lunes, 31 de diciembre de 2012

¡Feliz y próspero año nuevo 2013!

Parece mentira que ya haya pasado un año. Todavía me acuerdo de aquella lejana noche de hace 366 días (sí, 2012 es un año bisiesto. Hay un 29 de febrero), en el que sonaban las campanadas que anunciaban el comienzo de este ya escaso año. Seguramente les pasará a muchos eso de que los años se les pasan volando (ya me siento un viejo hablando así xD), y es que en ocasiones los hechos acontecidos en mi infancia o adolescencia parece que ocurrieron ayer. Antes no lo entendía porque era muy pequeño y no comprendía el concepto del tiempo, pero es ahora cuando me doy cuenta de lo rápido que pasa. ¡Seguro que el nuevo 2013 también pasará igual de rápido que este último año, así que aprovechad cada uno de los 365 nuevos días que nos esperan!

Haré un repaso a mi lista personal de logros de este 2012, recordando los más importantes que me vengan a la cabeza:

  • Saqué el carné de conducir: (Y a la primera, que eso no lo consiguen muchos) ¡Bien, ya me siento más libre! Puedo ir por mi cuenta a cualquier sitio sin depender de nadie. Pero no por ello voy a dejar de lado a mi querida bici, con la cual pasé buenos momentos de mi vida. Todavía voy con ella de vez en cuando por las calles de mi localidad.
  • Aprobé mi primer año en la universidad: Cuando me contaron que la uni sería dura, no me la esperaba tanto. Es difícil, hay que admitirlo (como me dijeron una vez: "No todo en la vida es llano" xD), pero sigo ahí, y tenía razón al pensar que cada año sería más difícil. Estoy en segundo y cuando pienso en este año, el pasado vivía la vida perfecta del estudiante. ¡Por favor, primer año, vuelve!
  • Sobreviví al fin del mundo: todo un logro, desde luego. Y no sólo una vez, sino varias (en el 2000 también se creía el fin del mundo, pero no de los mayas). Aunque existían diferentes teorías de anteriores años sobre posibles fechas para el fin del mundo, las hemos superado todas, excepto las del 2013 en adelante. Esperemos que el fin del mundo todavía tarde mucho en llegar.
  • Rescaté del olvido FF: MP: sí, lo admito. Sacar del baúl de los recuerdos y reescribir este fanfic ha sido para mí uno de los mayores logros personales de este año, de los que me siento enormemente satisfecho y orgulloso. Escribirlo manteniéndose hasta el día de hoy, supone un logro mucho mayor.


2012 ha sido un año increíble, lleno de sorpresas que no me esperaba para nada. Me alegro y no me arrepiento de todo lo que he hecho a lo largo de este último año, que para mí ha sido memorable e inolvidable. Espero que el próximo año 2013 sea igual o mejor que éste.
Mis objetivos y deseos para este nuevo año son: aprobar el segundo año en la uni, mejorar mi conducción (aún soy novel y llevo la "L" puesta detrás xD), celebrar muchos días especiales que espero ansioso, terminar este fanfic a finales de año (calculo que, a un capítulo cada dos semanas, terminaría sobre Noviembre o Diciembre de 2013, con más de 50 capítulos), y sobre todo (y lo más importante) tener mucha salud, dinero y amor para todos mis seres queridos.

¿Y vosotros? ¿qué deseos u objetivos tenéis marcados para este nuevo año? ¡Espero vuestros comentarios y que hagáis realidad todos vuestros sueños! ^^

¡¡¡FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2013!!!

sábado, 29 de diciembre de 2012

Anexo: Fanfic Personal de Pokémon

¡Hola de nuevo, bloggeros! ¿Qué tal estáis? ¡Yo muy bien, disfrutando de las vacaciones mientras pueda, jejeje! xD
Hoy os traigo otra de mis creaciones, anteriores a FF: MP. Tal y como os dije en una ocasión soy fan de Pokémon, y lo he demostrado a lo largo de toda mi vida jugando a (casi) todos sus juegos y siguiendo la serie de televisión. Ahora ya no la veo tanto como antes, debido más que nada a la falta de tiempo, y también porque la serie ya no es lo que era (personalmente opino que las primeras temporadas de pokémon eran las mejores, las de ahora ya no conservan ese punto que tanto nos encantaba en la infancia).

Como a mí me gusta inventarme historias sobre cosas que me gustan, Pokémon no iba a ser menos. Relaté un combate inventado en el que participaba nada más y nada menos que un servidor, usando mis pokémon favoritos y luchando contra alguien a quien considero un rival personal (también le gusta pokémon, y muchas veces combatimos para ver quién es el mejor). Por supuesto, también escribí esta batalla usando los pokémon favoritos de mi rival, en un combate épico que me gustaría compartir hoy con todos vosotros.

Y sin más, os dejó a continuación con mi propio combate pokémon, escrito hace ya más de 4 años, y por primera vez en exclusiva en el blog. Espero que disfrutéis mucho con la lectura: ^^


BATALLA ELÉCTRICA: EDUARDO VS EMANUEL
   El chico estaba allí, frunciendo el ceño bajo las brillantes luces del pequeño estadio que se encontraba dentro del pabellón de su instituto. Sus amigos y compañeros de clase, desde las gradas, lo saludaban y sostenían pancartas con su nombre.
Eduardo hubiera querido pellizcarse. Estaba nervioso y todo parecía un sueño. Había trabajado mucho para poder estar en el campeonato pokémon que se celebraba todos los años en el instituto. Después de muchos años de intentos fallidos había conseguido ganar milagrosamente en las eliminatorias y con mucho esfuerzo. Todos sus rivales eran muy fuertes. Sólo tenía que ganar esta batalla para que su sueño se hiciera realidad: ganar el campeonato escolar juvenil pokémon del IES Eleanor y convertirse en un entrenador de élite reconocido por todos.
Ahora se encontraba en la batalla final, puesto al que era muy difícil llegar y todos aspiraban. Sólo una persona se interponía entre él y la victoria.
Toda la gente importante para él estaba en las gradas. Sus profesores y amigos lo observaban expectados, impacientes a que empezara el tan ansiado combate esperado por todos.
El comentarista, un chico de 2º de Bachillerato, empezó presentando a los rivales con un micrófono. Su voz resonó en todo el pabellón a través de los altavoces:
- A un lado tenemos al aspirante a campeón, Eduardo de 4º de la ESO C.
El comentarista giró la cabeza y miró al lado opuesto. En ese momento hizo su entrada en escena al otro lado del campo un chico alto, de color de pelo rubio oscuro y ojos oscuros. Una emblemática gorra amarilla con la letra “E” estampada en ella lucía en su cabeza. Eduardo no dio crédito a lo que veía. Con la boca abierta contempló, para su sorpresa, que su rival también estaba sorprendido:
- Al otro lado tenemos a Emanuel, de 4º de la ESO A, quien ha llegado hasta la final con el record de ganar sin ningún pokémon debilitado.
Eduardo conocía de sobra a aquel chico de gorra amarilla. Su rival era nada más y nada menos que su primo Emanuel, con quien había empezado sus aventuras desde sus inicios como entrenador y entrenado con sus pokémon en numerosos combates, de los que siempre su primo salía victorioso. Tenía que reconocer que a Emanuel se le daban mejor los combates que a él, seguramente porque tenía mucha más experiencia. Sin embargo Eduardo se quedó sin habla cuando se enteró de que su rival había conseguido llegar hasta la final sin ningún pokémon debilitado. Era la primera vez que conseguía algo semejante, y eso lo asustó mucho más a la hora de pensar que tendría que enfrentarse a él.
Sabía que sería un enemigo duro, pero estaba dispuesto a emplearse mucho más a fondo y a esforzarse, sobre todo ahora más que nunca:
- ¿Eduardo, eres tú?- preguntó Emanuel todavía sin creer lo que veía- ¡Vaya, nunca imaginé que tendría que luchar contra ti en la final, en serio!
- Seguramente no esperabas que llegara tan lejos, ¿verdad?- dijo el chico.
- ¡La verdad es que no!- exclamó Emanuel con una gran sonrisa.
Eduardo sabía que en el fondo Emanuel era un poco creído, pero no tanto, por lo menos no se le notaba. El comentarista se puso serio de repente y empezó a explicar las reglas del combate:
- En este combate los entrenadores usarán 3 pokémon cada uno. El entrenador cuyos tres pokémon queden fuera de combate, pierde. Sin límite de tiempo. El vencedor ganará el torneo y por consiguiente será proclamado como entrenador de élite del instituto Eleanor.
Eduardo y Emanuel se pusieron serios de repente. La verdadera batalla estaba a punto de empezar:
- Hace mucho tiempo que no combatimos- comentó Emanuel sin desviar la mirada- por lo menos 3 meses, ¿verdad?
- Creo que sí- sonrió Eduardo- ha pasado mucho tiempo desde nuestro último combate. Esta vez pienso ganarte- dijo con un brillo de seguridad en su mirada.
Su primo rió en un tono divertido, con un pequeño toque de arrogancia:
- En 3 meses uno puede cambiar mucho…- afirmó Emanuel- hagamos que este combate sea recordado para siempre.
- Está bien- sonrió Eduardo- da lo mejor de ti.
- Entrenadores…- empezó la cuenta atrás el árbitro-…preparados…listos…
Ambos chicos se dispusieron a coger sus poké ball:
- ¡A luchar!- exclamó con un grito mientras bajaba la bandera.

Emanuel sacó su poké ball blanca y roja:
- ¡Feraligatr, te toca!- gritó el chico de gorra amarilla, y lanzó su poké ball al campo de batalla.
La bola se abrió y salió un pokémon con forma de monstruo azul alto que andaba sobre dos patas y tenía aletas rojas. Parecía muy corpulento, pero lo peor de todo eran los peligrosos colmillos que salían de su boca.
Eduardo ahogó un grito de sorpresa, pero se sobrepuso y cogió una de sus poké ball. Sabía perfectamente qué pokémon iba a elegir para esa ocasión. Uno que le había ayudado bastante contra los demás rivales a los que se había enfrentado:
- ¡Adelante Lapras!- gritó Eduardo mientras lanzaba al frente su poké ball.
La bola se abrió y un nuevo fogonazo de luz dejó paso a un pokémon grande también azul que parecía un monstruo con una gran concha a la espalda.
El chico nunca había visto a un pokémon semejante, de modo que sacó rápidamente su pokédex para obtener datos específicos del pokémon al que se enfrentaba:
- Feraligatr- habló la pokédex- forma evolucionada de Croconaw. Aunque es lento su fuerza le permite mover grandes rocas con mucha facilidad. Sus fuertes colmillos destrozan en pedazos casi cualquier material.
Eduardo se quedó sin habla. La última vez que había visto a aquel pokémon era un Croconaw cuando luchó contra Emanuel hace 3 meses. Se notaba que su entrenador luchaba a menudo con él. Ahora se había vuelto mucho más fuerte.
Entonces Eduardo se arrepintió muy pronto de su elección, había sido demasiado precipitado. Se dio cuenta de que en aquel lugar no había ninguna piscina para su pokémon. Lapras era un pokémon bastante lento en tierra, por no hablar de que reducía mucho su movilidad. En cambio en el agua era todo lo contrario.
Antes de que intentara cambiarlo un ataque inesperado de Feraligatr lo dejó inmovilizado en un enorme torbellino de agua. Estaba dando vueltas alrededor en el interior mientras sufría daños:
- ¡Lapras!- gritó Eduardo.
- ¡Increíble!- exclamó el comentarista mientras observaba fascinado los acontecimientos- ¡a eso llamo yo un buen ataque torbellino, Lapras parece estar sufriendo!
“Un momento… ¡está dentro del agua!”- exclamó Eduardo en su mente. Entonces se le ocurrió una cosa:
- ¡Lapras, rayo hielo!- gritó el chico.
El pokémon obedeció y lanzó de su boca un rayo helado que congeló todo el torbellino, convirtiéndolo en una enorme escultura de hielo. El pokémon seguía en su interior, pero las múltiples siluetas que se dibujaban en el hielo confundían en qué parte se encontraba exactamente. Eduardo se quedó más tranquilo, por lo menos ahora el enemigo no podía verlo con claridad. Sin embargo seguía estando atrapado, y eso resultaba malo en cualquier sentido.
Emanuel observaba la situación con total tranquilidad. Parecía como si lo tuviera todo bajo control. Tras unos segundos ordenó a Feraligatr:
- ¡Feraligatr, Hidrobomba!
El pokémon escupió de su boca un potente chorro de agua con fuerza que alcanzó y destrozó la parte superior de la torre de hielo. Siguió así hasta llegar a la parte baja, donde se suponía que debía estar Lapras. Eduardo esperó el momento oportuno y entonces gritó:
- ¡Lapras, ahora!
En el momento en que el chorro de agua llegó hasta el pokémon, éste esquivó el ataque y montó encima del chorro del agua. Gracias a su habilidad Absorb. Agua podía deslizarse y nadar sin problemas sobre cualquier superficie acuática, incluso en el aire,  además lo protegía su otra habilidad Caparazón. La suma de las dos hizo que la operación fuera un éxito, que pilló por sorpresa a Feraligatr y a su entrenador Emanuel.
 Como bien Eduardo sabía, Lapras era rapidísimo cuando nadaba en el agua. De esta forma nado rápidamente a través del chorro para llegar hasta su enemigo, a quién embistió con fuerza con un golpe cuerpo. El impacto envió a Feraligatr un poco más lejos, que acabó tirado en el suelo:
- ¡No, Feraligatr!- gritó Emanuel.
Eduardo sabía que aquello no había acabado. Lapras aprovechó para recuperarse un poco mientras su enemigo se levantaba sin mucha dificultad. Feraligatr rugió con furia:
- ¡Muy bien Feraligatr, hidrocañón!- gritó Emanuel.
El pokémon escupió nuevamente otro chorro de agua de mayor potencia que el anterior. Sabiendo que ese no lo aguantaría su pokémon, Eduardo gritó:
- ¡Lapras, protección!
Una barrera creada por el pokémon detuvo a tiempo el ataque de Feraligatr. Sin embargo se desvaneció cuando acabó. Sin darle tiempo a reaccionar el pokémon de Emanuel corrió hasta su enemigo aprovechando su inmovilidad. Cuando estuvo al lado le asestó una terrible cuchillada con sus garras que tumbó al pokémon Agua/ Hielo, seguidamente hundió sus colmillos en el cuello de Lapras con un triturar.
Eduardo miraba todo con horror, sin saber qué hacer, mientras Lapras sufría y gritaba de dolor  y sabía que no podía hacer nada. Finalmente no pudo aguantar más y gritó:
- ¡¡Ya basta por favor, no sigas!!
Emanuel ordenó parar a Feraligatr y éste dejó de atacar a Lapras, que se quedó tumbado en el suelo sin moverse. El árbitro se dispuso a dar por vencido al pokémon cuando de repente movió una aleta. Eduardo observó cómo su pokémon se levantaba a duras penas mientras intentaba mantener el equilibrio. Cuando se puso en pie observó a su enemigo, que se encontraba un poco más lejos:
- ¡Lapras no está en su mejor momento!- exclamó el comentarista- ¡No parece que vaya a aguantar mucho tiempo más!
Eduardo sabía que tenía razón, Lapras estaba muy débil. Estaba en las últimas y dedujo que como mucho podría realizar otro ataque más. Sólo tenía una única opción:
- ¿Lapras, crees que puedes atacar una vez más?- le preguntó su entrenador desde detrás.
El pokémon asintió débilmente:
- Muy bien, prepárate- le ordenó.
Mientras tanto Emanuel, que observaba todo desde su posición al otro lado del campo, ordenó a su pokémon:
- ¡Feraligatr, aprovecha ahora para cargar tu mejor ataque…hidrocañón!
El pokémon de Emanuel empezó a cargar energía en su boca, parecía un ataque muy poderoso. Lapras hizo exactamente lo mismo.
Eduardo sabía el ataque que iba a hacer Lapras, con sus múltiples consecuencias. Era un ataque muy efectivo, pero tenía muy pocas probabilidades de éxito. Si fallaba sería el final de Lapras, que quedaría completamente a la merced de Feraligatr.
El punto culminante se acercaba. En cuanto ambos pokémon estuvieron preparados, sus respectivos entrenadores gritaron:
- ¡Feraligatr, hidrocañón!
- ¡Lapras, frío polar!
El pokémon de Emanuel disparó por la boca un potente chorro de agua. Lapras se rodeó de un aura helada que explotó y se expandió por todo el campo, congelando el ataque  hidrocañón y al propio Feraligatr, que acabó debilitándose y cayó al suelo derrotado. El árbitro anunció:
- ¡Feraligatr no puede seguir luchando, la victoria es para Lapras!

Eduardo gritó y saltó de alegría. El ataque había funcionado, Lapras había ganado. Emanuel retiró a su pokémon y éste se desvaneció en la poké ball:
- Lo has hecho muy bien, Feraligatr- le dijo a su pokémon, que descansaba dentro de la poké ball.
El resto del público gritaba, llenos de la emoción. Por primera vez en el torneo a Emanuel le debilitaban un pokémon. El comentarista habló nuevamente por el megáfono:
- ¡Finalmente ha ocurrido lo imposible amigos, Lapras ha ganado! , y eso le da un punto de ventaja a su entrenador Eduardo. Sin embargo todavía le quedan dos pokémon a Emanuel, ¿podrá remontar esta caída?
El chico de la gorra amarilla observó a su rival al otro lado de la pista con una sonrisa:
- Parece que por fin he encontrado a alguien de mi altura- rió tras esa frase- bueno, mucho mejor para mí. Sin embargo todavía guardo ases bajo la manga.
Emanuel sacó otra poké ball mientras decía:
- ¡Veamos si puedes con esto!
La lanzó al frente y tras un fogonazo de luz apareció un pokémon con forma humana que andaba sobre dos patas. Era azul oscuro y tenía pinta de ser una especie de  ninja con aire misterioso:
- ¡Vaya, es un Lucario!- exclamó el comentarista.
- ¿¡Un qué!?- exclamó a su vez Eduardo mientras sacaba rápidamente la pokédex.
- Lucario- habló la pokédex- forma evolucionada de Riolu. Puede sentir el aura de todas las cosas. Comprende el lenguaje humano y es capaz de leer los pensamientos y movimientos de su adversario a través de su aura.
“¡Oh, vaya…Lapras no podrá contra ese pokémon!”- pensó Eduardo en su mente- “tras su último ataque está cansado…y malherido…no creo que aguante mucho esta pelea”
- ¡Que empiece el combate!- gritó el árbitro.

Eduardo sabía que Lapras no iba a aguantar, pero aun así debía intentarlo:
- ¡Lucario, ataque rápido!- gritó Emanuel.
- ¡Lapras, prote…!
No terminó de decir la frase. Palideció de sorpresa al ver a Lucario montado encima de la enorme concha de Lapras.
“¡No puede ser!”- pensó Eduardo- “¡pero si sólo ha pasado una milésima de segundo!”
Lapras giró su cabeza y el pokémon de Emanuel le pegó un puñetazo en la cara, rápido y certero, que acabó debilitándolo completamente. Su cabeza cayó al suelo y el árbitro se acercó:
- ¡Lapras está fuera de combate, la victoria es para Lucario!
Esta vez fue Emanuel el que saltó y gritó de alegría. Eduardo contempló unos segundos a su pokémon debilitado y luego extendió su brazo con la poké ball en mano. El pokémon Agua/Hielo se desvaneció en ella:
- ¡De un solo golpe Emanuel ha remontado el combate!- exclamó el comentarista- ¡Ambos entrenadores van empatados!... ¿¡qué pokémon elegirá Eduardo ahora!?

El chico se quedó pensando un rato. Debía elegir bien el siguiente pokémon:
“Un pokémon que puede sentir el aura de todas las cosas…muy rápido y fuerte…”- cogió en su mano una poké ball roja y blanca- “sólo hay un pokémon capaz de vencer a Lucario…”
- ¡Arcanine, te elijo a ti!- gritó Eduardo.
Lanzó la poké ball a la pista y de ella apareció una especie de perro grande anaranjado con rayas negras moteadas y con un gran pelaje y cola amarillo:
- ¡Un Arcanine, esto promete ser un buen combate!- afirmó el comentarista
Entonces llegó el árbitro y gritó:
- ¡Que empiece el combate!
Eduardo ordenó en el acto:
- ¡Arcanine, lanzallamas!
El perro abrió su boca y escupió una poderosa llama directa a su oponente.
- ¡Lucario, detección!- gritó Emanuel.
La llama alcanzó al pokémon aura y lo envolvió en una inmensa bola de fuego. Parecía que había dado resultado:
- ¡Bien, de lleno en el blanco!- dijo Eduardo.
Sin embargo se le borró la sonrisa de la cara cuando se disiparon las llamas. Contempló sorprendido al pokémon aura envuelto en una especie de barrera que lo protegía del fuego. Emanuel sonrió al otro lado de la pista mientras desaparecía la barrera:
- No creas que es tan fácil vencerme- después estiró el brazo con el dedo señalado- ¡Lucario, agilidad!
El pokémon de Emanuel corrió rápidamente hasta su enemigo. Eduardo gritó:
- ¡Arcanine, sigue atacando con lanzallamas!
El perro escupió otra llama pero Lucario lo esquivo, era demasiado rápido. Continuó así, fallando todos sus ataques, mientras Lucario esquivaba con mucha facilidad las llamas que iban directamente hacia él y se acercaba peligrosamente a Arcanine.
Cuando Eduardo pudo darse cuenta, el pokémon aura estaba detrás del perro. El chico gritó:
- ¡Arcanine, cuidado!
- ¡Lucario, puño drenaje!- gritó Emanuel.
El pokémon aura golpeó con fuerza a Arcanine en la cara, que lo lanzó un poco más lejos y acabó en el suelo:
- ¡¡¡ARCANINE!!!- gritó Eduardo.
El perro se levantó sin muchos daños y se giró a su enemigo, que le dirigió un rugido de furia. Emanuel volvió a ordenar:
- ¡Lucario, velocidad extrema!
Lucario desapareció al instante de vista, parecía como si se lo hubiera tragado la tierra. Sin embargo podía sentirse su presencia en la pista, ya que dejaba tras de sí potentes ráfagas de viento a su paso.
“¡Oh no!”- pensó Eduardo- “¿cómo va Arcanine a luchar contra algo que se mueve a la velocidad de un reactor? ¡Ni siquiera sabe dónde está!”
El perro se giró en todas direcciones buscando con la mirada a su enemigo, pero sin resultados. Estaba perdido y no sabía por dónde iba a atacar Lucario. De repente Arcanine recibió un duro golpe rápido y casi invisible, que lo tumbó al suelo:
- ¡Arcanine, cuidado!- gritó Eduardo.
El perro volvió a levantarse pero otro duro golpe de Lucario le hizo retroceder de dolor. El pokémon aura continuó asestándole sin parar golpes rápidos mientras Arcanine recibía daños considerables y retrocedía a cada paso. Se veía indefenso ante aquella situación ya que no podía ver a su enemigo y éste tampoco le daba tiempo para reaccionar.
Eduardo pensó rápidamente en algo antes de que su pokémon acabara debilitándose. Le vino una idea a la cabeza y ordenó:
- ¡Arcanine, giro fuego!
El perro obedeció la orden y creó un muro de fuego que lo rodeó por completó 360º. Este ataque pilló por sorpresa a Lucario, que no pudo retroceder y acabó colisionando con las llamas en un intento por golpear a su enemigo. El pokémon aura se vio atrapado por las llamas mientras sufría quemaduras y gritaba de dolor:
- ¡¡¡LUCARIO, NO!!!- gritó Emanuel.
- ¡Lucario parece estar en un buen aprieto!- exclamó el comentarista- ¿podrá salir de esta?
Viendo que su enemigo estaba inmovilizado y no podía moverse, Eduardo le dijo a su pokémon:
- ¡Arcanine, aprovecha ahora y devuélvele todo el daño que te ha hecho Lucario!- estiró el brazo con el dedo señalado- ¡Colmillo Rayo!
El perro se lanzó al ataque y mordió un brazo de Lucario mientras saltaban chispas eléctricas. Seguidamente le golpeó con la cola con un ataque Cola Férrea:
- ¡Bien hecho Arcanine, ahora usa sofoco!- gritó Eduardo.
El pokémon de Eduardo se rodeo de una onda ígnea que hizo explotar y se expandió por todo el campo, alcanzando a Lucario mientras éste gritaba todavía más de dolor:
- ¡¡¡LUCARIO!!!- gritó Emanuel.

El pokémon aura acabó un poco más lejos, tumbado en el suelo y gravemente herido. Arcanine por su parte se tambaleó un poco pero no llegó a perder el equilibrio. Eduardo vio cómo jadeaba su pokémon:
“Arcanine está cansado”- pensó el chico en su mente- “Ese sofoco le bajó mucho el ataque especial…ahora sólo cuento con el ataque físico”
Eduardo volvió la vista hacía el pokémon de Emanuel, que se levantaba con dificultad y apoyándose con sus patas. Se le notaba que estaba herido y no iba a aguantar mucho tiempo más. Frente a su enemigo de tipo acero/lucha parecía que Arcanine tenía todas las posibilidades de ganar:
- ¡Muy bien, Lucario, todavía podemos aguantar más!- gritó Emanuel- ¡Velocidad extrema!
El pokémon aura hizo un esfuerzo y desapareció nuevamente de la vista. Le siguieron fuertes ráfagas de viento por todo el pabellón:
- ¡Arcanine, usa tu también velocidad extrema!- gritó Eduardo.

El perro obedeció y desapareció al igual que Lucario. En los segundos siguientes no se veía a ninguno de los dos pokémon, sólo se oían sus fuertes choques mientras colisionaban ferozmente sus ataques a la velocidad de la luz. A veces se podían oír los gritos de dolor de ambos combatientes, lo que significaba que conseguían hacerse daño. Estaban igualados tanto en fuerza como en velocidad.
- ¡Que alguien me diga si consigue ver algo, porque yo no veo nada!- exclamó el comentarista mirando en todas direcciones- ¡estamos presenciando una lucha encarnizada a la velocidad de la luz!
El ambiente estaba cargado de tensión. Finalmente y tras unos segundos de profunda intriga, Arcanine volvió a su velocidad normal y acabó estrellándose contra una pared detrás de su entrenador, golpeado por su enemigo:
- ¡Arcanine!- gritó Eduardo al volverse a su espalda.
Lucario paró también y se situó justo delante de su entrenador, dándole la espalda.
- ¿¡Arcanine, estás bien!?- preguntó su entrenador.
El perro asintió débilmente y se acercó de nuevo a la pista, delante de su entrenador y dándole la espalda igual que Lucario. Entonces Emanuel ordenó:
- ¡Lucario, prepara tu mejor ataque!
El pokémon aural se puso en posición ofensiva y empezó a acumular energía en una bola de luz misteriosa que cada vez se hacía más grande entre sus patas. Eduardo sabía que si Arcanine recibía ese ataque acabaría debilitado. Rápidamente gritó:
- ¡Arcanine, giga impacto, rápido!
El perro corrió velozmente hacía su enemigo, mientras éste casi terminaba de acumular energía. Cuando Arcanine se encontraba frente a Lucario y a punto de atacarle, Emanuel gritó:
- ¡Lucario, esfera aural!
El pokémon aura lanzó su ataque justo en el momento en que el perro embestía contra él. El ataque de Lucario provocó una explosión que llenó de humareda todo el campo de batalla.
Ambos entrenadores observaron, buscando con la mirada nerviosos, a sus pokémon dentro del enorme humo negro. Reinaba una profunda tensión en el pabellón. Sólo el comentarista fue el primero en pronunciar palabra:
- ¡Amigos, eso ha sido un duro ataque para ambos pokémon! ¿¡Quién saldrá victorioso de esta!?

Por fin el humo empezó a disiparse. Todos callaron y observaron espectados el resultado de aquella frenética colisión de ataques. Poco a poco la humareda se hizo más clara.
Y entonces todos ahogaron un grito de exclamación.
Ambos pokémon seguían allí, en pie. Aparentemente se veían muy heridos, temblaban y les costaba mantener el equilibrio:
- ¡Lucario!- exclamó Emanuel.
- ¡Arcanine!- exclamó a su vez Eduardo.
Pasaron unos segundos y ninguno de los dos pokémon hizo nada por atacar al enemigo que tenía enfrente. Simplemente levantaron la cabeza, se miraron a los ojos, sonrieron con rivalidad y ambos cayeron al suelo. No volvieron a levantarse:
- ¡¡¡LUCARIO!!!- gritó Emanuel.
- ¡¡¡ARCANINE!!!- gritó Eduardo.
El árbitro se acercó junto a los pokémon y después de comprobar sus sospechas, anunció:
- ¡Los dos pokémon están fuera de combate, es un empate!

Un nuevo gritó de exclamación provino de las gradas. El público estaba expectante. La emoción poco a poco se hizo con el control del pabellón.
Ambos entrenadores estiraron sus brazos y retiraron a sus pokémon, que se desvanecieron dentro de sus poké balls:
- Muchas gracias, Arcanine- sonrió Eduardo antes de guardar la poké ball blanca y roja- lo has hecho muy bien.
Emanuel también guardó su poké ball. El comentarista no pudo evitar levantarse de la emoción de su silla, que inmediatamente después volvió a sentarse mientras se disculpaba:
- ¡Amigos esto es increíble, es la primera vez en mis años de trabajo que veo una situación igual, a ambos entrenadores les queda un solo pokémon a cada uno!
Eduado cogió una poké ball de su cinturón, sabía que sería la última que lanzaría al campo. Sin embargo se quedó un rato observándola y pensando si tal vez aquella sería su mejor opción. Sabía que se lo jugaba todo en aquella última ronda. Pensó en todos los combates en los que aquel pokémon le había ayudado a ganar, y en el que tenía plena fe y confianza. La suficiente para que se decidiera finalmente. Con esperanza y un brillo de seguridad en su mirada, lanzó la poké ball al frente, al campo de batalla:
- ¡Confío en ti, Pikachu!
De la poké ball surgió una especie de pokémon ratón amarillo con brillantes rayas marrones en la espalda, las orejas en punta, con círculos rojos en las mejillas y la cola en forma de rayo.
- ¡Eduardo ha elegido como último pokémon a Pikachu!- exclamó el comentarista.
Mientras tanto Emanuel observaba pensativo al pokémon de su rival. Era la primera vez que le debilitaban dos pokémon en un combate y aquella sería su decisión final. Se lo jugaba todo con su último pokémon. Miró a su rival al otro lado de la pista:
- Muy bien Eduardo, tal y como me lo esperaba de ti, es la primera vez que alguien consigue llevarme hasta este extremo. Ahora sólo cuento con un único pokémon, pero te digo una cosa…- cogió una poké ball de su cinturón y sonrió decididamente- ¡…primo, no pienses ni por un momento que ya has ganado!
Lanzó la poké ball a la pista y de ella surgió otro pokémon muy parecido a Pikachu, sólo que más grande y de un color amarillo-naranja. Un rayo remataba su cola larga y fina:
- ¡Increíble, es un Raichu!- dijo nuevamente el comentarista.
- ¿¡Qué es eso!?- exclamó Eduardo mientras reaccionaba por sorpresa y cogía la pokédex:
- Raichu- habló la pokédex- forma evolucionada de Pikachu. Usando la piedra trueno, Pikachu puede convertirse en Raichu. Raichu puede emitir una descarga de más de 100.000 voltios.
El chico se sorprendió al enterarse de cierta información que le dio la pokédex:
- ¿¡Cómo!? ¿¡La evolución de Pikachu!?
- Así es- afirmó Emanuel- lo evolucioné hace poco porque conseguí una piedra trueno en el centro comercial, me sacaron una fortuna por ella…
Eduardo seguía boquiabierto ante el pokémon de su rival:
- Pero valió la pena…- continuó Emanuel- ahora mi pokémon es más poderoso y el lazo que nos une es mucho más fuerte ahora… ¡no podrás con nosotros!
- ¡Nosotros tampoco nos echamos atrás!, ¿verdad, Pikachu?- preguntó Eduardo.
El pokémon ratón asintió, seguro de sí mismo. Raichu hizo lo mismo. Entonces llegó el árbitro y con las banderas en las manos gritó:
- ¡Última ronda…que empiece el combate!

Eduardo inmediatamente ordenó a su pokémon:
¡Pikachu, usa rayo!
El pequeño ratón soltó una fuerte descarga eléctrica a través de su cuerpo que alcanzó a Raichu. Éste, sin apenas inmutarse, absorbió la descarga como si no pasara nada:
- ¿¡Qué!?- exclamó Eduardo perplejo- ¿¡no le ha hecho nada!?
Emanuel sonrió triunfante. Desde luego su rival no se esperaba aquella jugada. Estiró un brazo diciendo:
- ¡Raichu, enséñales lo que es un rayo de verdad!
El pokémon de Emanuel se rodeó de una luz amarilla brillante que fue disparada directamente contra Pikachu. El pokémon de Eduardo salió volando y acabó un poco más lejos, tendido en el suelo:
- ¡Pikachu!- gritó el chico.
El pokémon ratón todavía podía seguir luchando. Se levantó, todavía en forma, y volvió la mirada a su enemigo. De sus mejillas salían pequeñas chispas de furia. Eduardo sabía lo que significaba aquello. Su pokémon quería luchar:
- ¡Muy bien, Pikachu, usa megapuño!
El pokémon ratón corrió hasta Raichu y fue a propiciarle un puñetazo. Emanuel dijo entonces:
- ¡Puño por puño!- sonrió el chico de gorra amarilla- ¡Raichu, mega puño!
Ambos pokémon se acercaron corriendo con los puños preparados. Al principio colisionaron con un fuerte golpe, pero un nuevo ataque inesperado de Raichu golpeó fuertemente a Pikachu, que lo dejó aturdido unos valiosos instantes para rematarlo con una mega patada:
El pokémon de Eduardo acabó rodando por el suelo un poco más lejos.
- ¡Pikachu!- gritó nuevamente Eduardo.
- ¡Oh no, eso ha tenido que doler!- dijo el comentarista- ¿¡podrá Pikachu seguir luchando!?
El pokémon ratón se levantó nuevamente, pero esta vez mientras se tambaleaba un poco. Raichu lo había herido un poco, pero todavía podía seguir luchando. Eduardo dijo entonces:
- ¡Pikachu, cola férrea!
El pokémon ratón corrió hacia su enemigo mientras se le iluminaba la cola en forma de rayo:
- ¡Raichu, tú también cola férrea!- gritó Emanuel.
El pokémon de Emanuel esperó a que su enemigo llegara junto a él, mientras se le iluminaba la cola. En cuanto Pikachu estuvo la bastante cerca saltó y sacudió con su cola a Raichu, quién hizo lo mismo y ambos ataques chocaron en un frenético golpe.
Sin parar de atacarse, ambos pokémon siguieron luchando al llegar al suelo e intentaban golpearse con la cola, mientras los ataques chocaban una y otra vez sin resultados. A pesar de que parecía que había una igualdad de fuerzas, Raichu poco a poco iba ganando terreno al golpear a Pikachu varias veces. Eduardo se dio cuenta y supo que Pikachu no iba a aguantar.
Tal y como predijo, unos segundos después su pokémon salió disaparado un poco más lejos por un brutal ataque de Raichu, en un instante que Pikachu no pudo parar el golpe.
El chico vio horrorizado a su pokémon tirado en el suelo, pero pronto se recupero un poco al ver que se levantaba, esta vez con un tambaleo más pronunciado. Estaba herido, pero todavía podía seguir luchando. Eduardo se sorprendió al comprobar que, a diferencia de Pikachu, el pokémon de Emanuel seguía intacto y parecía estar en plena forma. Emanuel sonrió triunfante de saber que estaba en ventaja:
- ¡Es inútil, Eduardo, Raichu tiene muchas más fuerza, no intentes lo imposible!
El chico miró a su pokémon. Sabía que su rival tenía razón:
“Pikachu se está esforzando mucho para igualar a su enemigo, que lo supera en fuerza”- pensó Eduardo- “pero me he dado cuenta de que es inútil, por mucho que le ataque de frente, Raichu siempre ganará…tiene mucha más fuerza, pero…”- de repente al chico le vino a la cabeza las últimas imágenes durante los movimientos con cola férrea, se fijó en que Pikachu siempre tomaba la iniciativa y Raichu apenas se movía, era como si esperara a que el propio Pikachu llegara hasta él. Eso significaba que…- “¡espera!”- exclamó en su mente- “¡ya lo tengo, no es cuestión de fuerza…la velocidad es la clave!”
Acto seguido el chico ordenó:
- ¡Pikachu, agilidad!
El pokémon ratón corrió rápidamente hacía Raichu. Emanuel gritó:
- ¡Raichu, chispazo!
El pokémon de Emanuel se cargó de electricidad y la liberó con fuerza por todo el campo de batalla. Pikachu se fue acercando a su enemigo mientras esquivaba sin mucha dificultad las descargas que caían a su alrededor. Las sorteaba en zigzag, lo que confundía bastante a Raichu. Justo cuando se encontraba frente al pokémon de Emanuel y lo pillo por sorpresa, Pikachu se lanzó contra él y lo embistió con un placaje.
El ataque de Pikachu lanzó un poco más lejos a Raichu y lo tumbó al suelo mientras su entrenador gritaba:
- ¡Raichu, no!
- ¡Pikachu, sigue atacando con agilidad!- gritó Eduardo- ¡devuélvele todo el daño que te ha hecho Raichu!
El pokémon ratón se lanzó nuevamente al ataque mientras su enemigo se levantaba. Emanuel gritó:
- ¡Raichu, golpe cuerpo, rápido!
El pokémon de Emanuel intentó en numerosas ocasiones embestir con su cuerpo a Pikachu, pero le resultaba imposible. El pokémon ratón las esquivaba como si nada, y cada vez que fallaba, Pikachu lo golpeaba con placaje. Ambos pokémon continuaron así durante un rato, mientras Pikachu poco a poco iba ganando terreno al hacerle daño a Raichu.
Emanuel observaba todo con horror:
- ¿¡No te esperabas esto, verdad primo!?- le dijo Eduardo al otro lado de la pista- ¡Tenías razón, puede que Pikachu nunca supere a Raichu en fuerza…pero sí en velocidad!- con una sonrisa segura el chico le dijo- ¡Tú pokémon es demasiado lento, Emanuel, en este caso…Raichu nunca superará a Pikachu en velocidad!
Emanuel se quedó mudo de la sorpresa. Mirando a ambos pokémon luchando se dio cuenta de que su rival tenía razón. Esta vez Raichu estaba en desventaja.
Llegó un momento en que Raichu cayó al suelo. Pikachu se detuvo:
- ¡¡¡Raichu!!!- gritó Emanuel.
Su pokémon se levantó con dificultad, herido. Estaba cansado y jadeaba. Parecía que Pikachu tenía todas las de ganar:
- ¡Oh no, Raichu…!- dijo Emanuel.
Sin perder tiempo Eduardo dijo a su pokémon:
- ¡Pikachu, doble equipo!
El pokémon ratón se multiplicó tantas veces que todos sus dobles rodearon a Raichu. Emanuel observaba horrorizado la situación mientras Eduardo por fin presentía que la suerte estaba a su favor. Supo que Emanuel no se esperaba aquel movimiento, lo que le daba un pequeño paso de ventaja:
- ¡Esta ha sido una buena jugada por parte de Pikachu!- dijo el comentarista- ¿¡podrá Raichu salir de ésta!?
Emanuel pensó rápidamente en algo antes de que su pokémon sufriera las consecuencias. Eduardo gritó decidido:
- ¡Si una descarga no pudo tumbar a tu pokémon, veamos si puede aguantar veinte!- el chico estiró el brazo y dijo- ¡Pikachu, impactrueno!
Todos los pikachus que estaban reunieron electricidad y entre todos crearon una gran masa de electricidad que fue lanzada al centro del círculo, dónde se encontraba Raichu. Antes de que la gran masa estrellara contra el pokémon, Emanuel gritó:
- ¡Raichu, protección!
El choque se produjo, acompañado de una explosión. Los dos entrenadores se cubrieron con un brazo y después miraron la enorme humareda que cubría el campo de batalla.
De entre el humo surgió Raichu, que atacó por sorpresa a una copia de Pikachu y desapareció. Todos los Pikachus se lanzaron contra su enemigo para atacar, pero fue inútil. Raichu empezó a repartir mamporros entre el grupo de Pikachus, con algunos puños y patadas, mientras desaparecían las copias. Finalmente se quitó a los que quedaban con un potente rayo que hizo desaparecer todas las copias, quedando únicamente el Pikachu original, que se encontraba un poco más lejos, jadeando.
Eduardo se quedó de piedra. En un solo momento Raichu había acabado con todas las copias de su pokémon. Emanuel sonrió de nuevo mientras terminaba de disiparse la humareda:
- ¡Bien hecho, Raichu!- después miró a su rival, con una media sonrisa- ¡Muy buena, Eduardo, tengo que reconocer que has mejorado un montón y, de hecho, Raichu no lo hubiera contado si le hubiera alcanzado ese ataque!- luego se puso serio- ¡acabemos con esto de una vez por todas!
- ¡Muy bien, adelante!- dijo el chico, también serio.
Ambos pokémon se prepararon para el siguiente ataque. Sus entrenadores gritaron al mismo tiempo:
- ¡Rayo a la máxima potencia!
Pikachu y Raichu se cargaron con toda la electricidad que pudieron y lanzaron las descargas con todas sus fuerzas. Ambas ataques chocaron con una ferocidad increíble, que acabó con una gran explosión que destrozó las vidrieras y los cristales que se encontraban en la parte superior del pabellón. La onda expansiva tiró abajo todo lo que se encontraba suelto dentro de la infraestructura, incluida la mesa y la silla del comentarista, que cayó de espaldas al suelo.
Toda la gente se cubrió con los brazos en las gradas mientras tosían entre la enorme humareda que cubría todo el pabellón.
Al cabo de un rato la visión se hizo más clara cuando ambos entrenadores abrieron poco a poco los ojos. Los dos exclamaron sorprendidos:
- ¡Raichu!
- ¡Pikachu!
Los dos pokémon se encontraban allí, en el mismo lugar, en pie. El comentarista iba a decir algo, pero descubrió que su micrófono estaba roto y no pudo comentar nada al respecto.
Eduardo se dio cuenta de que su pokémon estaba muy cansado, herido, jadeaba pesadamente y le costaba mantener el equilibrio. Emanuel también se dio cuenta del grave estado de su pokémon, que se encontraba igual que Pikachu. Ambos pokémon estaban al límite de sus fuerzas.
“Este es el final”- pensó Eduardo- “No creo que ninguno de los dos vaya a aguantar más ni quieran seguir luchando, están al borde de ser debilitados y apenas les quedan fuerzas para mantenerse en pie. Lo mejor será rendirse ahora, pero…”

El chico no terminó la frase. Perplejo, vio como el Raichu de Emanuel adoptaba una postura ofensiva a cuatro patas, con dificultad en sus movimientos. Su entrenador pareció sorprendido. No le había dado ninguna orden:
- ¿¡Raichu, qué haces!?- exclamó Emanuel- ¡no puedes seguir luchando, estás muy débil!
Eduardo se horrorizo al ver que Pikachu también se ponía en guardia a cuatro patas, igual que Raichu:
- ¿¡Pikachu, tú también!?- exclamó el chico- ¡no seas idiota, ya no puedes aguantar más!
El pokémon ratón le dirigió una mirada seria a su entrenador. En sus ojos se veía la determinación y la seguridad de querer acabar aquel combate, a pesar de su lamentable estado. Eduardo comprendió a través de los ojos de Pikachu que quería seguir luchando.
Raichu, por su parte, le dirigió la misma mirada a Emanuel, quien al final acabó comprendiendo a su pokémon:
- Pikachu…- dijo Eduardo- ¿por qué…?
- No sirve de nada, primo…- dijo Emanuel al otro lado de la pista.
Eduardo levantó la mirada hacia su rival sin comprender nada:
- ¿Qué quieres decir?
- ¿No lo ves? Nuestros pokémon quieren luchar- afirmó seriamente Emanuel- por mucho que les digamos, no escucharán nuestras palabras. Quieren acabar este combate y demostrarse a sí mismos quién es el más fuerte. Lo sé…porque Raichu me lo ha pedido…y puedo estar seguro…de que Pikachu también te lo ha pedido, ¿verdad?
Eduardo no dijo nada. Sabía que su rival tenía razón:
- Lo sabía…- dijo el chico de gorra amarilla, quien levantó la mirada y dijo- ¡Muy bien, Raichu, será como tú digas!
- Emanuel…- dijo Eduardo perplejo.
Luego miró a su pokémon, que esperaba una respuesta suya. El chico bajó la cabeza:
- Pikachu, ¿de verdad quieres hacer esto? No quiero obligarte a luchar.
El pokémon ratón afirmó con su vocecita. Entonces lo pensó durante unos segundos. Finalmente Eduardo sonrió, levantó la cabeza y dijo:
- ¡Está bien, Pikachu, confío en ti!

Ambos, entrenadores y pokémon, estaban preparados y listos para el último ataque, que decidiría de una vez por todas quién ganaría aquel duro combate. De alguna forma, el destino los había enfrentado aquel día. La hora de la verdad se acercaba.
Los pokémon empezaron a cargar electricidad por todo su cuerpo, algo que sorprendió no solo a sus entrenadores, sino a todo el público que los miraba. Una misteriosa fuerza les daba la fuerza necesaria para realizar aquel último ataque. Finalmente, cuando los dos pokémon terminaron de cargar electricidad mientras saltaban chispas por todo su cuerpo, sus entrenadores gritaron:
- ¡Raichu!
- ¡Pikachu!
Entonces Emanuel y Eduardo gritaron a la vez:
- ¡¡¡PLACAJE ELÉCTRICO!!!

Ambos pokémon corrieron hacia el centro del campo de batalla, mientras se rodeaban de un aura amarilla que saltaban chispas y destruían todo a su paso. El momento de la verdad se acercaba rápidamente.
Finalmente los dos pokémon chocaron, provocando otra explosión con humareda, pero no tan potente como la anterior. Los entrenadores se cubrieron con los brazos, y después observaron sin desviar la mirada entre el humo, buscando a sus pokémon.
Una gran tensión reinaba en el ambiente. Todo el público miraba sin habla el resultado final.
Tras unos segundos de silencio mientras se disipaba la niebla, todos ahogaron un grito de exclamación. Eduardo y Emanuel gritaron:
- ¡Raichu!
- ¡Pikachu!
Parecía imposible, pero era verdad. Los dos pokémon seguían allí, en pie, pero dándose la espalda. Habían atacado y se veían extremadamente heridos. El comentarista, a falta de micrófono, gritó con su voz desafinada en un intento por que se oyera en todo el pabellón:
- ¡Amigos esto es increíble!- exclamó emocionado- ¡es la primera vez en todos mis años de trabajo que veo una situación igual…dos pokémon que continúan luchando hasta caer rendidos…y tras un duro ataque que sigan en pie!
Ambos pokémon sonrieron, orgullosos. Habían conseguido lo imposible.
Después Pikachu exhaló su último respiro…y cayó al suelo, vencido:
- ¡¡¡PIKACHU!!!- gritó Eduardo.
El árbitro se acercó junto a él y con la bandera roja en alto anunció:
- ¡Pikachu está fuera de combate, la victoria es para Raichu!- después dirigió la mirada al chico de gorra amarilla- ¡La victoria es para Emanuel Hernández, de 4º de la ESO A!

El público enloqueció de emoción. Gritaron y vitorearon a Emanuel los de su clase. Los de la clase y amigos de Eduardo se quedaron en silencio, lamentando su derrota.
Eduardo, con el rostro ensombrecido, bajó la cabeza. Tenía ganas de llorar y de salir corriendo, pero una vocecita en su interior no se lo permitía. Se acercó junto a su pokémon, mientras veía cómo el Raichu de Emanuel ayudaba a levantar a Pikachu. El pokémon ratón agradeció el gesto y ambos pokémon intercambiaron una pequeña chispa eléctrica. A pesar de haber sido enemigos, en el fondo eran amigos. Era normal, pues se habían conocido siendo Pichus.
El chico estiró el brazo con la poké ball en mano. Pikachu cerró los ojos y se desvaneció en ella. Eduardo dijo entonces:
- Gracias Pikachu, lo has hecho muy bien, estoy muy orgulloso de ti.
Emanuel también se acercó y devolvió a Raichu a su poké ball. Eduardo le extendió la mano:
- ¡Felicidades!- le dijo con una sonrisa- ¡Has ganado!
- ¡Gracias Eduardo!- sonrió el chico de gorra amarilla también- ¡pero has sido muy difícil, de verdad, eres el mejor entrenador al que me he enfrentado nunca!
- ¡Ya te dije que había mejorado un montón!- dijo el chico sonriente.
Entonces se acercó el director del instituto Eleanor y le entregó a Emanuel la medalla conmemorativa mientras decía:
- ¡Felicidades Emanuel!- dijo el director- ¡Ahora ya eres un entrenador de élite, podrás luchar con los mejores entrenadores del instituto y además representas a este instituto para los campeonatos nacionales de nuestro país!
- ¡Muchas gracias, director!- sonrió el chico de gorra amarilla.
Las horas siguientes constituyeron la fiesta de celebración del final del campeonato pokémon del IES Eleanor.

Cuando todo el mundo se hubo ido, Eduardo se quedó solo en el pabellón. Había acabado el curso escolar y no volvería a estar allí hasta el próximo año, de modo que quería aprovechar un poco más el tiempo que le quedaba. Estaba sentado en las gradas, observando todo el desastre que habían causado sus pokémon y en lo desesperados que se pondrían los del servicio de limpieza cuando se enteraran del nuevo recadito que muy pronto recibirían.
Aquella idea le hizo gracia y no pudo evitar reírse. Entonces cogió una poké ball de su cinturón y la miró detenidamente. Pensó en todo lo que había trabajado para llegar hasta allí y en la mala suerte que tuvo de enfrentarse contra su primo Emanuel en la final. La verdad es que no le sorprendía mucho el que él ganara debido a que ya estaba acostumbrado a sus derrotas, pero sí bastante el que sus pokémon aguantaran tanto en el campo de batalla. Tenía como nuevo reto ganar el próximo año el torneo escolar.
“Bueno, otro año será”- suspiró.
Una voz conocida lo despertó de sus pensamientos:
- ¿¡Ey, Eduardo, qué haces aquí solo!?
- Estaba pensando…- se limitó a decir.
Emanuel notó su preocupación y sabía que todavía estaba deprimido. Se sentó a su lado y le palmeó la espalda con optimismo:
- ¡Vamos hombre, no te deprimas por un combate, piensa que has dado lo mejor de ti y te esforzaste un montón!
Mirándolo por ese lado, Eduardo consiguió alegrarse un poco y agradeció el apoyo de su primo. Le miró diciendo:
- Conseguiste tu sueño, después de tanto tiempo- comentó Eduardo- ¿qué se siente al ser un entrenador de élite?
- Pues la verdad…- se quedó pensativo y después sonrió- ¡me siento el mismo!
- Ya, pero piensa que a partir de ahora tendrás que enfrentarte a nuevos retos y a mejores entrenadores- explicó Eduardo- puedes luchar contra los profesores y hasta con el mismísimo director, que según me han contado es el mejor entrenador del instituto. ¿Qué piensas hacer?
El chico de gorra amarilla contestó:
- Tengo claro que lo desafiaré algún día…y lo venceré- exclamó con afán se superioridad- pero también tengo un nuevo objetivo, que es convertirme en el campeón pokémon del torneo nacional de España, y luego… ¡subiré a la cima en el torneo internacional mundial y seré el mejor entrenador del mundo!

Eduardo lo miró un rato y después se rió descaradamente en toda su cara:
- ¿De qué te ríes?- preguntó furioso Emanuel.
El chico por fin pudo parar de reir y contestó:
- Es que eso es muy difícil, Ema, y dudo mucho que puedas llegar tan lejos…
El chico de gorra amarilla iba a decir algo pero Eduardo lo interrumpió:
- …Pero estoy seguro de que puedes conseguirlo. Simplemente lo sé. Pero de momento por ahora confórmate con machacar a los profes y al dire y demostrar que eres el mejor entrenador de este instituto. Así de paso le das una paliza a la profe de Lengua, por suspenderme un examen.
Los dos chicos rieron y Emanuel dijo:
- Tranquilo, lo haré.
Eduardo recordó algo y le dijo sonrientemente:
- Y…con respecto a lo de ser el mejor entrenador del mundo, será mejor que te vayas olvidando… ¡porque lo seré yo!
Emanuel exclamó diciendo:
¡Muy bien, entonces tendremos que resolver esta disputa otro día con otro combate pokémon!
- Me parece bien- comentó Eduardo desafiante.

El chico de gorra amarilla empezó diciendo:
- Pero antes…
Se levantó rápidamente y salió corriendo hacia la salida mientras decía:
- ¡El último que salga del pabellón es idiota!
Aquello pilló a Eduardo por sorpresa, que reaccionó, se levantó y corrió detrás de Emanuel diciendo:
- ¡Oye eso no vale, no diste la señal, hiciste trampa…vuelve aquí!
Y así ambos chicos salieron corriendo del pabellón, mientras el sol del atardecer iluminaba a través de las vidrieras rotas los sueños de jóvenes promesas que quizá algún día brillarían con luz propia.

FIN

¿Qué os parece? ¿Qué opináis respecto al combate? ¿Resulta interesante o aburrido?  ¿Creíais que iba a ganar yo, o esperabais mi derrota? ¿Os gusta o es otro más del montón? ¡Contadme vuestras opiniones, estaré encantado de recibirlas! :D

PD: Ya he empezado a escribir el siguiente capítulo de FF: MP, pero no pienso revelaros el título hasta el próximo año, jajaja xD. No he hecho más que empezar y aún me queda muchísimo por escribir. En los próximos días os daré el avance de la próxima entrega, que a juzgar por la entrada arrasante creo que os gustará, jejeje xD