Capítulo IV
EMPIEZA
LA AVENTURA
Los días siguientes se convirtieron en
un cambio radical de la vida de los dos jóvenes. A partir de entonces, en vez
de estudiar los apuntes de los libros de clase, tenían que aprender a luchar y
usar sus nuevas armas. Ambos tenían que hacerse a la idea de que Jack o Asbel
no siempre estarían ahí para protegerles, de modo que tarde o temprano tendrían
que valerse por sí mismos y luchar.
Mientras que Jack le enseñaba a Erika
los conocimientos de la magia elemental y de su uso en la batalla, Asbel se
encargaba de adiestrar a Eduardo en el manejo de la espada. Los dos jóvenes
tenían muchas dificultades para aprender tales habilidades, pues nunca les
habían enseñado a usar magia, ni mucho menos la violencia.
Eduardo cayó por enésima vez sobre la
hierba, mientras la llave espada rodaba por el suelo y desaparecía mágicamente.
El chico, sudando y respirando entrecortadamente, levantó la mirada al
espadachín que tenía enfrente. Asbel ni se inmutaba a la hora de desarmar a su
oponente, que para él aquello era un juego de niños:
- ¡Vamos, levántate!- le dijo
seriamente y sin rodeos- ¡el elegido de la profecía no puede ser tan débil…
debo prepararte para la labor que se espera de ti!
- ¿No podemos…dejarlo aquí…por hoy?-
preguntó Eduardo, tratando de levantarse con esfuerzo- ya no…puedo…más…
- ¡De eso nada, llevamos en este plan más
de una semana y aún no has conseguido siquiera rozarme con el filo de tu arma!
Además, ¿crees que el enemigo te va a dejar un segundo de respiro? ¡No puedes
bajar la guardia ni un solo instante!
El chico finalmente pudo ponerse en
pie, e hizo aparecer mágicamente la llave espada en su mano:
- ¡Vamos, atácame!- le ordenó Asbel,
esperando pacientemente a su adversario.
Eduardo, con las pocas fuerzas que le
quedaban, corrió empuñando su arma a atacar al espadachín. Asbel no movió ni un
solo dedo hasta que el chico estuviera lo suficientemente cerca para bloquear
su ataque, propinarle un puñetazo en el estómago y con la misma fuerza
empujarlo.
El joven acabó rodando por la hierba,
al tiempo que la llave espada desaparecía un poco más lejos. Aquella vez sí que
no pudo levantarse, y se dio por vencido. Asbel se acercó caminando lentamente
hasta él, y al verlo comprendió que ya no tenía fuerzas para seguir. Eduardo
abrió los ojos y lo miró mientras le decía:
- Si quieres sobrevivir y conservar tu
vida, sé fuerte…no pienses en nada más.
El chico se quedó perplejo ante
aquellas palabras. Asbel se dio la vuelta y se alejó caminando pradera abajo
mientras decía:
- El entrenamiento ha terminado por
hoy, ve a descansar y mañana continuamos.
Eduardo por fin suspiró aliviado. Las
horas que pasaba entrenando con el espadachín le parecían eternas. Su cuerpo no
le respondía y muchas veces sufría arañazos de las caídas. Se quedó un rato
tumbado sobre la hierba y tratando de recuperar fuerzas. Cerró los ojos,
deseando que todo aquello fuera sólo un sueño del que en cualquier momento despertaría.
Erika trataba de crear una bola de
fuego a partir de su arma. Había seguido al pie de la letra todos los pasos que
le había indicado Jack, y ya tenía en mente más o menos la idea de cómo
hacerlo. Sin embargo, aunque trataba de esforzarse, sólo conseguía invocar una
pequeña llama del tamaño de un mechero. La chica se deprimía al ver sus
resultados:
- Esto es más difícil de lo que
pensaba… creo que nunca lo conseguiré.
- ¡No digas eso!- exclamó el mago, al
lado de ella- ¡Has mejorado mucho en sólo unos pocos días, verás que dentro de
nada podrás usar Piro sin ni siquiera pensarlo!
Jack usó su bastón mágico e invocó una
llama más grande que una antorcha. Erika lo veía asombrada:
- ¡Muy pronto harás algo como esto, y
puede que incluso mayor!- le sonrió el mago- ¡vamos, inténtalo una vez más!
La chica reunió ánimos para intentarlo
de nuevo. Cerró los ojos y se concentró en la vara mágica. Pasaron un par de
segundos hasta que la pequeña llama de fuego apareció. Jack se sorprendió al
ver que la llama poco a poco crecía cada vez más, hasta que se quedó perplejo y
mudo cuando vio que aquello era una auténtica antorcha humana.
Erika no aguantó más de tres segundos
con aquel ataque, y enseguida cayó al suelo, agotada, mientras su arma
desaparecía mágicamente. Jack la atendió enseguida y la recuperó con el hechizo
mágico Cura. La chica abrió los ojos, y miró al mago diciendo:
- ¿Y…qué tal…lo he hecho?
- ¡Ha sido increíble, a tu edad nunca
logré semejante hazaña!- exclamó Jack.
- ¿De veras?- sonrió la chica.
- ¡De verdad de la buena!- dijo el
mago, contento- ¡estoy muy orgulloso de tus progresos!
Erika trató de levantarse, pero le
costaba apoyar los brazos. Jack le dijo:
- Has agotado toda tu magia en este
hechizo… ¡anda, ve a descansar, que mañana seguimos!
La chica asintió con la cabeza y, con
la ayuda de su maestro, logró levantarse. Se sentía mejor al saber que por fin
sus esfuerzos estaban dando resultado.
La joven cogió su mochila y salió a
caminar un rato por las praderas de Idnia, para despejarse la mente. Aquel
pueblo y sus paisajes de montaña le recordaban a un cuento que sus padres y
abuelos le contaban de pequeña, antes de dormir. La nostalgia la invadió de
repente y sonrió pensando en los bonitos recuerdos que conservaba de su
infancia temprana.
Paseando por las praderas, algo le
llamó la atención al comprobar que había alguien tumbado bajo un árbol no muy
lejos de allí. Se alegró al ver que se trataba de Eduardo, y corrió a su
encuentro.
El chico se despertó al notar que le
tapaban el sol, y cuando abrió los ojos se sorprendió al ver la cara de su
amiga justo encima de él. Pegó un brinco y se asustó:
- ¡Qué susto me has dado, Erika!
- ¿Qué haces aquí durmiendo la monda?-
se burló ella- ¿así que estos son tus entrenamientos con Asbel? ¡Yo también quiero
entrenarme así!
- ¡No…no digas tonterías!- exclamó él-
¡hace ya un buen rato que terminé mi entrenamiento de hoy, sólo estaba
descansando!
- Sí, claro…- sonrió ella, mientras
los dos se reían a carcajadas.
Erika se sentó junto a él, y le dijo:
- ¿Y qué tal? ¿Cómo te ha ido hoy con
Asbel?
Eduardo suspiró y se quejó diciendo:
- No me creerías si te digo que sus
clases son una auténtica tortura física… llevamos más de semana y media
entrenando y todavía no he conseguido ni la menor oportunidad de atacarle
desprevenido. Él ni se inmuta, y mis ataques son ridículos comparados con su
dominio de la esgrima- explicó el chico, un poco deprimido- pero prefiero no
hablar del tema… ¿qué tal te va a ti con Jack?
- Bueno, la verdad es que bien… estoy
aprendiendo las magias básicas elementales, como Piro, Hielo, Electro… y cosas
así, hasta que más adelante pueda mejorar y aprender hechizos mágicos
poderosos.
- Me alegro de que vayas bien, se nota
que te esfuerzas mucho- sonrió el chico.
- ¡Y verás que tú también, tarde o
temprano, lo conseguirás!- sonrió ella a su vez.
En ese momento hubo un silencio que
Erika rompió unos segundos después:
-¿Sabes? Este lugar me recuerda a un
sitio que aparecía en los cuentos que me contaba mi abuelo de pequeña, antes de
dormir. En realidad… siento como si estuviera inmerso en él, como si fuera un
deseo hecho realidad.
- ¿Tu abuelo? Nunca me habías hablado
de él- dijo Eduardo, confuso.
- Él murió hace muchos años, cuando
apenas comenzaba a andar y hablar.
El chico notó que Erika se deprimía
por momentos, y trató de corregir su error:
- Perdona, no quería hacerte daño…no
debí haber hecho esa pregunta.
- ¡No, tranquilo, no pasa nada!-
sonrió ella, tratando de disimular- es sólo que recuerdo muchas cosas de él, y
me pongo un poco triste…pero ya lo superé hace tiempo.
Eduardo vio cómo Erika registraba su
mochila y sacaba de ella algo parecido a un libro bastante viejo, con una gran
cerradura en su portada:
- ¿Qué es eso?- preguntó el chico,
curioso por saber.
- Es el diario de mi difunto abuelo,
que me quería un montón y yo a él también- dijo ella, orgullosa de tenerlo-
cuando era pequeña me lo enseñó de la misma manera, tal cual lo ves ahora, y lo
cerró delante de mí, guardando la llave de su mano. Me dijo que había escrito
en él su predicción sobre mi futuro, y que todavía no estaba preparada para
leerlo. Sonriendo, me dijo también que, cuando fuera lo bastante mayor, lo
abriera y lo leyera para saber si había acertado con su predicción.
Desgraciadamente, murió poco después de aquello, y sólo él sabía del escondite
de la llave. Recuerdo que me puse muy triste y lloré durante mucho tiempo por
su muerte.
Eduardo la escuchaba atento a lo que
decía:
- Desde entonces llevo todo este
tiempo buscando la llave que abre este diario, con la esperanza de que algún
día la encuentre y pueda saber lo que quiso decirme mi abuelo respecto a mí y a
mi futuro. Por eso me pregunto si esto que nos ha pasado guarda relación con el
diario,…quizá alomejor a esto se refería mi abuelo, no sé…tengo muchas dudas en
la cabeza… Podría decir que es el sueño de mi vida.
- Es increíble…- pudo decir el chico,
sorprendido- ojalá algún día la encuentres.
Erika sonrió y dijo:
- ¿Y tú, Edu? ¿Tienes algún sueño en
especial?
Aquella pregunta pilló por sorpresa al
chico, que no supo qué responder:
- Pues…la verdad…nunca me había parado
a pensarlo…
- ¡Oh, vamos, seguro que tienes que
tener alguno!- rió la chica.
- Yo… ¡todavía lo estoy buscando!-
exclamó Eduardo tras pensárselo unos segundos.
Erika rió de nuevo diciendo:
- ¡Pues avísame cuando lo encuentres,
que quiero saberlo!
Ambos jóvenes rieron a carcajadas, y
por un momento los dos miraron al horizonte. Tras las laderas de las montañas
del valle, el sol se ponía y mostraba un hermoso atardecer con el cielo de
diferentes colores cálidos:
- ¿Crees que algún día volveremos a
casa, quiero decir… a La Tierra?- preguntó el chico.
- Cuando acabe todo esto, Jack nos
prometió que nos llevaría de vuelta…- dijo Erika- así que debemos esforzarnos
para salvar este mundo… los dos juntos.
- Sí…- sonrió Eduardo, alegremente.
Por un momento los dos se miraron a
los ojos, sin saber qué decir. En ese mismo instante se acercó levitando a
ellos una pequeña criatura de color claro. Tenía el cuerpo pequeño y la cabeza
medianamente grande, con una enorme nariz de color rojo y un par de alas
diminutas detrás. Llevaba un enorme pompón en la cabeza también de color rojo:
- ¿Eduardo y Erika verdad, kupó?- les
preguntó el extraño ser.
- ¿Quién eres?- dijo el chico,
sorprendido al ver por primera vez una criatura semejante.
- Soy un Moguri, pero podéis llamarme
Mog, kupó- explicó el pequeño ser- Jack me ha enviado para deciros que volváis
ya…es hora de descansar para mañana, kupó.
Ambos jóvenes no tuvieron más remedio
que volver con él, antes de que Jack se enfadara con ellos. Al levantarse y
alejarse unos pasos de vuelta a la casa del mago, la curiosidad llevó a Eduardo
a tocarle el pompón al moguri. Éste se dio la vuelta y le soltó un puñetazo en
toda la cara, que lo dejó tirado en la hierba:
- ¡Au, qué daño!- se quejó el chico
con las manos en la cara.
- ¡No se toca el pompón, kupó!- dijo
enfadado Mog- ¿¡por qué todos quieren tocarlo, kupó!?
Erika también pensó en tocarlo pero,
visto lo que le hizo a su amigo, se lo pensó mejor y prefirió no hacerlo. Eduardo
se levantó, quejándose del dolor de su cara, y los dos siguieron al moguri de
vuelta a la casa de Jack.
Allí, estando los dos cenando en la
mesa con el mago, Eduardo se dio cuenta de que el espadachín pasaba la mayor
parte del tiempo fuera, entrenando por su cuenta. El joven preguntó:
- ¿Jack, por qué Asbel es solitario?
¿No le gusta estar en compañía?
El mago tragó la comida de su boca y
luego respondió:
- Simplemente a él le gusta más la
soledad, está más cómodo en compañía consigo mismo.
- ¿Siempre ha sido así?- preguntó
Erika.
- Al parecer no… cuando lo conocí, me
contó su historia, la verdad es que es comprensible su actitud hacia los demás.
- ¿Qué le pasó?
- Tras la profecía, se desató una
terrible guerra en Limaria, hace muchos años. Un bando, el continente este,
declaraba culpable del anuncio de la voz de los oráculos al otro, el continente
oeste, pues en él los antiguos antepasados de los magos practicaban la magia
ancestral y divina. Los Estianos creían que, acabando con los otros, la
profecía se anularía, y los Oestianos no tuvieron más remedio que defenderse y
contraatacar. Fue así cómo se libró una de las guerras más sangrientas de la
historia de Limaria.
- ¡Pero espera un momento, Jack!- dijo
Eduardo- ¿no se supone que la segunda parte de la profecía dice que somos
nosotros los que destruiremos Meteorito?
- Por aquel entonces aún no se conocía
de la existencia de la segunda parte, que tardó un par de años después. Tras
saber que la culpa no la tenían los Oestianos, y que dos elegidos serían los
que libraran al mundo de tal fin la guerra se detuvo, pues ya no tenía ningún
sentido seguir luchando.
- ¿Pero qué tiene eso que ver con
Asbel?- saltó Erika.
- Él… perdió a sus padres en la guerra
y lo torturaron, cuando sólo era un niño. Los vio morir frente a sus ojos, y el
terror que sufrió en la infancia lo cambió para siempre. Desde entonces ha
vivido siempre con miedo y desconfianza hacia los demás. Aprendió que sólo se
puede confiar en uno mismo, y que para poder sobrevivir hay que ser fuerte, sin
depender de los otros.
Los dos jóvenes se quedaron pálidos.
Fue entonces cuando Eduardo comprendió las palabras que le había dicho Asbel
aquella misma tarde, y empezó a entender el por qué de su conducta y actitud.
Jack les animó un poco exclamando:
- ¡Venga, venga, no pongáis esas caras
largas…que mañana hay que seguir entrenando! ¡Vamos, comed un montón para que
mañana os levantéis con las fuerzas a tope!
Después de cenar, los dos chicos se
fueron a dormir. Debían estar en plena forma para seguir con su entrenamiento
diario, que poco a poco iba dando sus frutos.
Continuaron así un par de semanas más,
hasta que por fin, después de mes de entrenamiento, Jack los consideró
preparados para salir y afrontar los peligros que les esperaban fuera. Erika ya
había aprendido las magias básicas elementales y podía ejecutarlas con la vara
mágica sin ningún problema, y Eduardo manejaba con más soltura la llave espada,
aguantando notablemente los ataques de Asbel, pero sin lograr vencerle.
El día que partieron en busca de la
aventura, Mog los despidió desde la puerta de la casa y los vio alejarse hasta
desaparecer en la lejanía. El moguri era el encargado de cuidar y vigilar la
casa del mago en su ausencia, hasta que volvieran.
Adentrándose en las montañas que
rodeaban Idnia, su próximo destino era el Templo Sagrado, lugar donde se oían
las ancestrales voces de los oráculos. Allí Eduardo y Erika recibirían las
instrucciones necesarias para acabar con Meteorito. Dicho lugar se encontraba
al sur, en una pequeña península alejada en el extremo del continente central,
al cual tardarían en llegar unas cuantas semanas.
De camino por un sendero en plena
pradera, el grupo oyó no muy lejos el grito de una mujer, la cual estaba
huyendo de una banda de ladrones armados con espadas que la seguían:
- ¡Jack, tenemos que hacer algo, no
podemos dejarla así!- exclamó Eduardo.
- ¡Lo sé!- dijo el mago- ¡vamos, tras
ellos!
Los cuatro corrieron a ayudar a la
mujer en apuros, que acabó en un rincón sin salida. Se dio la vuelta mientras
los ladrones se acercaban lentamente:
- Deja de resistirte, encanto, ya no
tienes salida.
- Ven con nosotros, lo vas a pasar muy
bien- añadió otro.
- ¡De eso nada, no pienso ir con
vosotros!- dijo la desconocida, que en ese momento alzó su varita en el aire y apuntó
a ellos diciendo- ¡tomad ésta!
Al principio, los ladrones se
asustaron al comprobar que se trataba de una maga y que iba a usar un hechizo
mágico ofensivo. Sin embargo, tras ver que no pasó nada y que la cara de horror
de la mujer lo decía todo, rieron y se burlaron de ella:
- ¿Y eso es todo? ¡Ni siquiera sabes
usar magia!
- ¡Qué maga más patética!- señaló uno
del grupo, que se acercó amenazante a la desconocida- ¡acabemos ya con esto!
La mujer temió lo peor y cerró los
ojos, esperando que la atacaran. Sentía vergüenza por no saber usar magia,
siendo ella misma una maga. Pensó que lo mejor que podía hacer era dejar de
intentar ser lo que no era, y permitir que aquellos desalmados terminaran con
su vida.
De repente oyó gritos de agonía y
choques de aceros de espadas, en medio de una tormenta de guerra que le pareció
interminable. Al cabo de unos minutos, oyó que alguien le decía:
- ¿Estás bien? No tengas miedo.
La mujer abrió los ojos, y vio a dos
hombres y dos jóvenes, los cuatro armados con espadas y armas mágicas. La chica
se acercó a ella y le dijo:
- Tranquila, ya estás a salvo, esos
bandidos no volverán a hacerte daño.
La desconocida dirigió la vista al
grupo de ladrones, que se encontraban tirados inconscientes en el suelo. Aquel
grupo de personas la habían salvado. El otro joven que los acompañaba se acercó
a ella:
- Me llamo Eduardo - y señalando a la
chica dijo- y ésta es Erika.
- Los de atrás son Jack y Asbel -
sonrió la joven- vimos que estabas en peligro y venimos en tu ayuda.
- Mu…muchas gracias…- dijo la mujer-
de no ser por vosotros no lo habría contado.
Mientras el mago y el espadachín se
acercaban, Eduardo se fijó en la desconocida. Tenía el pelo oscuro y llevaba
una diadema de flores. Su vestido azul resaltaba con el color de sus ojos, de
un tono castaño ni muy claro ni muy oscuro. Tenía como arma una pequeña varita,
muy usada por los magos novatos.
Asbel y Jack se acercaron y éste
último le preguntó sonriente:
- Dinos, ¿cómo te llamas?
Al principio la mujer dudó por un
momento, pero después cogió confianza al notar que aquellas personas no
parecían peligrosas, y dijo claramente:
- Me llamo Marina.
Y aquí vengo yo con mi eterna lentitud en leerme los capítulos jaja, por fin me he puesto con el cuarto y una vez más me ha encantado.
ResponderEliminarPor cierto, antes de seguir, felicidades en general por la manera que llevas la novela, siempre actualizando, con ilusión y dedicación, vamos fenomenal, espero que sigas así y no cambies nunca jeje. =)
Bueno, a lo que iba, cuarto capítulo, la verdad difícil elección si aprender magia o el arte de la espada, a mí me gustaría aprender ambos jaja.
Me ha gustado la primera escena, te hace pensar la difícil situación a la que están sometidos los dos chicos, que no pueden bajar la guardia y tienen que ponerse las pilas si quieren sobrevivir en la batalla, lo digo en especial, por los diálogos entre discípulos y maestros, son muy buenos. =3
Las praderas de Idnia, tienen que ser preciosas y muy curioso el tema del diario, ¡quiero saber que puso el abuelo!
Por otro lado, me encanta que hayas metido a Moguri, es tan mono el sonido que hace en Kingdom Hearts jaja y encima vaya mala leche que tiene, pobre Eduardo por tocarle el pompón, Erika fue más lista jaja. Al principio pensaba que iba a ser Rex el que iba a aparecer. xD
Y bueno para acabar, me gusta mucho la escena final, comenzando la aventura, esa batalla y con el encuentro de Marina. Felicidades por otro estupendo capítulo. =)
Me alegro un montón de ver tu comentario Patrick, y de que te haya encantado. No te preocupes, ya dije en su momento que no me importaba esperar tus opiniones. Lo mejor siempre se hace esperar :)
EliminarY gracias por el prólogo general, de vez en cuando vienen bien algunos cambios, y a la cabecera ya le hacía falta jajaja. Como tú bien dices y estoy de acuerdo, la mejor fórmula para llevar a cabo un proyecto personal es actualizarlo con mucha ilusión y dedicación. ¡Gracias por tus ánimos, y espero que tú tampoco cambies nunca! ^^
Con respecto a los puntos que has citado en el capítulo,
me encanta que te gusten las escenas. En la primera quería transmitir todo lo posible la dura situación de los protagonistas, y sus relaciones con los respectivos "maestros". Los diálogos son un elemento importante en toda novela, y sin ellos, por mucho que uno quisiera...no sería lo mismo.
Siempre he querido que el pueblo inicial de partida fuera un lugar bonito, precioso y agradable. Rodeado de montañas y hermosos valles: ése es Idnia :)
Lo del diario fue un elemento de última hora que añadí cuando de repente me vino la inspiración, y con él poco a poco voy entrelazando su misterio con la trama general. Ya veremos si en un futuro consiguen abrirlo y descubrir lo que escribió el abuelo de Erika, lo dejaré con la intriga, jejeje...
Y claro está, tampoco podía faltar a la cita uno de los personajes más reconocidos de Final Fantasy: los moguris. Y ésta no será la primera ni mucho menos la última vez que aparezca uno, ya saldrán más a lo largo de la historia. Quería montar una escena graciosa cuando Eduardo le tocó el pompón de la cabeza, y recordar a los seguidores de la saga que nunca hay que tocarle el pompón a uno, jajaja.
Y para rematar, la escena final, el encuentro con Marina. La primera de los muchos aliados que nuestros héroes encuentran en su camino. Pronto conocerás la historia de esta curiosa maga y el pasado que se esconde tras ella.
¡De nuevo muchas gracias por tu comentario Patrick, me da alegría y dosis de ánimos para seguir escribiendo! ^^
¡¡EN ABUELO LO SABÍA!! El abuelo era de ese mundo ¬¬
ResponderEliminarCuando leí lo de la criatura de color claro volando creí que iba a ser un Hada ¡Pero no! Amo lo Moguris >.< ¿Sabes que el el FF9 hay un Moguri que se llama Mog? Bueno, una Moguri xD
El abuelo es un personaje mucho más importante de lo que imaginas, pero no adquiere especial relevancia hasta la posible secuela, en el que ya se descubre más acerca de su pasado y de por qué escribe eso acerca de Erika.
ResponderEliminarEl diario, aunque no lo parezca a simple vista, es un elemento importantísimo que uniría esta historia con la secuela (pero eso ya sería hablar de más... xD)
¡Sí, a mí también me encantan los moguris, son demasiado adorables! ¡También me sonaba el nombre de Mog! ¡De hecho, creo que aparece uno en la historia con ese nombre! (otro de los tantos guiños más para la colección xD)
¡Saludos y gracias por comentar, Yuka! :D