Capítulo
XVIII
CUESTIÓN
DE VALOR
De nuevo todos reunidos en la plaza
central de Nautigh, la mayoría del grupo se hallaba dispuesto y preparado para
hacer frente al nuevo miembro de la organización Muerte, que se encontraba
frente a ellos. Marina se sintió mucho más aliviada al saber que estaban todos
reunidos, y pensó que quizá ahora tendrían alguna posibilidad de vencer a Lectro.
Todos se sorprendieron bastante al
comprobar que Cristal realmente tenía un arma, oculta hasta ese momento, y la
cual usaba para luchar. Ella les había explicado a los demás que gracias a
algunos de sus conocimientos mágicos, podía enlazar diferentes magias a su
estrella ninja. De esa forma lograba hacerla más poderosa, resultando letal
para los que recibieran sus combinaciones físico-mágicas:
- ¿Tú eres el responsable de todo este
jaleo, verdad?- preguntó Cristal, furiosa- ¡Bien, cuando acabe contigo ajustaré
las cuentas con Jack!
Lectro estaba molesto por la nueva
aparición aliada, pero tras analizar la situación y pensarlo un poco, no le
pareció tan mala. Él, al igual que el resto de miembros de la organización
Muerte, podía percibir sólo con notar su presencia el aura mágica de los seres
a su alrededor. Miró al nuevo grupo de refuerzos y sonrió con indiferencia:
- Un par de críos, un perro y un
renacuajo llorón…- luego añadió en tono de burla- ¡debéis de estar delirando si
creéis que podéis derrotarme con tan poca cosa! ¡Pobres necios insensatos!
Sin embargo, al fijarse mejor, el
enemigo pudo comprobar con asombro las armas que llevaban Eduardo y Erika.
Todos los miembros de negro de la organización las reconocían enseguida, pues
eran su principal cometido, el objetivo por el que tanto luchaban bajo las
órdenes de su superior:
- ¡Anda, mira por dónde!- exclamó con
una sonrisa malévola- ¡hoy debe de ser mi día de suerte! ¡No sólo tengo la
oportunidad de destruir Nautigh, sino también me encuentro con los elegidos de
la profecía! ¡Podré matar dos pájaros de un tiro!
El resto de presentes se sorprendió al
descubrir que su enemigo conocía su identidad. Los más perplejos y asombrados
por la noticia fueron Oliver y Alejandro, que con la boca abierta, no se creían
que aquellos jóvenes fueran las famosas personas que salvarían el mundo de
Limaria.
El niño pequeño, perplejo y sin poder
creérselo, miro a la chica a la que agarraba la mano. Le preguntó, entre
sollozos y lágrimas, sorprendido:
- ¿Es cierto eso…Erika?
Sin responder a su pregunta, la joven
le soltó su mano y le dijo seriamente:
- Oliver…márchate de aquí y huye todo
cuanto puedas…- le ordenó ella sin rodeos- aléjate de este lugar y ponte a
salvo en un lugar seguro.
- Pero… ¿¡Qué será de ti…y de los
demás!?
- Este combate sólo podemos librarlo
nosotros, Oliver…y no quiero que te hagan daño… ¡por favor, vete!
El niño comenzó a soltar lágrimas, y
en sus ojos llorosos se reflejaba el miedo que sentía en aquellos momentos. Por
primera vez estaba sólo en una situación peligrosa, y no sabía cómo reaccionar
o qué hacer:
- Pero…no puedo… ¡no puedo hacerlo…!-
sollozó él- ¡tengo miedo!
- ¡Debes ser fuerte, y valiente!- le
dijo ella, preocupada- ¡vamos Oliver, vete de aquí ahora mismo! ¡Busca a tu
padre y poneos a salvo!
El niño tardó unos segundos en
reaccionar. Se quedó parado y mudo mientras temblaba y la miraba perplejo.
Hasta que Erika no le reprochó con la mirada, el pequeño no asintió con la
cabeza y salió corriendo del campo de batalla.
Cuando hubo desaparecido de la plaza,
y tras adentrarse en una de las calles, Erika suspiró aliviada y volvió la
vista al combate. Se puso de nuevo en guardia y miró al hombre de negro,
aparentemente herido y con parte de su vestimenta oscura destrozada. Podía
verse la mitad de su pecho y un brazo entero con serios rasguños, los cuales
parecía no importarle ya que seguía sonriendo maléficamente. Aquello no parecía
nada bueno.
Alejandro observaba perplejo y
asombrado a Eduardo y Erika, y se fijó en las armas que portaban. Sin duda supo
que se trataban de las auténticas armas sagradas: la llave espada y la vara
mágica. Las únicas capaces de controlar a los G.F y guiarlos para que destruyan
Meteorito. Sentía el corazón entre dos latidos al tener tan cerca y poder ver a
aquellas personas provenientes de otro mundo. Los que, según la profecía de la
voz de los oráculos, salvarían Limaria de su destrucción. Alejandro se
sorprendía al comprobar que la esfera que llevaba colgando de su cuello
reaccionaba brillando intermitentemente al sentir muy próximas las armas
sagradas.
- ¡Bien, podemos empezar cuando
quieras!- dijo Erika desafiante al enemigo.
- Por fin tendré una oportunidad
única…- sonreía Lectro mientras de sus manos relampagueaban chispas y descargas
eléctricas- ¡…mostradme todo vuestro poder, elegidos de la profecía!
En ese momento se oyó otra gran
explosión que retumbó y sacudió toda la isla. Sorprendidos, durante los pocos
segundos que duró el impacto, los presentes se tambalearon de un lado a otro.
Cuando la sacudida paró y todo volvió a la normalidad, los demás recuperaron el
control y el equilibrio. Horrorizados por lo que aquello significaba, Marina,
Jack y Alejandro temblaban de terror. Había explotado el cuarto generador de la
central de energía de Nautigh, y sólo quedaban tres, los cuales podrían
estallar en cualquier momento. Si se destruían todos los generadores, tal y
como les había dicho el capitán Mulock, la isla entera explotaría. Lectro rió
malvadamente diciendo:
- Es sólo cuestión de tiempo que esta
isla vuele por los aires… ¡junto con todos vosotros!
Cristal, cansada de oírle hablar,
corrió directa hacia él gritando:
- ¡Ya me tienes harta con tanta
charla! ¡Pelea de una vez!
Los gritos de sus amigos avisándola no
sirvieron de nada. La chica con coletas ya corría con la estrella ninja en mano
desprendiendo una aura gélida. Había enlazado la magia hielo a su arma y ahora
se disponía a atacar a su enemigo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de
él, gritó furiosa:
- ¡¡Chúpate ésta, desgraciado!!
Para sorpresa de todos, la estrella
ninja de la princesa fue detenida por una sola mano de Lectro, y sin moverse de
su sitio. Cristal, perpleja y horrorizada por lo que veía, no comprendía por
qué el enemigo parecía tan tranquilo delante de ella. A pesar de haber
congelado su mano con la magia hielo, éste se mostraba sereno. No parecía
preocuparse por sus heridas:
- ¿Quieres pelear?- preguntó él,
riendo malévolamente- muy bien… ¡aquí tienes lo que buscas!
La princesa, paralizada y pálida de
terror, no reaccionó a tiempo cuando Lectro le propinó un duro golpe con la
rodilla en el estómago. Seguidamente le asestó un puñetazo en la barbilla que
la levantó en el aire y por último junto rápidamente sus manos centelleando en
chispas, con las que la golpeó en el pecho sin piedad. El impacto del ataque la
empujó violentamente por los aires hasta acabar rodando por el suelo un poco
más lejos.
Eduardo, Erika y Rex, aterrados,
corrieron a ayudarla. La chica con coletas estaba herida, tenía rasguños por
todo el cuerpo y le costaba moverse. Sentía ligeras descargas eléctricas
recorriendo todo su cuerpo, y supo que el enemigo la había paralizado.
Mientras los jóvenes y el perro la
curaban con la magia cura, Lectro los miraba pacientemente sin moverse de su
sitio:
- No me interesan los guardianes…sólo
quiero a los elegidos.
“¿¡De qué está hablando!?”- pensó
Eduardo para sí- “¿¡quiénes son…los guardianes!?”
Cuando parecía que iban a terminar de
sanar a su compañera, Cristal se levantó con esfuerzo del suelo. Respirando
entrecortadamente, y aún no recuperada del todo, miró furiosa al hombre de
negro. La rabia comenzó a invadirla por dentro:
- ¡Nadie me golpea de esa forma y se
va de rositas!- exclamó ella, amenazante con su arma- ¡te machacaré hasta que
me pidas clemencia!
En ese momento, la princesa se lanzó
de nuevo al ataque contra su oponente, recibiendo más golpes y descargas
eléctricas. Los demás la veían sufrir a manos de Lectro y Erika los animó
diciendo firmemente:
- ¡¡Vamos, no podemos dejarla sola!!-
exclamó la chica- ¡¡tenemos que ayudarla!!
Rex y Eduardo asintieron con la cabeza
y corrieron a apoyar a su amiga:
- ¡¡Chicos…no lo hagáis!!- gritó
Marina.
Pero ya era demasiado tarde. Sus
amigos ya se enfrentaban al hombre de negro en un combate frenético y
sanguinario. Los magos veían horrorizados cómo, a pesar de superarlo en número,
Lectro los abatía sin problemas. Ni siquiera los cuatro juntos eran rival para
el miembro de la organización Muerte.
Los jóvenes trataban de asestar golpes
inútilmente con sus armas y de alcanzarlo con ataques mágicos. El enemigo los bloqueaba
y esquivaba con una agilidad asombrosa, y en medio de la tormenta de ataques
conjuntos de Cristal, Rex, Erika y Eduardo, los golpeaba sin piedad con puños y
patadas envueltas en chispas cortantes:
- ¡Malditos críos…!- dijo enfurecido
Lectro, tras unos segundos sin dejarlo respirar- ¡ya me tenéis harto!
En ese momento levantó los brazos al
cielo rápidamente, y antes de que le alcanzaran, el enemigo conjuró un poderoso
hechizo mágico diciendo:
- ¡¡Electro++!!
Una tremenda lluvia de rayos cubrió
gran parte del campo de batalla, que afectó al grupo atacante y los sacudió
enviándolos por los aires un poco más lejos. Cayeron todos al suelo gritando de
dolor y gravemente heridos:
- ¡¡Chicos, no!!- gritó Marina,
aterrada por el combate.
Lectro volvió la vista a la maga,
temblando a lo lejos, y sonrió de nuevo de forma siniestra:
- A ver… ¿por dónde íbamos? ¡Ah sí…tú
eres la siguiente en morir!
Lejos de lo que esperaban, y cuando el
hombre de negro dio el primer paso hacia Marina, ambos vieron sorprendidos cómo
se levantaba Eduardo del suelo. Junto a él, todos los demás también lo
hicieron. Apoyando sus brazos, respirando entrecortadamente y tratando de
ponerse en pie con esfuerzo, los demás lo miraron decididos a seguir el
combate:
- Veo que no os rendís, ¿eh?- sonrió
Lectro- ¡muy bien, me encargaré de que no volváis a levantaros del suelo nunca
más!
- ¡¡A por él!!- gritó Erika al resto
de sus compañeros.
El hombre de negro corrió de nuevo
hacia ellos y la batalla continuó entre los cuatro y él. Marina contemplaba
horrorizada cómo sus amigos sufrían gravemente a manos de Lectro. Los gritos de
guerra y dolor que oía y las gotas de sangre manchando el campo de batalla,
sumados a los inútiles intentos del grupo de alcanzar al enemigo, hicieron
llorar a Marina. La maga veía cómo, a pesar de caer una y otra vez malheridos,
sus amigos se levantaban con dolor y esfuerzo para seguir luchando. Tenían el
valor y la fuerza suficiente como para luchar por un objetivo: proteger a sus
compañeros, y no se detendrían hasta haber conseguido acabar con la amenaza.
Aquella determinación y valentía
hicieron caer lágrimas por las mejillas de Marina, que deseaba con todas sus
fuerzas que acabara aquella pesadilla. No quería seguir viendo cómo sufrían sus
amigos, y se maldecía a sí misma por no ser lo bastante fuerte como para
ayudarlos. Sentía que por su culpa habían llegado a aquella situación, y que
iban a morir. Lectro era demasiado fuerte para ellos, jamás podrían vencerle.
Bajó la cabeza y cayó de rodillas al
suelo. Cerró los ojos, llorando, mientras caían lágrimas al suelo:
“¿¡¡Por qué…!!?”- se dijo a sí misma-
“¿¡¡Por qué soy yo…la única…que no consigue hacerse más fuerte!!?”
Comenzó a recordar momentos y
experiencias del pasado. Innumerables recuerdos pasaron fugazmente por su
memoria. Jack peleando contra su rival Asbel, Rex luchando contra el escorpión
del desierto, Erika protegiendo a su amigo con la espada del asesino atravesando
su pecho, Eduardo atacando a Ranor en su forma de monstruo…Todos esos recuerdos
la hicieron sentirse aún peor al pensar que ella era la única que no había
aportado nada en el combate, la única que se había mantenido al margen de la
batalla. Siempre alguien la había protegido del peligro. Se sentía inútil y
como un estorbo para el resto de sus compañeros:
“A pesar de las enormes dificultades…y
de los peligros que se nos han presentado por delante…todos han logrado, de una
forma u otra, mejorar…”- pensó mientras apretaba el puño con fuerza y las
lágrimas caían junto a él- “…han progresado, madurado en el combate, se han
vuelto más fuertes…todos…menos yo…”
Los gritos de dolor y guerra de sus
amigos mientras caían al suelo y se levantaban de nuevo resonaban en su mente y
la torturaban psicológicamente sin piedad:
“Otra vez…hasta ahora sólo he sido una
carga para ellos…siempre tienen que protegerme…¡¡No soy más que un
estorbo…alguien inútil que no sirve ni vale para nada!!”
En ese momento, de repente comenzó a
brillar la esfera que llevaba colgando Marina del cuello. Alejandro y Jack la
observaron perplejos y asombrados. No se creían lo que aquello significaba. Firme
y decidido, aún a pesar de sus heridas, el mago malherido en el suelo le gritó
a su compañera:
- ¡¡Marina!!
La chica abrió repentinamente los
ojos, miró asombrada su objeto esférico brillante y luego a su amigo herido,
sorprendida:
- ¿¡Jack!?
- ¡¡Marina…puedes hacerlo!!- gritó él,
tratando de moverse inútilmente- ¡¡confía en ti…y dale…su merecido…a ese
desgraciado…sé que puedes hacerlo!!
Las palabras del mago hicieron
reaccionar a Marina, que dejó de llorar en ese instante al ver cómo Jack
recibía otra descarga eléctrica que le hizo gritar de dolor:
- ¡¡Jack!!- gritó la maga, agonizada.
- ¡Cállate y deja de animar a esa
inútil!- rió Lectro- ¡aunque quisiera, no podría hacerme nada…al igual que
estas moscas molestas!
Marina contempló horrorizada cómo un
nuevo ataque de área eléctrica hirió a Rex, Cristal, Eduardo y Erika, que
cayeron nuevamente al suelo, gravemente heridos. En aquella ocasión no fueron
capaces de levantarse, y exhalaron sus últimas fuerzas intentando moverse, sin
resultados:
- ¡Por fin…ya era hora de que os
cansarais!- exclamó el enemigo, sonriendo maléficamente- ¡me habéis hartado
tanto que ahora he decidido cambiar de opinión…y os mataré a vosotros primero!
Sus manos comenzaron a relampaguear en
chispas y descargas. Aquella vez estaba dispuesto a acabar con ellos y darles
el golpe de gracia. El grupo de ataque estaba tan cansado que ya no tenía
fuerzas para moverse, y sus heridas les dificultaban cualquier acción que
trataran de hacer. Eduardo y los demás estaban completamente a merced de
Lectro, y Jack y Alejandro no podían hacer nada por ayudarlos.
La única capaz de moverse era Marina,
que tenía menos rasguños y heridas que el resto de sus compañeros:
“Jack tiene razón…”- pensó la chica
para sí- “tengo que proteger…a las personas que me importan…cueste lo que
cueste…”
Algo en su interior la hizo
reaccionar. Comenzó diciendo en voz baja, y cada vez más alto, firme y
decididamente:
- Basta…por favor…para…no sigas… ¡¡ya
basta!!
El hombre de negro se detuvo en seco,
frente al grupo indefenso. Se dio la vuelta y vio sorprendido a la maga
levantarse poco a poco:
- Deja a mis amigos en paz…- dijo
Marina, seriamente y sin rodeos- como les pongas la mano encima…acabaré
contigo…
- ¿Al fin te decides a atacar?- rió
Lectro en tono de burla y superioridad- aunque trates de fingir seguridad en ti
misma, nunca serás capaz de…
El enemigo calló de repente y su sonrisa se
esfumó de la cara al notar el repentino cambio radical de Marina. Su aura
mágica aumentaba misteriosamente por momentos, hasta alcanzar un nivel de
peligro para él mismo. Comprobó perplejo y horrorizado que la esfera de su
cuello brillaba intensamente cada vez más:
“¿¡Qué…qué es eso!?”- se preguntó
Lectro en mente- “¡Le ha cambiado la mirada…y está sufriendo un cambio interior
muy extraño! ¿¡Qué está pasando!?
“Siempre he querido…convertirme en una
maga digna de ese nombre”- pensó Marina para sí-…mi único y mayor sueño…es
convertirme algún día en una maga justiciera…para salvar a todos los inocentes…”
Todos sus compañeros y amigos la
observaban perplejos y asombrados. La maga se levantaba poco a poco, con
esfuerzo, y con la mirada firme y segura:
“No dejo de repetir mis anhelos de
grandeza…y de imaginar cómo sería mi vida siendo una leyenda…pero hasta
ahora…lo único que he hecho ha sido observar cómo mis compañeros avanzaban ante
mí…y a pesar de todo…siempre han peleado por mí, me han protegido en todo
momento… ¡no lo aguanto más!”
“Todos mis amigos me quieren y me
apoyan…y por eso han peleado por mí mientras me limitaba a
mirar…Cristal…Rex…Eduardo…Erika…Jack…muchas gracias…a todos…”- pensó la chica
en su mente-“…me habéis dado una gran lección…y he decidido…que quiero ser como
vosotros…así que… ¡¡…esta vez demostraré mi valor…yo os protegeré a todos!!
- ¿¡Ma…Marina!?- preguntó Jack,
perplejo y con la boca abierta.
La maga había cambiado radicalmente la
expresión de su rostro. La anterior cara cobarde y llorona desapareció para
dejar en su lugar un semblante firme y decidido, con una mirada segura de sí
misma que intimidaba a todos los que la observaban. Ahora en pie, apretaba
fuertemente los puños y en su mano aguantaba la única arma con la que luchaba:
su varita mágica de madera.
Lectro sabía que aquello no era bueno.
El aura mágica de la chica había aumentado drásticamente hasta alcanzar niveles
insospechados y peligrosos, y continuaba creciendo de forma indefinida. No dejaba de preguntarse qué es lo que daba
tanto poder. El hombre de negro supo que tenía que acabar con ella lo antes
posible antes de que la situación a su favor se revirtiera en contra:
- Por lo que veo, parece que no
piensas rendirte ¿verdad?- preguntó Lectro con indiferencia, y tratando de
disimular su preocupación- ¡muy bien, haré que te des por vencida en cuestión
de segundos!
Antes de iniciar el combate se produjo
otra gran explosión que sacudió la isla durante unos instantes. Todos sabían lo
que aquello significaba, había explotado el quinto generador de la central de
energía, y tan sólo quedaban dos para que Nautigh volara por los aires.
A pesar del corto terremoto de la
ciudad, y del tambaleo de los presentes, Lectro comprobó horrorizado que Marina
no se inmutaba a la sacudida. Ella lo miraba fijamente a los ojos con una
mirada firme y segura, como si aquel temblor no le preocupara en absoluto.
Tras acabar el terremoto, la maga
comenzó a caminar lentamente hacia su enemigo con pasos relajados, apretando
los puños con fuerza. El hombre de negro extendió su brazo directo a la chica y
con la palma de la mano abierta, diciendo:
- ¡¡A ver qué te parece esto!!
De la mano de Lectro salieron
disparadas varias descargas eléctricas que fueron lanzadas contra Marina. Lejos
de lo que esperaba, antes de que la alcanzaran, una extraña y poderosa barrera
de electricidad la protegió y absorbió la magia de su enemigo. La maga
continuaba caminando hacia él como si aquel ataque no le hubiera afectado
mientras Lectro se quedaba asombrado y mudo de terror:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó, sorprendido-
¿¡Qué es lo que ha pasado!?
Pensando que aquello era un truco, el
hombre de negro volvió a disparar repetidas veces seguidas más descargas
eléctricas. Comenzó a tener miedo y a temblar al darse cuenta de que ocurría lo
mismo una y otra vez. Por mucho que recibía sus ataques mágicos, aquella
extraña barrera eléctrica que la protegía absorbía todos sus disparos, y la
maga no parecía indicar ningún tipo de gesto para que reaccionara. Era como si
aquella barrera tuviera conciencia propia:
- ¡¡No entiendo nada!!- exclamó
horrorizado Lectro- ¿¡Por qué…por qué no puedo herirte!?
- Ríndete ahora mismo y detén esta
locura…- le advirtió Marina seriamente y sin rodeos-…y puede que salgas de aquí
con vida.
- ¿¡Qué!? ¡Será una broma!- exclamó el
enemigo, temblando- ¡¡no pienso obedecer a alguien inferior y más débil que
yo…nunca!!
Dominado por los nervios y cegado por
sus ansias de victoria, Lectro corrió rápidamente a atacar a la maga con sus
manos y piernas envueltas en chispas eléctricas cortantes. Marina se detuvo y
esperó que su oponente llegara hasta ella, pacientemente.
Se veía claramente que Lectro estaba
nervioso, desesperado y agonizado. Al intentar pegarle a la chica un puñetazo,
ésta detuvo el golpe con un solo brazo. Otra patada por parte del enemigo
también fue bloqueada sin esfuerzo, y así varios golpes de forma continua, que
Marina esquivó y bloqueó con gran facilidad.
Los demás observaron asombrados cómo
la maga le propinó una serie de golpes certeros a Lectro y lo hizo retroceder
varios pasos, esta vez quejándose del dolor. Para rematar el combo de ataques
consecutivos, Marina conjuró rápidamente con éxito un hechizo mágico que, unido
a la fuerza de la barrera que la protegía, desencadenó un poderoso ataque
mágico que acertó de lleno en el objetivo.
Eduardo y los demás no creían lo que
veían. Parecía una ilusión, un sueño difícil de imaginar. El hombre de negro
seguía luchando contra su amiga tratando de herirla inútilmente esforzándose
mientras ella bloqueaba y esquivaba todos sus ataques como si le resultara un
juego de niños, al tiempo que le atacaba con golpes y magia elemental de nivel avanzado.
La situación había dado un giro radical, ya que era Marina ahora la que iba
ganando terreno y le hacía morder el polvo a su oponente. Lectro no aguantaría
mucho tiempo más, y gracias a ella lograrían salvarse de las manos del hombre
rayo.
El grupo debilitado en el suelo
contemplaba aquel frenético combate, que en un principio parecía imposible,
pero se había hecho realidad:
- ¿¡Qué es…lo que pasa!?- preguntó
Rex, levantando la vista a la maga con esfuerzo- ¿¡De verdad esa es…Marina!?
- ¿¡Cómo se ha vuelto…tan fuerte de
repente!?- comentó Eduardo, perplejo.
- No lo sé… ¿¡pero qué más da!?- dijo
Cristal, sonriente- ¡¡Marina le está dando a ese desgraciado la paliza de su
vida!!
Mientras tanto Jack trataba ponerse en
pie, pero caía de nuevo. Aún podía sentir los efectos paralizantes y varias
descargas recorrían su cuerpo de manera que le impedían moverse con soltura:
- Es inútil…- se quejó el mago- no
puedo levantarme…y tampoco me queda magia…
En ese momento una voz no muy lejos de
él le dijo:
- ¡¡Jack!!
Se giró y sorprendió al comprobar que
Alejandro le había tirado un frasco que cayó muy cerca de él. El mago
legendario le indicó señalando el objeto:
- ¡¡Bébetelo…es una ultrapoción!!
¡¡Con ella te sentirás mejor!!
- ¿¡Pero y que hay de ti!?- le preguntó
Jack- ¡¡deberías beberla tú…tienes mucha más fuerza mágica!!
- ¿¡Y de qué serviría!? ¡¡Mírame!!-
señaló Alejandro- ¡¡Aunque la tomara no podría hacer nada…estoy encerrado!!
¡¡Bébela tú y ayuda a Marina a acabar con él…no nos queda tiempo!!
Jack pensó rápidamente en las palabras
de Alejandro, y supo que tenía razón. La situación tampoco estaba como para
tirar cohetes. Aunque lograran llevar ventaja en el combate, la isla seguía
estando en peligro. Ya sólo quedaban dos generadores antes de que fuera el
final para todos. Decidido, cogió el objeto del suelo junto a él mientras
asentía con la cabeza:
- ¡¡Entendido!!
Lectro cayó de nuevo al suelo,
temblando y escupiendo sangre por la boca. Levantó la vista para mirar a la
maga que lo había debilitado, frente a él. La mirada seria y decidida de Marina
lo intimidaba, y ella no mostraba signos de cansancio ni fatiga. Al contrario
que ella, el hombre de negro tenía muchos más rasguños que antes por todo el
cuerpo, comenzaba a marearse, y respiraba entrecortadamente. Trató de
levantarse nuevamente, pero cayó por falta de fuerzas:
- Ya no puedes hacerme nada…- dijo
Marina, con su rostro amenazante- has agotado todas tus reservas de magia…y
estás tan cansado que no creo que puedas atacarme con otra de tus descargas…he
ganado, admite tu derrota.
Lectro comenzó a sentir ira y rabia en
su interior. Apretó los puños y miró a su oponente, mientras decía con furia y
venganza en sus palabras:
- Me niego…a aceptar la derrota…
- ¿¡Qué!?- preguntó Marina, que se
puso de nuevo en guardia.
El hombre de negro apoyó sus manos con
fuerza en el suelo, y trató de levantarse de nuevo. En ese momento la maga
sintió una poderosa aura mágica explotar del enemigo, una que no había enseñado
hasta entonces, y además peligrosa.
Marina retrocedió unos pasos para
alejarse de la nueva amenaza, que muy pronto se presentaría ante ella. La
expresión decidida de su rostro desapareció al contemplar ella misma con sus
propios ojos cómo Lectro se levantaba poco a poco del suelo mientras decía:
- No pienso perder…contra una maga
cualquiera…contra un ser inferior a mí…
Todos los presentes observaron de
forma clara que los ojos del enemigo brillaban intermitentemente en rojo al
mismo tiempo que el sello que llevaba en el cuello. Una nueva y estremecedora
aura mágica maligna comenzaba a latir en el cuerpo de Lectro, que aumentaba por
momentos:
- Os mostraré…el poder que me confió
mi señor…la fuerza al alcance de unos pocos elegidos…el poder del sello
maldito… ¡¡el poder de la muerte!!
Marina y los demás ahogaron un grito
de terror al ver cómo su enemigo sufría una terrible transformación. El sello
maldito del cuello de Lectro comenzó a extenderse por todo su cuerpo, al que
finalmente cambió el color de piel a un tono gris oscuro. Sus ojos se volvieron
completamente negros, y las pupilas adquirieron un amarillo eléctrico con forma
animal. Sus uñas crecieron hasta afilarse y sus dientes se convirtieron
terroríficamente en colmillos. De sus codos y rodillas surgieron grandes
cuernos, que destrozaron su manto negro y le dieron un aspecto más salvaje.
Los heridos en el suelo, Alejandro,
Jack y Marina observaron horrorizados la transformación de Lectro, mientras
éste gritaba de dolor y furia al permitir que aquel poder invadiera su cuerpo.
Estaba claro que la batalla aún no había terminado:
- ¿¡Qué…qué es…eso!?- preguntó Jack, temblando
y paralizado de miedo- ¡¡no parece humano!!
- ¡¡El sello de su cuello…le ha dado
más poder!!- afirmó Alejandro, también horrorizado- ¡¡ahora es mucho más fuerte…Marina
no podrá contra ese monstruo!!
La maga, con el miedo reflejado en su
rostro, temblaba y retrocedía ante el nuevo Lectro salvaje que se encontraba
frente a ella. Aún a pesar de su forma bestia-animal, conservaba algo humano al
andar sobre dos patas. El monstruo la miró por unos segundos, y tras bramar de
furia con el grito de un animal salvaje, hundió sus manos chispeando descargas
en las baldosas rotas de la plaza central de Nautigh.
En ese mismo momento el campo de
batalla comenzó a temblar, no a causa de las explosiones de los generadores,
sino por la cantidad de energía y electricidad que desprendía Lectro de sus
manos. La plaza central fue sacudida con descargas eléctricas bajo tierra que
afectaron a todos los presentes y los hirió gravemente con una elevada y
peligrosa cantidad de voltios recorriendo su cuerpo.
Al acabar el ataque, Marina flaqueó al
ponerse en pie, y varias gotas de sangre caían de su cuerpo. Ella también
estaba considerablemente herida. Vio a sus amigos inconscientes en el suelo,
heridos de gravedad, y con la sangre brotando por sus brazos y piernas. En
aquella ocasión no podían hacer nada, y tampoco sobrevivirían a otro ataque
como el anterior. Si recibían otra descarga más, morirían al instante:
- ¡¡Chicos, no!!- gritó Marina,
agonizada.
En ese momento otra gran explosión,
esta vez bien reconocida por la maga, sacudió la ciudad de Nautigh. El temblor
duró apenas unos segundos, pero Marina supo que había estallado el sexto de los
siete generadores. Ahora sólo quedaba uno, el único que los mantenía con vida,
el séptimo y último generador de la central de energía. Era sólo cuestión de
tiempo que la isla entera explotara, y con ella murieran todos.
Antes de que pudiera reaccionar para
ayudar a sus amigos heridos, Marina observó horrorizada cómo el monstruo
eléctrico se lanzaba de frente y directamente contra ella, lleno de rabia y
furia. Lectro hundió las uñas afiladas de uno de sus brazos en el estómago de
la maga, que gritó de dolor, y con el otro la arañó brutalmente en el pecho con
tanta fuerza que la empujó rodando por el suelo un poco más lejos.
Marina logró levantarse, con esfuerzo
y jadeando. Se llevó la mano al estómago, con dolor, y se sorprendió al verla
manchada de sangre. Cuando hubo recuperado el equilibrio, dio media vuelta y
vio a Lectro de nuevo correr rápidamente hacia ella, dispuesto a acabar con su
vida:
- ¡¡Toma ésta!!- exclamó la maga
apuntando con su varita al enemigo- ¡¡Piro!!
Marina disparó con su arma mágica una
pequeña bola de fuego, que impactó con Lectro y, como si no hubiera sido nada,
siguió corriendo directo a ella gritando salvajemente:
- ¡¡Maldita sea…no le afecta!!- dijo
la maga, pálida.
Ni siquiera la barrera eléctrica que
la protegía misteriosamente pudo parar el ataque del monstruo rayo, que la
alcanzó de lleno con un certero puñetazo envuelto en chispas cortantes, y la
empujó con una fuerza sobrehumana al suelo, destrozando varias baldosas de la
plaza.
Completamente a merced de Lectro,
Marina escupió sangre por la boca y miró al monstruo de negro que se alzaba
amenazante junto a ella. Estaba mareada y aunque quería moverse, sus
extremidades no le respondían. Sentía dolor por todo su cuerpo herido:
“Es inútil…estamos perdidos…”- pensó
la maga en su mente- “apenas me queda magia…no puedo moverme…y ahora esta
horrible transformación de Lectro ha sobrepasado los límites de mi aura
mágica…no puedo derrotarle…vamos a morir todos…y por mi culpa…”
El monstruo la agarró con sus manos de
uñas afiladas, y la observó a la cara con su mirada asesina, mientras gruñía.
Fue entonces cuando el que parecía un animal salvaje sin razón pronunció:
- Te lo advertí…y no atendiste a mis
palabras…- dijo Lectro, mostrando una sonrisa maléfica, mucho más terrorífica
que en su forma humana- ahora…todos tus amigos y tú, junto con esta
ciudad…moriréis…y no podréis hacer nada…para impedirlo…
Lectro la agarró con fuerza de su
vestido azul destrozado, y con una uña de su otra mano comenzó a hundirla lenta
y dolorosamente en su pecho, mientras la maga gritaba de dolor:
- Ha sido divertido mientras duró…pero
el juego…se acaba aquí…adiós, Marina…
En ese momento, y cuando estuvo a
punto de morir, la esfera que llevaba la chica colgada del cuello empezó a
brillar intensamente, mucho más que antes, cegando a Lectro y alejándose unos
pasos de ella:
- ¿¡Pero qué…qué es esa luz!?- exclamó
el monstruo de negro, tapándose los ojos.
Marina tardó unos segundos en
recuperarse. Se sorprendió bastante al sentir que aquella cálida luz la
envolvía y le devolvía las fuerzas que necesitaba para moverse. La maga se dio
cuenta de que la luz no sólo la envolvía a ella, sino también a todos sus
amigos debilitados, que poco a poco abrieron los ojos y recuperaron el
conocimiento. Mientras se levantaba poco a poco, la esfera comenzó a desprender
y soltar descargas eléctricas, cada vez con más fuerza.
Llegó un momento en que la luz se hizo
tan cegadora, que la propia Marina tuvo que cerrar los ojos. Por alguna extraña
razón, no tenía miedo de lo que encerraba aquel objeto que había llevado
consigo toda su vida.
Mientras tanto, los aldeanos de
Nautigh huían a bordo de un enorme trasatlántico al mando del capitán Mulock.
Trataban de alejarse de la isla lo más rápido posible, ya que habían visto y
oído todas las explosiones de los generadores de la central de energía. Tan
sólo quedaba uno, y era cuestión de minutos que la ciudad entera de Nautigh
volara por los aires.
El capitán recibió un aviso por parte
de uno de los aldeanos, que lo avisó gritando:
- ¡¡Capitán…capitán…!!
- ¿¡Qué es lo que pasa!?- preguntó Mulock,
preocupado.
- ¡¡Venga a ver esto, por favor!!
El hombre pidió a otro que lo
sustituyera el timón del barco, y salió acompañado del aldeano de la cabina al
exterior. Junto al resto de habitantes de Nautigh, todos no podían dejar de
mirar asombrados y perplejos lo que acontecía en la isla:
- ¿¡A qué viene todo este jaleo!?-
repitió de nuevo el capitán- ¿¡no ve que estoy ocupado en el timón!? ¡¡si no
nos alejamos de aquí, moriremos todos!!
- ¡¡Pero es que…es…mire allí!!- le
señaló el aldeano sin palabras.
Mulock dirigió la vista hacia la isla,
y de repente su rostro adquirió un semblante pálido. A lo lejos, entre las
grandes columnas de humo de las explosiones y las casas destrozadas de Nautigh,
había una extraña luz que nunca antes habían visto hasta entonces. Poco a poco
esa luz cobró forma, y era tan grande y brillante que podía divisarse desde el
barco a aquella distancia:
- ¡¡No puede ser…esa luz…es…es él…!!-
dijo Mulock, temblando y con las lágrimas a punto de salir de sus ojos- ¡¡Lo
sabía…sabía que siempre nos estaba protegiendo!! ¡¡Ha venido para salvar la
isla!!
Cuando abrió de nuevo sus ojos, Marina
contempló asombrada ante ella a una extraña gran criatura frente a Lectro. A
primera vista parecía un ave, pues tenía alas y lo que parecía ser un pico. Por
otra parte, no tenía plumas ni rostro definido. Por lo menos, no se le veía con
claridad. Era amarilla reluciente como el oro, y desprendía fuertes descargas
eléctricas de su cuerpo. Todos los presentes, tanto Jack y Alejandro como
Eduardo y los demás, observaban con asombro y la boca abierta aquella milagrosa
aparición divina. Las armas sagradas de los dos jóvenes: la llave espada y la
vara mágica, brillaban y reaccionaban al sentir tan cerca a aquel ser, que
desprendía una fuerza y poder más allá de lo que nunca habían imaginado:
- ¡¡No me lo creo…es imposible!!-
decía Alejandro desde su jaula- ¡¡ése es…el verdadero…el auténtico…!!
- ¡¡El legendario guardián de la
fuerza….!!- dijo Jack, perplejo- ¡¡El G.F…!!
- ¡¡Quetzal!!- exclamó Marina, asombrada.
Lectro también se asustó al ver a una
criatura de semejante tamaño frente a él. Comparado con su aura mágica, Quetzal
lo superaba y alcanzaba niveles infinitamente superiores a los del miembro de
la organización Muerte:
- ¡¡Estúpido bicho grande!!- dijo el
monstruo de negro con furia, tratando de fingir el miedo que sentía- ¡¡no
permitiré que un pajarraco me derrote!! ¡¡Nunca!!
El monstruo de negro lanzó varias
descargas con todos los voltios de su cuerpo al G.F, quien sin inmutarse
absorbió la electricidad de su ataque con una barrera eléctrica protegiéndole.
Fue entonces cuando Marina y todos los demás se dieron cuenta de algo
importante:
- ¡¡Claro, ahora lo entiendo!!-
exclamó Rex, tras pensarlo un momento.
- ¿¡Qué quieres decir!?- preguntó Eduardo,
perplejo.
- La barrera eléctrica que protegía a
Marina hace unos momentos… ¡¡era Quetzal!!
- ¿¡Qué!?- exclamó Erika- ¿¡de
verdad!?
- Nunca había visto a un guardián de
la fuerza en persona…- dijo el perro, asombrado-…se dice que los G.F protegen a
sus portadores, pero además de eso…si su portador es de corazón puro, le da
poder y combina su aura mágica con la del que lo lleva.
- Pero entonces…eso explica la
tremenda fuerza y magia de Marina cuando le dio la paliza a Lectro ¿no?
- Exactamente…- afirmó Rex- ¡los G.F
son criaturas legendarias con increíbles poderes que superan la fuerza y magia
de cualquier ser humano en el mundo!
La majestuosa ave miró por unos
segundos al monstruo que le amenazaba, y luego alzó la vista al cielo mientras
gritaba de furia. Las descargas eléctricas se desprendieron de su cuerpo con
mucha más fuerza que antes, y varias explosiones se produjeron en torno a los
alrededores de Nautigh, que destrozaron casas a su paso.
Las nubes de tormenta se formaron
encima de la isla, concretamente en el punto en que se encontraba el G.F. Fue
entonces cuando Quetzal acumuló energía eléctrica en una gran masa del cielo, y
los rayos y truenos rugieron de entre las nubes mientras su luz resplandecía el
campo de batalla:
- ¿¡Qué ocurre!?- preguntó Cristal-
¿¡Qué está pasando!?
- ¡¡Se avecina lo peor!!- exclamó Rex-
¡¡Todos a cubierto!!
En ese momento el gran pájaro desató
un poderoso rayo que surgió de entre las nubes y fue directo a Lectro. El
monstruo de negro sólo pudo protegerse con una barrera eléctrica que resistió a
duras penas el terrible impacto del rayo, cuya explosión y onda expansiva
terminó de destruir el resto de casas que quedaban a su alrededor. Los
presentes en el lugar se cubrieron con los brazos de la fuerte corriente de
aire que sacudió la plaza central de Nautigh.
Marina y los demás abrieron de nuevo
los ojos, y sus rostros pálidos y sin palabras reflejaron el miedo que
sintieron al ver que a su alrededor no quedaba ni una sola casa o edificio en
pie. La ciudad era ahora un conjunto de ruinas inservibles. El ataque de
Quetzal había destruido todo rastro de humanidad a su paso, y la ciudad antes alegre
y veraniega se había convertido en los restos de escombros de una batalla
similar a una guerra.
El grupo se sorprendió al ver al G.F
aún frente a ellos, sin apartar la mirada de su objetivo. Sus caras
palidecieron al comprobar que Lectro aún seguía vivo, había sobrevivido al
ataque del guardián de la fuerza. El monstruo se encontraba ahora temblando y
flaqueando en el suelo, con graves y serias heridas por todo su cuerpo,
escupiendo y cayendo numerosas gotas de sangre sobre el campo de batalla:
- ¡¡No es posible!!- exclamó Erika,
sin palabras- ¿¡Cómo ha sobrevivido!?
Lectro los miró a todos, y con
esfuerzo sonrió maléficamente diciendo:
-
Os…lo…dije…no….puedo…morir…soy…inmortal…
En ese momento la isla entera comenzó
a temblar, cada vez más fuerte. Estaba a punto de explotar el último generador
de la central de energía. Ya no había tiempo para detenerlo:
- ¡¡Mierda!!- dijo Alejandro- ¡¡Se
acabó el tiempo…Nautigh va a explotar!!
Viendo el peligro que se avecinaba,
Quetzal giró la cabeza en la dirección del generador, y con un grito de furia
salió volando alejándose del campo de batalla:
- ¡¡Quetzal, espera!!- exclamó Marina-
¡¡no te vayas!!
Los gritos de la maga no sirvieron de
nada. El ave continuó su camino rápidamente hacia su objetivo. Todos no tardaron
en darse cuenta de lo que pretendía hacer el G.F:
- ¡¡No!!- dijo Rex, perplejo- ¡¡va a
absorber la electricidad del cortocircuito!!
- ¡¡Quetzal, no!!- volvió a repetir la
maga, en vano- ¡¡vuelve aquí!!
Los siguientes segundos fueron
cruciales y eternos para todos los que se encontraban en la isla. Ni siquiera
Lectro tenía fuerzas para huir y salvar su vida. Cuando parecía el final, y
Nautigh estuvo a punto de estallar, de repente se oyó una gran explosión en
toda la ciudad que sacudió una vez más la isla. Marina y los demás cerraron sus
ojos, esperando el final. Parecía que ya nada podían hacer por salvar la isla.
Tras el temblor, y al abrir de nuevo
los ojos, todos se sorprendieron al darse cuenta de que seguían vivos.
Contemplaron horrorizados cómo a lo lejos se encontraba Quetzal en el aire,
abatido. Estaba agotado y cansado, tras su valerosa acción para salvar la
ciudad de Nautigh:
- No puede ser… ¡no me lo creo!- dijo
Jack, asombrado-…lo ha conseguido… ¡¡Quetzal nos ha salvado a todos…ha protegido
la isla!!
Los demás sonrieron alegremente, se
habían salvado gracias al guardián de la fuerza. Quetzal supo el peligro que
corrían todos, y por eso se alejó y detuvo el avance de la electricidad,
absorbiéndola con su propio cuerpo. Sin embargo, la felicidad duró más bien
poco cuando Marina se fijó con atención en el G.F:
- ¡¡Chicos, mirad…a Quetzal le pasa
algo!!
Sus amigos también se dieron cuenta al
ver a la invocación perder por completo sus energías y caer en picado al vacío.
Aquella acción le había costado toda su fuerza, y se precipitaba directo al
mar:
- ¡¡¡Quetzal!!!- gritaron todos.
Mientras caía, el G.F brilló de nuevo
de la misma forma que al ser invocado, y éste cerró los ojos desapareciendo
entre miles de pequeñas estrellas que no tocaron el mar. Estas estrellas fueron
rápidamente a parar a la esfera que llevaba Marina colgando de su cuello, y el
objeto dejó de brillar, al igual que las armas sagradas. El cielo recuperó su
color azul, y la situación en general volvió a la normalidad. La tormenta y las
nubes oscuras desaparecieron junto al G.F.
En ese momento Jack llegó finalmente
junto a su amiga, y la abrazó con fuerza mientras Marina también le
correspondía:
- ¿¡Qué ha pasado!?- preguntó la maga,
preocupada- ¿¡Qué ha sido de…!?
- Tranquila…Quetzal está bien- le dijo
él, tratando de calmarla- ha agotado sus fuerzas…y ahora duerme tranquilamente
dentro de esa esfera que llevas…
- ¿Seguro que no le ha pasado nada?
- Te aseguro que está bien…los G.F no
pueden morir tan fácilmente, al menos de forma teórica…- explicó Jack con una
sonrisa- sólo necesita descansar un poco…verás como reaparece de nuevo cuando
menos te lo esperes.
- ¿Lo dices de verdad?
- Has sido muy valiente…y estoy
orgulloso de ti.
Marina sonrió con lágrimas de
felicidad, y abrazó a su compañero con fuerza, igual que Jack. Ambos se sentían
felices en aquel momento, y suspiraron aliviados al saber que por fin la
pesadilla había terminado.
Sin embargo, la alegría desapareció en
el instante en que Eduardo gritó a los dos magos:
- ¡¡Chicos, cuidado…detrás de
vosotros!!
Jack y Marina vieron horrorizados cómo
a sus espaldas se acercaba corriendo Lectro, en su forma de monstruo. Se habían
olvidado completamente de él, y al parecer, todavía podía moverse:
- ¡¡Me habéis arruinado la misión…y lo
pagaréis con vuestras vidas!!- gritó Lectro de furia- ¡¡morid, malditos
humanos!!
Iba a atacarles con una de sus manos
afiladas, desprendiendo chispas cortantes. En ese entonces, Jack exclamó:
- ¡¡Marina, cuidado!!
Jack apartó rápidamente a la chica y
se colocó justo delante de ella. La mano de Lectro atacó la espalda del mago y
atravesó su estómago mientras éste gritaba de dolor entre chispas eléctricas:
- ¡¡¡Jack!!!- gritó Marina, agonizada
y con lágrimas en los ojos.
El monstruo desprendió su mano del
cuerpo inerte de Jack, y éste cayó al suelo mientras Marina se ponía de nuevo
en guardia. Con lágrimas cayendo por sus mejillas, la maga pronunció furiosa:
- Maldito…esto…¡¡no te lo perdonaré
nunca!!
Antes de que el enemigo pudiera
reaccionar y atacarla a ella, la chica conjuró rápidamente un poderoso ataque
mágico con su arma. La rabia y la furia que sentía en aquellos instantes,
sumados a la sangre de los antiguos magos sagrados que corrían por sus venas,
le dieron la fuerza necesaria para realizar el ataque propio que sus
antepasados habían usado antes que ella para luchar contra el mal. Por fin, su
alma y poder Numu habían despertado más fuerte que nunca:
- ¡¡Sanctus!!- gritó Marina, decidida.
Del suelo y del cielo emergieron
poderosas columnas de luz que dañaron a Lectro, mientras éste gritaba de dolor
y agonía. Tras unos segundos de duración del ataque, el cuerpo del monstruo de
negro desapareció entre las columnas de luz, y la vida del miembro de la
organización Muerte llegó a su final. Marina había acabado con el enemigo,
salvado la isla y puesto fin al duro combate que había acontecido en la ciudad
portuaria de Nautigh.
Enseguida la maga corrió al rescate de
su amigo herido. Contempló horrorizada la enorme herida que tenía Jack en su
estómago, y sabía que si no hacía algo pronto, se desangraría y acabaría
muerto:
- ¡¡Jack!!- exclamó Marina, llorando-
¿¡Por qué…por qué lo has hecho!? ¿¡Por qué!?
El mago pronunció con esfuerzo,
brotando sangre por la boca, mientras la miraba:
- Estuve…a punto…de perderte una vez…y
no podía…permitir…que ocurriera…de nuevo…
Todos sus amigos llegaron junto a
ellos, y descubrieron apenados la situación de Jack. Había recibido al ataque
en lugar de Marina, y de no ser por él probablemente la chica habría perdido la
vida. Alejandro se acercó a ellos, y él también se sorprendió al ver al mago
herido de gravedad:
- Tranquilo, chico…vas a salir de
esta, ¿entendido?- dijo Alejandro, tratando de calmarlo.
Jack estiró su brazo al rostro de
Marina, y le acarició la mejilla mientras sonreía:
- Marina…yo…te…
- Tranquilo, Jack…- le cogió ella la
mano con dulzura- verás cómo te vas a poner bien…
El mago cerró poco a poco los ojos, y
su brazo cayó al suelo, inerte. Ante las caras pálidas y horrorizadas de los
demás, Alejandro reaccionó rápidamente diciendo:
- ¡¡Rápido, curémosle todos con
nuestra magia…antes de que sea demasiado tarde!!
El grupo enteró se agachó junto a él
y, entre todos, usaron su magia curativa para tratar de sanar la herida que
tenía Jack. La operación duró varios segundos, de profunda tensión e intriga,
mientras Marina y los demás podían sentir su corazón entre dos latidos. La
chica deseaba con todas sus fuerzas que se recuperara, que no muriera.
Cuando por fin acabaron, Alejandro
sonrió y ordenó con un gesto a los demás que se detuvieran. Eduardo y el resto
del grupo de alejó unos pasos del cuerpo de Jack, quedando Marina sola junto a
él. Con lágrimas cayendo por sus mejillas, la chica se acercó a él, aún dormido:
- ¿Jack?
El mago abrió poco a poco los ojos, y
la primera a la que vio fue a su amiga. Pronunció, un poco mareado:
- Ma…Marina…
- ¡¡Jack, estás vivo!!- exclamó la
chica, eufórica.
Ella se lanzó a abrazarlo con fuerza,
llorando de felicidad, y él la correspondió rodeándola con sus brazos. Ambos
sonrieron, al igual que el resto de los presentes, que contemplaban alegres la
escena. Cuando los dos magos se miraron a los ojos, Marina le preguntó,
confusa:
- ¿Por qué lo hiciste? sabes que
podrías haber muerto…y aún así arriesgaste tu vida por mí…
Jack sonrió cálidamente, y durante
unos segundos de silencio, no se lo pensó más. Tenía decidido lo que iba a
hacer, y no estaba dispuesto a seguir ocultándolo. La miró y le dijo con
dulzura:
- Una preciosa maga me dijo una
vez…que nunca es tarde para declarar nuestros sentimientos a los demás…a las
personas que más queremos…
Él acercó su mano y acarició el rostro
de Marina dulcemente mientras ella sonreía y cogía su mano también:
- Durante todo este tiempo…no he
tenido el valor de decirte…lo mucho que me importas…y me gustas…que cada
segundo que paso contigo es el mejor de mi vida…y que no te cambiaría por nada
en el mundo…porque…yo…
La maga lo miraba, emocionada, y
escuchó sonriente las siguientes palabras:
- Te quiero, Marina.
- Yo también te quiero, Jack- dijo
ella, con emoción en su voz.
Ambos sonrieron de felicidad, y
después fueron acercando poco a poco sus rostros hasta que finalmente cerraron
los ojos y sus labios se unieron en un largo y dulce beso de amor. Por fin
habían confesado sus sentimientos el uno por el otro, y en aquellos momentos se
sentían mucho más felices al conocer el amor correspondido que los dos
compartían. Desearon que aquel mágico instante no terminara nunca.
¡Madre mía!
ResponderEliminarMe tengo que poner las pilas nada más que acabe los exámenes el día 21... alá jajajajaja espero que todo te vaya muy bien por Limaria :P
^^ ya me llegó el cosplay de Kairi pero le tengo que hacer unos cuantos arreglos porque me está algo grandecito jaja pero mejor :)
¡Jajajajaja no hace falta que te pongas las pilas, que seguro te acabarás aburriendo con tantos capítulos! xD ¡y a ti igual, que tengas suerte en Reimi´s Bloggy jajaja! xD
EliminarPD: ¿¡ya te llegó el cosplay!? ¡¡arreglalo ya, que quiero verlo!! xD