domingo, 11 de marzo de 2012

Capítulo 4: Empieza la aventura


Capítulo IV
EMPIEZA LA AVENTURA
Los días siguientes se convirtieron en un cambio radical de la vida de los dos jóvenes. A partir de entonces, en vez de estudiar los apuntes de los libros de clase, tenían que aprender a luchar y usar sus nuevas armas. Ambos tenían que hacerse a la idea de que Jack o Asbel no siempre estarían ahí para protegerles, de modo que tarde o temprano tendrían que valerse por sí mismos y luchar.
Mientras que Jack le enseñaba a Erika los conocimientos de la magia elemental y de su uso en la batalla, Asbel se encargaba de adiestrar a Eduardo en el manejo de la espada. Los dos jóvenes tenían muchas dificultades para aprender tales habilidades, pues nunca les habían enseñado a usar magia, ni mucho menos la violencia.
Eduardo cayó por enésima vez sobre la hierba, mientras la llave espada rodaba por el suelo y desaparecía mágicamente. El chico, sudando y respirando entrecortadamente, levantó la mirada al espadachín que tenía enfrente. Asbel ni se inmutaba a la hora de desarmar a su oponente, que para él aquello era un juego de niños:
- ¡Vamos, levántate!- le dijo seriamente y sin rodeos- ¡el elegido de la profecía no puede ser tan débil… debo prepararte para la labor que se espera de ti!
- ¿No podemos…dejarlo aquí…por hoy?- preguntó Eduardo, tratando de levantarse con esfuerzo- ya no…puedo…más…
- ¡De eso nada, llevamos en este plan más de una semana y aún no has conseguido siquiera rozarme con el filo de tu arma! Además, ¿crees que el enemigo te va a dejar un segundo de respiro? ¡No puedes bajar la guardia ni un solo instante!
El chico finalmente pudo ponerse en pie, e hizo aparecer mágicamente la llave espada en su mano:
- ¡Vamos, atácame!- le ordenó Asbel, esperando pacientemente a su adversario.
Eduardo, con las pocas fuerzas que le quedaban, corrió empuñando su arma a atacar al espadachín. Asbel no movió ni un solo dedo hasta que el chico estuviera lo suficientemente cerca para bloquear su ataque, propinarle un puñetazo en el estómago y con la misma fuerza empujarlo.
El joven acabó rodando por la hierba, al tiempo que la llave espada desaparecía un poco más lejos. Aquella vez sí que no pudo levantarse, y se dio por vencido. Asbel se acercó caminando lentamente hasta él, y al verlo comprendió que ya no tenía fuerzas para seguir. Eduardo abrió los ojos y lo miró mientras le decía:
- Si quieres sobrevivir y conservar tu vida, sé fuerte…no pienses en nada más.
El chico se quedó perplejo ante aquellas palabras. Asbel se dio la vuelta y se alejó caminando pradera abajo mientras decía:
- El entrenamiento ha terminado por hoy, ve a descansar y mañana continuamos.
Eduardo por fin suspiró aliviado. Las horas que pasaba entrenando con el espadachín le parecían eternas. Su cuerpo no le respondía y muchas veces sufría arañazos de las caídas. Se quedó un rato tumbado sobre la hierba y tratando de recuperar fuerzas. Cerró los ojos, deseando que todo aquello fuera sólo un sueño del que en cualquier momento despertaría.

Erika trataba de crear una bola de fuego a partir de su arma. Había seguido al pie de la letra todos los pasos que le había indicado Jack, y ya tenía en mente más o menos la idea de cómo hacerlo. Sin embargo, aunque trataba de esforzarse, sólo conseguía invocar una pequeña llama del tamaño de un mechero. La chica se deprimía al ver sus resultados:
- Esto es más difícil de lo que pensaba… creo que nunca lo conseguiré.
- ¡No digas eso!- exclamó el mago, al lado de ella- ¡Has mejorado mucho en sólo unos pocos días, verás que dentro de nada podrás usar Piro sin ni siquiera pensarlo!
Jack usó su bastón mágico e invocó una llama más grande que una antorcha. Erika lo veía asombrada:
- ¡Muy pronto harás algo como esto, y puede que incluso mayor!- le sonrió el mago- ¡vamos, inténtalo una vez más!
La chica reunió ánimos para intentarlo de nuevo. Cerró los ojos y se concentró en la vara mágica. Pasaron un par de segundos hasta que la pequeña llama de fuego apareció. Jack se sorprendió al ver que la llama poco a poco crecía cada vez más, hasta que se quedó perplejo y mudo cuando vio que aquello era una auténtica antorcha humana.
Erika no aguantó más de tres segundos con aquel ataque, y enseguida cayó al suelo, agotada, mientras su arma desaparecía mágicamente. Jack la atendió enseguida y la recuperó con el hechizo mágico Cura. La chica abrió los ojos, y miró al mago diciendo:
- ¿Y…qué tal…lo he hecho?
- ¡Ha sido increíble, a tu edad nunca logré semejante hazaña!- exclamó Jack.
- ¿De veras?- sonrió la chica.
- ¡De verdad de la buena!- dijo el mago, contento- ¡estoy muy orgulloso de tus progresos!
Erika trató de levantarse, pero le costaba apoyar los brazos. Jack le dijo:
- Has agotado toda tu magia en este hechizo… ¡anda, ve a descansar, que mañana seguimos!
La chica asintió con la cabeza y, con la ayuda de su maestro, logró levantarse. Se sentía mejor al saber que por fin sus esfuerzos estaban dando resultado.

La joven cogió su mochila y salió a caminar un rato por las praderas de Idnia, para despejarse la mente. Aquel pueblo y sus paisajes de montaña le recordaban a un cuento que sus padres y abuelos le contaban de pequeña, antes de dormir. La nostalgia la invadió de repente y sonrió pensando en los bonitos recuerdos que conservaba de su infancia temprana.
Paseando por las praderas, algo le llamó la atención al comprobar que había alguien tumbado bajo un árbol no muy lejos de allí. Se alegró al ver que se trataba de Eduardo, y corrió a su encuentro.
El chico se despertó al notar que le tapaban el sol, y cuando abrió los ojos se sorprendió al ver la cara de su amiga justo encima de él. Pegó un brinco y se asustó:
- ¡Qué susto me has dado, Erika!
- ¿Qué haces aquí durmiendo la monda?- se burló ella- ¿así que estos son tus entrenamientos con Asbel? ¡Yo también quiero entrenarme así!
- ¡No…no digas tonterías!- exclamó él- ¡hace ya un buen rato que terminé mi entrenamiento de hoy, sólo estaba descansando!
- Sí, claro…- sonrió ella, mientras los dos se reían a carcajadas.
Erika se sentó junto a él, y le dijo:
- ¿Y qué tal? ¿Cómo te ha ido hoy con Asbel?
Eduardo suspiró y se quejó diciendo:
- No me creerías si te digo que sus clases son una auténtica tortura física… llevamos más de semana y media entrenando y todavía no he conseguido ni la menor oportunidad de atacarle desprevenido. Él ni se inmuta, y mis ataques son ridículos comparados con su dominio de la esgrima- explicó el chico, un poco deprimido- pero prefiero no hablar del tema… ¿qué tal te va a ti con Jack?
- Bueno, la verdad es que bien… estoy aprendiendo las magias básicas elementales, como Piro, Hielo, Electro… y cosas así, hasta que más adelante pueda mejorar y aprender hechizos mágicos poderosos.
- Me alegro de que vayas bien, se nota que te esfuerzas mucho- sonrió el chico.
- ¡Y verás que tú también, tarde o temprano, lo conseguirás!- sonrió ella a su vez.
En ese momento hubo un silencio que Erika rompió unos segundos después:
-¿Sabes? Este lugar me recuerda a un sitio que aparecía en los cuentos que me contaba mi abuelo de pequeña, antes de dormir. En realidad… siento como si estuviera inmerso en él, como si fuera un deseo hecho realidad.
- ¿Tu abuelo? Nunca me habías hablado de él- dijo Eduardo, confuso.
- Él murió hace muchos años, cuando apenas comenzaba a andar y hablar.
El chico notó que Erika se deprimía por momentos, y trató de corregir su error:
- Perdona, no quería hacerte daño…no debí haber hecho esa pregunta.
- ¡No, tranquilo, no pasa nada!- sonrió ella, tratando de disimular- es sólo que recuerdo muchas cosas de él, y me pongo un poco triste…pero ya lo superé hace tiempo.
Eduardo vio cómo Erika registraba su mochila y sacaba de ella algo parecido a un libro bastante viejo, con una gran cerradura en su portada:
- ¿Qué es eso?- preguntó el chico, curioso por saber.
- Es el diario de mi difunto abuelo, que me quería un montón y yo a él también- dijo ella, orgullosa de tenerlo- cuando era pequeña me lo enseñó de la misma manera, tal cual lo ves ahora, y lo cerró delante de mí, guardando la llave de su mano. Me dijo que había escrito en él su predicción sobre mi futuro, y que todavía no estaba preparada para leerlo. Sonriendo, me dijo también que, cuando fuera lo bastante mayor, lo abriera y lo leyera para saber si había acertado con su predicción. Desgraciadamente, murió poco después de aquello, y sólo él sabía del escondite de la llave. Recuerdo que me puse muy triste y lloré durante mucho tiempo por su muerte.
Eduardo la escuchaba atento a lo que decía:
- Desde entonces llevo todo este tiempo buscando la llave que abre este diario, con la esperanza de que algún día la encuentre y pueda saber lo que quiso decirme mi abuelo respecto a mí y a mi futuro. Por eso me pregunto si esto que nos ha pasado guarda relación con el diario,…quizá alomejor a esto se refería mi abuelo, no sé…tengo muchas dudas en la cabeza… Podría decir que es el sueño de mi vida.
- Es increíble…- pudo decir el chico, sorprendido- ojalá algún día la encuentres.
Erika sonrió y dijo:
- ¿Y tú, Edu? ¿Tienes algún sueño en especial?
Aquella pregunta pilló por sorpresa al chico, que no supo qué responder:
- Pues…la verdad…nunca me había parado a pensarlo…
- ¡Oh, vamos, seguro que tienes que tener alguno!- rió la chica.
- Yo… ¡todavía lo estoy buscando!- exclamó Eduardo tras pensárselo unos segundos.
Erika rió de nuevo diciendo:
- ¡Pues avísame cuando lo encuentres, que quiero saberlo!
Ambos jóvenes rieron a carcajadas, y por un momento los dos miraron al horizonte. Tras las laderas de las montañas del valle, el sol se ponía y mostraba un hermoso atardecer con el cielo de diferentes colores cálidos:
- ¿Crees que algún día volveremos a casa, quiero decir… a La Tierra?- preguntó el chico.
- Cuando acabe todo esto, Jack nos prometió que nos llevaría de vuelta…- dijo Erika- así que debemos esforzarnos para salvar este mundo… los dos juntos.
- Sí…- sonrió Eduardo, alegremente.
Por un momento los dos se miraron a los ojos, sin saber qué decir. En ese mismo instante se acercó levitando a ellos una pequeña criatura de color claro. Tenía el cuerpo pequeño y la cabeza medianamente grande, con una enorme nariz de color rojo y un par de alas diminutas detrás. Llevaba un enorme pompón en la cabeza también de color rojo:
- ¿Eduardo y Erika verdad, kupó?- les preguntó el extraño ser.
- ¿Quién eres?- dijo el chico, sorprendido al ver por primera vez una criatura semejante.
- Soy un Moguri, pero podéis llamarme Mog, kupó- explicó el pequeño ser- Jack me ha enviado para deciros que volváis ya…es hora de descansar para mañana, kupó.
Ambos jóvenes no tuvieron más remedio que volver con él, antes de que Jack se enfadara con ellos. Al levantarse y alejarse unos pasos de vuelta a la casa del mago, la curiosidad llevó a Eduardo a tocarle el pompón al moguri. Éste se dio la vuelta y le soltó un puñetazo en toda la cara, que lo dejó tirado en la hierba:
- ¡Au, qué daño!- se quejó el chico con las manos en la cara.
- ¡No se toca el pompón, kupó!- dijo enfadado Mog- ¿¡por qué todos quieren tocarlo, kupó!?
Erika también pensó en tocarlo pero, visto lo que le hizo a su amigo, se lo pensó mejor y prefirió no hacerlo. Eduardo se levantó, quejándose del dolor de su cara, y los dos siguieron al moguri de vuelta a la casa de Jack.

Allí, estando los dos cenando en la mesa con el mago, Eduardo se dio cuenta de que el espadachín pasaba la mayor parte del tiempo fuera, entrenando por su cuenta. El joven preguntó:
- ¿Jack, por qué Asbel es solitario? ¿No le gusta estar en compañía?
El mago tragó la comida de su boca y luego respondió:
- Simplemente a él le gusta más la soledad, está más cómodo en compañía consigo mismo.
- ¿Siempre ha sido así?- preguntó Erika.
- Al parecer no… cuando lo conocí, me contó su historia, la verdad es que es comprensible su actitud hacia los demás.
- ¿Qué le pasó?
- Tras la profecía, se desató una terrible guerra en Limaria, hace muchos años. Un bando, el continente este, declaraba culpable del anuncio de la voz de los oráculos al otro, el continente oeste, pues en él los antiguos antepasados de los magos practicaban la magia ancestral y divina. Los Estianos creían que, acabando con los otros, la profecía se anularía, y los Oestianos no tuvieron más remedio que defenderse y contraatacar. Fue así cómo se libró una de las guerras más sangrientas de la historia de Limaria.
- ¡Pero espera un momento, Jack!- dijo Eduardo- ¿no se supone que la segunda parte de la profecía dice que somos nosotros los que destruiremos Meteorito?
- Por aquel entonces aún no se conocía de la existencia de la segunda parte, que tardó un par de años después. Tras saber que la culpa no la tenían los Oestianos, y que dos elegidos serían los que libraran al mundo de tal fin la guerra se detuvo, pues ya no tenía ningún sentido seguir luchando.
- ¿Pero qué tiene eso que ver con Asbel?- saltó Erika.
- Él… perdió a sus padres en la guerra y lo torturaron, cuando sólo era un niño. Los vio morir frente a sus ojos, y el terror que sufrió en la infancia lo cambió para siempre. Desde entonces ha vivido siempre con miedo y desconfianza hacia los demás. Aprendió que sólo se puede confiar en uno mismo, y que para poder sobrevivir hay que ser fuerte, sin depender de los otros.
Los dos jóvenes se quedaron pálidos. Fue entonces cuando Eduardo comprendió las palabras que le había dicho Asbel aquella misma tarde, y empezó a entender el por qué de su conducta y actitud. Jack les animó un poco exclamando:
- ¡Venga, venga, no pongáis esas caras largas…que mañana hay que seguir entrenando! ¡Vamos, comed un montón para que mañana os levantéis con las fuerzas a tope!
Después de cenar, los dos chicos se fueron a dormir. Debían estar en plena forma para seguir con su entrenamiento diario, que poco a poco iba dando sus frutos.

Continuaron así un par de semanas más, hasta que por fin, después de mes de entrenamiento, Jack los consideró preparados para salir y afrontar los peligros que les esperaban fuera. Erika ya había aprendido las magias básicas elementales y podía ejecutarlas con la vara mágica sin ningún problema, y Eduardo manejaba con más soltura la llave espada, aguantando notablemente los ataques de Asbel, pero sin lograr vencerle.
El día que partieron en busca de la aventura, Mog los despidió desde la puerta de la casa y los vio alejarse hasta desaparecer en la lejanía. El moguri era el encargado de cuidar y vigilar la casa del mago en su ausencia, hasta que volvieran.

Adentrándose en las montañas que rodeaban Idnia, su próximo destino era el Templo Sagrado, lugar donde se oían las ancestrales voces de los oráculos. Allí Eduardo y Erika recibirían las instrucciones necesarias para acabar con Meteorito. Dicho lugar se encontraba al sur, en una pequeña península alejada en el extremo del continente central, al cual tardarían en llegar unas cuantas semanas.

De camino por un sendero en plena pradera, el grupo oyó no muy lejos el grito de una mujer, la cual estaba huyendo de una banda de ladrones armados con espadas que la seguían:
- ¡Jack, tenemos que hacer algo, no podemos dejarla así!- exclamó Eduardo.
- ¡Lo sé!- dijo el mago- ¡vamos, tras ellos!
Los cuatro corrieron a ayudar a la mujer en apuros, que acabó en un rincón sin salida. Se dio la vuelta mientras los ladrones se acercaban lentamente:
- Deja de resistirte, encanto, ya no tienes salida.
- Ven con nosotros, lo vas a pasar muy bien- añadió otro.
- ¡De eso nada, no pienso ir con vosotros!- dijo la desconocida, que en ese momento alzó su varita en el aire y apuntó a ellos diciendo- ¡tomad ésta!
Al principio, los ladrones se asustaron al comprobar que se trataba de una maga y que iba a usar un hechizo mágico ofensivo. Sin embargo, tras ver que no pasó nada y que la cara de horror de la mujer lo decía todo, rieron y se burlaron de ella:
- ¿Y eso es todo? ¡Ni siquiera sabes usar magia!
- ¡Qué maga más patética!- señaló uno del grupo, que se acercó amenazante a la desconocida- ¡acabemos ya con esto!
La mujer temió lo peor y cerró los ojos, esperando que la atacaran. Sentía vergüenza por no saber usar magia, siendo ella misma una maga. Pensó que lo mejor que podía hacer era dejar de intentar ser lo que no era, y permitir que aquellos desalmados terminaran con su vida.
De repente oyó gritos de agonía y choques de aceros de espadas, en medio de una tormenta de guerra que le pareció interminable. Al cabo de unos minutos, oyó que alguien le decía:
- ¿Estás bien? No tengas miedo.
La mujer abrió los ojos, y vio a dos hombres y dos jóvenes, los cuatro armados con espadas y armas mágicas. La chica se acercó a ella y le dijo:
- Tranquila, ya estás a salvo, esos bandidos no volverán a hacerte daño.
La desconocida dirigió la vista al grupo de ladrones, que se encontraban tirados inconscientes en el suelo. Aquel grupo de personas la habían salvado. El otro joven que los acompañaba se acercó a ella:
- Me llamo Eduardo - y señalando a la chica dijo- y ésta es Erika.
- Los de atrás son Jack y Asbel - sonrió la joven- vimos que estabas en peligro y venimos en tu ayuda.
- Mu…muchas gracias…- dijo la mujer- de no ser por vosotros no lo habría contado.
Mientras el mago y el espadachín se acercaban, Eduardo se fijó en la desconocida. Tenía el pelo oscuro y llevaba una diadema de flores. Su vestido azul resaltaba con el color de sus ojos, de un tono castaño ni muy claro ni muy oscuro. Tenía como arma una pequeña varita, muy usada por los magos novatos.
Asbel y Jack se acercaron y éste último le preguntó sonriente:
- Dinos, ¿cómo te llamas?
Al principio la mujer dudó por un momento, pero después cogió confianza al notar que aquellas personas no parecían peligrosas, y dijo claramente:
- Me llamo Marina. 

4 comentarios:

  1. Y aquí vengo yo con mi eterna lentitud en leerme los capítulos jaja, por fin me he puesto con el cuarto y una vez más me ha encantado.

    Por cierto, antes de seguir, felicidades en general por la manera que llevas la novela, siempre actualizando, con ilusión y dedicación, vamos fenomenal, espero que sigas así y no cambies nunca jeje. =)

    Bueno, a lo que iba, cuarto capítulo, la verdad difícil elección si aprender magia o el arte de la espada, a mí me gustaría aprender ambos jaja.

    Me ha gustado la primera escena, te hace pensar la difícil situación a la que están sometidos los dos chicos, que no pueden bajar la guardia y tienen que ponerse las pilas si quieren sobrevivir en la batalla, lo digo en especial, por los diálogos entre discípulos y maestros, son muy buenos. =3

    Las praderas de Idnia, tienen que ser preciosas y muy curioso el tema del diario, ¡quiero saber que puso el abuelo!

    Por otro lado, me encanta que hayas metido a Moguri, es tan mono el sonido que hace en Kingdom Hearts jaja y encima vaya mala leche que tiene, pobre Eduardo por tocarle el pompón, Erika fue más lista jaja. Al principio pensaba que iba a ser Rex el que iba a aparecer. xD

    Y bueno para acabar, me gusta mucho la escena final, comenzando la aventura, esa batalla y con el encuentro de Marina. Felicidades por otro estupendo capítulo. =)

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    1. Me alegro un montón de ver tu comentario Patrick, y de que te haya encantado. No te preocupes, ya dije en su momento que no me importaba esperar tus opiniones. Lo mejor siempre se hace esperar :)
      Y gracias por el prólogo general, de vez en cuando vienen bien algunos cambios, y a la cabecera ya le hacía falta jajaja. Como tú bien dices y estoy de acuerdo, la mejor fórmula para llevar a cabo un proyecto personal es actualizarlo con mucha ilusión y dedicación. ¡Gracias por tus ánimos, y espero que tú tampoco cambies nunca! ^^
      Con respecto a los puntos que has citado en el capítulo,
      me encanta que te gusten las escenas. En la primera quería transmitir todo lo posible la dura situación de los protagonistas, y sus relaciones con los respectivos "maestros". Los diálogos son un elemento importante en toda novela, y sin ellos, por mucho que uno quisiera...no sería lo mismo.
      Siempre he querido que el pueblo inicial de partida fuera un lugar bonito, precioso y agradable. Rodeado de montañas y hermosos valles: ése es Idnia :)
      Lo del diario fue un elemento de última hora que añadí cuando de repente me vino la inspiración, y con él poco a poco voy entrelazando su misterio con la trama general. Ya veremos si en un futuro consiguen abrirlo y descubrir lo que escribió el abuelo de Erika, lo dejaré con la intriga, jejeje...
      Y claro está, tampoco podía faltar a la cita uno de los personajes más reconocidos de Final Fantasy: los moguris. Y ésta no será la primera ni mucho menos la última vez que aparezca uno, ya saldrán más a lo largo de la historia. Quería montar una escena graciosa cuando Eduardo le tocó el pompón de la cabeza, y recordar a los seguidores de la saga que nunca hay que tocarle el pompón a uno, jajaja.
      Y para rematar, la escena final, el encuentro con Marina. La primera de los muchos aliados que nuestros héroes encuentran en su camino. Pronto conocerás la historia de esta curiosa maga y el pasado que se esconde tras ella.
      ¡De nuevo muchas gracias por tu comentario Patrick, me da alegría y dosis de ánimos para seguir escribiendo! ^^

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  2. ¡¡EN ABUELO LO SABÍA!! El abuelo era de ese mundo ¬¬
    Cuando leí lo de la criatura de color claro volando creí que iba a ser un Hada ¡Pero no! Amo lo Moguris >.< ¿Sabes que el el FF9 hay un Moguri que se llama Mog? Bueno, una Moguri xD

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  3. El abuelo es un personaje mucho más importante de lo que imaginas, pero no adquiere especial relevancia hasta la posible secuela, en el que ya se descubre más acerca de su pasado y de por qué escribe eso acerca de Erika.

    El diario, aunque no lo parezca a simple vista, es un elemento importantísimo que uniría esta historia con la secuela (pero eso ya sería hablar de más... xD)

    ¡Sí, a mí también me encantan los moguris, son demasiado adorables! ¡También me sonaba el nombre de Mog! ¡De hecho, creo que aparece uno en la historia con ese nombre! (otro de los tantos guiños más para la colección xD)

    ¡Saludos y gracias por comentar, Yuka! :D

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