domingo, 17 de junio de 2012

Capítulo 19: El Templo Sagrado


Capítulo XIX
EL TEMPLO SAGRADO
El resto del grupo ayudó a Jack a levantarse del suelo, aún un poco mareado. A pesar de la magia curativa que habían empleado para sanar su herida mortal, su cuerpo todavía necesitaba descansar para estar plenamente en forma:
- ¡Marina, has estado increíble!- exclamó Eduardo- ¡de no ser por ti, ahora no estaríamos aquí! ¡Eres una auténtica heroína!
La maga sujetaba a Jack para que no cayera mientras él trataba de no tambalearse de un lado a otro. Marina sonrió diciendo:
- Puede que yo haya acabado con Lectro…- luego miró el objeto esférico amarillo que llevaba colgando del cuello-…pero el verdadero héroe es Quetzal, él ha salvado Nautigh.
El grupo contempló a su alrededor el paraje ruinoso y desértico de la ciudad. La que era la paradisiaca isla veraniega se había convertido en un montón de ruinas y destrozos inhabitables, sin ninguna casa o construcción en pie. A excepción de ellos, nada había sobrevivido al tremendo ataque del G.F. Parecía mentira que aquel lugar fuera no hace mucho uno de los mayores destinos turísticos de Limaria:
- La ciudad ha quedado destruida…- comentó Erika, perpleja- ahora es irreconocible…
- Es el precio por la supervivencia- dijo Alejandro, que suspiró apenado al ver en aquel estado el paraíso que siempre recordaba- esto es lo que deja la guerra tras su paso…y que nos enseña las horribles consecuencias de la lucha…y del poder de los G.F.
Al pronunciar aquellas palabras, Jack recordó un importante asunto del combate contra Lectro que había olvidado tratar. El mago se dirigió a la chica que lo sujetaba y le preguntó, confuso y perplejo a la vez:
- Marina… ¿Cómo pudiste invocar a Quetzal?
- Te parecerá raro, pero…no fui yo…- respondió ella, sonriendo- simplemente apareció ante mí, y justo en el momento en que estaba a punto de morir…notaba su poder y aura mágica en mi interior a lo largo del combate…y sentía que me daba fuerzas para seguir luchando.
- ¿Y no sabías que llevabas un guardián de la fuerza encima hasta hoy?- preguntó Rex, asombrado- ¿Cómo conseguiste esa esfera de invocación?
- Tengo esto desde que era un bebé…mi verdadera madre le dijo a Lilian que esta esfera ha pasado de generación en generación por la raza Numu…y que debía proteger y guardar como un tesoro, para que no cayera en malas manos…- respondió Marina, estrechando el objeto en su mano-…mamá decía que esta esfera contenía en su interior un gran poder…pero hasta hoy no sabía a qué se refería exactamente…y ahora ya lo comprendo- sonrió mirando el objeto de invocación.
Enseguida la chica añadió, pensativa:
- Lo que no entiendo es… ¿por qué apareció justo ahora? He estado en peligro en más ocasiones, pero nunca antes me había protegido… ¿a qué se debe eso?
- Quetzal ha debido de sentir tu valor, tu voluntad y deseo de proteger a toda costa a tus seres queridos…- respondió Alejandro con una sonrisa-…lo más probable es que durante todos estos años te haya puesto a prueba, para comprobar tu valentía.
Marina lo escuchaba atentamente y se sorprendió al oírle decir:
- Al ver que estabas decidida a superar las dificultades y salvar a tus amigos, ver que habías madurado…él ha debido de sentir tu esfuerzo y valor, y decidió prestarte su fuerza para el combate…porque sentía que tienes un corazón puro, que eres una buena persona.
- ¿De verdad?- preguntó la maga, asombrada.
El famoso mago asintió con la cabeza, y luego añadió:
- Sin embargo, y como habrás podido comprobar, ese poder que llevas es demasiado peligroso…cuídalo y protégelo bien, y sobretodo nunca permitas que caiga en malas manos…eres la portadora del legendario G.F Quetzal…y una excelente maga que ha florecido a base de bien en este último combate…estoy seguro de que Quetzal está en buenas manos, y al demostrarle tu valor, no dudará en protegerte a ti y a los tuyos cuando estéis en peligro.
Marina sonrió y respondió agradecida:
- Muchas gracias, Alejandro.
En ese momento oyeron gritos eufóricos y de alegría provenientes de la costa de Nautigh. Al asomarse por el extremo de la plaza, junto a las vistas del mar, vieron al enorme trasatlántico atracado en el puerto de la isla, y a cientos de personas bajando del mismo. Sabiendo que muy pronto no tardarían en dar a su encuentro, Alejandro les dijo al resto de presentes:
- Seguramente habrán visto a Quetzal desde el mar…debemos mantener lo que ha pasado aquí en secreto, o de lo contrario la leyenda del guardián de Nautigh desaparecería para siempre.
- Tienes razón- asintió Jack- además, muchísima gente no conoce a los G.F, y saber esto les llevaría una gran desilusión…será mejor dejar las cosas tal y como están.
Eduardo volvió a mirar a su alrededor, aún sin creerse lo que había pasado, y se sorprendió al descubrir a Oliver un poco más lejos. A juzgar por su mirada perpleja y asombrada, el chico dedujo que había presenciado todo el combate desde su escondite. No obedeció la orden de Erika, y se mantuvo oculto a las miradas de los presentes:
- Oliver… ¿qué haces aquí?- preguntó el joven, desconcertado.
El niño caminó hacia ellos lentamente mientras decía:
- ¿Quetzal…no es el guardián de Nautigh?
- ¡Claro que lo es!- sonrió Marina, tratando de ocultar la mentira- ¿no lo has visto? ¡Él ha salvado la ciudad!
- A mi no me engañáis…- dijo Oliver seriamente señalando a la maga- he visto cómo salía Quetzal, y con la misma volvía a esa esfera que llevas…puede que sea pequeño, pero no soy tonto. Tengo la suficiente capacidad intelectual como para intuir cuándo alguien me responde irónicamente y me dice mentiras.
- Pues joder con el crío…- le susurró Cristal a Rex- es más espabilado de lo que parecía.
Oliver volvió a repetir, confuso y perplejo:
- Por favor, decidme la verdad… ¿Quetzal no es el guardián de Nautigh?
Erika se acercó y agachó junto a él. Tras suspirar, le respondió con una sonrisa cálida:
- Así es, Oliver…siento tener que decirte esto, pero…a partir de ahora Quetzal nos protege a nosotros…siempre lo ha hecho.
- ¿Pero entonces…toda esa historia que me contaba papá sobre Quetzal…era mentira?- preguntó el niño, con lágrimas en los ojos- ¿No existe…ningún guardián de Nautigh?
- No existen guardianes…- luego acercó su mano y secó las lágrimas del pequeño mientras la chica sonreía-…pero sí héroes.
Oliver se sorprendió con aquella palabra. Asombrado, oyó decir a la joven:
- Durante este combate me he dado cuenta…de que, aunque en ocasiones seamos cobardes y nos sintamos inútiles, todos llevamos un héroe dentro, esperando poder salir algún día…
Luego ambos miraron a la maga que sujetaba a Jack, mientras sonreía cálidamente en gesto de agradecimiento:
- Marina es la heroína que nos salvó a todos de una muerte segura, y ella antes era como tú, ¿lo sabías?
- ¿De veras?- dijo Oliver, sollozando perplejo:
- Sí- respondió Erika- Al igual que ella, hoy has sido muy valiente.
El niño estuvo a punto de llorar de la emoción cuando la chica le dijo:
- Ahora que nosotros debemos marcharnos, la ciudad necesitará en nuevo héroe que la proteja…y creo que tú eres un buen candidato al puesto, ¿qué me dices?
- ¿De verdad puedo ser…un héroe?
- ¡Claro que sí!- sonrió ella- ¡prométeme que serás el próximo héroe que protegerá Nautigh!
- ¡Lo prometo!- sonrió Oliver llorando de la emoción.
El niño saltó a abrazar a la chica y la estrechó con fuerza, al igual que Erika. Durante unos segundos permanecieron así hasta que Oliver se separó de ella y preguntó acordándose de una cosa:
- A todo esto… ¿de verdad sois Eduardo y tú los elegidos de la profecía? ¿Los que salvarán Limaria de Meteorito?
El chico se acercó a ellos y asintió con la cabeza, agachándose junto a Erika:
- Es algo que no debe saber nadie…- sonrió Eduardo- por eso te agradeceríamos que mantuvieras nuestra identidad en secreto… ¿lo harás por nosotros?
- ¡Claro que sí!- sonrió Oliver de oreja a oreja- ¡prometo que no le diré a nadie quiénes sois en realidad…y tampoco revelaré la verdad sobre Quetzal! ¡Soy el mejor guardasecretos del mundo mundial!
Eduardo y Erika sonrieron y le dieron las gracias al pequeño. Después de eso, se levantaron y dirigieron la vista a Alejandro, quien les dijo tranquila y serenamente con una sonrisa:
- Me sorprende bastante que vosotros seáis los elegidos de la profecía, pero tras ver vuestra valentía en el combate, está claro que las armas sagradas no se equivocaron al elegiros…tranquilos, vuestro secreto está a salvo conmigo.
- Muchas gracias- respondió Eduardo, agradecido.
- ¿Qué harás ahora, Alejandro?- intervino Jack, con curiosidad
El mago legendario suspiró y luego respondió:
- Mi día de vacaciones se ha ido al traste con este combate imprevisto…y la ciudad necesita ahora recuperarse de sus ruinas…- dijo mirando a su alrededor- aportaré todo el dinero que haga falta para ayudar a su reconstrucción y que vuelva a ser la ciudad del paraíso veraniego de antaño.
Volvió la vista al grupo diciendo:
- Sin embargo, debo irme. Hay mucha gente sufriendo en el mundo, y lo que ha pasado aquí puede que tan sólo sea una pequeña parte de la amenaza que nos espera…debo averiguar qué es lo que pretenden esos tipos de negro, y detenerlos…antes de que sea demasiado tarde.
Eduardo se paró a pensar un momento en las palabras de Alejandro. Después de lo que habían pasado y el riesgo al que se habían enfrentado, no podían tomar a la organización Muerte a la ligera. Ya habían comprobado el poder de uno de sus miembros, y bastó para poner contra las cuerdas a todos los miembros del grupo, incluso al mago más poderoso de Limaria.
Ahora la organización Muerte contaba con un integrante menos. El duro combate contra Lectro supuso todas las fuerzas de Jack y compañía, que sin la intervención milagrosa del G.F Quetzal no habrían conseguido vencerle.
El chico comenzó a reflexionar. Posiblemente aún no conocían a todos los miembros de la organización, y contra los que se habían enfrentado en anteriores ocasiones no habían mostrado su poder con toda plenitud como lo hizo el enemigo de Nautigh. Eduardo se había fijado en el misterioso sello que tenía Lectro en el cuello, que era exactamente igual al que poseían Magno y Helio.
Se preguntaba si todos los integrantes de la organización Muerte llevaban el mismo sello, y si con ello desataban su auténtico poder. Se preocupó al pensar que aún no conocían la verdadera fuerza oculta de Magno o Helio, y de si podrían vencerlos en el futuro en caso de que usaran el poder del sello maldito.

Comenzaba a tener dudas sobre ellos y los restantes miembros de la organización. Perdido en sus pensamientos, en ese momento se sorprendió cuando Alejandro se dirigió al grupo en acto de despedida:
- Tengo que marcharme ¡hasta la vista a todos…y muchas gracias!- sonrió, que luego miró a los dos jóvenes- ¡suerte en vuestro viaje, elegidos de la profecía!
- ¡A usted también, Alejandro!- sonrió Erika mientras agitaba sus brazos en el aire a modo de despedida- ¡ojalá nos volvamos a ver pronto!
El mago legendario sonrió, y luego dio media vuelta para marcharse de la plaza central. Mientras se alejaba, Eduardo también agitaba sus brazos y sonreía. En su interior tenía la sensación de que algún día volverían a verlo, y para entonces serían mucho más fuertes y podrían igualarle en nivel, fuerza y magia.

Los aldeanos de Nautigh no tardaron en invadir todas las ruinas de la isla. Para evitar posibles sospechas y preguntas, Jack y los demás lograron huir por el puerto y montarse en una pequeña barca que usarían para llegar a la costa del continente central.
Con la ayuda de Oliver, quien los guió sin ser vistos por las calles más escondidas de la ciudad, llegaron insospechados a su objetivo. El grupo le dio al niño las gracias por todo, y se despidieron de él en la orilla del mar. Mientras se alejaban y desaparecían a lo lejos entre las olas, Oliver agitaba sus brazos en el aire a modo de despedida.
Él era el único habitante de Nautigh que sabía lo que realmente ocurrió aquel día, pero nunca llegó a decirle la verdad a nadie, ni siquiera a su padre Mulock. El capitán preguntó por ellos en numerosas ocasiones, queriendo saber cuál fue el desenlace del combate contra el tipo de negro, pero el pequeño tan sólo respondía que no volvió a verlos desde su separación en el caos de la ciudad.
Gracias a él, la leyenda del guardián de Nautigh siguió viva en la isla del rayo, y de esa forma se creyó entre los aldeanos que el pájaro rayo fue el que salvó la isla. Sin embargo, el pequeño supo que nunca podría olvidar a aquel extraño grupo de viajeros que habían salvado su isla, su hogar. La identidad de los elegidos de la profecía quedó salvaguardada por una promesa basada en el esfuerzo y la valentía de un niño que juró algún día convertirse en el héroe protector la isla de Nautigh, al igual que Quetzal.

El grupo de aventuras no tardó demasiado en alcanzar la costa del continente central, tras una hora navegando en dirección contraria a la isla. Continuaron caminando rumbo al sur, en dirección al templo sagrado. Por su ubicación actual, no tardarían mucho en llegar a su objetivo.
Al acabar su estancia en la ciudad portuaria, el grupo comenzó a pensar en las increíbles sorpresas que habían descubierto aquel día. Por fin tenían el primer G.F para cumplir la misión de los dos jóvenes en su lucha contra Meteorito. Sin embargo, Quetzal sólo no podría detener a la amenaza. Necesitaban tener a más guardianes de la fuerza para enfrentar a Meteorito.
Durante la travesía por el camino entre las montañas, la chica con coletas tarareaba una extraña canción mientras andaba con saltos alegres delante de los demás:
- ¿Qué haces, Cristal?- preguntó Jack, molesto mirando el mapa- ¡deja de hacer tonterías!
- ¡Trato de animar este aburrido ambiente!- exclamó ella con una sonrisa de oreja a oreja- ¡venga, todos a cantar conmigo!
- ¡Qué buena idea, yo también!- comentó Erika, corriendo junto a su amiga con una sonrisa jovial- ¡vamos, cantemos!
- ¡Erika no!- dijo el mago, sorprendido- ¿¡Tú también!?
En ese momento, mientras las dos cantaban y saltaban alegremente delante de ellos, Eduardo le pidió a Marina su colgante con la esfera del G.F, con una gamberrada en mente. Recordó que a Cristal le daban miedo los monstruos grandes, y se le ocurrió una idea para molestarla. El chico se acercó a ambas y se dirigió a Cristal con una sonrisa burlona:
- ¡Saluda a Quetzal!
La princesa dejó de cantar y se asustó cuando vio la esfera de la criatura junto a su cara. Al recordar lo poderoso que era el G.F y cómo dejó la ciudad portuaria en aquel estado, Cristal dio un salto y se alejó unos pasos de Eduardo:
- ¿¡Pero qué haces!? ¡Aleja esa cosa de mí!- chilló la chica con coletas.
- ¿Por qué le tienes miedo?- preguntó Eduardo, sonriendo en tono burlón- ¡nos salvó a todos en Nautigh!
- ¡Porque es un monstruo grande y terrible, y no quiero que me electrocute!- argumentó ella- ¡los monstruos son feos y malos!
Eduardo rió y luego dijo:
- ¿Cristal, quién te ha dicho que todos los monstruos son malos? ¡Venga, este es bueno y todos lo sabemos!
- ¡¡Lo que tú digas, pero aléjalo de mí antes de que me dé un ataque!!- gruñó la princesa amenazante- ¡¡Ahora!!
- Está bien, está bien…- dijo el chico dando media vuelta- se lo devolveré a Marina.
Cristal suspiró aliviada, pero enseguida volvió a asustarse cuando vio a Eduardo volviendo a su encuentro con la esfera de invocación:
- ¡¡Maldito crío, déjame en paz!!- gritó la chica con coletas, que comenzó a correr- ¡¡no te me acerques con eso!!
- ¡Oh vamos, pero si sólo quiere conocerte!- dijo el joven con una sonrisa burlona- ¡no rechaces al pobre Quetzal!
De esta forma comenzó una persecución en la que el chico corría detrás de la princesa:
- ¡Oye Eduardo, la esfera no es un juguete!- le dijo Marina furiosa a lo lejos- ¡Devuélvemela ahora mismo!
Y así continuaron la travesía por el camino de pradera, que conducía al sur, mientras los demás reían al contemplar aquella graciosa escena en la que Cristal huía despavorida a gritos de Eduardo y Marina los seguía furiosa detrás gritando al joven para que le devolviera la esfera de invocación.

La marcha continuó durante un par de días más, cruzando numerosos valles,  ríos y montañas, y enfrentando a los muchos monstruos y animales salvajes que se encontraban en su camino. Poco a poco todos los miembros del grupo ganaban experiencia y se hacían más fuertes.
Eduardo lo notaba al verse envuelto en los combates contra bestias salvajes. Su arte en el dominio de la esgrima había mejorado de forma notable al esquivar y contraatacar automáticamente los ataques del enemigo como si fuera un acto reflejo. Erika por su parte, había aprendido nuevos tipos de hechizos mágicos gracias a la ayuda de Jack y Marina, quiénes también mostraban signos de mejora en las batallas, y aumentado el nivel de las magias elementales.
Cristal y Rex tampoco se quedaban atrás, adquiriendo más nivel de magia. El perro cada vez aumentaba más su fuerza y resistencia, y la princesa ganaba más velocidad y agilidad. Todos a su ritmo, pero mejoraban.

Un día tranquilo, después de escalar y llegar a la cima de una cuesta empinada, Jack alzó la vista al frente, y aliviado exclamó con euforia:
- ¡Ahí está…eso es!
Los demás, tumbados en la hierba y jadeando del cansancio, tardaron en entender el significado de aquella frase, que por un momento parecía imposible:
- ¿No será otra ilusión?- preguntó Erika, agotada- comprueba que no estás mareado…y así nos ahorras el tener que levantarnos en vano.
- ¡No estoy mintiendo!- dijo el mago firmemente- ¡El templo sagrado…está ahí! ¡Mirad!
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez.
En ese momento la intriga pudo doblegar al cansancio, y el grupo entero se levantó junto a Jack para mirar al horizonte. Sus rostros se iluminaron de repente, y con una sonrisa de oreja a oreja contemplaron cómo a lo lejos, en lo alto de otra gran colina, había una enorme estructura semejante a un templo de la antigua Grecia, situado justo al lado de un gran precipicio con una enorme cascada que caía al vacío del mar.
Por fin, lo que tanto habían buscado durante largas semanas estaba ahí, delante de ellos:
- No me lo puedo creer… ¡por fin…hemos llegado!- exclamó Erika, eufórica.
- No es un sueño…- dijo Eduardo, perplejo y con la boca abierta- ¡lo hemos conseguido!
La emoción los invadió a todos, que corrieron colina abajo para luego subir por el camino de piedra que conducía hasta la entrada del mismo edificio, sin descansar en ningún momento. Estaban tan ilusionados por haber llegado a su objetivo que en aquellos momentos no podían pensar en otra cosa.
No tardaron en llegar a lo alto, frente a la entrada del templo, y ahí finalmente pararon para reponer fuerzas. Eduardo, al igual que los demás, pudo observar más de cerca la construcción. Se sorprendieron al comprobar que el edificio estaba en ruinas, y se caía a pedazos. Parecía ser una construcción muy antigua, ya que la mitad de la estructura aún se mantenía en pie. En sus muros se veía claramente los miles de años que debían de haber pasado desde que se construyó aquel monumento.
Rex preguntó, dudoso ante el estado de aquella construcción antiquísima:
- Jack… ¿estás seguro de que éste es el templo sagrado? Parece que este sitio vaya a derrumbarse en cualquier momento.
El mago contestó mirando el mapa en sus manos, también dudando:
- Estoy seguro de que debe de ser este…no hay ninguna otra construcción por los alrededores.
Jack estaba confuso y perplejo. Desde que habían llegado a aquel lugar no dejaban de asaltarle vagos recuerdos de aquellas columnas, paredes y rincones. Por alguna extraña razón, en su interior sentía que ya había estado allí antes. En una de sus visiones fugaces pudo ver a un niño pequeño, rubio, corriendo alegremente por las escaleras de piedra y adentrándose en la entrada principal del templo.
Marina, que estaba a su lado, observó preocupada el rostro perplejo de su amigo:
- ¿Jack, estás bien?
La voz de la chica lo devolvió a la realidad, y el mago sacudió la cabeza rápidamente a ambos lados, tratando de olvidar la visión. Luego la miró y, con una sonrisa, intentó tranquilizarla:
- Sí, estoy bien…sólo ha sido un pequeño mareo… ¡ya sabes, la fatiga de correr tanto!
Marina sonrió aliviada, y Jack volvió la vista al grupo, al que les comunicó de forma abierta:
- Será mejor que entremos…no podemos perder más tiempo.
Los demás asintieron con la cabeza, y siguieron detrás al mago, que abrió la gran puerta principal. Nerviosos por lo que les esperaba, se adentraron con paso lento en los restos de aquel recinto sagrado.

Su apariencia por dentro era igual que en el exterior. Todo estaba en ruinas, menos algunas paredes que todavía se mantenían en pie. La luz del ocaso iluminaba un poco la oscuridad que reinaba a través de las rencillas y las ventanas de los cristales rotos. El silencio era sepulcral, tan sólo se oía susurrar al viento que soplaba levemente por cada rincón de los restos del lugar.
El grupo avanzaba lentamente por los pasillos derruidos, preguntándose si habrían personas viviendo en aquella asolada construcción en ruinas:
- ¿Hola?- preguntó Marina en voz alta- ¿Hay alguien aquí?
Sólo obtuvo el silencio y el soplar del viento por respuesta. Todo permanecía en absoluta calma:
- Demasiada tranquilidad, diría yo…- comentó Rex- es muy sospechoso, quizá este sitio esté desierto y aquí no viva nadie.
- ¿¡Qué!?- exclamó Cristal, enfurecida.
La princesa se dirigió al mago y le dijo furiosa:
- ¡¡Cómo hayamos recorrido tantos kilómetros y todo este camino para nada, te voy a…!!
Cristal se detuvo y miró perpleja al mago. Éste permanecía ido, con la mirada perdida mientras observaba en todas direcciones con la cara pálida:
- ¿Jack?
En aquellos instantes el mago estaba teniendo otra de sus visiones fugaces. En ella podía observar cómo dos individuos envueltos en sombras se enzarzaban en un frenético combate que tenía lugar en el mismo sitio en el que se encontraban. Los poderosos ataques físicos y mágicos que empleaban en el combate destruían el templo sagrado a su paso, el cual era el campo de batalla. Las paredes caían, al igual que el techo y las columnas. Los cristales se rompían en mil pedazos y todo ardía en llamas debido a las grandes explosiones que se producían por el impacto de los ataques mágicos de los dos combatientes entre las llamas. La oscuridad de la noche y el humo del fuego impedían ver con claridad los rostros de los luchadores, y Jack comenzaba a angustiarse como si estuviera él mismo presente en aquel duro combate que lo torturaba en sus recuerdos.

Unas voces lo despertaron de su trance. Enseguida volvió a la realidad:
- ¡¡Jack, despierta!!- gritaban sus amigos.
Respirando entrecortadamente, y con los ojos de vuelta a ser como antes, el mago preguntó temblando:
- ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido eso?
- ¿¡Jack, estás bien!?- preguntó Marina, preocupada- ¡¡parecías asustado y desesperado…creímos que te había pasado algo!!
- Tranquilos- sonrió él, tratando de calmarlos a todos- no ha sido nada…estoy bien…
- No mientas, Jack- dijo Erika- desde que llegamos aquí, te has estado comportando de una forma rara… ¿qué es lo que pasa?
El mago tardó un poco en responder:
- Es que…este lugar…

En ese momento Jack vio en uno de los pisos superiores del templo una misteriosa sombra que preparaba tras ellos el conjuro de un ataque mágico. Alarmado por el peligro, y siendo el único que parecía notar la amenaza, gritó:
- ¡¡Cuidado!!
- ¿¡Qué!?- exclamaron los demás.
De repente, una fuerte ráfaga de viento fue lanzada al grupo. Todos se echaron al suelo y la esquivaron por los pelos, rompiendo ésta una gran pared de piedra frente a ellos. Contemplaron horrorizados la pared, destrozada en mil pedazos:
- ¿¡Qué ha sido eso!?- preguntó alarmada Marina.
- La magia Aero+, disparada a gran potencia- explicó Jack, perplejo.
- Pero… ¿¡Quién la ha lanzado contra nosotros!?- indicó Cristal.
No hubo tiempo, otra ráfaga de aire se precipitaba hacia ellos. Se levantaron rápidamente y la esquivaron de nuevo. El ataque destrozó las baldosas del suelo donde impactó.
El grupo se dispersó en varias direcciones, buscando un lugar donde esconderse. Acabaron ocultos detrás de unas paredes media derruidas. Por un momento pareció que lo habían despistado. Los siguientes segundos fueron silenciosos hasta que una gran bola de fuego destruyó el muro dónde se escondía Erika. La chica gritó y se echó el suelo mientras los escombros de la pared le caían encima.
Una voz resonó en todos los rincones del templo:
- Estúpidos, conozco este lugar como la palma de mi mano. No podéis esconderos.
- Esa voz…- dijo Jack pensativo.
- ¡¡Gravedad+!!- gritó la sombra.
El muro donde se escondía Rex se vino abajo gracias a un espacio gravitatorio que apareció de la nada. El perro quedó atrapado entre los escombros y no podía moverse. Parecía como si toda la atracción de la gravedad se concentrara en él:
- ¡¡Largaos, malditos saqueadores…o me veré obligado a mataros!!- amenazó el desconocido que los atacaba.
Finalmente Jack logró reconocer la voz, una que había permanecido siempre en su memoria, y de la cual desconocía su identidad. Salió de su escondite y se colocó en el centro del lugar gritando a la sombra, oculta a sus ojos. Era un blanco fácil:
- ¡¡Maestro Mirto, no siga por favor…soy yo, Jack!!
- ¡¡Jack, no!!- gritó Marina.
- ¡¡Paro!!- volvió a gritar el desconocido.
Una extraña magia paralizó e inmovilizó a Jack, que quedó parado en la misma postura que tenía mientras gritaba. Estaba completamente quieto, sin mover ni un solo dedo:
- ¿¡Qué me pasa!?- dijo el mago, perplejo- ¡¡no puedo moverme!!

El desconocido se asombró al oír aquello de Jack, y finalmente dejó de esconderse entre las sombras. De la oscuridad surgió un hombre mayor, casi anciano, que bajó de un salto del piso superior y se acercó al mago. Tenía muchas arrugas, que dejaban claro su avanzada edad:
- ¿¡Jack…eres tú!?- preguntó el anciano, asombrado.
- Sí…- puedo responder con esfuerzo- soy yo…maestro Mirto.
Después de observarlo durante unos segundos, el desconocido esbozó una sonrisa y con un gesto de sus manos lo liberó de los efectos de la parálisis:
- ¡¡Jack!!
El anciano lo abrazó con fuerza:
- Es imposible…creí que habías muerto.
Jack lo miró incomprendido:
- ¿Muerto?
- Sí, desde aquel incidente…hace ya más de quince años.
Cristal corrió hacia ellos con cara de no saber nada. Furiosa y frunciendo el ceño, exigió una explicación inmediata:
- ¿¡Eh, qué pasa aquí!? ¿¡Jack, es que no ves que este viejo ha intentado matarnos!?
Jack estuvo a punto de explicarles al resto del grupo quién era aquella persona, pero entonces el mago recordó a sus amigos, y exclamó con preocupación:
- ¡Oh no, tenemos que ayudarles!
Los demás también salieron de su escondite y corrieron a ayudar a desenterrar a Erika y Rex de los escombros, incluido el desconocido que los había atacado. Mientras desenterraban a sus compañeros, Eduardo descubrió asombrado y perplejo que aquel anciano también portaba una llave espada, la que usó para atacarles. Su arma sagrada, a pesar de ser la misma y tener la misma forma de una llave, era bastante diferente a la del joven. No podía evitar pensar, sorprendido y con la boca abierta:
- “¡Eso es imposible…!”- pensó para sí- “¡soy el único elegido de la llave espada…! ¿¡O es que…hay dos!?”
Tardaron un poco en encontrarlos. Los aliviaron con la eficaz magia curativa del desconocido, que lograron recuperarse rápidamente. Con la situación más calmada, el grupo siguió las indicaciones del anciano, y se dirigieron a la parte del templo que aún seguía en pie.

La parte trasera del templo no la habían visto por fuera, y era muy diferente en comparación con la parte derruida. En contraste con las ruinas y los escombros de tiempos pasados, la parte en la que se encontraban se mantenía firmemente en pie y parecía más segura. Además de eso, se conservaba bastante bien, estaba amueblada y tenía un acogedor ambiente hogareño.
Llegaron a una habitación tranquila, semejante a una especie de pequeño apartamento, con una mesa, varios muebles alrededor y una cama en un rincón. Parecía ser el hogar del desconocido dentro de aquel lugar. En todo ese tiempo Eduardo no dejaba de pensar que, durante su estancia en el recinto, no habían oído las famosas voces de los oráculos, y comenzaba a dudar sobre si aquel era realmente el templo sagrado que tanto tiempo habían estado buscando.

El anciano los invitó a sentarse en las sillas alrededor de la mesa mientras les servía un vaso de agua:
- Perdonadme por el recibimiento de antes, pensé que erais unos saqueadores de tesoros que venían a llevarse lo que queda de este lugar sagrado. Últimamente han venido muchos…- y enseguida se dio cuenta de que aún no se había presentado, a lo que añadió- me llamo Mirto, y soy el guardián que protege lo que queda del ancestral templo de las voces de los oráculos.
El resto se presentó de forma abierta, habiendo quedado resuelto el pequeño incidente de antes. Ese hombre no parecía ser un enemigo, sino todo lo contrario. Marina podía comprobar, horrorizada y asombrada, que tras esa apariencia de persona mayor indefensa, el aura mágica de aquel anciano sobrepasaba con creces los límites de todos ellos. Ni siquiera los miembros del grupo juntos podían alcanzar el poder de Mirto:
- “¡Es increíble!”- pensó Marina en su mente- “¡su aura mágica es tan grande e inmensa como la de Alejandro…! ¿¡Quién es este hombre!?"

Jack fue el primero en hablar, adelantándose a los demás:
- Hay una cosa que me gustaría saber, maestro Mirto… hace ya tiempo que tengo dudas respecto a mi pasado, porque no recuerdo nada de mi infancia…y sin embargo me acuerdo de usted, y desde que llegamos aquí siento una cierta nostalgia que se nubla en mi mente…- a lo que luego añadió- ¿por qué me siento, de alguna forma, conectado a este lugar?
Tras beber un poco de agua, el anciano dejó el vaso sobre la mesa. Suspiró y comenzó a narrar:
- Jack, conocía a tus padres…- dijo Mirto- éramos buenos amigos, y me ayudaron muchísimo en el pasado, más de lo que yo podía ofrecerles…gracias a ellos logré esconderme a salvo de mis enemigos…y sobrevivir durante la peligrosa tormenta que acontecía por aquel entonces…a raíz de una maldita y condenada profecía…
Todos se sorprendieron. Escucharon atentamente las palabras del anciano:
- Hubiera muerto de no ser por ellos, y les debo muchísimo…desde luego, eran grandes héroes…murieron luchando por una buena causa, y no vacilaron un instante en sus ideales…- a lo que luego explicó- ambos creían que la guerra era innecesaria para forjar un mundo sin armas ni muertes…luchaban por un ideal de paz y armonía en Limaria, en base a la justicia como medio para alcanzarla…pero su sueño murió con ellos, ya lo creo que sí…hoy en día la justicia ya no existe en este mundo.
Mirto continuó narrando la historia del pasado olvidado de Jack. El mago sabía, desde que tenía uso de razón y de memoria, que sus padres habían muerto en la primera gran guerra de Limaria, y había crecido toda su adolescencia y madurez sin el amor y el afecto de un padre y de una madre:
- Para evitar que acabaras igual que ellos, tus padres me pidieron como último favor antes de marcharse, que te cuidara bajo mi techo y te educara en el arte de la magia, para convertirte algún día en un gran mago honesto y bondadoso con los demás. Acepté de buen agrado porque tenía amistad con tus padres, y les debía mucho más de lo que ellos hicieron por mí.
- Comencé a pensar, y no se me ocurrió otro lugar más seguro que el sitio en el cual nadie pensaría durante una guerra…y por eso me instalé aquí, en este lugar inhabitado, porque sabía que aquí estaríamos a salvo…- explicó Mirto- Te acogí en mi casa y te cuidé como si fueras mi propio hijo durante mucho tiempo…eso explica que estos muros te suenen tanto y te recuerden a tu infancia…porque creciste aquí…en este lugar sagrado.
Jack recordó entonces las visiones que tuvo al llegar al templo, en las que veía a un niño rubio pequeño corriendo por entre los alrededores e interiores de aquella construcción ancestral. Supo enseguida que aquel niño era él mismo de pequeño:
- Pero entonces…- preguntó Jack, confuso- ¿cómo es que…perdí la memoria? ¿Por qué no recordaba nada de este lugar?
Mirto suspiró de nuevo y su rostro adquirió un semblante sombrío. Los demás intuyeron que a su mente regresaban recuerdos desagradables para él:
- Un día llegó misteriosamente a oídos de la organización Muerte que el elegido de la profecía vivía en este lugar sagrado, alejado del campo de batalla en pleno corazón del continente central. Supe que durante años habían estado buscándome, porque entorpecía en sus planes, y por ello vinieron a matarme.
Mirto paró durante unos segundos para recuperara aire, y continuó explicando ante las miradas atentas y expectantes de los demás:
- Estando al límite, sin escapatoria, y contigo a mí lado siendo un niño pequeño, Jack…no me quedó más remedio que plantarle cara al mismísimo líder de la organización Muerte… Aún recuerdo aquel duro combate, del que ni yo mismo sé cómo pude salir con vida…al igual que yo y mis heridas, este templo es la clara prueba de que fue el campo de batalla de un peligroso combate hace ya muchos años…todavía sigo sin saber cómo ha resistido esta estructura antigua tras aquella batalla, y todo este tiempo.
Eduardo trataba de imaginarse la ferocidad del legendario combate que se disputó en aquel lugar. Debió de ser muy duro para dejar en ese estado la mitad del recinto en ruinas. Mirto siguió narrando, dirigiéndose a Jack:
- Recuerdo que, en un momento dado, te ordené que corrieras lejos, muy lejos, para ponerte a salvo…y contemplé horrorizado cómo el enemigo corrió detrás de ti. Mi angustia y dolor se hizo más grande cuando traté de correr, malherido, para tratar de ayudarte…pero fue inútil…- el anciano bajó la cabeza, apenado al recordar malas experiencias- para cuando logré alcanzaros a ambos junto al precipicio, fuera del templo, grité tu nombre al ver con mis propios ojos cómo el enemigo te arrojaba al vacío infinito de la cascada. No tuve las fuerzas suficientes para detenerlo, y por ello no pude ayudarte.
Jack observaba perplejo y sin palabras al anciano del otro lado de la mesa, deprimido y apenado al contar la historia. Tenía un semblante triste en su rostro:
- Durante años no he podido calmar mi conciencia, al recordar que no pude salvar al hijo de las personas que prometí cuidar con empeño. Desde ese entonces, no supe nada de ti, y te busqué durante meses…sin resultados…hasta que finalmente me hice a la idea de que habías muerto, y de que no volvería a verte nunca…hasta hoy.
Jack comenzó a razonar en su cabeza, temblando y asimilando toda la nueva información que desconocía acerca de su pasado. Ahora lo entendía todo. Seguramente la caída le había hecho perder la memoria, y de ahí que no recordara nada sobre el templo sagrado ni de su maestro, quedando únicamente su voz.

En ese momento, las armas sagradas de los presentes aparecieron repentinamente en las manos de sus portadores, ajenas a la voluntad de estos. Sorprendidos, Mirto descubrió horrorizado y perplejo la llave espada y la vara mágica de los dos jóvenes, que preguntó con la boca abierta y sin palabras:
- ¡¡No puede ser!! ¿¡Ellos son…!?
- Eduardo y Erika, los elegidos de la profecía- explicó Rex.
- Entonces es verdad…Ludmort ha vuelto…- dijo horrorizado Mirto.
El grupo lo miró confuso. Eduardo trató de corregir su error:
- ¿Ludmort? Querrá decir Meteorito ¿no?
- No lo entiendes, muchacho… Ludmort es Meteorito.
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez, perplejos.
- ¿Pero quién o qué es exactamente Ludmort?- preguntó Marina.
- Ludmort es una criatura diabólica, un monstruo colosal. Es el ente que anuncia la segunda parte de la profecía, el que destruirá el planeta y traerá consigo el fin del mundo. Tiene un poder que supera los límites de nuestra imaginación, y cuya fuerza es imposible de alcanzar para cualquier ser vivo de este mundo, por mucho que se entrene. Esa fuerza…es la materia suprema…considerada el poder de los dioses…y la única capaz de generar y destruir planetas y mundos.
Cristal se fijó en una cosa y comentó, pensativa:
- Parece que conoces mucho a ese Ludmort… ¿cómo es que sabes todo eso?

Mirto calló la boca y no dijo nada de repente. Todos sabían que ocultaba algo, y Eduardo creyó intuir lo que escondía. El chico aprovechó la ocasión para preguntar algo que quería saber desde hacía un buen rato:
- ¿Cómo es que usted también tiene una llave espada? ¿Es que hay tres elegidos de la profecía?
El anciano lo miró seriamente y respondió:
- Te equivocas, muchacho…sólo hay un elegido de la llave espada…y ése eres tú.
Jack intervino en la conversación:
- ¿Pero entonces cómo se explica que hayan dos llaves espada? ¡Es algo absurdo!
Mirto suspiró, recordando viejos tiempos:
- Es muy simple…yo fui el primer elegido de la llave espada, hace años.
- ¿¡Qué!?- exclamaron por segunda vez, con la boca abierta.
- Así es…hace quince años la barrera tridimensional fue destruida y yo fui el elegido para vencer a Ludmort.
- ¿¡Cómo dice!?- preguntó Eduardo alterado- ¿¡y lo venció!?
- Tal y como lo dijo la profecía.
- ¿¡Cómo lo hizo!? ¡¡Díganos, por favor!!- pidió el chico, directo y sin rodeos.
El rostro de Mirto adquirió un semblante oscuro, y tardó un poco en responder. Su voz se torno seria y misteriosa:
- Me temo que eso…tendréis que descubrirlo vosotros mismos.
- ¿¡Pero…por qué!?- preguntó Eduardo, confuso- ¡¡las vidas de todos nosotros y de Limaria, de nuestro mundo…están en peligro!! ¿¡Por qué no puede…!?

La represión con la mirada del anciano le indicó al joven que se detuviera. Intimidado por sus ojos serios y decididos, el chico calló de repente, sabiendo que no debía faltar el respeto a una persona mayor. Eduardo trataba de ordenar y asimilar toda la información recibida, que aún no se creía, y todavía procesaba en su cabeza. Tenía muchas preguntas, y todas las respuestas las tenía Mirto.
Frente al silencio que acompañó después de las palabras de Eduardo, Erika se aventuró decidida a preguntar al anciano, sin rodeos:
- Espere un momento…si usted fue el primer elegido de la llave espada, se supone que también tuvo que haber una elegida de la vara mágica ¿verdad?- indicó firme y decidida- ¿qué fue de ella?
Aquella pregunta pilló por sorpresa a Mirto, que de repente se volvió más distante y serio al negar la respuesta:
- No quiero hablar del tema.
Erika no se rindió. Insistió aún más  al decir:
- ¿Por qué…le pasó algo malo?
El anciano apretó los puños y los dientes, y se levantó bruscamente de la silla. La rabia y la furia lo invadieron cuando gritó:
- ¡¡Cállate, no quiero hablar!!
Para sorpresa de todos los presentes, Mirto caminó hacia la puerta de salida. Antes de salir de la habitación, les comunicó un poco más calmado a los demás:
- Podéis quedaros a dormir esta noche…ya mañana descubriréis cómo acabar con Ludmort.
Tras eso, cerró la puerta y abandonó la estancia, dejando a Jack y los demás con la palabra en la boca. Aún no habían resuelto todas las cuestiones que el grupo quería preguntarle al anciano, pero parecía que ese día no iba a poder ser.

Eduardo tenía muchas preguntas sin respuesta en su cabeza, y se sorprendió todavía más al descubrir algo de lo que los demás parecieron no darse cuenta. El chico vio claramente una lágrima rodando por la mejilla de Mirto, y supo que había sufrido de alguna forma en relación con su compañera y el misterio de la profecía, anunciada por la voz de los oráculos.
Esa noche Eduardo no pudo dormir. Su cabeza le daba vueltas acerca del misterioso final de la primera elegida de la vara mágica. Observó cómo su amiga de la infancia dormía profundamente en otro sillón de la habitación:
“¿Qué papel tiene la elegida de la profecía en todo esto? ¿Qué le ocurrió a la primera?”- se preguntaba el chico con preocupación en su mente- “¿Es que acaso Erika…morirá?”

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por el comentario ^^
    Me hace mucha ilusion ver que poco a poco mi blog les parece interesante ^^
    Te sigo por supuesto n.n
    Y tu historia parece muy interesante!
    Soy fan de KH y FF por supuesto :3!

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    1. Me alegra encontrar a personas que también les guste KH y FF jajaja!! Estaré atento a las entradas que publiques en tu blog, y por supuesto muchas gracias por seguirme ^^
      ¡Espero que disfrutes de la lectura! =)

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