Capítulo
XL
LUCHA
DE TITANES
El ascensor finalmente había llegado
al último piso. Las puertas se abrieron y la brillante luz del exterior cegó
sus ojos durante unos segundos, hasta que se adaptó a la claridad del día. Dudó
por un momento antes de dar un paso, pero los sacerdotes que la acompañaban la
obligaron a caminar.
Ya fuera, la chica se sorprendió al
comprobar que se encontraban en la azotea de una serie de tres rascacielos,
conectados por puentes entre sí. En ese instante supo dónde estaba: en la azotea
de los tres edificios, justo en la mismísima morada del mago legendario. A
aquellas alturas se podía contemplar perfectamente toda la ciudad de Vildenor y
sus fronteras. Su sensación de vértigo aumentaba por momentos.
Los sacerdotes que la rodeaban la
detuvieron en seco, en señal de espera. Todos fijaron sus miradas en la azotea
del edificio contiguo, cuyo ascensor abría sus puertas. La joven ahogó un grito
de exclamación al ver salir por ellas a Alejandro, vestido con un majestuoso
traje de ceremonia, y acompañado por el mismo número de sacerdotes que tenía
ella. El mago oscuro la miró a lo lejos, directo a sus ojos, y sonrió con una
falsa felicidad que la chica conocía muy bien.
En ese momento los sacerdotes la
obligaron a reanudar la marcha y Erika siguió caminando lentamente hacia
delante. Lo mismo hicieron Alejandro y los sacerdotes que lo acompañaban.
Mientras ambos grupos cruzaban los respectivos puentes que los unirían en un
tercer edificio, en cuya azotea se encontraba el altar, la chica bajó la cabeza
y ocultó su mirada triste en el semblante deprimido de su rostro.
Momentos después, el novio y la novia
se reunieron al final del puente, y los sacerdotes se colocaron en fila por los
dos lados de la azotea. Ambos empezaron a caminar de nuevo hacia el altar,
donde tras éste esperaba el sumo sacerdote, vestido con atuendos dignos para la
ocasión. Todo andaba sobre ruedas, tal y como lo tendría organizado una boda
normal.
Sin embargo, mientras subían las
escaleras, ocurrió algo que no estaba planeado en la ceremonia. Alejandro se
detuvo en seco a mitad de camino, dio media vuelta y levantó la mirada al
cielo, sorprendido. Erika y todos los allí presentes hicieron lo mismo,
perplejos.
Se oía un extraño ruido de maquinaria,
motor y hélices en la lejanía, que se aproximaba cada vez más y desconcertaba a
todos los sacerdotes. A aquellas alturas, lejos del núcleo urbano, nadie se
explicaba qué hacía un vehículo a motor a más de quinientos metros del suelo.
Aquel ruido rompía todos los esquemas de la boda y ponía de los nervios al
personal entero de religiosos que colaboraban en la ceremonia:
- ¿Qué…qué es eso?- preguntó el sumo
sacerdote, confuso.
De repente de entre las nubes apareció
Valor Alado, rugiendo sus motores y horrorizando al resto de monjes, que no
pudieron evitar gritar de terror ante aquella inesperada sorpresa. La enorme
aeronave se dirigía directamente hacia ellos a gran velocidad, mientras
Alejandro y los demás no daban crédito a lo que veían. Les parecía imposible
que aquello estuviera pasando, que tuvieran tan sorprendente e inesperada
aparición ante sus ojos:
- ¡¡Mi señor!! ¿¡No es ésa su nave
privada!?- exclamó uno de los sacerdotes, atónito y confuso- ¿¡Qué hace aquí!?
- No…no lo sé…- respondió el mago,
todavía tratando de asimilar lo que veía- no he ordenado que la muevan de su
recinto…no entiendo qué es lo que…
Calló de repente y se quedó pálido y
perplejo cuando sintió algo que sólo él y otras pocas personas podían notar.
Reconoció al instante una pequeña frecuencia de aura casi nítida, que resonaba
tan débil y baja en altura que no pudo percibir hasta ese momento. Sabía de
quién era y que procedía de la nave.
Cambió radicalmente la expresión del
rostro de sorpresa y perplejidad a furia y enfado, mientras apretaba los puños
con fuerza. Frunció a regañadientes diciendo:
- No puede ser…todavía sigue vivo…han
vuelto por ella…
En ese momento el Alejandro amable y
bondadoso que todos conocían se convirtió en otro tipo de persona,
completamente diferente. El mago legendario adquirió un semblante furioso y
gritó con ira, dirigiéndose a los religiosos:
- ¡¡Disparad, abrid fuego al
objetivo!!
Todos los sacerdotes sacaron sus
metralletas y armas de fuego ocultas bajo la túnica, y comenzaron a disparar
con toda la artillería disponible a la nave que se aproximaba. Mientras se
efectuaba el ataque al vehículo invasor, Alejandro agarró con fuerza del brazo
a Erika y la obligó a seguirlo con violencia. Ambos corrieron entre disparos y
la lluvia de balas hacia el altar.
El duro ataque que recibía Valor Alado
lo obligaba a disminuir la velocidad. Alana se esforzaba todo lo que podía en
el puesto de mandos para mantener la nave lo más cerca posible de uno de los
edificios sin llegar a chocar:
- ¡¡Hay que ver!!- exclamó la
pelirroja, desenvolviéndose con los controles- ¡¡y luego la iglesia prohíbe el
uso de armas de fuego!!
Calculó el momento exacto y la piloto
pulsó un botón del panel, que hizo abrir la puerta principal. A pesar de una
ligera colisión de la aeronave con la pared de uno de los edificios, la piloto
aprovechó el momento para darles a sus amigos la señal:
- ¡¡Chicos, ahora!!- gritó, mediante
su voz amplificada por un megáfono.
Eduardo y los demás ya se encontraban
justo en la entrada principal, armados y preparados para la acción. A la señal
de Alana, y aprovechando la colisión con el objetivo, todos saltaron de la nave
y cayeron en la azotea de uno de los edificios contiguos al altar. Junto a
ellos se unió Ray, que ya sabía era inútil tratar de ocultar la frecuencia de
su aura, y eral el momento de pasar a la acción.
Con los tripulantes ya en territorio
enemigo, Valor Alado se alejó del edificio y comenzó a volar alrededor de los
tres rascacielos, esperando el momento de la huida. Alana sabía que había
cumplido su trabajo, y que el resto dependía de los demás. A partir de ahora
solo podía esperar a que terminara la batalla, para luego ella recogerlos de
nuevo con la nave y huir muy lejos de allí.
No se imaginaba que iba a ser testigo
de un peligroso combate a nivel titánico, y que Valor Alado debía alejarse para
salvar la vida.
Ya en territorio enemigo, y sin contar
con la protección de la aeronave, Rex alertó a sus amigos exclamando:
- ¡¡Cuidado, ahí vienen!!
Y, en efecto, cuando volvieron la
vista al frente, un numeroso grupo de sacerdotes corrían hacia ellos, armados
con pistolas y metralletas. Estaba claro que no se acercaban con buenas
intenciones:
- ¡¡Poneos detrás de mí!!- ordenó
Jack.
Los demás no dudaron en hacerle caso,
y dieron las gracias por ello. El mago consiguió conjurar rápidamente un escudo
mágico de protección, que los envolvió a todos e hizo rebotar los cientos de
balas por segundo que los atacaban. Mientras permanecían en el interior y la
barrera mágica resistía los disparos, Cristal supo que le había llegado su
turno:
- ¡¡Me toca a mí!!- exclamó la chica
con coletas.
La princesa salió del interior del
escudo, corrió a una velocidad vertiginosa, esquivando la lluvia de balas hasta
los sacerdotes, que se sorprendieron con la increíble rapidez de Cristal. Antes
de que se dieran cuenta, la ladrona ya los había desarmado y tirado sus
pistolas al vacío, dejándolos completamente indefensos:
- ¡¡Venga, a repartir paliza!!- gritó
la princesa a sus amigos- ¡¡esto es la guerra!!
Jack deshizo el escudo mágico y en ese
momento todos se lanzaron al ataque, dispuestos a luchar con cualquiera que se
pusiera en su camino. La furia y la decisión en sus miradas delataban que no
pensaban retroceder ni echarse atrás en el combate:
- ¡¡Atacad todos!!- gritó el mago-
¡¡sobretodo no bajéis la guardia!!
En el mismo momento en que el grupo
entero echó a correr por el puente hacia el edificio del altar se desencadenó
una feroz batalla entre éstos y los sacerdotes. En realidad los monjes llevaban
más armas bajo la túnica, y aquella vez se armaron con espadas cortas para
abatirlos:
- ¡¡No llegaréis hasta su majestad
Alejandro!!- dijo uno de ellos.
- ¡¡Antes tendréis que pasar por
encima de nosotros!!- exclamó otro.
Sin embargo, la voluntad de sus
palabras resultó ser mediocre en comparación con sus habilidades físicas, que
de un simple ataque mágico de Jack los dejó fuera de combate enseguida. No
resultaban ser enemigos muy peligrosos y era muy fácil acabar con ellos.
Cuando terminaron de debilitar al
primer grupo de sacerdotes, Cristal alzó la mirada al frente. Su objetivo se
estaba alejando, huyendo con Erika y corriendo a toda velocidad. Para llegar
hasta Alejandro y su amiga antes tendrían que abatir a todos los monjes armados
que los separaban por el camino:
- ¡¡Allí, al fondo!!- señaló la princesa-
¡¡vamos tras ellos!!
Finalmente los novios llegaron al
altar. Alejandro miró atrás y contempló frustrado que Eduardo y los demás se
dirigían hacia ellos, arrasando con los sacerdotes que les salían al paso y
corriendo a gran velocidad. Sabía que a ese ritmo no tardarían en llegar al
altar:
- ¡¡Cásenos ahora mismo, rápido!!-
ordenó el mago oscuro al sumo sacerdote.
- ¡¡En…enseguida, mi señor!!- obedeció
este último.
- ¡¡Suéltame, bastardo!!- gritaba
Erika, forcejeando y tratando de resistirse- ¡¡nunca me casaré contigo!!
Viendo que no podía controlar a la
chica, el mago legendario acabó perdiendo la paciencia. Alejandro, enfurecido,
le soltó un tortazo a la novia en toda la cara, la agarró con una de sus frías
manos por el cuello y le dijo seriamente:
- ¡¡Ya basta de tonterías…te casarás
conmigo te guste o no!! ¿¡Entendido!?
Después de aquello, y viendo que la
joven palideció de terror al ver a la mismísima muerte reflejada en los ojos
del mago oscuro, asintió débilmente con la cabeza. Algo que nunca antes había
visto en la mirada de Alejandro la hizo temblar de miedo y ahogar un grito de
terror, como si hubiera visto un fantasma.
Ambos miraron de nuevo al sumo
sacerdote, en silencio, y éste dio comienzo con la ceremonia. El choque
metálico de aceros entre espadas, los disparos de las armas de fuego y los
gritos de guerra de Jack y los demás arrasando con los enemigos a su paso,
conformaban los sonidos a espaldas de los novios, mientras se casaban:
- Alejandro, ¿aceptas a Erika como
legítima esposa, para amarla y cuidarla, en la salud y en el amor, hasta que la
muerte os separe?
- ¡¡Sí, acepto!!- respondió el mago
oscuro.
Eduardo corría todo lo rápido que le
permitían sus ligeras piernas, con todas sus fuerzas. Iba blandiendo su llave
espada y atacando a todos los sacerdotes que intentaban detenerles el paso.
Bajo la mirada firme y la expresión decidida de su rostro se ocultaba su alma
insegura. Temía que no llegara a tiempo:
- ¡¡Fuera de mi camino!!- gritaba el
chico de rojo, furioso, mientras se abría paso entre los grupos de enemigos a
toda velocidad.
El sumo sacerdote se dirigió entonces
a la novia diciendo:
- Erika, ¿aceptas a Alejandro como
legítimo esposo, para amarlo y cuidarlo, en la salud y en el amor, hasta que la
muerte os separe?
La joven dudó por unos segundos antes
de hablar. El mago oscuro la oprimió enseguida en el estómago con una de sus
garras invisibles, que le hizo daño y la obligó a decir:
- S…si…
El chico de rojo seguía corriendo y
aumentó más la velocidad, llegando incluso a alejarse del grupo, que se quedaba
atrás. Cristal y los demás contemplaron horrorizados cómo su compañero los
dejaba atrás y se adentraba sólo entre la multitud de sacerdotes armados, sin
importarle el peligro que ello suponía:
- ¡¡Eduardo, espera!!- gritó Rex- ¡¡no
lo hagas!!
El joven no hizo caso a la voz del
perro. Estaba cegado por la furia y la desesperación. Ya ni siquiera atacaba
sino que esquivaba a sus enemigos y avanzaba rápidamente, en una carrera
contrarreloj para llegar al altar, antes de que la pareja sellara el compromiso
de matrimonio. En aquellos momentos no le importaba nada más que lo que le
esperaba más adelante:
- Con el poder que me ha sido
otorgado…- dijo el sumo sacerdote- yo os declaro marido y…
- ¡¡NOOO!!- gritó Eduardo de repente,
alzando la voz.
La aparición del joven en escena
interrumpió el proceso de la ceremonia. Tanto el sumo sacerdote como Alejandro
y Erika se dieron la vuelta, perplejos. La rabia y la frustración reflejada en
el rostro del mago oscuro contrastaban con la mirada sorprendida de la chica,
que no podía creer lo que veía. Tenía ante ella a la persona que no imaginaba
ver allí:
- Edu, tú…
El chico respiraba entrecortadamente,
jadeando, y tenía varios rasguños por todo su cuerpo debido a los numerosos
combates contra los sacerdotes armados. Su rostro mostraba claramente cansancio
y agotamiento:
- He…llegado…- pronunció él, jadeando-
justo…a tiempo…
El joven se sorprendió bastante al
mirar a Erika y fijarse en el bonito vestido blanco de novia que llevaba
puesto. Durante todos los tantos años que llevaba enamorado de ella nunca se la
imaginó de aquella manera, frente al altar. Ver ahora a su amiga de la infancia
vestida de novia le resultaba extraño, pero a la vez increíble.
Puede que quizá no fuera la novia más
guapa del mundo, pero en aquel momento para él, era sencillamente preciosa,
aunque en el exterior no lo demostrara.
Jack y los demás no tardaron en llegar
junto a Eduardo, mientras los sacerdotes restantes los rodeaban, armados. El
grupo entero se vio obligado a bajar las armas, ya que tenían más de veinte
pistolas y metralletas apuntando hacia ellos.
Estaban rodeados y claramente en
desventaja, frente a las escaleras del altar:
- ¡¡Qué vergüenza!!- exclamó Cristal,
frunciendo el ceño- ¡¡hasta la iglesia está aliada con la organización Muerte!!
Uno de los sacerdotes que los apuntaba
con un arma de fuego rió y dijo:
- Recibimos dinero a cambio de hacer
creer a la gente en dioses falsos que no existen…todo un lujo de vida a cambio
de discursos diarios de fe y esperanzas falsas, ¿qué más se puede pedir?
Jack pareció enfadarse con aquel
comentario. Llevaba toda su vida creyendo en los dioses de Limaria, y escuchar
ahora que todo era mentira le resultaba impensable:
- ¡¡Malditos!! ¿¡Cómo podéis jugar de
esa manera con los sentimientos y la fe ciega de cientos de millones de
personas!?
El resto de los religiosos se echaron
a reír maliciosamente, desconcertando a Eduardo y los demás. No les gustaba
nada lo que quería decir esa risa macabra y sádica:
- Todavía no lo entiendes…- dijo otro
de los sacerdotes, con una sonrisa maléfica- nosotros también creemos en un
dios, el único real y verdadero, que nos proporcionará la inmortalidad
absoluta…y una nueva vida.
- ¿¡Qué quieres decir!?- preguntó
Cristal, desafiante.
El sacerdote rió con malicia y, tras
unos segundos de profunda tensión e intriga que se palpaba en el ambiente,
finalmente respondió:
- Tenéis ante vosotros al futuro dios
y señor del nuevo mundo…Alejandro.
Aquellas últimas palabras dejaron sin
habla y con la boca abierta a todos los miembros del grupo, que palidecieron de
tal forma que incluso perdieron el color del rostro. Nunca habían imaginado que
alguien estuviera tan loco como para creerse un dios, pero es que Alejandro
rozaba el borde de la locura.
Fue entonces cuando pensaron que el
mago legendario realmente estaba loco y que el complejo de ser dios se le había
subido demasiado a la cabeza.
Enseguida dirigieron sus miradas al
altar, atónitas y perplejas. Allí, el mago oscuro sonreía diabólicamente,
mostrando su verdadera cara:
- ¡¡Desgraciado!!- exclamó Rex, firme
y decidido- ¿¡Cómo te atreves a compararte con un dios!?
Alejandro tardó un poco en responder,
mientras reía y sonreía con malicia. Lo que dijo a continuación dejó claro a
todos la gravedad de locura que invadía al líder de la organización Muerte:
- Soy el primero en descubrir el
secreto que ha permanecido oculto durante siglos de historia, y por el que la
humanidad ha investigado durante milenios…el secreto de la vida eterna.
- ¿¡La vida eterna!?- exclamó Eduardo,
atónito- ¡¡estás loco, no se puede ser inmortal!!
- Eso es lo que vosotros, ingenuos
humanos, lleváis creyendo desde el principio de los tiempos…y habéis creído en
ello a lo largo de toda vuestra realidad…- explicó Alejandro, con una sonrisa
malvada- sin embargo, ahora yo conozco la forma de alcanzar la vida eterna…soy
el primer ser humano inmortal, el elegido designado que cambiará por completo
la existencia de todo cuanto conocemos, y el encargado de purificar este
patético y contaminado mundo en el que vivimos…- luego añadió, sin dejar de
sonreír maléficamente- soy el mesías que cambiará este mundo para siempre…y eso
me convierte en un dios todopoderoso.
El chico de negro intervino en ese
momento, para contradecir la voluntad de su padre. Alzó la voz diciendo, con
firmeza:
- ¡¡Lo que eres es un asesino!!-
exclamó Ray- ¡¡experimentas con vidas humanas sin importar que mueran!!
El mago oscuro miró a su hijo con
indiferencia, mientras decía:
- Eres mucho más débil de lo que
imaginaba, Ray…debí suponer hace tiempo que no eras apto para convertirte en el
príncipe del mal…- y sonrió diciendo- dime, ¿todavía no reconsideras ser un
miembro más del nuevo mundo?
- ¡¡Antes muerto!!- respondió firme y
seriamente Ray- ¡¡no pienso volver!!
Y fue entonces cuando Cristal
intervino, seria, decidida y segura de sí misma:
- ¡¡Hemos venido para llevarnos a
Erika!!
El mago oscuro rió maliciosamente y
luego respondió, sonriendo con calma:
- Llegáis tarde. La elegida y yo ya
estamos casados.
Hablaba con tanta calma y tranquilidad que parecía
tener todo bajo control. No parecía preocuparle nada, y eso ponía cada vez más
nerviosos a todos los miembros del grupo:
- ¡¡Mentira!!- exclamó Jack, seguro de
sí mismo- ¡¡todavía no habéis sellado el compromiso con un beso!!
- Cierto, se me olvidaba…- sonrió
Alejandro, girándose a la chica.
En ese momento Erika se alejó unos
pasos e hizo aparecer la vara mágica en sus manos, en posición de ataque. Su
rostro reflejaba claramente enfado y rebeldía:
- No pienso hacerlo- dijo la chica,
desafiante.
A un gesto con la cabeza del mago
oscuro, los sacerdotes apuntaron mucho más cerca con sus armas al grupo de
rescate, y la joven se dio cuenta de que sus compañeros corrían peligro:
- Erika, siento decirte esto, pero…tus
amigos están al borde la muerte…- dijo Alejandro, sonriente- yo que tú me lo
pensaría dos veces…sus vidas están en tus manos…y sabes que sólo una respuesta
puede salvarlos.
La chica vestida de novia perdió de
repente la expresión de furia de la cara, y en su lugar adquirió un semblante
pálido y asustado. Bastaba ver que la vara mágica temblaba en sus manos para
saber que estaba confusa y no sabía qué hacer:
- ¡¡Erika, no lo dudes y atácale!!-
gritó Cristal, tratando de animarla.
El silencio se apoderó del ambiente, y
en un solo instante la atmósfera del lugar se llenó de tensión, intriga y
suspense. Nadie de los allí presentes pronunció una sola palabra, y todas las
miradas estaban directamente enfocadas a la novia de blanco. Todos esperaban
ansiosos la respuesta de Erika.
Tras varios segundos de profunda
tensión y sin saber qué pasaría, la chica finalmente hizo desaparecer su arma,
y para sorpresa de todos dijo claramente:
- Está bien, pero prométeme que no les
harás daño.
Jack y los demás palidecieron de
repente, sorprendidos por la respuesta de su amiga. No podían creer que
aceptara, no querían creerlo. La joven lo había hecho para salvarlos, aún
sabiendo que no debía fiarse de su enemigo.
El mago oscuro sonrió, satisfecho por
la decisión de la chica, mientras decía:
- Lo prometo.
- ¡¡ERIKA, NOOO!!- gritó Eduardo,
asustado y preocupado.
El chico trató de acercarse al altar
junto a ellos pero los sacerdotes lo mantuvieron a raya, apuntándolo con sus
armas.
Lo que vio a continuación le encogió
el corazón de tal manera que por un momento creyó que ya no palpitaba. Tan solo
podía escuchar su corazón entre dos débiles latidos.
Jack y los demás contemplaron
horrorizados y con sus propios ojos cómo Alejandro se acercó a la chica y la
besó en los labios, sellando de manera oficial la ceremonia de boda. Ambos
cerraron los ojos mientras se besaban, pero a diferencia del mago oscuro, que
parecía disfrutar del momento, Erika contenía claramente la rabia y la
frustración que sentía por dentro. La joven apretaba los puños con fuerza, al
mismo tiempo que las lágrimas caían por sus mejillas.
Eduardo podía ver el enfado que sentía
su amiga, y al verla de aquella forma, sometida a su enemigo, no podía evitar
sentir un profundo dolor en el pecho que lo torturaba. Su odio y rabia hacia el
mago legendario empezaron a crecer rápidamente en su interior, y la sangre
comenzó a hervirle de tal manera que agarró con fuerza su llave espada y apretó
los dientes, frunciendo el ceño.
Segundos después Alejandro soltó a la
chica, y mirando a Eduardo y los demás, sonrió maléficamente diciendo:
- Matadlos.
Aquella orden destrozó por completo a
la chica de blanco, que de repente perdió el color del rostro y palideció
temblando:
- ¡¡NOOO!!- gritó Erika, asustada y
preocupada.
Los sacerdotes dispararon en ese momento
al equipo de rescate, a la vez que Cristal usó una bomba de humo, que envolvió
a ella y a sus amigos en una densa humareda. La lluvia de balas duró varios
segundos de ataque, que a Erika se le hicieron eternos y dolorosos.
Tras la primera ronda, los sacerdotes
pararon de repente y esperaron. El líder de la organización Muerte alzó la mano
en señal de paro, y sus súbditos obedecieron la orden. Decidieron esperar
durante los siguientes segundos de silencio, a la espera de que se disipara la
humareda y comprobar qué es lo que había pasado.
La sonrisa de Alejandro se borró de su
cara en un instante, al ver salir de repente a Eduardo de entre el humo, empuñando firmemente su
llave espada y a una velocidad increíble.
Acababa de dar un enorme salto desde su
posición, atravesó las escaleras sin pisarlas y llegó directo hasta el mago
oscuro, encontrándose cara a cara con él. En el rostro del joven se reflejaba
toda la furia y la rabia contenida, que iba a descargar sobre el hombre que
había hecho daño a su amiga:
- ¡¡Chúpate ésta, desgraciado!!- gritó
Eduardo, furioso.
La ofensiva inesperada del chico había
pillado por sorpresa a Alejandro, y el joven se aprovechó de ella para
golpearle rápidamente un puñetazo certero que le dio en toda la cara. La
potencia del puñetazo envió al mago oscuro tras el altar y cayó al suelo,
escupiendo sangre.
Junto a Eduardo todos sus amigos
salieron de la humareda, que atacaron por sorpresa a los sacerdotes y empezó de
esa manera un nuevo combate entre éstos y Jack y los demás:
- ¡¡Al ataque!!- gritó la princesa,
con un grito de furia- ¡¡esto es la guerra!!
Mientras la batalla campal se
desarrollaba entre sus amigos y los sacerdotes corrompidos, Erika miró al joven
que tenía a su lado, completamente perpleja y sorprendida. No podía creer que
estuviera allí con ella:
- Edu… ¿por qué…?
El chico la miró, sin mostrar ninguna
expresión. En ese momento ambos volvieron la vista atrás, y comprobaron
aliviados que sus amigos se habían librado de los sacerdotes sin ningún
problema. Después de todo no eran rivales poderosos.
Sin embargo, el verdadero enemigo se
encontraba aún detrás del altar, y dudaban mucho de que el combate hubiera
terminado.
Eduardo volvió la vista a su amiga, al
mismo tiempo que ella le dirigía su mirada. Los dos se miraban fijamente a los
ojos mientras él decía:
- Hemos vuelto…por ti.
Una sonrisa pareció reflejarse en el
rostro de la chica. Iba a decir algo cuando de repente una garra de oscuridad
golpeó brutalmente a Eduardo por sorpresa y lo lanzó por los aires, cayendo un
poco más lejos de su posición:
- ¡¡Edu!!- gritó la joven de blanco.
Antes de que pudiera hacer nada, otra
garra oscura golpeó a Erika y la hizo rodar escaleras abajo frente al altar,
mientras Jack y los demás veían cómo Alejandro se levantaba poco a poco del
suelo:
- ¡¡Erika!!- exclamaron sus amigos,
preocupados.
- Estúpidos humanos, ¿de verdad
pensabais que esto se había acabado?- dijo el mago oscuro, ya en pie- todavía
no conocéis el alcance de mi poder…
El resto de los miembros del grupo
decidieron actuar rápidamente y adelantarse al ataque del enemigo. Debían
anticiparse y tomar la iniciativa todo lo que pudieran:
- ¡¡Vamos a por él!!- exclamó el
perro, decidido.
Jack, Rex, Cristal y Ray asintieron
con la cabeza y corrieron armados hacia Alejandro para atacarle. El mago oscuro
vio venir la amenaza desde lejos, y sin pronunciar palabra hizo que aparecieran
de repente otras cuatro garras de oscuridad provenientes de su cuerpo.
Cada una de las nuevas extremidades de
Alejandro atacó a un miembro del equipo, que lo hirió y lanzó un poco más
lejos, en diferentes direcciones. Todos acabaron sucumbiendo a la tremenda
fuerza de las garras oscuras, y la joven vestida de novia pudo verlo todo,
asustada y preocupada:
- ¡¡Chicos, no!!- gritó Erika, al ver
a sus amigos volando por los aires y cayendo heridos en el suelo.
En ese momento Alejandro estiró sus
brazos y dijo sonriendo maléficamente:
- Dejad que os muestre…el poder del
dios del nuevo mundo…
Lo que vieron todos a continuación,
cuando se pusieron en pie, los dejó completamente pálidos y sin habla, con la
boca abierta. No podían creer lo que veían.
Cuatro sombras idénticas al mago
oscuro surgieron del suelo, cada una frente a Jack, Cristal, Rex y Ray. Éstos
últimos se quedaron horrorizados al verlas:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó Jack,
retrocediendo unos pasos mientras se ponía en guardia con su arma.
- De esta forma equilibramos la
balanza- sonrió Alejandro, que luego ordenó a sus clones de sombra gritando-
¡¡Atacad, mis sombras!!
Fue así como dio comienzo una serie de
encarnizadas batallas, cada uno en solitario, contra una sombra del mago
oscuro. Las sombras poseían las mismas habilidades y características de su
creador, las cuales pusieron en graves aprietos a los miembros del grupo. Si
luchar contra un Alejandro todos juntos ya de por sí era difícil, aquello
supuso un duro y peligroso reto para cada uno de ellos.
Cristal se encontraba en apuros, al
igual que sus amigos Rex, Jack y Ray. Debido a la rapidez e insistencia del
enemigo, no hacía más que esquivar las garras oscuras de su oponente sombra y
bloquear los ataques y magias que recibía. Tenía una reciente herida en el
torso de la que brotaba sangre y le reducía su agilidad:
- ¡¡Joder, para ser una sombra es
igual de fuerte que el original!!- se quejó Cristal, jadeando del cansancio-
¡¡no sé si podré con él…!!
Tras esquivar el ataque consecutivo y
encadenado de una garra oscura dando saltos y volteretas, la princesa realizó
una finta rápida que rodeó a su oponente y la colocó justo a su espalda. En ese
momento encontró una oportunidad única para atacar, que pilló desprevenida a la
sombra:
- ¡¡Ahora!!- dijo la chica con
coletas.
Enlazó rápidamente la magia Hielo a su
arma, que la convirtió en una letal estrella ninja congelada, y corrió con un
grito de furia a atacar al enemigo:
- ¡¡A ver qué te parece esto,
maldito!!- gritó la ladrona, furiosa.
Tal y como esperaba, el filo congelado
de su arma atravesó y partió a la mitad la sombra, que se desvaneció al
instante como si un hálito de luz la devorara.
La princesa suspiró, aliviada, ya que
creía haber acabado por fin con su enemigo. Sin embargo, palideció de repente
al ver frente a ella la sombra recomponerse de nuevo, intacta:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó
Cristal, horrorizada- ¿¡se regenera continuamente!?
Antes de que pudiera reaccionar si
quiera, una nueva garra oscura la empujó e inmovilizó en el suelo, mientras las
otras le desgarraban la piel sin piedad.
Eduardo y Erika se levantaron,
mientras oían los gritos de dolor de sus amigos. Al observar el curso de los
combates, enseguida se dieron cuenta de que sus compañeros estaban en clara
desventaja. Luchar en solitario contra un Alejandro sombra suponía un difícil reto
para el que ni siquiera ellos estaban preparados.
Se fijaron en que todos habían
eliminado a su oponente sombra en más de una ocasión, y durante unos breves
segundos de tiempo parecía que habían ganado el combate. Sin embargo, éstas
reaparecían nuevamente intactas, una y otra vez de manera infinita, mientras
Jack y los demás agotaban inútilmente sus fuerzas y reservas de magia.
Sabían que a ese ritmo sus amigos no
aguantarían mucho tiempo más, ya que los clones de Alejandro los herían
gravemente con cada ataque, y era cuestión de tiempo que murieran bajo los
ataques mágicos y las garras oscuras de los clones de sombra:
- ¿¡Por qué…por qué no desaparecen las
copias de Alejandro!?- preguntó Eduardo, perplejo y sorprendido.
De los dos fue Erika la que finalmente
se dio cuenta de lo que pasaba. Habló seriamente diciendo:
- Son sólo sombras…aunque reciban todo
tipo de ataques, seguirán reapareciendo siempre…- explicó la chica, que luego
afirmó con seguridad, girándose al mago oscuro-…a no ser que acabemos con el
original.
En ese momento Alejandro avanzó unos
pasos hacia ellos, lentamente. Ambos jóvenes ya sabían lo que tenían que hacer,
y por eso hicieron aparecer mágicamente la llave espada y la vara mágica en sus
manos, mientras se ponían en guardia.
Para acabar con los clones de sombra
antes tenían que derrotar al mago oscuro original, y las vidas de sus amigos
dependían únicamente de ellos:
- Por fin solos, elegidos de la
profecía…- sonrió Alejandro maliciosamente- bueno, creo que ya podemos empezar
nuestro esperado y, desde el principio, inevitable combate… ¿no creéis?
De repente y sin previo aviso, una
extremidad oscura del mago se estiró y agarró a Erika por el cuello, pillándola
por sorpresa. Acto seguido la alzó un breve instante en el aire y luego la tiró
brutalmente al suelo, crujiendo éste mientras la chica escupía sangre y
manchaba de rojo su vestido blanco de novia:
- ¡¡Erika!!- gritó Eduardo,
preocupado.
Antes de que pudiera hacer nada, otra
garra oscura golpeó y arañó al chico con una fuerza sobrehumana. El ataque le
hirió gravemente el hombro izquierdo con sangre, lanzándolo por los aires y
enviándolo un poco más lejos hasta caer herido:
- ¡¡Edu!!- gritó la chica desde el
suelo, herida.
Alejandro siguió caminando a paso
lento hacia ellos, mientras decía con calma y tranquilidad:
- He decidido mataros a los dos
personalmente de una vez por todas, y así evitar que la profecía se cumpla.
Eduardo se levantó nuevamente, con
esfuerzo. Le dolía mucho el hombro y le costaba mover su brazo izquierdo.
Observó que Erika también se levantaba, a duras penas. Ambos estaban heridos:
- A ver… ¿por quién empiezo primero?-
preguntó Alejandro, alternando con la vista a los dos jóvenes.
Tras unos segundos, pensativo, se fijó
en la chica y sonrió diciendo:
- Empezaré por ti, querida.
El mago oscuro caminó hacia ella
mientras Erika recogía su arma y se ponía en guardia, dispuesta a luchar.
Eduardo corrió a atacarle con la llave espada, gritando:
- ¡¡No la toques, bastardo!!
Antes de que el filo de su arma lo
alcanzara, una garra oscura bloqueó su ataque y otra le arañó de la misma forma
que antes, enviándolo un poco más lejos.
Alejandro siguió caminando al frente,
sin fijarse en el chico, mientras Erika retrocedía paso a paso, tratando de
alejarse del enemigo. Llegó un momento en que la chica se detuvo en seco de
repente, al sentir que uno de sus pies resquebrajó una roca que cayó al vacío
infinito.
Al mirar atrás palideció cuando vio
que se encontraba al filo de la azotea, justo en el borde:
- ¡¡Oh no!!- exclamó la joven vestida
de blanco- ¡¡no hay salida, estoy atrapada!!
Volvió la vista al frente, apretando
los puños y dientes. Alejandro seguía aproximándose lentamente a ella, a cada
paso que daba, y era cuestión de segundos que una de sus garras oscuras la
empujara y la tirara al vacío, donde le esperaba una muerte segura.
La chica no se lo pensó más y decidió
atacar. Conjuró rápidamente un hechizo mágico ofensivo con la magia elemental
correspondiente:
- ¡¡Hielo+!!
La media luna de la vara mágica brilló
con un destello plateado, y de ella salieron disparados varios témpanos de
hielo en dirección al enemigo. El mago oscuro pronunció rápidamente, antes de
que le alcanzara el ataque:
- ¡¡Escudo!!
Una increíble barrera mágica se
interpuso entre Alejandro y los témpanos, bloqueando estos últimos y
dispersándolos por los alrededores, que destruyeron parte del decorado de la
azotea.
La joven palideció con la boca
abierta, al ver su ataque neutralizado con tanta facilidad. Sin duda las
habilidades mágicas del mago legendario eran muy superiores a las de ella:
- Es inútil que te resistas, Erika…-
dijo Alejandro, que seguía caminando lentamente hacia ella- ha llegado tu hora,
despídete de este mundo.
Sin embargo, justo cuando una de las
garras estuvo a punto de golpear a la chica, una bola de fuego invocada por la
magia Piro explotó detrás del mago oscuro, que se protegió automáticamente con
el hechizo Escudo activado. Alejandro se dio la vuelta, y de la nueva humareda
surgió Eduardo con la llave espada en mano, desafiante:
- ¡¡Ni pienses que ya has acabado
conmigo!!- gritó furioso el joven.
El chico se encontró de frente con la
barrera mágica, pero aún así no se dio por vencido. Con un grito de furia,
arremetió usando su arma y atacando con todas sus fuerzas, con la que
sorprendentemente destrozó el escudo mágico.
Alejandro se sorprendió bastante al
ver su magia rota, ya que era la primera vez que le pasaba, y exclamó atónito y
perplejo:
- ¿¡Pero qué…!?
No pudo pronunciar más palabras, ya
que el mago oscuro contempló en ese momento cómo la llave espada le atravesó
parte del torso. Acto seguido Eduardo separó su arma ensangrentada del cuerpo
del enemigo, y con un giro rápido de trescientos sesenta grados y un nuevo
mandoble envió rápidamente a Alejandro un poco más lejos, rodando por el suelo.
El chico se dirigió a su compañera y
la ayudó a ponerse en pie, tendiéndole la mano. La joven aceptó su ayuda volvió
a levantarse.
Eduardo observó en ese momento su arma
en la mano, y su rostro palideció de repente al ver la llave espada envuelta en
sangre. Lo que le hacía temblar no era el hecho de haber herido a su enemigo,
sino la extraña y escalofriante característica que tenía el líquido que corría
por las venas del mago oscuro:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó el
chico, completamente confuso y pálido- ¿¡Su sangre…es negra!?
- ¿¡Qué…qué significa esto!?- exclamó
a su vez Erika, también perpleja.
Ambos jóvenes volvieron la vista en
dirección al enemigo, y vieron asustados y horrorizados cómo Alejandro se
levantaba del suelo, con una grave hemorragia en el torso. Sin embargo, el
escalofrío y el miedo que sentían no se debía a eso, sino a la siniestra
sonrisa diabólica dibujada en la cara del mago oscuro, que reía maliciosamente
en voz baja.
No parecía importarle en absoluto su
herida, y los dos creyeron por unos momentos que aquel hombre con majestuosa
capa no podía ser humano:
- ¿Todavía no comprendéis…que el
destino de Limaria…es acabar sumergido en las tinieblas?- dijo Alejandro, sin
dejar de sonreír diabólicamente- ¿Qué esto es sólo…el principio del nuevo
mundo?
Erika, furiosa y decidida, agarró con
fuerza la vara mágica mientras decía:
- ¡¡Ya estoy harta!!- y conjuró un
hechizo mágico ofensivo elemental- ¡¡Toma ésta!!
Una lluvia de rayos invocada por la
magia Electro fue directa al objetivo, que de nuevo no tuvo ningún efecto. Sin
embargo, en esta ocasión no fue un escudo mágico lo que protegió a Alejandro,
sino una extraña y singular lengua de fuego, que reflejó y devolvió el ataque a
los dos jóvenes:
- ¡¡Cuidado!!- gritó Eduardo.
El chico empujó a Erika y ambos
cayeron al suelo, esquivando por los pelos el ataque mágico reflectado, que
destruyó algunas partes de la azotea a su alrededor.
La joven se quedó perpleja y
sorprendida, al ver a su amigo encima de ella y protegiéndola con su cuerpo, y
se dio cuenta de que él también lo estaba. Ambos se miraron fijamente a los
ojos durante unos segundos, y el chico le preguntó, preocupado:
- ¿Estás bien?
- S…Si…- respondió ella.
Los dos ahogaron un grito de sorpresa
cuando Erika señaló a espaldas de Eduardo y éste se dio la vuelta, apartándose
a un lado. Dos garras oscuras se lanzaban directamente hacia ellos, mientras
Alejandro gritaba un poco más lejos:
- ¡¡Morid!!
Ambos jóvenes cerraron los ojos,
incapaces de reaccionar. No podían bloquear ni esquivar el ataque del mago
oscuro a tiempo, y tampoco huir. Estaban completamente a su merced.
Sin embargo, las dos garras oscuras no
llegaron a tocarlos en aquel momento.
Eduardo y Erika se dieron cuenta de
que algo había pasado, y que ése algo se había interpuesto entre ellos y el
ataque de Alejandro. Cuando abrieron de nuevo los ojos, se quedaron perplejos y
sorprendidos al ver a una persona justo frente a las garras, y dándoles la
espalda:
- ¡¡Ray!!- exclamó el joven de rojo.
El chico de negro portaba en sus manos
una misteriosa espada que rebosaba de energía maligna, y parecía forjada en su
totalidad por absoluta oscuridad. La empuñaba firmemente, y se veía que le
costaba retener las dos garras con ella:
- ¡¡No os preocupéis…yo os protegeré,
elegidos de la profecía!!
A los dos les resultaba muy extraño
que el que antes era su enemigo y había intentado matarlos los estuviera
protegiendo ahora. Ray no parecía el mismo chico frío y distante que conocieron
en un principio, y cualquiera que lo viera en ese momento pensaría que se
trataba de otro guardián de los dos jóvenes:
- Cada día me decepcionas más, Ray…-
comentó Alejandro, con indiferencia- ¿es que acaso ahora te dan pena los seres
humanos? Mírate, pareces el guardián de esos dos mocosos…eres mucho más débil
de lo que imaginaba.
- ¡¡Cállate!!- gritó el joven con
gafas- ¡¡Voy a hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo…acabar
contigo!!
En ese momento comenzó el combate
padre-hijo entre Ray y Alejandro, del que Erika y Eduardo fueron los
principales testigos.
El chico de negro apartó a un lado las
dos garras oscuras con su arma, y se lanzó directo corriendo hacia el mago
legendario. Antes de que la espada de Ray alcanzara a su padre, una garra actuó
de protección para el líder de la organización Muerte, bloqueando de esa manera
el ataque. Acto seguido el joven de negro dio un impresionante salto mortal
hacia atrás, que le permitió esquivar la ofensiva de otra de las garras que lo
atacó por sorpresa.
De esa manera comenzó un feroz y
acelerado duelo, en el que Ray se veía envuelto entre las cinco garras oscuras
que trataban de herirlo y no le dejaban ni un segundo de respiro, mientras el
chico con gafas corría, bloqueaba y esquivaba todo lo que podía, con serias
dificultades. Intentaba llegar hasta su padre para herirlo con la espada, pero
los continuos y encadenados ataques de las garras oscuras se lo impedían.
Tras varios segundos de auténtico agobio
y locura sin respiro, finalmente Ray encontró una oportunidad única, y la
aprovechó sin dudarlo ni un solo instante:
- ¡¡Ahora!!- exclamó.
El chico de negro hizo brillar con un
aura oscura su espada forjada de la misma, y con un grito de furia echó a
correr directo a Alejandro. Lo que más sorprendió a todos era que su nueva
espada era capaz de cortar y destruir las garras del mago oscuro, que las
esquivaba y atacaba en su camino hacia el líder de la organización Muerte:
- ¡¡Estocada oscura!!- gritó Ray.
La técnica del joven de negro sin duda
sorprendió a Alejandro, que se quedó atónito y perplejo mientras veía cómo sus
extremidades estirables desaparecían frente a sus ojos. Cuando el mago oscuro
tuvo a su hijo frente a él, éste le dijo fría y seriamente:
- ¡¡Muere, padre!!
Alejandro no pudo hacer nada cuando
Ray le atravesó rápidamente un riñón con su espada ensangrentada. Las garras
habían desaparecido y aparentemente el líder de la organización Muerte parecía
haber perdido parte de su poder.
Alejandro vomitó espumarajos de sangre
negra por la boca, mientras miraba la espada de su hijo atravesando su cuerpo.
Por alguna razón no parecía estar sorprendido ni preocupado por sus heridas:
- Así que el estado oscuro y el uso de
esa técnica…la única capaz de destruir la esencia de mi oscuridad…- comentó
Alejandro, indiferente en el tono de sus palabras- con razón pudiste acabar con
mi clon de sombra y acudir en ayuda de estos críos insolentes…no había caído en
la cuenta de ese detalle…
Ray se encontraba cara a cara con su
padre, empuñando firmemente su arma y dispuesto a matar al mago legendario. Le
dijo serio y amenazante:
- Sí…y pienso usarla aquí y ahora…para
matarte.
El chico de negro separó su espada del
cuerpo de Alejandro, y se dispuso a rematarlo con otro mandoble, que sin duda
sería el golpe de gracia:
- ¡¡Muere, padre!!- gritó de nuevo
Ray.
Sin embargo, una nueva y desagradable
sorpresa dejó completamente pálidos tanto a Eduardo y Erika como al mismísimo
joven con gafas.
La espada oscura de Ray fue bloqueada
en el último momento por otra exactamente igual, empuñada por el mago
legendario. El chico de negro se quedó atónito y con la boca abierta, mientras
temblaba de miedo ante su padre. No entendía cómo, a pesar de sus graves
heridas, podía seguir moviéndose con tanta facilidad:
- ¿Así que de verdad pensabas usar eso
contra mí?- sonreía Alejandro diabólicamente- por si no lo recuerdas… ¡¡yo fui
el que te enseñó esa técnica!!
Un mandoble rápido de su padre pilló
por sorpresa a Ray, que apartó la espada del joven de negro a un lado, y acto
seguido le rajó un brazo. El chico con gafas gritó de dolor al tiempo que
retrocedía y la sangre roja brotaba de su herida.
Levantó de nuevo la vista al frente y
vio a su padre correr hacia él:
- ¡¡En guardia, Ray!!- gritó el líder
de la organización Muerte.
De esa forma empezó nuevamente un
duelo de esgrima entre padre e hijo, estando éste último herido e inutilizado
de un brazo, y en clara desventaja. Los choques metálicos entre los aceros de
ambas espadas oscuras resonaban en cada uno de los rincones de la azotea del
edificio, y demostraban con la fuerza de los ataques de sus portadores que era
una feroz y frenética batalla a vida o muerte.
Sin embargo, lejos de lo que los dos
jóvenes imaginaban, Erika y Eduardo observaban horrorizados que su nuevo
compañero poco a poco iba perdiendo terreno. A pesar de esforzarse y de tratar
de ponerse a la altura de su padre, el aura oscura de la espada de Alejandro
era muchísimo mayor a la de Ray, y con cada ataque que le asestaba con el filo
de su arma le dejaba una grave herida en alguna parte de su cuerpo.
Aquello era un sangriento espectáculo
en el que sólo se oían los gritos de dolor del chico de negro, y en el que poco
iba perdiendo la vida de una forma que los dos elegidos no podían soportar:
- ¡¡Ray, no!!- gritaban los
protegidos- ¡¡por favor, aguanta!!
Llegó un momento en que el joven con
gafas estaba tan exhausto y debilitado que no pudo bloquear a tiempo una
estocada de Alejandro, y contempló pálido cómo la espada oscura de su padre le
atravesó un costado sin piedad.
Ray se detuvo en ese momento y dejó de
atacar, mientras su propia espada oscura desaparecía mágicamente de su mano.
Escupió sangre roja por la boca a la vez que su padre decía:
- Yo también voy a hacer algo que debí
haber hecho hace mucho tiempo…acabar contigo.
Con tal afirmación Alejandro separó su
espada oscura del cuerpo de su hijo, y con ella le atravesó a sangre fría y sin
piedad un pulmón de su pecho, que cayó al suelo con su cuerpo inerte y sin
vida:
- ¡¡RAAAY!!- gritaron Eduardo y Erika
a la vez.
El mago oscuro se separó del cuerpo
sin vida de su hijo, y se giró en dirección a los dos jóvenes, que lo miraban
con furia y rabia apretando los puños. No podían creer que el chico de negro
hubiera muerto luchando contra Alejandro:
- Tenía una voluntad fuerte, como
ningún otro que conociera…pero su corazón estaba plagado de sentimientos, aún era
un ser humano compasivo con los demás…- explicaba Alejandro, con indiferencia
en el tono de sus palabras- y ésa fue su mayor debilidad…una muerte demasiado
digna para alguien tan débil como él…
Sin embargo, lo que realmente hizo
enfurecer a los dos jóvenes fue el siguiente comentario que hizo el mago oscuro
a continuación, como si para él fuera un detalle sin importancia:
- Bien, ahora que nos hemos librado de
esa mosca molesta…- dijo, dirigiéndose a ellos- ¿por dónde íbamos?
En ese momento Erika se levantó, con
una expresión de rabia y enfado en el rostro. Agarró con fuerza la vara mágica
entre las manos y gritó furiosa, mirando a Alejandro:
- ¡¡Acabas de matar a tu propio hijo,
maldito cabrón desgraciado!!- exclamó ella, apretando los dientes- ¡¡No te lo
perdonaré nunca!!
La chica apuntó con su arma al mago
oscuro y conjuró un poderoso hechizo mágico elemental de mayor nivel, que sabía
le agotaría una gran cantidad de magia:
- ¡¡Piro++!!
De la vara mágica salió disparada una
enorme bola de fuego del tamaño de una persona, directa hacia el enemigo, y se
produjo tal explosión que levantó impresionantes ráfagas de aire, provocando
una densa humareda.
Tras cubrirse con los brazos, la chica
vestida de novia y su compañero abrieron de nuevo los ojos y miraron inquietados
hacia el humo negro resultante de la explosión. Esperaban con intriga el
resultado del ataque de Erika, que jadeaba del cansancio:
- ¿Le…le he…dado?- preguntó ella,
confusa.
Tras varios segundos de inmensa
intriga, el humo negro empezó a disiparse, y los nervios de los dos jóvenes
crecían por momentos.
Al cabo de unos segundos descubrieron
que Alejandro seguía vivo, y que una extraña lengua de fuego lo había protegido
del ataque mágico de la chica. No supieron lo que era exactamente hasta que se
fijaron mejor en el enemigo. Una misteriosa luz roja que provenía del colgante
esférico de su cuello brillaba con fuerza, y en un momento dado esa luz salió
de la esfera del mago oscuro, adquiriendo forma en el exterior.
Eduardo y Erika no tardaron en darse
cuenta de lo que aquello significaba, y palidecieron de repente con la boca
abierta, mientras temblaban de miedo. No podían creer que ocurriera eso, y más
en aquel momento. No estaban preparados para el siguiente reto que les
esperaba:
- No…no puede ser…- dijo Erika,
retrocediendo y casi sin palabras- eso…eso es…lo que creo que es…
Tras unos segundos de transformación,
finalmente la luz adquirió forma y completó su proceso de invocación. El
destello de luz roja que brillaba al principio se convirtió en una especie de
monstruo bípedo con garras y colmillos afilados, grandes cuernos sobre su
cabeza y rodeado por auténticas y ardientes llamas a su alrededor.
Su grito de furia al cielo resonó en
todo el lugar de tal manera que incluso los demás miembros del grupo
reaccionaron ante el escalofriante sonido. Jack y los demás volvieron la vista
a la azotea del edificio del altar, y perdieron de repente el color de sus
rostros al observar con sus propios ojos a aquel ser infernal, el mismo que una
vez les salvó la vida no hace mucho tiempo:
- Ése es…Ifrit…- dijo Eduardo, pálido
y temblando de miedo- el guardián de la fuerza del elemento fuego.
El monstruo envuelto en llamas se
apoyó en el suelo a cuatro patas, y rugió entre dientes al portador de la llave
espada y a la portadora de la vara mágica, al mismo tiempo que los miraba con
sus ojos siniestros y asesinos. Detrás de la invocación se encontraba
Alejandro, que sonreía maliciosamente diciendo:
- ¿Qué os parece esto? Veamos si el
poder de los elegidos puede compararse al de un G.F.
Los dos jóvenes temblaban de miedo
mientras retrocedían y las armas sagradas flaqueaban de la misma manera que sus
manos, con la cara completamente pálida y la boca abierta. Ambos sabían de
antemano que nunca conseguirían vencer a semejante criatura sin la implicación
de un milagro, y bien grande.
Ningún humano era capaz de igualar el
poder y la energía de un guardián de la fuerza, considerados titanes imparables
con sus correspondientes elementos:
- ¿¡Qué hacemos!?- preguntó Erika,
atónita y perpleja, al ver al nuevo y poderoso enemigo que tenían delante.
- ¡¡No…no lo sé…!!- respondió Eduardo,
también horrorizado y sin saber qué hacer- ¡¡nunca antes nos habíamos
enfrentado a un guardián de la fuerza…esto es demasiado para nosotros, no sé si
juntos podremos derrotarlo!!
Ambos jóvenes dieron la batalla por
perdida al ver a Ifrit lanzarse hacia ellos con sus garras envueltas en llamas,
y los dos elegidos gritaron de sorpresa al tiempo que cerraban los ojos. Con
sus amigos luchando contra los clones de sombra y ambos heridos y
desprotegidos, sin duda sabían que aquello era su trágico destino final.
Sin embargo, ocurrió algo increíble y
extraordinario, y ése algo se interpuso entre Ifrit y los dos jóvenes,
bloqueando el ataque.
Erika y Eduardo abrieron de nuevo los
ojos, confusos y sin entender por qué no habían recibido de lleno la ofensiva
del G.F. de fuego. Al abrirlos por completo se quedaron tan sorprendidos que
tardaron varios largos segundos en asimilar la idea, con los ojos y la boca
bien abierta. Observaron atónitos y perplejos cómo de la nada acababan de
aparecer dos grandes criaturas frente a ellos, a las que reconocieron al
instante.
Eran las responsables de haber
detenido el ataque de Ifrit y de haber salvado a los dos elegidos de una muerte
segura. De una de ellas saltaban chispas eléctricas mientras que de la otra
emanaba aire gélido:
- ¡¡Quetzal, Shiva!!- exclamaron
Eduardo y Erika, completamente asombrados.
Los demás también se dieron cuenta de
la presencia de los dos nuevos guardianes de la fuerza, que se quedaron pálidos
y sin palabras. Las esferas que llevaban Jack y Cristal al cuello brillaban
intensamente, al igual que la que tenía Alejandro:
- ¡¡Joder, el pajarraco y la mujer de
hielo!!- exclamó la princesa, asombrada y con la boca abierta.
- Han…han aparecido…para salvarlos…-
dijo Jack, fuera de su asombro y totalmente sorprendido- como la otra vez con
Marina…en la ciudad Olvidada…
Los tres guardianes de la fuerza se
habían invocado para proteger a sus correspondientes portadores, aunque en el
caso de los dos jóvenes no fueran quiénes los llevaban. Por un lado Ifrit a
Alejandro, y por otro Quetzal y Shiva a los dos elegidos.
Ambos portadores de las armas sagradas
recordaron lo que les contó el propio mago oscuro una vez sobre las
invocaciones, y entendieron entonces por qué los dos G.F. aparecieron en su
ayuda.
Erika y Eduardo se alegraron al saber
que contaban con dos poderosos aliados de su lado, ya que ahora se equilibraba
la balanza en el combate. Todavía tenían una oportunidad de ganar:
- Vaya, qué sorpresa…esto no me lo
esperaba- sonrió maléficamente Alejandro- ¿Así que queréis un combate de G.F.?
El mago oscuro levantó entonces el
brazo, y dijo con decisión:
- Muy bien, que así sea…- y alzo la
voz gritando- ¡¡Acaba con ellos, Ifrit!!
El monstruo de fuego embistió a
Quetzal y a Shiva, justo después de que Eduardo y Erika se apartaran a tiempo
por los pelos, antes de que el impacto entre gigantes los alcanzara.
De esa forma comenzó una colosal
batalla de invocaciones, que destrozó parte de la azotea del edificio, y cuyos
luchadores la continuaron en el cielo de Vildenor. En ese momento se desató una
increíble y peligrosa tormenta de fuego, hielo y rayo, que provocaba inmensas
ráfagas de aire y tremendas explosiones muy superiores a las de cualquier
ataque mágico conjurado por un humano.
Los tres rascacielos temblaban al
recibir de lleno los ataques de los G.F. y por cada impacto o colisión se
desprendían partes de la estructura de los edificios, que afectaba y destrozaba
sin remedio la superficie de los rascacielos.
La propia Alana, al mando de la nave,
se vio peligrosamente amenazada por la presencia de las tres invocaciones. Aunque
no recibiera los ataques de pleno, la sola onda expansiva de las explosiones y
tremendas ráfagas de aire hacían temblar y tambalear a Valor Alado, llegando
casi a perder el control en más de una ocasión:
- ¡¡Joder, así no hay quién vuele!!-
exclamó la pelirroja, viéndose en serios aprietos con los controles- ¡¡mejor me
alejo por el momento, hasta que se calme la cosa!!
Y de esa manera Valor Alado se alejó
muchos más metros de los tres rascacielos, para evitar que sufriera serios
daños en medio de la lucha de los G.F. Alana sabía que, si la nave recibía un
solo ataque de Quetzal, Shiva o Ifrit, lo más seguro era que explotara en mil
pedazos. Si eso pasaba, sus amigos no tendrían un medio para huir, y la misión
de rescate habría sido un rotundo fracaso.
El chico de rojo contemplaba,
horrorizado, como los guardianes de la fuerza se batían en un peligroso y feroz
combate a muerte, del que solamente ellos podían ser meros testigos. Sabía que
en aquella lucha no podía intervenir nadie más que las propias invocaciones,
cuyos ataques devastadores e increíble poder de destrucción los hacía a ellos
como insignificantes hormigas ante gigantes.
Eduardo afirmó entonces, sin lugar a
dudas, que se encontraban frente a una lucha de titanes.
En medio de la tormenta, Erika detectó
el peligro de repente y gritó, preocupada:
- ¡¡Edu, cuidado!!
El chico se giró y una nueva garra
oscura lo golpeó brutalmente por sorpresa, enviándolo más lejos y rodando por
el suelo mientras escupía sangre.
La chica corrió a ayudarle, pero otra
de las extremidades del mago oscuro la agarró del cuello y la arrastró hasta
llevarla frente a Alejandro, donde la levantó y la sujetó en el aire al tiempo
que la joven forcejeaba y trataba de liberarse de ella:
- Esto ha durado demasiado…- dijo el
líder de la organización Muerte, seriamente- si no hubierais sido tan egoístas,
habríais tenido una muerte rápida e indolora…pero ahora que habéis logrado
sacarme de quicio, voy a hacer que sufráis y que tengáis la más lenta y
dolorosa de las muertes que jamás hayáis podido imaginar.
El mago oscuro se acercó unos pasos a
ella, y con la espada oscura que aún llevaba en la mano comenzó a hundir su
arma lentamente en el estómago de Erika, mientras la sangre manchaba de rojo su
vestido blanco de novia y la chica gritaba desesperadamente de dolor.
Alejandro parecía disfrutar con la
tortura de la joven, a la vez que decía con una enorme y expresiva sonrisa
diabólica:
- Esto se acaba aquí.
En ese momento algo retumbó el aire de
repente, que llamó la atención del mago oscuro y lo detuvo en seco con la
tortura de la elegida. Erika temblaba y respiraba entrecortadamente, jadeando,
mientras sentía cómo la hemorragia la hacía perder mucha sangre por momentos.
Ambos giraron la cabeza a un lado, y
perdieron repentinamente el color del rostro. Observaron sorprendidos cómo
Eduardo, un poco más lejos, se levantaba poco a poco apoyando sus extremidades,
con mucho esfuerzo y dificultad.
A pesar de que le temblaba todo el
cuerpo por los rasguños y las heridas que tenía, algo en el serio y amenazante
tono de voz advertía a los dos magos que el joven estaba muy enfadado:
- Suéltala…ahora mismo…- amenazaba el
chico, cada vez subiendo más el tono y mostrando la expresión de furia de un
animal salvaje en su mirada.
Sin embargo, lo que innegablemente les
llamaba más la atención a Erika y Alejandro era la misteriosa aura roja que
envolvía el cuerpo de Eduardo, y que antes no tenía. Ambos contemplaron pálidos
aquella extraña aura mágica que se podía ver a simple vista y que claramente no
era normal y corriente:
“¿¡Qué…qué es eso!?”- pensaba el mago
oscuro en su mente, atónito y perplejo- “¡¡Su aura mágica está aumentando a
gran velocidad, llegando a niveles incluso a la altura de un G.F…y no para de
crecer!!”- exclamó el líder de la organización Muerte, con la boca abierta-
“¡¡Ningún ser humano es capaz de llegar tan lejos con su aura mágica!! ¿¡De
dónde saca tanto poder de repente!?”
La garra oscura que apresaba a Erika
la soltó en ese momento y ésta cayó al suelo, herida y tosiendo por la presión
del cuello. Levantó la vista con esfuerzo y miró a su amigo de la infancia,
todavía sin creerse lo que veía. Sin embargo, sin duda Alejandro era el más
sorprendido de todos, que no tenía palabras para expresar la sorpresa que
sentía:
- Ese poder…- y tras reflexionar un
poco, entonces se dio cuenta de todo. Finalmente afirmó, pálido y como si
hubiera visto un fantasma- ¡¡Tú…tú eres…!!
En ese momento el chico de rojo dio
comienzo a una nueva etapa del combate, y se lanzó con un grito de furia a
atacar a Alejandro. Mientras corría enfurecido a contraatacar al enemigo,
arrasando con la llave espada todo lo que encontraba a su paso, el mago oscuro
se puso en guardia con su arma y las garras, y sonreía diabólicamente diciendo:
- ¡¡Después de todo, el experimento
resultó ser un éxito!!- exclamó Alejandro, satisfecho- ¡¡Qué poder tan
increíblemente fascinante!!
Justo antes de que le alcanzara el
ataque de Eduardo, Alejandro intentó detenerlo con una poderosa y resistente
barrera mágica, probando así su fuerza. Esta recibió de lleno un duro golpe de
la llave espada, que hizo retumbar y temblar el escudo mágico de una forma tan
violenta que parecía que iba a romperse.
Mientras saltaban chispas debido a la
colisión de ambas poderosas fuerzas, el mago oscuro contemplaba atónito y
perplejo cómo el arma del chico provocaba una enorme grieta en la barrera y la
hacía crujir peligrosamente. Sabía que ni siquiera su resistente defensa mágica
podía aguantar la descomunal fuerza sobrehumana que se apoderaba del joven de
rojo:
- ¡¡Esto sobrepasa con creces todas
las expectativas posibles!!- decía Alejandro, por alguna razón alegre y satisfecho
al ver la tremenda fuerza radical del chico- ¡¡Nunca imaginé un poder tan
inmenso como éste!!
Tras varios segundos de difícil aguante
y resistencia, finalmente ocurrió lo que el líder de la organización Muerte
esperaba. La increíble fuerza de Eduardo no paraba de crecer, y llegó el
inevitable momento en que la llave espada destrozó y atravesó la barrera
mágica.
El mago oscuro recibió sin remedio el
ataque, y el filo del arma sagrada lo golpeó brutalmente y lo lanzó por los
aires, hasta acabar cayendo al suelo y rodando un poco más lejos.
Comenzó de esa manera un feroz y
acelerado combate entre el chico y Alejandro por toda la azotea del edificio,
en el cual hubo un tremendo cambio radical durante el transcurso de la batalla.
Mientras que al principio todos
estaban bajo la superioridad del poder oscuro de Alejandro, ahora era él mismo
el que se encontraba en serios problemas. Aunque trataba de bloquear y
contraatacar con sus garras y espada oscura los continuos y encadenados ataques
de Eduardo, el joven los esquivaba todos fácilmente con una sombrosa agilidad
sobrehumana.
Si además de ser tan ágil y rápido
como un animal también se le sumaba la increíble fuerza sobrenatural que
adquiría en ese estado, Alejandro lo tenía bastante difícil contra un
adversario como él. El líder de la organización Muerte sufría numerosos golpes
brutales de Eduardo, que rompía todas sus defensas con facilidad y lo lanzaba y
estrellaba contra todo tipo de columnas y decorado de la azotea.
Alejandro se levantaba una y otra vez
del suelo, con gran esfuerzo y escupiendo sangre negra, mientras oía crujir
todos los huesos destrozados de su cuerpo. Siempre que atacaba al chico con su
espada y garras oscuras éste las esquivaba o destrozaba, y con la misma le
devolvía el contraataque con otro rápido golpe certero.
Por primera vez desde hacía muchos
años, el líder de la organización Muerte estaba en apuros, y él mismo sabía que
ni siquiera con su poder oscuro era rival para la naturaleza salvaje y animal
del portador de la llave espada.
Mientras tanto, un poco más lejos,
Erika contemplaba horrorizada con sus propios ojos la brutal y sangrienta
paliza que le estaba dando su amigo al mago oscuro, al tiempo que destrozaba
con sus ataques toda la azotea a su paso.
La sola visión de aquella faceta
salvaje de Eduardo la aterraba hasta tal punto que no podía moverse. Le
resultaba difícil y no quería creer lo que veía. Aquel chico furioso y de
naturaleza animal que tenía delante no e parecía en nada al joven estudiante
tímido y tranquilo que ella conocía, el mismo compañero de clase con el que
llevaba estudiando toda su vida. La chica herida y vestida de novia temblaba
ante ese increíble poder de destrucción descontrolado:
- ¿¡Edu…de verdad…eres tú!?
Al cabo de unos minutos de tremenda y
brutal paliza, Alejandro se levantó una vez más, a duras penas, mientras
goteaba sangre negra de todo su cuerpo. Tenía casi todos los huesos rotos y
numerosas heridas que demostraban el grave estado en el que se encontraba.
Lo más siniestro y escalofriante de
todo es que en ningún momento de la paliza había perdido la sonrisa maliciosa
de la cara. Parecía no importarle su propia muerte:
- Y pensar que la llave espada te
eligió a ti…- comentó el mago oscuro, con una sonrisa sádica- incluso hasta los
propios dioses juegan a mi favor…
Viendo que Eduardo se acercaba
corriendo de nuevo a gran velocidad, Alejandro supo que ya no podría aguantar
un solo golpe más, y que aquel sería su último ataque.
Con la restante magia que le quedaba,
reunió todo el poder oscuro que tenía en su interior, y a su espalda
aparecieron cientos de garras oscuras, ocupando todo el cielo que cubría la
azotea. Con un grito de furia, el líder de la organización Muerte alzó la voz
al igual que sus manos, dirigidas al joven de rojo:
- ¡¡A ver qué te parece esto!!
Con un gesto de las manos de
Alejandro, todas sus extremidades se lanzaron contra Eduardo, que recibió el
oleaje de cuchillos oscuros, y pese a todo no consiguieron detenerle.
Antes de que la primera de las garras
lo alcanzara, el chico hizo brillar con una intensa luz su llave espada, cuyo
poder sagrado dobló e incluso triplicó la longitud de su filo, envuelto en una
intensa y cegadora luz dorada. Sus ojos firmes y decididos demostraron que no
pensaba echarse atrás, y alzando la voz realizó su último y definitivo ataque:
- ¡¡Último Arcano!!- gritó Eduardo,
con todas sus fuerzas.
El chico siguió corriendo entonces y
se abrió paso por entre la lluvia de garras oscuras que lo atacaban. Aunque
muchas de ellas lograron herirle el joven seguía corriendo adelante,
atravesando valientemente las garras mientras su sangre roja salpicaba a su
paso. En aquellos momentos, gritando a pleno pulmón, parecía que nada ni nadie
podía detenerlo.
Finalmente, tras destrozar varias
garras en su camino y salir herido por todo su cuerpo, Eduardo logró llegar
hasta su enemigo, y ambos quedaron frente a frente:
- ¡¡Este es tu fin, Alejandro!!- gritó
el chico, que luego añadió alzando la voz, furioso- ¡¡Remate final!!
Y con esas últimas palabras, atravesó
de lleno al mago oscuro con la llave espada envuelta en luz sagrada, directo al
corazón.
Aquel ataque acabó por fin con la vida
del líder de la organización Muerte.
En aquel momento todo el caos que
reinaba en la azotea de los tres rascacielos cesó de repente, como la calma
tras la tempestad. Viendo que Ifrit ya no tenía a nadie a quién proteger, el
guardián de la fuerza se vio envuelto en un haz de luz, que lo hizo desaparecer
y volver al interior de la esfera roja de su portador. Lo mismo hicieron
Quetzal y Shiva, al comprobar que ya no era necesario luchar.
Al mismo tiempo, los clones de sombra
de Alejandro se esfumaron devorados por la luz del día, y no volvieron a
aparecer. Jack y los demás, jadeando del cansancio, bajaron sus armas y
suspiraron, aliviados al saber que, por fin, el combate había terminado.
La llave espada de Eduardo también
dejó de brillar con la luz dorada, y el chico separó su arma del cuerpo de
Alejandro, mientras su misteriosa aura roja también se desvanecía, y volvía a
ser el que era.
El chico retrocedió unos pasos de su
enemigo, jadeando y respirando con dificultad, hasta que los demás corrieron a
reunirse con él. A pesar de que todos estaban gravemente heridos, enseguida se
pusieron de nuevo en guardia, al ver que el líder de la organización Muerte aún
podía mantenerse en pie:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Erika,
perpleja y sorprendida- ¡¡Después de todo el daño que ha recibido…!! ¿¡Todavía
sigue vivo!?
El resto del grupo sintió un horrible
y terrorífico escalofrío en todo el cuerpo, desde el mismo instante en que
Alejandro levantó la vista y los miró directamente a la cara. El mago oscuro se
reía diabólicamente mientras le salían espumarajos de sangre negra por la boca.
No parecía importarle en absoluto la gravedad de sus heridas, cuyas hemorragias
estaban formando un charco negro a su alrededor.
Sus nuevos y brillantes ojos rojos,
además de su nueva e imponente voz de ultratumba, hizo helar en un solo segundo
la sangre de todos los presentes. Estaba claro que aquella nueva y siniestra
voz no era la de Alejandro:
- Estúpidos humanos… ¿de verdad
creéis…que esto…se acaba aquí?
Bastaba con verlo para saber que
estaba en las últimas. Cayó de rodillas al suelo y apoyando las manos, al
tiempo que se desangraba. No dejaba de mirarlos en ningún momento con su
sonrisa diabólica. Miró por última vez a Eduardo mientras decía, alegre y
satisfecho:
- Habéis condenado a Limaria…para siempre.
Aquello fue lo único que dijo
Alejandro, antes de exhalar su último soplo de vida y desplomarse en el suelo,
completamente muerto.
Todos los miembros del grupo bajaron
sus armas, y suspiraron aliviados al comprobar que, por fin, el combate había
acabado. Sin embargo, justo en ese momento ocurrió algo escalofriantemente
extraño y terrorífico, y que dejó sorprendidos y aterrados al equipo entero de
rescate:
- No…No puede ser…- dijo Jack, pálido
y con la boca abierta- A…Alejandro está…
En efecto, lo que estaban viendo no
era algo normal, y la horrible visión ante sus ojos hizo que les recorriera un
siniestro escalofrío por la espalda. El cuerpo del mago oscuro comenzó a
pudrirse rápidamente hasta quedar en el esqueleto humano.
Todos observaron, horrorizados, el
desagradable proceso de descomposición de los restos materiales de su enemigo,
mientras se les revolvía el estómago. No entendían cómo un cadáver recién
muerto podía pudrirse tan rápido, cuando normalmente los muertos tardaban
varios días en hacerlo.
Tras varios segundos de traumática y
aterradora visión, finalmente quedaron los huesos que componían el esqueleto
humano de Alejandro, y su majestuosa ropa manchada de sangre negra se la llevó
el viento.
El grupo entero imaginó que todo había
terminado, y tras observar el esqueleto del que fue el mago oscuro, decidieron
no permanecer más tiempo en aquel siniestro lugar. Rex se acercó con precaución
al cadáver de Alejandro, y con bastante asco y casi a punto de vomitar, recogió
la esfera de invocación de Ifrit, que permanecía intacta. Con aquel poderoso
G.F. ya sumaban tres invocaciones al equipo.
Jack y Cristal aprovecharon el momento
para cargar al inconsciente y malherido Ray, que necesitaba urgentemente la
atención de objetos y magia curativa. Después de todo lo que había hecho el
chico de negro por ellos, no estaban dispuestos a abandonarlo a su suerte, y ya
lo consideraban un miembro más del grupo y de la familia.
Entretanto, Valor Alado ya había aterrizado
en la azotea de otro de los rascacielos, y los estaba esperando un poco más
lejos. El grupo dio media vuelta en dirección a la aeronave, y caminaron
lentamente hacia su vehículo aéreo, para escapar del lugar.
Sin embargo, una nueva y terrorífica
sorpresa hizo acto de presencia.
Mientras caminaban de vuelta a la
nave, Eduardo se detuvo de repente en seco, al recorrerle un espeluznante
escalofrío por la espalda. Un mal presentimiento le hizo dar media vuelta, y
cuando sus ojos contemplaron lo que vieron, el rostro del joven adquirió
repentinamente un semblante pálido, como si hubiera visto un fantasma:
- ¿Eduardo, qué pasa?- preguntó Rex,
al notar que su amigo se había quedado atrás- ¿qué es lo que…?
El perro también se quedó sin palabras
al levantar la vista al cielo, y los demás no tardaron en darse cuenta de la
situación. Absolutamente todos palidecieron de repente y perdieron el color del
rostro, cuando observaron lo que estaban viendo con sus propios ojos, y mientras
sentían cómo temblaba cada fibra y cada célula de su ser.
La sangre negra alrededor del
esqueleto de Alejandro se había evaporado, y una colosal nube negra cubría el
cielo de los tres rascacielos, que se expandía lentamente por toda la ciudad de
Vildenor.
Por alguna extraña razón sentían que
una gigantesca entidad divina los observaba mientras sonreía diabólicamente,
como si fueran diminutas hormigas en la palma de su mano. Aunque no fuera
alguien tangible de su mundo, sin duda todos sabían que algo los estaba
observando, a través de la nube negra. Jamás habían sentido tanto miedo en toda
su vida:
- ¿¡Qué…qué es…esa cosa!?- exclamó
Erika, aterrada y asustada.
- ¡¡No…no lo sé, pero no me gusta
nada!!- respondió Cristal, también asustada.
- ¡¡Este lugar ya no es seguro…!!-
afirmó Eduardo, horrorizado y con el corazón entre dos latidos- ¡¡Tenemos que
irnos de aquí enseguida!!
Todos los demás le hicieron caso y
corrieron rápidamente hasta la aeronave, que cerró las puertas tras ellos y
despegó a toda velocidad, como si la propia muerte los acechara en cualquier
momento.
Eduardo temblaba tanto de miedo que
sentía que aquel sitio se había convertido en un lugar maldito, y que con la
muerte de su mayor enemigo Alejandro habían abierto la mismísima y terrorífica
Caja de Pandora, con todas sus consecuencias.
Valor Alado se alejó con sus
tripulantes a bordo, a toda velocidad hacia el oeste, lo más lejos posible de
aquella extraña presencia venida del más allá.
Mientras tanto, muy lejos de allí,
Mirto se encontraba tranquilo en el templo sagrado, contemplando la luz del
ocaso y el anochecer en el horizonte. Cuando cayó el último rayo del sol, un
escalofrío recorrió de repente su cuerpo y su alma. El vaso de agua que llevaba
en la mano se cayó al suelo y rompió en mil pedazos, con todos los cristales
esparcidos a su alrededor.
El anciano sintió de repente un fuerte
dolor en su cuerpo, y se llevó una mano a la enorme cicatriz que tenía en su
pecho, mientras temblaba. Había perdido el color del rostro, como si hubiera
visto un fantasma. Con la cara pálida y la boca y los ojos muy abiertos, dijo
para sí mismo, asustado y horrorizado:
- No…no puede ser…- afirmó el primer
elegido de la llave espada, pálido y atónito- ese monstruo…ha vuelto.
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