Capítulo
VI
CONTRAATAQUE
A la mañana siguiente, el grupo de
aventuras partió de la casa de Lilian, llevando a una nueva compañera y amiga
de integrante. La anciana no pudo evitar soltar más de una lágrima al ver irse
a su hija adoptiva y abandonar, después de tantos años, la casa dónde se crió y
creció durante toda su vida. Marina también lloró, pero de tristeza y alegría
al mismo tiempo, mientras agitaba los brazos a su madre hasta desaparecer en la
lejanía. Le prometió a gritos que algún día volvería a verla, tras haber
cumplido su sueño.
Eduardo sintió una profunda tristeza
al ver aquella escena, que le hizo acordarse de su querida familia olvidada, de
la que ni siquiera conservaba recuerdos. De repente, toda su vida se había
convertido en una maraña de confusión, y el joven ya no sabía lo que era real y
lo que no. En su interior se sentía profundamente sólo, y sus sentimientos ya
no eran los mismos que cuando vivía en Elenaor.
Sin embargo, al llegar a Limaria, a
Idnia, y conocer a Jack y compañía, sobre todo a su amiga Erika más que como
compañera de clase, algo había cambiado dentro de él. En su corazón había
aparecido algo que el chico antes sentía como vacío e incompleto. Desde que
llegó a aquel mundo mágico, una sensación cálida lo llenaba y le hacía sentirse
mucho mejor a como era antes. Por primera vez en mucho tiempo Eduardo se
sentía, junto a sus nuevos amigos, como si tuviera una auténtica familia,
alegre y cálida. Aquel grupo de personas era para él, en algunas ocasiones,
como la familia que nunca tuvo, y de la que cada vez se sentía más unida.
Durante los días siguientes, Jack se
dedicó en algunos ratos de descanso, durante la travesía, a enseñarle magia a
Marina. La chica, a pesar de tener un arma mágica, no tenía desarrollada la
capacidad para usarla. El mago trataba de adiestrarla para que desarrollara
este aspecto y de esa forma pudiera usar hechizos mágicos de ataque y defensa.
Marina se encontraba en posición
ofensiva, con la vara en la mano, mientras trataba de imaginarse usando sus
poderes, con los ojos cerrados. Jack la guiaba sentado en una roca, un poco más
lejos. El viento soplaba, y las hojas pasaban y caían cerca de la chica. Ésta
percibió el contacto de una, y tembló de sorpresa:
- Necesitas más concentración- le
corrigió Jack- debes dejar a un lado las percepciones exteriores y no sentir
nada. Tienes que fundirte mentalmente en uno con la naturaleza y sentirla como
si fueras ella. Sólo entonces podrás centrarte en tu aura mágica interior.
- Eso intento, pero es bastante
difícil- respondió ella, aún con los ojos cerrados.
- Porque no estás acostumbrada…
En ese momento se levantó de la roca y
comenzó a caminar hacia ella. Marina abrió los ojos y lo miró:
- Todos tenemos dentro un aura mágica,
y algunos la tienen más desarrollada que otros… en tu caso, has estado todo
este tiempo forzando tu aura para realizar hechizos de los que aún no estaba
capacitada. Por eso nunca has podido usar magia, lo que necesitas es
desarrollar tu aura, ¿entiendes?
Marina asintió con la cabeza,
pensativa, luego dijo:
- Entonces… ¿cómo debo hacerlo?
El mago cogió las manos de la chica, y
estrechándolas entre las suyas, le dijo:
- Intentaré ayudarte… cierra los ojos
y concéntrate como yo en tu aura mágica.
Marina le hizo caso y ambos cerraron
los ojos. Pasaron varios segundos y no sucedió nada, a lo cual la chica se rió
diciendo:
- Pero si no pasa nada, ¿qué chorrada
es…?
- Calla y concéntrate- le cortó Jack,
aún con los ojos cerrados- esto es por ti, no por mí. Tú hazme caso y hazlo.
Marina suspiró y se concentró de
nuevo. Tras unos segundos de profundo silencio interior, la chica de repente
sólo sintió el suave contacto de la hierba y el sonido del viento. El murmullo
de las hojas y el correr del río ya formaban parte de ella, se sentía una más
de aquel entorno natural. Sonrió de alegría, había conseguido fundirse con la
naturaleza.
El siguiente paso era sentir su aura
mágica interior. Sentía las manos cálidas de Jack entre las suyas, y el aura
mágica del mago latía fuertemente entre ellas. El contacto con él le hizo
despertar una pequeña chispa dentro de ella, y sintió de repente una mínima
parte de su propia aura mágica. Sonriente y llena de furor al sentir que poco a
poco crecía, Marina exclamó:
- ¡Jack, siento mi aura mágica…la siento!
¡Está creciendo!
El mago sonrió a su vez, y notó que la
chica apretaba fuertemente sus manos. Ella también se dio cuenta. Enseguida
abrieron los ojos y se separaron un poco, los dos colorados. Hubo un incómodo
silencio entre ambos, hasta que Eduardo apareció en ese instante en el lugar,
con un enorme pez en una mano. El chico notó una fuerte tensión en el ambiente,
y se disculpó diciendo:
- Perdón, si interrumpo algo…puedo
volver en otro momento…
- ¡No, tranquilo, de hecho acabamos de
terminar!- exclamó rápidamente Jack, un poco nervioso- dinos, ¿qué querías?
- Es que… necesitamos encender una
hoguera para asar nuestra cena…- dijo señalando al pez que llevaba- y como
Erika todavía no ha vuelto de recoger fruta, y mi magia tampoco es que sea gran
cosa… me acordé de ti.
- ¡Ah, sí, vayamos enseguida!- dijo el
mago, apresurado- ¡no podemos dejar que se haga muy tarde para preparar la
cena!
Jack corrió hasta el chico y lo empujó
por detrás para irse de vuelta al campamento. El joven notó muy raro al mago y
exclamó:
- ¿¡Eh, espera Jack, qué mosca te ha
picado!?- preguntó Eduardo- ¡pero si todavía no es de noche!
Jack ignoró sus palabras y ambos se
fueron del lugar. La chica los miró hasta que desaparecieron. Cuando Marina se
quedó sola, suspiró y sonrió para sí misma mientras juntaba sus manos. Observó
su varita y sintió más confianza en sí misma, al creer que ya había conseguido
desarrollar su aura mágica. Al cabo de un rato le sonaron las tripas y supo que
tenía hambre, así que volvió con los demás al campamento, lista para reponer
fuerzas.
Los días pasaron y el grupo seguía su
camino en dirección al sur, al templo sagrado. Marina se había adaptado
positivamente a la mayoría de miembros del equipo, que muy pronto la aceptaron
como a una más sin problemas. Sin embargo, la chica no conseguía simpatizar con
el espadachín solitario, el cual la ignoraba casi por completo. Y no sólo con
ella, sino también con los dos jóvenes, a quiénes reconocía como
independientes.
Incluso Eduardo, tras sus entrenamientos
con Asbel, había perdido casi toda comunicación con él. Sentía que para el
espadachín, en el fondo nunca consideró al joven como un amigo, sino como un
simple alumno temporal. Se entristecía un poco al recordar las palabras de Jack
el primer día que llegó a Idnia, y al final nunca consiguió lo que esperaba.
Asbel Se mostraba reacio y esquivo cuando alguien trataba de hablar con él, y
casi siempre pasaba la mayor parte del tiempo sólo, entrenando por su cuenta.
Se decía a sí mismo que, después de
todo, el dolor que había sentido Asbel durante años no se podía comparar con
otro cualquiera, y de esa misma forma nunca pudo entenderlo ni comprenderlo.
Era la triste realidad, y la única que había para el espadachín.
Caminando un día por un sendero
rocoso, atravesando las montañas, el grupo se detuvo en posición de guardia al
ver moverse repentinamente unos arbustos cercanos. Lo que en un principio
creyeron que era algo peligroso, en realidad se trataba de un conejo que salió
de los arbustos y los miró de forma curiosa. Eduardo suspiró aliviado y dijo:
- ¡Oye pequeñín, no vuelvas a darnos
esos sustos de muerte! ¿Vale?
El animal los miró fijamente y empezó
a acercarse a ellos dando saltos. Erika imaginó lo que quería y registró su
mochila diciendo:
- ¡Fijaos, seguro que tiene hambre!
Voy a darle algo de comida…
Mientras el pequeño conejo se acercaba
lentamente, Jack notó algo extraño en él. Sus ojos comenzaron a brillar
intensamente de un rojo fuego vivaz, que repentinamente se iba volviendo cada
vez más fuerte. Llegó un momento en que sus ojos no fueron lo único que ardió
en llamas, sino que el propio conejo se volvió un animal antorcha que iba
corriendo peligrosamente hacia Erika.
Ante los ojos sorprendidos de todos, y
mientras Erika caía de espaldas al suelo, Jack se anticipó al ataque y usó un
hechizo mágico que electrocutó al conejo y lo envió un poco más lejos, acabando
con su vida:
- ¿¡Qué…qué ha pasado!?- exclamó
Erika, sin habla.
- Era una trampa…-afirmó Jack- querían
matarte usando al conejo como cebo.
- No puede ser ¿quién haría una cosa
así?- preguntó Marina, confusa.
- Sólo se me ocurre alguien capaz de
esto…- dijo el mago seriamente, mirando en todas direcciones, y alzó la voz
diciendo- ¡sal, sé que estás ahí!
En ese momento un agujero oscuro se
apareció de la nada ante ellos, del que surgió un hombre encapuchado. Éste se
quitó el manto oscuro que cubría su cabeza y dejó su rostro al descubierto.
Eduardo y Erika exclamaron atónitos:
- ¡Magno!
Enseguida todos se pusieron en guardia
con las armas en la mano, mientras los dos jóvenes hacían aparecer mágicamente
sus armas sagradas. El hombre de negro sonrió irónicamente al verlos:
- Cuánto tiempo, elegidos de la
profecía… veo que habéis mejorado, y parece que ya domináis vuestras armas
debidamente. Os felicito.
- ¡Cállate!- alzó la voz Erika- ¡no
nos vengas ahora con cumplidos, gusano… intentaste matarnos en la Tierra!
- Cierto…y de no ser por ese mago
entrometido, ahora ya estaríais muertos- señaló Magno mirando a Jack-… veo que
a pesar de los años, no te rindes ¿eh, Jack? ¿Cuándo te darás cuenta de que
todos vuestros esfuerzos por cambiar el rumbo de Limaria son inútiles?
- Cuando hayamos acabado con todos y
cada uno de vosotros, panda de lunáticos de negro- dijo el mago, firmemente-
¡no nos rendiremos ni ahora, ni nunca!
El hombre de negro miró a los dos
jóvenes, aparentemente firmes, y sonrió al ver a Eduardo:
- ¿Y qué me dices de ellos? ¿Crees que
están preparados para la enorme labor que les espera? Permíteme poner en
cuestión tal afirmación. Basta con mirar a ése chico para saber que todavía no
ha asimilado su papel en este juego.
Todas las miradas fueron a parar a
Eduardo, y se sorprendieron al comprobar que realmente estaba temblando, y él
mismo lo sabía. La llave espada temblaba en sus manos y sus ojos flaqueaban su
mirada antes decidida:
- Puede que la chica haya mejorado
algo, pero él sigue siendo el mismo cobarde inútil que era aquella noche en la
cabaña del bosque. No sirve para nada.
Magno se dio cuenta de que Eduardo
enfurecía por momentos. En sus ojos se acumulaba odio e ira, que no tardarían
en florecer al exterior. El hombre de negro sonrió. El chico había caído en la
telaraña. Dijo cruelmente:
- ¿Y piensas que alguien como tú va a
salvar este mundo? Por favor, Eduardo, vuelve a la realidad. Si nunca has sido
capaz de hacer nada, mucho menos podrás llevar a cabo esto que pretendes. Sabes
que tengo razón… porque eres débil y siempre lo serás.
- ¡Cállate!- gritó el chico de rabia-
¡no sabes nada de mí! ¡No tienes derecho a decir eso!
El joven corrió a atacar a Magno, pero
alguien se interpuso y le detuvo:
- ¡No vayas, Eduardo, es una trampa!-
le dijo firmemente Jack.
- ¿¡Por qué no!? ¡Ya estoy preparado
para luchar!
- ¡Ni se te ocurra!- alzó la voz el
mago- ¡todavía no tienes nivel suficiente, luchar contra él ahora sería una
locura! ¡Créeme!
La cara seria y decidida de Jack hizo
entender a Eduardo que no debía hacerlo. Cuando el mago se ponía en aquel plan
hablaba en serio, no estaba para rodeos. El chico se calmó y bajó su arma.
Decidió no lanzarse precipitadamente al ataque. Magno pareció molesto de nuevo
con la intervención de Jack:
- Si hay alguien que puede enfrentarse
a él en estos momentos, somos Asbel y yo…- y luego extendió su brazo a los
demás diciendo- vosotros poneos a cubierto. Manteneos siempre juntos y no os
separéis, ¿entendido?
Marina, Eduardo y Erika retrocedieron
y asintieron con la cabeza. Mientras se ponían nuevamente en guardia formando
un grupo de defensa, Magno dijo:
- ¿Todavía seguís creyendo que podéis
vencerme?- señaló a Jack y Asbel, que se disponían a atacar- mejor os
convendría no subestimarme.
La batalla estaba a punto de comenzar.
El mago y el espadachín no tardarían en iniciar el combate. En ese momento,
Jack le dijo a su compañero:
- Escúchame Asbel, no debemos
prepicitarnos. Usaremos la formación que…
Para sorpresa del mago, Asbel se lanzó
al ataque sin pensárselo dos veces. Jack no creyó lo que veía, aquella era la
primera vez que su compañero tomaba las riendas por su cuenta:
- ¡¡Asbel, no!!- gritó Jack-
¡¡vuelve!!
Sin embargo, ya era demasiado tarde.
El espadachín corría rápidamente hacia su enemigo, con la mirada decidida a
acabar con él. Magno hizo aparecer en su mano una espada ardiendo en llamas,
con la que detuvo el ataque directo de su rival a tiempo:
- Iluso…- le dijo a Asbel, frente a
él- no deberías dejarte llevar por tus impulsos asesinos…porque algún día, un
verdadero asesino se anticipará a tus movimientos…como ahora.
- ¿¡Qué!?- exclamó Asbel.
Sin darle tiempo a reaccionar, Magno
lo desarmó con una fuerza sobrenatural y, con la otra mano envuelta en llamas,
le lanzó un hechizo de fuego que lo empujó un poco más lejos. Los demás vieron
cómo el espadachín rodaba por el suelo, herido:
- ¡¡Asbel!!- gritaron todos.
En ese momento, Jack apretó los
dientes y entró en acción. Conjuró un hechizo mágico de hielo directo al
enemigo. Éste se protegió con un escudo de magia que absorbió el ataque, para
sorpresa del mago. Tras desvanecerse el escudo, Magno rió diciendo:
- ¿Y esto es todo lo que sabéis hacer?
Me esperaba algo más por parte de los guardianes de los elegidos…- y viendo que
Jack se había parado, añadió- bueno, si ya habéis acabado, ahora me toca a mí.
Magno corrió rápidamente hacia ellos.
Jack se puso en guardia pensando que iba a atacarle, pero justo cuando se
encontró frente a él, éste desapareció. Jack, sorprendido, tan sólo pudo decir:
- ¿¡Pero qué…!? ¿Dónde se ha metido!?
Miró en todas direcciones, sin rastro
del enemigo. En ese instante, sólo se le ocurrió el único lugar donde
aparecería. Atónito y perplejo, dio media vuelta girándose a los tres miembros
de atrás:
- ¡¡No puede ser!!- exclamó-
¡¡Cuidado!!
Marina y los dos jóvenes palidecieron,
no se esperaban aquel ataque sorpresa. Magno surgió en medio de los tres, con
la espada ardiente en mano, y asestó un golpe con su arma a Marina. La chica no
pudo evitarlo y recibió un duro ataque que la dejo inconsciente en el suelo:
- ¡¡Marina!!- gritaron los dos
elegidos.
- ¡Maldito!- gritó Erika, que intentó
golpearle con la vara mágica- ¡toma ésta!
Magno se anticipó de nuevo y detuvo el
arma sagrada con una mano, sin mostrar ninguna expresión en su rostro.
Rápidamente con la otra le soltó un puñetazo a la chica en la cara y la tumbó
también en el suelo, junto a Marina.
Eduardo estaba asustado y temblaba de
miedo, todo sucedió muy rápido. El hombre de negro había dejado fuera de
combate a Marina y Erika sin siquiera esfuerzo, y ahora lo miraba a él, con la
espada llameante en su mano. Cayó de espaldas al suelo mientras Magno lo miraba
sonriendo malévolamente:
- Tal y como pensaba, no eres capaz de
hacer nada, sólo eres un cobarde débil y miserable- levantó su arma dispuesto a
darle el golpe de gracia- ¡muere!
Antes de que Magno lo rematara, Jack
llegó justo a tiempo para pegarle un puñetazo en la cara y enviarlo un poco más
lejos, salvando nuevamente a Eduardo:
- ¡Para matarlos a ellos, antes
tendrás que pasar por encima de mí!- gritó firmemente el mago.
Magno se limpió la sangre de su boca y
sonrió al ver corriendo a Jack hacia él:
- Parece que la cosa se pone más
interesante. Veamos de lo que eres capaz.
Jack corrió mientras lanzaba un ataque
mágico de fuego, al igual que Magno. Ambos hechizos colisionaron y provocaron
una explosión que acabó en humareda. Eduardo comprobó, aún a pesar de que no
veía nada, que los dos luchaban en medio del humo. Parecía que estaban
igualados en fuerza y magia, y no sabía decir quién de ambos ganaría aquel
combate.
Sus expectativas se rompieron en mil
pedazos cuando el humo se disipó y vio a su amigo rodando por el suelo, herido:
- ¡¡Jack!!- exclamó Eduardo.
El joven palideció al ver que Magno no
tenía ningún rasguño. Éste se mostraba aparentemente tranquilo y sereno:
- Has mejorado, no hay duda… pero
sigue sin ser suficiente para vencerme.
El hombre de negro dirigió su mirada a
Eduardo diciendo:
- Y ahora, acabemos con esto de una
vez.
Magno empezó a caminar hacia él. El
chico permanecía inmóvil, temblando y sin saber qué hacer. Estaba paralizado de
miedo y no podía moverse. Jack no podía levantarse, y los demás aún sufrían sus
heridas del combate. Justo cuando pensaba que aquello era el fin, un nuevo
choque metálico de espadas lo sorprendió. Atónito, vio a Asbel luchando frente
a frente contra su enemigo:
- Esto aún…no ha terminado…- dijo el
espadachín, respirando entrecortadamente.
Sus ojos brillaban con profundo odio e
ira, que cada vez se hacía mayor. Magno se sorprendió al verlo y sonrió
maléficamente. Aquella siniestra sonrisa no le gustaba para nada a Eduardo, que
palideció de nuevo al ver al hombre de negro asestarle un nuevo golpe con su
espada ardiente a Asbel. Aquella vez el espadachín sí que no pudo levantarse.
Levantó su mirada hacia él:
- Eres débil, Asbel, incluso más que
Jack…- le dijo cruelmente Magno-…al menos tu compañero aguanta más combatiendo.
Puedo ver en tus ojos que ansias fuerza, poder…pero siento decirte que es
inútil que te esfuerces, pues nunca llegarás a ser fuerte. Tu destino es ser
igual de débil que ese crío cobarde de ahí- dijo señalando a Eduardo.
El espadachín miró al joven, y la
rabia lo invadió todavía más al decir:
- ¡A mí no me compares con ese mocoso!
¡Me haré más fuerte… y algún día…pagarás por esto!- añadió con odio.
Magno sonrió de nuevo. El odio y la
rabia que sentía Asbel le hizo pensar. Hizo desaparecer su espada ardiente y
después dijo tranquilamente:
- Muy bien… habéis pasado la prueba.
Os perdono la vida por esta vez.
- ¿¡Qué!?- exclamaron Asbel y Eduardo,
perplejos.
- He decidido daros otra oportunidad,
aunque a mi señor no le guste la idea.
- ¿¡De qué…estás hablando!?- preguntó
Eduardo, confuso.
- Tengo curiosidad por saber cuán
fuertes seréis dentro de un tiempo. Estoy completamente seguro de que
maduraréis y os volveréis poderosos, pero necesitaréis mucho tiempo. Para entonces,
podré tener unos dignos rivales con los que enfrentarme.
En ese momento Magno hizo aparecer con
un gesto de su brazo un agujero oscuro al lado suyo, y antes de adentrarse en
él, añadió:
- Lo más lógico sería que acabara con
todos vosotros ahora, pero he decidido desobedecer una orden para mis
intereses…- y sonrió diciendo-…puede que tal vez esté cometiendo un terrible
error, y seguramente me arrepentiré algún día…pero a veces, hay que arriesgarse
para conseguir lo que queremos.
Miró a Asbel y a Eduardo, los únicos
que quedaban conscientes de aquella batalla, y se despidió con una siniestra
sonrisa:
- Hasta que nos volvamos a ver.
Después de eso, se internó en el
agujero de oscuridad, y éste se desvaneció en el aire. No quedó ni rastro de
él. Eduardo se levantó y caminó a socorrer a Asbel, quién negó su ayuda:
- ¡No necesito ayuda!- exclamó el
espadachín, malhumorado- ¡puedo arreglármelas solo!
Eduardo se quedó perplejo. Los ojos de
Asbel mostraban un profundo odio e ira que nunca antes había visto reflejado en
él. Aquella faceta suya lo asustaba. Dejó que él mismo se remediara sus
heridas, al verlo levantarse y curarse él mismo. El chico corrió a ayudar a los
demás, a quiénes hizo beber varias pociones que llevaba en la mochila. Muy
pronto se recuperaron todos.
Tras aquello, Eduardo les explicó a
los demás todo lo sucedido mientras estaban inconscientes. No podían creer que
el mismo Magno se marchara y los dejara con vida, no era propio de un miembro
de la organización Muerte. En cualquier caso, decidieron continuar con el viaje
antes de que algún otro peligro les acechara en aquel páramo rocoso.
Eduardo tenía muchas dudas y preguntas
rondándole en su cabeza. No entendía por qué el hombre de negro, teniéndolos a
su merced, les dejo escapar, ni tampoco por qué sonreía de aquella forma
siniestra en determinados momentos de la lucha, al ver la furia de Asbel en sus
ojos o en los del propio joven. Creía que se trataba de algún truco, o que posiblemente
se traía algo entre manos, y seguro que nada bueno.
Asbel, por su parte, no dejaba de
pensar en otra cosa que no fuera la batalla. Desde aquel día, se había vuelto
más solitario que de costumbre. Apenas hablaba con nadie, y se pasaba casi todo
el día entrenando más duramente su cuerpo y espada hasta no poder moverse. Sus
heridas delataban, algunas veces, que llevaba un entrenamiento sobrehumano, y
que si seguía ese ritmo su cuerpo no lo aguantaría. Todos se habían preocupado
por él, y en más de una ocasión habían tratado de ayudarlo, pero era inútil. No
quería ni aceptaba la ayuda de nadie que no fuera él mismo.
Su compañero Jack había demostrado ser
superior y más poderoso en el combate contra el hombre de negro, a pesar de que
éste no le dedicara tanto tiempo al entrenamiento como él. Cada vez que lo
pensaba se enfurecía, no le parecía justo que alguien que no le daba
importancia a entrenar, tuviera mejores resultados a la hora de la verdad.
Asbel siempre había considerado a Jack
su rival, y desde que crearon el equipo de resistencia contra Meteorito y la
Muerte, ambos se habían enfrentado para entrenar los dos al mismo tiempo y
poder superar los desafíos que les esperaban. La mayoría de las veces quedaban
en empate, pues ambos estaban igualados, a pesar de las diferencias entre las
armas y las habilidades de un espadachín y un mago.
Recordó con odio las palabras que le
había dicho Magno aquel día, y finalmente tomó una decisión, algo que debía
haber hecho hace bastante tiempo. Un día, descansando en la pradera, Jack notó
a su compañero un tanto raro. El espadachín se acercó a él con su espada en la
mano y apuntó con ella a Jack. Su rostro serio y su mirada fría indicaban que
iba muy en serio. Todos palidecieron perplejos al oír de Asbel:
- Quiero enfrentarme a ti, aquí y ahora.
Asbel: El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento... y el sufrimiento al lado oscuro. Amen.
ResponderEliminarJack *.* Ya tengo personaje favorito. Me recuerda a Shail, de memorias de Idhun :) Me ha encantado el momento con Marina, pero la intervención de Edu fue aun mejor: "Necesitaba fuego y como Erika no está me acordé de ti", amigos por conveniencia xD Salvare la vida para esto xDD
Y que querrá "la loca" de Magno? Porqué los villanos nunca matan cuando tiene oportunidad?! (obvio, porque si no no habría historia xD)
Asbel lleva el papel de malo pegado en la cara desde el principio, se le veía venir.
EliminarJack es el que carga con el peso de la responsabilidad y ejerce como el "padre de familia" del equipo.
A Marina ya le tocará más protagonismo en los próximos capítulos.
Y lo de Edu fue muy bueno. Me mató eso de los "amigos por conveniencia", jajajaja xD
¿"La loca" de Magno? ¿Es un error gramatical? ¡En ese caso tengo que corregirlo enseguida! xD
¡Me parto de risa con tus afirmaciones entre paréntesis, son tan lógicamente lógicas! xD
No xD No es un error gramatical, solo que me lo imagino un poco afeminado xD En mi cabeza es muy grácil.
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