada, por fin parece que puedo relajarme aunque sea un poco esta. Los próximos exámenes los tengo la semana que viene, y de momento voy tranquilo estudiando un poco cada día a mi ritmo. Lo que me gusta de este sistema de estudio es que puedo organizarme yo mismo con el temario, y planifico los días que me quedan para estudiar cada tema. En realidad no es tan malo como parece.

Aunque haya pasado lo peor (el maldito derecho), eso no significa que los próximos exámenes no sean igual o peor que el anterior. Desconozco cómo serán las preguntas, el tipo de examen o su dificultad. Por eso no debo bajar la guardia, y trato de esforzarme cada día para que se me queden los contenidos de los apuntes en esta cabeza tan despistada (sí, lo reconozco...me distraigo a la mínima con cualquier cosa).
Cada vez que lo pienso, en realidad los estudios y los videojuegos no son tan diferentes (obviamente, la forma de vivir y sentir una cosa no se puede comparar con la otra). Lo que hacía en años anteriores de la ESO, incluso en Bachillerato, era que me tomaba esto de los estudios como una especie de videojuego (una locura impensable, lo sé xD).

El videojuego en cuestión, el cuál sólo yo jugaba, se trataba de ir superando etapas y subiendo niveles, con el único objetivo de llegar al final de la enseñanza y alcanzar mi meta de superar el instituto. Explico los detalles de forma lógica: los deberes de cada día representan a los enemigos más fáciles de vencer; los trabajos a los de más dificultad; los exámenes a los jefes, y los finales de curso a los super bosses de la etapa. Cada vez que pasaba de curso subía de nivel, y me hacía más fuerte con los conocimientos aprendidos durante el año (aunque luego olvidaba todo en verano y volvía de cero otra vez en septiembre xD).

Por otro lado, cabe también destacar el tema de la "especialidad". Al decir especialidad me refiero a la difícil decisión que nos plantean en un determinado año de nuestra vida académica, lo que nos marca el resto de años en el instituto. Con ello me refiero a las típicas modalidades de "ciencias" y "humanidades" (más conocido como "letras"), o números contra letras, y la eterna lucha sin fin entre los que afirman que los de ciencias son mejores y los que afirman lo contrario. A pesar de las rivalidades en realidad se trata de una emocionante, y en ocasiones divertida, apuesta a base de retos por ser mejor que los del otro bando. Esto me recuerda mucho a los continuos enfrentamientos entre dos tipos de jugadores diferentes de un rol/rpg, que aunque no tengan ni punto de comparación, tiene su cierta gracia que lo hace divertido y entretenido.

Con esfuerzo, valor y fuerza de voluntad, logré superar todas las etapas del instituto y subir de nivel, conseguir hacerme más fuerte (conocimientos de las asignaturas de los cursos, muchas de ellas olvidadas), y acabar con todos los jefes de cada año académico. La historia principal del videojuego al que jugué no hace mucho la acabé venciendo al final boss de mi vida el año pasado, la PAU (prueba de acceso a la universidad), con alguna que otra dificultad (suspendí un examen) pero al que finalmente derroté, y me siento orgulloso de ello.

Con la historia ya acabada, ahora creo que me encuentro en la etapa bonus o de exploración, consiguiendo todos los secretos e intentando subir al máximo nivel. El videojuego del que os hablaba antes se llama: "Mi vida", y sólo yo puedo jugarlo. Pienso que cada uno de nosotros tiene su propio videojuego académico en el colegio, instituto o cualquier centro educativo en el que esté. Es sólo un punto de vista, y la verdad es que me motivaba imaginar los estudios de esta forma, en los que tú eres el protagonista de tu propia historia, pero ya cada uno se lo imagina como quiere jejeje.

Y después de este cacho testamento sobre el videojuego de mi vida, paso a lo que realmente nos interesa. Tengo el próximo capítulo a medio terminar, y espero tenerlo listo para este fin de semana. La próxima entrega de Final Fantasy: Memories of a Promise lleva por título: "Cortocircuito", y en él comenzará la batalla contra el nuevo enemigo. ¿Podrán nuestros héroes hacer frente a esta nueva amenaza? ¡Si queréis ser testigos de este nuevo combate, no os perdáis el estreno del capítulo 17 este finde, como siempre indefinido entre el sábado y el domingo!

sábado, 26 de mayo de 2012

Capítulo 16: Nautigh, la ciudad portuaria


Capítulo XVI
NAUTIGH, LA CIUDAD PORTUARIA
- ¿¡De veras!?- exclamó Cristal, sorprendida- ¿¡vosotros sois los elegidos de la profecía de la que todo el mundo habla!? ¡Cómo mola!
Eduardo le hizo con un gesto que bajara la voz, en señal de advertencia:
- Te agradeceríamos que no hables del tema en público… ¡y tampoco que lo grites a los cuatro vientos!- dijo el chico, frunciendo el ceño- lo menos que necesitamos ahora es que se nos echen encima un montón de paparachis y curiosos.
- ¿Y qué problema hay?- preguntó la princesa- ¡Así seríais famosos, tendríais muchísimos fans y un millón de autógrafos por firmar! ¿¡No es increíble!?
- Parece que no entiendes el mensaje, ¿verdad?- suspiró Eduardo- de lo que se trata es de que esta información no llegue a nuestros enemigos, los que intentan matarnos. Por eso es importante la discreción y el no llamar la atención…además, tampoco me gustaría estar vigilado por cámaras ni televisores las veinticuatro horas del día. ¡Sería agobiante!
Cristal, como un miembro más del grupo, tenía derecho a saber la verdadera identidad de Eduardo y Erika, así que le contaron todo lo que sabían. Las aventuras que habían pasado, los enemigos a los que se habían enfrentado, y lo más importante, su verdadero objetivo: acabar con Meteorito.
La chica con coletas los miró a ambos, pensativa, y dijo con cierto aire de indiferencia:
- A simple vista la verdad es que no parecéis unos héroes de película…- comentó Cristal en tono de burla- en verdad tenéis razón, a nadie se le ocurriría pensar que unos críos enclenques como vosotros sean los elegidos que salvarán el mundo…podéis estar tranquilos.
Los dos jóvenes la asesinaron con la mirada mientras le echaban un mal de ojo:
- ¡Repite eso!- dijo Erika, amenazante con un puño- ¡no juzgues a la gente por su apariencia!
- ¡Vale vale, tranquila…no he dicho nada!- se disculpó la chica con coletas- ¡No a la violencia! ¡Paz y amor!
En ese momento Jack alzó la voz gritando:
- ¡¡Silencio, así no hay quien se concentre!!- se quejó el mago mientras miraba el mapamundi de Limaria en sus manos.
- ¿Vamos bien, Jack?- le preguntó Marina observando el mapa a su lado.
- Sí, estamos en la dirección correcta, aunque necesitamos provisiones- añadió el mago al notar la mochila muy ligera- tendremos que parar un momento en Nautigh.
- ¿Nautigh?- preguntó Erika al oír por primera vez ese nombre- ¿Qué lugar es ese?
- Se trata de un pueblo con grandes hoteles que se encuentra a la orilla del mar. Destaca por su sector servicios, ya que su principal fuente de ingresos económicos es el turismo. Mucha gente proveniente de otras tierras y continentes se dirigen ahí a pasar las vacaciones. Es uno de los grandes destinos turísticos por sus increíbles playas tropicales. También es considerada uno de los mayores y reconocidos puertos de Limaria, en el que atracan algunos de los trasatlánticos más lujosos del mundo. Sin duda, todo un paraíso de verano.
- ¡Qué guay, nos vamos a la playa!- exclamó Cristal con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡De eso nada!- cortó Jack tajante- No sé si os habéis dado cuenta, pero por cada minuto que pasa Meteorito se acerca cada vez más a nosotros. No podemos tomar el sol en la playa tranquilamente como si nada de esto nos importara.
- ¡No creo que pase nada por un ratito, hombre!- dijo la princesa, pícaramente- ¡venga, enróllate!
Mientras la chica con coletas trataba de convencerlo y el mago la ignoraba, Eduardo se dirigió a Jack preguntando con curiosidad:
- ¿Y está muy lejos Nautigh?
- No mucho. Se encuentra detrás de esas montañas, cruzando este valle- explicó el mago señalando las montañas- tendremos que pasar la noche fuera antes de llegar a la ciudad.
- ¿Entonces a qué estamos esperando?- dijo Cristal un poco más lejos- ¡vamos, no tenemos todo el día!
- ¿Qué prisa tienes?- dijo Rex andando tranquilamente- ¿no has oído a Jack? Llegaremos mañana a Nautigh.
- Pero me apetece correr…- dijo la chica frunciendo el ceño.
- Pues a nosotros no, si quieres adelántate tú- dijo el mago pesadamente- yo por lo menos estoy un poco cansado de hacer senderismo día tras día.
Tras pensarlo un poco, a Cristal se le ocurrió una idea. En ese momento dijo alegremente:
- ¡Yo os haré correr con el más mínimo esfuerzo!
- ¡Ja, qué graciosa…ya me gustaría verlo!- se burló Jack tras soltar una carcajada.
- ¿Quieres verlo? ¡Muy bien, míralo!
La chica con coletas sacó desafiante de su bolsillo el colgante mágico que Jack siempre llevaba colgado del cuello. El mago, al verlo, se registró los bolsillos. Al comprobar que no lo llevaba encima, miró a la princesa perplejo:
- No puede ser, ¿Cómo has…?
- Ya deberías conocerme, Jack- dijo Cristal- soy una ladrona profesional. Robar o quitar cosas es mi especialidad.
- ¡Devuélvemela ahora mismo!- le ordenó el mago, amenazante.
- Perdona, es que no me apetece caminar…- bostezó la chica con coletas- ven tú a cogerlo.
- ¿Y si no quiero?
- Se lo enseñaré a cierta persona- guiñó Cristal.
El mago supo a quién se refería. Se quedó con la boca abierta y colorado al comprobar que la princesa se había dado cuenta de lo que sentía por Marina. Aquella chica con coletas parecía tener el extraño don de conocer los sentimientos interiores de las personas en poco tiempo y con sólo mirarlas:
- No te atreverás…
- ¿Qué te apuestas?
Conociendo a la chica con coletas, Jack supo que se atrevería y lo haría. El mago acabó corriendo detrás de ella, tal y como predijo Cristal, a la que no atrapó a la primera. Ella dio un sorprendente salto mortal hacia atrás con una agilidad asombrosa, como si de una gata se tratara:
- ¿A qué no me pillas?- dijo la princesa con una sonrisa burlona, un poco más lejos.
Jack, cada vez más enfadado, gritaba:
- ¡Maldita ladrona, cuando te coja te voy a matar!
El mago se alejó corriendo para atraparla, para sorpresa del resto del grupo. Los demás, como no sabían el camino y el mapa lo tenía Jack, no tuvieron más remedio que correr tras él:
- ¡¡Espera, Jack!!- exclamaron sus amigos- ¡¡no nos dejes, que nos perdemos!!
A pesar de los muchos avisos de sus compañeros, el mago sólo podía prestar atención en recuperar su objeto robado. No podía permitir que se lo enseñara a Marina, o de lo contrario ella descubriría su secreto. De esa forma, corriendo a paso ligero por las sendas de montaña, el equipo de aventuras continuó siguiendo el camino que conducía a Nautigh.

Aquella noche el grupo decidió acampar, tal y como tenían previsto, porque no era buena idea continuar con la marcha por el sendero oscuro de la noche. Podían surgir peligros y de noche suponía un mayor riesgo debido a la falta de visibilidad, de modo que decidieron descansar. Además, aquella tarde Cristal les había hecho correr un montón y se encontraban exhaustos y cansados.
Tras prepararlo todo, y después de cenar, la mayoría del grupo se fue a descansar. El lado positivo de correr tanto fue la rapidez en llegar al estado de sueño, y enseguida todos lograron dormir sin problemas. O casi todos.
A pesar de haber corrido la maratón de su vida, Jack no podía dormir. Contemplaba tumbado en la hierba el pequeño punto rojo brillante en el cielo, y una sensación de preocupación lo invadía por dentro al pensar que aquella falsa estrella brillante sería la que acabaría con todo rastro de vida:
- Meteorito… ¿Cómo podemos detenerte?- preguntó pensando en voz alta.
En ese momento se levantó de la hierba, y contempló pensativo la pequeña hoguera que tenía enfrente, la que daba calor al resto de los presentes. Otra figura humana no tardó en levantarse del suelo, y el mago la reconoció enseguida:
- ¿Marina?
- Pensarás que estoy loca, pero no puedo dormir…- sonrió la maga.
- Lo mismo me pasa a mí…tengo el cuerpo agotado de tanto correr, pero aún así no logro conciliar el sueño….- luego añadió sonriente- ya somos dos locos.
Ambos soltaron una carcajada y rieron. Marina se sentó junto a él y observó la hoguera, también pensativa. En ese momento se acordó de algo que ocurrió ese mismo día, y comentó con curiosidad:
- ¿A quién se refería Cristal esta tarde con ese objeto que te robó? Debía de ser muy importante porque cuando la atrapaste, bien que le retorcías el pescuezo.
El mago de repente recordó a lo que se refería la chica, y su rostro adquirió repentinamente un semblante colorado. Se llevó la mano al colgante mágico que llevaba puesto. Con falsa mentira y un poco cortado, pronunció:
- Es que…hay una persona especial...y no quiero que sepa…lo que siento por ella…
- Así que es eso…- sonrió la maga- ¿y no piensas decírselo algún día?
- Es que…no encuentro el momento para hacerlo…- justificó él- me resulta muy difícil declarar mis sentimientos…
- Cualquier momento es bueno- dijo la maga tratando de animarle- deberías decírselo, antes de que sea demasiado tarde, ¿no crees?
- Sí, tienes razón…gracias Marina- sonrió él.
La chica le devolvió la sonrisa, y luego se quedó pensativa mirando la pequeña hoguera, al igual que Jack. Un incómodo silencio hizo acto de presencia, y los dos no sabían qué decir. Tras unos segundos de silencio, la maga preguntó con preocupación:
- ¿Crees que lo conseguiremos?
Jack suspiró, y volvió la vista a los dos jóvenes que dormían plácidamente junto a Cristal y Rex. Los dos parecían tranquilos a pesar de la enorme labor que les esperaba:
- No lo sé…hemos pasado por muchos desafíos y aventuras juntos, de los que milagrosamente hemos salido vivos…y a pesar de todo, ambos parecen decididos a conseguirlo, cueste lo que cueste.
Marina lo escuchaba atentamente mientras ella también observaba a Eduardo y Erika, dormidos profundamente:
- Lo más probable es que aún nos queden muchos enemigos y peligros por delante, más poderosos que a los que nos hemos enfrentado hasta ahora…- y el mago añadió con una sonrisa esperanzadora- sin embargo…confío en ellos, y deseo de todo corazón que la profecía se cumpla…porque esos dos pequeños son nuestra única esperanza.
Jack miró a la maga, que de repente bajó la cabeza y su rostro se volvió un poco asustado. Preocupado, Jack se dirigió a ella:
- ¿Qué te pasa? ¿A qué viene esa cara?
Marina tardó un poco en responder. Miró al mago y le dijo con preocupación:
- Hay algo…que no te he contado hasta ahora…
- ¿De qué se trata?- preguntó él, confuso.
- Verás…es sobre nuestra visita a Mugget…- dijo ella, con inseguridad- cuando te marchaste, y los dos jóvenes y yo nos quedamos solos en la Mansión Cornelio…tuvimos que enfrentarnos al asesino Ranor…
- Sí, lo recuerdo…- afirmó Jack- ¿pero a dónde quieres llegar?
- El que nos salvó a Erika y a mí…el que mató a Ranor…fue Eduardo…
El mago recordó entonces de repente las palabras que le había dicho Erika cuando fue en su busca en Mugget. Ella también afirmaba decir que fue su amigo el que acabó con la vida de Ranor. Sin embargo, la joven había permanecido inconsciente durante la batalla, el chico no recordaba nada, y sólo la maga sagrada tenía recuerdos de aquel combate del que fue el único testigo:
- ¿Marina…qué fue lo que pasó exactamente en aquella mansión?- preguntó Jack.
La maga temblaba al recordarlo. Su cara mostraba un horror que Jack nunca antes había visto reflejado en ella, y supo que tenía mucho miedo. Le temblaba la voz al pronunciar:
- Erika arriesgó su vida…para proteger al joven….y fue entonces…cuando Eduardo…estalló de rabia…
- Dime… ¿qué más recuerdas?
Marina cada vez se ponía más nerviosa y asustada. El mago comprendió que recordar aquel combate no era nada agradable, pero tenía que saber qué fue lo que pasó en realidad. La maga continuó diciendo, temblando:
- Sus ojos se convirtieron…en los de un animal salvaje…su arma resplandecía…con un brillo extraño…adquirió de repente…una fuerza sobrehumana…y su aura mágica…nunca había visto nada igual…
Jack la escuchaba atentamente, con la boca abierta, perplejo y sin palabras. La descripción que aportaba Marina sobre el chico no se parecía en nada al joven que él conocía. Le costaba creer lo que oía:
- Estaba muy asustada…tenía miedo…aquel monstruo…no era Eduardo…no…
En ese momento la maga no pudo continuar, y echó a llorar. Jack la abrazó y consoló rodeándola con sus brazos:
- Tranquila, ya pasó todo…lo has hecho muy bien…- intentó tranquilizarla el mago-…olvida lo que me has contado…intenta pensar en otra cosa más bonita…
Marina hizo lo que le dijo Jack, mientras éste la abrazaba y acariciaba, tratando de consolarla. Ella también lo abrazó a él, y al cabo de unos minutos, la maga dejó de llorar. Sentía una cálida paz interior que la cubría estando cerca de Jack, y la seguridad que él le proporcionaba la mantenía tranquila, como ningún otro podía hacerlo. Sonrió feliz al estar tan cerca del mago, y ambos permanecieron así durante un rato.
Al cabo de unos minutos, los dos se separaron, y Jack dijo con tranquilidad:
- Bueno, es hora de dormir.
- Sí…- respondió ella secándose las lágrimas, que se levantó diciendo- será mejor que vayamos a dormir.
Marina se alejó a su sitio, y allí se tumbó en la hierba, al igual que el mago. Antes de dormir, ella le dijo en voz alta, sin girarse a él:
- Jack
- Dime.
- Muchas gracias…de verdad…
Él sonrió feliz, y trató de dormir. Marina hizo lo mismo y, antes de caer rendida en un profundo sueño, sonrió de felicidad mientras el corazón le latía tan rápido como nunca antes lo había hecho. Fue entonces cuando supo que realmente estaba enamorada.

A la mañana siguiente, y tal y como predijo Jack, el grupo llegó a las puertas de entrada a Nautigh. Eduardo observaba asombrado y con la boca abierta que la ciudad portuaria más famosa de Limaria era en realidad una colosal isla situada a varios kilómetros de la orilla del continente central. Los enormes edificios y rascacielos que podían divisarse desde lejos denotaban la calidad de sus hoteles de cuatro y cinco estrellas. El cielo azul reflejaba las hermosas playas tropicales, que eran tal y como el chico las había imaginado, y varios trasatlánticos gigantescos se hallaban atracados en los puertos de Nautigh. La isla se encontraba aislada en el mar, y conectada únicamente por varios puentes con el continente central de Limaria, que servían para la entrada y salida de la ciudad a los visitantes. Definitivamente Eduardo quería pasar alguna vez sus vacaciones de verano en aquel paraíso tropical.

El grupo de aventuras atravesó uno de los puentes que conectaba con Nautigh, y tras varios minutos por encima de las olas del mar, finalmente pisaron las calles de aquella fantástica isla veraniega:
- ¡Por fin, ya era hora!- exclamaba la chica con coletas, eufórica- ¡Qué ganas tengo de ir a la playa!
- ¿Cristal, qué es lo que llevo diciendo todo este rato?- le dijo amenazante el mago- ¡sólo hemos venido a por provisiones, nada de vacaciones!
- ¡Lo sé, lo sé!- respondió la princesa frunciendo el ceño, que luego murmuró en voz baja- viejo amargado…
- ¿Qué has dicho?- preguntó Jack, un poco molesto.
- ¡Nada, nada…olvídalo!- sonrió la chica con coletas tratando de fingir- ¡sigamos a la tienda!
Continuaron andando, recorriendo las calles de Nautigh. Estaban llenas de gente comprando en los comercios, y se oían por todos lados griteríos parecidos a los que se escuchaban en los mercadillos vendiendo fruta, con precio incluido. Más de un vendedor se dirigía a ellos con intención de vender sus productos, pero no lo conseguían. Jack les indicó a los demás que no les hicieran caso, ya que cualquiera podría ser un estafador:
- ¡Ey viajeros, necesitan ayuda ¿¡verdad!?- les dijo uno mostrándoles su mercancía- ¿¡Qué tal este precioso collar coraza por 500 platines!? ¿¡O este anillo hielo por 650!? ¡Son productos importados del mercado Mugget, muy exclusivos y que no encontrarán en ningún otro sitio!
- No gracias, no nos interesa nada- dijo Jack, dejando claro que los dejara en paz.
Otra señora los miró diciendo con una sonrisa astuta:
- ¿¡Y no quieren para el chucho una preciosa alfombra importada de Idnia!? ¡Es muy suave y cómoda, en ella su mascota dormirá más a gusto que un rey!
Rex volvió a enfadarse. Ya había oído ofertas semejantes referidas sólo a él, y estaba empezando a cansarse. Los demás le decían que no hablara en público o delataría su habilidad especial, y se convertiría en el animal exclusivo del mercado, buscado por los comerciantes para sus intereses económicos:
- Disculpe, ¿podría decirme dónde encontrar la tienda de objetos más cercana?- preguntó Marina a la vendedora de un puesto vacío, y que no parecía obsesa del consumismo.
- En esta parte de la ciudad le será imposible comprar objetos con tanta gente- le respondió la señora tendera- le recomiendo ir a la avenida de la playa, allí podrá gastar dinero sin estos ajetreos de la muchedumbre.
- ¡Muchas gracias!

Tal y como les indicó la señora, el grupo decidió acercarse a la orilla del mar, donde supuestamente había una tienda de objetos no abarrotada de gente. No tardaron en llegar a una extensa avenida marítima, cerca de los puertos de la ciudad y de los grandes trasatlánticos, adornada con palmeras tropicales y puestos de bebidas frescas. Allí, en las hermosas playas, había mucha gente tumbada en la arena tomando el sol, y otros tantos bañándose en el mar. El agua tan cristalina y tranquila invitaba a meterse en ella, pero sabían que en aquellos momentos no debían tomarse unas vacaciones improvisadas.
En un momento dado del camino, un extraño mono pequeño de color blanco se acercó frente a ellos, y los miró con curiosidad:
- ¿¡Anda, y quién eres tú, pequeñín!?- dijo Erika, sonriendo al animal.
El mono se acercó más al grupo y fue a parar al chico, a quién le trepó por todo el cuerpo y se subió en su hombro. Eduardo se reía con las pequeñas patas que tocaban su cara y orejas:
- ¡Para, que me haces cosquillas!
- ¿¡Qué haces!? ¡Bájalo!- dijo Cristal- ¡no sabemos si está vacunado…alomejor tiene la rabia o la peste!
- ¡No digas eso!- respondió el joven- ¿Cómo va a tener un animal la peste? Es que se te ocurre cada cosa…
En ese momento, y tras unos segundos mirando el colgante del chico, el mono se lo quitó de la cabeza y saltó del joven al suelo, para sorpresa de todos. Con él llevado puesto, salió corriendo a toda velocidad:
- ¿¡Eh, pero qué haces!?- exclamó Eduardo, que salió corriendo detrás del pequeño animal- ¡¡Devuélveme eso!!
- ¡Eduardo, espera!- dijeron los demás, corriendo detrás de él.
Tras varios intentos, el chico finalmente logró atrapar al mono ladrón, y exclamó triunfante:
- ¡Te tengo!
Sin embargo, de repente chocó con alguien, y cayó de espaldas al suelo. Aún con el mono entre las manos, levantó la vista a la persona con la que había chocado. Se sorprendió, con la boca abierta y completamente perplejo, al ver a un hombre alto, de pelo oscuro y con una lujosa y majestuosa capa de diferentes tonos azules. Éste se dio la vuelta y miró al joven sentado en el suelo, también sorprendido.
En ese momento aparecieron detrás del hombre con capa otros individuos vestidos con esmoquin negro, y gafas de sol que ocultaban sus ojos. Miraron al chico con desconfianza y dijeron:
- ¿Señor, se encuentra bien?-preguntó uno de ellos- ¿le ha hecho algo este crío?
- ¡Lo siento…!- se disculpó Eduardo- ¡no pretendía…!
- Esto te va a costar caro, mocoso- dijo el otro acercándose a él.
Asustado por la paliza que le iba a pegar el guardaespaldas, el gesto de la mano en señal de parar de alguien le detuvo diciendo:
- Ya es suficiente- ordenó el desconocido con capa.
- ¿Señor?- preguntó confuso uno de sus guardaespaldas.
- Sólo ha sido un pequeño accidente, no es para tanto…- argumentó el desconocido, que luego tendió la mano a Eduardo en señal de ayuda- levántate joven, por favor.
El chico le tendió la mano y con su ayuda logró levantarse, al tiempo que los guardaespaldas se relajaban y volvían a colocarse detrás del que parecía ser su superior. Mientras le quitaba el colgante al mono y se lo ponía de nuevo en su cuello, Jack y los demás llegaban al encuentro de su compañero y del nuevo individuo:
- Gracias- dijo Eduardo, un poco avergonzado- y perdone lo de antes, no pretendía hacerle daño.
- No te preocupes, ya lo he olvidado- respondió el desconocido.

En ese momento llegó corriendo hacia ellos un niño pequeño, y el mono que tenía Eduardo en sus manos saltó al suelo y corrió a reunirse con él. Ambos parecían contentos de volver a encontrarse:
- ¿¡Miko, dónde te habías metido!?- preguntó el niño- ¡pensaba que te habías perdido!
El grupo comprobó asombrado que aquel pequeño animal pertenecía al nuevo niño, el cual se levantó y los miró con sorpresa. Al volver la vista al hombre con capa, de repente el pequeño sonrió diciendo:
- ¡Señor Alejandro!
- ¡Anda, Oliver!- sonrió a su vez el desconocido- ¡Cuánto tiempo!
Jack y los demás cada vez entendían menos la situación. Parecía que aquellos dos ya se conocían de antes. Perplejos, contemplaban la escena sin saber qué hacer:
- ¿Cómo te va, pequeño?- preguntó el hombre con capa- ¡Cuánto has crecido…la última vez que te vi apenas comenzabas a andar!
- ¡Pero ya soy más grande!- respondió el niño, con euforia- ¡y muy pronto seré tan alto como tú!
El desconocido sonrió y soltó una carcajada, tras lo cual le preguntó sonriente:
- ¿Y qué tal tu padre? ¿Sabes dónde está ahora? Me gustaría saludarle.
- ¡Acabamos de llegar de un crucero por el continente oeste!- exclamó el niño alegremente- ¡He visto muchos lugares, pero ninguno tan bonito como el reino de Oblivia! ¡Tenía un castillo muy grande y unos paisajes hermosos, no te lo puedes creer!
- Lo imagino- sonrió el desconocido- debe de ser preciosa esa región.
En ese momento se acercó a ellos otro hombre, al que el niño corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. A juzgar por su vestimenta, su uniforme y su gorra, parecía ser el capitán de un barco:
- ¡Papá, papá…mira quién está ahí!- señaló el pequeño.
El hombre uniformado miró al desconocido, y con sorpresa, mostró una sonrisa diciendo:
- ¡Vaya, Alejandro!- exclamó sorprendido- ¡Hace mucho tiempo que no pasas por este lugar! ¿A qué se debe esta visita?
- Me apeteció tomar un pequeño descanso de mi ajetreada vida laboral… ¿y qué mejor lugar que Nautigh, el paraíso veraniego?- dijo el otro pícaramente- ¿y qué hay de ti? ¿Cómo van las cosas por aquí?
- Pues de momento todo va bien…como puedes ver, la paz y la tranquilidad son las dos palabras que reflejan este lugar...- explicó el capitán- acabo de llegar de un crucero con los grandes sabios de la región para tratar un problema con el reino de Oblivia…al parecer, su princesa ha desaparecido y la necesitan urgentemente para casarla con el príncipe del continente este…acaban de confirmar que no se encuentra en su reino, y la están buscando por toda Limaria.
Cristal tragó saliva y se escondió detrás de Marina, y los demás del grupo se dieron cuenta. Fue entonces cuando el desconocido con capa dijo:
- Sí, ya había oído hablar del tema…- asintió con la cabeza- y lamentablemente no la he visto…lo más probable es que se oculte entre la gente como una más, e incluso puede que esté más cerca de nosotros de lo que creemos.
- En cualquier caso, los reyes de Oblivia nos han pedido que aunamos fuerzas para encontrarla lo más pronto posible…
- No se preocupe, cuente también con mi ayuda- dijo el hombre con capa.

En ese momento intervino Jack, que le preguntó asombrado al desconocido con capa:
- Disculpe… ¿¡es usted Alejandro!?
El hombre se sorprendió bastante, ya que por un momento se había olvidado del grupo. Enseguida dijo:
- ¡Pero qué cabeza la mía, y qué descortés por mi parte!- exclamó- ¡me había olvidado presentarme!
El desconocido se dirigió al grupo y presentó a los que allí estaban con él:
- Perdonad, este es el capitán Mulock y su hijo…viejos conocidos míos.
- Encantado de conoceros- dijo el capitán.
- ¡Yo me llamo Oliver!- exclamó el niño sonriente- ¡y este es mi mono Miko!
- Yo soy Jack- y señalando a sus amigos dijo- y estos son Erika, Rex, Eduardo, Marina y…- tras pensarlo un poco, dijo con una sonrisa pícara- ¡Filipondia, sí… Filipondia!
Cristal, al oír aquello, se enfadó y exclamó furiosa:
- ¿¡Qué!? ¿¡Filipondia!? ¡¡Serás hijo de…!!
Los demás miembros del grupo le taparon la boca rápidamente y la inmovilizaron mientras la chica con coletas trataba de liberarse. Ante las caras raras y extrañas del desconocido, de Mulock y Oliver, Jack sonreía pícaramente:
- Es que no le gusta decir su nombre en público…se avergüenza de él…
Cuando la princesa se hubo calmado, los demás la soltaron con gestos amenazantes, indicándole que no hiciera nada sospechoso con su identidad. La chica con coletas tuvo que aceptar a regañadientes mientras murmuraba en voz baja:
- Cuando coja a Jack, lo voy a matar…

Retomando el tema, Jack volvió a preguntar asombrado al desconocido con capa:
- ¿¡De verdad es usted Alejandro!?
- Sí, el mismo en persona- sonrió él.
- ¡No me lo puedo creer…es usted!- exclamó el mago, eufórico.
Eduardo, que no entendía nada de la situación, le preguntó a Jack:
- ¿Quién es Alejandro?
Los presentes soltaron una carcajada y rieron mientras Jack le decía al chico:
- ¿¡Qué!? ¿¡De verdad no le conoces!?- exclamó sorprendido- ¡¡se trata de uno de los magos más famosos y poderosos de Limaria!!
Jack parecía motivado e ilusionado. Eduardo recordó que en más de una ocasión el mago les había hablado de Alejandro y de sus increíbles méritos y hazañas. Era su mayor ídolo y quería conocerlo algún día en persona. Al parecer era alguien muy conocido en toda Limaria, y algunos rumores urbanos decían que también era un mago muy poderoso. Muchos lo conocían por su legendario nombre, pero pocos tenían el privilegio de conocerlo en persona.
Alejandro tenía un aspecto noble y majestuoso. Vestía ropa elegante muy parecida a la de la Edad Media y tenía el mismo color de pelo que sus ojos oscuros y profundos. Su rostro amable y su sonrisa cálida despedían una sensación agradable y hogareña de seguridad.
Parecía imposible que existiera un resquicio de maldad en su alma. De hecho, Jack les contaba en numerosas ocasiones que Alejandro había donado grandes sumas de dinero y comida a las regiones más pobres de Limaria, a la vez que había aportado gran ayuda económica al desarrollo del tercer mundo. Todo parecía indicar claramente que se trataba de una buena persona, y de hecho era muy querido por los habitantes de su ciudad:
- ¡Bueno, bueno, no es para tanto!- sonrió Alejandro- ¡no digas eso, que sólo son rumores! ¡Los hay mucho más poderosos que yo!
- ¡No seas tan modesto!- le dijo Jack- ¡ningún mago de élite alcanza tu poder mágico…eres conocido como una leyenda viva en toda Limaria!
Todos rieron. Eduardo se quedó perplejo y asombrado al conocer en persona a uno de los más poderosos magos de aquel mundo mágico. Le parecía imposible, pero a juzgar por su majestuosa vestimenta y los guardaespaldas que lo seguían, todo parecía indicar que Jack estaba en lo cierto. A Eduardo le gustaría ver su poder mágico en un combate:
- Y bueno…- dijo Alejandro al grupo- ¿a dónde pensáis ir?
- Estamos buscando una tienda de objetos y nos dijeron que por aquí hay una…- dijo Marina- ¿sabe dónde encontrarla?
- Está un poco más lejos, siguiendo recto por esta avenida- explicó el mago legendario- si me permitís, me gustaría acompañaros hasta ella.
- ¡No hay problema!- exclamó Jack- ¡acompáñanos, por favor!

Y de esa forma, se dirigieron acompañados de Alejandro camino a comprar provisiones a la tienda de objetos más cercana. Ajenos a lo que le esperaba, una misteriosa figura encapuchada se encontraba en la cima de la montaña más alta de Nautigh. Su manto negro de la organización Muerte ocultaba su rostro, que mostraba una sonrisa maléfica mientras sus manos chispeaban con descargas eléctricas. Observaba la ciudad diciendo:
- Tal y como me encargó mi señor, he de infundir el pánico y el dolor en esta pacífica ciudad…preparaos, malditos humanos…porque esta isla será vuestra tumba.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Avance y fecha del capítulo 16

¡Hola de nuevo a todos! Pensaba publicar esta entrada antes, pero por motivos académicos universitarios me ha sido imposible. Tengo la cabeza a punto de reventar, llevo estudiando casi 20 temas desde la semana pasada para un examen... ¡que tengo justo mañana! ¡Qué estrés! Y encima es el primero de los muchos que me quedan estas dos próximas semanas, que para mi serán un infierno. Como estoy cansado de oír hablar de la Constitución, de leyes, reglamentos, la ética moral y la tipología jurídica, he decidido darme un pequeño descanso escribiendo esto, más que nada para despejarme la mente y relajarme un poco con algo que me gusta. Y sí, el examen es de derecho, como algunos habréis podido comprobar. A estas alturas ya alucino con la dichosa palabra, en serio, ¡donde quiera que miro la veo por todas partes, y tampoco se va de mi cabeza! (creo que acabaré volviéndome loco con el derecho).
Dejando a un lado el tema, volvemos con el avance del próximo capítulo del fanfic. A pesar de todos estos días, he logrado organizarme para estudiar un rato y escribir otro rato (cosa que algunos no consiguen), todo por tener listo el capítulo 16 de FF:MP este fin de semana. Cuando me comprometo con algo, suelo hacerlo aún teniendo dificultades. En ese aspecto, me enorgullezco de mí mismo, ya que lo hago por algo que realmente me gusta. El título del próximo capítulo se llama "Nautigh, la ciudad portuaria", y con él se inicia una nueva saga. ¿Qué nueva aventura les espera a nuestros héroes junto al mar? ¿Contra qué nuevo enemigo se enfrentarán? ¡Todo eso y mucho más este fin de semana, no os lo perdáis!
PD: ¡Deseadme suerte mañana y en las dos próximas semanas, por favor, la voy a necesitar!

domingo, 20 de mayo de 2012

Capítulo 15: Cristal


Capítulo XV
CRISTAL
Amparado por las más siniestras tinieblas, Asbel caminaba detrás de Magno atravesando un oscuro y tenebroso pasillo, iluminado por antorchas a ambos lados de las paredes. Sentía desconfianza de su anfitrión, algo le decía que estaba siguiendo el camino incorrecto. Sin embargo, había tomado una decisión y ya no podía volver atrás. Sabía que aquella era la única forma de conseguir el poder suficiente para vencer a Jack, y no estaba dispuesto a perder la oportunidad que había estado esperando toda su vida para conseguirlo.
Los dos llegaron frente a una puerta tétrica, rodeada de siniestras estatuas de gárgolas, que los amenazaban con la mirada. Una sensación de peligro invadió de repente al espadachín. Sentía una poderosa fuerza al otro lado de la entrada que nunca antes había notado en su existencia. No pudo evitar sentir un poco de miedo en su interior, pero rápidamente recuperó la calma.
Magno también se dio cuenta del pequeño resquicio de temor que sintió su acompañante durante un instante. Antes de tocar la entrada, sonrió maliciosamente diciendo:
- Prepárate, Asbel…ahora conocerás al líder de esta organización…y el futuro Dios del nuevo mundo. Procura no hablar mucho, y seguro que sales con vida de este lugar.
El hombre de negro abrió la puerta y ambos entraron por ella, cerrándose ésta lentamente tras ellos. Acabaron sumidos en la oscuridad.
Por unos segundos de silencio, los dos caminaron adelante rodeados de la más absoluta penumbra. No había ni un solo resquicio de luz en aquel lugar. De repente, Magno se detuvo en seco e indicó a Asbel que hiciera lo mismo, quién accedió sin oponerse. Mirando al frente, el hombre de negro le habló a las tinieblas:
- Aquí tienes al nuevo sirviente, mi señor.
Repentinamente se encendieron, por arte de magia, una a una todas las antorchas de la sala. Asbel comprobó que se encontraban en una estancia oscura, tétrica y siniestra, iluminada por una tenue luz espectral. A pesar de que las antorchas arrojaran un poco de claridad al salón, el lugar aún permanecía en su gran mayoría inundado por las tinieblas. Al fondo de la estancia había un trono, donde se podía observar una sombra humana sentada en él. Debido a que estaba inundado por la más absoluta oscuridad, no se podía ver el rostro del líder de la organización Muerte.
De repente, unos ojos rojos se abrieron de la fuente de oscuridad del trono, y observaron a Asbel, que lo paralizaron con la mirada. El espadachín no pudo evitar sentir un temblor de miedo por todo su cuerpo y su alma. Aunque trataba de mover sus extremidades, le era imposible. Temblaba por dentro ante aquellos ojos rojos demoniacos, que lo habían paralizado con sólo mirarlo a la cara.
Viendo el miedo reflejado en el rostro de Asbel, la sombra habló con su voz de ultratumba en tono de indiferencia:
- ¿Y este es el guerrero del que tanto hablabas? La verdad es que esperaba otra cosa.
El espadachín comenzó a dudar de la aceptación del jefe de la organización, pues según su opinión lo infravaloraba. Creyó que no lo aceptaría hasta que, tras observarlo mejor por unos segundos, un repentino destello de malicia brilló en los ojos de la sombra:
- Sin embargo, al igual que nosotros, puedo ver claramente que tiene un corazón oscuro. Tal vez sí que nos pueda ser útil. Lo único que le hace falta…es borrar los últimos rasgos de luz que le quedan en su conciencia.
El espadachín no lo aguantó más. Eliminó con esfuerzo y voluntad la parálisis que afectaba a su cuerpo, y alzó la voz con la mirada firme al ser oscuro que habitaba en aquel trono diciendo:
- ¡Oiga, yo vine aquí porque me ofrecieron la posibilidad de un poder mayor para mí! Si eso no va a ser posible, entonces me marcharé… ¡Yo lo que busco es poder!
En ese momento, una garra invisible se lanzó a por él de repente. Sin darle tiempo a reaccionar, le oprimió el cuello y lo alzó en el aire:
- Si lo que buscas es poder, yo puedo darte uno especial…- sonrió maléficamente la sombra-…un poder que sólo yo poseo, y que sobrepasa los límites de la imaginación.
Asbel luchaba por respirar mientras intentaba inútilmente liberarse de la garra que lo apresaba. La sombra sonreía mientras hablaba:
- Sin embargo, todo tiene su precio, y este caso no es una excepción…tienes que entregarme algo muy importante.
El espadachín consiguió pronunciar con esfuerzo:
- ¿Qué quieres…decir?
- Tienes que entregarme…tu vida.
- ¿¡Qué!?- exclamó Asbel.
- En el cuerpo de un mortal, éste sello necesita tener el control absoluto del mismo para liberar todo su poder- explicó la sombra- es decir, que para poder usarlo…tienes que morir.
En ese momento dirigió su mirada a Magno, que contemplaba con indiferencia los sucesos a un lado de la sala. Permanecía tranquilo a pesar de que su jefe lo miraba con sus ojos demoniacos:
- Al igual que el resto de miembros de la organización Muerte, que cumplieron con la condición, ahora poseen un poder sólo al alcance de unos pocos elegidos.
Magno llevó su mano hasta el hombro y mostró su piel, en la que había una especie de tatuaje con forma de un extraño sello, muy cerca del cuello. Asbel logró ver aquel sello, que nunca antes lo había visto en su vida, y palideció al ver que las pupilas del hombre de negro brillaban intermitentemente en rojo al mismo tiempo que el sello de su hombro.
El espadachín pensó entonces en que realmente Magno se había sacrificado para lograr aquel poder, al que se había enfrentado tiempo atrás en el sendero rocoso junto a Jack. Recordó la pelea con claridad, al igual que cada movimiento del hombre de negro en su transcurso, en la que los venció y dejó fuera de combate a todos sin ni siquiera esfuerzo. En aquel combate sus ojos brillaban de la misma manera que en ese momento, y fue entonces cuando le resultó extraño y maligno. La esencia oscura que emanaba de aquellos ojos fríos y tenebrosos parecía muy peligrosa, y el precio por aquel poder suponía la muerte del portador. Magno realmente había muerto, ya no era humano. Comenzaba a tener miedo por haber elegido aquella opción macabra y suicida:
- Tranquilo, Asbel…- sonrió la sombra- tus sentimientos, tus recuerdos más queridos, tu parte humana más débil, morirá…pero, el sello maldito te resucitará…y con ello renacerás, siendo otro guerrero de la oscuridad.
Otra garra invisible se acercó al espadachín, que en las últimas trataba de liberarse inútilmente de su opresión. Esta nueva garra afiló sus uñas para dar el golpe de gracia a Asbel:
- Deberías agradecerme…- sonreía la sombra maléficamente- por fin tendrás un poder con el que siempre habías soñado…un poder inimaginable.
El espadachín quiso volver atrás, olvidar todo lo que había visto en esa sala, y salir corriendo de aquel espantoso lugar, donde creaban monstruos con forma humana. Sólo quería más poder sin poner en peligro su vida, para vencer a Jack, su eterno rival. Sin embargo, ya era demasiado tarde. No tenía escapatoria, y viendo la situación, tampoco podía huir. No le quedaban fuerzas para luchar. Iba a morir a manos del ser desconocido que lideraba a la organización Muerte:
- Adiós, Asbel- dijo la sombra.
La otra garra invisible se lanzó en picado contra él, y cuando le atravesó el cuerpo, unas descargas oscuras sacudieron al espadachín. Mientras el espadachín gritaba agonizante de dolor y la sangre goteaba cayendo al suelo, en su hombro comenzó a formarse el mismo sello que tenía Magno. Sus ojos se volvieron blancos. Finalmente, antes de dar el último soplido, bajó su cabeza, completamente muerto. El Asbel que todos conocían desapareció para siempre.

El grupo continuaba su camino por el mundo de Limaria. Con la ayuda de varios perros de la aldea de Kengo, lograron recorrer los límites del desierto de Geonyria a salvo, y tras rodear el territorio peligroso, se dirigieron rumbo al sur. Su objetivo seguía siendo el Templo sagrado, situado en una pequeña península alejada en el extremo sur del continente central.
Su compañero y amigo Rex, a pesar de haber vuelto a su hogar natal en el Cañón Cosmo, decidió seguir la travesía junto al resto del grupo. Su nuevo objetivo ahora era encontrar la esfera de invocación del G.F Ifrit, y supo de antemano que los elegidos andaban buscando a los guardianes de la fuerza para cumplir su misión. Sabía que estando con ellos tendría más posibilidades de encontrar a Ifrit, y a los demás no les importó que el perro continuara en su equipo. Rex era un poderoso aliado y un noble amigo, que sabían estaría ahí para ayudarles a afrontar todos los peligros que se presentaran en su camino.

Al volver a zonas verdes y frondosas praderas con un clima agradable, Marina se acordó de una cosa que se la había pasado por alto todo ese tiempo. Mientras andaban por un camino, la maga preguntó abiertamente a los demás:
- ¿Creéis que será verdad esa vieja leyenda de Limaria?
- Ni idea…- comentó Jack- pero viniendo de un anciano perro sabio, habrá que tenerlo en cuenta…él mismo dijo que lo sabía todo.
- El maestro Bugen es muy sabio, yo no dudaría de su palabra- dijo Rex- él mismo me enseñó todo lo que sé, y nunca he visto nada que lo contradiga.
Eduardo comenzó a pensar. Hasta hace tres meses, llevaba una vida completamente normal, la que tendría cualquier estudiante de su edad. Su única ocupación eran los libros y los estudios, prepararse para su futuro laboral en la ciudadanía corriente del mundo del trabajo. Sin embargo, desde que llegó a aquel mundo paralelo al suyo, toda su vida había dado un giro radical. De repente le confiesan que, junto a Erika, son los elegidos de una profecía que nunca antes había oído en su vida. Por si eso fuera poco, les encomiendan la increíble misión de salvar Limaria, sabiendo los numerosos peligros a los que tendrán que enfrentarse. Se ven obligados a aprender magia y esgrima para defenderse en la batalla. Y además de eso, un perro anciano les cuenta que si fracasan en su labor, su mundo también desaparecerá junto con Limaria. La cabeza del chico empezaba a darle vueltas, y un repentino mareo le venía en ocasiones al pensar en todas las cosas que les encargaban, y de gran responsabilidad. A veces deseaba no haber sido el elegido de la dichosa profecía, y se preguntaba por qué tuvo que ser él, o por qué su amiga. Se preguntaba qué tenían ellos de especial:
- ¿Creéis que Magno o Helio destruyó la barrera tridimensional?- intervino Erika.
- Lo dudo mucho…- respondió Jack- hace tiempo que Asbel y yo descubrimos que ellos son sólo los comandantes del grupo, al servicio de alguien superior que mueve todos los hilos de la organización…sólo se me ocurre la hipótesis de que su líder es el responsable de la destrucción de la barrera tridimensional.
- ¿¡Cómo!?- exclamó Eduardo, perplejo- ¿¡Y quién es el líder de la organización Muerte!?
- Lamentablemente nadie lo sabe aún…se dice que es una sombra oscura envuelta en misterio, y se desconoce su rostro, especialidad y poderes.
- ¿Crees que fue un accidente?- preguntó Rex- ¿o lo hizo de manera intencionada?
- Puedo asegurarte que no fue ningún accidente- dijo Jack- el que lo hizo, sabía que esto pasaría, y seguramente llevaba planeando desde hace tiempo conseguir la materia suprema con malas intenciones…- dijo el mago, pensativo- sólo alguien que busca el desequilibrio universal y el poder de un Dios destrozaría la barrera tridimensional…estoy seguro, todo apunta a que sea él.
Tras pensarlo por unos segundos, Marina dijo preocupada:
- ¿Crees que, algún día…tendremos que enfrentarnos al líder de la organización Muerte?
Los demás palidecieron de repente. Nunca se habían planteado esa pregunta, y vistos los planes que tenían, tampoco podían descartarla. Si lo que tenían en mente era desbaratar los planes de la organización Muerte, tarde o temprano tendrían que vérselas con el que movía los hilos de sus enemigos. No podían evitar pensar con preocupación cómo sería el ser desconocido que lideraba a Magno, Helio, y el resto de miembros de dicha organización:
- ¡Bueno, será mejor no pensar en eso de momento!- trató de calmarlos Jack- ¡además, tampoco es seguro que tengamos que luchar contra él…quizá lleguemos al Templo Sagrado sin combatir por el camino! ¡Hay que tener un poco de esperanza y positivismo!
- ¡Tienes razón!- dijo Erika, que luego miró al resto con una sonrisa- ¡alegrad esas caras, no hay por qué tener miedo! ¡Juntos podemos contra cualquier cosa!
Tras eso, la chica movió los brazos en señal de alegría, y finalmente consiguió contagiar a los demás con una dosis de felicidad. Su gesto había logrado eliminar la inseguridad de sus amigos, que muy pronto sonrieron y asintieron con la cabeza. A pesar de sus palabras y de que los otros caminaran alegremente con aire de seguridad, Marina no podía evitar sentir un mal presagio en su interior. Se llevó una mano al pecho mientras decía:
“¿Qué es esto?”-se dijo a sí misma- “¿Por qué tengo un mal presentimiento?”
En ese momento la llamó Rex, que dio la vuelta y le dijo:
- ¡Marina, no te quedes atrás!
- ¡Ah, perdón!- se disculpó la chica, sorprendida- ¡enseguida voy!
La maga corrió a reunirse con sus amigos. Al volver a mirar en su interior, la sensación de mal presagio había desaparecido. Aún tenía confusiones sobre lo que había sentido fugazmente, pero prefirió dejarlo a un lado y tratar de no pensar en ello. Ella también se contagió de la alegría emanante del grupo, que continuaron andando juntos por la senda de la pradera.

Durante su camino encontraron, lo que parecía ser, una anciana mendiga sentada a un lado del camino. Permanecía aparentemente tranquila, con un enorme manto viejo y sucio que le cubría todo el cuerpo. Su rostro oculto a las miradas ajenas y su larga cabellera gris y desaliñada sobresaliendo por la parte frontal dejaba clara su pobreza. Atenta y sigilosa, no dejaba de observar al suelo, concretamente la cesta que tenía enfrente, con varias monedas sueltas que tenía en su interior.
Al pasar por su lado todos echaron un par de monedas en la cesta que había delante de la anciana, en acto de caridad. Eduardo no pudo evitar mirar el gesto de agradecimiento que hizo la mendiga, en silencio, y se sorprendió al ver con sus propios ojos un detalle que le llamó mucho la atención. Tras esa manta que la cubría y unos pelos descuidados y desaliñados había unas manos jóvenes y sin arrugas. Por un momento pensó que aquel disfraz era una farsa, y que bajo esos trapos sucios y viejos se escondía otra persona completamente diferente, haciéndose pasar por una mendiga.
Descartó esa posibilidad y continuó caminando, ajeno a sus pensamientos.
Tras dar unos pasos, de repente al chico le vino un escalofrío por la espalda, y dio media vuelta, alerta. Se sorprendió al descubrir que no había nadie en el camino, y el lugar donde estaba la anciana sólo era otro espacio vacío. No había ni rastro de ella, parecía como si aquella mendiga sólo hubiera sido una ilusión.
El joven se quedó un rato parado mientras buscaba a la anciana con la mirada por todos lados, bastante sorprendido. Creyó que se trataba de un fantasma o algo por el estilo, quizá de algún fenómeno paranormal:
- ¿¡Eduardo, qué haces ahí parado!?- le gritó Jack un poco más lejos- ¡si no quieres perderte, más vale que no te separes de nosotros!
- ¡Sí, ya voy!- respondió el chico desde la distancia.
Éste corrió hasta alcanzarlos, aún con la conciencia intranquila y preocupada. No dejaba de preguntarse, confuso, qué habría sido de la mendiga que habían visto hace unos segundos. Movió rápidamente la cabeza a ambos lados e intentó no pensar en ello.
Unos ojos sonrientes los observaban ocultos desde la hierba.

El grupo seguía andando. Cuando por fin se hubieron olvidado de la mendiga y su aparición, en cierto punto del camino Jack dio un paso en falso. Los demás se dieron cuenta cuando se abrió un enorme agujero en el suelo y cayeron irremediablemente en él.
En el fondo del agujero, todos apretados y doloridos, exclamaban con dolor:
- ¡Quitaros de encima, no puedo respirar!- se quejó el mago, que era la base de soporte del resto de sus compañeros.
- ¡Ay, mi cuerpo!- exclamó Erika con dolor- ¡me duele todo el cuerpo!
- ¿Qué ha pasado?- preguntó Eduardo, tratando de levantarse.
- ¿Es obvio, no crees?- respondió Rex, quejándose de una pata- hemos caído en un agujero.
Marina se levantó y estudió más a fondo la situación:
- Esto no es un agujero natural. A juzgar por su profundidad y las marcas de una pala por las paredes, puedo decir que se trata de una trampa. Alguien ha debido de cavar este hoyo para nosotros.
- ¿¡Ah, sí!?- dijo Erika, ya en pie- ¿¡Y quién ha sido el idiota que lo ha hecho!? ¡Cuando lo coja le voy a…!
En ese momento, una risa gamberra respondió a su pregunta. Los demás se levantaron y miraron arriba, a la salida de la trampa. Se sorprendieron con la boca abierta al ver a la misma mendiga que estaba sentada a un lado del camino, mientras los observaba partiéndose de risa:
- ¡¡La anciana!!- exclamaron todos a la vez.
- ¡Menudos pardillos!- dijo la mendiga oculta con sus trapos, y con una voz más joven de lo que aparentaba- ¡y yo que pensaba que me iba a ser más difícil que cayerais en una de mis trampas!
- ¡Maldita vieja rastrera!- exclamó Jack, enfadado y con el puño apretado.
Aquel comentario pareció molestarle a la anciana, que enseguida dejó de reír y replicó:
- ¡Oye no te pases, que aún no he cumplido los veinte! ¡Todavía falta mucho para que me salgan arrugas y se me vuelva el pelo de color blanco!- que luego añadió- éste es sólo uno de mis muchos disfraces, con los que engaño a ingenuos viajeros como vosotros.
- ¿¡Qué!?- exclamó Marina, confusa.
- Así es, os mostraré mi verdadera identidad- asintió la mendiga con la cabeza.
Enseguida empezó a dar vueltas tan rápido que parecía un torbellino sin pausa. En cuestión de segundos, desaparecieron los harapos de mendiga, dejando tras de sí ropa juvenil e informal. Sin embargo, la nueva ropa que llevaba contrastaba con la cabeza. Los demás la miraron con cara rara, y ella misma se dio cuenta de que aún llevaba la máscara. Parecía el payaso sacado de un circo:
- ¡Maldita sea!- exclamó para sí, frustrada- ¡siempre me pasa lo mismo, nunca consigo quitarme la máscara…tengo que practicar más la técnica del cambiazo!
La joven desconocida se quitó la máscara manualmente y la guardó en la pequeña mochila que llevaba a su espalda:
- ¡Uf, qué alivio…ese disfraz me estaba abrasando! ¡Y encima con el calor que hace…da gusto no llevar ropa de más encima!
El grupo por fin pudo ver claramente a la nueva desconocida que les había tendido la trampa. Era una chica joven, aproximadamente de unos diecisiete años. De estatura mediana, con el pelo liso, corto y de color castaño claro, llevaba dos alegres coletas atadas a su cabello. Tenía unos brillantes y enérgicos ojos marrones. Se caracterizaba por llevar ropa con colores cálidos y en diferentes tonos de naranja:
- ¡Cuando salga de aquí, te voy a matar!- la amenazó Jack.
- No lo creo- dijo la chica, sonriente- tengo que ir a comprar comida, porque ya me está rugiendo el estómago.
La desconocida sacó varias carteras del bolsillo perfectamente reconocibles:
- Además, con el dinerillo extra que acabo de ganar, hoy podré pegarme un buen banquete.
Todos se fijaron en las cuatro carteras, las cuales reconocieron enseguida. Después de buscar y registrar sus bolsillos sin resultados, alzaron sus miradas arriba completamente perplejos:
- ¡No puede ser…! ¿¡Cuándo has…!?
- ¡Pues lo son!- les dijo sonrientemente la chica- ¡y ahora son mías!
- ¡Serás…!- exclamaron todos, enfadados- ¡devuélvenoslas!
La desconocida volvió a guardar las carteras en su bolsillo mientras decía:
- Bueno gente, tengo que irme a comer… ¡gracias por el dinero!
La chica usó rápidamente una bomba de humo y la tiró al agujero donde se encontraban los demás. Mientras el grupo tosía y se disipaba el humo, volvieron la vista arriba. Cuando recuperaron la visibilidad, se sorprendieron al ver que la desconocida había desapareció sin dejar rastro:
- ¿Quién era esa y cómo pudo robarnos las carteras?- preguntó Erika.
- Debe de ser una ladrona profesional, porque alguien normal no podría robarnos sin notar el cambiazo- respondió Jack.
- ¡Dejemos eso por el momento, ahora salgamos de este espacio tan estrecho y reducido!- dijo Rex, tratando de trepar por las paredes- ¡este sitio me agobia!
Los demás asintieron con la cabeza. El estar apretados allí dentro era muy incómodo, y además agobiante. Entre todos lograron que, uno a uno, fueran saliendo del agujero. Con Jack y Marina haciendo de base, el resto se apoyaba en sus manos, con las que impulsaban arriba, y de un pequeño salto lograban alcanzar la superficie. La operación llevó un par de minutos, pero finalmente el grupo consiguió salir del profundo agujero.
De nuevo en el camino, y agotados por el proceso de escape de la trampa, buscaron con la mirada a la joven desconocida, sin resultados. Habían tardado demasiado en salir del agujero, y ya era imposible localizar a la ladrona:
- Maldita sea, la hemos perdido- comentó Rex, frustrado.
- Podríamos buscarla- propuso Eduardo- no debe de andar muy lejos.
- No tenemos tiempo para eso- dijo Jack- tenemos que llegar cuanto antes al Templo Sagrado…un par de platines no valen más que el mundo de Limaria.
- Supongo que ya no hay solución al problema…- dijo Marina, abatida.
El grupo suspiró vencido, y continuó tristemente el camino. No tenían dinero ni para comprar un chicle o un caramelo. Fue entonces cuando Eduardo comprendió la situación de los pobres mendigos que tenían que buscarse la vida hasta de debajo de las piedras.

No tardaron en encontrar un restaurante a un lado del camino. A todos les rugía el estómago, pues no habían probado bocado desde aquella mañana. Sabían que no podían salir sin pagar, pero la tremenda sed que tenían les hizo acercarse a la taberna. Querían saber si al menos podían beber un vaso de agua, por caridad de unos viajeros cansados.
Al cruzar la entrada al restaurante, los olores invadieron sus sentidos. Mientras caminaban en dirección a la barra del bar, iban mirando mesa por mesa los exquisitos platos que habían servidos en cada una de ellas. Durante ese corto trayecto, sufrieron al volver a oír rugir sus estómagos con más fuerza que antes. Se les hacía la boca agua con aquellos manjares delante de sus ojos, pero al mismo tiempo muy lejos de sus estómagos.
Cuando llegaron a la barra, el camarero les atendió con indiferencia:
- ¿En qué puedo servirles, forasteros?
- Cinco vasos de agua, por favor- pidió el mago con la garganta seca- uno de ellos en un plato hondo, si no le importa.
- ¿Disculpe?- preguntó el camarero extrañado, que lo miró con cara rara.
- Es para nuestro perro- intervino Erika, señalando a Rex- como sabe, a los perros les cuesta beber por un vaso.
El camarero miró al can, y dijo con indiferencia:
- Ah, para el chucho…no se preocupen, una cacerola vieja será idónea para ese animal sucio y pulgoso. Asegúrense de que no contagia a los demás clientes.
Cuando el tipo detrás de la barra se fue a atender sus peticiones, Rex gruñó por lo bajo. Aquel comentario le había enfadado y quería decirle un par de cosas al camarero sobre su conducta hacia los clientes y su antro de mala muerte. Cuando estuvo a punto de pronunciar palabra, Erika le cerró el hocico con las dos manos y le susurró en voz baja:
- Aquí no, Rex…nadie de este lugar sabe que los perros Kengo pueden hablar. Si te descubren, se va a armar una buena…más vale que no digas na…
En ese momento la chica paró de hablar al ver que unos tipos sentados en una mesa un poco más lejos la miraban de forma rara. A juzgar por sus caras confusas y extrañadas, la joven imaginó que aquellos tipos pensaban que estaba loca. Disimuladamente comenzó a acariciar a Rex exclamando:
- ¡Ay, mi perrito bonito! ¿A qué vas a comerte toda la comida? ¿Verdad que sí? ¡Eres un perrito muy bueno!
Erika suspiró al notar que ya no la observaban. Se levantó de nuevo y, al igual que los demás, cogió su vaso de agua. Sintió de repente un alivio interior al refrescar su garganta con agua. Sin duda la necesitaba. Rex por su parte, bebió de mala gana de la cacerola que le había servido el camarero. Además de vieja y casi podrida, estaba sucia y apestaba a meses sin limpieza.

Mientras bebían la poca agua servida en sus vasos, Eduardo volvió la vista para mirar el resto de mesas que había en aquel local. Se sorprendió bastante al fijarse en una extraña chica de pelo castaño corto y claro, con dos coletas, sentada en una de ellas. La joven comía salvajemente unos platos de fideos y tallarines, y echaba mano alocadamente de todos los platos variados que tenía en la mesa. El resto de mesas cercanas la observaban perplejos, parecía que la chica no había comido durante días.
De repente Eduardo se acordó de aquella individua, y exclamó señalando:
- ¡¡Es ella, la que nos robó el dinero!!
Los demás se giraron, y corrieron enfurecidos a su mesa al grito de:
- ¡¡Tú, ladrona, devuélvenos nuestro dinero!!
La chica oyó sus gritos, sorprendida. Al girarse y descubrir que aquellos eran las últimas víctimas de su robo dejó de comer, perpleja:
- ¡Mierda, la pasma!- exclamó la desconocida con coletas.
Rápidamente se levantó de la mesa y salió corriendo por la puerta con un trozo de pan sobresaliendo por su boca y varios alimentos en los brazos, de los cuales algunos cayeron por el camino. El grupo la siguió por detrás mientras oían del camarero a gritos a sus espaldas:
- ¡¡Eh, que todavía no me habéis pagado…ladrones!!
No hicieron caso a las advertencias del tipo del local, y se alejaron corriendo del restaurante tras la pista de la desconocida. Aquella vez no estaban dispuestos a perderla de vista de nuevo, y continuaron la persecución decididos hasta internarse entre unos árboles.

Tras unos segundos de intensa marcha rápida, el grupo no pudo más y paró, cansado. Estaban todos agotados por el esfuerzo físico, y se habían esforzado en vano. Por desgracia, la chica de las coletas había vuelto a desaparecer:
- ¡Maldita sea, qué rápida es…!- dijo Jack, frustrado- ¡se ha vuelto a escapar!
- Me temo que nunca la atraparemos…- comentó Marina, jadeando de cansancio.
Todos suspiraron de nuevo, derrotados. A punto de darse por vencidos y dar media vuelta de regreso al camino, Eduardo detectó algo raro en uno de los árboles. Sorprendentemente había una cremallera pegada en el tronco, algo insólito y extraño en dicho tipo de planta.
Con un gesto de manos, el chico avisó a los demás señalando al objetivo, y todos sonrieron al mismo tiempo. El grupo se acercó en silencio al árbol con cremallera y lo rodearon. A la señal de Jack, todos se lanzaron contra él para atraparle.
De repente, antes de que tocaran el árbol, saltó una trampa de redes que los atrapó a todos dentro de ella y los elevó, quedando sujetos balanceándose en el aire:
- ¡Oh no, era otra trampa!- exclamó Erika.
En ese momento se oyó otra risa burlona, conocida por todos. La aparente cremallera del árbol se despegó del tronco y cayó al suelo, mecida por una ligera brisa. Comprobaron sorprendidos que se trataba de una simple pegatina con apariencia y forma de cremallera:
- ¿De verdad creíais que sería tan fácil cogerme?- dijo la desconocida con coletas, que apareció de detrás de otro árbol y caminaba hacia ellos.
- ¡Devuélvenos nuestro dinero, ladrona!- exclamó Jack, amenazante.
La chica rió descaradamente delante de ellos, y los miró diciendo:
- ¡Ni lo sueñes!- se quejó frustrada- ¡por vuestra culpa no pude comer tranquila en el restaurante! Ahora tendré que ir a otro sitio porque los de ese local ya saben a qué me dedico.
Con una sonrisa pícara y a la vez maliciosa, dijo:
- Como castigo, ahora os pondré una trampa más difícil…a ver cómo salís de ésta.
Mientras la desconocida preparaba un hechizo mágico directo hacia ellos, una voz no muy lejos pronunció rápidamente:
- ¡Antimagia!
De repente aparecieron barreras mágicas que rodearon a la ladrona. Ésta, sorprendida y perpleja, miró a su alrededor sin palabras:
- ¿¡Pero qué…!?
Se formó una jaula mágica con la unión de todas las partes, que impidió a la chica con coletas reaccionar a tiempo, y se vio encerrada entre ellas. Con el hechizo mágico anulado y la desconocida inmovilizada, ya no tenían nada que temer.
En ese momento apareció Rex de entre los árboles, para sorpresa de los demás. Había estado oculto todo el tiempo, y nadie se había dado cuenta de su ausencia:
- Todo ha salido como esperaba- sonrió el perro caminando hacia ellos- ya sabía de antemano que el árbol con la cremallera era una trampa, pero no sabía dónde te escondías. Tuve que usar a Jack y los demás como cebo para que salieras de tu escondite y así poder atraparte.
El resto del grupo felicitaba a gritos y exclamaciones a Rex, por su gran ingenio y astucia, mientras la chica con coletas se quejaba de su mala suerte:
- ¡Jo, hoy no es mi día…es la primera vez que me atrapan!- exclamó la desconocida.
- ¡Hoy te has metido con los viajeros equivocados, ladrona!- gritó Eduardo.
- ¡Bien hecho, Rex! ¡Eres un genio!- le felicitaban sus amigos desde la trampa.


El perro caminó hacia sus compañeros y los liberó cortando los hilos de las redes. Estando ya el grupo al completo liberado, entre todos ataron con una cuerda a la chica a un árbol:
- ¡Ay, más cuidado!- se quejó ésta un poco de dolor- me habéis atado un pelín tirando a fuerte…estoy incómoda, ¿no podríais aflojar un poco el nudo?- y luego dijo con cara de pena- porfa…
- ¡¡No!!- gritaron todos a la vez.
Marina encontró las carteras en la mochila de la desconocida, y suspiró aliviada:
- Menos mal, el dinero aún sigue en su sitio.
Mientras la maga devolvía a cada uno su cartera, la chica atada protestaba:
- Bueno, ahora que ya tenéis el dinero, supongo que puedo irme.
- ¡De eso nada!- le cortó Jack- antes tenemos que hacerte unas preguntas.
- ¿¡Qué!?- exclamó la desconocida- ¿¡será una broma, no!?
El mago se acercó a ella y le dijo sin rodeos:
- Para empezar, ¿quién eres y de dónde vienes?
Viendo que la chica se negaba a responder, Jack le advirtió:
- Hasta que no respondas, no vamos a dejarte ir…y si sigues negándote, vamos a dejarte aquí atrapada.
- ¡No voy a deciros nada!- dijo la chica con coletas frunciendo el ceño.
A Eduardo le pareció extraño que aquella chica ni siquiera tuviera intención de decir su nombre. Parecía decidida en no revelar su identidad ni origen de procedencia. Imaginó que lo más seguro es que ocultara algo relacionado con ella misma, y a juzgar por ser tan cabezota debía de ser algo muy importante:
- ¿Por qué no nos dices al menos tu nombre?- preguntó Marina.
- ¡No puedo decirlo y punto!- cortó la desconocida.
- Muy bien, entonces llamaremos a los guardias del distrito para que te arresten y te manden a la cárcel- dijo Rex.
Al oír eso, de repente la chica con coletas cambió de expresión a horror. Los demás se dieron cuenta de ello:
- ¡No, por favor, no lo hagáis!- exclamó, alterada- ¡cualquier cosa menos eso!
- Sólo dinos tu nombre, no queremos nada más- dijo Erika- no es mucho pedir, ¿verdad?
El mago, cansado de que la rehén no contestara a sus peticiones, le dijo en tono más amenazante:
- Es la última vez que lo repito, y no lo volveré a decir… ¿cómo te llamas?
La chica con coletas se quedó perpleja y muda. Sin palabras para expresar el miedo que sentía, tembló de horror al tener que mostrar su identidad. El grupo no entendía por qué aquella joven tenía tanto miedo de desvelar su nombre, pero muy pronto iban a averiguarlo. Con esfuerzo, y muchas dudas, la chica finalmente pronunció:
- Me llamo Cristal.

- ¿Cristal?- preguntó Erika, sorprendida, que luego exclamó- ¡qué nombre más bonito!
- ¿Y por eso tenías tanto miedo?- comentó Eduardo, riéndose- ¿Acaso ves que te ha haya pasado algo? ¡No vamos a hacerte nada! ¿Verdad, chicos?
El joven miró a sus compañeros y él también se sorprendió al ver sus caras con la boca abierta. Jack, Marina y Rex no podían creer lo que oyeron. Estaban perplejos y mudos de la sorpresa:
- ¿Qué es lo que pasa?- preguntó Eduardo, confuso, al no enterarse de nada.
- ¿¡Tú eres Cristal!?- preguntó Jack, alucinado- ¿¡la princesa del reino de Oblivia!?
Eduardo y Erika se quedaron perplejos. Asombrados por ello, ambos exclamaron:
- ¿¡Qué!? ¿¡Una princesa!?
- En la Tierra no se sabe nada acerca de los reinos y reyes de Limaria, es normal que no la conozcáis- explicó Marina a los dos jóvenes.
- ¿¡Eres la famosa princesa de Oblivia qué está en busca y captura!?- preguntó Rex, sorprendido- ¡Hace meses que piden una recompensa de dinero bien grande por tu cabeza!
- ¡¡Un momento, un momento!!- exclamó Erika, confusa- ¡me he perdido…! ¿¡De qué estáis hablando!? ¡¡No entiendo nada de lo que ocurre!!
Jack la miró y le explicó la situación:
- Resulta que esta chica es la princesa de Oblivia, y hace meses que desapareció de su reino. Los reyes la están buscando por toda Limaria, y entregarán al que la encuentre una recompensa de un millón de platines.
Eduardo y Erika se quedaron asombrados ante aquella cantidad de dinero. No imaginaban que aquella desconocida tuviera tanto valor. El mago volvió la vista a Cristal, pensativo, diciendo:
- Lo que no entiendo es por qué está aquí, en el continente central…alejada a millones de kilómetros del continente oeste, donde se encuentra el reino de Oblivia.
Tras unos segundos de silencio, Cristal bajó la cabeza y suspiró. Los demás la dejaron hablar:
- Me escapé de casa hace meses y vivo vagando por el mundo de Limaria como una mendiga…- explicó la chica- al igual que casi todas las princesas, tenía el pelo largo, de modo que oculté mi identidad dejándome el pelo corto y con dos coletas. Además de eso, tengo los muchos disfraces que guardo en mi mochila, para asegurarme de que nadie me reconozca.
- Pero… ¿por qué te escapaste de casa?- preguntó Marina, confusa- ¿es que tus padres, los reyes de Oblivia, no te quieren?
- ¡No es eso, claro que me quieren!- dijo Cristal- ¡y yo a ellos también!
- ¿Entonces a qué se debe esa fuga?- continuó Erika, curiosa.
La chica con coletas se sonrojó un poco, pero luego dijo:
- Porque mis padres quieren obligarme a casarme con un príncipe al que ni siquiera conozco…esa es la razón de mi huida.
El grupo cada vez oía más sorpresas, una detrás de otra. Perplejos y asombrados, se quedaron sin palabras:
- Por eso no puedo volver…- dijo Cristal- ¡no pienso casarme con alguien a quien no amo!
- Pero eso es…terrible…- comentó Erika- ¿cómo pueden obligar unos padres a que su hija se case con cualquiera?
- Según ellos, dicen que es por mi bien, por el del reino… ¡y una porra!- exclamó la chica- ¡ellos no piensan en mí, sino en sus intereses políticos y económicos! ¡Hasta que no cambien de opinión, no pienso volver!
- ¿Y por qué te dedicas a robarle dinero a la gente?- continuó Rex- sabes que eso no está bien.
- Porque no llevo nada encima, y si me descubro a los demás para conseguir lo que quiero, todos se enterarían de quién soy en realidad- respondió Cristal- he tenido que arreglármelas sola todo este tiempo para buscarme la vida, y he aprendido algunas técnicas muy útiles para engañar a los viajeros y coger algo de dinero.
Eduardo la miraba de arriba abajo detenidamente, y Cristal se dio cuenta de ello:
- ¿Y tú qué miras?- le preguntó, frustrada- ¿Tengo monos en la cara o qué?
- Simplemente no me puedo creer que seas una princesa…- respondió el chico, pensativo- no te pareces en nada a las de los cuentos. Yo me imaginaba a alguien dulce y bondadosa, con vestido, una carroza mágica, y muchas hadas y animales del bosque a su alrededor.
La chica con coletas lo miraba a regañadientes mientras oía decir a Eduardo:
- En cambio tú eres una ladrona que anda robando dinero a la gente y haciéndoles caer en tus trampas. No eres para nada dulce, ni muchos menos bondadosa y honrada. En lugar de un majestuoso vestido, llevas harapos viejos y ropa juvenil de aventurera. Tampoco tienes una carroza ni nada mágico, y lo que hay a tu alrededor son broncas y gritos que espantarían hasta a los más dulces animales del bosque.
- ¡Y tú eres un crio maleducado!- le respondió Cristal, frunciendo el ceño- Todas esas cosas que dices las repugno. Los vestidos rosas, el maquillaje y los zapatos cursis no van ni conmigo ni con mi personalidad.
Al cabo de unos segundos de silencio, y viendo las caras pensativas de los miembros del grupo, la chica con coletas les dijo a los demás:
- ¿Y ahora qué, eh? ¿Llamaréis a los guardias del distrito y me devolveréis de vuelta a Oblivia?- luego añadió con sarcasmo- ¡vamos, tenéis un millón de platines atados a un árbol! ¿A qué esperáis para conseguirlos?
Los demás la miraban sin saber qué hacer. Pensaban que lo más lógico y beneficioso sería entregarla a las autoridades y así conseguir la fortuna de platines. Aquella chica había cometido demasiados crímenes, y lo más correcto era que se mereciera lo justo. Se reunieron en círculo y comenzaron a debatir la situación:
- ¿Qué hacemos, chicos?- preguntó Jack, indeciso.
- Podríamos hacer muchas cosas con un millón de platines- comentó Rex- por ejemplo, nos ahorraríamos caminar millones de kilómetros si pagamos transporte.
- Es una buena idea…- intervino Marina, que luego dijo con pesar-…pero me da pena entregarla a un futuro matrimonio sin amor…en nuestras manos está su futuro.
- ¿Y qué os parece si la llevamos con nosotros?- propuso Eduardo- puede que sea una buena aliada en la batalla.
- ¡Ni hablar!- cortó el mago- ¡apenas la conocemos y ya sabemos de lo que es capaz! Basta con darle algo de confianza para que un día se largue con todo nuestro dinero y puede que más.
- Pero a mí no me parece tan mala como aparenta- comentó el chico- démosle una oportunidad.
- ¡He dicho que no y es que no!
En ese momento iban a preguntarle a Erika su opinión al respecto sobre el tema. Sin embargo, no estaba reunida en círculo con ellos. Al darse la vuelta, contemplaron sorprendidos y perplejos cómo la chica cortaba las cuerdas que ataban a la ladrona:
- ¡Erika! ¿¡Pero qué haces!?- exclamó Jack- ¿¡Te has vuelto loca!?
La chica no hizo caso de las advertencias del mago. Le tendió la mano con confianza a la princesa, y le preguntó con una sonrisa:
- Dime, Cristal… ¿cuál es tu sueño?
- ¿Mi…sueño?- preguntó la chica con coletas, sorprendida ante la actuación de Erika.
- ¡Sí, el mayor sueño de tu vida! ¿Debes de tener alguno, verdad?
Cristal se sorprendió con aquella pregunta, jamás alguien antes se la había formulado. Con un poco de dudas y esfuerzo, finalmente pronunció con confianza y algo colorada:
- Quiero…encontrar al amor de mi vida, y cuando lo haga, se lo presentaré a mis padres…- dijo sonriente- si me caso, quiero que sea por amor.
- Tu sueño es muy bonito, ¿lo sabías?- luego preguntó con una gran sonrisa cálida- Cristal, ¿te gustaría unirte a nosotros? Recorremos el mundo de Limaria con un único e importante objetivo. Durante el camino alomejor encuentras al amor de tu vida, ¿qué me dices?
Jack y los demás escuchaban atónitos las palabras de Erika.  La chica se giró a sus amigos y les sonrió igualmente diciendo:
- Tranquilos, confío en ella.
Ni la misma Cristal podía creérselo, que asombrada y sin palabras, tan sólo pudo decir:
- ¿De verdad? ¿Y comeré bien cada día?
- De verdad- le sonrió Erika.
- ¡Entonces vale!- exclamó alegremente Cristal- ¡Me uniré a vosotros!
La princesa tendió la mano de la chica, y ésta la ayudó a levantarse. A pesar de la cara larga de Jack, Eduardo, Marina y Rex corrieron a rodear a Cristal, alegres y sonrientes. Finalmente el mago suspiró, y corrió a reunirse con sus compañeros. Aunque al principio no le agradara mucho la idea, debía darle al menos una oportunidad al nuevo miembro del grupo.
La princesa Cristal, del reino de Oblivia, había encontrado un nuevo grupo de gente simpática, cuyos miembros le ofrecieron una nueva oportunidad para empezar de nuevo. Por primera vez desde que huyó de casa, sentía una extraña sensación cálida y llena de alegría que la abrazaba por dentro, como un profundo torrente de calma y paz interior.