domingo, 7 de abril de 2013

Capítulo 40: Lucha de Titanes


Capítulo XL
LUCHA DE TITANES
El ascensor finalmente había llegado al último piso. Las puertas se abrieron y la brillante luz del exterior cegó sus ojos durante unos segundos, hasta que se adaptó a la claridad del día. Dudó por un momento antes de dar un paso, pero los sacerdotes que la acompañaban la obligaron a caminar.
Ya fuera, la chica se sorprendió al comprobar que se encontraban en la azotea de una serie de tres rascacielos, conectados por puentes entre sí. En ese instante supo dónde estaba: en la azotea de los tres edificios, justo en la mismísima morada del mago legendario. A aquellas alturas se podía contemplar perfectamente toda la ciudad de Vildenor y sus fronteras. Su sensación de vértigo aumentaba por momentos.
Los sacerdotes que la rodeaban la detuvieron en seco, en señal de espera. Todos fijaron sus miradas en la azotea del edificio contiguo, cuyo ascensor abría sus puertas. La joven ahogó un grito de exclamación al ver salir por ellas a Alejandro, vestido con un majestuoso traje de ceremonia, y acompañado por el mismo número de sacerdotes que tenía ella. El mago oscuro la miró a lo lejos, directo a sus ojos, y sonrió con una falsa felicidad que la chica conocía muy bien.
En ese momento los sacerdotes la obligaron a reanudar la marcha y Erika siguió caminando lentamente hacia delante. Lo mismo hicieron Alejandro y los sacerdotes que lo acompañaban. Mientras ambos grupos cruzaban los respectivos puentes que los unirían en un tercer edificio, en cuya azotea se encontraba el altar, la chica bajó la cabeza y ocultó su mirada triste en el semblante deprimido de su rostro.

Momentos después, el novio y la novia se reunieron al final del puente, y los sacerdotes se colocaron en fila por los dos lados de la azotea. Ambos empezaron a caminar de nuevo hacia el altar, donde tras éste esperaba el sumo sacerdote, vestido con atuendos dignos para la ocasión. Todo andaba sobre ruedas, tal y como lo tendría organizado una boda normal.
Sin embargo, mientras subían las escaleras, ocurrió algo que no estaba planeado en la ceremonia. Alejandro se detuvo en seco a mitad de camino, dio media vuelta y levantó la mirada al cielo, sorprendido. Erika y todos los allí presentes hicieron lo mismo, perplejos.
Se oía un extraño ruido de maquinaria, motor y hélices en la lejanía, que se aproximaba cada vez más y desconcertaba a todos los sacerdotes. A aquellas alturas, lejos del núcleo urbano, nadie se explicaba qué hacía un vehículo a motor a más de quinientos metros del suelo. Aquel ruido rompía todos los esquemas de la boda y ponía de los nervios al personal entero de religiosos que colaboraban en la ceremonia:
- ¿Qué…qué es eso?- preguntó el sumo sacerdote, confuso.

De repente de entre las nubes apareció Valor Alado, rugiendo sus motores y horrorizando al resto de monjes, que no pudieron evitar gritar de terror ante aquella inesperada sorpresa. La enorme aeronave se dirigía directamente hacia ellos a gran velocidad, mientras Alejandro y los demás no daban crédito a lo que veían. Les parecía imposible que aquello estuviera pasando, que tuvieran tan sorprendente e inesperada aparición ante sus ojos:
- ¡¡Mi señor!! ¿¡No es ésa su nave privada!?- exclamó uno de los sacerdotes, atónito y confuso- ¿¡Qué hace aquí!?
- No…no lo sé…- respondió el mago, todavía tratando de asimilar lo que veía- no he ordenado que la muevan de su recinto…no entiendo qué es lo que…
Calló de repente y se quedó pálido y perplejo cuando sintió algo que sólo él y otras pocas personas podían notar. Reconoció al instante una pequeña frecuencia de aura casi nítida, que resonaba tan débil y baja en altura que no pudo percibir hasta ese momento. Sabía de quién era y que procedía de la nave.
Cambió radicalmente la expresión del rostro de sorpresa y perplejidad a furia y enfado, mientras apretaba los puños con fuerza. Frunció a regañadientes diciendo:
- No puede ser…todavía sigue vivo…han vuelto por ella…
En ese momento el Alejandro amable y bondadoso que todos conocían se convirtió en otro tipo de persona, completamente diferente. El mago legendario adquirió un semblante furioso y gritó con ira, dirigiéndose a los religiosos:
- ¡¡Disparad, abrid fuego al objetivo!!

Todos los sacerdotes sacaron sus metralletas y armas de fuego ocultas bajo la túnica, y comenzaron a disparar con toda la artillería disponible a la nave que se aproximaba. Mientras se efectuaba el ataque al vehículo invasor, Alejandro agarró con fuerza del brazo a Erika y la obligó a seguirlo con violencia. Ambos corrieron entre disparos y la lluvia de balas hacia el altar.

El duro ataque que recibía Valor Alado lo obligaba a disminuir la velocidad. Alana se esforzaba todo lo que podía en el puesto de mandos para mantener la nave lo más cerca posible de uno de los edificios sin llegar a chocar:
- ¡¡Hay que ver!!- exclamó la pelirroja, desenvolviéndose con los controles- ¡¡y luego la iglesia prohíbe el uso de armas de fuego!!
Calculó el momento exacto y la piloto pulsó un botón del panel, que hizo abrir la puerta principal. A pesar de una ligera colisión de la aeronave con la pared de uno de los edificios, la piloto aprovechó el momento para darles a sus amigos la señal:
- ¡¡Chicos, ahora!!- gritó, mediante su voz amplificada por un megáfono.
Eduardo y los demás ya se encontraban justo en la entrada principal, armados y preparados para la acción. A la señal de Alana, y aprovechando la colisión con el objetivo, todos saltaron de la nave y cayeron en la azotea de uno de los edificios contiguos al altar. Junto a ellos se unió Ray, que ya sabía era inútil tratar de ocultar la frecuencia de su aura, y eral el momento de pasar a la acción.
Con los tripulantes ya en territorio enemigo, Valor Alado se alejó del edificio y comenzó a volar alrededor de los tres rascacielos, esperando el momento de la huida. Alana sabía que había cumplido su trabajo, y que el resto dependía de los demás. A partir de ahora solo podía esperar a que terminara la batalla, para luego ella recogerlos de nuevo con la nave y huir muy lejos de allí.
No se imaginaba que iba a ser testigo de un peligroso combate a nivel titánico, y que Valor Alado debía alejarse para salvar la vida.

Ya en territorio enemigo, y sin contar con la protección de la aeronave, Rex alertó a sus amigos exclamando:
- ¡¡Cuidado, ahí vienen!!
Y, en efecto, cuando volvieron la vista al frente, un numeroso grupo de sacerdotes corrían hacia ellos, armados con pistolas y metralletas. Estaba claro que no se acercaban con buenas intenciones:
- ¡¡Poneos detrás de mí!!- ordenó Jack.
Los demás no dudaron en hacerle caso, y dieron las gracias por ello. El mago consiguió conjurar rápidamente un escudo mágico de protección, que los envolvió a todos e hizo rebotar los cientos de balas por segundo que los atacaban. Mientras permanecían en el interior y la barrera mágica resistía los disparos, Cristal supo que le había llegado su turno:
- ¡¡Me toca a mí!!- exclamó la chica con coletas.
La princesa salió del interior del escudo, corrió a una velocidad vertiginosa, esquivando la lluvia de balas hasta los sacerdotes, que se sorprendieron con la increíble rapidez de Cristal. Antes de que se dieran cuenta, la ladrona ya los había desarmado y tirado sus pistolas al vacío, dejándolos completamente indefensos:
- ¡¡Venga, a repartir paliza!!- gritó la princesa a sus amigos- ¡¡esto es la guerra!!
Jack deshizo el escudo mágico y en ese momento todos se lanzaron al ataque, dispuestos a luchar con cualquiera que se pusiera en su camino. La furia y la decisión en sus miradas delataban que no pensaban retroceder ni echarse atrás en el combate:
- ¡¡Atacad todos!!- gritó el mago- ¡¡sobretodo no bajéis la guardia!!

En el mismo momento en que el grupo entero echó a correr por el puente hacia el edificio del altar se desencadenó una feroz batalla entre éstos y los sacerdotes. En realidad los monjes llevaban más armas bajo la túnica, y aquella vez se armaron con espadas cortas para abatirlos:
- ¡¡No llegaréis hasta su majestad Alejandro!!- dijo uno de ellos.
- ¡¡Antes tendréis que pasar por encima de nosotros!!- exclamó otro.
Sin embargo, la voluntad de sus palabras resultó ser mediocre en comparación con sus habilidades físicas, que de un simple ataque mágico de Jack los dejó fuera de combate enseguida. No resultaban ser enemigos muy peligrosos y era muy fácil acabar con ellos.
Cuando terminaron de debilitar al primer grupo de sacerdotes, Cristal alzó la mirada al frente. Su objetivo se estaba alejando, huyendo con Erika y corriendo a toda velocidad. Para llegar hasta Alejandro y su amiga antes tendrían que abatir a todos los monjes armados que los separaban por el camino:
- ¡¡Allí, al fondo!!- señaló la princesa- ¡¡vamos tras ellos!!

Finalmente los novios llegaron al altar. Alejandro miró atrás y contempló frustrado que Eduardo y los demás se dirigían hacia ellos, arrasando con los sacerdotes que les salían al paso y corriendo a gran velocidad. Sabía que a ese ritmo no tardarían en llegar al altar:
- ¡¡Cásenos ahora mismo, rápido!!- ordenó el mago oscuro al sumo sacerdote.
- ¡¡En…enseguida, mi señor!!- obedeció este último.
- ¡¡Suéltame, bastardo!!- gritaba Erika, forcejeando y tratando de resistirse- ¡¡nunca me casaré contigo!!
Viendo que no podía controlar a la chica, el mago legendario acabó perdiendo la paciencia. Alejandro, enfurecido, le soltó un tortazo a la novia en toda la cara, la agarró con una de sus frías manos por el cuello y le dijo seriamente:
- ¡¡Ya basta de tonterías…te casarás conmigo te guste o no!! ¿¡Entendido!?
Después de aquello, y viendo que la joven palideció de terror al ver a la mismísima muerte reflejada en los ojos del mago oscuro, asintió débilmente con la cabeza. Algo que nunca antes había visto en la mirada de Alejandro la hizo temblar de miedo y ahogar un grito de terror, como si hubiera visto un fantasma.

Ambos miraron de nuevo al sumo sacerdote, en silencio, y éste dio comienzo con la ceremonia. El choque metálico de aceros entre espadas, los disparos de las armas de fuego y los gritos de guerra de Jack y los demás arrasando con los enemigos a su paso, conformaban los sonidos a espaldas de los novios, mientras se casaban:
- Alejandro, ¿aceptas a Erika como legítima esposa, para amarla y cuidarla, en la salud y en el amor, hasta que la muerte os separe?
- ¡¡Sí, acepto!!- respondió el mago oscuro.

Eduardo corría todo lo rápido que le permitían sus ligeras piernas, con todas sus fuerzas. Iba blandiendo su llave espada y atacando a todos los sacerdotes que intentaban detenerles el paso. Bajo la mirada firme y la expresión decidida de su rostro se ocultaba su alma insegura. Temía que no llegara a tiempo:
- ¡¡Fuera de mi camino!!- gritaba el chico de rojo, furioso, mientras se abría paso entre los grupos de enemigos a toda velocidad.

El sumo sacerdote se dirigió entonces a la novia diciendo:
- Erika, ¿aceptas a Alejandro como legítimo esposo, para amarlo y cuidarlo, en la salud y en el amor, hasta que la muerte os separe?
La joven dudó por unos segundos antes de hablar. El mago oscuro la oprimió enseguida en el estómago con una de sus garras invisibles, que le hizo daño y la obligó a decir:
- S…si…

El chico de rojo seguía corriendo y aumentó más la velocidad, llegando incluso a alejarse del grupo, que se quedaba atrás. Cristal y los demás contemplaron horrorizados cómo su compañero los dejaba atrás y se adentraba sólo entre la multitud de sacerdotes armados, sin importarle el peligro que ello suponía:
- ¡¡Eduardo, espera!!- gritó Rex- ¡¡no lo hagas!!
El joven no hizo caso a la voz del perro. Estaba cegado por la furia y la desesperación. Ya ni siquiera atacaba sino que esquivaba a sus enemigos y avanzaba rápidamente, en una carrera contrarreloj para llegar al altar, antes de que la pareja sellara el compromiso de matrimonio. En aquellos momentos no le importaba nada más que lo que le esperaba más adelante:
- Con el poder que me ha sido otorgado…- dijo el sumo sacerdote- yo os declaro marido y…
- ¡¡NOOO!!- gritó Eduardo de repente, alzando la voz.

La aparición del joven en escena interrumpió el proceso de la ceremonia. Tanto el sumo sacerdote como Alejandro y Erika se dieron la vuelta, perplejos. La rabia y la frustración reflejada en el rostro del mago oscuro contrastaban con la mirada sorprendida de la chica, que no podía creer lo que veía. Tenía ante ella a la persona que no imaginaba ver allí:
- Edu, tú…
El chico respiraba entrecortadamente, jadeando, y tenía varios rasguños por todo su cuerpo debido a los numerosos combates contra los sacerdotes armados. Su rostro mostraba claramente cansancio y agotamiento:
- He…llegado…- pronunció él, jadeando- justo…a tiempo…
El joven se sorprendió bastante al mirar a Erika y fijarse en el bonito vestido blanco de novia que llevaba puesto. Durante todos los tantos años que llevaba enamorado de ella nunca se la imaginó de aquella manera, frente al altar. Ver ahora a su amiga de la infancia vestida de novia le resultaba extraño, pero a la vez increíble.
Puede que quizá no fuera la novia más guapa del mundo, pero en aquel momento para él, era sencillamente preciosa, aunque en el exterior no lo demostrara.

Jack y los demás no tardaron en llegar junto a Eduardo, mientras los sacerdotes restantes los rodeaban, armados. El grupo entero se vio obligado a bajar las armas, ya que tenían más de veinte pistolas y metralletas apuntando hacia ellos.
Estaban rodeados y claramente en desventaja, frente a las escaleras del altar:
- ¡¡Qué vergüenza!!- exclamó Cristal, frunciendo el ceño- ¡¡hasta la iglesia está aliada con la organización Muerte!!
Uno de los sacerdotes que los apuntaba con un arma de fuego rió y dijo:
- Recibimos dinero a cambio de hacer creer a la gente en dioses falsos que no existen…todo un lujo de vida a cambio de discursos diarios de fe y esperanzas falsas, ¿qué más se puede pedir?
Jack pareció enfadarse con aquel comentario. Llevaba toda su vida creyendo en los dioses de Limaria, y escuchar ahora que todo era mentira le resultaba impensable:
- ¡¡Malditos!! ¿¡Cómo podéis jugar de esa manera con los sentimientos y la fe ciega de cientos de millones de personas!?
El resto de los religiosos se echaron a reír maliciosamente, desconcertando a Eduardo y los demás. No les gustaba nada lo que quería decir esa risa macabra y sádica:
- Todavía no lo entiendes…- dijo otro de los sacerdotes, con una sonrisa maléfica- nosotros también creemos en un dios, el único real y verdadero, que nos proporcionará la inmortalidad absoluta…y una nueva vida.
- ¿¡Qué quieres decir!?- preguntó Cristal, desafiante.
El sacerdote rió con malicia y, tras unos segundos de profunda tensión e intriga que se palpaba en el ambiente, finalmente respondió:
- Tenéis ante vosotros al futuro dios y señor del nuevo mundo…Alejandro.

Aquellas últimas palabras dejaron sin habla y con la boca abierta a todos los miembros del grupo, que palidecieron de tal forma que incluso perdieron el color del rostro. Nunca habían imaginado que alguien estuviera tan loco como para creerse un dios, pero es que Alejandro rozaba el borde de la locura.
Fue entonces cuando pensaron que el mago legendario realmente estaba loco y que el complejo de ser dios se le había subido demasiado a la cabeza.
Enseguida dirigieron sus miradas al altar, atónitas y perplejas. Allí, el mago oscuro sonreía diabólicamente, mostrando su verdadera cara:
- ¡¡Desgraciado!!- exclamó Rex, firme y decidido- ¿¡Cómo te atreves a compararte con un dios!?
Alejandro tardó un poco en responder, mientras reía y sonreía con malicia. Lo que dijo a continuación dejó claro a todos la gravedad de locura que invadía al líder de la organización Muerte:
- Soy el primero en descubrir el secreto que ha permanecido oculto durante siglos de historia, y por el que la humanidad ha investigado durante milenios…el secreto de la vida eterna.

- ¿¡La vida eterna!?- exclamó Eduardo, atónito- ¡¡estás loco, no se puede ser inmortal!!
- Eso es lo que vosotros, ingenuos humanos, lleváis creyendo desde el principio de los tiempos…y habéis creído en ello a lo largo de toda vuestra realidad…- explicó Alejandro, con una sonrisa malvada- sin embargo, ahora yo conozco la forma de alcanzar la vida eterna…soy el primer ser humano inmortal, el elegido designado que cambiará por completo la existencia de todo cuanto conocemos, y el encargado de purificar este patético y contaminado mundo en el que vivimos…- luego añadió, sin dejar de sonreír maléficamente- soy el mesías que cambiará este mundo para siempre…y eso me convierte en un dios todopoderoso.
El chico de negro intervino en ese momento, para contradecir la voluntad de su padre. Alzó la voz diciendo, con firmeza:
- ¡¡Lo que eres es un asesino!!- exclamó Ray- ¡¡experimentas con vidas humanas sin importar que mueran!!
El mago oscuro miró a su hijo con indiferencia, mientras decía:
- Eres mucho más débil de lo que imaginaba, Ray…debí suponer hace tiempo que no eras apto para convertirte en el príncipe del mal…- y sonrió diciendo- dime, ¿todavía no reconsideras ser un miembro más del nuevo mundo?
- ¡¡Antes muerto!!- respondió firme y seriamente Ray- ¡¡no pienso volver!!

Y fue entonces cuando Cristal intervino, seria, decidida y segura de sí misma:
- ¡¡Hemos venido para llevarnos a Erika!!
El mago oscuro rió maliciosamente y luego respondió, sonriendo con calma:
- Llegáis tarde. La elegida y yo ya estamos casados.
Hablaba  con tanta calma y tranquilidad que parecía tener todo bajo control. No parecía preocuparle nada, y eso ponía cada vez más nerviosos a todos los miembros del grupo:
- ¡¡Mentira!!- exclamó Jack, seguro de sí mismo- ¡¡todavía no habéis sellado el compromiso con un beso!!
- Cierto, se me olvidaba…- sonrió Alejandro, girándose a la chica.
En ese momento Erika se alejó unos pasos e hizo aparecer la vara mágica en sus manos, en posición de ataque. Su rostro reflejaba claramente enfado y rebeldía:
- No pienso hacerlo- dijo la chica, desafiante.
A un gesto con la cabeza del mago oscuro, los sacerdotes apuntaron mucho más cerca con sus armas al grupo de rescate, y la joven se dio cuenta de que sus compañeros corrían peligro:
- Erika, siento decirte esto, pero…tus amigos están al borde la muerte…- dijo Alejandro, sonriente- yo que tú me lo pensaría dos veces…sus vidas están en tus manos…y sabes que sólo una respuesta puede salvarlos.
La chica vestida de novia perdió de repente la expresión de furia de la cara, y en su lugar adquirió un semblante pálido y asustado. Bastaba ver que la vara mágica temblaba en sus manos para saber que estaba confusa y no sabía qué hacer:
- ¡¡Erika, no lo dudes y atácale!!- gritó Cristal, tratando de animarla.

El silencio se apoderó del ambiente, y en un solo instante la atmósfera del lugar se llenó de tensión, intriga y suspense. Nadie de los allí presentes pronunció una sola palabra, y todas las miradas estaban directamente enfocadas a la novia de blanco. Todos esperaban ansiosos la respuesta de Erika.
Tras varios segundos de profunda tensión y sin saber qué pasaría, la chica finalmente hizo desaparecer su arma, y para sorpresa de todos dijo claramente:
- Está bien, pero prométeme que no les harás daño.
Jack y los demás palidecieron de repente, sorprendidos por la respuesta de su amiga. No podían creer que aceptara, no querían creerlo. La joven lo había hecho para salvarlos, aún sabiendo que no debía fiarse de su enemigo.
El mago oscuro sonrió, satisfecho por la decisión de la chica, mientras decía:
- Lo prometo.
- ¡¡ERIKA, NOOO!!- gritó Eduardo, asustado y preocupado.

El chico trató de acercarse al altar junto a ellos pero los sacerdotes lo mantuvieron a raya, apuntándolo con sus armas.
Lo que vio a continuación le encogió el corazón de tal manera que por un momento creyó que ya no palpitaba. Tan solo podía escuchar su corazón entre dos débiles latidos.
Jack y los demás contemplaron horrorizados y con sus propios ojos cómo Alejandro se acercó a la chica y la besó en los labios, sellando de manera oficial la ceremonia de boda. Ambos cerraron los ojos mientras se besaban, pero a diferencia del mago oscuro, que parecía disfrutar del momento, Erika contenía claramente la rabia y la frustración que sentía por dentro. La joven apretaba los puños con fuerza, al mismo tiempo que las lágrimas caían por sus mejillas.
Eduardo podía ver el enfado que sentía su amiga, y al verla de aquella forma, sometida a su enemigo, no podía evitar sentir un profundo dolor en el pecho que lo torturaba. Su odio y rabia hacia el mago legendario empezaron a crecer rápidamente en su interior, y la sangre comenzó a hervirle de tal manera que agarró con fuerza su llave espada y apretó los dientes, frunciendo el ceño.

Segundos después Alejandro soltó a la chica, y mirando a Eduardo y los demás, sonrió maléficamente diciendo:
- Matadlos.
Aquella orden destrozó por completo a la chica de blanco, que de repente perdió el color del rostro y palideció temblando:
- ¡¡NOOO!!- gritó Erika, asustada y preocupada.

Los sacerdotes dispararon en ese momento al equipo de rescate, a la vez que Cristal usó una bomba de humo, que envolvió a ella y a sus amigos en una densa humareda. La lluvia de balas duró varios segundos de ataque, que a Erika se le hicieron eternos y dolorosos.
Tras la primera ronda, los sacerdotes pararon de repente y esperaron. El líder de la organización Muerte alzó la mano en señal de paro, y sus súbditos obedecieron la orden. Decidieron esperar durante los siguientes segundos de silencio, a la espera de que se disipara la humareda y comprobar qué es lo que había pasado.

La sonrisa de Alejandro se borró de su cara en un instante, al ver salir de repente a Eduardo  de entre el humo, empuñando firmemente su llave espada y a una velocidad increíble.
Acababa de dar un enorme salto desde su posición, atravesó las escaleras sin pisarlas y llegó directo hasta el mago oscuro, encontrándose cara a cara con él. En el rostro del joven se reflejaba toda la furia y la rabia contenida, que iba a descargar sobre el hombre que había hecho daño a su amiga:
- ¡¡Chúpate ésta, desgraciado!!- gritó Eduardo, furioso.
La ofensiva inesperada del chico había pillado por sorpresa a Alejandro, y el joven se aprovechó de ella para golpearle rápidamente un puñetazo certero que le dio en toda la cara. La potencia del puñetazo envió al mago oscuro tras el altar y cayó al suelo, escupiendo sangre.

Junto a Eduardo todos sus amigos salieron de la humareda, que atacaron por sorpresa a los sacerdotes y empezó de esa manera un nuevo combate entre éstos y Jack y los demás:
- ¡¡Al ataque!!- gritó la princesa, con un grito de furia- ¡¡esto es la guerra!!

Mientras la batalla campal se desarrollaba entre sus amigos y los sacerdotes corrompidos, Erika miró al joven que tenía a su lado, completamente perpleja y sorprendida. No podía creer que estuviera allí con ella:
- Edu… ¿por qué…?
El chico la miró, sin mostrar ninguna expresión. En ese momento ambos volvieron la vista atrás, y comprobaron aliviados que sus amigos se habían librado de los sacerdotes sin ningún problema. Después de todo no eran rivales poderosos.
Sin embargo, el verdadero enemigo se encontraba aún detrás del altar, y dudaban mucho de que el combate hubiera terminado.
Eduardo volvió la vista a su amiga, al mismo tiempo que ella le dirigía su mirada. Los dos se miraban fijamente a los ojos mientras él decía:
- Hemos vuelto…por ti.

Una sonrisa pareció reflejarse en el rostro de la chica. Iba a decir algo cuando de repente una garra de oscuridad golpeó brutalmente a Eduardo por sorpresa y lo lanzó por los aires, cayendo un poco más lejos de su posición:
- ¡¡Edu!!- gritó la joven de blanco.
Antes de que pudiera hacer nada, otra garra oscura golpeó a Erika y la hizo rodar escaleras abajo frente al altar, mientras Jack y los demás veían cómo Alejandro se levantaba poco a poco del suelo:
- ¡¡Erika!!- exclamaron sus amigos, preocupados.
- Estúpidos humanos, ¿de verdad pensabais que esto se había acabado?- dijo el mago oscuro, ya en pie- todavía no conocéis el alcance de mi poder…
El resto de los miembros del grupo decidieron actuar rápidamente y adelantarse al ataque del enemigo. Debían anticiparse y tomar la iniciativa todo lo que pudieran:
- ¡¡Vamos a por él!!- exclamó el perro, decidido.
Jack, Rex, Cristal y Ray asintieron con la cabeza y corrieron armados hacia Alejandro para atacarle. El mago oscuro vio venir la amenaza desde lejos, y sin pronunciar palabra hizo que aparecieran de repente otras cuatro garras de oscuridad provenientes de su cuerpo.
Cada una de las nuevas extremidades de Alejandro atacó a un miembro del equipo, que lo hirió y lanzó un poco más lejos, en diferentes direcciones. Todos acabaron sucumbiendo a la tremenda fuerza de las garras oscuras, y la joven vestida de novia pudo verlo todo, asustada y preocupada:
- ¡¡Chicos, no!!- gritó Erika, al ver a sus amigos volando por los aires y cayendo heridos en el suelo.
En ese momento Alejandro estiró sus brazos y dijo sonriendo maléficamente:
- Dejad que os muestre…el poder del dios del nuevo mundo…

Lo que vieron todos a continuación, cuando se pusieron en pie, los dejó completamente pálidos y sin habla, con la boca abierta. No podían creer lo que veían.
Cuatro sombras idénticas al mago oscuro surgieron del suelo, cada una frente a Jack, Cristal, Rex y Ray. Éstos últimos se quedaron horrorizados al verlas:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó Jack, retrocediendo unos pasos mientras se ponía en guardia con su arma.
- De esta forma equilibramos la balanza- sonrió Alejandro, que luego ordenó a sus clones de sombra gritando- ¡¡Atacad, mis sombras!!

Fue así como dio comienzo una serie de encarnizadas batallas, cada uno en solitario, contra una sombra del mago oscuro. Las sombras poseían las mismas habilidades y características de su creador, las cuales pusieron en graves aprietos a los miembros del grupo. Si luchar contra un Alejandro todos juntos ya de por sí era difícil, aquello supuso un duro y peligroso reto para cada uno de ellos.

Cristal se encontraba en apuros, al igual que sus amigos Rex, Jack y Ray. Debido a la rapidez e insistencia del enemigo, no hacía más que esquivar las garras oscuras de su oponente sombra y bloquear los ataques y magias que recibía. Tenía una reciente herida en el torso de la que brotaba sangre y le reducía su agilidad:
- ¡¡Joder, para ser una sombra es igual de fuerte que el original!!- se quejó Cristal, jadeando del cansancio- ¡¡no sé si podré con él…!!
Tras esquivar el ataque consecutivo y encadenado de una garra oscura dando saltos y volteretas, la princesa realizó una finta rápida que rodeó a su oponente y la colocó justo a su espalda. En ese momento encontró una oportunidad única para atacar, que pilló desprevenida a la sombra:
- ¡¡Ahora!!- dijo la chica con coletas.
Enlazó rápidamente la magia Hielo a su arma, que la convirtió en una letal estrella ninja congelada, y corrió con un grito de furia a atacar al enemigo:
- ¡¡A ver qué te parece esto, maldito!!- gritó la ladrona, furiosa.
Tal y como esperaba, el filo congelado de su arma atravesó y partió a la mitad la sombra, que se desvaneció al instante como si un hálito de luz la devorara.
La princesa suspiró, aliviada, ya que creía haber acabado por fin con su enemigo. Sin embargo, palideció de repente al ver frente a ella la sombra recomponerse de nuevo, intacta:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Cristal, horrorizada- ¿¡se regenera continuamente!?
Antes de que pudiera reaccionar si quiera, una nueva garra oscura la empujó e inmovilizó en el suelo, mientras las otras le desgarraban la piel sin piedad.

Eduardo y Erika se levantaron, mientras oían los gritos de dolor de sus amigos. Al observar el curso de los combates, enseguida se dieron cuenta de que sus compañeros estaban en clara desventaja. Luchar en solitario contra un Alejandro sombra suponía un difícil reto para el que ni siquiera ellos estaban preparados.
Se fijaron en que todos habían eliminado a su oponente sombra en más de una ocasión, y durante unos breves segundos de tiempo parecía que habían ganado el combate. Sin embargo, éstas reaparecían nuevamente intactas, una y otra vez de manera infinita, mientras Jack y los demás agotaban inútilmente sus fuerzas y reservas de magia.
Sabían que a ese ritmo sus amigos no aguantarían mucho tiempo más, ya que los clones de Alejandro los herían gravemente con cada ataque, y era cuestión de tiempo que murieran bajo los ataques mágicos y las garras oscuras de los clones de sombra:
- ¿¡Por qué…por qué no desaparecen las copias de Alejandro!?- preguntó Eduardo, perplejo y sorprendido.
De los dos fue Erika la que finalmente se dio cuenta de lo que pasaba. Habló seriamente diciendo:
- Son sólo sombras…aunque reciban todo tipo de ataques, seguirán reapareciendo siempre…- explicó la chica, que luego afirmó con seguridad, girándose al mago oscuro-…a no ser que acabemos con el original.

En ese momento Alejandro avanzó unos pasos hacia ellos, lentamente. Ambos jóvenes ya sabían lo que tenían que hacer, y por eso hicieron aparecer mágicamente la llave espada y la vara mágica en sus manos, mientras se ponían en guardia.
Para acabar con los clones de sombra antes tenían que derrotar al mago oscuro original, y las vidas de sus amigos dependían únicamente de ellos:
- Por fin solos, elegidos de la profecía…- sonrió Alejandro maliciosamente- bueno, creo que ya podemos empezar nuestro esperado y, desde el principio, inevitable combate… ¿no creéis?
De repente y sin previo aviso, una extremidad oscura del mago se estiró y agarró a Erika por el cuello, pillándola por sorpresa. Acto seguido la alzó un breve instante en el aire y luego la tiró brutalmente al suelo, crujiendo éste mientras la chica escupía sangre y manchaba de rojo su vestido blanco de novia:
- ¡¡Erika!!- gritó Eduardo, preocupado.
Antes de que pudiera hacer nada, otra garra oscura golpeó y arañó al chico con una fuerza sobrehumana. El ataque le hirió gravemente el hombro izquierdo con sangre, lanzándolo por los aires y enviándolo un poco más lejos hasta caer herido:
- ¡¡Edu!!- gritó la chica desde el suelo, herida.
Alejandro siguió caminando a paso lento hacia ellos, mientras decía con calma y tranquilidad:
- He decidido mataros a los dos personalmente de una vez por todas, y así evitar que la profecía se cumpla.

Eduardo se levantó nuevamente, con esfuerzo. Le dolía mucho el hombro y le costaba mover su brazo izquierdo. Observó que Erika también se levantaba, a duras penas. Ambos estaban heridos:
- A ver… ¿por quién empiezo primero?- preguntó Alejandro, alternando con la vista a los dos jóvenes.
Tras unos segundos, pensativo, se fijó en la chica y sonrió diciendo:
- Empezaré por ti, querida.
El mago oscuro caminó hacia ella mientras Erika recogía su arma y se ponía en guardia, dispuesta a luchar. Eduardo corrió a atacarle con la llave espada, gritando:
- ¡¡No la toques, bastardo!!
Antes de que el filo de su arma lo alcanzara, una garra oscura bloqueó su ataque y otra le arañó de la misma forma que antes, enviándolo un poco más lejos.
Alejandro siguió caminando al frente, sin fijarse en el chico, mientras Erika retrocedía paso a paso, tratando de alejarse del enemigo. Llegó un momento en que la chica se detuvo en seco de repente, al sentir que uno de sus pies resquebrajó una roca que cayó al vacío infinito.
Al mirar atrás palideció cuando vio que se encontraba al filo de la azotea, justo en el borde:
- ¡¡Oh no!!- exclamó la joven vestida de blanco- ¡¡no hay salida, estoy atrapada!!
Volvió la vista al frente, apretando los puños y dientes. Alejandro seguía aproximándose lentamente a ella, a cada paso que daba, y era cuestión de segundos que una de sus garras oscuras la empujara y la tirara al vacío, donde le esperaba una muerte segura.

La chica no se lo pensó más y decidió atacar. Conjuró rápidamente un hechizo mágico ofensivo con la magia elemental correspondiente:
- ¡¡Hielo+!!
La media luna de la vara mágica brilló con un destello plateado, y de ella salieron disparados varios témpanos de hielo en dirección al enemigo. El mago oscuro pronunció rápidamente, antes de que le alcanzara el ataque:
- ¡¡Escudo!!
Una increíble barrera mágica se interpuso entre Alejandro y los témpanos, bloqueando estos últimos y dispersándolos por los alrededores, que destruyeron parte del decorado de la azotea.
La joven palideció con la boca abierta, al ver su ataque neutralizado con tanta facilidad. Sin duda las habilidades mágicas del mago legendario eran muy superiores a las de ella:
- Es inútil que te resistas, Erika…- dijo Alejandro, que seguía caminando lentamente hacia ella- ha llegado tu hora, despídete de este mundo.

Sin embargo, justo cuando una de las garras estuvo a punto de golpear a la chica, una bola de fuego invocada por la magia Piro explotó detrás del mago oscuro, que se protegió automáticamente con el hechizo Escudo activado. Alejandro se dio la vuelta, y de la nueva humareda surgió Eduardo con la llave espada en mano, desafiante:
- ¡¡Ni pienses que ya has acabado conmigo!!- gritó furioso el joven.
El chico se encontró de frente con la barrera mágica, pero aún así no se dio por vencido. Con un grito de furia, arremetió usando su arma y atacando con todas sus fuerzas, con la que sorprendentemente destrozó el escudo mágico.
Alejandro se sorprendió bastante al ver su magia rota, ya que era la primera vez que le pasaba, y exclamó atónito y perplejo:
- ¿¡Pero qué…!?
No pudo pronunciar más palabras, ya que el mago oscuro contempló en ese momento cómo la llave espada le atravesó parte del torso. Acto seguido Eduardo separó su arma ensangrentada del cuerpo del enemigo, y con un giro rápido de trescientos sesenta grados y un nuevo mandoble envió rápidamente a Alejandro un poco más lejos, rodando por el suelo.

El chico se dirigió a su compañera y la ayudó a ponerse en pie, tendiéndole la mano. La joven aceptó su ayuda volvió a levantarse.
Eduardo observó en ese momento su arma en la mano, y su rostro palideció de repente al ver la llave espada envuelta en sangre. Lo que le hacía temblar no era el hecho de haber herido a su enemigo, sino la extraña y escalofriante característica que tenía el líquido que corría por las venas del mago oscuro:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó el chico, completamente confuso y pálido- ¿¡Su sangre…es negra!?
- ¿¡Qué…qué significa esto!?- exclamó a su vez Erika, también perpleja.
Ambos jóvenes volvieron la vista en dirección al enemigo, y vieron asustados y horrorizados cómo Alejandro se levantaba del suelo, con una grave hemorragia en el torso. Sin embargo, el escalofrío y el miedo que sentían no se debía a eso, sino a la siniestra sonrisa diabólica dibujada en la cara del mago oscuro, que reía maliciosamente en voz baja.
No parecía importarle en absoluto su herida, y los dos creyeron por unos momentos que aquel hombre con majestuosa capa no podía ser humano:
- ¿Todavía no comprendéis…que el destino de Limaria…es acabar sumergido en las tinieblas?- dijo Alejandro, sin dejar de sonreír diabólicamente- ¿Qué esto es sólo…el principio del nuevo mundo?

Erika, furiosa y decidida, agarró con fuerza la vara mágica mientras decía:
- ¡¡Ya estoy harta!!- y conjuró un hechizo mágico ofensivo elemental- ¡¡Toma ésta!!
Una lluvia de rayos invocada por la magia Electro fue directa al objetivo, que de nuevo no tuvo ningún efecto. Sin embargo, en esta ocasión no fue un escudo mágico lo que protegió a Alejandro, sino una extraña y singular lengua de fuego, que reflejó y devolvió el ataque a los dos jóvenes:
- ¡¡Cuidado!!- gritó Eduardo.
El chico empujó a Erika y ambos cayeron al suelo, esquivando por los pelos el ataque mágico reflectado, que destruyó algunas partes de la azotea a su alrededor.
La joven se quedó perpleja y sorprendida, al ver a su amigo encima de ella y protegiéndola con su cuerpo, y se dio cuenta de que él también lo estaba. Ambos se miraron fijamente a los ojos durante unos segundos, y el chico le preguntó, preocupado:
- ¿Estás bien?
- S…Si…- respondió ella.
Los dos ahogaron un grito de sorpresa cuando Erika señaló a espaldas de Eduardo y éste se dio la vuelta, apartándose a un lado. Dos garras oscuras se lanzaban directamente hacia ellos, mientras Alejandro gritaba un poco más lejos:
- ¡¡Morid!!
Ambos jóvenes cerraron los ojos, incapaces de reaccionar. No podían bloquear ni esquivar el ataque del mago oscuro a tiempo, y tampoco huir. Estaban completamente a su merced.

Sin embargo, las dos garras oscuras no llegaron a tocarlos en aquel momento.

Eduardo y Erika se dieron cuenta de que algo había pasado, y que ése algo se había interpuesto entre ellos y el ataque de Alejandro. Cuando abrieron de nuevo los ojos, se quedaron perplejos y sorprendidos al ver a una persona justo frente a las garras, y dándoles la espalda:
- ¡¡Ray!!- exclamó el joven de rojo.
El chico de negro portaba en sus manos una misteriosa espada que rebosaba de energía maligna, y parecía forjada en su totalidad por absoluta oscuridad. La empuñaba firmemente, y se veía que le costaba retener las dos garras con ella:
- ¡¡No os preocupéis…yo os protegeré, elegidos de la profecía!!
A los dos les resultaba muy extraño que el que antes era su enemigo y había intentado matarlos los estuviera protegiendo ahora. Ray no parecía el mismo chico frío y distante que conocieron en un principio, y cualquiera que lo viera en ese momento pensaría que se trataba de otro guardián de los dos jóvenes:
- Cada día me decepcionas más, Ray…- comentó Alejandro, con indiferencia- ¿es que acaso ahora te dan pena los seres humanos? Mírate, pareces el guardián de esos dos mocosos…eres mucho más débil de lo que imaginaba.
- ¡¡Cállate!!- gritó el joven con gafas- ¡¡Voy a hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo…acabar contigo!!

En ese momento comenzó el combate padre-hijo entre Ray y Alejandro, del que Erika y Eduardo fueron los principales testigos.
El chico de negro apartó a un lado las dos garras oscuras con su arma, y se lanzó directo corriendo hacia el mago legendario. Antes de que la espada de Ray alcanzara a su padre, una garra actuó de protección para el líder de la organización Muerte, bloqueando de esa manera el ataque. Acto seguido el joven de negro dio un impresionante salto mortal hacia atrás, que le permitió esquivar la ofensiva de otra de las garras que lo atacó por sorpresa.
De esa manera comenzó un feroz y acelerado duelo, en el que Ray se veía envuelto entre las cinco garras oscuras que trataban de herirlo y no le dejaban ni un segundo de respiro, mientras el chico con gafas corría, bloqueaba y esquivaba todo lo que podía, con serias dificultades. Intentaba llegar hasta su padre para herirlo con la espada, pero los continuos y encadenados ataques de las garras oscuras se lo impedían.
Tras varios segundos de auténtico agobio y locura sin respiro, finalmente Ray encontró una oportunidad única, y la aprovechó sin dudarlo ni un solo instante:
- ¡¡Ahora!!- exclamó.
El chico de negro hizo brillar con un aura oscura su espada forjada de la misma, y con un grito de furia echó a correr directo a Alejandro. Lo que más sorprendió a todos era que su nueva espada era capaz de cortar y destruir las garras del mago oscuro, que las esquivaba y atacaba en su camino hacia el líder de la organización Muerte:
- ¡¡Estocada oscura!!- gritó Ray.
La técnica del joven de negro sin duda sorprendió a Alejandro, que se quedó atónito y perplejo mientras veía cómo sus extremidades estirables desaparecían frente a sus ojos. Cuando el mago oscuro tuvo a su hijo frente a él, éste le dijo fría y seriamente:
- ¡¡Muere, padre!!
Alejandro no pudo hacer nada cuando Ray le atravesó rápidamente un riñón con su espada ensangrentada. Las garras habían desaparecido y aparentemente el líder de la organización Muerte parecía haber perdido parte de su poder.

Alejandro vomitó espumarajos de sangre negra por la boca, mientras miraba la espada de su hijo atravesando su cuerpo. Por alguna razón no parecía estar sorprendido ni preocupado por sus heridas:
- Así que el estado oscuro y el uso de esa técnica…la única capaz de destruir la esencia de mi oscuridad…- comentó Alejandro, indiferente en el tono de sus palabras- con razón pudiste acabar con mi clon de sombra y acudir en ayuda de estos críos insolentes…no había caído en la cuenta de ese detalle…
Ray se encontraba cara a cara con su padre, empuñando firmemente su arma y dispuesto a matar al mago legendario. Le dijo serio y amenazante:
- Sí…y pienso usarla aquí y ahora…para matarte.
El chico de negro separó su espada del cuerpo de Alejandro, y se dispuso a rematarlo con otro mandoble, que sin duda sería el golpe de gracia:
- ¡¡Muere, padre!!- gritó de nuevo Ray.

Sin embargo, una nueva y desagradable sorpresa dejó completamente pálidos tanto a Eduardo y Erika como al mismísimo joven con gafas.

La espada oscura de Ray fue bloqueada en el último momento por otra exactamente igual, empuñada por el mago legendario. El chico de negro se quedó atónito y con la boca abierta, mientras temblaba de miedo ante su padre. No entendía cómo, a pesar de sus graves heridas, podía seguir moviéndose con tanta facilidad:
- ¿Así que de verdad pensabas usar eso contra mí?- sonreía Alejandro diabólicamente- por si no lo recuerdas… ¡¡yo fui el que te enseñó esa técnica!!
Un mandoble rápido de su padre pilló por sorpresa a Ray, que apartó la espada del joven de negro a un lado, y acto seguido le rajó un brazo. El chico con gafas gritó de dolor al tiempo que retrocedía y la sangre roja brotaba de su herida.
Levantó de nuevo la vista al frente y vio a su padre correr hacia él:
- ¡¡En guardia, Ray!!- gritó el líder de la organización Muerte.

De esa forma empezó nuevamente un duelo de esgrima entre padre e hijo, estando éste último herido e inutilizado de un brazo, y en clara desventaja. Los choques metálicos entre los aceros de ambas espadas oscuras resonaban en cada uno de los rincones de la azotea del edificio, y demostraban con la fuerza de los ataques de sus portadores que era una feroz y frenética batalla a vida o muerte.
Sin embargo, lejos de lo que los dos jóvenes imaginaban, Erika y Eduardo observaban horrorizados que su nuevo compañero poco a poco iba perdiendo terreno. A pesar de esforzarse y de tratar de ponerse a la altura de su padre, el aura oscura de la espada de Alejandro era muchísimo mayor a la de Ray, y con cada ataque que le asestaba con el filo de su arma le dejaba una grave herida en alguna parte de su cuerpo.
Aquello era un sangriento espectáculo en el que sólo se oían los gritos de dolor del chico de negro, y en el que poco iba perdiendo la vida de una forma que los dos elegidos no podían soportar:
- ¡¡Ray, no!!- gritaban los protegidos- ¡¡por favor, aguanta!!
Llegó un momento en que el joven con gafas estaba tan exhausto y debilitado que no pudo bloquear a tiempo una estocada de Alejandro, y contempló pálido cómo la espada oscura de su padre le atravesó un costado sin piedad.
Ray se detuvo en ese momento y dejó de atacar, mientras su propia espada oscura desaparecía mágicamente de su mano. Escupió sangre roja por la boca a la vez que su padre decía:
- Yo también voy a hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo…acabar contigo.
Con tal afirmación Alejandro separó su espada oscura del cuerpo de su hijo, y con ella le atravesó a sangre fría y sin piedad un pulmón de su pecho, que cayó al suelo con su cuerpo inerte y sin vida:
- ¡¡RAAAY!!- gritaron Eduardo y Erika a la vez.

El mago oscuro se separó del cuerpo sin vida de su hijo, y se giró en dirección a los dos jóvenes, que lo miraban con furia y rabia apretando los puños. No podían creer que el chico de negro hubiera muerto luchando contra Alejandro:
- Tenía una voluntad fuerte, como ningún otro que conociera…pero su corazón estaba plagado de sentimientos, aún era un ser humano compasivo con los demás…- explicaba Alejandro, con indiferencia en el tono de sus palabras- y ésa fue su mayor debilidad…una muerte demasiado digna para alguien tan débil como él…
Sin embargo, lo que realmente hizo enfurecer a los dos jóvenes fue el siguiente comentario que hizo el mago oscuro a continuación, como si para él fuera un detalle sin importancia:
- Bien, ahora que nos hemos librado de esa mosca molesta…- dijo, dirigiéndose a ellos- ¿por dónde íbamos?

En ese momento Erika se levantó, con una expresión de rabia y enfado en el rostro. Agarró con fuerza la vara mágica entre las manos y gritó furiosa, mirando a Alejandro:
- ¡¡Acabas de matar a tu propio hijo, maldito cabrón desgraciado!!- exclamó ella, apretando los dientes- ¡¡No te lo perdonaré nunca!!
La chica apuntó con su arma al mago oscuro y conjuró un poderoso hechizo mágico elemental de mayor nivel, que sabía le agotaría una gran cantidad de magia:
- ¡¡Piro++!!
De la vara mágica salió disparada una enorme bola de fuego del tamaño de una persona, directa hacia el enemigo, y se produjo tal explosión que levantó impresionantes ráfagas de aire, provocando una densa humareda.
Tras cubrirse con los brazos, la chica vestida de novia y su compañero abrieron de nuevo los ojos y miraron inquietados hacia el humo negro resultante de la explosión. Esperaban con intriga el resultado del ataque de Erika, que jadeaba del cansancio:
- ¿Le…le he…dado?- preguntó ella, confusa.

Tras varios segundos de inmensa intriga, el humo negro empezó a disiparse, y los nervios de los dos jóvenes crecían por momentos.
Al cabo de unos segundos descubrieron que Alejandro seguía vivo, y que una extraña lengua de fuego lo había protegido del ataque mágico de la chica. No supieron lo que era exactamente hasta que se fijaron mejor en el enemigo. Una misteriosa luz roja que provenía del colgante esférico de su cuello brillaba con fuerza, y en un momento dado esa luz salió de la esfera del mago oscuro, adquiriendo forma en el exterior.
Eduardo y Erika no tardaron en darse cuenta de lo que aquello significaba, y palidecieron de repente con la boca abierta, mientras temblaban de miedo. No podían creer que ocurriera eso, y más en aquel momento. No estaban preparados para el siguiente reto que les esperaba:
- No…no puede ser…- dijo Erika, retrocediendo y casi sin palabras- eso…eso es…lo que creo que es…
Tras unos segundos de transformación, finalmente la luz adquirió forma y completó su proceso de invocación. El destello de luz roja que brillaba al principio se convirtió en una especie de monstruo bípedo con garras y colmillos afilados, grandes cuernos sobre su cabeza y rodeado por auténticas y ardientes llamas a su alrededor.
Su grito de furia al cielo resonó en todo el lugar de tal manera que incluso los demás miembros del grupo reaccionaron ante el escalofriante sonido. Jack y los demás volvieron la vista a la azotea del edificio del altar, y perdieron de repente el color de sus rostros al observar con sus propios ojos a aquel ser infernal, el mismo que una vez les salvó la vida no hace mucho tiempo:
- Ése es…Ifrit…- dijo Eduardo, pálido y temblando de miedo- el guardián de la fuerza del elemento fuego.

El monstruo envuelto en llamas se apoyó en el suelo a cuatro patas, y rugió entre dientes al portador de la llave espada y a la portadora de la vara mágica, al mismo tiempo que los miraba con sus ojos siniestros y asesinos. Detrás de la invocación se encontraba Alejandro, que sonreía maliciosamente diciendo:
- ¿Qué os parece esto? Veamos si el poder de los elegidos puede compararse al de un G.F.
Los dos jóvenes temblaban de miedo mientras retrocedían y las armas sagradas flaqueaban de la misma manera que sus manos, con la cara completamente pálida y la boca abierta. Ambos sabían de antemano que nunca conseguirían vencer a semejante criatura sin la implicación de un milagro, y bien grande.
Ningún humano era capaz de igualar el poder y la energía de un guardián de la fuerza, considerados titanes imparables con sus correspondientes elementos:
- ¿¡Qué hacemos!?- preguntó Erika, atónita y perpleja, al ver al nuevo y poderoso enemigo que tenían delante.
- ¡¡No…no lo sé…!!- respondió Eduardo, también horrorizado y sin saber qué hacer- ¡¡nunca antes nos habíamos enfrentado a un guardián de la fuerza…esto es demasiado para nosotros, no sé si juntos podremos derrotarlo!!

Ambos jóvenes dieron la batalla por perdida al ver a Ifrit lanzarse hacia ellos con sus garras envueltas en llamas, y los dos elegidos gritaron de sorpresa al tiempo que cerraban los ojos. Con sus amigos luchando contra los clones de sombra y ambos heridos y desprotegidos, sin duda sabían que aquello era su trágico destino final.

Sin embargo, ocurrió algo increíble y extraordinario, y ése algo se interpuso entre Ifrit y los dos jóvenes, bloqueando el ataque.

Erika y Eduardo abrieron de nuevo los ojos, confusos y sin entender por qué no habían recibido de lleno la ofensiva del G.F. de fuego. Al abrirlos por completo se quedaron tan sorprendidos que tardaron varios largos segundos en asimilar la idea, con los ojos y la boca bien abierta. Observaron atónitos y perplejos cómo de la nada acababan de aparecer dos grandes criaturas frente a ellos, a las que reconocieron al instante.
Eran las responsables de haber detenido el ataque de Ifrit y de haber salvado a los dos elegidos de una muerte segura. De una de ellas saltaban chispas eléctricas mientras que de la otra emanaba aire gélido:
- ¡¡Quetzal, Shiva!!- exclamaron Eduardo y Erika, completamente asombrados.
Los demás también se dieron cuenta de la presencia de los dos nuevos guardianes de la fuerza, que se quedaron pálidos y sin palabras. Las esferas que llevaban Jack y Cristal al cuello brillaban intensamente, al igual que la que tenía Alejandro:
- ¡¡Joder, el pajarraco y la mujer de hielo!!- exclamó la princesa, asombrada y con la boca abierta.
- Han…han aparecido…para salvarlos…- dijo Jack, fuera de su asombro y totalmente sorprendido- como la otra vez con Marina…en la ciudad Olvidada…

Los tres guardianes de la fuerza se habían invocado para proteger a sus correspondientes portadores, aunque en el caso de los dos jóvenes no fueran quiénes los llevaban. Por un lado Ifrit a Alejandro, y por otro Quetzal y Shiva a los dos elegidos.
Ambos portadores de las armas sagradas recordaron lo que les contó el propio mago oscuro una vez sobre las invocaciones, y entendieron entonces por qué los dos G.F. aparecieron en su ayuda.
Erika y Eduardo se alegraron al saber que contaban con dos poderosos aliados de su lado, ya que ahora se equilibraba la balanza en el combate. Todavía tenían una oportunidad de ganar:
- Vaya, qué sorpresa…esto no me lo esperaba- sonrió maléficamente Alejandro- ¿Así que queréis un combate de G.F.?
El mago oscuro levantó entonces el brazo, y dijo con decisión:
- Muy bien, que así sea…- y alzo la voz gritando- ¡¡Acaba con ellos, Ifrit!!

El monstruo de fuego embistió a Quetzal y a Shiva, justo después de que Eduardo y Erika se apartaran a tiempo por los pelos, antes de que el impacto entre gigantes los alcanzara.
De esa forma comenzó una colosal batalla de invocaciones, que destrozó parte de la azotea del edificio, y cuyos luchadores la continuaron en el cielo de Vildenor. En ese momento se desató una increíble y peligrosa tormenta de fuego, hielo y rayo, que provocaba inmensas ráfagas de aire y tremendas explosiones muy superiores a las de cualquier ataque mágico conjurado por un humano.
Los tres rascacielos temblaban al recibir de lleno los ataques de los G.F. y por cada impacto o colisión se desprendían partes de la estructura de los edificios, que afectaba y destrozaba sin remedio la superficie de los rascacielos.
La propia Alana, al mando de la nave, se vio peligrosamente amenazada por la presencia de las tres invocaciones. Aunque no recibiera los ataques de pleno, la sola onda expansiva de las explosiones y tremendas ráfagas de aire hacían temblar y tambalear a Valor Alado, llegando casi a perder el control en más de una ocasión:
- ¡¡Joder, así no hay quién vuele!!- exclamó la pelirroja, viéndose en serios aprietos con los controles- ¡¡mejor me alejo por el momento, hasta que se calme la cosa!!
Y de esa manera Valor Alado se alejó muchos más metros de los tres rascacielos, para evitar que sufriera serios daños en medio de la lucha de los G.F. Alana sabía que, si la nave recibía un solo ataque de Quetzal, Shiva o Ifrit, lo más seguro era que explotara en mil pedazos. Si eso pasaba, sus amigos no tendrían un medio para huir, y la misión de rescate habría sido un rotundo fracaso.

El chico de rojo contemplaba, horrorizado, como los guardianes de la fuerza se batían en un peligroso y feroz combate a muerte, del que solamente ellos podían ser meros testigos. Sabía que en aquella lucha no podía intervenir nadie más que las propias invocaciones, cuyos ataques devastadores e increíble poder de destrucción los hacía a ellos como insignificantes hormigas ante gigantes.
Eduardo afirmó entonces, sin lugar a dudas, que se encontraban frente a una lucha de titanes.

En medio de la tormenta, Erika detectó el peligro de repente y gritó, preocupada:
- ¡¡Edu, cuidado!!
El chico se giró y una nueva garra oscura lo golpeó brutalmente por sorpresa, enviándolo más lejos y rodando por el suelo mientras escupía sangre.
La chica corrió a ayudarle, pero otra de las extremidades del mago oscuro la agarró del cuello y la arrastró hasta llevarla frente a Alejandro, donde la levantó y la sujetó en el aire al tiempo que la joven forcejeaba y trataba de liberarse de ella:
- Esto ha durado demasiado…- dijo el líder de la organización Muerte, seriamente- si no hubierais sido tan egoístas, habríais tenido una muerte rápida e indolora…pero ahora que habéis logrado sacarme de quicio, voy a hacer que sufráis y que tengáis la más lenta y dolorosa de las muertes que jamás hayáis podido imaginar.
El mago oscuro se acercó unos pasos a ella, y con la espada oscura que aún llevaba en la mano comenzó a hundir su arma lentamente en el estómago de Erika, mientras la sangre manchaba de rojo su vestido blanco de novia y la chica gritaba desesperadamente de dolor.
Alejandro parecía disfrutar con la tortura de la joven, a la vez que decía con una enorme y expresiva sonrisa diabólica:
- Esto se acaba aquí.

En ese momento algo retumbó el aire de repente, que llamó la atención del mago oscuro y lo detuvo en seco con la tortura de la elegida. Erika temblaba y respiraba entrecortadamente, jadeando, mientras sentía cómo la hemorragia la hacía perder mucha sangre por momentos.
Ambos giraron la cabeza a un lado, y perdieron repentinamente el color del rostro. Observaron sorprendidos cómo Eduardo, un poco más lejos, se levantaba poco a poco apoyando sus extremidades, con mucho esfuerzo y dificultad.
A pesar de que le temblaba todo el cuerpo por los rasguños y las heridas que tenía, algo en el serio y amenazante tono de voz advertía a los dos magos que el joven estaba muy enfadado:
- Suéltala…ahora mismo…- amenazaba el chico, cada vez subiendo más el tono y mostrando la expresión de furia de un animal salvaje en su mirada.
Sin embargo, lo que innegablemente les llamaba más la atención a Erika y Alejandro era la misteriosa aura roja que envolvía el cuerpo de Eduardo, y que antes no tenía. Ambos contemplaron pálidos aquella extraña aura mágica que se podía ver a simple vista y que claramente no era normal y corriente:
“¿¡Qué…qué es eso!?”- pensaba el mago oscuro en su mente, atónito y perplejo- “¡¡Su aura mágica está aumentando a gran velocidad, llegando a niveles incluso a la altura de un G.F…y no para de crecer!!”- exclamó el líder de la organización Muerte, con la boca abierta- “¡¡Ningún ser humano es capaz de llegar tan lejos con su aura mágica!! ¿¡De dónde saca tanto poder de repente!?”

La garra oscura que apresaba a Erika la soltó en ese momento y ésta cayó al suelo, herida y tosiendo por la presión del cuello. Levantó la vista con esfuerzo y miró a su amigo de la infancia, todavía sin creerse lo que veía. Sin embargo, sin duda Alejandro era el más sorprendido de todos, que no tenía palabras para expresar la sorpresa que sentía:
- Ese poder…- y tras reflexionar un poco, entonces se dio cuenta de todo. Finalmente afirmó, pálido y como si hubiera visto un fantasma- ¡¡Tú…tú eres…!!
En ese momento el chico de rojo dio comienzo a una nueva etapa del combate, y se lanzó con un grito de furia a atacar a Alejandro. Mientras corría enfurecido a contraatacar al enemigo, arrasando con la llave espada todo lo que encontraba a su paso, el mago oscuro se puso en guardia con su arma y las garras, y sonreía diabólicamente diciendo:
- ¡¡Después de todo, el experimento resultó ser un éxito!!- exclamó Alejandro, satisfecho- ¡¡Qué poder tan increíblemente fascinante!!

Justo antes de que le alcanzara el ataque de Eduardo, Alejandro intentó detenerlo con una poderosa y resistente barrera mágica, probando así su fuerza. Esta recibió de lleno un duro golpe de la llave espada, que hizo retumbar y temblar el escudo mágico de una forma tan violenta que parecía que iba a romperse.
Mientras saltaban chispas debido a la colisión de ambas poderosas fuerzas, el mago oscuro contemplaba atónito y perplejo cómo el arma del chico provocaba una enorme grieta en la barrera y la hacía crujir peligrosamente. Sabía que ni siquiera su resistente defensa mágica podía aguantar la descomunal fuerza sobrehumana que se apoderaba del joven de rojo:
- ¡¡Esto sobrepasa con creces todas las expectativas posibles!!- decía Alejandro, por alguna razón alegre y satisfecho al ver la tremenda fuerza radical del chico- ¡¡Nunca imaginé un poder tan inmenso como éste!!
Tras varios segundos de difícil aguante y resistencia, finalmente ocurrió lo que el líder de la organización Muerte esperaba. La increíble fuerza de Eduardo no paraba de crecer, y llegó el inevitable momento en que la llave espada destrozó y atravesó la barrera mágica.
El mago oscuro recibió sin remedio el ataque, y el filo del arma sagrada lo golpeó brutalmente y lo lanzó por los aires, hasta acabar cayendo al suelo y rodando un poco más lejos.

Comenzó de esa manera un feroz y acelerado combate entre el chico y Alejandro por toda la azotea del edificio, en el cual hubo un tremendo cambio radical durante el transcurso de la batalla.
Mientras que al principio todos estaban bajo la superioridad del poder oscuro de Alejandro, ahora era él mismo el que se encontraba en serios problemas. Aunque trataba de bloquear y contraatacar con sus garras y espada oscura los continuos y encadenados ataques de Eduardo, el joven los esquivaba todos fácilmente con una sombrosa agilidad sobrehumana.
Si además de ser tan ágil y rápido como un animal también se le sumaba la increíble fuerza sobrenatural que adquiría en ese estado, Alejandro lo tenía bastante difícil contra un adversario como él. El líder de la organización Muerte sufría numerosos golpes brutales de Eduardo, que rompía todas sus defensas con facilidad y lo lanzaba y estrellaba contra todo tipo de columnas y decorado de la azotea.
Alejandro se levantaba una y otra vez del suelo, con gran esfuerzo y escupiendo sangre negra, mientras oía crujir todos los huesos destrozados de su cuerpo. Siempre que atacaba al chico con su espada y garras oscuras éste las esquivaba o destrozaba, y con la misma le devolvía el contraataque con otro rápido golpe certero.
Por primera vez desde hacía muchos años, el líder de la organización Muerte estaba en apuros, y él mismo sabía que ni siquiera con su poder oscuro era rival para la naturaleza salvaje y animal del portador de la llave espada.

Mientras tanto, un poco más lejos, Erika contemplaba horrorizada con sus propios ojos la brutal y sangrienta paliza que le estaba dando su amigo al mago oscuro, al tiempo que destrozaba con sus ataques toda la azotea a su paso.
La sola visión de aquella faceta salvaje de Eduardo la aterraba hasta tal punto que no podía moverse. Le resultaba difícil y no quería creer lo que veía. Aquel chico furioso y de naturaleza animal que tenía delante no e parecía en nada al joven estudiante tímido y tranquilo que ella conocía, el mismo compañero de clase con el que llevaba estudiando toda su vida. La chica herida y vestida de novia temblaba ante ese increíble poder de destrucción descontrolado:
- ¿¡Edu…de verdad…eres tú!?

Al cabo de unos minutos de tremenda y brutal paliza, Alejandro se levantó una vez más, a duras penas, mientras goteaba sangre negra de todo su cuerpo. Tenía casi todos los huesos rotos y numerosas heridas que demostraban el grave estado en el que se encontraba.
Lo más siniestro y escalofriante de todo es que en ningún momento de la paliza había perdido la sonrisa maliciosa de la cara. Parecía no importarle su propia muerte:
- Y pensar que la llave espada te eligió a ti…- comentó el mago oscuro, con una sonrisa sádica- incluso hasta los propios dioses juegan a mi favor…
Viendo que Eduardo se acercaba corriendo de nuevo a gran velocidad, Alejandro supo que ya no podría aguantar un solo golpe más, y que aquel sería su último ataque.
Con la restante magia que le quedaba, reunió todo el poder oscuro que tenía en su interior, y a su espalda aparecieron cientos de garras oscuras, ocupando todo el cielo que cubría la azotea. Con un grito de furia, el líder de la organización Muerte alzó la voz al igual que sus manos, dirigidas al joven de rojo:
- ¡¡A ver qué te parece esto!!

Con un gesto de las manos de Alejandro, todas sus extremidades se lanzaron contra Eduardo, que recibió el oleaje de cuchillos oscuros, y pese a todo no consiguieron detenerle.
Antes de que la primera de las garras lo alcanzara, el chico hizo brillar con una intensa luz su llave espada, cuyo poder sagrado dobló e incluso triplicó la longitud de su filo, envuelto en una intensa y cegadora luz dorada. Sus ojos firmes y decididos demostraron que no pensaba echarse atrás, y alzando la voz realizó su último y definitivo ataque:
- ¡¡Último Arcano!!- gritó Eduardo, con todas sus fuerzas.
El chico siguió corriendo entonces y se abrió paso por entre la lluvia de garras oscuras que lo atacaban. Aunque muchas de ellas lograron herirle el joven seguía corriendo adelante, atravesando valientemente las garras mientras su sangre roja salpicaba a su paso. En aquellos momentos, gritando a pleno pulmón, parecía que nada ni nadie podía detenerlo.
Finalmente, tras destrozar varias garras en su camino y salir herido por todo su cuerpo, Eduardo logró llegar hasta su enemigo, y ambos quedaron frente a frente:
- ¡¡Este es tu fin, Alejandro!!- gritó el chico, que luego añadió alzando la voz, furioso- ¡¡Remate final!!
Y con esas últimas palabras, atravesó de lleno al mago oscuro con la llave espada envuelta en luz sagrada, directo al corazón.

Aquel ataque acabó por fin con la vida del líder de la organización Muerte.

En aquel momento todo el caos que reinaba en la azotea de los tres rascacielos cesó de repente, como la calma tras la tempestad. Viendo que Ifrit ya no tenía a nadie a quién proteger, el guardián de la fuerza se vio envuelto en un haz de luz, que lo hizo desaparecer y volver al interior de la esfera roja de su portador. Lo mismo hicieron Quetzal y Shiva, al comprobar que ya no era necesario luchar.
Al mismo tiempo, los clones de sombra de Alejandro se esfumaron devorados por la luz del día, y no volvieron a aparecer. Jack y los demás, jadeando del cansancio, bajaron sus armas y suspiraron, aliviados al saber que, por fin, el combate había terminado.

La llave espada de Eduardo también dejó de brillar con la luz dorada, y el chico separó su arma del cuerpo de Alejandro, mientras su misteriosa aura roja también se desvanecía, y volvía a ser el que era.
El chico retrocedió unos pasos de su enemigo, jadeando y respirando con dificultad, hasta que los demás corrieron a reunirse con él. A pesar de que todos estaban gravemente heridos, enseguida se pusieron de nuevo en guardia, al ver que el líder de la organización Muerte aún podía mantenerse en pie:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Erika, perpleja y sorprendida- ¡¡Después de todo el daño que ha recibido…!! ¿¡Todavía sigue vivo!?
El resto del grupo sintió un horrible y terrorífico escalofrío en todo el cuerpo, desde el mismo instante en que Alejandro levantó la vista y los miró directamente a la cara. El mago oscuro se reía diabólicamente mientras le salían espumarajos de sangre negra por la boca. No parecía importarle en absoluto la gravedad de sus heridas, cuyas hemorragias estaban formando un charco negro a su alrededor.
Sus nuevos y brillantes ojos rojos, además de su nueva e imponente voz de ultratumba, hizo helar en un solo segundo la sangre de todos los presentes. Estaba claro que aquella nueva y siniestra voz no era la de Alejandro:
- Estúpidos humanos… ¿de verdad creéis…que esto…se acaba aquí?
Bastaba con verlo para saber que estaba en las últimas. Cayó de rodillas al suelo y apoyando las manos, al tiempo que se desangraba. No dejaba de mirarlos en ningún momento con su sonrisa diabólica. Miró por última vez a Eduardo mientras decía, alegre y satisfecho:
- Habéis condenado a Limaria…para siempre.
Aquello fue lo único que dijo Alejandro, antes de exhalar su último soplo de vida y desplomarse en el suelo, completamente muerto.

Todos los miembros del grupo bajaron sus armas, y suspiraron aliviados al comprobar que, por fin, el combate había acabado. Sin embargo, justo en ese momento ocurrió algo escalofriantemente extraño y terrorífico, y que dejó sorprendidos y aterrados al equipo entero de rescate:
- No…No puede ser…- dijo Jack, pálido y con la boca abierta- A…Alejandro está…
En efecto, lo que estaban viendo no era algo normal, y la horrible visión ante sus ojos hizo que les recorriera un siniestro escalofrío por la espalda. El cuerpo del mago oscuro comenzó a pudrirse rápidamente hasta quedar en el esqueleto humano.
Todos observaron, horrorizados, el desagradable proceso de descomposición de los restos materiales de su enemigo, mientras se les revolvía el estómago. No entendían cómo un cadáver recién muerto podía pudrirse tan rápido, cuando normalmente los muertos tardaban varios días en hacerlo.
Tras varios segundos de traumática y aterradora visión, finalmente quedaron los huesos que componían el esqueleto humano de Alejandro, y su majestuosa ropa manchada de sangre negra se la llevó el viento.

El grupo entero imaginó que todo había terminado, y tras observar el esqueleto del que fue el mago oscuro, decidieron no permanecer más tiempo en aquel siniestro lugar. Rex se acercó con precaución al cadáver de Alejandro, y con bastante asco y casi a punto de vomitar, recogió la esfera de invocación de Ifrit, que permanecía intacta. Con aquel poderoso G.F. ya sumaban tres invocaciones al equipo.
Jack y Cristal aprovecharon el momento para cargar al inconsciente y malherido Ray, que necesitaba urgentemente la atención de objetos y magia curativa. Después de todo lo que había hecho el chico de negro por ellos, no estaban dispuestos a abandonarlo a su suerte, y ya lo consideraban un miembro más del grupo y de la familia.
Entretanto, Valor Alado ya había aterrizado en la azotea de otro de los rascacielos, y los estaba esperando un poco más lejos. El grupo dio media vuelta en dirección a la aeronave, y caminaron lentamente hacia su vehículo aéreo, para escapar del lugar.

Sin embargo, una nueva y terrorífica sorpresa hizo acto de presencia.

Mientras caminaban de vuelta a la nave, Eduardo se detuvo de repente en seco, al recorrerle un espeluznante escalofrío por la espalda. Un mal presentimiento le hizo dar media vuelta, y cuando sus ojos contemplaron lo que vieron, el rostro del joven adquirió repentinamente un semblante pálido, como si hubiera visto un fantasma:
- ¿Eduardo, qué pasa?- preguntó Rex, al notar que su amigo se había quedado atrás- ¿qué es lo que…?
El perro también se quedó sin palabras al levantar la vista al cielo, y los demás no tardaron en darse cuenta de la situación. Absolutamente todos palidecieron de repente y perdieron el color del rostro, cuando observaron lo que estaban viendo con sus propios ojos, y mientras sentían cómo temblaba cada fibra y cada célula de su ser.

La sangre negra alrededor del esqueleto de Alejandro se había evaporado, y una colosal nube negra cubría el cielo de los tres rascacielos, que se expandía lentamente por toda la ciudad de Vildenor.
Por alguna extraña razón sentían que una gigantesca entidad divina los observaba mientras sonreía diabólicamente, como si fueran diminutas hormigas en la palma de su mano. Aunque no fuera alguien tangible de su mundo, sin duda todos sabían que algo los estaba observando, a través de la nube negra. Jamás habían sentido tanto miedo en toda su vida:
- ¿¡Qué…qué es…esa cosa!?- exclamó Erika, aterrada y asustada.
- ¡¡No…no lo sé, pero no me gusta nada!!- respondió Cristal, también asustada.
- ¡¡Este lugar ya no es seguro…!!- afirmó Eduardo, horrorizado y con el corazón entre dos latidos- ¡¡Tenemos que irnos de aquí enseguida!!
Todos los demás le hicieron caso y corrieron rápidamente hasta la aeronave, que cerró las puertas tras ellos y despegó a toda velocidad, como si la propia muerte los acechara en cualquier momento.
Eduardo temblaba tanto de miedo que sentía que aquel sitio se había convertido en un lugar maldito, y que con la muerte de su mayor enemigo Alejandro habían abierto la mismísima y terrorífica Caja de Pandora, con todas sus consecuencias.
Valor Alado se alejó con sus tripulantes a bordo, a toda velocidad hacia el oeste, lo más lejos posible de aquella extraña presencia venida del más allá.

Mientras tanto, muy lejos de allí, Mirto se encontraba tranquilo en el templo sagrado, contemplando la luz del ocaso y el anochecer en el horizonte. Cuando cayó el último rayo del sol, un escalofrío recorrió de repente su cuerpo y su alma. El vaso de agua que llevaba en la mano se cayó al suelo y rompió en mil pedazos, con todos los cristales esparcidos a su alrededor.
El anciano sintió de repente un fuerte dolor en su cuerpo, y se llevó una mano a la enorme cicatriz que tenía en su pecho, mientras temblaba. Había perdido el color del rostro, como si hubiera visto un fantasma. Con la cara pálida y la boca y los ojos muy abiertos, dijo para sí mismo, asustado y horrorizado:
- No…no puede ser…- afirmó el primer elegido de la llave espada, pálido y atónito- ese monstruo…ha vuelto.

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