sábado, 21 de marzo de 2015

Crónicas de un amor platónico (parte 22)


Me siento un poco raro al empezar el nuevo curso pos obligatorio de Bachillerato, y no solo por la idea asimilada de que ya no somos críos adolescentes, sino por el hecho de haber empezado a elegir ya cada uno su propio camino académico. Atrás ha quedado la enseñanza secundaria obligatoria, el estudiar de forma casi obligada por los padres, y el de éstos de preocuparse porque su niña o niño no lleve los deberes hechos al aula. A poco más de dos años para ser ya adultos y mayores de edad, ahora somos nosotros los que debemos cargar con la responsabilidad de seguir estudiando y formándonos como personas, asumiendo a partir de ahora nuestros deberes y las consecuencias de nuestros actos.

Noto sobretodo la diferencia en las clases. Ahora, los mismos profesores que nos enseñaron en años anteriores ya no nos tratan como niños, sino como adultos. Ya no están pendientes y encima de nosotros como solían hacerlo antes, sino que nos advierten de no relajarnos demasiado y tampoco de bajar la guardia. La gran mayoría de docentes nos habla de nuestro próximo objetivo, para el cual debemos prepararnos y estudiar a fondo: la prueba de acceso a la universidad. Nos explican también la importancia de estudiar y de dar lo mejor de nosotros en esta nueva etapa, con buenas calificaciones, porque de ellas dependerá luego la nota final de dicha prueba (PAU, para abreviar), y que inevitablemente influirá en si se nos abrirán o no las puertas para estudiar lo que queramos en la universidad.

Todos mis amigos y compañeros de clase compartimos ese objetivo, al menos la gran mayoría que desea estudiar en la universidad. Muchos de ellos y ellas ya tienen claro lo que quieren hacer con sus vidas, lo que desean estudiar y a qué les gustaría dedicarse para su futuro laboral y profesional. Mandy, por ejemplo, quiere estudiar Bellas Artes, mientras que Laura Ingeniería Informática. Otros tantos conocidos profesiones relacionadas con el campo de la salud, como Farmacia, Veterinaria o Medicina, mientras que unos pocos prefieren tirar por Filología, Historia, Física, Matemáticas o ADE (administración y dirección de empresas). Me entero de todas estas cosas al preguntarlas y oírlas de mis compañeros, pero lo cierto es que cuando ellos me preguntan a mí les digo que aún estoy indeciso.

Porque todavía no sé qué quiero estudiar en la universidad.

Personalmente tengo claro que quiero hacer estudios superiores universitarios, pero como aún no sé el qué, estoy indeciso. Siempre me han encantado los animales, y recuerdo que de pequeño quería ser veterinario, pero luego de darme cuenta de que para eso necesito estudiar por ciencias, cosa que desde luego no hago, pues al final acabo descartándolo. Necesito pensar en otra cosa, otra alternativa que me guste y con la que me sienta cómodo, disponible claro está desde la rama de conocimiento de Humanidades y Ciencias Sociales. Pero como sigo pensando y no se me ocurre ninguna, al final me canso y llego a la conclusión de que, según la nota que obtenga en Bachillerato y en la PAU, estudio una de las carreras disponibles que se ajusten a mi calificación final.

Con ese pensamiento en mente, dejo de amargarme la vida y sigo estudiando con total normalidad, con un ritmo similar al que llevaba en la ESO. Trato de esforzarme un poco más teniendo en cuenta que estos son mis dos últimos años de instituto, y que de ellos seguramente dependerá mi futuro profesional. Pero para no volverme loco me tomo la vida con calma, hago lo que tengo que hacer y estudio lo que tengo que estudiar. De esa forma no me estreso y puedo disfrutar del presente.

En cuanto a mis compañeros de este nuevo curso, me entristece un poco separarme de Laura, que este año se va por ciencias, de la misma forma que Érika, también por la misma rama. Resulta curioso cómo, a diferencia del primer año del instituto, en esta ocasión no me siento tan triste por la separación de la que es y sigue siendo la persona especial para mí. Aquella vez era un niño que trataba de estar desesperadamente cerca de su amor platónico, pero ahora que he madurado y me he hecho mayor, me doy cuenta de que ya no necesito hacerlo, ya no necesito estar cerca de Érika para sentirme mejor. En lugar de eso ahora me conformo con verla por los pasillos o a la entrada y salida de la jornada escolar, donde a veces nos vemos y seguimos saludándonos. Lo bueno de ambos es que nunca perdemos las viejas costumbres,

Pero aún así, y a pesar de no sufrir tanto como antes, esta situación me recuerda inevitablemente a aquel primer año, en el que los dos salimos del colegio y llegamos por primera vez al instituto. Pensar ahora que ya hemos acabado la ESO y estamos haciendo el Bachillerato me hace ver, totalmente asombrado, lo rápido que pasa el tiempo. Y lo compruebo cuando, estando en los recreos todavía con Laura y Mandy y mis demás amigas, veo pasar a los niños nuevos de primer año, algunos con la misma cara de asombro e inseguridad de quien acaba de llegar nuevo a un lugar. A menudo me veo reflejado tanto a mi como a mis amigos en esas niñas y en esos niños, cuando teníamos su edad y nos conocimos por primera vez.

Era el primer año, el mismo en el que empezamos a hablar y a trabar amistades. Y ya han pasado más de cuatro desde entonces.

Ahora me doy cuenta de que somos los abuelos, los mayores del instituto. Un profesor nos lo dice en el aula con una sonrisa, el mismo que nos dio clase desde 1º de la ESO hasta ahora, y nos explica que como tales debemos dar un buen ejemplo a los más pequeños y recién llegados. Después de todo, ya casi somos adultos, y estamos a punto de abandonar el centro para seguir estudiando en la universidad o, en otros casos, empezar a trabajar en el mundo laboral.

Y mientras pasamos por esta nueva y decisiva etapa final, no dejo de preguntarme qué es lo que le gustaría estudiar a Érika en la universidad.

domingo, 15 de marzo de 2015

Crónicas de un amor platónico (parte 21)


Durante muchos años siempre he pensado en decirle a Érika todo lo que siento por ella. Desde el último año del colegio y el primero del instituto, no he dejado de darle vueltas a la cabeza sobre cuándo podría ser el mejor momento, si ahora o quizá dentro de un tiempo. Pienso en ambas opciones, en sus resultados, y sobretodo en sus consecuencias.

Si le dijera ahora que me gusta y estoy enamorado de ella, corro el riesgo de que me rechace. Y lo peor de todo no es el resultado, cuyo fatal desenlace ya lo tengo asimilado, sino el hecho de luego seguir viéndola, continuamente de lunes a viernes por la mañana. Lo cierto es que, de salir mal y seguir siendo compañeros de clase, me daría mucha vergüenza encontrarla en los pasillos, en los recreos o en las propias aulas. Creo que incluso no podría mirarla a la cara, de lo avergonzado que estaría.

Por eso, y para evitar situaciones incómodas y desagradables, prefiero no decirle nada, al menos por ahora. Después de mucho pensarlo, al final creo que el mejor momento es aquel en el que se separen nuestros caminos, aquel que suponga dejar de vernos diariamente, y que  signifique el final de nuestra relación escolar. Llego a la conclusión de que ése es el mejor momento, porque si me acepta supongo que tendríamos un final feliz, y si me rechaza al menos dejaría de verla todos los días, y no sufriría por ello cada vez que la viera.

Y, por supuesto, el mejor momento ideal para una declaración de amor es, sin duda, durante la graduación.

Así pasan los meses, y cuando por fin me doy cuenta, ya estamos en la fiesta de graduación del instituto. Tras cuatro años de estudio de la enseñanza secundaria obligatoria, finalmente completamos la etapa estudiantil necesaria para todos los jóvenes. Y como no podía ser de otra forma, lo celebramos en un acto formal ceremonial en el hall del instituto, al que los miembros de todas nuestras familias están claramente invitados.

Sentado en una de las sillas situadas en medio del recinto, luzco mi traje formal de camisa de botones azules, con corbata azul marino y pantalones de vestir también del mismo tono. Llevo además una chaqueta oscura, que refuerza la importancia del ir bien vestido para una ocasión especial. A ambos lados, e igualmente por delante y por detrás, estoy rodeado de todos mis compañeros y compañeras de clase, de todos los cursos de mi generación, sentados cada uno en su silla. Todos los chicos lucen chaqueta y corbata, y todas las chicas preciosos vestidos de gala de diferentes colores. En general todos estamos guapos y guapas, y así nos lo dicen nuestros profesores, que sonríen al vernos tan bien vestidos. Lo cierto es que ya parecemos personas adultas.

Por supuesto, Laura y Mandy también lucen muy elegantes con sus vestidos, al igual que Érika, de la que me quedo prendado y con la mirada boba y perdida al verla la primera vez. Se me hace raro verla vestida así porque no estoy acostumbrado, y aunque oigo en un par de ocasiones comentarios negativos o de desagrado sobre su traje, a mí me parece perfecta tal cual está. Creo que es preciosa.

Bajo la atenta mirada de nuestros compañeros, de nuestros profesores y de nuestros padres, que sonríen con orgullo, subimos uno a uno a recoger el título y el diploma del graduado. Recibimos no solo la felicitación de nuestros tutores y del director del centro, sino también un cálido y emotivo abrazo por parte de ambos. En medio de los vítores y de los aplausos de la multitud, más de uno llora, incapaz de contener tanta alegría en un día tan especial.

Y como música de fondo, para añadir la guinda al pastel, otros jóvenes estudiantes del centro tocan con flauta el tema musical de Elton John, "Can you feel the love tonigh", tema mítico y honorífico de una de las grandes películas de mi infancia: El Rey León.

Son muchas las emociones que se viven en este día, pero una de ellas en concreto es la que más me asalta: ¿Debería decírselo ya a Érika? Lo pienso en el momento en que se acerca a mí y me felicita con dos besos en las mejillas, diciéndome además lo guapo que estoy con mi chaqueta y traje de corbata, y sonriendo como solo ella sabe hacer. Yo le devuelvo el cumplido con mi mejor sonrisa, y cuando me pregunta por qué rama de conocimiento seguiré estudiando el año que viene, entonces tengo la respuesta clara.

Decido no decírselo todavía.

Porque, tal y como compruebo el siguiente año, los dos aún seguimos estudiando en el mismo centro. Pero eso sí, por ramas separadas: ella estudia por el Bachillerato de Ciencias, y yo por el Bachillerato de Humanidades o letras.

Lo cual significa, claro está, que Érika y yo volvemos a separarnos otra vez.

sábado, 7 de marzo de 2015

El blog cumple 3 años + disculpas atrasadas


¡Hola, bloggers! Sí, lo sé. han pasado ya dos semanas desde la última vez que publiqué algo, y que tal abandono por mi parte sin avisar ni nada no tiene perdón.

El motivo de la entrada de hoy es que, como bien habréis leído más arriba, el website cumple hoy 3 añitos. Una cifra corrientemente normal para la edad de un blog, pero que nunca está de más celebrarla. Tal día como hoy hace tres años, después de varios días anteriores retocando los escritos, por fin me decidí a crear un website para mi pequeño fanfiction, donde publiqué los tres primeros capítulos seguidos uno detrás de otro.

Tres años después desde entonces, y con la historia ya acabada, en realidad ahora el blog ya no tiene mucho sentido, puesto que para lo que fue creado ya está cumplido. Sin embargo, y como menciono en anteriores entradas, ahora me he propuesto continuar el fanfic haciendo una secuela, así que supongo que tampoco lo he dejado del todo, al menos por el momento.

No es para nadie ningún secreto decir que soy un estudiante universitario en su último año de carrera, y que como tal debe cumplir una serie de responsabilidades académicas que ponen en juego sus propios estudios, durante la recta final. Esto se traduce como una "época de estrés y agobio nunca antes vista", para que os hagáis una idea.

En mi caso particular, lo cierto es que cuento con alrededor de entre 8 - 10 horas diarias de trabajo, sumando aparte el tiempo que pierdo de transporte o los pequeños recados de compra o taxista que me toca hacer cuando no puede nadie más (entre 1 - 2 horas). Mientras que por las mañanas me voy al colegio como profesor de prácticas, por las tardes o voy a la escuela de idiomas (sí, por el inglés) o a hacer deporte.de arte marcial.
Si a todo lo demás le sumamos igualmente las reuniones que tengo en los seminarios con los profes (de obligada asistencia) algunas tardes, el desarrollo y la escritura de tres informes gigantes sobre las prácticas, o el mismísimo trabajo de fin de carrera que tengo que terminar para mayo, lo cierto es que el tiempo de ocio y relax se me disminuye en apenas unas 2 - 3 horas diarias, como mucho.

Como podéis imaginar, y después de hacer algunas de esas labores todas juntas y en un solo día, cuando llego a mi casa a veces por la noche se me quitan las ganas de hacer nada. Muchas veces incluso solo miro el correo y leo algunas novedades rápidas, antes de volver a apagar el pc e irme a dormir a la cama.

Esta es la rutina que llevo últimamente estas semanas, y por desgracia también la que llevaré durante los próximos meses, antes del verano. Se acerca la peor tormenta jamás conocida que he vivido como estudiante en toda mi vida.

Es por eso que me gustaría pediros disculpas por no habéroslo dicho antes, pero entre una cosa y otra siempre acababa olvidándome de hacerlo.

Yo por mi parte tampoco he perdido el tiempo, en las escasas horas libres de relax que tengo, y las he aprovechado de la mejor manera posible: escribiendo los capítulos de la secuela. Como buena noticia de este entrada, al menos puedo deciros que ya llevo los dos primeros capítulos escritos (los correspondientes a Enero y Febrero), y que a mi parecer son mucho mejores que los dos primeros de FF: MP. Intentaré seguir haciéndolo poco a poco y a este ritmo, porque llevan su trabajo redactarlos, y porque presiento que la secuela va a ser mejor que la primera (eso es lo que me anima y motiva).

Como resumen a todo lo contado en esta entrada, os aviso de que a partir de ahora no podré actualizar mucho el website, y que también intentaré esforzarme para tratar de seguir publicando las crónicas, que son mi principal objetivo ahora además de los capítulos. Me encuentro ahora en la recta final de la carrera universitaria, y por ello os pido paciencia para soportar la espera.

Gracias a todos  por vuestra comprensión y... ¡nos leemos en la próxima entrada! ;D