miércoles, 29 de mayo de 2013

Posible retraso del capítulo 44


¡Hola de nuevo, valientes e intrépidos bloggerienses! Hoy dispongo de muy poco tiempo (por no decir nada), así que esta entrada será mucho más corta que las demás. ¡Venga, arriba todos, que hoy no os mareo con mis delirios de estudiante en sus últimas semanas de horrible época de exámenes! (al menos deseadme suerte, porfis T.T)

El próximo capítulo será otro paréntesis en la historia, pero cargado de importantes momentos emocionales. Esta nueva entrega, titulada "Recuerdos", la protagonizará uno de los integrantes del equipo de aventuras, que revivirá el pasado de su vida a través de la memoria, y descubrirá cosas que hasta ahora desconocía.

No digo nada más porque ya he hablado bastante y no quiero spoilear. Debido a ya sabéis qué he tenido muy poco tiempo para escribir este capítulo, y lamentablemente llevo escrito aproximadamente el 60%.

Es muy probable que no lo termine para este fin de semana, pero intentaré esforzarme para acabarlo cuanto antes. A lo mejor tengo suerte y lo termino para este finde, y a lo mejor no. En cualquier caso, lo que sí es seguro que lo acabaré algún día de estos. Como siempre, ya sabéis que si me retraso me esfuerzo para publicarlo durante los siguientes tres días, aunque me lleve mucho trabajo.

Por suerte sé que cuento con vuestra increíble paciencia. ¡Muchas gracias por estar siempre ahí y aguantar mis tardíos retrasos con los capítulos de esta historia! :D

PD: ¡Suerte a todos los estudiantes que estáis en la misma situación que yo! ¡Ánimo! 

viernes, 24 de mayo de 2013

Curiosidades de FF: MP (Volumen 1)

¡Hola hola hola, amigos bloggerienses! ¿Qué tal os va por la vida? ¡A mi genial, y con tan buen humor que parece que estoy en las nubes! (¡como alguien me baje de ellas, literalmente lo mato! xD)

Hace bastante que se me ocurrió la idea, pero como no teníamos la historia muy avanzada, pues no podía contaros las curiosidades: muchas tienen spoilers. He decidido publicar una serie de entradas, dedicadas exclusivamente a aquellos aspectos de este fanfic que se pueden considerar "curiosidades". Estoy seguro de que algunas os las esperabais (resultan bastante lógicas), otras os pillarán por sorpresa; algunas os harán reír, otras os dejarán con la boca abierta; algunas os harán recordar cosas de anteriores juegos de Square Enix, otras serán absolutamente nuevas, etc.

Como no tengo contadas las curiosidades una a una de esta historia, pues iré publicando cada cierto tiempo un volumen de éstas (tampoco los tengo contados), que intentaré que tengan al menos diez (por cada volumen). Dejo claro que son muchas, y es muy probable que la mayoría surjan de repente en mi cabeza porque me acuerde de algo. Tampoco descarto la posibilidad de que incluya más de aquí a los próximos 10-15 capítulos que quedan de historia.
Mi única intención con esto es que conozcáis un poco más a fondo FF: MP, y que relacionéis los aspectos que informo con la historia en general de este fanfic. También aviso que muchas de las curiosidades están relacionadas directamente con mi persona y mi propia vida personal, que han influido muchísimo a la hora de crear este proyecto.

Sin más, os dejo con el primer volumen de curiosidades de Final Fantasy: Memories of a Promise:

1.- El propio título del fanfic, "Memories of a Promise", traducido como: "Recuerdos de una promesa", resume en cuatro palabras toda la historia, ya que ésta gira alrededor de la cálida promesa eterna de los dos jóvenes protagonistas. Todos los hechos y acontecimientos que ocurren a lo largo de la novela forman parte de los recuerdos de dicha promesa.

2.- Elegí como arma del joven protagonista la "llave espada", cuyo guiño hace clara referencia a la saga de "Kingdom Hearts". Las aventuras de Sora, Donald y Goofy, junto al resto de sus amigos, marcaron gran parte de mi infancia, y quería reflejarla de alguna forma en mi propia historia.

3.- Le puse mi propio nombre al protagonista, porque en la mayoría de juegos de Rol/RPG puedes ponerle el nombre que quieras al personaje principal. Mucha gente, para sentirse protagonista de la historia, le pone su propio nombre al héroe/heroína. Yo también quería serlo, y de ahí que no fuera menos.

4.- En un principio tenía claro que habrían dos armas sagradas: la llave espada y la vara mágica. Ésta última al principio se llamaba "Vara espada" (a juego con la otra), pero con el tiempo descubrí que no le pegaba, y que dicha arma no tenía sentido ni lógica. Al final, opté por cambiarle "espada" por "mágica", ya que la portadora es una maga.

5.- Si os habéis fijado, a medida que avanza el transcurso de la historia, los protagonistas también se vuelven más fuertes, como en cualquier juego de la saga. Una prueba de ello es que usan ataques definitivos (Estocada Oscura, Último Arcano, Sanctus, Fulgor, etc.), y las magias elementales que usan cada vez son más poderosas (Piro++, Hielo++, Electro++...). Este tipo de ataques no los tenían al principio de la historia.

6.- En total hay 4 cuatro guardianes de la fuerza que aparecen en FF: MP. Ya conocemos a los tres primeros elementales del fuego, el hielo y el rayo (Quetzal, Shiva e Ifrit), pero... ¿Quién es el cuarto que falta? (Mirad de nuevo la entrada con todos los G.F. del juego original y apostad xD)

7.- Hay varios momentos que homenajean a anteriores Final Fantasy, y estoy retocando un poco el final para que sea otro de esos momentos aunque, claro está, llevará la insignia propia de FF: MP. Es muy probable que hayan más momentos ocultos a lo largo de estos aproximadamente 50 capítulos, y trataré de investigarlos a fondo para daros a conocerlos todos.

8.- La temática principal de la historia surgió a raíz de la séptima entrega de la saga (Final Fantasy VII), con la amenaza de un meteorito que amenaza con destruir el planeta. A pesar de los cambios incluidos y las modificaciones realizadas, ciertamente guarda más parecido con esta entrega que con ninguna otra.

9.- La identidad del protagonista y su situación en FF: MP recuerdan mucho a la historia de Roxas, en Kingdom Hearts II. Llevaba viviendo toda su vida en un mundo irreal, en un sueño. Todo cuanto él creía que tenía era mentira, y al final acabó descubriendo quién era en realidad. Me gustó mucho la situación de este personaje, y quise incluirla en el fanfic.

10.- Antes de yo nacer, mis padres tenían dos nombres que querían ponerme y les gustaba: o Gabriel o Eduardo. Quería plasmar en FF: MP cómo hubiera sido mi otro yo de haberme llamado Gabriel. Al final me pusieron el nombre que todos conocéis ahora, y la verdad es que me encanta. No me arrepiento de llamarme Eduardo.

Y hasta aquí el primer volumen de curiosidades de Final Fantasy: Memories of a Promise. ¡Espero que os haya gustado, y hasta la próxima! :D

PD: Ya he empezado a escribir el siguiente capítulo de FF: MP, pero como es lógico aún me falta mucho para terminarlo. Intentaré esforzarme durante esta y la próxima semana que viene para acabarlo, ya que si consigo publicarlo el fin de semana que le toca... ¡no me habré retrasado! :D
Me gustaría no romper mi récord de compromiso, y estoy seguro de que vosotros tampoco (bueno, puede que me haya pasado un poco de creído, jejeje xD). Como siempre, dentro de unos días daré a conocer el título de la próxima entrega.
¡Estad atentos, bloggeros! :)

martes, 21 de mayo de 2013

Capítulo 43: Una terrible verdad


Capítulo XLIII
UNA TERRIBLE VERDAD
Eduardo abrió los ojos de repente, sorprendido por el inquietante y estruendoso ruido a su alrededor. Se quedó atónito y perplejo al descubrir que estaba en la cubierta superior exterior de Valor Alado, junto a sus amigos. Justo cuando se preguntaba qué hacían todos allí, bastó ver las caras horrorizadas de los demás mirando al cielo para intuir que algo malo ocurría.
El chico hizo lo mismo que ellos. Alzó la vista al cielo, y la expresión pálida y aterrada se reflejó en su rostro como si hubiera visto un fantasma. Con los ojos y la boca muy abierta, el cuerpo de Eduardo se estremeció y paralizó en cuestión de instantes, mientras su corazón encogido y asustado palpitaba débilmente entre dos latidos.
A pesar de no haber visto nunca lo que contemplaban sus ojos, en su interior sabía muy bien lo que era aquello:
- ¡Eso…eso es…!- dijo Ray, temblando y sin palabras.
El grupo entero lo conocía, y la clara prueba de ello era el profundo miedo y terror que sentían en aquellos momentos. La pesadilla por la que tanto ellos como el mundo entero temían por fin había cobrado forma, y su presencia allí borraba toda esperanza posible de salvación. La primera parte de la profecía se había cumplido, y con ella lo acompañaba el día del fin del mundo:
- ¡Ése es…Ludmort!- afirmó Alana, completamente horrorizada.

Aquella aberración de la naturaleza era imposible de describir con palabras. El ser que amenazaba con destruir el planeta se trataba de una colosal criatura de volumen y proporciones continentales, con un ancho cuerpo revestido de negro y dotado de unas grandes alas demoníacas. Sus poderosas patas y garras de uñas afiladas, además de sus colmillos, le daban un aspecto mucho más peligroso.
Sumado al imponente horror que provocaba sólo su mera presencia, el diabólico rostro de ojos amarillos de su cara tan sólo transmitía miedo y terror, hasta límites que incluso los más valientes no esperaban. Lo más escalofriante de todo era que el monstruo desbordaba materia oscura por los cuatro costados, y parecía que todo su cuerpo estuviera hecho a base de la más absoluta oscuridad.
Tal y como lo describían las antiguas leyendas desde tiempos ancestrales, Ludmort era un todopoderoso monstruo capaz de destruir fácilmente la vida y la existencia de todo cuanto conocían, y desgraciadamente nadie más en el mundo podía detenerlo salvo dos personas.

Esas dos personas se encontraban ahora frente a Ludmort, dispuestas y preparadas para cumplir con su objetivo. Se habían preparado a conciencia a lo largo de su viaje para el duro trabajo que iban a hacer. Había llegado la hora de la verdad.
El planeta y el mundo de Limaria temblaban bajo sus pies, a pesar de que estuvieran a lomos de Valor Alado y volando en el aire. La llegada de Ludmort al mundo provocaba el desequilibrio de éste, y los devastadores desastres naturales llenaban de caos y destrucción el mundo de Limaria.
Incontables terremotos, inundaciones, tornados, erupciones y tormentas asolaban la mayor parte de los rincones del planeta, desatando en su conjunto el verdadero fin del mundo.

El mago se dirigió rápidamente a los dos jóvenes, gritando:
- ¡¡Erika, Eduardo, ahora os toca a vosotros!!- exclamó Jack- ¡¡llamad a los G.F.!!
La joven asintió firme y decidida con la cabeza, e hizo aparecer mágicamente en sus manos la vara mágica. El chico, todavía sorprendido al verse de repente en aquella situación límite, tardó bastante en reaccionar. Al igual que su compañera, hizo aparecer por arte de magia su llave espada en las manos, y ambas armas sagradas comenzaron a brillar con una intensa luz dorada y plateada, respectivamente.
Las esferas de invocación de sus amigos empezaron a brillar con el destello cegador que tanto conocían, y tras cerrar y abrir de nuevo los ojos varios segundos después, finalmente aparecieron en escena sus aliados más poderosos: los guardianes de la fuerza.
Lo que más sorprendió y dejó boquiabierto a Eduardo fue, además de las tres primeras invocaciones Quetzal, Shiva e Ifrit, encontrarse ante ellos a un cuarto guardián de la fuerza. No pudo ver quién de sus amigos llevaba la esfera del cuarto G.F, debido a las intensas luces cegadoras. Tampoco tuvo tiempo a fijarse en él, ya que enseguida los cuatro se lanzaron a atacar a Ludmort, con un gesto de movimiento de la vara mágica.
El verdadero reto estaba a punto de empezar.

Los cuatro G.F. unidos lanzaron sus correspondientes ataques elementales contra la colosal criatura y chocaron con su poderosa defensa sobrenatural, provocando tremendas vibraciones y ráfagas de aire que hacían temblar la atmósfera a su alrededor:
- ¡¡Vamos, chicos!!- animaba Cristal a las invocaciones- ¡¡acabad con él!!
Tras unos largos segundos de fuertes temblores aéreos en Valor Alado, finalmente los ataques combinados al mismo tiempo de los guardianes de la fuerza lograron destruir la defensa de Ludmort, y la coraza oscura transparente con la que se cubría acabó rota en mil pedazos. Jack y los demás sonrieron al ver que habían cumplido la primera parte, que consistía en destruir la barrera oscura del monstruo.
Los G.F. detuvieron sus ataques y permanecieron quietos a la espera de más órdenes, mientras volvían la vista a Valor Alado y miraban a los dos jóvenes portadores de las armas sagradas.
En la cubierta superior de la aeronave, todos los guardianes tenían ahora puestos sus ojos en Eduardo y Erika, ambos con sus respectivas armas en las manos:
- ¡¡Aún sin la barrera oscura, Ludmort todavía es capaz de destruir el planeta!!- exclamó Jack, seria y decididamente- ¡¡Rápido chicos, haced lo necesario para salvar este mundo!!
En ese momento, y por alguna extraña razón, todos los presentes dirigieron sus miradas al joven elegido de la llave espada. El chico se sorprendió de repente cuando le dijeron:
- ¡¡Deprisa, Eduardo, haz lo que tengas que hacer!!
- ¿¡Qué!?- exclamó él, confuso y perplejo, como si no entendiera nada.

Sus amigos se quedaron horrorizados al ver que el joven no sabía lo que tenía que hacer. Lo que más les asustaba es que parecía ir en serio y que estaba perdido y confuso con su tarea:
- ¡¡No es momento para bromas, Eduardo!!- dijo Alana, seriamente y sin vacilar- ¡¡Déjate de juegos, te aseguro que esto no tiene ninguna gracia!!
El chico se asustaba cada vez más por momentos, y ya no solo por la presencia de Ludmort. A juzgar por las caras serias de sus compañeros, dedujo que definitivamente estaban ante el verdadero monstruo, el último enemigo. Sin duda aquello era el final de su camino por Limaria, y había llegado el momento más temido por todos: la hora de la verdad.

Sin embargo, algo no encajaba allí, algo que extrañamente sólo concernía al chico, y que éste desconocía por completo. Acababa de despertar por arte de magia en la cubierta de Valor Alado, y ya le estaban exigiendo que hiciera un trabajo que sólo él podía hacer, sin saber ni siquiera el cómo hacerlo.
Con la mente en blanco, y sin la menor idea de lo que tenía que hacer, Eduardo respondió diciendo, completamente asustado:
- ¡¡Yo…yo no…no sé…lo que tengo que hacer…!!
Aquella respuesta hizo palidecer repentinamente a todos los miembros del grupo, y pareció que aquellas palabras extinguieron de raíz todo rastro de esperanza en sus ojos. Incluso Erika se quedó horrorizada, y temblaba con la respuesta de su amigo cuando le preguntó, asustada:
- ¿Edu…de verdad tú…no sabes qué hacer?
Muchos de sus amigos seguían atónitos y horrorizados, no podían creer que de verdad Eduardo no supiera nada. En ese momento Jack perdió la paciencia, y apretó los puños y dientes con fuerza. Se acercó al chico con firmeza y le pegó un puñetazo en toda la mejilla, que lo tiró de espaldas al suelo:
- ¡¡Jack!! ¿¡Pero qué haces!?- exclamó Rex, al ver que su compañero le levantaba la mano a un amigo.
Eduardo se levantó de nuevo y se llevó la mano a la mejilla, dolorido por el puñetazo del mago. Cuando volvió la mirada hacia él, se sorprendió con los ojos y la boca muy abierta, al ver la expresión seria y enfadada del mago:
- Después de todo por lo que hemos pasado…por lo que hemos luchado…por lo que hemos renunciado y sacrificado por vosotros… ¿¡es así cómo nos lo pagas!? ¿¡Permitiendo en el último momento que Ludmort destruya el mundo!? ¿¡Permitiendo que todo nuestro esfuerzo haya sido en vano!? ¿¡Permitiendo que mueran millones de personas inocentes!?- exclamó Jack, alzando la voz con enfado- ¡¡Vamos, respóndeme!!

A Eduardo le temblaba todo el cuerpo, y estaba tan asustado que incluso estaba a punto de llorar. Le exigían un trabajo que él desconocía por completo y que suponía la salvación del mundo. Por si eso fuera poco, Ludmort ya había llegado al planeta, y era cuestión de pocos minutos que Limaria fuera reducida a la nada.
Quería y deseaba con todas sus fuerzas poder cumplir con su parte de la profecía, pero siendo él el único capaz de hacerlo no podía. No sabía lo que tenía que hacer:
- Jack…te juro que yo…no sé…no sé lo que tengo que hacer…
- ¡¡No digas tonterías!!- replicó el mago, enfadado- ¡¡Fuiste tú y sólo tú el que entró a la sala del orador y escuchaste las voces de los oráculos!! ¡¡No mientas, ellas te dijeron cómo acabar con Ludmort!!

Aquellas últimas palabras dejaron encogido el corazón del chico palpitando entre dos latidos. De repente comprendió, en un solo instante, que había pasado de encontrarse en la montaña helada de Conaga al día del fin del mundo, tal y como lo había predicho la profecía. Durante todo ese tiempo imaginó que debían de haber derrotado a Helio, conseguido la piedra angular, ido al templo sagrado con Mirto y escuchado las voces de los oráculos, con la respuesta para derrotar a Ludmort.
Fue entonces cuando Eduardo recordó fugazmente todo lo que había pasado, desde que salieron de la montaña de Conaga hasta ese momento, y ocultó su rostro perplejo y sorprendido bajando la cabeza. Su cuerpo dejó de temblar, y en un solo instante pareció calmarse.
Aquel inesperado cambio radical del chico sorprendió bastante a los demás, que no comprendían lo que pasaba:
- ¿E…Eduardo?- preguntó Cristal, un poco asustada.
El tiempo se acababa, y Ludmort ya iba a prepararse para atacar el planeta y destruirlo por completo. Los minutos para la cuenta atrás ya habían comenzado. Todavía con la cabeza y rostro mirando al suelo, el joven dijo seriamente:
- Ahora lo entiendo todo…
- ¡¡Espera!! ¿¡De qué estás hablando!?- preguntó Rex, confuso- ¿¡Ya recuerdas cómo derrotar a Ludmort!?

Eduardo tardó un poco en responder. Pasaron varios segundos de silencio sin respuesta, con la tensión y el miedo a flor de piel, hasta que por fin el chico hizo aparecer mágicamente la llave espada en su mano.
Levantó su extremidad y apuntó con el arma directa a Erika, mientras a ella le recorría un escalofrío por la espalda. Tanto ella como el resto de sus amigos palidecieron y perdieron el color del rostro, cuando Eduardo levantó de nuevo la mirada y le dijo seriamente a la chica:
- Para derrotar a Ludmort, yo…tengo que matarte.

Eduardo despertó de repente de nuevo, tras un grito de terror al tiempo que se levantaba del suelo. Se quedó sentado en su sitio, temblándole todo el cuerpo y jadeando del cansancio. Sudaba y respiraba con dificultad, mientras se miraba sus manos temblorosas.
Justo en ese momento sintió que una persona se acercó a él, y sus manos amigas se apoyaron en sus hombros, en señal de ayuda. El chico asustado levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Erika, que se había agachado junto a él. Parecía preocupada:
- ¿¡Edu, qué te pasa!?- exclamó ella- ¿¡Estás bien!?
El joven todavía estaba demasiado aterrado, y tardó un poco en responder:
- ¡Erika, yo…yo…!- dijo el chico, temblando de miedo- ¡Creía que te…!
- Tranquilo, ya pasó todo- sonrió ella, tratando de calmarlo- sólo era una pesadilla, nada más.
Eduardo reflexionó sobre aquellas últimas palabras, y se sorprendió al mirar a su alrededor. Estaban en una enorme cueva helada, con pequeños y cristalinos témpanos de hielo colgando del techo, y un poco de nieve a varios metros a la redonda. Se quedó boquiabierto al ver a Jack y los demás durmiendo alrededor de una cálida hoguera, que les daba calor y seguridad. Todos llevaban puestas sus ropas térmicas, y un poco más lejos en la entrada, una fuerte ventisca asolaba el exterior.
Se dio cuenta entonces de que todavía seguían en la montaña helada de Conaga, y que lo que había visto tan sólo era una horrible pesadilla. La misma que se repetía una y otra vez, y a la que el joven más temía cada noche, antes de ir a dormir. Suspiró aliviado y se tranquilizó una vez más, al saber que aquella horrible visión solo era un sueño:
- ¿Mejor?- sonrió ella, al ver que estaba más calmado.
- Sí…gracias- respondió él.

En ese momento la chica le dijo, preocupada:
- Llevas un par de noches despertando igual, con gritos, sudando, pálido y jadeando…- luego preguntó, acariciándole la mejilla- ¿es la misma pesadilla, verdad?
Eduardo asintió débilmente con la cabeza, confirmando las dudas de su amiga. La joven le dijo entonces, con cierto temor en sus palabras:
- Últimamente estás muy raro, como si algo te asustara o te diera mucho miedo, y estoy muy preocupada por ti…- y a continuación le preguntó, preocupada- ¿Qué es…lo que ocurre en esa pesadilla? ¿Qué es lo que te da tanto miedo?
El chico tardó un poco en responder. Cada vez que lo recordaba su rostro palidecía de tal forma que parecía haber visto un fantasma. Verse a sí mismo atravesándole el corazón a su amiga, a la persona que más quería en el mundo, era la peor pesadilla que podía imaginar.
Un terrible escalofrío le recorrió la espalda, que Erika notó enseguida con solo mirarlo a los ojos asustados:
- Yo…no puedo…no puedo contártelo…
- ¿Qué?- preguntó la chica, confusa- ¿Por qué no?
- En ese sueño…ocurre algo horrible…- trató de explicar Eduardo, aterrado y temblando de miedo- algo que…que yo no…no podría…
En ese momento Erika se sorprendió al ver que el chico se lanzó a abrazarla, rodeándola fuertemente con los brazos. La joven notó que su amigo la abrazaba con fuerza, como si tuviera miedo de perderla, y se quedó perpleja cuando Eduardo le dijo, completamente asustado:
- Prométeme que todo esto va a salir bien…por favor…
La joven tardó un poco en responder. Nunca había visto a su amigo tan aterrado de aquella forma, e incluso Erika se asustaba al verlo tan preocupado por ella. Desde luego, Eduardo tenía un profundo miedo a raíz de esa pesadilla, que necesitaba a alguien que lo apoyara.
La chica lo abrazó de la misma forma, con fuerza y cariño, y le dijo dulcemente con una media sonrisa:
- Te prometo que todo va a salir bien, que derrotaremos a Ludmort, y que juntos volveremos a casa.
Eduardo sonrió a su vez, más tranquilo y deseando que las palabras de su amiga ojalá fueran ciertas. Respondió sinceramente diciendo:
- Erika…gracias.

A la mañana siguiente el grupo retomó la marcha en su largo recorrido por la montaña de Conaga. Para mayor y agradable sorpresa, en cierta parte del camino y gracias a un tropiezo de Cristal, milagrosamente encontraron una ruta oculta, que daba acceso a un nuevo camino.
Alana y los demás sonrieron al fijarse en el mapa antiguo y descubrir eufóricos que habían encontrado el camino de la ruta roja en el mapa. Parecía que las cosas estaban cambiando a mejor, y que un favorable golpe de suerte los acompañaba a partir de ahora.

Fue desde que tomaron esa nueva ruta oculta, bastante difícil de encontrar, cuando empezaron a hacer un mayor uso del mapa antiguo. Lo que al principio creían que no servía para nada acabó resultando ser el único medio que tenían para seguir adelante y no perderse en el camino.
A partir de entonces sí que notaron un cambio radical con respecto a la situación anterior, en la que por más que caminaban siempre acababan en el mismo sitio, y que estaban dando vueltas en círculos. Ahora ya sentían que de verdad estaban ascendiendo en altura, y que conforme subían más se acercaban a la gran nube que ocultaba la cima de la montaña.
No tardaron más de dos días en internarse dentro del gran banco de niebla. Estando dentro de la enorme nube no llegaban las terribles ventiscas, y tampoco soplaba el viento. Lo más extraño era que allí tampoco habían monstruos, y el lugar parecía tan calmado y tranquilo como el silencio de un cementerio.
La paz y la atmósfera demasiado tranquila, además del silencio sepulcral que se respiraba allí, no inspiraba ni confianza ni seguridad, sino todo lo contrario. Aquel lugar ponía los pelos de punta, y la superstición de Cristal ya se imaginaba que estaban ante la entrada del santuario del guardián de Conaga.
La chica con coletas no tardó en recibir una colleja de Jack, ya que estaba infundiendo miedo y terror en el resto de miembros del grupo. El mago la mandó a callar diciéndole que no dijera esas cosas, y menos en un momento como aquel. Lo último que querían ahora era sentir miedo antes del combate contra el hombre de hielo.

Tras varias horas más de escalada, el grupo finalmente salió del banco de niebla que rodeaba la parte alta de Conaga. Fue un duro y largo camino, pero ya por fin, casi una semana después de abandonar el pueblo de Frozen, habían conseguido lo que creían imposible: llegar hasta la cima de la montaña helada.
Se trataba de una enorme y amplia explanada, cubierta en su totalidad por hielo y nieve, además de varias columnas heladas, imitando grandes témpanos de hielo. A su alrededor no había más que un infinito mar de nubes y un tranquilo y despejado cielo azul.
El silencio sepulcral seguía presente en todo momento, y tan solo se oía el susurro del viento provocado por las corrientes de aire a aquellas alturas. Lo más extraño e inquietante era que, la persona que buscaban, no estaba allí. Se encontraban solos en la cima de Conaga:
- ¿Dónde está Helio?- preguntó Erika, mirando a todas partes y sin bajar la guardia- ¡Dijo que nos esperaría aquí, y sin embargo no hay nadie!
- ¿Nos habrá mentido?- formuló Rex, pensativo- ¿Será esto una trampa?
- ¡No lo sé, pero a mí estos tipos de negro ya me están tocando las mismísimas narices!- comentó Cristal, enfadada- ¡Primero dicen de quedar en un sitio, luego te mantienen en vilo con apariciones inesperadas durante el camino, y al final resulta que tanto esfuerzo por llegar no sirve para nada…como Helio no venga aquí ahora mismo, me voy a cagar en él y en toda su descendencia!
Sin embargo, Ray permanecía aparentemente tranquilo, mirando a su alrededor con precaución y desconfianza. Había algo que parecía inquietarle, y Eduardo enseguida se dio cuenta de su preocupación:
- ¿Qué te pasa, Ray?
- Algo no encaja…ni Helio ni los de la organización Muerte hacen este tipo de cosas…no son de los que mienten sin alguna malvada y retorcida razón…- explicó Ray.
- ¿Qué quieres decir?- intervino Alana.
El chico de negro tardó un poco antes de responder:
- Me refiero a que, si nos han citado aquí, en este preciso lugar…no ha sido por una simple razón- afirmó Ray, seriamente- estoy seguro de que esto se trata de una…

No terminó de hablar, ya que en ese momento se oyó el eco de un terrible y aterrador rugido en toda la cima, que sorprendió de repente a todos. Desde luego, no parecía nada bueno:
- ¿Qué ha sido eso!?- exclamó Eduardo.
Lo que vieron a continuación les dejó pálidos y perplejos, con los ojos y la boca abierta. Lo último que imaginaban en aquellos momentos era algo como eso, después de la aparente calma que habían recorrido las últimas horas.
Al otro lado de la gran explanada apareció escalando un horrible monstruo, que andaba sobre dos patas y gozaba de poderosas y anchas extremidades con garras. Tenía dos grandes cuernos, una larga cola trasera y afilados colmillos que intimidaban a todo aquel que lo veía:
- ¿¡Qué…qué es…esa cosa!?- exclamó Erika, horrorizada al ver ante sus ojos semejante monstruo.
El mago reconoció entonces la identidad de aquella criatura, y exclamó aterrado diciendo:
- ¡¡Eso…eso es…un Bégimo!!
- ¿¡Un qué!?- exclamó Cristal, atónita.
El grupo desenfundó sus armas y se pusieron en guardia para luchar, mientras retrocedían a cada paso que daban. Tenían frente a ellos a un poderoso enemigo, no recomendado para novatos e inexpertos, y al que desgraciadamente parecía que tenían que enfrentarse.
El monstruo avanzaba lentamente al mismo tiempo que Eduardo y los demás retrocedían, rugiendo y mostrando sus colmillos. Llegó un momento en que Rex pisó con una de sus patas el límite de la cima, y varias piedras pequeñas cayeron al infinito vacío del mar de nubes.
Estaban al borde del abismo, y el camino de vuelta había desaparecido en la niebla. Al mirar atrás se asustaron mucho más que antes:
- ¡¡Mierda, no hay salida!!- exclamó Alana- ¡¡estamos atrapados!!
- ¡¡No nos queda más remedio que luchar!!- afirmó Jack.

De esa forma, y con un grito de furia de Bégimo lanzándose hacia ellos, el grupo volvió la cabeza al frente sujetando sus armas con fuerza, preparados para luchar.
El combate empezó con una embestida del monstruo, que el equipo logró esquivar justo a tiempo a ambos lados. Rápidamente rodearon a la criatura al borde del abismo, y a continuación todos atacaron a la vez, cada uno con su mejor especialidad:
- ¡¡Piro++!!- gritó Jack usando su bastón mágico.
- ¡¡Aqua++!!- exclamó Erika, haciendo lo mismo con la vara mágica.
- ¡¡Aero++!!- alzó la voz Alana, atacando junto a sus amigos.
El resto de miembros corrieron a luchar con sus armas cuerpo a cuerpo contra Bégimo. Ray y Eduardo asestaron una combinación de ataques encadenados con sus espadas, mientras que Rex usaba la fuerza de sus colmillos para morderlo, empleando también ataques mágicos.

Al principio pareció dar resultado, ya que los ataques combinados de todos hicieron chillar de dolor y furia al monstruo, que por un momento pareció desestabilizarse y perder el equilibrio. Sin embargo, cuando parecía que todo marchaba bien, la ofensiva de Cristal en ese momento cambió radicalmente el curso del combate:
- ¡¡Ahora verás, maldito!!- dijo la princesa, mientras enlazaba una magia elemental a su arma, que luego exclamó diciendo- ¡¡Electro++!!
La chica con coletas lanzó a modo de boomerang su estrella ninja, soltando chispas eléctricas, contra la enorme criatura. Lejos de lo que esperaba, la sonrisa triunfadora de su rostro se esfumó en un segundo al ver que su arma fue atraída magnéticamente y acabó en los grandes cuernos de su cabeza.
La magia elemental que desprendía la estrella ninja se apagó del arma y fue extrañamente absorbida por la cornamenta del monstruo, que de repente pareció recuperarse y cobrar las fuerzas. Tras eso, al estrella ninja se despegó de los cuernos eléctricos chispeantes y cayó al suelo de vuelta a la normalidad:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó la princesa, perpleja y horrorizada.

En ese momento, un nuevo grito de furia de Bégimo los pilló por sorpresa, de tal manera que no pudieron reaccionar a tiempo cuando la larga cola de la criatura los sacudió y golpeó de repente, enviando a algunos por los aires y a otros rodando por el suelo.

Heridos y con varios rasguños por el golpe, se levantaron nuevamente mientras se ponían en guardia. No entendían qué es lo que había fallado:
- ¿¡Qué es lo que ha pasado!?- dijo Rex, confuso y perplejo.
Mientras el monstruo se acercaba lentamente a ellos con pasos pesados, Jack descubrió algo importante. Se fijó en sus enormes cuernos desprendiendo chispas eléctricas, y recordó el ataque de Cristal con su arma. Fue entonces cuando entendió lo que pasaba:
- ¡¡Este Bégimo es afín al elemento Electro, por eso se ha vuelto más fuerte!!- explicó el mago a sus compañeros- ¡¡No uséis ataques eléctricos contra él, ya que cualquier ataque físico o mágico de este elemento le recuperará la salud y las fuerzas!!

El resto del grupo comprendió lo que aquello significaba, y asintieron a la vez con la cabeza. Ya sabían qué magia no debían usar contra la criatura:
- ¡¡Cuidado, ahí viene!!- alarmó Erika.
Los demás volvieron la vista adelante, y se asustaron al ver cómo Bégimo se aproximaba de nuevo hacia ellos, corriendo a gran velocidad. Todos se levantaron rápidamente y echaron a correr excepto Cristal, que había resultado más herida que el resto de sus compañeros.
Los demás no tardaron en darse cuenta de que el monstruo se dirigía hacia la herida princesa que trataba de levantarse del suelo, y gritaron, preocupados:
- ¡¡Cristal!!
La ladrona observó, pálida y horrorizada, que el enorme monstruo se lanzaba sobre ella, y que en apenas unos segundos iba a morir entre sus feroces garras y colmillos.
Cristal gritó de terror durante lo que parecían ser sus últimos segundos de vida, y justo cuando creía que iba a morir, una espada forjada de oscuridad se interpuso y bloqueó el mordisco de Bégimo. La princesa exclamó de sorpresa, al ver a su amigo frente a ella bloqueando las fauces del monstruo:
- ¡¡Ray!!
- ¡¡Aguanta, Cristal!!- le dijo su compañero, empuñando con fuerza su arma- ¡¡Yo lo distraeré, levántate y huye!! ¡¡Corre!!
Sin embargo, el chico de negro apenas pudo aguantar más tiempo la descomunal fuerza de Bégimo. La criatura gritó de furia al tiempo que una de sus garras golpeó brutalmente a los dos y los envió un poco más lejos, heridos:
- ¡¡Chicos, no!!- gritó Eduardo, preocupado.

La criatura dio media vuelta y volvió la vista al resto de miembros del equipo en pie. Erika lanzó en ese momento un nuevo hechizo mágico con su arma:
- ¡¡A ver qué te parece esto!!- exclamó la chica- ¡¡Hielo++!!
De la vara mágica salieron disparados enormes témpanos de hielo directos a Bégimo. Sin embargo, antes de que el ataque mágico lo alcanzara, sorprendentemente el monstruo conjuró a su vez, con un grito de furia, una especie de escudo mágico que neutralizó la ofensiva de la joven:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó Rex, perplejo- ¿¡Eso…eso ha sido el hechizo…Escudo!?- a lo que preguntó, atónito- ¿¡Sabe usar magia!?
- ¡¡Los ataques mágicos ya no tienen efecto sobre él, hay que atacarlo físicamente!!- explicó el mago.
- ¡¡Entonces déjanoslo a nosotros!!- intervino Eduardo, empuñando firme la llave espada- ¡¡romperemos el escudo mágico y podréis volver a atacarlo con magia!!

Jack y Erika asintieron con la cabeza, y retrocedieron unos pasos a la espera de contraatacar. Fue entonces cuando Rex, Alana y el chico de rojo corrieron a atacar a la criatura, con valentía en sus rostros.
Desgraciadamente, a mitad de camino, una nueva sorpresa dejó pálidos y atónitos a la pelirroja y los demás. Bégimo conjuró de nuevo un ataque mágico, que alcanzó a todos los presentes en la enorme área de la cima, y que durante unos segundos distorsionó el espacio y la atmósfera a su alrededor.
Enseguida todos sintieron cómo se les debilitaban la salud y la fuerza de repente, y cayeron de rodillas apoyando las manos en el suelo. No entendían lo que ocurría:
- ¿¡Pero qué…qué me pasa!?- dijo Erika, jadeando del cansancio en un solo instante- ¿¡Por qué…me siento…tan débil de repente!?
- ¡¡Bégimo…acaba de…usar Gravedad++!!- explicó Jack, también jadeando del agotamiento- ¡¡este ataque mágico…debilita más de la mitad…de nuestra vitalidad y magia…y nos deja prácticamente agotados…!!
Erika entendió lo que aquello significaba y exclamó, horrorizada:
- ¡¡Oh no, estamos en desventaja…así no podemos luchar contra él!!

Tanto a los magos como al grupo de ataque les había afectado la ofensiva de Bégimo, y estaban muy debilitados como para atacar. Jadeaban y respiraban con dificultad, mientras se levantaban a duras penas y con esfuerzo:
- ¡¡Mierda…la cosa se pone fea…!!- comentó Alana.
Sin embargo, Eduardo recordó que aún llevaba un objeto importante en el bolsillo, y que hasta ahora no había usado en toda su aventura por la montaña helada. Sabía que se encontraban en una situación de emergencia, y que de no usarlo podrían morir todos.
Extrajo de un bolsillo con una de sus manos temblorosas una especie de poción embotellada, cuyo contenido líquido verde suponía una enorme fuente de vitalidad:
- ¡¡Chicos…todavía tengo un elixir…recuperará las fuerzas de quien lo tome, pero…sólo puede beberlo uno…!!
Alana y Rex lo miraron, sorprendidos y perplejos por conservar aquel objeto curativo. Era cierto que recuperaba al instante las fuerzas del que lo tomara, pero al ser ése el único que les quedaba, tenía un importante y decisivo inconveniente:
- ¿Quién lo beberá?- preguntó el perro, al verse los tres agotados.
Alana estuvo a punto de decir algo cuando en ese momento los sorprendió un nuevo grito de furia de Bégimo, y sus rostros palidecieron al ver que la enorme criatura corría hacia ellos a gran velocidad. Era cuestión de pocos segundos que los alcanzara:
- ¡¡Rápido, Eduardo, bébelo tú!!- exclamó Alana.
- ¿¡Qué!?- preguntó el chico, perplejo- ¿¡Por qué yo!?
- ¡¡Bébelo ya, idiota!!- ordenó la pelirroja, asustada al ver que tenían al monstruo a un par de metros al lado- ¡¡No nos queda tiempo!!

Finalmente Eduardo asintió con la cabeza, pero por desgracia demasiado tarde. Cuando fue a destaparla para beberla, Bégimo los embistió a los tres brutalmente y los envió un poco más lejos, dispersándolos de su posición. El elixir que llevaba el joven en las manos salió rodando por el suelo, bastante más lejos de él:
- ¡¡Chicos, no!!- gritaron Erika y Jack, al ver a sus amigos en peligro.

Tumbado boca abajo en el frío suelo que los rodeaba, Eduardo levantó la cabeza al frente, gimiendo de dolor. Le dolía todo el cuerpo lleno de rasguños, y apenas tenía fuerzas para moverse. No podía recuperarse porque no le quedaban objetos ni magia, aunque ésta última no fuera tan efectiva como la de sus compañeros magos.
Miró a su alrededor. Sus amigos estaban en la misma situación que él, mientras que Jack y Erika aguardaban un poco más lejos, a la espera de atacar con su magia. Estaban completamente debilitados y a merced de Bégimo, que gritó satisfecho al ver a sus presas débiles y acorraladas.
Con pasos lentos y pesados, comenzó  a acercarse lentamente a Eduardo, rugiendo y mostrando sus feroces colmillos:
“Mierda…si tan solo pudiera…beberme el elixir…”- pensó el chico de rojo, estirando su brazo tembloroso en dirección al objeto- “pero está demasiado lejos…y aunque tratara de llegar hasta él…Bégimo me mataría…”- y luego suspiró para sí, asustado- “a estas alturas, en la cima del mundo y sin nadie que nos ayude, estamos perdidos…”
El joven temblaba, horrorizado al ver que el enorme monstruo había llegado y se alzaba frente a él, amenazante con sus garras. La criatura alzó entonces una de sus poderosas extremidades, y se dispuso a rematar al chico, mientras éste trataba inútilmente de levantarse apoyando los brazos, cayendo un par de veces debido a las escasas fuerzas que le quedaban. No podía luchar ni tampoco huir. Sólo un milagro podía salvarle la vida.

Justo cuando Bégimo estuvo a punto de darle el golpe de gracia, y Eduardo creía que irremediablemente le había llegado la hora, ocurrió algo sorprendente e inesperado, que salvó la vida del joven.

Una enorme bola de fuego del tamaño del monstruo lo atacó por detrás, agrietando un poco la barrera mágica que lo protegía. A juzgar por esto debía de ser muy poderosa, ya que incluso hirió un poco al monstruo y chilló de dolor.
Eduardo no entendía lo que pasaba hasta que se fijó en la cabeza de Bégimo, en cuyo sitio apareció de repente una figura familiar. El chico enseguida reconoció al que estaba posado en la cabeza de la criatura, y se sorprendió de repente al ver que Bégimo comenzó a gritar y a chillar de dolor:
- ¡¡Rex!!- exclamó Eduardo, perplejo.
Fue entonces cuando descubrió lo que le causaba tanto dolor al monstruo. El perro estaba mordiendo con fuerza uno de los enormes cuernos de la criatura, y parecía que se lo estaba partiendo. Lo más curioso y sorprendente de todo era que el escudo mágico que lo rodeaba se estaba debilitando por momentos. En ese instante el joven comprendió lo que ocurría, y animó a su amigo gritando:
- ¡¡Su punto débil son los cuernos de la cabeza!!- afirmó Eduardo, seguro de sus palabras- ¡¡Sigue así, Rex!!

El perro continuó mordiendo e hincando los colmillos en la cornamenta de Bégimo, mientras éste gritaba de dolor y sacudía violentamente su cuerpo de un lado a otro, tratando de quitárselo de encima. El chico de rojo comprobó entonces, a juzgar por el pleno estado de forma del perro y de la gigantesca bola de fuego lanzada por el can, que fue él el que acabó bebiendo el elixir.
Que aguantara tanto en la cabeza del monstruo mientras éste sacudía su cuerpo no tenía otra explicación, y dio profundamente las gracias por ello. De no ser por Rex ahora no estaría vivo ni él ni el resto de sus compañeros, ni tampoco les estaría brindando una nueva esperanza de poder ganar el combate. En aquellos momentos el perro era el único capaz de hacer frente a Bégimo, y también el único que podía salvarlos a todos.

Después de varios segundos de forcejeo y fuerza bruta, finalmente Rex logró partir por la mitad uno de los dos cuernos de la criatura, y ésta chilló de dolor al tiempo que se rompía por completo el escudo mágico del enemigo:
- ¡¡Ya está!!- dijo el perro, que luego avisó a los dos magos un poco más lejos- ¡¡Jack, Erika, ahora!!
En ese momento, cuando el can iba a saltar de la cabeza del enemigo, una de las poderosas garras de Bégimo lo sujetó con fuerza y lo tiró brutalmente al suelo, haciendo chillar de dolor a su compañero:
- ¡¡Rex!!- gritó la chica, preocupada.
- ¡¡Erika, ahora!!- gritó a su vez Jack.

La joven se dio cuenta entonces de que Rex había roto el escudo mágico de Bégimo, y que ya nada impedía que pudieran atacar: el monstruo estaba de nuevo débil ante los ataques mágicos. Ambos magos empuñaron con fuerza sus armas y estas comenzaron a brillar, indicando que se preparaban para atacar:
- ¡¡Chúpate esta, desgraciado!!- exclamó Jack.
- ¡¡Por nuestros amigos heridos!!- exclamó también Erika.
El bastón mágico y la vara mágica brillaron entonces con más intensidad que antes, y los dos gritaron al mismo tiempo:
- ¡¡Fulgor++!!
De las armas de ambos salió disparada una gigantesca bola de fuego, mucho más grande que Bégimo. La fuerza y el poder mágico de los dos combinados dio lugar a un poderosísimo y letal ataque, que alcanzó al objetivo y provocó una tremenda explosión, haciendo temblar la cima como si de un terremoto se tratara.
De esa forma, y gracias a la valentía y ayuda de todos, lograron por fin acabar con Bégimo y con la amenaza. El combate había terminado.

Jack y Erika, jadeando del cansancio y respirando con dificultad, se levantaron a duras penas, temblándoles todo el cuerpo. Acababan de agotar todas las reservas de magia que les quedaban con aquel ataque, y debido a la poca vitalidad que conservaban estaban muy débiles y agotados.
Miraron a Rex, cuyo ataque del monstruo no lo hirió demasiado, y éste se acercó a ellos tras levantarse del suelo. Sonrió diciendo:
- Buen trabajo, chicos, habéis estado geniales.
- No lo habríamos conseguido sin ti- sonrió Jack a su vez- fuiste tú el que rompió el escudo y nos brindó una nueva oportunidad a todos.
El perro les devolvió la sonrisa, y a continuación les recuperó parte de la salud con su enorme reserva de magia nuevamente llena. Al beberse el elixir, era el único con sobrante magia curativa para sanarlos a todos:
- ¿Cómo están los demás?- preguntó Erika, preocupada.
- Creo que bien, no han sufrido serios daños- respondió Rex- voy a curarlos a ellos también.
Erika y Jack asintieron con la cabeza, y el perro corrió a reunirse uno a uno con el resto de sus compañeros heridos, restableciéndoles la salud y empleando el enorme nivel de magia que tenían los perros de la tribu canina de Kengo.

Una vez que estuvieron todos medianamente recuperados, se reunieron de nuevo en el centro de la amplia explanada de la cima. No estaban del todo curados, ya que Rex tuvo que repartir su magia entre seis miembros del equipo, y aún conservaban los arañazos y rasguños del reciente combate. Al menos, eran capaces de moverse con normalidad:
- ¿Estáis todos bien?- preguntó Jack.
- A punto de morir, ¡pero no pasa nah!- comentó Cristal irónicamente- por lo demás, creo que estamos bien.
- Ha sido un reto difícil, hay que decirlo- dijo Ray, tras un suspiro.
- ¡Y gracias a Rex todavía seguimos vivos!- intervino Erika, abrazando al perro- ¡debemos darle las gracias!
La princesa resopló entonces, con aire arrogante y como si no fuera gran cosa:
- Menos mal que el chucho sirve de algo…después de todo, tener una mascota en el equipo no ha sido una mala idea.
- ¿A quién llamas chucho, ladrona?- replicó Rex, molesto por el comentario- ¿O debería decir “Filipondia”?

En ese momento en que empezó otra de las tantas discusiones tontas de algún miembro con Cristal, ocurrió algo que llamó la atención de todos.
Un poco más lejos de su posición apareció de nuevo un agujero oscuro, del cual surgieron dos hombres de negro. A uno de ellos lo reconocieron al instante, y exclamaron, perplejos y atónitos:
- ¡¡Helio!!
El grupo entero enseguida desenfundó sus armas y se puso en guardia, preparado para luchar. Lo más sorprendente y que dejó boquiabiertos a Eduardo y los demás fue ver que el hombre de negro comenzó a aplaudir, a modo de felicitación por algo:
- ¡Bravo, impresionante, qué gran combate!- sonreía Helio, con burla en su cara- no todos los días alguien derrota a un Bégimo… ¡ya pensaba que ibais a morir y todo!
A la princesa le enfadó el tono gracioso con que su enemigo hablaba. Poner sus vidas en peligro le parecía una especie de juego:
- ¿¡Sabías que esto pasaría!? ¿¡Qué nos enfrentaríamos a un peligroso monstruo aquí arriba!?- alzó la voz Cristal, enfadada- ¡¡Serás hijo de…!!

La chica con coletas corrió a atacar al enemigo, con la estrella ninja en mano. Sin embargo Helio, con aparente tranquilidad y sonrisa burlona en su cara, no pareció preocuparse en absoluto. Extendió el brazo con la palma de la mano abierta hacia ella, y disparó numerosos témpanos de hielo gracias a la magia elemental.
Demasiado débil como para defenderse, la princesa recibió de lleno el ataque, y la potencia del mismo la empujó atrás junto a sus compañeros, mientras gritaba de dolor:
- ¡¡Cristal!!- gritaron sus amigos, preocupados.
Helio volvió a bajar el brazo y los miraba, sin dejar de sonreír sádicamente, mientras el desconocido con el mismo manto de negro observaba la situación, indiferente y en silencio:
- En vuestro estado actual no seríais capaces ni de hacerme un rasguño, no sois rivales para nosotros…- comentó Helio, sin dejar de sonreír en ningún momento- ¿es que acaso queréis morir tan pronto?

Aquella pregunta dejó perplejos y sorprendidos a todos los miembros del grupo, que no entendieron a qué se refería. Acababa de romperles el esquema mental que tenían de su viaje por la montaña helada de Conaga:
- ¿¡Qué!?- preguntó Rex, confuso- ¿¡No vas a matarnos!?
El hombre de negro tardó un poco en responder. Habló tranquilamente y sin prisas diciendo:
- Era mi trabajo encargado desde el principio, y se suponía que, una vez llegarais aquí arriba, tendría que luchar contra vosotros a muerte por el objeto que andáis buscando…- explicó Helio, que luego añadió fría y calculadoramente- pero ha habido un cambio de planes.
Jack y los demás cada vez entendían menos lo que estaba ocurriendo. Desde el principio habían tenido en mente que tendrían que luchar contra el hombre de negro, y se habían preparado a conciencia para el combate. Sin embargo, ahora resulta que éste no iba a plantarles cara, debido a sorpresas de última hora:
- ¿¡Qué!?- exclamó Alana, perpleja- ¿¡Un cambio de planes!?
El enemigo respondió entonces, con una sonrisa burlona y expresión sádica en su rostro:
- Debido a un reciente e importantísimo descubrimiento, hemos decidido cambiar todo lo planeado hasta ahora…así lo dice la voluntad de nuestro señor todopoderoso, el futuro dios del nuevo mundo.

Las últimas palabras de Helio hicieron perder el color del rostro de repente a todos los miembros del grupo, que palidecieron con los ojos y la boca abierta. Una expresión de miedo y horror se expandió por la cara de todos, que empezaron a temblar con sólo recordar a una persona:
- ¡¡No digas tonterías!!- gritó Jack, enfadado- ¡¡Alejandro está muerto, ya no existe ningún dios del nuevo mundo!!
Tanto él como sus amigos se asustaron todavía más al oír la risa diabólica del hombre de negro. Las palabras que salieron de su maléfica sonrisa dejaron sin habla al grupo:
- Alejandro solo era un mero contenedor, un simple cuerpo material al servicio del futuro dios…y ahora, gracias a vosotros y a vuestra absurda valentía, por fin ha sido liberado de su prisión…con mucha más fuerza que nunca…
- ¿¡Qué…qué quieres decir!?- preguntó Ray, atónito.
Helio tardó un poco en responder, mientras su risa macabra resonaba por lo bajo. Cuando pronunció las siguientes palabras, lo hizo de tal manera que les heló la sangre, y un siniestro escalofrío les recorrió la espalda a todos:
- Que nuestro auténtico y verdadero señor…ha resucitado.

Todo el grupo sintió un profundo terror por dentro, y temblaba al pensar que de verdad al matar a Alejandro, habían abierto la mismísima caja de Pandora. Aquello confirmaba las sospechas que tenía el grupo sobre si de verdad había un ser que habitaba dentro del cuerpo del mago oscuro, y la sola idea los aterraba hasta límites extremos. Ni siquiera sabían a qué se enfrentaban.

En ese momento Jack hizo acopio de toda la valentía que pudo y preguntó, tratando de mantenerse firme y seguro:
- ¿¡Quién o qué os lidera ahora!?- exclamó el mago, que exigió apretando los puños- ¡¡Contesta!!
La risa maléfica de Helio por lo bajo seguía resonando en todo el lugar, que estremecía de miedo a los presentes. No parecía que el enemigo fuera a responder a su pregunta:
- ¡¡Maldita sea, responde!!- gritó Jack, nervioso y enfadado a la vez.
Tal y como muchos temían, Helio no respondió a su pregunta. En lugar de eso, y para sorpresa de todos, Helio extrajo de uno de sus bolsillos internos del traje un singular objeto, que lo lanzó justo a los pies de la posición del grupo. Erika se agachó a recoger el regalo del enemigo, y su rostro palideció en cuanto lo tuvo en la mano:
- ¡¡No…no puede ser…!!- dijo la chica, atónita y sin creer lo que veía- ¡¡Esto…esto es…!!
Lo que tenía en la mano se trataba de una especie de piedra, que brillaba y relucía con los siete colores del arco iris. Era única en el mundo, ya que nunca antes habían visto una igual:
- ¡¡Eso es…la piedra angular!!- exclamó Rex, atónito y perplejo.
Eduardo y Rex la reconocieron enseguida, sin ninguna duda. Se trataba de la misma que estaba expuesta en la vitrina de la sala de trofeos de Gold Saucer. No podían creer que, después de tanto tiempo, por fin la tuvieran en sus manos.
Ya podían volver al templo sagrado y entregársela a Mirto. Con ella en su poder ya podían escuchar las voces de los oráculos y saber por fin cómo derrotar a Ludmort.

Aún seguían sin creer que conseguir lo que querían fuera tan fácil. Les resultaba demasiado confuso y extraño, como si pareciera una broma o algo así. Esperaban un reto más difícil para alcanzar su objetivo:
- ¡¡Espera, espera!!- exclamó Cristal, perpleja- ¿¡Así, tan fácil!? ¡¡Creía que tendríamos que reventarte la cara y hacerte morder el polvo!!
El hombre de negro soltó un par de carcajadas burlonas, como si lo que acababa de decir la princesa fuera un chiste o una broma. Luego comentó con cierto aire de arrogancia diciendo, sin dejar de sonreír maléficamente:
- ¿Vosotros? ¿Ganarme a mí?- comentó Helio- ¿De verdad no sois conscientes de que, si me lo tomo en serio, podría mataros de un solo ataque?
El enemigo hizo una breve pausa, y continuó hablando ante la sorpresa y la perplejidad de los demás:
- Nuestros nuevos planes ya no necesitan de esa dichosa piedra, podéis hacer lo que os dé la gana con ella, si queréis…- y luego su diabólica sonrisa se amplió más al mirar a una persona del grupo- todo cuanto queremos lo tengo justo delante de mis ojos.

Eduardo se dio cuenta entonces de que Helio lo observaba fijamente a él y supo, a través de su retorcida mirada sádica, que sus intenciones no eran precisamente buenas. En ese momento el chico de rojo apretó los puños y se adelantó un par de pasos al frente. Trató de ser valiente cuando pronunció:
- Hace un par de días dijiste que ya era hora de que conociera la verdad acerca de mi pasado…quiero saber quién soy en realidad.
El hombre de negro no dejaba de sonreír. Tras varios segundos de silencio, finalmente respondió:
- Está bien, será mejor que lo sepas todo ahora…o de lo contrario, nada de lo que hagas en el futuro tendrá sentido para ti.

Helio dejó unos breves instantes de pausa, y todos los presentes atendieron al comandante de la organización Muerte, sin bajar la guardia. Al cabo de un tenso e intrigante silencio, el enemigo comenzó a hablar:
- Son muchos los que conocen a Ludmort y su infinito poder de destrucción, capaz de destruir planetas y todo rastro de vida…pero pocos los que saben acerca del verdadero poder que emplea para su labor…la increíble y todopoderosa materia suprema…
El grupo se quedó perplejo al oír aquello. Era la primera vez que oían tal nombre:
- ¿La…materia suprema?- preguntó Ray, confuso.
- Es el poder de Ludmort, gracias a la cual puede destruir mundos…del que nadie puede escapar, y mucho menos hacerle frente…- aclaró Helio- se trata de la materia existente por excelencia, y la más poderosa de todas…nada ni nadie de este mundo puede contra ella, ni siquiera los guardianes de la fuerza.
Jack y los demás entendieron entonces lo que era aquella materia: una especie de poder prohibido capaz de destruir planetas. Viéndolo de aquella forma, el que tuviera ese poder podría estar a la altura de los dioses. Si cayera en malas manos sin duda sería una verdadera catástrofe, tanto para Limaria como para La Tierra y ambos universos paralelos. La sola idea los aterraba.

- ¿Y ése es el poder que tanto ansiáis  los de la organización Muerte?- preguntó Alana- ¿Por eso queréis que Ludmort acabe con este mundo?
El hombre de negro asintió con la cabeza:
- Tal y como lo desea la voluntad de nuestro señor, con tal poder podremos controlar y regular el orden del nuevo mundo, eliminando la actual y podrida Limaria…irremediablemente este mundo ya no tiene salvación, y por ello es mejor empezar otra vez de cero…
Lo que añadió Helio a continuación dejó muy sorprendidos a todos los miembros del grupo:
- Sin embargo, y como resulta bastante obvio, ningún ser humano de este mundo puede cargar con semejante peso encima…un insignificante cuerpo material es demasiado pequeño para soportar el infinito poder de un dios…pero hay una persona especial que sí puede cargarlo…y, de hecho, la única capaz de usarlo.
Erika y los demás se quedaron sorprendidos y perplejos cuando el hombre de negro dijo a continuación:
- ¿Habéis oído hablar alguna vez…de los “portadores de la materia suprema”?

El grupo se quedó completamente perplejo al oír tal nombre. Una sorpresa tras otra los confundía cada vez más:
- ¿¡Qué!?- preguntó Rex, confuso- ¿¡Portadores de la materia suprema!?
Helio sonreía diabólicamente. Parecía disfrutar de los rostros perplejos de sus enemigos con cada nuevo dato que informaba:
- Son personas únicas y muy especiales, tan valoradas como la suma de todo el oro y las riquezas del planeta juntas…son las únicas bendecidas con el don de portar y usar la materia suprema, y por ello son consideradas dioses…- explicó el hombre de negro, que luego añadió diciendo- por desgracia, sólo aparece una cada mil años…y muy pocos son los que tienen la suerte de conocer a una en persona.

Eduardo palideció de repente y se quedó atónito y perplejo, mientras le temblaba todo el cuerpo. Ahora por fin sabía la razón a su extraño poder sobrenatural: tenía el don de usar la materia suprema, el mismísimo poder de Ludmort.
Le parecía tan extraño e increíble que no podía creerlo. Jamás hubiera imaginado que su fuerza interior alcanzara tan colosal nivel, e incluso llegó a pensar que era bueno contar con él.
Sin embargo, enseguida cambió de opinión al pensar en Ludmort, y en lo que era capaz de hacerle al planeta. Tener consigo la fuerza y la materia más poderosa de todas no era ningún juguete, y de no tener mucho cuidado con ella las consecuencias podrían ser horriblemente catastróficas e irreparables. Aquel terrible poder conllevaba una enorme responsabilidad, para la que incluso el chico de rojo quizá no estuviera preparado.

Eduardo creyó saber entonces lo que era, y se aventuró a preguntar, para aclarar y salir de dudas:
- ¿Pero…entonces…eso quiere decir…que soy…un portador de la materia suprema?
Helio asintió enigmáticamente con la cabeza, sin dejar de sonreír. Esa misma sonrisa diabólica que también tenía Alejandro en la cara, cuando se enfrentaron a él y descubrió el tremendo potencial del joven.
Sin embargo, y para sorpresa de todos, no fue él el que respondió a su pregunta. El otro hombre de negro encapuchado que lo acompañaba, y que hasta entonces había permanecido al margen de la conversación, por fin tomó la palabra:
- Así es…- respondió el misterioso desconocido- pero no el original.

Aquella última frase sorprendió completamente a Eduardo que, sin entender lo que pasaba, exclamó con la boca abierta:
- ¿¡El…original!?- preguntó el chico, confuso y perplejo- ¿¡Qué…qué quieres decir!?
El desconocido de negro comenzó a explicar, lento y tranquilamente, captando la atención de todos:
- El auténtico y verdadero portador de la materia suprema de este milenio murió hace quince años…- hizo una breve pausa y continuó- era un chico de tu misma edad, procedente de La Tierra, y vivía en una pequeña ciudad llamada Eleanor…su ocupación de estudiante era lo único que le preocupaba en aquellos momentos, lo más normal para un joven de su edad…- y añadió, a modo de conclusión- su nombre era Gabriel…

Eduardo palideció al oír aquel nombre. Sabía que lo había oído en alguna parte.

Fue entonces cuando recordó exactamente quién era Gabriel. Se trataba del chico rubio idéntico a él, al cual vio una vez en un sueño, durante su estancia en el bosque de la muerte.
En dicho sueño aparecía él, junto a su grupo de amigos de La Tierra, justo el día de la excursión de acampada de su instituto. También era el que llevaba el cristal de la cálida promesa eterna, y fue él el que saludó a Erika antes de subir al autobús. Ocurría exactamente todo lo que Eduardo hizo ese día, y en el mismo y exacto momento, con la diferencia de que al chico de rojo no lo veía nadie, como si fuera una especie de fantasma.
En dicho sueño parecía como si Gabriel lo sustituyera y ocupara su lugar en su mundo, en su vida, sin saber ni siquiera por qué.

- ¿¡Gabriel!?- preguntó Erika, confusa- ¿¡Él era el verdadero portador de la materia suprema!?
El desconocido de negro afirmó con la cabeza:
- Así es…pero debido a una desgraciada muerte, desapareció sin dejar rastro, y con él las esperanzas de conseguir la materia más poderosa de todas…
Lo que dijo a continuación el miembro de la organización Muerte dejó completamente pálidos a todos los presentes:
- Sin embargo, como la organización no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente, se nos ocurrió un ingenioso plan, una alternativa a la que teníamos pensada desde un principio…- hizo una pausa y continuó-…crear, gracias al ADN de Gabriel, una réplica exacta de él mismo…y, con un poco de suerte, también a un nuevo portador de la materia suprema.

Aquellas últimas palabras dejaron el corazón de Eduardo palpitando débilmente entre dos latidos, y su rostro palideció con los ojos y la boca abierta de tal manera que parecía haber visto un fantasma. No podía creer lo que acababa de oír, no quería creerlo.
Le temblaba todo el cuerpo, invadido por un profundo terror al pensar que ni él ni su existencia eran reales:
- No…no puede ser…- murmuraba el chico, completamente asustado- no es verdad…yo…yo no…no soy…
El desconocido de negro fue claro y directo cuando se dirigió a él y le dijo seriamente:
- Aunque no quieras, vas a tener que aceptarlo de todas formas…tu destino ahora es…
En ese momento el joven de rojo interrumpió al enemigo y alzó la voz gritando, temblando y con los ojos llenos de lágrimas:
- ¡¡MENTIRA…TODO LO QUE DICES ES MENTIRA!!- gritó Eduardo, apretando los puños y dientes, totalmente nervioso- ¡¡Tengo a Bruno, a Mandy, a Lionel y a Laura…tengo amigos que me aceptan y me aprecian, y también a una persona especial para mí…tengo una ciudad, un oficio, un hogar, familia y amigos que me quieren de verdad…!! ¡¡TENGO UNA VIDA, Y NADIE PODRÁ QUITÁRMELA…NUNCA!!

El desconocido de negro esperó a que el chico  terminara de hablar, tranquilo y paciente. Cuando Eduardo terminó de pronunciar palabra, temblando y jadeando de los nervios, el enemigo respondió en tono de indiferencia:
- Pobre e iluso necio…aferrándote a la vida desesperadamente…a juzgar por tu mirada débil e insegura, puedo intuir que le tienes mucho miedo a la muerte…
Tras una breve pausa, el miembro de la organización de negro volvió a hablar, diciendo tranquilamente y seguro de sí mismo:
- Esa vida en La Tierra de la que tanto hablas en realidad no es tuya, sino la de Gabriel…- explicó el enemigo encapuchado- al ser una réplica exacta, cuando te creamos, además de su ADN también introdujimos en tu memoria los mismos recuerdos que tu antecesor…es por ello bastante lógico que creas que tienes amigos y una vida de estudiante normal y corriente…
El desconocido de negro habló nuevamente, con total seguridad en todas y cada una de sus palabras:
- Para aclararte las dudas y demostrar la realidad, pondré como ejemplo una respuesta que ni siquiera tú conoces…- y dejó un par de segundos de silencio antes de preguntar- Dime, Eduardo… ¿acaso recuerdas a tus padres?

Aquella pregunta pilló por sorpresa al chico de rojo, que se quedó pálido y atónito. Siempre se había preguntado si alguna vez tuvo padres o si era adoptado, ya que cada vez que lo pensaba, no tenía ningún recuerdo de ellos.
Se trataba de una duda que había estado cargando toda su vida, y que nadie había podido responderle. Ahora por fin podía conocer la respuesta:
- Gabriel era huérfano, sus padres murieron cuando era muy pequeño…- respondió el desconocido- al igual que él, tú también tienes su memoria…es normal que no recuerdes nada de ellos, porque nunca los conociste.

Una sorpresa tras otra derrumbaba cada vez más al joven de rojo, que sentía una terrible confusión en su cabeza, llena de respuestas descabelladas y sin sentido. A juzgar por la seguridad en las palabras del enemigo parecía estar diciendo la verdad, y no quería creerla:
- ¿¡Pero…pero cómo…cómo sabes tú todo eso!?- preguntó Eduardo, confuso y atónito.
En ese momento el hombre de negro finalmente dejó su rostro al descubierto, sorprendiendo a todos los miembros del grupo. Se trataba de un hombre de mediana edad, de piel blanca y pálida, y cuyos ojos y pelo gris resaltaban en contraste con el manto negro que llevaba de ropa.
Jack y los dos jóvenes parecieron reconocerlo, ya que su cara les sonaba de algo. Lo habían visto una vez, cuando rescataron a Marina hace mucho tiempo del laboratorio de la organización, cerca del mercado oscuro de Mugget. Los tres exclamaron a la vez, reconociendo al científico de negro:
- ¡¡Rodvar!!

El hombre de negro al servicio de la organización Muerte respondió a la pregunta de Eduardo, aparentemente tranquilo y seguro de sí mismo:
- Conozco todo eso y mucho más…porque yo fui el que te creé.
Eduardo creyó que el tiempo se detuvo por un momento, ya que su corazón pareció no latir durante unos instantes. Aquella respuesta significaba una aterradora y horrible verdad. En su rostro ahora se reflejaba con total claridad una expresión de miedo y terror:
- No…no es…posible…no puede…ser verdad…- dijo Eduardo, temblando y jadeando- toda mi vida…todo lo que he creído hasta ahora…todo lo que para mí era real…ha sido una mentira…
El resto de sus amigos también escuchaban, horrorizados, el auténtico origen y pasado de su compañero. Les parecía absolutamente aterrador, ya que nunca imaginaron algo así de él:
- Eduardo…- dijo Jack a medias, preocupado y sin saber bien qué decir.

En ese momento Rodvar procedió a resumir y aclarar todo lo dicho hasta ahora. Sus palabras fueron tan duras y frías que atacaron emocionalmente sin piedad al joven:
- Eres el resultado de un experimento que al principio creíamos fallido, pero que al final resultó ser un éxito, gracias al combate que libraste contra nuestro señor…hemos conseguido lo que queríamos: un nuevo portador de la materia suprema, cuyo don estará a nuestro servicio para destruir y generar nuevos mundos…y que nos convertirá a nosotros mismos en dioses.

Justo cuando parecía que la conversación había terminado, y que ya estaba todo dicho, la voz de Rodvar llamó nuevamente la atención de todos los presentes. El científico de la organización Muerte sonrió diabólicamente mientras decía:
- Sin embargo, hay una cosa más que nos alegra…algo que te hace único y verdaderamente especial, incluso entre los portadores de la materia suprema que hubieron anteriores a ti…
Jack y los demás prestaron atención y tragaron saliva. Sabían que nada bueno saldría de la organización Muerte:
- Es cierto que los portadores de la materia suprema son extremadamente poderosos…- comentó Rodvar, mirando a Eduardo- pero en tu caso en concreto, tú tienes algo que todos los demás anteriores no… ¿te imaginas qué es?
El chico de rojo respondió con el silencio apagado de su rostro asustado. Le temblaba todo el cuerpo, y su corazón palpitaba débilmente entre dos latidos. Con todo lo que había oído, no estaba seguro de querer saber la respuesta:
- Nuestro señor lo confirmó durante vuestro combate, y de la misma forma lo haremos nosotros en su debido momento…- luego preguntó, sin dejar de sonreír- ¿Has sufrido algún cambio o transformación cada vez que usas el poder supremo?

Eduardo se horrorizó aún más al darse cuenta de que Rodvar tenía razón, y eso lo asustaba cada vez más. Recordó perfectamente las numerosas transformaciones que había sufrido el joven cada vez que adquiría su fuerza sobrenatural, y que lo convertían a él mismo en un peligroso animal salvaje. ¿Es que acaso los anteriores portadores de la materia suprema no se transformaban como él? ¿Qué tenía él de especial, y que tanto agradaba a la organización Muerte?

La respuesta a aquella misteriosa y aterradora incógnita se la dio de nuevo Rodvar, el científico de negro que lo había creado, y principal responsable de la causa de su existencia:
- Durante el proceso de creación en el laboratorio, decidimos introducir en tu ADN parte de las células genéticas oscuras del ser supremo, obtenidas de la amenaza de hace quince años… ¿Sabes lo que eso significa?
El chico de rojo temblaba, completamente asustado, al imaginarse lo que diría el enemigo. Lo que dijo Rodvar a continuación dejó totalmente pálidos y atónitos a todos los presentes:
- La razón que explica el estado de animal salvaje en el que te conviertes…es que la sangre de Ludmort corre por tus venas…- aclaró el científico de negro- dicho de otra manera…eres la mismísima reencarnación de Ludmort.

Aquella afirmación supuso un duro golpe interior para Eduardo, que deseó con todas sus fuerzas que aquel momento, aquel instante en la cima de la montaña, no fuera real, sino una terrible pesadilla. Con el rostro completamente pálido y asustado, bajó la cabeza y miró sus manos temblorosas. Las manos de un auténtico monstruo asesino:
- ¿¡Yo…yo soy…la reencarnación…de Ludmort!?
Levantó de nuevo la vista al frente, temblando y aterrado, cuando en esta ocasión Helio volvió a tomar la palabra. Su malvada sonrisa diabólica seguía dibujada en su cara:
- Aún seguimos sin entender por qué la llave espada te eligió a ti, sabiendo que llevas la sangre de Ludmort por tus venas…un arma sagrada nunca elige a un portador con antecedentes oscuros, y por ello tu caso resulta extremadamente curioso e irónico…
El hombre de negro rió por lo bajo durante unos segundos de pausa antes de decir, satisfecho:
- Nunca imaginamos que la llave espada te elegiría a ti…sin duda ha sido nuestro premio gordo de la lotería… ¿Sabes por qué ya no necesitamos impediros que continuéis con vuestro viaje?

Todo el grupo perdió el color del rostro de repente, y por un momento sus corazones palpitaron débilmente entre dos latidos, cuando Helio respondió, dirigiéndose a Eduardo y Erika:
- Tal y como dice la profecía, vosotros dos sois los que salvaréis el mundo de la destrucción…pero en el caso del portador de la llave espada, esta vez no será así…
- ¿¡Qué…qué quieres decir!?- preguntó el chico de rojo, confuso y asustado.
- Que esta vez, aunque consigáis derrotar a Ludmort, no lograréis salvar el mundo…por primera vez en la historia, la profecía no se cumplirá… ¡¡Limaria está condenada a morir!!- exclamó Helio, con una amplia sonrisa sádica- ¡¡Y tú, Eduardo, como la viva reencarnación de Ludmort…serás el que destruya el planeta!!

En aquel momento el chico de rojo perdió, no sólo el brillo que tenía en sus ojos, sino también las fuerzas. Su mirada perdida se apagó en un instante, y cayó de rodillas al suelo como un peso muerto e inerte. Su cabeza agachada ocultaba su rostro apagado, como si de repente hubiera perdido las ganas de vivir. No se movía ni un solo milímetro, y la llave espada desapareció mágicamente de su mano.
Helio apuntó con sus dos manos al joven de rodillas en el suelo, y éstas comenzaron a cargar energía mágica del elemento Hielo. Su amplia sonrisa sádica seguía dibujada en su cara:
- ¡¡Vamos, portador de la materia suprema…muéstrame toda tu fuerza…el auténtico y verdadero poder de Ludmort!!
El chico no respondía, ni siquiera se movía. Parecía estar dispuesto a recibir de lleno el ataque del enemigo. Sus amigos corrieron hacia él, preocupados:
- ¡¡EDUARDO, NO!!- gritaron todos, mientras se aproximaban a él.

Sin embargo, no llegaron a tiempo. Estaban casi al lado de su compañero cuando el ataque mágico de Helio finalmente estuvo listo y disparó contra el grupo. Estos recibieron de lleno el ataque y se produjo una tremenda explosión que cubrió toda la cima de la montaña de Conaga.
Desde aquel momento, todo cuando conocían cambió irremediablemente sus vidas para siempre.