sábado, 10 de enero de 2015
Crónicas de un amor platónico (parte 17)
Ha pasado más de un año desde aquella increíble acampada, en la que por primera vez tuve la oportunidad de pasar una jornada de convivencia con mis amigos y compañeros de clase. La experiencia fue tan grande y tan extraordinaria que, estoy seguro, jamás podré olvidarla. Hasta incluso he anotado la fecha de los tres días de la misma en mi nueva agenda escolar, la del siguiente año, marcando los tres días cada uno con una estrella.
Ahora me encuentro en el tercer año del instituto. Por suerte sigo estando con mis amigas y Érika en la misma clase, y por supuesto también con Laura y Mandy. He conocido a nuevos compañeros de clase con los que coincido este año, y también he hecho nuevos amigos en torno a otros círculos fuera del aula. Mi vida parece seguir mejorando poco a poco respecto al primer año, sin grandes pasos pero tampoco sin grandes prisas.
Pienso que todo me está yendo bien, aunque a estas alturas ya haya perdido el total contacto con mis antiguos amigos y amigas del colegio. Aún a pesar de vernos por los pasillos del centro o en el recreo, ya ni siquiera nos saludamos, sino que nos tratamos como a otros desconocidos. Supongo que, con el tiempo, se descubren este tipo de cosas, pero la verdad es que me da igual. Me siento cómodo y a gusto con Laura y Mandy, además de las otras chicas, y eso es lo único que me importa.
En lo que respecta a Érika, las cosas entre nosotros siguen igual que siempre: compañeros de clase que se saludan y despiden, se ayudan en clase y charlan brevemente en alguna ocasión. Nada ha cambiado desde la acampada de convivencia, salvo claro está el cariño que siento por ella. Ese cariño que crece a medida que vas conociendo a una persona y que, a pesar de los defectos que oyes de ella, no te importan, ya que la sigues queriendo igualmente. Pues ése es el tipo de cariño que siento por Érika.
Además de eso, por primera vez me atrevo a contarle mi secreto a alguien. Y las dos primeras personas cómplices de mi amor platónico no son otras que, por supuesto, mis dos mejores amigas Mandy y Laura. Ellas también me cuentan a su vez quiénes son sus amores secretos, y los tres nos reímos de nuestros amores inalcanzables. Por primera vez siento que me libero de un gran peso de encima, con el que llevo cargando más de cinco años, y que al contarle a alguien me parece que me apoya, que me ayuda a sostenerlo. Ahora no me siento solo con este secreto, y en cierto modo también me siento un poco más libre, al saber que puedo confiárselo a alguien.
El primer día de este tercer año me sorprendo cuando, al decir la tutora que nos presentemos, Érika se pone en pie de las primeras, como de costumbre. No es para nada sorprendente oírle presentarse a sí misma, con su ya conocida voz alegre y particular, sino que también nos presenta a algunos de nosotros, los chicos y chicas de clase. Entre ellos me incluye a mí, como "uno de sus siempre compañeros de clase, desde que éramos muy pequeños en el colegio". Y con esas mismas palabras me mira y sonríe, mientras apoya ambas manos en mis hombros. Yo la miro y le devuelvo la sonrisa, riéndome por dentro. Por lo visto, parece que nunca va a olvidarme. Al menos, ya es algo.
La verdad es que este nuevo curso no sucede nada especialmente relevante o fuera de lo normal, salvo un único día, en una ocasión. Estamos en la cancha, en la hora de educación física, todos en círculo y calentando el cuerpo con rotaciones y estiramientos para hacer ejercicio, cuando de repente Érika sale de su posición y viene corriendo directamente hacia mí...para abrazarme. Todavía estoy con los ojos y la boca abierta, además de los brazos también abiertos parados en el aire, tratando de asimilar lo que acaba de ocurrir, cuando dudo por un instante de si abrazarla o no. Finalmente me decido a rodearla con los brazos y corresponder a su abrazo.
El motivo de su repentina e inesperada acción, que me pilla totalmente desprevenido, es que resulta que hoy es mi santo, y me felicita por ello con un abrazo. Al cabo de un momento la profesora le dice que vuelva a su posición y ella obedece, separándose de mí con absoluta naturalidad, y retomando el hilo de la clase.
Sin embargo, lo que más me deja asombrado es que, luego al llegar a casa y ver el calendario, me doy cuenta de que mi santo no es ése día, sino el trece de Octubre. Al descubrir la verdad pienso en dos posibles opciones: o bien Érika confundió el día de mi santo por error, o bien me abrazó por otra razón ajena a la primera. Tratándose de ella, pienso que lo más probable es que fuera el primer caso, para no hacerme demasiadas ilusiones.
Por otro lado, este año descubro una nueva afición secreta: escribir. Y el origen de esta afición surge cuando Laura me presenta lo que se conoce como "fanfic", o simplemente "fic": una historia sobre algo que ya existe (libros, películas, videojuegos, series, anime, manga) escrita por fans. Después de leer su primer capítulo de un videjouego de Pokémon (a los dos nos encanta), en el que aparecemos Mandy, ella y yo como protagonistas, comienzo a engancharme a su historia.
Por supuesto, Mandy tampoco se queda atrás, al empezar a escribir también su propia historia fanfiction sobre Kingdom Hearts (videojuego que nos encanta a los tres). En ella aparecemos nosotros tres también como protagonistas, empuñando llaves espadas y acompañados de nuestras fieles mascotas (la mía es un perro llamado Colmillo). En su historia, somos los elegidos que acompañamos a los ya conocidos héroes Sora, Donald y Goofy, y que entre todos debemos salvar a los mundos de la oscuridad. Además de eso, Mandy también ha incluido a Érika, representándola en la historia como la princesa dormida "Erikashia", la cual está sumida en un eterno sueño y mi propio personaje busca la forma de despertarla. Inventa una historia ficticia de amor entre nosotros dos.
A medida que voy leyendo los capítulos de estas dos historias, al mismo tiempo surge dentro de mí la necesidad de escribir la mía propia, y de compartirla con ellas. La sola idea me hipnotiza y me enamora, al saber que puedo crear mi propio mundo, con sus propios personajes y protagonistas, así como también controlar los hechos, el desarrollo y la evolución de los mismos, desde el inicio hasta el final. Se trata de un universo propio que, con algo de imaginación y mente abierta, no conoce límites.
Así pues, me decido a escribir mi propio fanfic. Pero para empezar, ¿De qué lo escribo? Pienso en conocidas series como Pokémon, Digimon, Dragon Ball, One Piece, Naruto, Bleach...así como también en grandes videojuegos como Final Fantasy, Kingdom Hearts, Assasins´s Creed, Metal Gear, Crash Bandicoot, Jack y Daxter...lo cierto es que, de todos ellos y una saga que siempre me ha encantado y enamorado, es Final Fantasy. De modo que al final opto por éste.
Vale, la siguiente pregunta es... ¿escribir sobre los mismos protagonistas, o inventar otros nuevos? Para ello recuerdo las historias de Laura y Mandy, en las que ellas mismas son las protagonistas de sus relatos, y para no ser menos pues yo mismo también seré el protagonista de la mía: me convertiré en un nuevo héroe de Final Fantasy, igual que Laura lo es de Pokémon o Mandy de Kingdom Hearts. Quizá así luego podamos hacer una especie de crossover mezclando las tres historias en una...quién sabe.
La tercera pregunta se trata del género o temática de la historia. ¿Será de magia y aventuras? ¿Quizá de terror y suspense? ¿Tal vez algo más romántico y sentimental? ¿O mejor una comedia divertida y graciosa? Ante esta cuestión se me ocurre la genial idea de contar mi propia historia romántica, la de mi amor platónico por Érika, pero en un contexto fantástico y de aventuras. Así ya tengo un motivo, una razón para escribir, y también de paso descubro de qué género será mi fanfic.
Hago un ligero repaso. Primera pregunta: ¿De qué escribo mi fanfic? de Final Fantasy. Vale, segunda pregunta: ¿Escribir sobre los mismos protagonistas o inventar otros nuevos? Otros nuevos, incluyéndonos a Érika y a mí. Ok, tercera pregunta: ¿Género de la historia? Fantasía, magia y aventuras, con toque romántico.
Muy bien. Una vez respondidas las anteriores preguntas, solo me queda una cuarta y última... ¿Cómo empiezo la historia? mmm...pienso en algo que me haya pasado últimamente, o en algo bueno que me haya ocurrido en la vida...
Podría emplear como contexto de partida la acampada del año pasado...y ponernos a Érika y a mí como los elegidos protagonistas de la historia...unidos por una anterior cálida promesa infantil...
¿El nombre? Ah, cierto, lo olvidaba...
¿Qué tal..."Final Fantasy: Memories of a Promise"?
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