Capítulo
XLVII
ERIKA
VS HELIO
De nuevo contaban con la ayuda de
Alana y de los moguris, cuyos expertos pilotos en tecnología e ingeniería aérea
los habían ayudado en varias ocasiones a salir de serios aprietos. Sin duda le
debían mucho a la pelirroja, ya que sin ella y sin Valor Alado no habrían
conseguido nunca llegar hasta ahí, y en aquellos momentos la necesitaban ahora
más que nunca.
Gracias a su habilidad y destreza a
los mandos de la aeronave, Alana hizo todo el esfuerzo posible para que Valor
Alado diera lo mejor de sí, alcanzando velocidades tan altas que incluso los
tripulantes de a bordo tuvieron que agarrarse a algo para no caer al suelo.
Viajando a casi una velocidad supersónica, atravesaron en apenas un par de
horas el extenso y profundo océano, rumbo a su próximo destino.
Sabían que lo que les esperaba por
delante no sería nada fácil, y que quizá en las próximas horas todo podría
acabar definitivamente para ellos. Una larga y peligrosa noche los aguardaba.
No tardaron en llegar a las costas del
árido y desértico continente este, aún siendo tempranas horas de la madrugada.
Volaron directos hacia la ciudad oasis de Vildenor, rodeada por un extenso
bosque profundo a su alrededor, y en cuyo lugar Ray se unió finalmente al
equipo. El grupo entero recordó las aventuras vividas en el bosque de la
muerte, durante su viaje tras visitar la morada de Alejandro, y desagradables
recuerdos invadían su memoria.
Una vez que cruzaron la foresta por el
aire y se internaron de lleno en la ciudad, todos centraron su atención en la
siniestra y oscura nube negra que cubría toda la ciudad. A pesar de ser de
noche, se notaba a simple vista que aquella inmensa nube no era normal, y la
reconocieron al llegarle el terrorífico recuerdo de un pasado no muy lejano:
- ¿¡Eso…eso es…!?- exclamó Eduardo,
perplejo.
- La famosa nube negra…- afirmó
seriamente Rex- la misma que apareció con la evaporación de la sangre negra,
cuando luchamos contra Alejandro.
Todos reconocieron en ese momento el
desagradable proceso de descomposición del cadáver del mago oscuro y de los
escalofriantes sucesos paranormales que ocurrieron después, tras derrotarlo:
- Eso significa que Derriper está ahí,
¿verdad?- preguntó Erika, seria y decidida.
Jack asintió con la cabeza, también
con el rostro serio, y señaló en una dirección diciendo:
- Concretamente allí.
El resto de sus compañeros dirigieron
la vista donde el mago señalaba, y se sorprendieron un poco al ver lo que
indicaba. Una serie de tres rascacielos semiderruidos en la lejanía los dejó
por un momento atónitos: allí, justo por encima de los tres altos edificios,
parecía concentrarse el núcleo de la nube negra, y a partir de ahí se expandía
lentamente por toda la ciudad:
- Esos tres rascacielos me suenan…-
comentó Cristal, pensativa- ¿no era ésa la casa de Alejandro? ¿Dónde nos llevó
una vez?
Se dieron cuenta de que la princesa
tenía razón porque los demás recordaron en ese instante que así era. Fue en ese
mismo lugar donde el mago oscuro los invitó una vez a entrar, y el mismo en el
que en dicha azotea se celebró la boda entre éste y Erika. La chica todavía
recordaba con amargo el momento en que besó a Alejandro en los labios frente al
altar.
- Los tres edificios siguen en el
mismo lamentable estado que lo dejamos durante nuestro último combate- comentó el
perro, en cuyo collar alrededor de su cuello se encontraba la esfera de
invocación de Ifrit- sin duda, el poder de los guardianes de la fuerza es
increíble.
Eduardo intervino entonces, al ver que
el núcleo de la nube negra parecía originarse justo por encima de los tres
rascacielos:
- ¿Ésa es la base de la organización
Muerte? La verdad es que me la imaginaba algo más oculta y no tan visible.
El chico de negro respondió
tranquilamente a su pregunta:
- Vildenor ha sido siempre la base
central de la organización, pero las apariencias engañan…- explicó Ray- la
guarida de la organización no son solo los tres edificios…sino lo que hay justo
por debajo de ellos…algo completamente invisible para una persona de a pie.
- ¿Qué quieres decir?- preguntó Erika,
intrigada.
- Me refiero a que la base de Derriper
y los suyos no se encuentra en la superficie…sino que está en el subsuelo, bajo
tierra.
Fue entonces cuando comprendieron la
respuesta. Una vez localizado su objetivo, ya sabían a dónde dirigirse. Alana
llamó a uno de los moguris para que ocupara su puesto a los mandos de la nave
y, cuando éste le tomó el relevo, la pelirroja se levantó y reunió con el resto
de sus amigos:
- ¡¡Llevadnos al suelo, cerca de la
entrada a los tres edificios!!- dijo la piloto, seriamente.
- ¡¡A la orden, kupó!!- respondió la
criatura de pompón rojo.
Con el nuevo moguri a los mandos de la
aeronave, Valor Alado perdió altura en el aire y descendió, acercándose al
suelo de una ciudad sumida en la oscuridad.
Antes de abandonar la sala de mandos
de la nave, la pelirroja les dijo a los moguris, con expresión seria y sin
vacilar:
- ¡¡Vosotros esperadnos aquí fuera,
por los alrededores!!- ordenó Alana- ¡¡Si no volvemos antes de dos horas,
marchaos lo más lejos posible de este lugar!! ¿¡Entendido!?
Los moguris asintieron con la cabeza,
y dicho eso el equipo entero salió corriendo de la sala de mandos, directos a
la salida. Se dirigieron a la parte inferior de la nave hacia la entrada
principal, donde la enorme puerta metálica ya estaba abierta para ellos, y
desde la cual saltaron apenas unos metros de altura al suelo.
Tras eso y mientras Valor Alado
cobraba de nuevo altura en el cielo, el grupo corrió rápidamente hacia su
objetivo, estando en territorio enemigo. Ray encabezaba la marcha y los demás
le seguían corriendo detrás de él:
- ¡¡Por aquí, rápido!!- indicó el
chico de negro.
Apuntó con una de las palmas de su
mano abierta hacia la enorme puerta de entrada de uno de los edificios, de la
cual salió disparada una enorme bola de energía oscura. El ataque alcanzó su
objetivo y provocó una explosión que destrozó la puerta en mil pedazos,
dejándoles el paso libre.
Atravesaron el vestíbulo de la entrada
principal siguiendo a Ray, que los condujo cruzando varios pasillos en el
interior del edificio abandonado, y que los acabó llevando escaleras abajo
hasta el enorme parking privado del mago legendario Alejandro:
- ¿¡Dónde mierda está esa maldita
entrada a la base de la organización!?- se quejó Cristal, cansada de correr.
- Ya estamos cerca- respondió Ray, que
en ese momento comentó diciendo- Es allí.
El grupo entero siguió corriendo y se
detuvieron cerca de un estacionamiento libre del garaje, aparentemente normal y
corriente:
- ¿¡Aquí!?- exclamó Jack, pensando que
se trataba de una broma- ¡¡Pero si es una plaza de garaje normal!! ¿¡Cómo va a
ser ésta la entrada a…!?
Calló de repente al ver que el chico
de negro se agachaba junto al límite del estacionamiento, sin pisarlo por
encima, y se quitó uno de los guantes oscuros de las manos. A continuación apoyó
la extremidad desnuda con la palma de la mano abierta en la plaza de garaje,
completamente serio y seguro de lo que hacía:
- ¿¡Pero qué estás haciendo!?- exclamó
Alana, perdiendo la paciencia- ¡¡No tenemos tiempo para estas tonterías!!
En ese momento se tragó sus palabras,
y tanto ella como el resto de sus compañeros se quedaron perplejos y asombrados
al ver que el estacionamiento entero comenzó a brillar desde el instante en que
Ray apoyó su mano en el suelo.
El chico de negro sonrió cuando de
repente dicha plaza de garaje dejó de brillar y, como si se tratara de una
puerta blindada, el suelo se abrió en dos en cuestión de pocos segundos,
dejando libre unas escaleras oscuras que conducían al abismo:
- Menos mal que aún reconoce las
huellas dactilares de sus miembros, sigan perteneciendo o no a la
organización…- comentó Ray, mientras se ponía de nuevo el guante negro en la
mano.
Fue entonces cuando les dijo a sus
compañeros, que todavía seguían sorprendidos y asombrados:
- ¿Vais a seguir ahí plantados y con
la boca abierta o entramos de una vez?
Jack y los demás sacudieron
rápidamente la cabeza a ambos lados y volvieron en sí, recuperando de nuevo la
expresión seria y decidida:
- ¡¡Vamos, directos a buscar a
Derriper!!- exclamó el mago.
De esa forma todos asintieron con la
cabeza y se internaron escaleras abajo, sumergiéndose en las oscuras
profundidades del abismo. Desde que las puertas se cerraron tras ellos, sabían
que ya no había vuelta atrás.
A partir de aquella misteriosa puerta
del parking, todo a su alrededor cambió de una forma tremendamente radical.
Atrás quedaron los pasillos, corredores y estancias lujosas que conformaban el
interior de los tres rascacielos. El confort y el lujo ahora habían
desaparecido, y en su lugar las sombras y las tinieblas ocupaban la mayor parte
del espacio, en medio de aquellos pasillos y salas iluminadas únicamente con
antorchas, a ambos lados de las paredes de piedra.
Un escalofriante silencio ahogado por
el sonido de sus pasos al andar era lo único que se escuchaba en aquel tétrico
lugar:
- ¡Joder, qué cambio más siniestro y
espeluznante!- exclamó la princesa, temblando de terror- ¡Ahora este sitio sí
que da miedo!
- A esto sí se lo puede considerar
como la base de la organización Muerte- comentó Rex, mirando y olisqueando con
el hocico a su alrededor- ¡huele a muerto y podrido que no veas!
Sin embargo, el chico de negro no se
detuvo a darles explicaciones innecesarias. Avisó a los demás y exclamó,
diciendo seriamente:
- ¡Vamos, no tenemos tiempo que
perder!
El resto de sus compañeros asintieron
con la cabeza y retomaron de nuevo la marcha, adentrándose cada vez más en las
profundidades del corazón de las tinieblas.
Muy pronto se dieron cuenta, tras
varios y frustrantes encuentros con callejones sin salida, que se habían metido
de lleno en un intrincado laberinto subterráneo, lleno de oscuros pasillos,
escaleras y pasadizos que parecían no tener fin. Aunque contaban con Ray, el
chico de negro hacía tiempo que no pasaba por allí, cuando aún estaba a las
órdenes del dios oscuro. Por eso tardaban mucho en encontrar los caminos y las
escaleras correctas.
Después de lo que a todos les parecía
una eternidad, y de que nunca iban a poder salir de allí, la confirmación de
Ray al ver unas nuevas escaleras cuando doblaron una esquina hizo que les
brillara en sus ojos la chispa de la esperanza:
- ¡¡Por aquí!!- indicó el chico de
negro, seguro de sus palabras- ¡¡Esta vez no me equivoco!!
El grupo entero corrió escaleras abajo
y cruzó a continuación un largo pasillo en línea recta. Siguieron corriendo
rápidamente por el único camino posible hasta llegar al final, en donde se
detuvieron en seco al acabar en una enorme sala de considerable volumen.
Aquella estancia tenía la peculiaridad
de ser tan grande como el hangar de un inmenso avión, algo misteriosamente
extraño en comparación con el resto de salas pequeñas del laberinto. Parecía el
escenario amplio y perfecto para un combate:
- ¿Dónde está la salida?- preguntó
Alana, buscando con la mirada el camino por el que continuar.
Ray la encontró con la vista, y señaló
diciendo:
- ¡¡Está allí!!- indicó el chico de
negro.
A muchos metros de distancia, en el
otro extremo de la sala, había otro pasillo oscuro, abierto y con el único
camino posible hacia delante. Sabían que era el camino que debían recorrer para
llegar hasta Derriper:
- ¡¡Sigamos, rápido!!- exclamó Jack.
Retomaron de nuevo la marcha corriendo
hacia su objetivo, pero en ese momento ocurrió algo que sorprendió y dejó
perplejos a todos. Cuando llegaron a la mitad de la inmensa sala, la salida que
tenían más lejos frente a ellos se cerró de repente, con una puerta blindada
que bloqueó el camino a su paso. Se detuvieron en seco, completamente atónitos:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó Eduardo,
perplejo.
Volvieron en ese instante la vista
atrás, al sorprenderles que el camino por el que habían venido también se cerró
de par en par por otra puerta blindada. No podían creer lo que veían: la salida
también se había cerrado. Todo parecía indicar que se trataba de una trampa:
- ¡¡Mierda!!- dijo Cristal- ¡¡Estamos
atrapados!!
Justo en ese momento se oyó el eco de
una risa maléfica, que resonó en todos y cada uno de los rincones de la sala.
Erika y los demás se sorprendieron y desenfundaron sus armas, mientras se
ponían en guardia y miraban en todas direcciones, buscando con los ojos al
enemigo:
- ¿¡Quién eres!?- alzó la voz el mago-
¡¡Da la cara!!
Fue en ese momento cuando el grupo
entero volvió la vista al frente, y empuñaron con fuerza sus armas al ver que
se formaba un agujero oscuro a varios metros de distancia, justo por delante de
ellos. Sabían perfectamente lo que venía a continuación:
- Vaya, mira por donde…- dijo una voz
en toda la sala- tengo el honor de ser el primero en recibir a los mismísimos
elegidos de la profecía…
Una figura humana surgió de la brecha
oscura, envuelta en un manto negro perfectamente reconocible. Todos recordaron
de quién era la voz del que hablaba:
- Esa voz…- dijo Erika- tú eres…
El encapuchado de negro sonrió
maliciosamente, y a continuación se quitó con una de sus manos la capucha negra
de la cabeza, dejando su rostro al descubierto. Ningún miembro del grupo
pareció sorprenderse cuando descubrieron la identidad del enemigo, mientras
éste sonreía con burla y demencia. Todos lo miraron, sin bajar la guardia ni un
instante:
- Helio…
El hombre de negro y pelo azul empezó
a hablar en ese momento, con el aire arrogante y la sonrisa demente que lo
caracterizaba:
- No esperaba esta agradable visita
por vuestra parte…parece que, después de todo, nuestro señor tenía razón en que
vendríais…como siempre, él lo conoce y lo ve todo…
Aquellas palabras dejaron sorprendidos
y completamente perplejos a todos los miembros del equipo, que por un instante
creyeron que no podía ser verdad:
- ¿¡Qué!?- exclamó Rex, atónito-
¿¡Derriper ya sabía que vendríamos!?
- La voluntad de nuestro señor, que
todo lo sabe y todo lo ve, es incuestionable…- respondió Helio, con peligrosa
calma y tranquilidad- por eso me ha enviado aquí, a vuestro encuentro, para
deteneros y pararos los pies…
En ese momento Jack le dijo, enfadado
y amenazante:
- ¡¡Apártate y déjanos pasar, maldito
desgraciado!!- exclamó el mago- ¡¡Todavía estás a tiempo de que nos
replanteemos el perdonarte la vida!!
Al hombre de negro le hizo tanta
gracia ese comentario que de repente explotó de la risa a grandes carcajadas,
como si lo que acabara de decir fuera un chiste o una especie de broma.
A Erika y los demás no les gustaba
cómo sonaba aquella risa malvada y sádica, llena de locura. Sabían que, a pesar
de la apariencia trastornada e impredecible de Helio, el miembro de la
organización Muerte no era un enemigo fácil. Si se había ganado el título de
comandante por algo sería, y por eso decidieron no bajar la guardia ni un solo
instante, ante cualquier sorpresa inesperada.
Después de tranquilizarse un poco y de
recuperar la compostura, Helio volvió a hablar. Seguía conservando en su rostro
un ápice de locura, que intimidaba a todos los que lo miraban:
- Veo que todavía no lo
entendéis…ninguna de las dos puertas de esta sala se abrirá, a menos que
consigáis derrotarme.
Jack y los demás palidecieron al
oírlo, y exclamaron:
- ¿¡Qué!?
Al hombre de negro de pelo azul le
encantaba ver a sus enemigos confusos y perdidos. Parecía disfrutar mucho
contemplando a sus víctimas acorraladas:
- Yo soy la primera prueba que debéis
superar para avanzar en vuestro camino hacia el dios oscuro…- explicó Helio,
sin dejar de sonreír con malicia- si queréis abrir la puerta y seguir adelante
hasta nuestro señor Derriper…antes tendréis que acabar conmigo en un singular combate
a muerte.
Fue entonces cuando el grupo entero se
dio cuenta de lo que tenía que hacer para llegar hasta Derriper: superar las
pruebas que les ponía el dios oscuro en su camino. Conociéndolo, seguro que
dichas pruebas se trataban de combates contra los últimos miembros de la
organización Muerte, y que el comandante Helio no era sino el primero de todos.
La princesa comentó en ese momento,
adelantándose varios pasos a los demás:
- ¿Así que tenemos que machacarte para
poder seguir adelante, eh?- preguntó Cristal, con cierta arrogancia- ¡Muy bien,
tú te lo has buscado! ¡Prepárate a recibir la mayor paliza de tu vida!
Jack y los demás empuñaron de nuevo
sus armas con fuerza y se pusieron en guardia, listos y preparados para luchar.
Justo cuando parecía ser el momento perfecto e idóneo para empezar el combate,
la risa maléfica por lo bajo de Helio sorprendió a todos.
El hombre de negro seguía
aparentemente calmado y tranquilo, como si tuviera la situación bajo control:
- ¿¡Qué es lo que te hace gracia!?- preguntó
Alana, sin vacilar.
Helio tardó un poco en responder.
Hablaba sin dejar de esbozar en ningún momento esa terrorífica sonrisa
trastornada, e incluso hasta cierto punto sádica. Parecía que fuera otro
elemento más de su cara, y desde luego no inspiraba confianza ni de lejos, sino
todo lo contrario:
- Pobres ilusos…cuando dije que
tendríais que librar un “singular” combate contra mí, no me refería a todos…-
dijo el hombre de negro- sólo uno de vosotros podrá luchar contra mí.
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez,
horrorizados con los ojos y la boca abierta.
Fue en ese momento cuando bajaron por
un instante la guardia, y los sorprendió una serie de columnas de hielo que
emergieron de repente del suelo. Eduardo y los demás retrocedieron dando saltos
hacia atrás en todas direcciones, esquivando con esfuerzo y por los pelos los
témpanos de hielo.
Sin embargo, y tras alejarse muchos
metros esquivando y fintando, ocurrió lo inesperado. Lejos de lo que pensaban,
y cuando creían que el ataque había acabado, sucedió todo lo contrario. Cuando
se alejaron del centro de la sala y estuvieron lo suficientemente lejos, unas
extrañas jaulas mágicas aparecieron de repente justo por detrás de todos, que
los sorprendió y pilló desprevenidos:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó Ray, al girar
la cabeza a sus espaldas.
- ¡¡Mierda, era una trampa!!- exclamó
Rex.
Y así fue como, irremediablemente,
todos y cada uno de los miembros del equipo fue encerrado en una jaula mágica
diferente, esparcidos por todo el ampli hangar. Fue entonces cuando se dieron
cuenta de que las columnas de hielo sólo eran una distracción para que bajaran
la guardia y se toparan con las jaulas. Habían caído de lleno en la trampa de
Helio.
Estando dentro de sus jaulas, ninguno
cejó en su empeño. Todos trataron de destruir su prisión a golpes con sus
armas, pero muy pronto descubrieron que no servía y que no les hacían ningún
rasguño:
- ¡¡Joder, no puedo romper estos
barrotes!!- dijo Alana, a golpes con sus martillos dentro de la jaula- ¡¡Ni
siquiera se inmutan!!
Todos los miembros del grupo se
detuvieron, cuando el hombre de negro de pelo azul volvió a hablar. Seguía
quieto y de pie en su sitio, no se había movido en ningún momento:
- Es inútil…esas jaulas están hechas
con una magia tan resistente que ni siquiera el más poderoso de los G.F. podría
destrozarla…- explicó Helio- están unidas a mi nivel de aura mágica, y por lo
tanto si llega a cero, éstas desaparecerán conmigo…en otras palabras…si queréis
salir de ellas, antes tendréis que matarme.
Las palabras del comandante de negro
hicieron palidecer a Jack y los demás, que de repente perdieron el color del
rostro:
- ¿¡Pero qué dices, atontado!?- se
quejó Cristal, dentro de su jaula y frunciendo el ceño- ¡¡Si estamos todos aquí
encerrados, no podemos luchar contra ti!!
Helio rió por lo bajo y negó moviendo
el dedo índice de un lado a otro. Respondió tranquilamente diciendo:
- Se os olvida que voy a enfrentarme a
uno de vosotros en solitario…ahora mismo dependéis únicamente de esa persona
para salir de esta…
- ¿¡Qué!?- exclamó Eduardo,
sorprendido- ¡¡Pero si estamos todos encerrados en jaulas!! ¿¿Quién es el
que…!?
Palideció y se quedó perplejo y
atónito, al igual que el resto de sus amigos, cuando levantó la vista al
frente. Allí, en el centro del enorme hangar donde estaban hasta hace unos
instantes, había una persona en pie. Reconocieron enseguida a la única miembro
del equipo que no estaba encerrada en una jaula como ellos:
- ¡¡Erika!!- exclamaron todos,
sorprendidos y perplejos.
La chica permanecía allí, en el mismo
sitio donde estaba rodeada por columnas y témpanos de hielo. No había podido
moverse debido a que desde todos sus ángulos la bloqueaban los muros de hielo,
y tanto ella como el resto de sus compañeros se dieron cuenta de las
intenciones del enemigo con aquella jugada:
- Ahora lo entiendo…- comentó Jack,
serio y pensativo- desde el principio, Helio quería enfrentarse a Erika, y por
eso la mantuvo a raya en el centro mientras nosotros estábamos distraídos con
las columnas de hielo…lo único que pretendía era separarnos de ella, y por
desgracia, lo ha conseguido…
- ¡¡Libera a mis amigos ahora mismo!!-
exigió la chica, alzando la voz con decisión.
- Acabo de decirlo, Erika…- respondió
el hombre de negro, con malicia- si quieres sacarlos de ahí, antes tendrás que
derrotarme…
Lo que dijo el comandante a
continuación dejó totalmente pálidos y atónitos a todos los presentes, que
perdieron el color del rostro mientras temblaban:
- Si ganas, las jaulas desaparecerán
conmigo, y tus compañeros serán libres…- explicó Helio- si gano yo, tus amigos
morirán contigo…de ti depende ahora mismo sus vidas.
Eduardo y los demás temblaban de miedo
y terror dentro de sus jaulas. Habían entendido perfectamente lo que acababa de
decirles el enemigo, y ninguno de ellos salvo la joven podía hacer nada para
cambiar el rumbo de sus vidas:
- ¿¡O sea, que si Erika no
gana…moriremos todos!?- preguntó Rex, horrorizado.
La princesa perdió entonces toda
esperanza, y pareció derrumbarse ella sola dentro de su prisión. Comentó en voz
alta diciendo, tras un suspiro:
- Estamos jodidos…
El hombre de negro de pelo azul
sonreía maliciosamente mirando a la chica que tenía a varios metros de
distancia frente a él. Parecía satisfecho al conseguir lo que quería desde el
principio:
- Mi señor Derriper me mandó acudir a
vuestro encuentro para deteneros…pero no me dijo cómo debía hacerlo…- dijo el
enemigo, tranquilamente- espero que no le importe que me permita un pequeño
capricho…algo que llevo deseando desde hace mucho tiempo…
Helio no dejaba de sonreír en ningún
momento, mientras miraba a Erika:
- Hoy por fin, después de tanto
tiempo, terminaré lo que debí haber hecho en La Tierra, igual que con tus
padres… ¡¡matarte!!
Aquellas últimas palabras
sorprendieron tanto a la chica que bajó la guardia, con los ojos y la boca
abierta muda de terror. Exclamó, completamente asustada y atónita:
- ¿¡Qué…qué has dicho!?
El hombre de negro volvió a repetir,
con la misma e inquietante paciencia y tranquilidad:
- Caíste de lleno en la trampa que
preparé en el bosque de la muerte, y logré convencerte para que creyeras que el
asesino había sido Eduardo…- explicó Helio, sonriendo diabólicamente- mi
objetivo era dividiros, para poder mataros más fácilmente por separado…y lo
conseguí, pero por un corto período de tiempo…
Erika descubrió en ese momento que lo
que le decía el corazón sobre su amigo de la infancia era verdad, y lo acababa
de confirmar el propio enemigo. Eduardo también se sorprendió y quedó
boquiabierto al creer en lo imposible. Le costaba asimilar las palabras de
Helio, después de todo lo que había visto aquella vez que asesinó a los padres
de su amiga:
- ¡¡Pe…pero…eso es imposible!!-
exclamó el chico de rojo, dentro de su jaula- ¡¡Yo…yo lo vi…vi cómo me
transformaba…perdí el control de mí mismo…y los maté a los dos!!
El comandante de pelo azul rió
maliciosamente por lo bajo, y luego respondió tranquilo y sereno al joven:
- Todo eso que viste era parte de una
ilusión, no era real.
- ¿¡Qué!?- exclamó Eduardo, perplejo.
- Así es…cuando dormiste esa noche, me
introduje en el interior de tu mente, controlándola…y fue ahí donde te llevé en
sueños a La Tierra, y te hice ver todo lo que viste…resultó bastante fácil que
te lo creyeras, manchando tus manos y ropa de sangre…
El chico recordó entonces el momento
en que despertó de aquella horrible pesadilla, y los malos recuerdos llegaron a
su memoria. Se acordó de la sangre que tenía en su ropa y manos al despertarse,
y de cómo Erika y los demás creyeron en las palabras del enemigo. Fue la joven
la que lo echó con violencia y lo miró con odio aquel día, diciéndole que no
quería volver a verlo nunca más.
Ahora, a quien Erika miraba con odio y
rabia no era a su amigo, sino al hombre de negro de pelo azul que tenía
delante. Al menos ahora sabían que su enemigo poseía la peligrosa habilidad de
meterse dentro de la mente de sus víctimas, y de controlar sus sueños y
visiones a voluntad:
- ¿¡Entonces…fuiste tú el que asesinó
a mis padres!?- preguntó la chica, rabiando y apretando los dientes.
Helio le respondió, satisfecho y con
la misma sonrisa sádica que tenía en el rostro:
- Disfruté mucho destripándolos,
mientras agonizaban y pedían a gritos piedad…esos ojos y esas expresiones
llenas de miedo y terror reflejadas en sus caras, sufriendo y suplicando por
sus vidas…qué hermosos y agradables recuerdos, el ver cómo arrebatas la vida de
otra persona en tus manos…
En ese momento Erika apretó, no solo
los dientes, sino también los puños, con fuerza. Ahora ya no parecía
simplemente enfadada, estaba más furiosa que antes. Sus compañeros la veían,
sorprendidos por la rabia y el odio que desprendía, mientras gruñía:
- Tú…maldito asesino…- dijo la chica,
que luego alzó la voz casi gritando y a la vez poniéndose en guardia- ¡¡Esto…no
te lo perdonaré nunca!!
Helio sonreía diabólicamente, mirando
a la joven. Por fin había conseguido lo que quería desde el principio: luchar
contra ella. Le confesó que él era el verdadero asesino de sus padres para
conseguir que se enfadara:
- Bien, Erika, eso es…- dijo el hombre
de negro, satisfecho y sonriente- demuéstrame tu furia, y acabemos lo que
empezó en La Tierra… ¡¡prepárate a morir!!
El combate entre su amiga y el enemigo
estaba a punto de empezar. Jack y los demás eran los espectadores que iban a
observar el tan esperado enfrentamiento. La tensión inundaba la atmósfera, y
los combatientes serían los protagonistas durante los próximos minutos en los
que se enfrentarían en un temible combate a muerte:
- Jack…- preguntó Eduardo, preocupado-
¿Crees que Erika tiene alguna posibilidad de ganar?
El mago mostraba un semblante serio y
oscuro, y el joven intuyó con solo mirarlo a los ojos que no parecía que las
cosas fueran a salir bien. Le respondió, seriamente y apretando los dientes:
- No lo sé…su rival se trata ni más ni
menos que de uno de los comandantes de la organización Muerte…- explicó Jack,
agarrando los barrotes de su jaula con ambas manos- Helio es mucho más poderoso
que Lectro, Asbel o Venigna…está a la altura de Magno, y ni siquiera Mirto pudo
derrotarle…no lo tendrá nada fácil contra alguien como él…
Eduardo notó enseguida que, a pesar de
esa faceta suya seria que trataba de aparentar, en su interior el mago temblaba
y tenía mucho miedo, igual que él. Sin embargo, el chico no tenía miedo de su
propia muerte, sino también de la de su compañera, ya que muy pronto podría
perderla para siempre.
Sentía mucha rabia en su interior al
estar encerrado en aquella jaula y no poder hacer nada para ayudarla. Estaba
claro que ahora dependían únicamente de ella para seguir adelante, y el
resultado de este combate decidiría su destino entre la vida y la muerte:
- Erika…- dijo Eduardo, preocupado y
apretando los puños y dientes.
En ese momento Cristal gritó a pleno
pulmón, firme y decidida:
- ¡¡Vamos Erika, machaca a ese
desgraciado!!- exclamó la princesa.
Fue en ese entonces, tras unos
silenciosos segundos de tensión e intercambio de miradas furtivas y asesinas,
cuando empezó la acción y el combate.
La joven conjuró un hechizo mágico con
su arma, que empezó a brillar cuando pronunció:
- ¡¡Piro++!!
Una enorme y gran bola de fuego salió
disparada de la vara mágica hacia el enemigo. Helio no pareció impresionado por
la ofensiva de la chica, e hizo aparecer sin ningún gesto o movimiento un alto
muro de hielo, que detuvo el ataque y provocó una densa humareda en todo el
campo de batalla.
Envuelto en medio del humo negro,
Helio mantenía la calma sin precipitarse a ninguna acción. Justo de repente dio
media vuelta mientras hacía aparecer rápidamente un escudo de hielo de su
brazo, con el que bloqueó el arma de Erika a punto de herirlo. Ambos luchadores
se encontraron cara a cara, mientras la joven empuñaba con fuerza su arma:
- ¿De verdad creías que iba a caer en
una trampa tan sencilla como esa?- sonreía el hombre de negro, con malicia- por
favor, creía que me sorprenderías con algo nuevo.
La chica apretó aún más los dientes,
rabiando, y le respondió furiosa, exclamando:
- ¡¡Ahora verás…esto no ha hecho más
que empezar!!
Erika retiró su arma del escudo de
Helio y rápidamente contraatacó con una patada lateral, que el enemigo también
bloqueó con uno de sus brazos, sin inmutarse. La chica no cejó en su empeño por
herirlo, y continuó atacándolo repetidamente a base de patadas y golpes con la
vara mágica, sin resultados.
A pesar de que Helio retrocedía paso a
paso y la chica parecía ganar terreno, estaba claro que algo no iba bien.
Mientras que ella se esforzaba en cada uno de sus golpes, el hombre de negro
los bloqueaba y esquivaba todos con facilidad, como si le resultara un juego de
niños.
Helio parecía divertirse con los
ataques de Erika, y los espectadores muy pronto se dieron cuenta de ello:
- Es cierto que has mejorado
bastante…- comentó el enemigo, con una sonrisa maliciosa en el rostro- ¡pero no
lo suficiente como para derrotarme!
Helio bloqueó un nuevo ataque de la
joven, y a continuación la golpeó
rápidamente con un puñetazo en toda la cara, que la envió rodando por el
suelo un poco más lejos.
Erika se levantó de nuevo enseguida,
al ver que se aproximaba hacia ella un peligroso ataque mágico provocado por el
hechizo Hielo++, y lo esquivó por los pelos de una voltereta a un lado. El
suelo en el que impactó el ataque quedó congelado al instante.
Fue en ese momento cuando le llegó
otro ataque mágico del mismo elemento y lo esquivó corriendo. Desde ese
instante ella también decidió atacar, y conjuró con su arma el único hechizo
mágico que contrarrestaba el hielo: el fuego.
De esa forma comenzó un duelo mágico
entre ambos elementos, mientras los dos rivales corrían por toda la inmensa
sala esquivando y lanzando sus respectivos ataques mágicos elementales. El
campo de batalla se había convertido ahora en un peligroso lugar donde chocaban
el frío y el calor, en medio de congelaciones y llamas, y en donde más de una
vez se produjo una explosión debido a la colisión entre el fuego y el hielo.
Al cabo de varias rondas de ataques,
ocurrió algo que Jack temía desde el principio, y que ahora veía con sus
propios ojos. Erika se horrorizó desde el instante en que su arma dejó de
disparar bolas de fuego, y tanto ella como el resto de sus amigos palidecieron
al saber lo que eso significaba:
- ¡¡Oh no!!- exclamó Alana, perpleja-
¡¡Se ha quedado sin magia!!
El hombre de negro seguía sonriendo
con la misma sonrisa maléfica, y no había dejado de esbozarla en ningún
momento. Su faceta sádica y demente era la única expresión dibujada en su cara:
- Parece que te has quedado sin
magia…- comentó Helio, sonriente- bueno, es normal para alguien tan joven como
tú…el cuerpo de un niño no tiene la misma capacidad mágica que el de un
adulto…ya no puedes usar hechizos mágicos.
Helio atacó de nuevo con la magia
Hielo++ contra Erika, y la chica lo esquivó por los pelos dando una nueva
voltereta, rodando por el suelo. Sin embargo, cuando se levantó de nuevo,
palideció al notar la presencia de una sombra a sus espaldas. La voz que le
habló por detrás la asustó tanto que ya había perdido el odio y la rabia que
tenía hasta hace unos minutos, y ahora en su rostro solo había miedo y terror.
Ni siquiera había oído los pasos de su enemigo al acercarse a ella:
- Creo que va siendo hora de que
ataque yo… ¿no es así, Erika?
Antes de que la joven girara la cabeza
y diera media vuelta hacia él, Helio le propinó un duro puñetazo en el estómago
que la desestabilizó al instante, cayendo la vara mágica de sus manos al suelo.
A continuación la golpeó con el codo de su otro brazo en la espalda inclinada y
por último le dio un rodillazo en toda la cara, que la levantó otra vez arriba,
escupiendo sangre por la boca. Para rematar le dio una sorprendente patada
giratoria, que la hizo retroceder mientras ella trataba de mantener el
equilibrio y de no caerse.
La chica vio que el ataque de Helio
aún no había acabado cuando éste hizo aparecer de sus nudillos pequeños y
largos témpanos de hielo, afilados como cuchillos, y se lanzó corriendo hacia
ella. Erika hizo aparecer de nuevo la vara mágica en sus manos y con ella
bloqueó justo a tiempo una de las manos del hombre de negro, cuyos afilados
cuchillos de hielo estuvieron a punto de rozar su cara.
La joven gritó de dolor cuando la otra
mano del enemigo le arañó el estómago, rajándole la ropa, y provocándole una
herida manchada de rojo. El terrible dolor que sentía la hizo desprotegerse y
bajar la guardia, momento que Helio aprovechó para atacar de nuevo con otro
arañazo en uno de sus brazos.
Empezó de esa forma el contraataque
del hombre de negro, que comenzó a arañar repetidamente y con sus cuchillos de
hielo por todo el cuerpo de la chica, mientras la sangre de ella brotaba de sus
heridas y salpicaba todo a su alrededor. Jack y los demás contemplaban, horrorizados,
cómo su amiga estaba en serios problemas, y que de seguir así no aguantaría
mucho tiempo más. Sin duda, la combinación de golpes y ataques de Helio era
terrorífica:
- ¡¡Basta…por favor, para!!- gritó
Eduardo, preocupado.
El comandante de pelo azul finalmente
acabó con la tortura de la joven, y para rematar apuntó con la palma de una de
sus manos abiertas hacia ella, y exclamó diciendo:
- ¡¡Hielo++!!
El ataque mágico alcanzó de lleno a la
chica, que salió volando por los aires y terminó cayendo al suelo, rodando
hasta acabar un poco más lejos:
- ¡¡Erika!!- gritaron todos, desde sus
jaulas.
Helio empezó a caminar a pasos lentos
hacia su rival, mientras la joven yacía aparentemente inconsciente en el suelo.
La angustia y el miedo de Ray y los demás crecían a cada segundo que pasaba, al
ver que su amiga no se levantaba. Llegaron a pensar incluso que ya estaba
muerta, y gritaron llamándola por su nombre:
- ¡¡Maldita sea, Erika, levántate!!-
gritó Cristal, enfadada- ¡¡Si no derrotas a ese desgraciado, moriremos todos!!
El enemigo seguía acercándose
lentamente y la chica no reaccionaba. Si Erika no hacía algo pronto moriría a
manos de Helio, ya que nadie más podía ayudarla en aquel combate:
- Esto es el final…- comentó Alana,
deprimida- Erika va a morir, y nosotros y este mundo con ella…estamos perdidos…
Todos los miembros del grupo empezaron
a decaer de ánimos ya que su amiga no reaccionaba y parecía que iba a ocurrir
lo inevitable. Todo apuntaba a que la joven elegida había perdido el combate, y
con ella sus vidas y la del mundo de Limaria.
Sin embargo, varios segundos después
de silencio, Rex avisó a sus compañeros, totalmente perplejo y atónito:
- ¡¡Chicos, mirad!!
Todos levantaron de nuevo la vista, y
palidecieron y se quedaron boquiabiertos al observar lo que vieron a
continuación. Los dedos de Erika empezaron a moverse lentamente, y así poco a
poco sus manos, brazos y piernas, hasta que logró hacer que reaccionara el
resto de su cuerpo.
Primero apoyó los brazos, luego las
manos, y sobre ellas se levantó lenta y pesadamente la chica, con esfuerzo y
dificultad. Estaba herida, y el dolor que sentía por todo su cuerpo hacia que
le costara mucho moverse:
- ¡¡Erika sigue viva!!- exclamó Jack,
con una media sonrisa de alivio y alegría- ¡¡el combate aún no ha acabado!!
La esperanza acababa de renacer cuando
la joven terminó de ponerse en pie, jadeando y respirando con dificultad. Tenía
numerosos cortes por todo el cuerpo, de los que la mayoría brotaban sangre y
manchaban de rojo su ropa rajada. Miraba con firmeza y decisión al enemigo que
se acercaba frente a ella, y pronunció diciendo:
- Esto…aún no ha terminado…
Helio se detuvo a apenas dos metros de
ella, y la miró con su típica sonrisa sádica y diabólica:
- ¿Te has visto cómo estás ahora? Me
recuerdas a tus padres, cuando estaban a punto de morir…- comentó el hombre de
negro, sonriente, que luego le dijo con arrogancia y burlándose de ella-
¡vamos, grítame…suplica piedad por tu vida…quiero ver cómo agonizas de miedo y
terror antes de morir…igual que ellos!
Erika sintió en ese momento tanto odio
y tanta rabia que apretó los puños y dientes con fuerza, mientras gruñía.
Cegada por la furia y el enfado, cerró uno de sus puños y trató de pegarle al
enemigo que tenía enfrente.
Sin embargo, el lamentable estado en
el que se encontraba hizo que Helio esquivara su puñetazo con facilidad, y a
continuación le propinó un duro golpe con la rodilla en el estómago, que la
debilitó de nuevo y cayó de cara al suelo. Sus amigos se horrorizaron otra vez
en ese instante, aterrados y asustados:
- ¡¡Erika!!- gritaron todos a la vez,
preocupados.
El hombre de negro miraba a su joven
rival, tumbada en el suelo y moviendo lentamente sus extremidades. Seguía
sonriendo igual en todo momento:
- ¿Y éste es el poder de la elegida de
la vara mágica? ¡Qué decepción, esperaba mucho más de ti, Erika!
Helio creó una espada de hielo afilada
en una de sus manos, cuyo filo apuntó directo hacia la chica:
- ¡¡Despídete de este mundo,
Erika…porque tú misma acabas de destruirlo!!
- ¡¡Erika, no!!- gritaron todos a la
vez, de nuevo.
Sin embargo, y justo cuando parecía
que todo estaba perdido, ocurrió lo inesperado.
El filo de la espada de Helio no llegó
a alcanzar a la joven, ya que una misteriosa barrera apareció de repente para
protegerla, bloqueando el ataque del enemigo. Tanto él como el resto de los
presentes se quedaron completamente sorprendidos y atónitos:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó Helio,
perplejo- ¿¡Qué…qué es…esto!?
Antes de que pudiera reaccionar o
hacer cualquier movimiento, una extraña fuerza lo empujó violentamente,
enviándolo volando por los aires. Tras varias vueltas y volteretas en el aire,
Helio cayó de pie a varios metros de distancia de su oponente:
- ¿¡Qué…qué es lo que pasa!?- preguntó
Cristal, atónita.
Todos se quedaron asombrados y con la
boca abierta, al ver que Erika se levantaba poco a poco del suelo. A diferencia
de antes, ya no temblaba, flaqueaba ni jadeaba del cansancio. A medida que se
levantaba, con la cabeza mirando abajo y ocultando su rostro, una misteriosa
luz blanca cada vez brillaba con más fuerza. Dicha luz provenía del colgante
que la chica llevaba al cuello, y Jack y los demás enseguida se dieron cuenta
de lo que pasaba:
- ¡¡Esa luz…es…!!- exclamó el mago,
totalmente sorprendido.
Al mismo tiempo que Erika se levantaba,
el resplandor de luz blanca iba adquiriendo forma: una forma que todos y cada
uno de los miembros del equipo conocían y ya habían visto antes. Llegó un
momento en que la luz cobró tanta fuerza que se hizo cegadora, y todos tuvieron
que cerrar los ojos para evitar la ceguera temporal.
Cuando volvieron a abrirlos, Eduardo y
los demás se quedaron completamente asombrados y con la boca abierta, al ver a
un gran dragón plateado por detrás de Erika:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Rex,
perplejo- ¡¡pero si es…!!
Cuando por fin la chica terminó de
ponerse en pie, finalmente levantó la vista al frente, mirando a su enemigo. Su
expresión seria y sus ojos ahora firmes y decididos parecían indicar que estaba
dispuesta a seguir luchando:
- ¡¡Bahamut!!- exclamó Eduardo,
asombrado.
Helio sonreía diabólicamente, mirando
a Erika. No parecía impresionarle ni importarle que su oponente ahora contara
con el apoyo de una invocación, sino todo lo contrario. Estaba alegre y
contento porque tenía ante él a una chica más fuerte, y a una rival más digna
de su poder:
- ¿¡Oh, qué ven mis ojos!? ¿¡Un
guardián de la fuerza!?- exclamó Helio, con una sonrisa sádica de oreja a
oreja- ¿¡Por qué no lo invocaste antes!? ¡¡Ahora sí que nos vamos a
divertir…esto se pone interesante!!
Erika hizo aparecer mágicamente la
vara mágica en sus manos, y la empuñó con fuerza. Los cortes de sus heridas aún
estaban por todo su cuerpo, de las que perdía sangre, pero al estar ahora
Bahamut compartía su salud y fuerza con ella, aliviando el dolor que sentía.
Miró a su enemigo con firmeza y decisión, mientras decía:
- Esto aún no ha terminado, Helio…voy
a derrotarte y a salvar a mis amigos, al igual que este mundo…- dijo la chica,
seriamente- haré que pagues por la muerte de mis padres…y me aseguraré de que
recibas tu merecido…con todas sus consecuencias.
El hombre de negro parecía más
emocionado ahora que al principio del combate, y se notaba por la ampliación de
la sonrisa sádica y diabólica de su cara. Para Jack y los demás aquello no
debía de ser una buena señal, ya que el enemigo no parecía tener miedo de la
nueva fuerza de la chica y de Bahamut, sino todo lo contrario.
Esa faceta psicópata de Helio incluso
daba miedo, cuando en cada uno de sus brazos surgió un escudo de hielo afilado.
Exclamó, alzando la voz y casi gritando:
- ¡¡Vamos, Erika…haz que me sienta
vivo!!
El comandante de pelo azul retomó en
ese momento el combate cuando echó a correr hacia la joven, amenazante con sus
dos escudos en ambos brazos.
Justo cuando estuvo a punto de llegar
hasta ella, Bahamut detuvo el ataque con una de sus poderosas garras,
destrozando el escudo de hielo. A continuación contraatacó con su otra garra,
que arañó y destrozó en mil pedazos el segundo escudo, con el que Helio intentó
protegerse y fue inútil.
El hombre de negro resultó herido y
fue lanzado brutalmente un poco más lejos, saltando y rebotando barias veces en
el suelo.
Erika apuntó con la vara mágica al
enemigo y, sin decir ni una palabra, el dragón plateado entendió la orden y se
lanzó volando directo hacia Helio, con un grito de furia. A pocos metros antes
de llegar, el comandante de pelo azul ya estaba en pie, y Bahamut abrió su boca
para escupir fuego de ella.
Helio esquivó las llamas retrocediendo
a base de grandes zancadas, y continuó así ante la insistencia del G.F, que no
paraba de escupir fuego por la boca. El hombre de negro esquivaba dando
espectaculares saltos mortales en todas direcciones, esquivando el fuego y las
llamas que poco a poco lo iban acorralando a su alrededor:
- ¿Y esto es todo lo que sabes hacer?-
preguntó Helio, sin dejar de sonreír maliciosamente de oreja a oreja- ¡así no
me divierto ni yo!
En ese momento giró la cabeza a un
lado, al sentir que de repente alguien aparecía a sus espaldas, por sorpresa.
En efecto, Erika surgió como una sombra silenciosa por detrás del enemigo, en
guardia y empuñando la vara mágica.
La chica trató de golpearlo con su
arma, pero Helio la detuvo usando uno de sus brazos, bloqueándola. Negada a
rendirse, Erika se agachó a continuación doblando las rodillas, a la vez que
daba un sorprendente giro rápido. De esa forma estiró una de las piernas y
atacó pegando con su tobillo, en un radio de trescientos sesenta grados a ras
del suelo.
Falló de nuevo con la siguiente
acción, ya que Helio saltó y esquivó el pie zancadilla de la joven. Lo que no
esperaba el hombre de negro a continuación fue la tremenda rapidez con la que
se reincorporó la chica, apoyando las plantas de los tenis en el suelo e
impulsándose con ellas. El impulso permitió que diera un increíble salto hacia
él, para cerrar uno de sus puños con fuerza y propinarle un duro puñetazo
sorpresa en toda la cara.
Tras varias vueltas y volteretas en el
aire, Helio cayó de nuevo en pie a varios metros de distancia, aparentemente
sin inmutarse por el golpe. Erika también cayó con los pies en el suelo, y
rápidamente corrió hacia él empuñando la vara mágica, firme y con una expresión
seria y decidida en la cara.
Comenzó de esa forma una batalla
individual, en la que Helio y Erika libraron un feroz combate a base de puños y
patadas, en las que había de por medio ataques mágicos del enemigo. Eduardo y
los demás se quedaron atónitos y boquiabiertos, al ver cómo la chica y el
hombre de negro intercambiaban golpes y los esquivaban a gran velocidad,
tratando de herirse el uno al otro.
Sin embargo, Helio era el que recibía
mayor número de golpes de la vara mágica, ya que la joven parecía ser más
rápida reaccionando que él:
- ¡¡Eso es, Erika, sigue así!!-
gritaba Cristal desde su jaula- ¡¡machácale!!
Varios instantes después, un descuido
fatal de Helio durante unas milésimas de segundo hizo que recibiera un nuevo y
brutal golpe del arma sagrada en todo el pecho, que lo envió retrocediendo
varios pasos atrás, escupiendo sangre roja por la boca:
- Sí…eso es…- dijo el comandante de
pelo azul, con una amplia sonrisa diabólica- ahora sí que me divierto…
No dejó de esbozar en ningún momento
esa sonrisa sádica, incluso cuando esquivó el repentino ataque sorpresa de
Bahamut a sus espaldas. Fue entonces cuando se retomó el combate de nuevo, pero
en esta ocasión el dragón plateado también se unió a la batalla junto a Erika,
en un dos contra uno.
Jack y el resto de sus amigos
encerrados se quedaron totalmente sorprendidos por el repentino cambio radical
que había tomado el combate tras la invocación de Bahamut.
En aquellos momentos era Helio el que
se veía en apuros, retrocediendo y esquivando con dificultad a sus dos
oponentes. Los golpes y ataques mágicos combinados de Erika y Bahamut ponían
contra las cuerdas al hombre de negro, que en numerosas ocasiones sufría duros
golpes tanto de la chica como del dragón, a pesar de esforzarse por bloquearlos
o esquivarlos.
Helio también trataba de contraatacar
con sus poderes y habilidades de hielo, pero le resultaba imposible. No podía
centrarse en un solo oponente mientras el otro lo atacaba por la espalda, y
aunque disparara flechas y témpanos de hielo, el aura mágica de sus dos
adversarios era tan poderosa que los destrozaban sin apenas inmutarse.
En aquella situación Helio tan solo
podía esquivar y retroceder ante la magnitud de la fuerza de sus adversarios,
que le hacían perder terreno en medio de aquella tormenta imparable de golpes y
ataques mágicos, inundando todo el campo de batalla:
- ¡¡No me lo puedo creer!!- dijo Jack,
asombrado y con la boca abierta- ¡¡Erika tiene ventaja…y le está dando una
paliza a Helio!!
La nueva situación y el rumbo del
combate habían conseguido que Eduardo y el resto de sus amigos enjaulados
esbozaran una amplia sonrisa de alegría. A aquel paso, su amiga muy pronto
acabaría con Helio y los libraría de su prisión. La esperanza aún permanecía
dentro de sus corazones:
- ¡¡Bahamut es increíble, y junto con
Erika forman un equipo temible!!- exclamó Alana, sorprendida.
- ¡¡Todavía hay esperanza!!- exclamó
Rex, alegre y contento- ¡¡Aún podemos ganar!!
Al cabo de los siguientes minutos de
intensa y frenética paliza, la chica y el dragón plateado decidieron poner fin
al juego. Erika apareció de nuevo al lado del hombre de negro herido, que
curiosamente seguía sonriendo con malicia, como si se estuviera divirtiendo o
lo tuviera todo controlado.
Empuñando con fuerza la vara mágica en
sus manos, le dijo seriamente:
- ¡¡Aquí se acaba todo, Helio!!-
exclamó la joven- ¡¡Este es tu fin!!
Erika le golpeó tras un sorprendente giro
rápido con su arma, que hizo retroceder al enemigo varios pasos atrás. A
continuación y sin recibir ninguna orden, Bahamut abrió de nuevo su boca y de
ella salió disparada una enorme y gran bola de fuego, que acertó de lleno en el
objetivo y provocó una poderosa explosión que envió al comandante de pelo azul
volando por los aires, hasta estrellarse con una pared cercana de la gigantesca
sala.
El impacto de la colisión provocó el
levantamiento de polvo y tierra en la zona donde acabó Helio.
Cristal y los demás celebraban,
alegres y eufóricos, la derrota del enemigo. La princesa saltaba de alegría
dentro de su jaula:
- ¡¡Bien, Erika ha ganado, Erika ha
ganado!!- exclamaba la chica con coletas- ¡¡Por fin nos hemos librado de
Helio!!
Sin embargo, algo no iba bien, y Ray
fue el primero en darse cuenta. Les dijo a sus compañeros seriamente y sin
vacilar:
- No tan rápido, chicos…- dijo el
joven con gafas, sujetado a los barrotes mágicos- estas jaulas continúan en pie
y seguimos atrapados…todavía no han desaparecido.
El resto del grupo palideció de
repente y dejaron de celebrar nada. Ray tenía razón, ya que aún seguían dentro
de sus jaulas y éstas permanecían intactas: igual que al inicio del combate.
Todos sabían lo que aquello significaba:
- ¿¡Helio…aún sigue vivo!?- exclamó
Eduardo, atónito y perplejo.
En ese momento les recorrió un
siniestro escalofrío por la espalda, al oír la risa sádica y diabólica del
enemigo resonando por toda la sala. La voz de Helio en ese momento parecía la
de un psicópata asesino en serie, mientras decía:
- Por fin, después de tantos años,
encuentro a una rival digna de mi poder…hace mucho tiempo que nadie me divierte
tanto…nunca antes nadie me había hecho sentir tan vivo como hasta ahora…
Todos los presentes volvieron la vista
a la pared donde aún se encontraba Helio. La nube de polvo y tierra que lo
cubría ya había desaparecido, y en su lugar ahora ya podía verse al enemigo.
Se notaba a simple vista que el
comandante de pelo azul estaba gravemente herido, no solo por su traje negro de
la organización desgarrado y destrozado, sino también por las heridas
sangrientas que tenía por todo el cuerpo. A pesar de la gravedad del lamentable
estado en el que se encontraba, a Helio no parecía preocuparle en absoluto sus
heridas.
Lo que más miedo y terror inspiraba
era sin duda la seguridad del enemigo, que seguía riendo por lo bajo y
mostrando la misma sonrisa maléfica:
- Con la fuerza y la salud que
compartes ahora con tu G.F, y en mi estado actual, me va a ser muy difícil
matarte…- dijo Helio, mientras se levantaba y ocultaba su rostro, a excepción
de la sonrisa maliciosa- llegados a este punto, no me queda más remedio que
jugar mi última carta…nunca pensé que llegaría a usarla contra una maldita
mocosa humana…
Cuando el hombre de negro terminó de
ponerse en pie, levantó la vista al frente, mirando a Erika. La chica seguía
observándolo, a una prudente distancia de seguridad y sin bajar la guardia,
mientras Helio pronunciaba:
- Sin embargo, parece que no me dejas
otra opción… ¿verdad, Erika?
En ese momento todos los presentes
palidecieron y perdieron el color del rostro, al ver con sus propios ojos lo
que contemplaron a continuación. Erika y los demás fueron testigos de la
horrible y terrorífica transformación del comandante de pelo azul.
El sello de Ludmort que llevaba Helio
al cuello empezó a brillar intermitentemente en rojo, al igual que sus ojos. Al
cabo de unos segundos dicho sello comenzó a expandirse por todo el cuerpo del
enemigo, cambiándole por completo el color de la piel y de los ojos.
Numerosos y grandes trozos de hielo de
todas las formas surgieron de las extremidades y el torso de Helio, otorgándole
mayor masa y volumen corporal. Su brazo derecho y su pierna izquierda
acumularon tanto hielo que dichas extremidades acabaron convirtiéndose en eso,
con cierta movilidad articular. Su pelo azul creció en cuestión de segundos
hasta la mitad de su espalda, y los dientes incisivos de su boca crecieron un
poco para transformarse en colmillos congelados.
Una vez que terminó de completar su
diabólica transformación usando el sello maldito de Ludmort, Erika perdió de
repente el valor que tenía hasta hace unos instantes, y el miedo y el terror se
reflejaban claramente en la expresión de su cara.
Ante ella se encontraba ahora un nuevo
y monstruoso Helio, que ya en nada se parecía a su antigua forma humana:
- No…esto va mal…- dijo Jack, pálido y
temblando de miedo.
- ¿¡Qué…qué es lo que pasa!?- preguntó
Eduardo a sus amigos, también preocupado.
Ray respondió a su pregunta, porque él
lo había visto muchas veces y sabía perfectamente lo que ocurría:
- Cuando alguien usa el poder del
sello maldito, consigue una mayor fuerza sobrenatural, no solo física sino
también mágica…y no sólo eso…también incrementa considerablemente el aura
mágica de quien lo usa, alcanzando niveles a la altura de un guardián de la
fuerza…o mucho más…- explicó el chico de negro, seriamente- la única condición
para que alguien pueda llevarlo, es que esa persona debe haber muerto antes,
para que la oscuridad del sello pueda resucitarla…todos los miembros de la
organización Muerte llevan el sello maldito…y por eso son tan poderosos.
Cristal le preguntó entonces a su
compañero, al fijarse en él:
- ¿Y por qué tú no lo tienes? ¿No eras
también uno de ellos?
- Porque soy demasiado joven para
cargar con el poder del sello, por eso Derriper decidió no matarme aún. Me
entrenó duramente durante años, para que cuando fuera más mayor y más adulto me
otorgara el poder del sello.
Rex se fijó en el nuevo y monstruoso
enemigo que tenían delante. Desde luego, su apariencia ya de por sí mostraba
que no era un rival fácil:
- ¿Y por qué, los que lo usan, se
convierten en monstruos?
- Porque el poder del sello proviene
directamente del mismísimo Ludmort…y al ser éste un horrible monstruo, pues los
que lo usan también se transforman y convierten como tal.
Eduardo miraba, asustado y
horrorizado, al monstruo en que se había convertido Helio, y se preguntaba a sí
mismo si él acabaría algún día igual. Él no era un portador del sello, sino la
mismísima reencarnación del monstruo. ¿Eso significaba entonces que, de
transformarse por completo, él mismo acabaría convirtiéndose en Ludmort?
El chico de rojo miró a su amiga en
medio del campo de batalla, sola contra el nuevo y peligroso Helio que tenía
delante. Sabía que la chica no lo tendría nada fácil para derrotarlo:
- Erika…
El monstruo de hielo miraba a la chica
frente a él, sonriendo igual que antes. En aquella ocasión ahora sí que parecía
un auténtico asesino en serie:
- ¿Sorprendida, Erika? Pues esto no es
más que el principio… ¡¡el principio de tu final!!
Helio se agachó entonces doblando las
rodillas y puso las dos palmas de sus manos abiertas en el suelo, tras lo cual
el piso entero de la sala comenzó a brillar. De repente y sin previo aviso,
emergieron grandes témpanos y columnas de hielo, que abarcaron toda la inmensa
estancia y convirtieron el campo de batalla en una enorme sala congelada.
Jack y los demás también se quedaron
sorprendidos por el cambio radical del escenario de combate. Ahora parecía una
enorme pista de patinaje sobre hielo, pero con numerosos obstáculos y columnas
en su interior:
- ¡¡Ha congelado todo el lugar!!-
exclamó Alana, perpleja.
Fue en ese momento cuando el monstruo
de negro retomó el combate, y se lanzó corriendo hacia Erika. La chica
retrocedió unos pasos y le indicó a su invocación:
- ¡¡Adelante Bahamut, ataca!!
El dragón plateado no lo dudó ni un
instante, y se puso delante de Erika, al frente del ataque. Abrió su boca y
lanzó tres grandes bolas de fuego al objetivo, que se aproximaba a gran
velocidad hacia ellos. Para su sorpresa, Helio aumentó de volumen su brazo
derecho en cuestión de pocos segundos, convirtiéndolo ahora en un enorme escudo
de hielo, con el que bloqueó la primera bola de fuego. A continuación hizo
aparecer una gigantesca espada congelada con su otra mano, con la que
sorprendentemente destruyó las dos restantes bolas de fuego, provocando nubes
de vapor de agua:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó Erika, con la
boca abierta.
Viendo que Helio estaba acercándose
demasiado y que el fuego parecía no afectarle, Bahamut decidió atacarle cuerpo
a cuerpo. Se lanzó volando hacia él, con las garras y las fauces abiertas, y
con un grito de furia.
Sin embargo, y lejos de lo que
esperaban todos, el monstruo de negro le golpeó al dragón con un brutal
mandoble del filo de su espada congelada, que lo apartó de su camino y lo envió
un poco más lejos hasta acabar herido en el suelo:
- ¡¡Bahamut!!- gritó Erika,
preocupada.
En ese momento la joven se encontró
cara a cara con Helio, frente a ella, y éste sonreía maliciosamente cuando la
golpeó violentamente de un puñetazo con su extremidad congelada, que la envió
por los aires hasta acabar cayendo al suelo, un poco más lejos:
- ¡¡Erika!!- gritaron sus amigos
enjaulados.
La chica consiguió levantarse momentos
después, con esfuerzo. Cuando se puso de nuevo en pie, palideció de terror al
ver que el monstruo de negro corría nuevamente hacia ella, amenazante con sus
peligrosas extremidades de hielo. Trató de moverse para esquivarlo, pero le
falló una pierna de la que cojeaba. No podía correr:
- ¡¡Mierda, Erika no puede huir!!-
exclamó Jack, pálido.
La situación era tan límite y
desesperada que incluso ella misma veía muy próxima su muerte. Estaba
completamente a merced del enemigo, y cerró los ojos a la vez que se cubría con
los brazos:
- ¡¡Muere, insolente mocosa!!- gritó
Helio, sonriendo con locura y mientras unas garras afiladas de hielo crecían en
su mano congelada.
Justo cuando parecía que le había
llegado el fin a Erika, una nueva sorpresa ocurrió en ese instante, que la
salvó del ataque de Helio y de una muerte segura.
La chica abrió de nuevo los ojos, y
palideció y perdió el color del rostro al ver que el dragón plateado se
interpuso entre el monstruo y ella. Había llegado justo a tiempo para protegerla,
aunque tuviera ahora una grave herida en el pecho, cuyas garras de hielo lo
atravesaban y de la que perdía sangre:
- Ba…Bahamut…- dijo Erika, pálida y
con los ojos llenos de lágrimas.
- Oh, qué tierno…un G.F. protegiendo a
su portadora…- comentó Helio, con una amplia sonrisa sádica y maliciosa-
lástima que acabe así…
El monstruo de negro apartó a un lado
y con violencia el cuerpo de la invocación, que acabó tirado en el suelo un
poco más lejos:
- ¡Quita de en medio!- exclamó Helio,
sonriendo con malicia- ¡Ahora ya no hay nada que se interponga entre nosotros!
Erika, por el contrario, estaba
furiosa. Apretaba los puños y dientes al igual que su arma, con fuerza. Reunió
valor para empuñar la vara mágica, y con ella trató de golpear al enemigo
diciendo:
- ¡¡Déjalo en paz!!
Sin embargo, el monstruo de hielo
bloqueó su ataque con facilidad, y a continuación la golpeó brutalmente con su
puño congelado, que la envió volando por los aires mientras ella sentía crujir
sus huesos por dentro y escupía sangre por la boca.
Impulsada por la fuerza sobrenatural
de Helio, acabó atravesando a gran velocidad una columna de hielo y rodando por
el suelo hasta para un poco más lejos, herida:
- ¡¡Erika!!- gritaron sus compañeros,
preocupados.
Helio empezó a andar lentamente hacia
la chica, mientras ésta trataba de levantarse, con esfuerzo. Le dolía y
temblaba todo el cuerpo, y de sus cortes y heridas goteaba sangre, manchando el
suelo a su alrededor. El monstruo de negro sonreía maléficamente, satisfecho al
ver a su rival débil e indefensa:
- ¿Qué te pasa, Erika? ¿No ibas a
salvar a tus amigos y a vengar a tus padres?- sonreía Helio, con malicia-
¡Vamos levántate, quiero divertirme un poco más contigo…mientras te veo morir!
Se notaba a simple vista que la joven
estaba gravemente herida, ya que gemía de dolor e intentaba levantarse una y
otra vez, mientras caía. Apenas le quedaban fuerzas, y sus amigos sabían que,
de seguir así, no aguantaría mucho tiempo más:
- ¡¡Erika tiene varias costillas rotas
y hemorragia interna!!- exclamó Jack, al verla sufrir mucho del tronco de su
cuerpo- ¡¡necesita magia curativa urgentemente!!
- ¡¡Joder, estando aquí encerrados no
podemos hacer nada para ayudarla!!- exclamó Rex, frustrado y apretando los
colmillos.
- ¡¡Mierda…!!- dijo Eduardo, furioso y
apretando los puños- ¡¡Mierda…!!
La chica levantó la vista al frente,
con esfuerzo, y vio la situación actual del combate. Tanto ella como Bahamut
estaban gravemente heridos, pero no inconscientes, mientras Helio se acercaba a
pasos lentos hacia ella. Estando en aquella situación tenía que pensar
rápidamente en algo, o de lo contrario moriría:
“Mierda…no puedo moverme…”- pensó
Erika en su mente- “este dolor me está matando por dentro…y tampoco tengo
objetos curativos ni me queda magia… ¿qué puedo hacer?”
En ese momento se fijó en el dragón
plateado, que aunque gravemente herido, también trataba de levantarse. Apoyaba
sus garras en el suelo e intentaba ponerse en pie, pero el dolor de su pecho
hacía que cayera una y otra vez:
“¡¡Eso es!!”- pensó Erika, tras
encenderse una bombilla en su cabeza- ¡¡Los G.F. tienen magia infinita…por
mucho que ataquen, a ellos no se les acaba nunca!!”
La chica supo entonces lo que debía
hacer, y que suponía su única posibilidad de salir con vida de aquel duro
combate. Reunió mucha más fuerza en sus pulmones y, mirando a su invocación un
poco más lejos, le gritó con firmeza y decisión en su mirada:
- ¡¡Bahamut…prepara tu técnica
definitiva!!
El dragón plateado asintió con la
cabeza, y él también reunió fuerzas a pesar del dolor para ponerse en pie.
Cuando Eduardo y los demás vieron que el guardián de la fuerza se ponía a
cuatro patas y extendía sus alas, se horrorizaron y palidecieron al instante.
Ya habían visto eso antes, en el combate entre Mirto y Magno, y sabían lo que eso
significaba:
- ¡¡Erika se ha vuelto loca!!- exclamó
Jack, pálido y atónito- ¡¡Va a usar ese ataque en esta sala bajo tierra!!
- ¡¡Quedaremos sepultados de por
vida!!- dijo Alana, horrorizada.
Helio muy pronto se percató de las
intenciones del dragón a sus espaldas, que abrió la boca y comenzó a acumular
energía, y volvió la vista a la chica que tenía frente a él. Ésta poco a poco
se levantaba y ponía en pie, con mucho dolor y esfuerzo:
- ¿Tan desesperada estás que vas a
recurrir a esa técnica?- sonreía el monstruo de negro, con malicia- bueno, en
tal caso, tendré que matarte antes de lo previsto…aunque por desgracia eso
signifique el fin de la diversión.
Helio echó a correr de repente hacia
Erika a la vez que garras afiladas de hielo surgían de su extremidad congelada.
Mientras el enemigo se acercaba peligrosamente a ella, Bahamut seguía
acumulando energía. Los segundos pasaban y la tensión y la adrenalina se
respiraban en el ambiente. Parecía que Helio iba a llegar antes de que la
invocación lo atacara.
Segundos antes de lo previsto, el
dragón plateado por fin acabó de preparar su ataque, y la chica se dio cuenta
de ello. Erika le dijo a su invocación, alzando la voz:
- ¡¡Adelante, Bahamut…Megafulgor!!
De esa forma el dragón lanzó de su
boca abierta el poderoso ataque, que alcanzó a Helio estando a escasos metros
de la chica, y que produjo una brutal explosión sin precedentes. La potencia
del ataque definitivo de Bahamut era tan poderosa y devastadora que incluso un
terremoto sacudió completamente toda el área del campo de batalla, destrozando
el suelo, las paredes y el techo de la enorme sala.
La joven elegida salió disparada por
la onda expansiva a toda velocidad y por los aires, que atravesó y destrozó
varias columnas de hielo a su paso, y acabó rodando por el suelo, más herida
que antes:
- ¡¡Erika!!- gritaron sus amigos,
preocupados.
Al cabo de los siguientes minutos, la
calma había vuelto al combate. Por suerte, la estructura de los pasadizos
subterráneos de la organización era fuerte, y gracias a eso el techo no se vino
abajo ni quedaron sepultados.
Jack y los demás abrieron de nuevo los
ojos y se sorprendieron al ver el nuevo campo de batalla destruido. A causa del
ataque de Bahamut, el escenario de combate se había convertido ahora en un
paraje en ruinas, congelado.
Los miembros buscaron con la mirada
algún rastro de supervivencia de su amiga, y sonrieron al ver que el dragón
plateado aún permanecía en su sitio, herido. Si Bahamut aún seguía vivo,
entonces eso significaba que Erika también:
- ¡¡Mirad, allí está!!- señaló
Cristal.
Los demás siguieron con los ojos la
indicación de la princesa, y se alegraron al ver el cuerpo de la chica un poco
más lejos, gravemente herida. Parecía inconsciente tras la explosión, y sus
compañeros empezaron a llamarla por su nombre, gritando:
- ¡¡Erika!!- gritaban Eduardo y los
demás- ¡¡Erika!!
La joven abrió de nuevo los ojos, poco
a poco, al oír las voces de sus amigos llamándola. Le dolía todo el cuerpo y
apenas podía moverse. Pronunció diciendo, mientras le temblaba la voz:
- Chi…chicos…yo…
En ese momento la chica trató de mover
sus brazos y piernas, en las cuales tenía incrustadas trozos de hielo manchados
de rojo, con heridas de las que perdía sangre. Con mucho esfuerzo y dolor
interno por sus huesos rotos, Erika logró levantar el tronco y ponerse de
rodillas en el suelo, mientras jadeaba y respiraba con dificultad.
Levantó la vista al frente y se alegró
cuando vio que Bahamut había sobrevivido y seguía vivo. También se sorprendió
al ver el tremendo cambio radical que sufrió el campo de batalla, al acabar
toda la inmensa sala en ruinas.
Comprobó mirando a su alrededor que
Helio no estaba por ninguna parte, y suspiró aliviada al pensar que ya por fin
el combate había acabado. El ataque Megafulgor de Bahamut debía de haberlo
matado:
- Menos mal…- dijo ella, más
tranquila- por fin…todo ha terminado…
Sin embargo, su alegría y sonrisa
aliviada desaparecieron en ese instante, cuando giró la cabeza a un lado. Su
rostro palideció en ese momento, al ver a sus amigos todavía encerrados en las
jaulas mágicas, y supo que aquel combate aún no había acabado:
- ¡¡No…no puede ser…!!- dijo Erika,
pálida y temblándole todo el cuerpo- ¿¡Helio…aún sigue vivo!?
Sus peores temores se confirmaron
cuando oyó la voz de psicópata del enemigo justo al lado de su oreja izquierda,
diciéndole:
- ¿Me buscabas, preciosa?
La chica giró la vista a ese lado, y
su rostro se quedó tan asustado y horrorizado como si hubiera visto un
fantasma, solo que mucho peor. Lo que vio a continuación dejó su corazón palpitando
débilmente entre dos latidos.
Tenía una nueva cabeza en su hombro
izquierdo que antes no estaba, y que parecía un miembro natural más de su
cuerpo: la cabeza del monstruo Helio.
- ¿¡Qué…qué haces tú ahí!?- preguntó
Erika, horrorizada- ¿¡Co…cómo has…!?
La cabeza del monstruo Helio sonreía
diabólicamente, mirándola a apenas unos escasos centímetros de su cara. Le dijo
entonces, con aparente paciencia y tranquilidad:
- Buen intento, Erika…de haberme
alcanzado ese ataque, seguramente no lo habría contado…pero por suerte, logré
introducirme a tiempo dentro de tu cuerpo, y así protegerme…
La joven lo miraba, asustada y
horrorizada, mientras temblaba. El monstruo de pelo azul sonreía satisfecho al
verla tan confusa y perdida: su rostro indicaba claramente que no entendía nada
de lo que estaba pasando:
- ¿Oh, no te lo había dicho? Además de
introducirme en la mente y de controlar los sueños a voluntad, también puedo
meterme en el organismo físico de cualquier ser vivo…- sonrió Helio con
malicia- de esa forma puedo esconderme y protegerme de los peligros exteriores…
¿qué te parece?
Erika se quedó pálida, y tardó unos
instantes en asimilar la habilidad del enemigo. Teniendo a Helio dentro de su
cuerpo y formando parte de él, ahora no sabía cómo luchar contra el monstruo de
negro:
- ¡¡Sal de mi cuerpo, desgraciado!!-
exigió la chica, enfadada- ¡¡no te pertenece!!
La sonrisa macabra y sádica de Helio
se amplió más en su rostro, cuya demencia y locura parecían no conocer límites.
Realmente era un psicópata:
- ¿Ahora que estoy dentro de ti?
¿Estás loca?- sonrió el enemigo- ¡Ésta es la oportunidad que estaba esperando
para poder acabar contigo! ¡Estando dentro de ti no puedes hacerme nada!
- ¿Y cómo piensas matarme?- preguntó
la chica, desafiante- no tienes cuerpo para hacerlo.
Lo que le respondió Helio a
continuación la dejó atónita:
- No me hace falta…tengo el tuyo.
- ¿¡Qué!?- exclamó Erika.
En ese momento la joven palideció y
perdió el color del rostro, al ver que su brazo y mano izquierda empezaron a
moverse por sí solas, cuando no se lo había ordenado:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó la chica,
atónita y perpleja- ¿¡Mi mano izquierda…se mueve sola!?
Aunque ella misma trató de controlar
su extremidad izquierda, era inútil. Al parecer, ahora tenía voluntad propia,
se movía libremente ajena a su voluntad, y en esos instantes era incapaz de
controlarla. No podía creer lo que veía:
- Al ser yo ahora parte de ti, puedo
controlar la mitad de tu cuerpo…- explicó Helio, sonriendo con malicia- con una
mano me basta… ¡para matarte!
En ese momento la mano izquierda de la
chica se lanzó violentamente sobre el cuello de Erika, que para su sorpresa se
agarró de él y comenzó a apretarlo, oprimiéndolo:
- A ver qué te parece morir con tus
propias manos…- sonreía el enemigo diabólicamente- en realidad no estoy
haciendo nada, y usando tus manos esto se puede considerar un suicidio… ¿no te
parece, Erika?
La chica jadeaba y respiraba con
dificultad, mientras su propia mano apretaba cada vez más su cuello, con
fuerza. Sentía que poco a poco perdía la respiración, y con ella se marchitaban
sus últimos soplos de vida. Estaba demasiado débil y agotada por las heridas
del combate, y su mano derecha no se encontraba en condiciones de detener a la
izquierda.
Estando en aquella situación límite
debía pensar rápidamente en algo, o de lo contrario moriría asfixiada:
“¡¡Mierda…a este paso, voy a…!!”-
pensó Erika en su mente.
Miró con los ojos el suelo a su
alrededor y una nueva bombilla se le encendió en la cabeza, al estar rodeada de
muchos cristales rotos de hielo, por las columnas destrozadas:
“¡¡Eso es…él también es parte de mí
ahora!!”
Con sumo esfuerzo y dolor, la joven
usó la mano derecha que aún controlaba para coger uno de los cristales rotos
del suelo, temblando. Helio se dio cuenta de lo que hacía, y sonrió
maléficamente mientras decía:
- Ríndete, Erika…nada de lo que hagas
ahora te salvará la vida…tu muerte está muy próxima.
Una vez que ya tenía el trozo de hielo
afilado bien agarrado en su mano derecha, Erika miró la cabeza del enemigo a su
lado, sonriendo de triunfo:
- Te has metido…en el cuerpo de la
persona equivocada.
Aquello sorprendió de repente a Helio,
que exclamó diciendo:
- ¿¡Qué!?
Lo que ocurrió a continuación dejó
completamente atónitos y perplejos a todos los presentes, que no podían creer
lo que veían.
En ese momento la chica reunió todas
sus fuerzas, y se apuñaló a sí misma el cristal roto en su costado derecho.
Aguantó el dolor que sentía y escupió sangre por la boca, añadiendo otra herida
grave más y manchando de rojo su mano derecha.
Sorprendentemente Helio también se vio
afectado por la acción de la joven y, al igual que ella, también vomitó sangre
por la boca. Después de todo ambos compartían el mismo cuerpo, y por lo tanto
sufrían el mismo dolor. El monstruo de negro no podía creer que la chica se
hubiera atrevido a hacerse daño ella misma:
- ¡¡ERIKA!!- gritaron sus amigos
enjaulados.
El enemigo ya no estaba alegre ni
contento. Ahora su rostro mostraba asombro y perplejidad, en una mezcla de
sorpresa y terror al mismo tiempo:
- ¡Maldita…mocosa…!- pronunció Helio,
perplejo- ¿¡Cómo te atreves…!?
En ese momento la cabeza del monstruo
de negro desapareció de su hombro izquierdo, y la mano izquierda que apresaba
su cuello la soltó, volviendo a ser sólo de Erika.
La joven tosió violentamente varias
veces, mientras recuperaba el aire y la respiración con dificultad. También
aprovechó el momento para quitarse el cristal roto apuñalado, con dolor y
esfuerzo, y escaparse de su mano temblorosa por el suelo, a sus pies.
El enemigo volvió a aparecer de nuevo
con su cuerpo visible en el campo de batalla, a muchos metros de distancia
frente a ella. Helio también tenía una puñalada en su costado derecho, y la
sangre roja manchaba su traje negro y sus extremidades de hielo congeladas.
Jadeaba y respiraba con dificultad, igual que Erika:
- Insolente cría humana…nunca antes
nadie había intentado matarse…no conmigo dentro…- dijo Helio, frustrado y
enfadado- ¿¡Cómo…cómo te atreves…!?
La chica reunió fuerzas, y así poco a
poco y con esfuerzo empezó a levantarse, tosiendo, temblando y gimiendo de
dolor. La sangre de su herida en el costado goteaba y caía al suelo:
- ¡¡Chicos, mirad!!- exclamó Rex,
asombrado.
Bahamut también reunió parte de sus
fuerzas para levantarse, y se acercó volando malherido hasta la chica, donde se
colocó junto a ella. El dragón también jadeaba y respiraba con dificultad,
mientras miraba de frente al enemigo:
- Bahamut…tengo que pedirte…un último
favor…- le dijo Erika a su invocación- necesito que…me prestes gran parte de tu
magia…y cargues con ella mi cuerpo…para así poder realizar…mi último y
definitivo ataque…
El dragón plateado la miró, no muy
convencido por la idea. Cualquier guardián de la fuerza sabía muy bien que un
portador humano no podía cargar con la magia de un G.F. por sí solo, ya que era
un cuerpo demasiado pequeño para tanto poder. Si se llenara y sobrepasara más
allá del límite que dicho humano pudiera tener de magia, en el peor de los
casos moriría:
- Por favor…- suplicó la chica- es la
única forma…de derrotar a Helio…si no lo hacemos…todos nuestros amigos morirán…
Tras varios segundos de duda e
incertidumbre, y al ver que Erika lo decía de corazón y con total sinceridad en
sus palabras, el dragón plateado finalmente aceptó la propuesta, asintiendo con
la cabeza. La joven sonrió con una media sonrisa, diciendo:
- Bahamut…gracias…
Los dos volvieron la vista al frente,
al enemigo herido que tenían delante. El dragón se colocó en posición de
guardia, listo para luchar, igual que Erika. La chica hizo aparecer mágicamente
la vara mágica en sus manos, la cual empuñó con fuerza diciendo:
- ¡Muy bien…vamos allá!
El dragón plateado comenzó a cargar
energía, esta vez no en sí mismo, sino en su portadora. Erika empezó a sentir
la tremenda y poderosa magia de Bahamut fluyendo por su cuerpo, y que llenaba
sus niveles mágicos como si de un éter o un elixir se tratara, solo que mucho
más efectivo. Al mismo tiempo, el arma sagrada de la joven también canalizaba
la magia del G.F, y su desbordante e increíble poder hacía que brillara, cada
vez con más fuerza.
Helio contemplaba a su rival, mientras
esbozaba de nuevo su sonrisa sádica y trastornada. Reconoció las intenciones de
la chica, y exclamó con locura y demencia:
- ¡¡Voy a acabar contigo de una vez
por todas…tu muerte me hará sentir mucho más vivo que nunca!!
El monstruo de negro cobró
repentinamente un estado de locura tan extremo que incluso parecía un auténtico
psicópata asesino en serie. Helio echó a correr hacia Erika como un poseso
descontrolado, mientras hacía aparecer una descomunal espada de más de tres
metros de longitud, completamente hecha de hielo.
La chica veía acercarse al enemigo a
gran velocidad hacia ella, y aún seguía preparando su ataque, acumulando
energía. Si no terminaba pronto, Helio la alcanzaría y la mataría. Todo
dependía de aquel último ataque, que acabaría por fin con el combate:
- ¡¡Mierda, no le dará tiempo!!-
exclamó Rex, horrorizado- ¡¡Helio la va a alcanzar!!
Los segundos pasaban, y la tensión y
la adrenalina se respiraban en el ambiente. Todos los miembros del equipo no
podían apartar los ojos del que sería el movimiento decisivo, que pondría fin a
la batalla. De aquella última acción dependería el destino de sus vidas y del
mundo entero de Limaria.
Justo cuando el monstruo Helio llegó
frente a ella, la chica terminó finalmente de cargar el ataque. El comandante
psicópata gritó de furia y locura diciendo, con la enorme espada de hielo:
- ¡¡MUERE!!
El tiempo pareció detenerse para
Erika, que en ese momento sintió una magia tan poderosa fluyendo por su cuerpo
como nunca antes la había sentido. Con ese mismo poder en sus manos, puso todas
sus fuerzas y esperanzas en el siguiente ataque mágico, que conjuró
valientemente gritando:
- ¡¡Artema!!
A escasos centímetros entre la espada
de hielo y la vara mágica se produjo una tremenda y colosal explosión de tal
magnitud que abarcó todo el campo de batalla, envolviendo las jaulas mágicas y
todo a su alrededor en un espacio situado en el vacío del universo infinito.
La potencia de dicho ataque,
considerado como la magia negra más poderosa de todas, acabó finalmente y para
siempre con la vida del monstruo Helio.
Cuando llegó la calma tras la
tempestad, Eduardo y los demás abrieron de nuevo los ojos, y se sorprendieron
al ver el estado aún más caótico y derruido del escenario de combate:
- No…no puedo creerlo…- dijo Jack,
asombrado y perplejo- Erika ha usado una magia legendaria, conocida sólo por
los magos más poderosos del mundo…la magia Artema.
En ese momento todos se sorprendieron,
al ver con sus propios ojos cómo se desvanecían las jaulas mágicas que los
encerraban. Sonrieron y se alegraron al comprobar que el enemigo había sido
derrotado:
- ¡¡Bien, Erika ha ganado!!- exclamó
Cristal, eufórica- ¡¡Somos libres!!
Y al citar a su amiga, de repente
todos se acordaron de ella:
- ¡¡Es verdad!!- exclamó Rex- ¿¡Dónde
está Erika!?
Fue entonces cuando todos los miembros
del equipo empezaron a buscar con la mirada a su compañera en todas
direcciones, llamándola por su nombre. Eduardo exclamó enseguida, al ver una
figura humana al lado de un dragón plateado, un poco más lejos:
- ¡¡Allí está!!
Todos corrieron hacia la chica, que
temblaba y apenas podía mantenerse en pie. Jadeaba del cansancio y se notaba
que estaba muy cansada y exhausta. Tenía todo el cuerpo lleno de cortes y
heridas sangrientas, de las que perdía mucha sangre:
- ¡¡Erika!!- gritaron sus amigos,
mientras se acercaban corriendo a ella.
El chico de rojo se adelantó a los
demás y llegó justo a tiempo para sujetar a la chica herida entre sus brazos,
la cual finalmente no pudo aguantar más y perdió el equilibrio. Soltó la vara mágica
de sus manos y ésta desapareció mágicamente mientras cerraba los ojos, a la vez
que Eduardo se agachaba junto a ella en el suelo, sin soltarla.
La depositó boca arriba, justo cuando
llegaron el resto de sus compañeros y la rodearon, preocupados. La chica
entreabrió en ese momento los ojos, con esfuerzo, y al verse rodeada de sus
amigos y estando en los brazos del chico de rojo, sonrió feliz diciendo:
- Edu…yo… ¿Lo…he hecho bien?
El joven le respondió, tras unos
segundos de silencio:
- Erika…has estado increíble…tú eres
increíble…
La chica le preguntó en ese momento,
al verlo ocultando su rostro, sollozando y con los ojos llenos de lágrimas:
- ¿Por qué…lloras?
Eduardo tardó un poco en responder. Lo
que dijo a continuación lo pronunció con sinceras palabras:
- Porque he estado a punto de
perderte, para siempre.
Erika lo miró a los ojos y sonrió
dulcemente de felicidad. Tras eso cerró los ojos y cayó debilitada, exhausta
por el esfuerzo realizado durante el combate.
Bahamut también cerró los ojos, y en
ese instante el cuerpo entero del dragón plateado se vio envuelto en una
misteriosa y cálida luz blanca. Su espíritu regresó de nuevo a la esfera blanca
de invocación que la chica llevaba de colgante en el cuello.
Al cabo de los siguientes minutos,
Jack y los demás usaron su magia curativa para sanar a Erika, quien se recuperó
enseguida y volvió a ponerse en pie. Una vez que la joven elegida de la vara
mágica terminó de reincorporarse al equipo, el sonido mecánico de una puerta abriéndose los sorprendió a todos,
que volvieron la vista al frente.
La puerta metálica que antes les
bloqueaba el paso ahora estaba abierta:
- Se ha abierto la puerta…- dijo
Erika- hemos superado la primera prueba.
- Pues ahora a por la segunda- dijo
Eduardo, que luego exclamó seriamente diciendo- ¡Vamos chicos, no hay tiempo
que perder!
Todos asintieron con la cabeza, firmes
y decididos, y echaron a correr por el único camino posible, abandonando la
sala.
Se enfrentarían ahora a la segunda
prueba, con toda seguridad contra otro miembro de la organización Muerte. Con
cada paso que daban estaban cada vez más cerca de Derriper, y presentían que la
batalla final contra la organización Muerte no había hecho más que empezar.
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