Capítulo
XVI
NAUTIGH,
LA CIUDAD PORTUARIA
- ¿¡De veras!?- exclamó Cristal,
sorprendida- ¿¡vosotros sois los elegidos de la profecía de la que todo el
mundo habla!? ¡Cómo mola!
Eduardo le hizo con un gesto que
bajara la voz, en señal de advertencia:
- Te agradeceríamos que no hables del
tema en público… ¡y tampoco que lo grites a los cuatro vientos!- dijo el chico,
frunciendo el ceño- lo menos que necesitamos ahora es que se nos echen encima
un montón de paparachis y curiosos.
- ¿Y qué problema hay?- preguntó la
princesa- ¡Así seríais famosos, tendríais muchísimos fans y un millón de
autógrafos por firmar! ¿¡No es increíble!?
- Parece que no entiendes el mensaje,
¿verdad?- suspiró Eduardo- de lo que se trata es de que esta información no
llegue a nuestros enemigos, los que intentan matarnos. Por eso es importante la
discreción y el no llamar la atención…además, tampoco me gustaría estar
vigilado por cámaras ni televisores las veinticuatro horas del día. ¡Sería
agobiante!
Cristal, como un miembro más del
grupo, tenía derecho a saber la verdadera identidad de Eduardo y Erika, así que
le contaron todo lo que sabían. Las aventuras que habían pasado, los enemigos a
los que se habían enfrentado, y lo más importante, su verdadero objetivo:
acabar con Meteorito.
La chica con coletas los miró a ambos,
pensativa, y dijo con cierto aire de indiferencia:
- A simple vista la verdad es que no
parecéis unos héroes de película…- comentó Cristal en tono de burla- en verdad
tenéis razón, a nadie se le ocurriría pensar que unos críos enclenques como
vosotros sean los elegidos que salvarán el mundo…podéis estar tranquilos.
Los dos jóvenes la asesinaron con la
mirada mientras le echaban un mal de ojo:
- ¡Repite eso!- dijo Erika, amenazante
con un puño- ¡no juzgues a la gente por su apariencia!
- ¡Vale vale, tranquila…no he dicho
nada!- se disculpó la chica con coletas- ¡No a la violencia! ¡Paz y amor!
En ese momento Jack alzó la voz
gritando:
- ¡¡Silencio, así no hay quien se
concentre!!- se quejó el mago mientras miraba el mapamundi de Limaria en sus
manos.
- ¿Vamos bien, Jack?- le preguntó
Marina observando el mapa a su lado.
- Sí, estamos en la dirección
correcta, aunque necesitamos provisiones- añadió el mago al notar la mochila
muy ligera- tendremos que parar un momento en Nautigh.
- ¿Nautigh?- preguntó Erika al oír por
primera vez ese nombre- ¿Qué lugar es ese?
- Se trata de un pueblo con grandes
hoteles que se encuentra a la orilla del mar. Destaca por su sector servicios,
ya que su principal fuente de ingresos económicos es el turismo. Mucha gente
proveniente de otras tierras y continentes se dirigen ahí a pasar las
vacaciones. Es uno de los grandes destinos turísticos por sus increíbles playas
tropicales. También es considerada uno de los mayores y reconocidos puertos de
Limaria, en el que atracan algunos de los trasatlánticos más lujosos del mundo.
Sin duda, todo un paraíso de verano.
- ¡Qué guay, nos vamos a la playa!-
exclamó Cristal con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡De eso nada!- cortó Jack tajante-
No sé si os habéis dado cuenta, pero por cada minuto que pasa Meteorito se
acerca cada vez más a nosotros. No podemos tomar el sol en la playa
tranquilamente como si nada de esto nos importara.
- ¡No creo que pase nada por un
ratito, hombre!- dijo la princesa, pícaramente- ¡venga, enróllate!
Mientras la chica con coletas trataba
de convencerlo y el mago la ignoraba, Eduardo se dirigió a Jack preguntando con
curiosidad:
- ¿Y está muy lejos Nautigh?
- No mucho. Se encuentra detrás de
esas montañas, cruzando este valle- explicó el mago señalando las montañas- tendremos
que pasar la noche fuera antes de llegar a la ciudad.
- ¿Entonces a qué estamos esperando?-
dijo Cristal un poco más lejos- ¡vamos, no tenemos todo el día!
- ¿Qué prisa tienes?- dijo Rex andando
tranquilamente- ¿no has oído a Jack? Llegaremos mañana a Nautigh.
- Pero me apetece correr…- dijo la
chica frunciendo el ceño.
- Pues a nosotros no, si quieres
adelántate tú- dijo el mago pesadamente- yo por lo menos estoy un poco cansado
de hacer senderismo día tras día.
Tras pensarlo un poco, a Cristal se le
ocurrió una idea. En ese momento dijo alegremente:
- ¡Yo os haré correr con el más mínimo
esfuerzo!
- ¡Ja, qué graciosa…ya me gustaría
verlo!- se burló Jack tras soltar una carcajada.
- ¿Quieres verlo? ¡Muy bien, míralo!
La chica con coletas sacó desafiante
de su bolsillo el colgante mágico que Jack siempre llevaba colgado del cuello.
El mago, al verlo, se registró los bolsillos. Al comprobar que no lo llevaba
encima, miró a la princesa perplejo:
- No puede ser, ¿Cómo has…?
- Ya deberías conocerme, Jack- dijo
Cristal- soy una ladrona profesional. Robar o quitar cosas es mi especialidad.
- ¡Devuélvemela ahora mismo!- le
ordenó el mago, amenazante.
- Perdona, es que no me apetece
caminar…- bostezó la chica con coletas- ven tú a cogerlo.
- ¿Y si no quiero?
- Se lo enseñaré a cierta persona-
guiñó Cristal.
El mago supo a quién se refería. Se
quedó con la boca abierta y colorado al comprobar que la princesa se había dado
cuenta de lo que sentía por Marina. Aquella chica con coletas parecía tener el
extraño don de conocer los sentimientos interiores de las personas en poco
tiempo y con sólo mirarlas:
- No te atreverás…
- ¿Qué te apuestas?
Conociendo a la chica con coletas,
Jack supo que se atrevería y lo haría. El mago acabó corriendo detrás de ella,
tal y como predijo Cristal, a la que no atrapó a la primera. Ella dio un
sorprendente salto mortal hacia atrás con una agilidad asombrosa, como si de
una gata se tratara:
- ¿A qué no me pillas?- dijo la
princesa con una sonrisa burlona, un poco más lejos.
Jack, cada vez más enfadado, gritaba:
- ¡Maldita ladrona, cuando te coja te
voy a matar!
El mago se alejó corriendo para
atraparla, para sorpresa del resto del grupo. Los demás, como no sabían el
camino y el mapa lo tenía Jack, no tuvieron más remedio que correr tras él:
- ¡¡Espera, Jack!!- exclamaron sus
amigos- ¡¡no nos dejes, que nos perdemos!!
A pesar de los muchos avisos de sus
compañeros, el mago sólo podía prestar atención en recuperar su objeto robado.
No podía permitir que se lo enseñara a Marina, o de lo contrario ella
descubriría su secreto. De esa forma, corriendo a paso ligero por las sendas de
montaña, el equipo de aventuras continuó siguiendo el camino que conducía a
Nautigh.
Aquella noche el grupo decidió
acampar, tal y como tenían previsto, porque no era buena idea continuar con la
marcha por el sendero oscuro de la noche. Podían surgir peligros y de noche
suponía un mayor riesgo debido a la falta de visibilidad, de modo que
decidieron descansar. Además, aquella tarde Cristal les había hecho correr un
montón y se encontraban exhaustos y cansados.
Tras prepararlo todo, y después de
cenar, la mayoría del grupo se fue a descansar. El lado positivo de correr
tanto fue la rapidez en llegar al estado de sueño, y enseguida todos lograron
dormir sin problemas. O casi todos.
A pesar de haber corrido la maratón de
su vida, Jack no podía dormir. Contemplaba tumbado en la hierba el pequeño punto
rojo brillante en el cielo, y una sensación de preocupación lo invadía por
dentro al pensar que aquella falsa estrella brillante sería la que acabaría con
todo rastro de vida:
- Meteorito… ¿Cómo podemos detenerte?-
preguntó pensando en voz alta.
En ese momento se levantó de la
hierba, y contempló pensativo la pequeña hoguera que tenía enfrente, la que
daba calor al resto de los presentes. Otra figura humana no tardó en levantarse
del suelo, y el mago la reconoció enseguida:
- ¿Marina?
- Pensarás que estoy loca, pero no
puedo dormir…- sonrió la maga.
- Lo mismo me pasa a mí…tengo el
cuerpo agotado de tanto correr, pero aún así no logro conciliar el sueño….-
luego añadió sonriente- ya somos dos locos.
Ambos soltaron una carcajada y rieron.
Marina se sentó junto a él y observó la hoguera, también pensativa. En ese
momento se acordó de algo que ocurrió ese mismo día, y comentó con curiosidad:
- ¿A quién se refería Cristal esta
tarde con ese objeto que te robó? Debía de ser muy importante porque cuando la
atrapaste, bien que le retorcías el pescuezo.
El mago de repente recordó a lo que se
refería la chica, y su rostro adquirió repentinamente un semblante colorado. Se
llevó la mano al colgante mágico que llevaba puesto. Con falsa mentira y un
poco cortado, pronunció:
- Es que…hay una persona especial...y
no quiero que sepa…lo que siento por ella…
- Así que es eso…- sonrió la maga- ¿y
no piensas decírselo algún día?
- Es que…no encuentro el momento para
hacerlo…- justificó él- me resulta muy difícil declarar mis sentimientos…
- Cualquier momento es bueno- dijo la
maga tratando de animarle- deberías decírselo, antes de que sea demasiado
tarde, ¿no crees?
- Sí, tienes razón…gracias Marina-
sonrió él.
La chica le devolvió la sonrisa, y
luego se quedó pensativa mirando la pequeña hoguera, al igual que Jack. Un
incómodo silencio hizo acto de presencia, y los dos no sabían qué decir. Tras
unos segundos de silencio, la maga preguntó con preocupación:
- ¿Crees que lo conseguiremos?
Jack suspiró, y volvió la vista a los
dos jóvenes que dormían plácidamente junto a Cristal y Rex. Los dos parecían
tranquilos a pesar de la enorme labor que les esperaba:
- No lo sé…hemos pasado por muchos
desafíos y aventuras juntos, de los que milagrosamente hemos salido vivos…y a
pesar de todo, ambos parecen decididos a conseguirlo, cueste lo que cueste.
Marina lo escuchaba atentamente
mientras ella también observaba a Eduardo y Erika, dormidos profundamente:
- Lo más probable es que aún nos
queden muchos enemigos y peligros por delante, más poderosos que a los que nos
hemos enfrentado hasta ahora…- y el mago añadió con una sonrisa esperanzadora-
sin embargo…confío en ellos, y deseo de todo corazón que la profecía se
cumpla…porque esos dos pequeños son nuestra única esperanza.
Jack miró a la maga, que de repente
bajó la cabeza y su rostro se volvió un poco asustado. Preocupado, Jack se
dirigió a ella:
- ¿Qué te pasa? ¿A qué viene esa cara?
Marina tardó un poco en responder.
Miró al mago y le dijo con preocupación:
- Hay algo…que no te he contado hasta
ahora…
- ¿De qué se trata?- preguntó él,
confuso.
- Verás…es sobre nuestra visita a
Mugget…- dijo ella, con inseguridad- cuando te marchaste, y los dos jóvenes y
yo nos quedamos solos en la Mansión Cornelio…tuvimos que enfrentarnos al
asesino Ranor…
- Sí, lo recuerdo…- afirmó Jack- ¿pero
a dónde quieres llegar?
- El que nos salvó a Erika y a mí…el
que mató a Ranor…fue Eduardo…
El mago recordó entonces de repente
las palabras que le había dicho Erika cuando fue en su busca en Mugget. Ella
también afirmaba decir que fue su amigo el que acabó con la vida de Ranor. Sin
embargo, la joven había permanecido inconsciente durante la batalla, el chico
no recordaba nada, y sólo la maga sagrada tenía recuerdos de aquel combate del
que fue el único testigo:
- ¿Marina…qué fue lo que pasó
exactamente en aquella mansión?- preguntó Jack.
La maga temblaba al recordarlo. Su
cara mostraba un horror que Jack nunca antes había visto reflejado en ella, y
supo que tenía mucho miedo. Le temblaba la voz al pronunciar:
- Erika arriesgó su vida…para proteger
al joven….y fue entonces…cuando Eduardo…estalló de rabia…
- Dime… ¿qué más recuerdas?
Marina cada vez se ponía más nerviosa
y asustada. El mago comprendió que recordar aquel combate no era nada
agradable, pero tenía que saber qué fue lo que pasó en realidad. La maga
continuó diciendo, temblando:
- Sus ojos se convirtieron…en los de
un animal salvaje…su arma resplandecía…con un brillo extraño…adquirió de
repente…una fuerza sobrehumana…y su aura mágica…nunca había visto nada igual…
Jack la escuchaba atentamente, con la
boca abierta, perplejo y sin palabras. La descripción que aportaba Marina sobre
el chico no se parecía en nada al joven que él conocía. Le costaba creer lo que
oía:
- Estaba muy asustada…tenía
miedo…aquel monstruo…no era Eduardo…no…
En ese momento la maga no pudo
continuar, y echó a llorar. Jack la abrazó y consoló rodeándola con sus brazos:
- Tranquila, ya pasó todo…lo has hecho
muy bien…- intentó tranquilizarla el mago-…olvida lo que me has contado…intenta
pensar en otra cosa más bonita…
Marina hizo lo que le dijo Jack,
mientras éste la abrazaba y acariciaba, tratando de consolarla. Ella también lo
abrazó a él, y al cabo de unos minutos, la maga dejó de llorar. Sentía una
cálida paz interior que la cubría estando cerca de Jack, y la seguridad que él
le proporcionaba la mantenía tranquila, como ningún otro podía hacerlo. Sonrió
feliz al estar tan cerca del mago, y ambos permanecieron así durante un rato.
Al cabo de unos minutos, los dos se
separaron, y Jack dijo con tranquilidad:
- Bueno, es hora de dormir.
- Sí…- respondió ella secándose las
lágrimas, que se levantó diciendo- será mejor que vayamos a dormir.
Marina se alejó a su sitio, y allí se
tumbó en la hierba, al igual que el mago. Antes de dormir, ella le dijo en voz
alta, sin girarse a él:
- Jack
- Dime.
- Muchas gracias…de verdad…
Él sonrió feliz, y trató de dormir.
Marina hizo lo mismo y, antes de caer rendida en un profundo sueño, sonrió de
felicidad mientras el corazón le latía tan rápido como nunca antes lo había
hecho. Fue entonces cuando supo que realmente estaba enamorada.
A la mañana siguiente, y tal y como
predijo Jack, el grupo llegó a las puertas de entrada a Nautigh. Eduardo
observaba asombrado y con la boca abierta que la ciudad portuaria más famosa de
Limaria era en realidad una colosal isla situada a varios kilómetros de la
orilla del continente central. Los enormes edificios y rascacielos que podían
divisarse desde lejos denotaban la calidad de sus hoteles de cuatro y cinco
estrellas. El cielo azul reflejaba las hermosas playas tropicales, que eran tal
y como el chico las había imaginado, y varios trasatlánticos gigantescos se
hallaban atracados en los puertos de Nautigh. La isla se encontraba aislada en
el mar, y conectada únicamente por varios puentes con el continente central de
Limaria, que servían para la entrada y salida de la ciudad a los visitantes.
Definitivamente Eduardo quería pasar alguna vez sus vacaciones de verano en
aquel paraíso tropical.
El grupo de aventuras atravesó uno de
los puentes que conectaba con Nautigh, y tras varios minutos por encima de las
olas del mar, finalmente pisaron las calles de aquella fantástica isla veraniega:
- ¡Por fin, ya era hora!- exclamaba la
chica con coletas, eufórica- ¡Qué ganas tengo de ir a la playa!
- ¿Cristal, qué es lo que llevo
diciendo todo este rato?- le dijo amenazante el mago- ¡sólo hemos venido a por
provisiones, nada de vacaciones!
- ¡Lo sé, lo sé!- respondió la
princesa frunciendo el ceño, que luego murmuró en voz baja- viejo amargado…
- ¿Qué has dicho?- preguntó Jack, un
poco molesto.
- ¡Nada, nada…olvídalo!- sonrió la
chica con coletas tratando de fingir- ¡sigamos a la tienda!
Continuaron andando, recorriendo las
calles de Nautigh. Estaban llenas de gente comprando en los comercios, y se
oían por todos lados griteríos parecidos a los que se escuchaban en los
mercadillos vendiendo fruta, con precio incluido. Más de un vendedor se dirigía
a ellos con intención de vender sus productos, pero no lo conseguían. Jack les
indicó a los demás que no les hicieran caso, ya que cualquiera podría ser un
estafador:
- ¡Ey viajeros, necesitan ayuda
¿¡verdad!?- les dijo uno mostrándoles su mercancía- ¿¡Qué tal este precioso
collar coraza por 500 platines!? ¿¡O este anillo hielo por 650!? ¡Son productos
importados del mercado Mugget, muy exclusivos y que no encontrarán en ningún
otro sitio!
- No gracias, no nos interesa nada- dijo
Jack, dejando claro que los dejara en paz.
Otra señora los miró diciendo con una
sonrisa astuta:
- ¿¡Y no quieren para el chucho una
preciosa alfombra importada de Idnia!? ¡Es muy suave y cómoda, en ella su
mascota dormirá más a gusto que un rey!
Rex volvió a enfadarse. Ya había oído
ofertas semejantes referidas sólo a él, y estaba empezando a cansarse. Los
demás le decían que no hablara en público o delataría su habilidad especial, y
se convertiría en el animal exclusivo del mercado, buscado por los comerciantes
para sus intereses económicos:
- Disculpe, ¿podría decirme dónde
encontrar la tienda de objetos más cercana?- preguntó Marina a la vendedora de
un puesto vacío, y que no parecía obsesa del consumismo.
- En esta parte de la ciudad le será
imposible comprar objetos con tanta gente- le respondió la señora tendera- le
recomiendo ir a la avenida de la playa, allí podrá gastar dinero sin estos
ajetreos de la muchedumbre.
- ¡Muchas gracias!
Tal y como les indicó la señora, el
grupo decidió acercarse a la orilla del mar, donde supuestamente había una
tienda de objetos no abarrotada de gente. No tardaron en llegar a una extensa
avenida marítima, cerca de los puertos de la ciudad y de los grandes
trasatlánticos, adornada con palmeras tropicales y puestos de bebidas frescas.
Allí, en las hermosas playas, había mucha gente tumbada en la arena tomando el
sol, y otros tantos bañándose en el mar. El agua tan cristalina y tranquila
invitaba a meterse en ella, pero sabían que en aquellos momentos no debían
tomarse unas vacaciones improvisadas.
En un momento dado del camino, un
extraño mono pequeño de color blanco se acercó frente a ellos, y los miró con
curiosidad:
- ¿¡Anda, y quién eres tú, pequeñín!?-
dijo Erika, sonriendo al animal.
El mono se acercó más al grupo y fue a
parar al chico, a quién le trepó por todo el cuerpo y se subió en su hombro.
Eduardo se reía con las pequeñas patas que tocaban su cara y orejas:
- ¡Para, que me haces cosquillas!
- ¿¡Qué haces!? ¡Bájalo!- dijo
Cristal- ¡no sabemos si está vacunado…alomejor tiene la rabia o la peste!
- ¡No digas eso!- respondió el joven-
¿Cómo va a tener un animal la peste? Es que se te ocurre cada cosa…
En ese momento, y tras unos segundos
mirando el colgante del chico, el mono se lo quitó de la cabeza y saltó del
joven al suelo, para sorpresa de todos. Con él llevado puesto, salió corriendo
a toda velocidad:
- ¿¡Eh, pero qué haces!?- exclamó
Eduardo, que salió corriendo detrás del pequeño animal- ¡¡Devuélveme eso!!
- ¡Eduardo, espera!- dijeron los
demás, corriendo detrás de él.
Tras varios intentos, el chico
finalmente logró atrapar al mono ladrón, y exclamó triunfante:
- ¡Te tengo!
Sin embargo, de repente chocó con
alguien, y cayó de espaldas al suelo. Aún con el mono entre las manos, levantó
la vista a la persona con la que había chocado. Se sorprendió, con la boca
abierta y completamente perplejo, al ver a un hombre alto, de pelo oscuro y con
una lujosa y majestuosa capa de diferentes tonos azules. Éste se dio la vuelta
y miró al joven sentado en el suelo, también sorprendido.
En ese momento aparecieron detrás del
hombre con capa otros individuos vestidos con esmoquin negro, y gafas de sol
que ocultaban sus ojos. Miraron al chico con desconfianza y dijeron:
- ¿Señor, se encuentra bien?-preguntó
uno de ellos- ¿le ha hecho algo este crío?
- ¡Lo siento…!- se disculpó Eduardo-
¡no pretendía…!
- Esto te va a costar caro, mocoso-
dijo el otro acercándose a él.
Asustado por la paliza que le iba a
pegar el guardaespaldas, el gesto de la mano en señal de parar de alguien le
detuvo diciendo:
- Ya es suficiente- ordenó el
desconocido con capa.
- ¿Señor?- preguntó confuso uno de sus
guardaespaldas.
- Sólo ha sido un pequeño accidente,
no es para tanto…- argumentó el desconocido, que luego tendió la mano a Eduardo
en señal de ayuda- levántate joven, por favor.
El chico le tendió la mano y con su
ayuda logró levantarse, al tiempo que los guardaespaldas se relajaban y volvían
a colocarse detrás del que parecía ser su superior. Mientras le quitaba el
colgante al mono y se lo ponía de nuevo en su cuello, Jack y los demás llegaban
al encuentro de su compañero y del nuevo individuo:
- Gracias- dijo Eduardo, un poco
avergonzado- y perdone lo de antes, no pretendía hacerle daño.
- No te preocupes, ya lo he olvidado-
respondió el desconocido.
En ese momento llegó corriendo hacia
ellos un niño pequeño, y el mono que tenía Eduardo en sus manos saltó al suelo
y corrió a reunirse con él. Ambos parecían contentos de volver a encontrarse:
- ¿¡Miko, dónde te habías metido!?-
preguntó el niño- ¡pensaba que te habías perdido!
El grupo comprobó asombrado que aquel
pequeño animal pertenecía al nuevo niño, el cual se levantó y los miró con
sorpresa. Al volver la vista al hombre con capa, de repente el pequeño sonrió
diciendo:
- ¡Señor Alejandro!
- ¡Anda, Oliver!- sonrió a su vez el
desconocido- ¡Cuánto tiempo!
Jack y los demás cada vez entendían
menos la situación. Parecía que aquellos dos ya se conocían de antes. Perplejos,
contemplaban la escena sin saber qué hacer:
- ¿Cómo te va, pequeño?- preguntó el
hombre con capa- ¡Cuánto has crecido…la última vez que te vi apenas comenzabas
a andar!
- ¡Pero ya soy más grande!- respondió
el niño, con euforia- ¡y muy pronto seré tan alto como tú!
El desconocido sonrió y soltó una
carcajada, tras lo cual le preguntó sonriente:
- ¿Y qué tal tu padre? ¿Sabes dónde
está ahora? Me gustaría saludarle.
- ¡Acabamos de llegar de un crucero
por el continente oeste!- exclamó el niño alegremente- ¡He visto muchos
lugares, pero ninguno tan bonito como el reino de Oblivia! ¡Tenía un castillo
muy grande y unos paisajes hermosos, no te lo puedes creer!
- Lo imagino- sonrió el desconocido-
debe de ser preciosa esa región.
En ese momento se acercó a ellos otro
hombre, al que el niño corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. A juzgar por su
vestimenta, su uniforme y su gorra, parecía ser el capitán de un barco:
- ¡Papá, papá…mira quién está ahí!-
señaló el pequeño.
El hombre uniformado miró al
desconocido, y con sorpresa, mostró una sonrisa diciendo:
- ¡Vaya, Alejandro!- exclamó
sorprendido- ¡Hace mucho tiempo que no pasas por este lugar! ¿A qué se debe
esta visita?
- Me apeteció tomar un pequeño
descanso de mi ajetreada vida laboral… ¿y qué mejor lugar que Nautigh, el
paraíso veraniego?- dijo el otro pícaramente- ¿y qué hay de ti? ¿Cómo van las
cosas por aquí?
- Pues de momento todo va bien…como
puedes ver, la paz y la tranquilidad son las dos palabras que reflejan este
lugar...- explicó el capitán- acabo de llegar de un crucero con los grandes
sabios de la región para tratar un problema con el reino de Oblivia…al parecer,
su princesa ha desaparecido y la necesitan urgentemente para casarla con el
príncipe del continente este…acaban de confirmar que no se encuentra en su
reino, y la están buscando por toda Limaria.
Cristal tragó saliva y se escondió detrás
de Marina, y los demás del grupo se dieron cuenta. Fue entonces cuando el
desconocido con capa dijo:
- Sí, ya había oído hablar del tema…-
asintió con la cabeza- y lamentablemente no la he visto…lo más probable es que
se oculte entre la gente como una más, e incluso puede que esté más cerca de
nosotros de lo que creemos.
- En cualquier caso, los reyes de
Oblivia nos han pedido que aunamos fuerzas para encontrarla lo más pronto
posible…
- No se preocupe, cuente también con
mi ayuda- dijo el hombre con capa.
En ese momento intervino Jack, que le
preguntó asombrado al desconocido con capa:
- Disculpe… ¿¡es usted Alejandro!?
El hombre se sorprendió bastante, ya
que por un momento se había olvidado del grupo. Enseguida dijo:
- ¡Pero qué cabeza la mía, y qué
descortés por mi parte!- exclamó- ¡me había olvidado presentarme!
El desconocido se dirigió al grupo y
presentó a los que allí estaban con él:
- Perdonad, este es el capitán Mulock
y su hijo…viejos conocidos míos.
- Encantado de conoceros- dijo el capitán.
- ¡Yo me llamo Oliver!- exclamó el
niño sonriente- ¡y este es mi mono Miko!
- Yo soy Jack- y señalando a sus
amigos dijo- y estos son Erika, Rex, Eduardo, Marina y…- tras pensarlo un poco,
dijo con una sonrisa pícara- ¡Filipondia, sí… Filipondia!
Cristal, al oír aquello, se enfadó y
exclamó furiosa:
- ¿¡Qué!? ¿¡Filipondia!? ¡¡Serás hijo
de…!!
Los demás miembros del grupo le
taparon la boca rápidamente y la inmovilizaron mientras la chica con coletas
trataba de liberarse. Ante las caras raras y extrañas del desconocido, de
Mulock y Oliver, Jack sonreía pícaramente:
- Es que no le gusta decir su nombre
en público…se avergüenza de él…
Cuando la princesa se hubo calmado,
los demás la soltaron con gestos amenazantes, indicándole que no hiciera nada
sospechoso con su identidad. La chica con coletas tuvo que aceptar a
regañadientes mientras murmuraba en voz baja:
- Cuando coja a Jack, lo voy a matar…
Retomando el tema, Jack volvió a
preguntar asombrado al desconocido con capa:
- ¿¡De verdad es usted Alejandro!?
- Sí, el mismo en persona- sonrió él.
- ¡No me lo puedo creer…es usted!-
exclamó el mago, eufórico.
Eduardo, que no entendía nada de la
situación, le preguntó a Jack:
- ¿Quién es Alejandro?
Los presentes soltaron una carcajada y
rieron mientras Jack le decía al chico:
- ¿¡Qué!? ¿¡De verdad no le conoces!?-
exclamó sorprendido- ¡¡se trata de uno de los magos más famosos y poderosos de
Limaria!!
Jack parecía motivado e ilusionado.
Eduardo recordó que en más de una ocasión el mago les había hablado de Alejandro
y de sus increíbles méritos y hazañas. Era su mayor ídolo y quería conocerlo
algún día en persona. Al parecer era alguien muy conocido en toda Limaria, y
algunos rumores urbanos decían que también era un mago muy poderoso. Muchos lo
conocían por su legendario nombre, pero pocos tenían el privilegio de conocerlo
en persona.
Alejandro tenía un aspecto noble y
majestuoso. Vestía ropa elegante muy parecida a la de la Edad Media y tenía el
mismo color de pelo que sus ojos oscuros y profundos. Su rostro amable y su
sonrisa cálida despedían una sensación agradable y hogareña de seguridad.
Parecía imposible que existiera un
resquicio de maldad en su alma. De hecho, Jack les contaba en numerosas
ocasiones que Alejandro había donado grandes sumas de dinero y comida a las
regiones más pobres de Limaria, a la vez que había aportado gran ayuda
económica al desarrollo del tercer mundo. Todo parecía indicar claramente que
se trataba de una buena persona, y de hecho era muy querido por los habitantes
de su ciudad:
- ¡Bueno, bueno, no es para tanto!-
sonrió Alejandro- ¡no digas eso, que sólo son rumores! ¡Los hay mucho más
poderosos que yo!
- ¡No seas tan modesto!- le dijo Jack-
¡ningún mago de élite alcanza tu poder mágico…eres conocido como una leyenda
viva en toda Limaria!
Todos rieron. Eduardo se quedó
perplejo y asombrado al conocer en persona a uno de los más poderosos magos de
aquel mundo mágico. Le parecía imposible, pero a juzgar por su majestuosa
vestimenta y los guardaespaldas que lo seguían, todo parecía indicar que Jack
estaba en lo cierto. A Eduardo le gustaría ver su poder mágico en un combate:
- Y bueno…- dijo Alejandro al grupo-
¿a dónde pensáis ir?
- Estamos buscando una tienda de
objetos y nos dijeron que por aquí hay una…- dijo Marina- ¿sabe dónde encontrarla?
- Está un poco más lejos, siguiendo
recto por esta avenida- explicó el mago legendario- si me permitís, me gustaría
acompañaros hasta ella.
- ¡No hay problema!- exclamó Jack-
¡acompáñanos, por favor!
Y de esa forma, se dirigieron
acompañados de Alejandro camino a comprar provisiones a la tienda de objetos
más cercana. Ajenos a lo que le esperaba, una misteriosa figura encapuchada se
encontraba en la cima de la montaña más alta de Nautigh. Su manto negro de la
organización Muerte ocultaba su rostro, que mostraba una sonrisa maléfica
mientras sus manos chispeaban con descargas eléctricas. Observaba la ciudad
diciendo:
- Tal y como me encargó mi señor, he
de infundir el pánico y el dolor en esta pacífica ciudad…preparaos, malditos
humanos…porque esta isla será vuestra tumba.
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