Capítulo
XIX
EL
TEMPLO SAGRADO
El resto del grupo ayudó a Jack a
levantarse del suelo, aún un poco mareado. A pesar de la magia curativa que
habían empleado para sanar su herida mortal, su cuerpo todavía necesitaba
descansar para estar plenamente en forma:
- ¡Marina, has estado increíble!-
exclamó Eduardo- ¡de no ser por ti, ahora no estaríamos aquí! ¡Eres una
auténtica heroína!
La maga sujetaba a Jack para que no
cayera mientras él trataba de no tambalearse de un lado a otro. Marina sonrió
diciendo:
- Puede que yo haya acabado con
Lectro…- luego miró el objeto esférico amarillo que llevaba colgando del
cuello-…pero el verdadero héroe es Quetzal, él ha salvado Nautigh.
El grupo contempló a su alrededor el
paraje ruinoso y desértico de la ciudad. La que era la paradisiaca isla
veraniega se había convertido en un montón de ruinas y destrozos inhabitables,
sin ninguna casa o construcción en pie. A excepción de ellos, nada había
sobrevivido al tremendo ataque del G.F. Parecía mentira que aquel lugar fuera no
hace mucho uno de los mayores destinos turísticos de Limaria:
- La ciudad ha quedado destruida…-
comentó Erika, perpleja- ahora es irreconocible…
- Es el precio por la supervivencia-
dijo Alejandro, que suspiró apenado al ver en aquel estado el paraíso que
siempre recordaba- esto es lo que deja la guerra tras su paso…y que nos enseña
las horribles consecuencias de la lucha…y del poder de los G.F.
Al pronunciar aquellas palabras, Jack
recordó un importante asunto del combate contra Lectro que había olvidado
tratar. El mago se dirigió a la chica que lo sujetaba y le preguntó, confuso y
perplejo a la vez:
- Marina… ¿Cómo pudiste invocar a
Quetzal?
- Te parecerá raro, pero…no fui yo…-
respondió ella, sonriendo- simplemente apareció ante mí, y justo en el momento
en que estaba a punto de morir…notaba su poder y aura mágica en mi interior a
lo largo del combate…y sentía que me daba fuerzas para seguir luchando.
- ¿Y no sabías que llevabas un
guardián de la fuerza encima hasta hoy?- preguntó Rex, asombrado- ¿Cómo
conseguiste esa esfera de invocación?
- Tengo esto desde que era un bebé…mi
verdadera madre le dijo a Lilian que esta esfera ha pasado de generación en
generación por la raza Numu…y que debía proteger y guardar como un tesoro, para
que no cayera en malas manos…- respondió Marina, estrechando el objeto en su
mano-…mamá decía que esta esfera contenía en su interior un gran poder…pero
hasta hoy no sabía a qué se refería exactamente…y ahora ya lo comprendo- sonrió
mirando el objeto de invocación.
Enseguida la chica añadió, pensativa:
- Lo que no entiendo es… ¿por qué
apareció justo ahora? He estado en peligro en más ocasiones, pero nunca antes
me había protegido… ¿a qué se debe eso?
- Quetzal ha debido de sentir tu
valor, tu voluntad y deseo de proteger a toda costa a tus seres queridos…-
respondió Alejandro con una sonrisa-…lo más probable es que durante todos estos
años te haya puesto a prueba, para comprobar tu valentía.
Marina lo escuchaba atentamente y se
sorprendió al oírle decir:
- Al ver que estabas decidida a
superar las dificultades y salvar a tus amigos, ver que habías madurado…él ha
debido de sentir tu esfuerzo y valor, y decidió prestarte su fuerza para el
combate…porque sentía que tienes un corazón puro, que eres una buena persona.
- ¿De verdad?- preguntó la maga,
asombrada.
El famoso mago asintió con la cabeza,
y luego añadió:
- Sin embargo, y como habrás podido
comprobar, ese poder que llevas es demasiado peligroso…cuídalo y protégelo
bien, y sobretodo nunca permitas que caiga en malas manos…eres la portadora del
legendario G.F Quetzal…y una excelente maga que ha florecido a base de bien en
este último combate…estoy seguro de que Quetzal está en buenas manos, y al
demostrarle tu valor, no dudará en protegerte a ti y a los tuyos cuando estéis
en peligro.
Marina sonrió y respondió agradecida:
- Muchas gracias, Alejandro.
En ese momento oyeron gritos eufóricos
y de alegría provenientes de la costa de Nautigh. Al asomarse por el extremo de
la plaza, junto a las vistas del mar, vieron al enorme trasatlántico atracado
en el puerto de la isla, y a cientos de personas bajando del mismo. Sabiendo
que muy pronto no tardarían en dar a su encuentro, Alejandro les dijo al resto
de presentes:
- Seguramente habrán visto a Quetzal
desde el mar…debemos mantener lo que ha pasado aquí en secreto, o de lo
contrario la leyenda del guardián de Nautigh desaparecería para siempre.
- Tienes razón- asintió Jack- además,
muchísima gente no conoce a los G.F, y saber esto les llevaría una gran
desilusión…será mejor dejar las cosas tal y como están.
Eduardo volvió a mirar a su alrededor,
aún sin creerse lo que había pasado, y se sorprendió al descubrir a Oliver un
poco más lejos. A juzgar por su mirada perpleja y asombrada, el chico dedujo
que había presenciado todo el combate desde su escondite. No obedeció la orden
de Erika, y se mantuvo oculto a las miradas de los presentes:
- Oliver… ¿qué haces aquí?- preguntó
el joven, desconcertado.
El niño caminó hacia ellos lentamente
mientras decía:
- ¿Quetzal…no es el guardián de
Nautigh?
- ¡Claro que lo es!- sonrió Marina,
tratando de ocultar la mentira- ¿no lo has visto? ¡Él ha salvado la ciudad!
- A mi no me engañáis…- dijo Oliver
seriamente señalando a la maga- he visto cómo salía Quetzal, y con la misma
volvía a esa esfera que llevas…puede que sea pequeño, pero no soy tonto. Tengo
la suficiente capacidad intelectual como para intuir cuándo alguien me responde
irónicamente y me dice mentiras.
- Pues joder con el crío…- le susurró
Cristal a Rex- es más espabilado de lo que parecía.
Oliver volvió a repetir, confuso y
perplejo:
- Por favor, decidme la verdad…
¿Quetzal no es el guardián de Nautigh?
Erika se acercó y agachó junto a él.
Tras suspirar, le respondió con una sonrisa cálida:
- Así es, Oliver…siento tener que
decirte esto, pero…a partir de ahora Quetzal nos protege a nosotros…siempre lo
ha hecho.
- ¿Pero entonces…toda esa historia que
me contaba papá sobre Quetzal…era mentira?- preguntó el niño, con lágrimas en
los ojos- ¿No existe…ningún guardián de Nautigh?
- No existen guardianes…- luego acercó
su mano y secó las lágrimas del pequeño mientras la chica sonreía-…pero sí
héroes.
Oliver se sorprendió con aquella
palabra. Asombrado, oyó decir a la joven:
- Durante este combate me he dado cuenta…de
que, aunque en ocasiones seamos cobardes y nos sintamos inútiles, todos
llevamos un héroe dentro, esperando poder salir algún día…
Luego ambos miraron a la maga que
sujetaba a Jack, mientras sonreía cálidamente en gesto de agradecimiento:
- Marina es la heroína que nos salvó a
todos de una muerte segura, y ella antes era como tú, ¿lo sabías?
- ¿De veras?- dijo Oliver, sollozando
perplejo:
- Sí- respondió Erika- Al igual que
ella, hoy has sido muy valiente.
El niño estuvo a punto de llorar de la
emoción cuando la chica le dijo:
- Ahora que nosotros debemos
marcharnos, la ciudad necesitará en nuevo héroe que la proteja…y creo que tú
eres un buen candidato al puesto, ¿qué me dices?
- ¿De verdad puedo ser…un héroe?
- ¡Claro que sí!- sonrió ella-
¡prométeme que serás el próximo héroe que protegerá Nautigh!
- ¡Lo prometo!- sonrió Oliver llorando
de la emoción.
El niño saltó a abrazar a la chica y
la estrechó con fuerza, al igual que Erika. Durante unos segundos permanecieron
así hasta que Oliver se separó de ella y preguntó acordándose de una cosa:
- A todo esto… ¿de verdad sois Eduardo
y tú los elegidos de la profecía? ¿Los que salvarán Limaria de Meteorito?
El chico se acercó a ellos y asintió
con la cabeza, agachándose junto a Erika:
- Es algo que no debe saber nadie…-
sonrió Eduardo- por eso te agradeceríamos que mantuvieras nuestra identidad en
secreto… ¿lo harás por nosotros?
- ¡Claro que sí!- sonrió Oliver de
oreja a oreja- ¡prometo que no le diré a nadie quiénes sois en realidad…y
tampoco revelaré la verdad sobre Quetzal! ¡Soy el mejor guardasecretos del
mundo mundial!
Eduardo y Erika sonrieron y le dieron
las gracias al pequeño. Después de eso, se levantaron y dirigieron la vista a
Alejandro, quien les dijo tranquila y serenamente con una sonrisa:
- Me sorprende bastante que vosotros
seáis los elegidos de la profecía, pero tras ver vuestra valentía en el
combate, está claro que las armas sagradas no se equivocaron al
elegiros…tranquilos, vuestro secreto está a salvo conmigo.
- Muchas gracias- respondió Eduardo,
agradecido.
- ¿Qué harás ahora, Alejandro?-
intervino Jack, con curiosidad
El mago legendario suspiró y luego
respondió:
- Mi día de vacaciones se ha ido al
traste con este combate imprevisto…y la ciudad necesita ahora recuperarse de
sus ruinas…- dijo mirando a su alrededor- aportaré todo el dinero que haga
falta para ayudar a su reconstrucción y que vuelva a ser la ciudad del paraíso
veraniego de antaño.
Volvió la vista al grupo diciendo:
- Sin embargo, debo irme. Hay mucha
gente sufriendo en el mundo, y lo que ha pasado aquí puede que tan sólo sea una
pequeña parte de la amenaza que nos espera…debo averiguar qué es lo que
pretenden esos tipos de negro, y detenerlos…antes de que sea demasiado tarde.
Eduardo se paró a pensar un momento en
las palabras de Alejandro. Después de lo que habían pasado y el riesgo al que
se habían enfrentado, no podían tomar a la organización Muerte a la ligera. Ya
habían comprobado el poder de uno de sus miembros, y bastó para poner contra
las cuerdas a todos los miembros del grupo, incluso al mago más poderoso de Limaria.
Ahora la organización Muerte contaba
con un integrante menos. El duro combate contra Lectro supuso todas las fuerzas
de Jack y compañía, que sin la intervención milagrosa del G.F Quetzal no
habrían conseguido vencerle.
El chico comenzó a reflexionar.
Posiblemente aún no conocían a todos los miembros de la organización, y contra
los que se habían enfrentado en anteriores ocasiones no habían mostrado su
poder con toda plenitud como lo hizo el enemigo de Nautigh. Eduardo se había
fijado en el misterioso sello que tenía Lectro en el cuello, que era
exactamente igual al que poseían Magno y Helio.
Se preguntaba si todos los integrantes
de la organización Muerte llevaban el mismo sello, y si con ello desataban su
auténtico poder. Se preocupó al pensar que aún no conocían la verdadera fuerza
oculta de Magno o Helio, y de si podrían vencerlos en el futuro en caso de que
usaran el poder del sello maldito.
Comenzaba a tener dudas sobre ellos y
los restantes miembros de la organización. Perdido en sus pensamientos, en ese
momento se sorprendió cuando Alejandro se dirigió al grupo en acto de despedida:
- Tengo que marcharme ¡hasta la vista
a todos…y muchas gracias!- sonrió, que luego miró a los dos jóvenes- ¡suerte en
vuestro viaje, elegidos de la profecía!
- ¡A usted también, Alejandro!- sonrió
Erika mientras agitaba sus brazos en el aire a modo de despedida- ¡ojalá nos
volvamos a ver pronto!
El mago legendario sonrió, y luego dio
media vuelta para marcharse de la plaza central. Mientras se alejaba, Eduardo
también agitaba sus brazos y sonreía. En su interior tenía la sensación de que
algún día volverían a verlo, y para entonces serían mucho más fuertes y podrían
igualarle en nivel, fuerza y magia.
Los aldeanos de Nautigh no tardaron en
invadir todas las ruinas de la isla. Para evitar posibles sospechas y
preguntas, Jack y los demás lograron huir por el puerto y montarse en una
pequeña barca que usarían para llegar a la costa del continente central.
Con la ayuda de Oliver, quien los guió
sin ser vistos por las calles más escondidas de la ciudad, llegaron
insospechados a su objetivo. El grupo le dio al niño las gracias por todo, y se
despidieron de él en la orilla del mar. Mientras se alejaban y desaparecían a
lo lejos entre las olas, Oliver agitaba sus brazos en el aire a modo de
despedida.
Él era el único habitante de Nautigh
que sabía lo que realmente ocurrió aquel día, pero nunca llegó a decirle la
verdad a nadie, ni siquiera a su padre Mulock. El capitán preguntó por ellos en
numerosas ocasiones, queriendo saber cuál fue el desenlace del combate contra
el tipo de negro, pero el pequeño tan sólo respondía que no volvió a verlos
desde su separación en el caos de la ciudad.
Gracias a él, la leyenda del guardián
de Nautigh siguió viva en la isla del rayo, y de esa forma se creyó entre los
aldeanos que el pájaro rayo fue el que salvó la isla. Sin embargo, el pequeño supo
que nunca podría olvidar a aquel extraño grupo de viajeros que habían salvado
su isla, su hogar. La identidad de los elegidos de la profecía quedó
salvaguardada por una promesa basada en el esfuerzo y la valentía de un niño
que juró algún día convertirse en el héroe protector la isla de Nautigh, al
igual que Quetzal.
El grupo de aventuras no tardó
demasiado en alcanzar la costa del continente central, tras una hora navegando
en dirección contraria a la isla. Continuaron caminando rumbo al sur, en
dirección al templo sagrado. Por su ubicación actual, no tardarían mucho en
llegar a su objetivo.
Al acabar su estancia en la ciudad
portuaria, el grupo comenzó a pensar en las increíbles sorpresas que habían
descubierto aquel día. Por fin tenían el primer G.F para cumplir la misión de
los dos jóvenes en su lucha contra Meteorito. Sin embargo, Quetzal sólo no podría
detener a la amenaza. Necesitaban tener a más guardianes de la fuerza para
enfrentar a Meteorito.
Durante la travesía por el camino
entre las montañas, la chica con coletas tarareaba una extraña canción mientras
andaba con saltos alegres delante de los demás:
- ¿Qué haces, Cristal?- preguntó Jack,
molesto mirando el mapa- ¡deja de hacer tonterías!
- ¡Trato de animar este aburrido
ambiente!- exclamó ella con una sonrisa de oreja a oreja- ¡venga, todos a
cantar conmigo!
- ¡Qué buena idea, yo también!- comentó
Erika, corriendo junto a su amiga con una sonrisa jovial- ¡vamos, cantemos!
- ¡Erika no!- dijo el mago,
sorprendido- ¿¡Tú también!?
En ese momento, mientras las dos
cantaban y saltaban alegremente delante de ellos, Eduardo le pidió a Marina su
colgante con la esfera del G.F, con una gamberrada en mente. Recordó que a
Cristal le daban miedo los monstruos grandes, y se le ocurrió una idea para
molestarla. El chico se acercó a ambas y se dirigió a Cristal con una sonrisa
burlona:
- ¡Saluda a Quetzal!
La princesa dejó de cantar y se asustó
cuando vio la esfera de la criatura junto a su cara. Al recordar lo poderoso
que era el G.F y cómo dejó la ciudad portuaria en aquel estado, Cristal dio un
salto y se alejó unos pasos de Eduardo:
- ¿¡Pero qué haces!? ¡Aleja esa cosa
de mí!- chilló la chica con coletas.
- ¿Por qué le tienes miedo?- preguntó
Eduardo, sonriendo en tono burlón- ¡nos salvó a todos en Nautigh!
- ¡Porque es un monstruo grande y
terrible, y no quiero que me electrocute!- argumentó ella- ¡los monstruos son
feos y malos!
Eduardo rió y luego dijo:
- ¿Cristal, quién te ha dicho que
todos los monstruos son malos? ¡Venga, este es bueno y todos lo sabemos!
- ¡¡Lo que tú digas, pero aléjalo de
mí antes de que me dé un ataque!!- gruñó la princesa amenazante- ¡¡Ahora!!
- Está bien, está bien…- dijo el chico
dando media vuelta- se lo devolveré a Marina.
Cristal suspiró aliviada, pero
enseguida volvió a asustarse cuando vio a Eduardo volviendo a su encuentro con
la esfera de invocación:
- ¡¡Maldito crío, déjame en paz!!-
gritó la chica con coletas, que comenzó a correr- ¡¡no te me acerques con eso!!
- ¡Oh vamos, pero si sólo quiere
conocerte!- dijo el joven con una sonrisa burlona- ¡no rechaces al pobre
Quetzal!
De esta forma comenzó una persecución en
la que el chico corría detrás de la princesa:
- ¡Oye Eduardo, la esfera no es un
juguete!- le dijo Marina furiosa a lo lejos- ¡Devuélvemela ahora mismo!
Y así continuaron la travesía por el
camino de pradera, que conducía al sur, mientras los demás reían al contemplar
aquella graciosa escena en la que Cristal huía despavorida a gritos de Eduardo
y Marina los seguía furiosa detrás gritando al joven para que le devolviera la
esfera de invocación.
La marcha continuó durante un par de
días más, cruzando numerosos valles,
ríos y montañas, y enfrentando a los muchos monstruos y animales
salvajes que se encontraban en su camino. Poco a poco todos los miembros del
grupo ganaban experiencia y se hacían más fuertes.
Eduardo lo notaba al verse envuelto en
los combates contra bestias salvajes. Su arte en el dominio de la esgrima había
mejorado de forma notable al esquivar y contraatacar automáticamente los
ataques del enemigo como si fuera un acto reflejo. Erika por su parte, había
aprendido nuevos tipos de hechizos mágicos gracias a la ayuda de Jack y Marina,
quiénes también mostraban signos de mejora en las batallas, y aumentado el
nivel de las magias elementales.
Cristal y Rex tampoco se quedaban
atrás, adquiriendo más nivel de magia. El perro cada vez aumentaba más su fuerza
y resistencia, y la princesa ganaba más velocidad y agilidad. Todos a su ritmo,
pero mejoraban.
Un día tranquilo, después de escalar y
llegar a la cima de una cuesta empinada, Jack alzó la vista al frente, y
aliviado exclamó con euforia:
- ¡Ahí está…eso es!
Los demás, tumbados en la hierba y
jadeando del cansancio, tardaron en entender el significado de aquella frase,
que por un momento parecía imposible:
- ¿No será otra ilusión?- preguntó
Erika, agotada- comprueba que no estás mareado…y así nos ahorras el tener que
levantarnos en vano.
- ¡No estoy mintiendo!- dijo el mago
firmemente- ¡El templo sagrado…está ahí! ¡Mirad!
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez.
En ese momento la intriga pudo
doblegar al cansancio, y el grupo entero se levantó junto a Jack para mirar al
horizonte. Sus rostros se iluminaron de repente, y con una sonrisa de oreja a
oreja contemplaron cómo a lo lejos, en lo alto de otra gran colina, había una
enorme estructura semejante a un templo de la antigua Grecia, situado justo al
lado de un gran precipicio con una enorme cascada que caía al vacío del mar.
Por fin, lo que tanto habían buscado
durante largas semanas estaba ahí, delante de ellos:
- No me lo puedo creer… ¡por fin…hemos
llegado!- exclamó Erika, eufórica.
- No es un sueño…- dijo Eduardo,
perplejo y con la boca abierta- ¡lo hemos conseguido!
La emoción los invadió a todos, que
corrieron colina abajo para luego subir por el camino de piedra que conducía
hasta la entrada del mismo edificio, sin descansar en ningún momento. Estaban
tan ilusionados por haber llegado a su objetivo que en aquellos momentos no
podían pensar en otra cosa.
No tardaron en llegar a lo alto,
frente a la entrada del templo, y ahí finalmente pararon para reponer fuerzas.
Eduardo, al igual que los demás, pudo observar más de cerca la construcción. Se
sorprendieron al comprobar que el edificio estaba en ruinas, y se caía a
pedazos. Parecía ser una construcción muy antigua, ya que la mitad de la
estructura aún se mantenía en pie. En sus muros se veía claramente los miles de
años que debían de haber pasado desde que se construyó aquel monumento.
Rex preguntó, dudoso ante el estado de
aquella construcción antiquísima:
- Jack… ¿estás seguro de que éste es
el templo sagrado? Parece que este sitio vaya a derrumbarse en cualquier
momento.
El mago contestó mirando el mapa en
sus manos, también dudando:
- Estoy seguro de que debe de ser
este…no hay ninguna otra construcción por los alrededores.
Jack estaba confuso y perplejo. Desde
que habían llegado a aquel lugar no dejaban de asaltarle vagos recuerdos de
aquellas columnas, paredes y rincones. Por alguna extraña razón, en su interior
sentía que ya había estado allí antes. En una de sus visiones fugaces pudo ver
a un niño pequeño, rubio, corriendo alegremente por las escaleras de piedra y
adentrándose en la entrada principal del templo.
Marina, que estaba a su lado, observó
preocupada el rostro perplejo de su amigo:
- ¿Jack, estás bien?
La voz de la chica lo devolvió a la
realidad, y el mago sacudió la cabeza rápidamente a ambos lados, tratando de
olvidar la visión. Luego la miró y, con una sonrisa, intentó tranquilizarla:
- Sí, estoy bien…sólo ha sido un
pequeño mareo… ¡ya sabes, la fatiga de correr tanto!
Marina sonrió aliviada, y Jack volvió
la vista al grupo, al que les comunicó de forma abierta:
- Será mejor que entremos…no podemos
perder más tiempo.
Los demás asintieron con la cabeza, y
siguieron detrás al mago, que abrió la gran puerta principal. Nerviosos por lo
que les esperaba, se adentraron con paso lento en los restos de aquel recinto
sagrado.
Su apariencia por dentro era igual que
en el exterior. Todo estaba en ruinas, menos algunas paredes que todavía se
mantenían en pie. La luz del ocaso iluminaba un poco la oscuridad que reinaba a
través de las rencillas y las ventanas de los cristales rotos. El silencio era
sepulcral, tan sólo se oía susurrar al viento que soplaba levemente por cada
rincón de los restos del lugar.
El grupo avanzaba lentamente por los
pasillos derruidos, preguntándose si habrían personas viviendo en aquella
asolada construcción en ruinas:
- ¿Hola?- preguntó Marina en voz alta-
¿Hay alguien aquí?
Sólo obtuvo el silencio y el soplar
del viento por respuesta. Todo permanecía en absoluta calma:
- Demasiada tranquilidad, diría yo…-
comentó Rex- es muy sospechoso, quizá este sitio esté desierto y aquí no viva
nadie.
- ¿¡Qué!?- exclamó Cristal,
enfurecida.
La princesa se dirigió al mago y le
dijo furiosa:
- ¡¡Cómo hayamos recorrido tantos
kilómetros y todo este camino para nada, te voy a…!!
Cristal se detuvo y miró perpleja al
mago. Éste permanecía ido, con la mirada perdida mientras observaba en todas
direcciones con la cara pálida:
- ¿Jack?
En aquellos instantes el mago estaba
teniendo otra de sus visiones fugaces. En ella podía observar cómo dos
individuos envueltos en sombras se enzarzaban en un frenético combate que tenía
lugar en el mismo sitio en el que se encontraban. Los poderosos ataques físicos
y mágicos que empleaban en el combate destruían el templo sagrado a su paso, el
cual era el campo de batalla. Las paredes caían, al igual que el techo y las
columnas. Los cristales se rompían en mil pedazos y todo ardía en llamas debido
a las grandes explosiones que se producían por el impacto de los ataques
mágicos de los dos combatientes entre las llamas. La oscuridad de la noche y el
humo del fuego impedían ver con claridad los rostros de los luchadores, y Jack
comenzaba a angustiarse como si estuviera él mismo presente en aquel duro
combate que lo torturaba en sus recuerdos.
Unas voces lo despertaron de su
trance. Enseguida volvió a la realidad:
- ¡¡Jack, despierta!!- gritaban sus
amigos.
Respirando entrecortadamente, y con
los ojos de vuelta a ser como antes, el mago preguntó temblando:
- ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido eso?
- ¿¡Jack, estás bien!?- preguntó
Marina, preocupada- ¡¡parecías asustado y desesperado…creímos que te había
pasado algo!!
- Tranquilos- sonrió él, tratando de
calmarlos a todos- no ha sido nada…estoy bien…
- No mientas, Jack- dijo Erika- desde
que llegamos aquí, te has estado comportando de una forma rara… ¿qué es lo que
pasa?
El mago tardó un poco en responder:
- Es que…este lugar…
En ese momento Jack vio en uno de los
pisos superiores del templo una misteriosa sombra que preparaba tras ellos el
conjuro de un ataque mágico. Alarmado por el peligro, y siendo el único que
parecía notar la amenaza, gritó:
- ¡¡Cuidado!!
- ¿¡Qué!?- exclamaron los demás.
De repente, una fuerte ráfaga de
viento fue lanzada al grupo. Todos se echaron al suelo y la esquivaron por los
pelos, rompiendo ésta una gran pared de piedra frente a ellos. Contemplaron
horrorizados la pared, destrozada en mil pedazos:
- ¿¡Qué ha sido eso!?- preguntó
alarmada Marina.
- La magia Aero+, disparada a gran
potencia- explicó Jack, perplejo.
- Pero… ¿¡Quién la ha lanzado contra
nosotros!?- indicó Cristal.
No hubo tiempo, otra ráfaga de aire se
precipitaba hacia ellos. Se levantaron rápidamente y la esquivaron de nuevo. El
ataque destrozó las baldosas del suelo donde impactó.
El grupo se dispersó en varias
direcciones, buscando un lugar donde esconderse. Acabaron ocultos detrás de
unas paredes media derruidas. Por un momento pareció que lo habían despistado.
Los siguientes segundos fueron silenciosos hasta que una gran bola de fuego
destruyó el muro dónde se escondía Erika. La chica gritó y se echó el suelo
mientras los escombros de la pared le caían encima.
Una voz resonó en todos los rincones
del templo:
- Estúpidos, conozco este lugar como
la palma de mi mano. No podéis esconderos.
- Esa voz…- dijo Jack pensativo.
- ¡¡Gravedad+!!- gritó la sombra.
El muro donde se escondía Rex se vino
abajo gracias a un espacio gravitatorio que apareció de la nada. El perro quedó
atrapado entre los escombros y no podía moverse. Parecía como si toda la
atracción de la gravedad se concentrara en él:
- ¡¡Largaos, malditos saqueadores…o me
veré obligado a mataros!!- amenazó el desconocido que los atacaba.
Finalmente Jack logró reconocer la
voz, una que había permanecido siempre en su memoria, y de la cual desconocía
su identidad. Salió de su escondite y se colocó en el centro del lugar gritando
a la sombra, oculta a sus ojos. Era un blanco fácil:
- ¡¡Maestro Mirto, no siga por
favor…soy yo, Jack!!
- ¡¡Jack, no!!- gritó Marina.
- ¡¡Paro!!- volvió a gritar el
desconocido.
Una extraña magia paralizó e
inmovilizó a Jack, que quedó parado en la misma postura que tenía mientras
gritaba. Estaba completamente quieto, sin mover ni un solo dedo:
- ¿¡Qué me pasa!?- dijo el mago, perplejo-
¡¡no puedo moverme!!
El desconocido se asombró al oír
aquello de Jack, y finalmente dejó de esconderse entre las sombras. De la
oscuridad surgió un hombre mayor, casi anciano, que bajó de un salto del piso
superior y se acercó al mago. Tenía muchas arrugas, que dejaban claro su
avanzada edad:
- ¿¡Jack…eres tú!?- preguntó el
anciano, asombrado.
- Sí…- puedo responder con esfuerzo-
soy yo…maestro Mirto.
Después de observarlo durante unos
segundos, el desconocido esbozó una sonrisa y con un gesto de sus manos lo
liberó de los efectos de la parálisis:
- ¡¡Jack!!
El anciano lo abrazó con fuerza:
- Es imposible…creí que habías muerto.
Jack lo miró incomprendido:
- ¿Muerto?
- Sí, desde aquel incidente…hace ya
más de quince años.
Cristal corrió hacia ellos con cara de
no saber nada. Furiosa y frunciendo el ceño, exigió una explicación inmediata:
- ¿¡Eh, qué pasa aquí!? ¿¡Jack, es que
no ves que este viejo ha intentado matarnos!?
Jack estuvo a punto de explicarles al
resto del grupo quién era aquella persona, pero entonces el mago recordó a sus
amigos, y exclamó con preocupación:
- ¡Oh no, tenemos que ayudarles!
Los demás también salieron de su
escondite y corrieron a ayudar a desenterrar a Erika y Rex de los escombros,
incluido el desconocido que los había atacado. Mientras desenterraban a sus
compañeros, Eduardo descubrió asombrado y perplejo que aquel anciano también
portaba una llave espada, la que usó para atacarles. Su arma sagrada, a pesar
de ser la misma y tener la misma forma de una llave, era bastante diferente a
la del joven. No podía evitar pensar, sorprendido y con la boca abierta:
- “¡Eso es imposible…!”- pensó para
sí- “¡soy el único elegido de la llave espada…! ¿¡O es que…hay dos!?”
Tardaron un poco en encontrarlos. Los
aliviaron con la eficaz magia curativa del desconocido, que lograron
recuperarse rápidamente. Con la situación más calmada, el grupo siguió las
indicaciones del anciano, y se dirigieron a la parte del templo que aún seguía
en pie.
La parte trasera del templo no la
habían visto por fuera, y era muy diferente en comparación con la parte
derruida. En contraste con las ruinas y los escombros de tiempos pasados, la
parte en la que se encontraban se mantenía firmemente en pie y parecía más
segura. Además de eso, se conservaba bastante bien, estaba amueblada y tenía un
acogedor ambiente hogareño.
Llegaron a una habitación tranquila,
semejante a una especie de pequeño apartamento, con una mesa, varios muebles
alrededor y una cama en un rincón. Parecía ser el hogar del desconocido dentro
de aquel lugar. En todo ese tiempo Eduardo no dejaba de pensar que, durante su
estancia en el recinto, no habían oído las famosas voces de los oráculos, y
comenzaba a dudar sobre si aquel era realmente el templo sagrado que tanto tiempo
habían estado buscando.
El anciano los invitó a sentarse en
las sillas alrededor de la mesa mientras les servía un vaso de agua:
- Perdonadme por el recibimiento de
antes, pensé que erais unos saqueadores de tesoros que venían a llevarse lo que
queda de este lugar sagrado. Últimamente han venido muchos…- y enseguida se dio
cuenta de que aún no se había presentado, a lo que añadió- me llamo Mirto, y
soy el guardián que protege lo que queda del ancestral templo de las voces de
los oráculos.
El resto se presentó de forma abierta,
habiendo quedado resuelto el pequeño incidente de antes. Ese hombre no
parecía ser un enemigo, sino todo lo contrario. Marina podía comprobar,
horrorizada y asombrada, que tras esa apariencia de persona mayor indefensa, el
aura mágica de aquel anciano sobrepasaba con creces los límites de todos ellos.
Ni siquiera los miembros del grupo juntos podían alcanzar el poder de Mirto:
- “¡Es increíble!”- pensó Marina en su
mente- “¡su aura mágica es tan grande e inmensa como la de Alejandro…! ¿¡Quién
es este hombre!?"
Jack fue el primero en hablar,
adelantándose a los demás:
- Hay una cosa que me gustaría saber,
maestro Mirto… hace ya tiempo que tengo dudas respecto a mi pasado, porque no
recuerdo nada de mi infancia…y sin embargo me acuerdo de usted, y desde que
llegamos aquí siento una cierta nostalgia que se nubla en mi mente…- a lo que
luego añadió- ¿por qué me siento, de alguna forma, conectado a este lugar?
Tras beber un poco de agua, el anciano
dejó el vaso sobre la mesa. Suspiró y comenzó a narrar:
- Jack, conocía a tus padres…- dijo
Mirto- éramos buenos amigos, y me ayudaron muchísimo en el pasado, más de lo
que yo podía ofrecerles…gracias a ellos logré esconderme a salvo de mis
enemigos…y sobrevivir durante la peligrosa tormenta que acontecía por aquel
entonces…a raíz de una maldita y condenada profecía…
Todos se sorprendieron. Escucharon
atentamente las palabras del anciano:
- Hubiera muerto de no ser por ellos,
y les debo muchísimo…desde luego, eran grandes héroes…murieron luchando por una
buena causa, y no vacilaron un instante en sus ideales…- a lo que luego
explicó- ambos creían que la guerra era innecesaria para forjar un mundo sin
armas ni muertes…luchaban por un ideal de paz y armonía en Limaria, en base a
la justicia como medio para alcanzarla…pero su sueño murió con ellos, ya lo
creo que sí…hoy en día la justicia ya no existe en este mundo.
Mirto continuó narrando la historia
del pasado olvidado de Jack. El mago sabía, desde que tenía uso de razón y de
memoria, que sus padres habían muerto en la primera gran guerra de Limaria, y
había crecido toda su adolescencia y madurez sin el amor y el afecto de un
padre y de una madre:
- Para evitar que acabaras igual que
ellos, tus padres me pidieron como último favor antes de marcharse, que te cuidara
bajo mi techo y te educara en el arte de la magia, para convertirte algún día
en un gran mago honesto y bondadoso con los demás. Acepté de buen agrado porque
tenía amistad con tus padres, y les debía mucho más de lo que ellos hicieron
por mí.
- Comencé a pensar, y no se me ocurrió
otro lugar más seguro que el sitio en el cual nadie pensaría durante una
guerra…y por eso me instalé aquí, en este lugar inhabitado, porque sabía que
aquí estaríamos a salvo…- explicó Mirto- Te acogí en mi casa y te cuidé como si
fueras mi propio hijo durante mucho tiempo…eso explica que estos muros te
suenen tanto y te recuerden a tu infancia…porque creciste aquí…en este lugar
sagrado.
Jack recordó entonces las visiones que
tuvo al llegar al templo, en las que veía a un niño rubio pequeño corriendo por
entre los alrededores e interiores de aquella construcción ancestral. Supo
enseguida que aquel niño era él mismo de pequeño:
- Pero entonces…- preguntó Jack,
confuso- ¿cómo es que…perdí la memoria? ¿Por qué no recordaba nada de este
lugar?
Mirto suspiró de nuevo y su rostro
adquirió un semblante sombrío. Los demás intuyeron que a su mente regresaban
recuerdos desagradables para él:
- Un día llegó misteriosamente a oídos
de la organización Muerte que el elegido de la profecía vivía en este lugar
sagrado, alejado del campo de batalla en pleno corazón del continente central.
Supe que durante años habían estado buscándome, porque entorpecía en sus
planes, y por ello vinieron a matarme.
Mirto paró durante unos segundos para recuperara
aire, y continuó explicando ante las miradas atentas y expectantes de los
demás:
- Estando al límite, sin escapatoria,
y contigo a mí lado siendo un niño pequeño, Jack…no me quedó más remedio que
plantarle cara al mismísimo líder de la organización Muerte… Aún recuerdo aquel
duro combate, del que ni yo mismo sé cómo pude salir con vida…al igual que yo y
mis heridas, este templo es la clara prueba de que fue el campo de batalla de
un peligroso combate hace ya muchos años…todavía sigo sin saber cómo ha
resistido esta estructura antigua tras aquella batalla, y todo este tiempo.
Eduardo trataba de imaginarse la
ferocidad del legendario combate que se disputó en aquel lugar. Debió de ser
muy duro para dejar en ese estado la mitad del recinto en ruinas. Mirto siguió
narrando, dirigiéndose a Jack:
- Recuerdo que, en un momento dado, te
ordené que corrieras lejos, muy lejos, para ponerte a salvo…y contemplé
horrorizado cómo el enemigo corrió detrás de ti. Mi angustia y dolor se hizo
más grande cuando traté de correr, malherido, para tratar de ayudarte…pero fue
inútil…- el anciano bajó la cabeza, apenado al recordar malas experiencias-
para cuando logré alcanzaros a ambos junto al precipicio, fuera del templo,
grité tu nombre al ver con mis propios ojos cómo el enemigo te arrojaba al
vacío infinito de la cascada. No tuve las fuerzas suficientes para detenerlo, y
por ello no pude ayudarte.
Jack observaba perplejo y sin palabras
al anciano del otro lado de la mesa, deprimido y apenado al contar la historia.
Tenía un semblante triste en su rostro:
- Durante años no he podido calmar mi
conciencia, al recordar que no pude salvar al hijo de las personas que prometí
cuidar con empeño. Desde ese entonces, no supe nada de ti, y te busqué durante
meses…sin resultados…hasta que finalmente me hice a la idea de que habías
muerto, y de que no volvería a verte nunca…hasta hoy.
Jack comenzó a razonar en su cabeza,
temblando y asimilando toda la nueva información que desconocía acerca de su
pasado. Ahora lo entendía todo. Seguramente la caída le había hecho perder la
memoria, y de ahí que no recordara nada sobre el templo sagrado ni de su
maestro, quedando únicamente su voz.
En ese momento, las armas sagradas de
los presentes aparecieron repentinamente en las manos de sus portadores, ajenas
a la voluntad de estos. Sorprendidos, Mirto descubrió horrorizado y perplejo la
llave espada y la vara mágica de los dos jóvenes, que preguntó con la boca
abierta y sin palabras:
- ¡¡No puede ser!! ¿¡Ellos son…!?
- Eduardo y Erika, los elegidos de la
profecía- explicó Rex.
- Entonces es verdad…Ludmort ha
vuelto…- dijo horrorizado Mirto.
El grupo lo miró confuso. Eduardo
trató de corregir su error:
- ¿Ludmort? Querrá decir Meteorito
¿no?
- No lo entiendes, muchacho… Ludmort
es Meteorito.
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez,
perplejos.
- ¿Pero quién o qué es exactamente
Ludmort?- preguntó Marina.
- Ludmort es una criatura diabólica,
un monstruo colosal. Es el ente que anuncia la segunda parte de la profecía, el
que destruirá el planeta y traerá consigo el fin del mundo. Tiene un poder que
supera los límites de nuestra imaginación, y cuya fuerza es imposible de
alcanzar para cualquier ser vivo de este mundo, por mucho que se entrene. Esa
fuerza…es la materia suprema…considerada el poder de los dioses…y la única
capaz de generar y destruir planetas y mundos.
Cristal se fijó en una cosa y comentó,
pensativa:
- Parece que conoces mucho a ese
Ludmort… ¿cómo es que sabes todo eso?
Mirto calló la boca y no dijo nada de
repente. Todos sabían que ocultaba algo, y Eduardo creyó intuir lo que
escondía. El chico aprovechó la ocasión para preguntar algo que quería saber desde
hacía un buen rato:
- ¿Cómo es que usted también tiene una
llave espada? ¿Es que hay tres elegidos de la profecía?
El anciano lo miró seriamente y
respondió:
- Te equivocas, muchacho…sólo hay un
elegido de la llave espada…y ése eres tú.
Jack intervino en la conversación:
- ¿Pero entonces cómo se explica que
hayan dos llaves espada? ¡Es algo absurdo!
Mirto suspiró, recordando viejos
tiempos:
- Es muy simple…yo fui el primer
elegido de la llave espada, hace años.
- ¿¡Qué!?- exclamaron por segunda vez,
con la boca abierta.
- Así es…hace quince años la barrera
tridimensional fue destruida y yo fui el elegido para vencer a Ludmort.
- ¿¡Cómo dice!?- preguntó Eduardo
alterado- ¿¡y lo venció!?
- Tal y como lo dijo la profecía.
- ¿¡Cómo lo hizo!? ¡¡Díganos, por
favor!!- pidió el chico, directo y sin rodeos.
El rostro de Mirto adquirió un
semblante oscuro, y tardó un poco en responder. Su voz se torno seria y
misteriosa:
- Me temo que eso…tendréis que
descubrirlo vosotros mismos.
- ¿¡Pero…por qué!?- preguntó Eduardo,
confuso- ¡¡las vidas de todos nosotros y de Limaria, de nuestro mundo…están en
peligro!! ¿¡Por qué no puede…!?
La represión con la mirada del anciano
le indicó al joven que se detuviera. Intimidado por sus ojos serios y decididos,
el chico calló de repente, sabiendo que no debía faltar el respeto a una
persona mayor. Eduardo trataba de ordenar y asimilar toda la información
recibida, que aún no se creía, y todavía procesaba en su cabeza. Tenía muchas
preguntas, y todas las respuestas las tenía Mirto.
Frente al silencio que acompañó
después de las palabras de Eduardo, Erika se aventuró decidida a preguntar al
anciano, sin rodeos:
- Espere un momento…si usted fue el
primer elegido de la llave espada, se supone que también tuvo que haber una
elegida de la vara mágica ¿verdad?- indicó firme y decidida- ¿qué fue de ella?
Aquella pregunta pilló por sorpresa a
Mirto, que de repente se volvió más distante y serio al negar la respuesta:
- No quiero hablar del tema.
Erika no se rindió. Insistió aún
más al decir:
- ¿Por qué…le pasó algo malo?
El anciano apretó los puños y los
dientes, y se levantó bruscamente de la silla. La rabia y la furia lo
invadieron cuando gritó:
- ¡¡Cállate, no quiero hablar!!
Para sorpresa de todos los presentes,
Mirto caminó hacia la puerta de salida. Antes de salir de la habitación, les
comunicó un poco más calmado a los demás:
- Podéis quedaros a dormir esta
noche…ya mañana descubriréis cómo acabar con Ludmort.
Tras eso, cerró la puerta y abandonó
la estancia, dejando a Jack y los demás con la palabra en la boca. Aún no
habían resuelto todas las cuestiones que el grupo quería preguntarle al
anciano, pero parecía que ese día no iba a poder ser.
Eduardo tenía muchas preguntas sin
respuesta en su cabeza, y se sorprendió todavía más al descubrir algo de lo que
los demás parecieron no darse cuenta. El chico vio claramente una lágrima
rodando por la mejilla de Mirto, y supo que había sufrido de alguna forma en
relación con su compañera y el misterio de la profecía, anunciada por la voz de
los oráculos.
Esa noche Eduardo no pudo dormir. Su
cabeza le daba vueltas acerca del misterioso final de la primera elegida de la
vara mágica. Observó cómo su amiga de la infancia dormía profundamente en otro
sillón de la habitación:
“¿Qué papel tiene la elegida de la
profecía en todo esto? ¿Qué le ocurrió a la primera?”- se preguntaba el chico
con preocupación en su mente- “¿Es que acaso Erika…morirá?”
Muchas gracias por el comentario ^^
ResponderEliminarMe hace mucha ilusion ver que poco a poco mi blog les parece interesante ^^
Te sigo por supuesto n.n
Y tu historia parece muy interesante!
Soy fan de KH y FF por supuesto :3!
Me alegra encontrar a personas que también les guste KH y FF jajaja!! Estaré atento a las entradas que publiques en tu blog, y por supuesto muchas gracias por seguirme ^^
Eliminar¡Espero que disfrutes de la lectura! =)