Capítulo
XXXIII
CRISTAL
VS VENIGNA
Después de haberse asegurado de que
Jack, Erika y Biggs hubieran abandonado el Arco de Triunfo por el mismo camino
que habían llegado, bajo tierra, Cristal finalmente acudió al encuentro con
Venigna. Había aceptado su decisión y destino sabiendo lo que le esperaba, con
sus múltiples peligros y consecuencias. Si se echaba atrás ahora, de nada
habría servido convencer a sus amigos para que se marcharan, y lo último que
quería era haberse sacrificado para nada.
Tenía la opción de huir, escapar junto
a ellos y olvidarse por completo de la misión y de Venigna. Sin embargo, tras
los últimos acontecimientos, estaba claro que la seguridad en Metroya se había
triplicado, y con la cantidad de policías que había en aquella ciudad, lo más
probable era que acabaran atrapados en cualquier salida de la red de
alcantarillado. Erika y su equipo estaban atrapados y acorralados bajo el
subsuelo de la ciudad.
La única solución posible para que el
equipo Arco Triunfo pudiera escapar a salvo era llamar la atención de los
policías, centrarlos en algo que les hiciera olvidar todo lo demás. Sabía que
la única forma de llamar la atención de la autoridad era ofreciendo un buen
espectáculo, y no se le ocurría nada mejor que luchar en un combate a muerte
contra la mismísima reina del continente este.
La princesa del reino de Oblivia,
acérrimo e incondicional rival del continente este desde tiempos ancestrales,
contra la reina de Metroya. El furor y la expectación estaban garantizados,
aunque Cristal supiera que no saldría con vida de aquel enfrentamiento.
La chica con coletas sabía que no
tenía ninguna posibilidad contra Venigna, y ya había comprobado el alcance del
poder de la bruja, pero en aquellos momentos su único objetivo era ganar algo
de tiempo para que sus amigos escaparan de la ciudad. Tenía que aguantar el
mayor tiempo posible para que Eduardo y los demás huyeran a tiempo, antes de
que la reina corriera a alcanzarlos y matarlos.
La princesa llegó hasta una plataforma
superior, desde donde se podía divisar todo el interior enjaulado del
monumento. El revuelo, la confusión y los gritos entre la población metroyana
aumentaba cada vez más, y los policías no tardaban en llegar al lugar de los
hechos. Muchas preguntas alarmantes del mar de población alrededor del Arco de
Triunfo flotaban en el aire, exigiendo respuestas.
Venigna no mostraba atención ni
preocupación por sus ciudadanos. Permanecía aparentemente tranquila y calmada,
como si lo tuviera todo controlado. En pie y sin moverse ni girar la cabeza, la
mujer de negro gritaba impetuosamente al aire:
- ¡¡Sé que estás ahí, sal y ven a por
mí!!
Los metroyanos, a modo de
espectadores, observaban atónitos la situación. La confusión y el revuelo
invadían a la muchedumbre mientras la voz de su reina resonaba por todos los
rincones del Arco de Triunfo:
- ¡¡Vamos!!- seguía gritando la bruja-
¡¡enfréntate a mí!!
Cristal no lo dudó más. Se ajustó
fuertemente la cinta azul que tenía en la cabeza y se colocó la pequeña esfera
azul marino que había encontrado en la caja de música de su habitación, a modo
de colgante en el cuello. Cerró los ojos y agarró la esfera con una mano,
mientras pensaba:
“Mamá…papá…dadme fuerzas…por Oblivia y
el mundo entero de Limaria”
Abrió de nuevo los ojos, firme y
segura de sí misma, lista para la acción. Se asomó al interior del monumento
enjaulado, y de un espectacular salto mortal cayó varios metros a espaldas de
Venigna, con una sorprendente pose y entrada triunfal que dejó sorprendida a
toda la población de Metroya.
La bruja dio media vuelta y se giró
hacia ella mientras la princesa se ponía en pie. Los ojos de ambas se
encontraron y Cristal percibió en su enemiga una leve sonrisa burlona:
- Vaya, así que eras tú- comentó
Venigna, sin mostrar sorpresa o perplejidad- ¿tú eres la responsable de todo
esto?
La chica con coletas mintió
seriamente, tratando de fingir lo mejor que podía sin que se le notara:
- Sí…yo soy la que ha planeado todo
este jaleo y arruinado tu Gira de la Victoria… ¡¡porque ésta será tu Gira de la
Derrota!!
En ese momento la princesa mostró el
escudo de Oblivia que llevaba oculto en su ropa, y la muchedumbre enloqueció de
furia y rabia al verla. Se trataba de una enemiga del bando contrario, y la
insultaban y abucheaban pidiendo a gritos su muerte. Incluso la policía apuntó
con sus armas a la chica, y justo antes de apretar el gatillo, Venigna los
detuvo a todos imponiendo su voluntad:
- ¡¡Alto, no la disparéis!!- gritó la
mujer de negro, rabiando- ¡¡esta insolente mocosa es mía!!
Como si de un encanto o hechizo se
tratara, absolutamente todos los policías bajaron sus armas. A excepción de los
ciudadanos furiosos que gritaban y pataleaban en el exterior del monumento, la
autoridad de Metroya había entendido la orden de su reina. Ella se encargaría
de acabar con la vida de aquella intrusa enemiga, que la había encerrado en
aquel lugar. Nadie más podía intervenir en el combate.
Cristal se alegró por dentro porque
había conseguido lo que quería: llamar la atención de toda Metroya. Seguro que
en aquellos momentos su imagen debía de salir reflejada en todas las
gigantescas pantallas planas de las fachadas de los edificios de la ciudad. El
combate que iba a disputar contra Venigna sería retransmitido en directo en
toda Metroya.
Su enemiga la apartó de sus
pensamientos cuando le dijo, con una malvada sonrisa burlona:
- Es imposible que tú sola hayas
llevado a cabo todo este plan…- y luego añadió, como si le estuviera leyendo su
mente- intentas ganar tiempo para que “ellos” puedan escapar, ¿verdad?
Aquella afirmación tan segura de la
bruja la desestabilizó durante un breve instante, que no pudo ocultar su
sorpresa. Sin duda Venigna había descubierto sus verdaderas intenciones:
- Lamento decirte que este ridículo
espectáculo que estás montando no te servirá de nada- le informó la reina- en
cuanto acabe contigo, iré tras ellos y me encargaré personalmente de poner fin
a sus miserables vidas…tu muerte habrá sido en vano, al igual que todos
vuestros inútiles esfuerzos por impedir lo inevitable.
La chica la miró firme y decidida, y
desenfundó su estrella ninja mientras se ponía en guardia:
- No pienso quedarme atrás… ¡¡lucharé,
igual que lo han hecho mis amigos…por Oblivia y el mundo entero de Limaria!!
La mujer de negro rió con una sonrisa
burlona, como si lo que acababa de decir la ladrona fuera un chiste o una
broma. Cristal no vaciló ni un instante cuando le dijo seriamente:
- Ríe mientras puedas…porque muy
pronto dejarás de hacerlo.
Venigna logró calmarse, y tras fijarse
mejor en el rostro y los ojos de la chica, consiguió reconocer unas fugaces
caras que le recordaban a las facciones de su rival:
- A ti te conozco…eres la hija de mis
molestos enemigos Arturo y Aurora, reyes del continente oeste, ¿me equívoco?
- No- afirmó la chica con coletas.
- Por lo tanto…eres la princesa del
reino de Oblivia, Cristal.
La chica apuntó firme y decidida con
su arma a la bruja, con la que pronunció valientes palabras:
- Así es…tu reinado del miedo y del
terror han llegado a su fin… ¡¡y estoy aquí ahora para acabar contigo!!
Venigna cerró los ojos y comentó,
dirigiéndose a su enemiga:
- Necias palabras para una pobre
infeliz…es una pena que quieras acabar tu vida siendo tan joven y llena de
vida…
En ese momento la mujer de negro abrió
los ojos y estiró ambos brazos a los lados, de los que aparecieron dos grandes
y afilados témpanos de hielo levitando en el aire:
- Muy bien…si tanto deseas la muerte,
yo te ayudaré a encontrarla.
Cristal se puso en guardia, esperando
el inminente comienzo del combate, mientras los espectadores metroyanos se
animaban al ver que empezaba la acción. No se imaginaban que en vez de estar
allí gritando y observando la pelea, tenían que huir y alejarse de allí para
salvar sus vidas.
Cristal corría rápidamente hacia
Venigna con su estrella ninja en mano, a la vez que su enemiga lanzó los
témpanos de hielo contra ella. La chica con coletas los destrozó en mil pedazos
con su arma en dos rápidos movimientos ofensivos, sin dejar de correr.
La princesa consiguió llegar sin
problemas junto a Venigna, y le sorprendió ver fugazmente que no mostraba
ninguna expresión de sorpresa. Al contrario, parecía como si la bruja ya
supiera de antemano que superaría la prueba inicial de los témpanos de hielo y
se encontraría ahí, junto a ella, en aquel momento.
Cristal no lo dudó ni un instante e
hizo demostración de su rapidez con un nuevo golpe de su estrella ninja en la
cara de su enemiga. Su ataque fue repentina y frenéticamente parado por un
tridente que formaba parte del decorado de la carroza, que había llegado
rápidamente en ayuda de la mujer de negro y que levitaba por arte de magia
entre ellas:
- ¿¡Pero qué…!?- exclamó la princesa,
perpleja.
Ante el asombro de Cristal y la
tranquilidad despreocupada de Venigna, un nuevo tridente atacó desprevenida a
la chica por detrás, que le arañó el brazo izquierdo, y le hizo bajar la
guardia, tras un grito de dolor. La bruja aprovechó la ocasión para utilizar su
poder psíquico y empujó a Cristal brutalmente contra una pared tallada en oro
del Arco de Triunfo.
El impacto fue un duro golpe para
Cristal, que ya tendida en el suelo, se levantó con dificultad mientras cogía
de nuevo su estrella ninja. En medio de los gritos de victoria de los
metroyanos al ver a su reina en ventaja, la chica con cletas podía ver la
sangre fluir y caer por su brazo herido. Un ardiente dolor le recorría la
extremidad, y su rostro palideció al observar mejor su herida. Había una
extraña mancha morada filtrándose por su sangre y sus venas, y supo que aquello
no podía ser nada bueno.
Apenas recuperada, su instinto del
peligro la avisó de los dos tridentes que venían lanzados como balas hacia
ella. Sus reflejos, todavía activos, consiguieron esquivar los dos ataques,
chocando los dos tridentes contra el muro dorado. Era tan rápida la velocidad a
la que iban, que las dos armas quedaron incrustadas fuertemente en la pared.
Fijándose más de cerca, la princesa
descubrió horrorizada que el líquido morado que desprendían los tridentes era
el mismo que el que había visto en su herida. Cristal aprovechó el momento para
enlazar la magia Piro a su estrella ninja, y con ella partió por la mitad ambos
tridentes, quedando inservibles para nada.
La voz de Venigna a sus espaldas la
hizo volverse hacia ella, que permanecía parada y con total tranquilidad,
mientras reía y esbozaba una sonrisa maléfica. Parecía como si lo tuviera todo
bajo control:
- El resultado del combate ya está
decidido- comentó la mujer de negro.
- ¿¡Qué!?- exclamó Cristal.
- Esos tridentes estaban bañados en la
magia Bio, y por sus filos contagian a todo aquello que los roze…- explicó
la malvada reina- ahora mismo corre por tus venas un temible veneno letal, que
acabará poco a poco con tu cuerpo y tu vida.
La chica con coletas escuchaba
horrorizada las palabras de su enemiga. No podía creer lo que oía:
- Desde el preciso instante en que una
de las dos armas logró herirte, el resultado del combate ya estaba
marcado…calculo que no durarás ni una hora, tienes los minutos contados.
La princesa rabió de furia, frustrada.
Una hora no sería suficiente tiempo para que sus amigos pudieran escapar.
Sentía que todo lo que estaba haciendo no serviría para nada, y que su sacrificio
sería en vano para todos, para Oblivia y para Limaria. Apretó los puños y los
dientes:
- ¡¡Todavía no hemos terminado el combate!!-
gritó la chica, enfadada- ¡¡no puedes predecir el futuro!!
Cristal, furiosa, enlazó la magia
Hielo a su arma y corrió nuevamente hacia la bruja mientras decía:
- ¡¡Toma, a ver si esto te hace
gracia!!
Lanzó con fuerza la estrella ninja a
Venigna, a modo de boomerang. La mujer de negro esquivó el ataque con facilidad
y al volver la vista al frente descubrió que su enemiga ya no estaba.
De repente sintió una presencia por
detrás, y sonriendo de malicia, utilizó sus afiladas uñas, que se alargaron a
voluntad en cuestión de segundos, para girarse y bloquear la puñalada con un
cuchillo que Cristal intentaba asestarla por la espalda. La princesa palideció
al instante, al ver con sus propios ojos la siniestra magia de Venigna, y podía
comprobar por sí misma que las uñas de la reina se habían vuelto tan duras y
rígidas como el acero puro de una espada:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó
Cristal- ¿¡Qué…qué es lo que eres!?
Sin embargo, Venigna no se inmutaba lo
más mínimo. La mujer de negro parecía tomarse aquel combate como si fuera un
simple juego de niños. Al contrario que la princesa, ella no tenía ni un
rasguño. Sonrió tranquilamente mientras decía:
- Es inútil…admito que eres rápida,
pero no lo bastante como para adelantarte a mis reflejos, porque puedo saber
exactamente cuáles serán tus movimientos…- explicó Venigna- esta es la razón
por la que todos han caído ante mí…sencillamente porque es imposible vencerme.
Cristal trató de sobreponerse y alzar
la voz, en un vano intento por intimidar a su enemiga:
- ¡¡Te equivocas!!- gritó la chica con
coletas- ¡¡puedo vencerte aquí y ahora…porque nadie es invencible!!
La ladrona realizó un rápido
contraataque con el cuchillo en sus manos, que Vengina esquivó sin esfuerzo. De
ese modo se alejó unos pasos de la mujer de negro para guardar una de sus armas
secundarias y aprovechar el mismo momento para recoger al vuelo su estrella
ninja, que volvía a sus manos:
- ¡¡No me subestimes, bruja!!
Cristal corrió nuevamente hacia ella,
y con movimientos rápidos trató de asestarle golpes con su arma. Como si de un
duelo de esgrima se tratara, la chica no dejaba de atacar en todo momento con
su estrella ninja, mientras Venigna se defendía bloqueando con sus uñas cada
uno de sus movimientos. Los choques de acero resonaban por todos los rincones
del monumento histórico mientras los espectadores metroyanos contemplaban
emocionados el combate. Nunca antes habían visto a su reina en acción, y no
querían perderse ni un solo detalle de los acontecimientos.
Llegó un momento en que la estrella
ninja de Cristal fue apartada a un lado, y aprovechando los segundos de
desestabilización de la chica, Venigna arañó y empujó con la fuerza de sus
afiladas uñas a la princesa, que acabó volando por los aires y chocando con las
grandes rejas de acero.
De nuevo estaba aturdida por el golpe,
que afectó a todo su cuerpo. Al llevarse la mano al estómago y al pecho, que le
ardían de dolor, descubrió horrorizada que estaba ensangrentada. Su rostro
palideció aún más al verse la misma mancha morada en su torso que la que tenía
en el brazo izquierdo.
Levantó la vista a la bruja, que
permanecía un poco más lejos de ella, y no podía creer lo que veía. Con la boca
abierta y mientras temblaba, supo que la mujer de negro le había introducido
más veneno en el cuerpo. Pensó en su mente:
“¡¡No puede ser…!!”- se dijo a sí
misma, al ver el líquido morado gotear de sus afiladas uñas- “¡¡Venigna no
tiene sangre, sino la magia Bio corriendo por sus venas…toda ella es un
contenedor de veneno mortal!!”
La princesa se levantó a duras penas,
agarrándose a lo que podía. Sentía su cuerpo cada vez más débil, e imaginó que
sería a causa de los efectos del veneno. Si encima ahora le había introducido
más cantidad de veneno en su organismo, su tiempo restante de vida se reducía
de manera drástica. Debía ser fuerte y aguantar el mayor tiempo posible, por
sus amigos y por el mundo entero.
Cristal no se rindió todavía. Agarró
con fuerza su estrella ninja y dijo, con la mirada firme aunque cansada:
- No me rendiré… ¡¡eso nunca!!
La chica corrió nuevamente hacia su
enemiga para atacarla mientras desaparecía, corriendo tan rápido que era muy
difícil seguirla con la mirada. Durante unos segundos, tanto los espectadores
como la bruja no pudieron distinguir la figura de Cristal con los ojos dentro
de la gigantesca jaula. Durante esos segundos se convirtió en una rápida y
sigilosa sombra asesina.
De repente y sin moverse de su sitio,
Venigna asestó un duro golpe con su poder psíquico a Cristal, en el instante en
que ésta apareció a sus espaldas para atacarla. La princesa recibió de lleno el
ataque, que la empujó brutalmente contra la pared dorada del monumento, y cayó
de rodillas al suelo:
- No…no puede ser…no es…verdad…-
murmuró Cristal en voz baja, mientras se levantaba a duras penas.
Corrió nuevamente hacia ella para
atacarla al tiempo que desaparecía de la vista del ojo humano. Tras unos
segundos de fuertes ráfagas de viento provocadas por la velocidad de la chica,
el poder psíquico de la reina bloqueó el ataque lateral de Cristal en el último
momento y volvió a lanzarla por los aires, estrellándola con las rejas de
acero.
De esta forma comenzó un largo duelo
de paciencia contra velocidad. La ladrona no se daba por vencida, y aún a pesar
del dolor que sentía por todo su cuerpo, siempre se levantaba y repetía
consecutivamente los mismos movimientos, en numerosos intentos por tratar de
herir a su enemiga. Frente a su empeño por ganar el combate, y usando
inútilmente la misma estrategia, el resultado siempre era el mismo, y se
repetía una y otra vez en medio de sus gritos y gemidos de dolor.
Llegó un momento en que Cristal no
pudo más. Cansada y agotada, el fuerte dolor en una de sus piernas la hizo
perder el equilibrio, y caer de bruces al suelo. De rodillas, con los brazos
apoyados, temblando y jadeando, la chica sentía un inmenso dolor cada vez más
fuerte, que le recorría todo el cuerpo y dificultaba su movilidad. Supo sin
lugar a dudas, aparte de los numerosos golpes recibidos de los impactos, que aquello
sólo podía ser obra del veneno que Venigna le había introducido con sus
ataques. Se sentía mareada y cada vez le costaba más respirar. Sabía que no le
quedaba mucho tiempo.
Alzó la cabeza cuando la bruja
pronunció serena y tranquilamente:
- Ya te he dicho que es inútil…si
nunca nadie ha conseguido vencerme, no esperes que una insignificante humana
como tú sea la primera en hacerlo.
Cristal ya no sabía qué hacer. Estaba
tan aterrada y asustada que el miedo le impedía pronunciar palabra. Respiraba
entrecortadamente y temblaba como una hoja, tan débil y frágil que cualquier
movimiento en aquel momento acabaría con su vida:
- La verdad es que esperaba más de la
princesa de Oblivia…- siguió hablando la mujer de negro- pero bueno, así me lo
dejas mucho más fácil…en cuanto acabe contigo y con tus padres, todo tu reino
caerá…y entonces yo gobernaré sobre el mundo entero como única y absoluta reina
de toda Limaria.
En ese momento Venigna sonrió
maléficamente mientras estiraba su brazo con la palma de la mano abierta y
apuntando en una dirección desconocida, frente a una de las grandes rejas de
acero.
No muy lejos de allí, una fuente
pública se resquebrajó por completo de arriba abajo, liberando una gran
cantidad de agua. Dicha materia, en vez de expandirse por el suelo, se
arremolinó flotando en el aire como un enorme globo de agua. Al cabo de unos
segundos empezó a cobrar forma, estirándose y adquiriendo las curvas
perfectamente reconocibles de un reptil. Acabó la transformación en poco
tiempo, y como si cobrara vida y voluntad propia, se dirigió volando hacia el
Arco de Triunfo.
Cristal no tardó en oír en la lejanía
el chillido de un reptil, que podía percibir que se acercaba y sentía por
naturaleza que era un mal presagio. El miedo se apoderaba por momentos de ella,
que temblando y con la boca abierta oyó decir a su enemiga:
- Lo oyes, ¿verdad?- sonrió Venigna-
es el hermoso sonido de la muerte.
La chica con coletas logró reunir
fuerzas, a pesar del miedo. Todavía temblando, cogió su arma, se levantó y se
puso en guardia, preparada para la próxima sorpresa de la bruja. Podía sentir
que el monstruo estaba cada vez más cerca.
Apareció de repente detrás de Venigna,
asustando a los espectadores metroyanos y soltando algún que otro grito de
terror. La criatura atravesó los barrotes de acero mientras empapaba las rejas
y el agua caía por el metal.
Cristal, con la cara pálida, contempló
horrorizada al enorme monstruo que se alzaba frente a ella:
- Permíteme que te presente a una
criatura mitológica excepcional- sonrió maléficamente Venigna- temida por todos
los humanos desde ancestrales generaciones…el basilisco.
La serpiente clavó su mirada fría y
asesina en la chica con coletas, y como si fuera un animal de verdad, chilló de
furia mientras mostraba sus feroces y afilados colmillos. Cristal empezó a
retroceder unos pasos, temblando y ahogando un grito de terror, hasta que chocó
a sus espaldas con el muro dorado del Arco de Triunfo. A ambos lados la
encerraban los barrotes de acero, con los metroyanos por fuera pidiendo a
gritos la muerte de la princesa.
Sabía que no tenía escapatoria, y en
aquel estado tampoco era rival para el basilisco de agua. Lo peor de todo es
que sentía cada vez más los efectos del veneno corriendo por sus venas y
acabando rápidamente con su cuerpo:
- Puedo leer en tus ojos el
arrepentimiento de tu osadía al querer enfrentarte a mí- afirmó la bruja- pero
ya es demasiado tarde, ahora debes pagar las consecuencias de tus actos…
Venigna estiró el brazo
amenazadoramente en dirección a la chica mientras gritaba:
- ¡¡Muere!!
Como si de una orden se tratara, el
basilisco de agua se lanzó contra ella mientras abría sus fauces y mostraba sus
largos colmillos de serpiente. Cristal logró esquivar por los pelos el ataque
rodando por el suelo, y con gran esfuerzo consiguió levantarse y salir
corriendo al otro extremo de la jaula gigante. Enlazó rápidamente la magia
Electro a su estrella ninja y la lanzó a modo de boomerang contra la criatura.
Aunque al principio pareció dar
resultado, y el monstruo chilló de dolor mientras su cuerpo acuático soltaba
chispas eléctricas, la princesa palideció al descubrir, tras varias rondas de
ataque, que con su esfuerzo no lograba nada.
Para su desgracia, descubrió que por
mucho que le lanzara magias, lo atacara o lo hiciera chocarse con las paredes,
lo único que conseguía era cansarse a sí misma. Cristal corría, saltaba, rodaba
y esquivaba los ataques del monstruo, y era lógico pensar que aquella criatura no
recibía ningún daño. Por mucho que le destrozara su cabeza o cuerpo acuático,
siempre se regeneraba y recuperaba su forma de serpiente gracias al elemento
del que estaba completamente hecho: el agua.
Llegó un momento en que la chica no
pudo correr más, y en aquella ocasión no logró esquivar el fuerte golpe que le
sacudió bruscamente la serpiente con la cola. Cristal chocó nuevamente contra
el muro dorado mientras un terrible dolor la torturaba sin piedad por dentro y
que la hacía escupir sangre por la boca. Tras eso, cayó desde una altura
considerable al suelo.
Esta vez le dolía todo el cuerpo y le
era imposible levantarse. Por más que lo intentaba, no le respondía ninguna de
sus extremidades, y el efecto letal del veneno comenzaba a arrebatarle la vida
de sus manos. El basilisco de agua la observó un momento y luego chilló de
euforia, como un cazador al ver a su presa débil y acorralada.
Con un gesto de mano de Venigna, la
serpiente se lanzó de lleno contra la princesa. Cristal no podía moverse y
tampoco trató de esquivar la boca abierta que se le echaba encima.
Irremediablemente fue tragada por las fauces del monstruo, y dentro de su
cuerpo acuático transparente, se vio llegar a la chica desde el exterior al
centro del cuerpo de la criatura, lo que sería su estómago.
Al igual que estar bajo el agua o
dentro de una piscina, la chica no podía respirar. Trataba de liberarse
violentamente con las pocas fuerzas que le restaban de aquella prisión de agua,
pero era inútil. Sentía que un misterioso poder psíquico la mantenía agarrada
fuertemente y le impedía moverse.
Al cabo de unos segundos de inmensa
angustia y desesperación por tratar de liberarse, finalmente no pudo aguantar
más la respiración. Poco a poco fue perdiendo el aire de sus pulmones, que
comenzaron a llenarse de agua y, cansada y exhausta, dejó de patalear mientras
su cuerpo flotaba dentro de la masa líquida del basilisco. Ya no tenía fuerzas
para resistirse ni esperanzas de ganar aquel combate:
“Se acabó…Erika tenía razón…”- pensó
la princesa, mientras cerraba los ojos lentamente- “nunca debí hacer esto
sola…es demasiado para mí…lo siento, chicos…pensaba que era más fuerte…pero…me
equivoqué…ahora sé…que no puedo…ayudar a nadie…me temo que…este…es mi fin…”
Tras la última palabra en su mente, la
chica con coletas cerró los ojos y bajó la cabeza, indicando su muerte. En ese
momento una sonrisa maléfica se le dibujó a Venigna en el rostro mientras los
metroyanos vitoreaban entre gritos la victoria de su reina.
Parecía que, con la muerte de la
princesa, el reino de Oblivia había caído para siempre, y que Metroya ya no
tenía ningún obstáculo para apoderarse del mundo entero de Limaria. Todo
apuntaba a lo evidente, y parecía que el combate había terminado.
Sin embargo, todos los presentes
callaron repentinamente y con la boca abierta, al ver lo que ocurrió en ese
instante, que los dejó completamente perplejos y sorprendidos.
Una extraña luz azulada comenzó a
brillar con fuerza dentro del cuerpo líquido del basilisco, justo en el lugar
donde se hallaba el cuerpo inerte de Cristal.
A Venigna se le borró la sonrisa de la
cara de un plumazo. A pesar de no haber visto nunca un destello de luz
semejante, su intuición le decía que no podía ser nada bueno:
- ¿Qué es esa luz?- preguntó la bruja,
frustrada y apretando los dientes.
Sus temores se confirmaron ante las
miradas atónitas de los metroyanos.
Inexplicablemente, el cuerpo de la
serpiente empezó a congelarse desde dentro y extendiéndose por ambos lados,
mientras la criatura chillaba de dolor. Cuando el basilisco se transformó por
completo en una enorme escultura de hielo, comenzaron a formarse grietas en
todo el cuerpo del monstruo.
Al cabo de pocos segundos, y tras
resquebrajarse completamente, el nuevo basilisco de hielo acabó destrozado en
mil pedazos, sorprendiendo no solo a toda la ciudad de Metroya, sino también a
la mismísima reina del continente este. Nadie podía creerse lo que veía.
De entre los cristales de hielo surgió
Cristal, desmayada, en los brazos de un nuevo salvador. Se trataba de una mujer
de piel azul y blanca, que vestía ligeras prendas veraniegas, también de
colores fríos. En sus ojos azul marino se distinguía claramente una mirada tan
fría como el hielo mismo. Levitaba en el aire, pero después descendió al suelo
suavemente con Cristal en sus brazos, mientras su largo cabello, de color azul
y verde, ondeaba al viento.
Después de toser y escupir agua varias
veces, la princesa volvió en sí y abrió los ojos poco a poco, descubriendo así
el rostro de su salvadora. Pudo pronunciar, con los ojos entreabiertos:
- ¿Pero…qué…?
Aquella mujer tenía algo especial, y
no era precisamente algo que se pudiera ver a simple vista. Al estar en sus
brazos al contacto, cualquiera no podría pensar en otra cosa que no fuera la
baja temperatura corporal del cuerpo de aquella mujer. Tan sólo una cosa la
mantenía despierta, y que la hacía temblar hasta los huesos: el frío. Ese frío
intenso terminó de despertarla por completo.
La misteriosa mujer la soltó
delicadamente en pie en el suelo, y Cristal retrocedió unos pasos para
observarla mejor. Se sorprendió al sentirse más recuperada, ya no estaba tan
cansada. El mareo y la dificultad de respiración que tenía hasta hace unos
minutos había desaparecido casi por completo. Volvió la mirada hacia su
salvadora, perpleja y con la boca abierta:
- ¿Quién eres?- preguntó la chica con
coletas.
La mujer permaneció callada y no
respondió a su pregunta. Tan sólo señaló el colgante que llevaba la princesa al
cuello, el cual Cristal miró atónita. Cuando se lo ajustó antes de la pelea
estaba apagado, pero en aquellos momentos brillaba intensamente con un color
azul celeste. Se trataba de nada más y nada menos que la misteriosa esfera azul
que recogió de su caja de música, y que llevaba tanto tiempo intentando
averiguar su misterio.
Entonces recordó fugazmente, en ese
instante, aquella vez que se enfrentaron al hombre de negro de la organización
Muerte, Lectro, durante su estancia en Nautigh. Cuando se encontraban al borde
de la muerte, y parecía el fin de la ciudad, la esfera amarilla que llevaba
Marina al cuello comenzó a brillar con una intensa luz cegadora. De esa luz
surgió Quetzal, el guardián de la fuerza del elemento rayo, quién detuvo la
sobrecarga eléctrica y salvó Nautigh de su destrucción.
Fue en ese instante cuando recapacitó
y se dio cuenta de lo que tenía delante. Se dirigió a la aparición, a quién
preguntó sorprendida y con una media sonrisa:
- ¿Eres…un guardián de la fuerza? ¿Un
G.F.?
La mujer asintió con la cabeza, para
asombro de Cristal. Nunca pensó que esa esfera que llevaba encima fuera un
objeto de invocación. Recordó que, tal y como les había contado el primer
elegido de la llave espada, Mirto, los G.F. acudían a proteger y ayudar a sus
portadores en caso de que estos se encontraran en serios problemas. La única condición
para que esto sucediera era que tenía que existir un vínculo especial entre el
G.F. y su portador.
Al verse a punto de morir, este
guardián de la fuerza apareció para salvarla de la muerte. Cristal lo entendió
todo enseguida e hizo lo menos que podía hacer. Con una media sonrisa, la chica
con coletas se dirigió a la invocación diciendo:
- Muchas gracias, yo…
No pudo terminar de hablar, porque en
ese momento se sorprendió al ver a la mujer reaccionar rápidamente y colocarse
a sus espaldas para crear un enorme muro de hielo. Este muro detuvo un ataque
mágico proveniente de la carroza.
Tras cubrirse con los brazos, Cristal
dedujo de dónde venía ese ataque mágico: de la bruja Venigna, de quien se había
olvidado por completo y el G.F la había protegido nuevamente. Ahora, la malvada reina las observaba con una
nueva mueca de rabia y frustración. Desde luego no se esperaba aquella
sorpresa:
- Maldita sea…- dijo Venigna, con
profunda ira- ¿¡por qué tú…por qué tienes un G.F.!?
Cristal salió por un lado del muro de
hielo y se dirigió a su enemiga, a quien miró a los ojos firme y seriamente:
- ¿Sorprendida, Venigna? Pues esto no
es más que el principio… ¡¡prepárate, porque voy a devolverte todo el daño que
me has hecho!!
El guardián de la fuerza, como si hubiera
recibido una orden de Cristal, extendió sus brazos hacia la reina y de ellos
salió una poderosa ventisca de hielo y nieve, que congeló todo a su paso en
cuestión de segundos.
Venigna no supo actuar ante el ataque
inesperado, y se mantuvo en su sitio con los brazos cubiertos, mientras
retrocedía a cada paso e intentaba luchar dificultadamente contra la ventisca.
Los cristales de hielo la golpeaban sin piedad y, gritando de dolor, poco a
poco iba perdiendo terreno. Sus extremidades empezaron a congelarse:
- Ningún maldito G.F…se interpondrá en
mi camino…- dijo la bruja, enfadada y apretando los dientes- por muy fuertes
que sean…los someteré a mi poder… ¡¡y se postrarán ante mí!!
Mientras tanto Cristal, fascinada por
el poder de su aliada, no podía dejar de mirarla y pensar qué G.F. era el que
la estaba ayudando en aquel momento. Tras pensarlo un instante y recordar las
charlas con Mirto, descubrió la respuesta.
Tan sólo la guardiana de la fuerza del
elemento hielo podía provocar peligrosas ventiscas como aquella, y al recordar
el nombre, su conciencia la devolvió de repente a la realidad:
- ¡¡Sigue así, Shiva, no pares!!- le
gritó Cristal al G.F.
Aprovechando la debilidad de su
enemiga ante el ataque de Shiva, Cristal corrió rápidamente hacia Venigna en medio
de la tormenta de hielo y nieve mientras preparaba su estrella ninja en mano
para atacarla.
Podía sentir una increíble fuerza y
poder dentro de ella que nunca antes había tenido. Al igual que había ocurrido
con Marina y Quetzal en Nautigh, Shiva le prestó su poder a la chica con
coletas. Tener tanta vitalidad, magia y fuerza de repente, sumados a la
invulnerabilidad en medio de la ventisca y del elemento hielo, no podía tener
otra explicación. Cristal, firme y decidida, agradeció en silencio a la invocación
por prestarle aquella fuerza, que estaba dispuesta a aprovechar para acabar con
la mujer de negro.
La bruja pudo verla corriendo hacia
ella, a pesar de la dificultad de la tormenta, y adivinó sus intenciones. Sin
embargo, no podía encargarse de la chica mientras se defendiera de la ventisca.
Estaba completamente débil y desprotegida:
- ¡¡No, espera…no lo hagas!!- gritó
Venigna, ahora asustada y aterrada, mientras suplicaba por su vida.
Cristal no escuchó sus palabras. Al
llegar hasta la reina, la miró a los ojos por unos instantes con una mirada
firme, decidida y segura de sí misma:
- ¡¡Demasiado tarde, bruja!!- gritó la
princesa- ¡¡Toma ésta!!
Cristal enlazó la infinita magia Hielo
que la rodeaba a su arma y, con todas sus fuerzas, embistió con ella a Venigna,
atravesándola y provocándole una profunda herida de muerte.
La ladrona se separó de su enemiga,
con su estrella ninja envuelta en sangrienta magia Bio. Finalmente la bruja
escupió un espumarajo de sangre por la boca y cayó al suelo boca abajo.
Shiva dejó de atacar y la ventisca
cesó. Los metroyanos, confusos, perplejos y atónitos, callaron al ver lo que
muchos creían que era imposible: la derrota de su reina.
El cadáver de la mujer de negro,
rodeado de hielo, hizo que reinara un silencio sepulcral, ante las miradas
atónitas y con la boca abierta de sus seguidores. A través de las enormes
pantallas planas de la ciudad, que retransmitían en directo el combate, toda
Metroya había sido testigo de la muerte de su reina.
Cristal guardó su arma y dio media
vuelta en dirección a Shiva, que la esperaba un poco más lejos. Ahora ya nadie
gritaba ni vitoreaba, ni siquiera hablaban. Todos contemplaban expectados a la
princesa de Oblivia, que caminaba seria y decidida hacia la G.F. Todo parecía
indicar que el combate había terminado.
Sin embargo, muy lejos de lo que
esperaban los presentes, ocurrió algo siniestro y aterrador, que heló la sangre
de todos.
De pronto algo rompió el silencio. Una
risa que se creía extinguida empezó a reír diabólicamente, encogiendo de miedo
incluso al más valiente de los metroyanos. A Cristal se le borró la seriedad de
su rostro, y un nuevo semblante de miedo y terror se reflejó claramente en su
cara:
- No puede ser…- dijo la princesa,
atónita y temblando.
Se volvió rápidamente y, en efecto,
sus peores temores eran ciertos. Aquella batalla aún no había terminado.
Venigna se levantaba poco a poco, con
dificultad, mientras escupía sangre por la boca y esbozaba una sonrisa
siniestra. Seguía riéndose maléficamente y haciendo estremecer de terror a
todos los presentes. Cuando finalmente se puso en pie, empezó a hablar:
- Estúpida humana… ¿de verdad
creías…que habías ganado? ¿Qué todo esto…se acaba aquí?- sonreía la mujer de
negro, sin importarle la gravedad de sus heridas- cuando te digo…que yo sola…he
acabado con ejércitos enteros…no es precisamente…por cualquier truco de magia
barato…
Cristal corrió hacia ella con su
estrella ninja en mano para rematarla. Pero antes de que pudiera llegar, un
nuevo golpe psíquico la empujó y lanzó un poco más lejos, a ras del suelo. El
sello de Ludmort de Venigna comenzó a brillar intermitentemente en rojo, al
igual que sus ojos, y cada vez con más fuerza:
- Ahora te demostraré…hasta qué punto
puede llegar mi magia…y también te enseñaré…por qué todos me temen…- y luego
añadió, sin dejar de sonreír diabólicamente- ¡¡contempla con tus propios
ojos…el poder de la oscuridad!!
Lo que ocurrió después dejó el corazón
de Cristal entre dos latidos, y que la hizo temblar de miedo y terror.
Pudo ver frente a ella, a varios
metros de distancia, cómo un aura oscura envolvía el cuerpo de Venigna. Toda
Metroya fue testigo de la horrible y terrorífica transformación de su reina.
La mujer de negro hizo que el sello de
su cuello se extendiera por todo su cuerpo, cambiándole por completo el color
de la piel y los ojos. Su piel se volvió escamosa, unos horribles cuernos le
salieron de su cabeza y una cola de reptil surgió por detrás de su torso.
Mientras que en su mano derecha le crecieron las uñas, tan largas y afiladas
como espadas, su mano izquierda se transformó por completo en la cabeza de una
serpiente, que como si tuviera vida propia, podía mover los ojos y abrir la
boca para enseñar su lengua bífida y sus colmillos asesinos.
Fue en ese momento en el que terminó
la transformación de la bruja cuando la gente no pudo evitar gritar de miedo y
de terror, ante aquel monstruo con forma humana que ya en nada se parecía a su
antigua soberana. El terror estaba reflejado en toda Metroya, y la ciudad
entera pudo ver en directo el verdadero rostro de su reina.
Debido al repentino giro radical de la
situación, la princesa no podía reaccionar. Todavía pálida y tratando de
asimilar los acontecimientos mientras observaba con horror la transformación de
su enemiga, temblaba incapaz de moverse. El miedo la paralizaba tanto que su
cuerpo no le respondía.
La nueva y monstruosa Venigna gritó de
furia y se lanzó a atacar a Cristal. Shiva se interpuso rápidamente en medio de
ambas y lanzó varios témpanos de hielo a la bruja. La mujer de negro, ahora
casi convertida en serpiente, destrozó con sus uñas los témpanos de hielo, sin
dejar de correr hacia ellas.
Tras varias rondas de témpanos y rayos
de hielo fallidos, la G.F. comprendió enseguida que era imposible dtenerla.
Antes de que Venigna llegara hasta las dos, Shiva conjuró rápidamente un
hechizo y levantó un muro de hielo que las separó de la bruja en el último
momento.
Sin embargo, fue inútil. Las uñas de
la mujer serpiente cortaron fácilmente la barrera de hielo y, justo antes de
que el filo alcanzara a Cristal, la guardiana de la fuerza protegió a la chica
usando su cuerpo como escudo de protección:
- ¡¡Shiva!!- gritó la princesa, tras
reaccionar por fin.
Las dos acabaron rodando por el suelo
un poco más lejos, debido a la nueva fuerza sobrenatural de Venigna. Cristal se
levantó y agachó de rodillas junto a la invocación, que permanecía
inconsciente, sacudiéndola muy preocupada:
- ¡¡Shiva, Shiva, responde!!- gritaba
la chica con coletas.
Los cortes eran profundos, y de sus
heridas comenzaron a formarse manchas moradas preocupantes. Cristal comprendió
entonces que incluso hasta los G.F. podían sufrir daños igual que los humanos,
y en aquellos momentos la invocación también estaba envenenada:
- ¡¡Oh, no!!- exclamó la princesa,
horrorizada, que volvió a sacudirla mientras decía- ¡¡Shiva, por favor,
despierta…no me dejes ahora!!
En ese momento Venigna, que parecía
más calmada, se dirigió a ella diciendo:
- Ya te lo dije antes…- pronunció con
rabia e ira- ningún maldito G.F. se interpondrá en mi camino… ¡¡y mucho menos
una insignificante humana como tú!!
La mujer serpiente volvió a lanzarse
corriendo hacia ellas, amenazante con sus afiladas uñas. Viendo que su aliada
estaba débil e indefensa, y después de lo que había hecho por protegerla, en
esta ocasión no vaciló ni un instante. Se adelantó a Shiva, y con su estrella
ninja bloqueó las peligrosas uñas de su enemiga. Ambas se encontraron cara a
cara:
- No permitiré que le hagas daño-
advirtió la princesa.
- Eso ya lo veremos- siseó Venigna con
su nueva lengua bífida.
La bruja azotó por sorpresa a la chica
con su cola de serpiente, con tanta fuerza que la lanzó por los aires y acabó
estrellando con la pared de oro del monumento.
Cristal, un poco aturdida, levantó con
esfuerzo la vista al frente. Palideció por completo al ver a Venigna con la
cabeza de serpiente de su mano izquierda apuntando hacia ella. En su boca
abierta estaba acumulando energía oscura, y casi a punto de disparar:
- ¡¡Cañón Oscuro!!- gritó la mujer de
negro.
La princesa vio ante ella cómo se
dirigía la enorme bala de energía a su posición. Era tan grande que, aunque
rodara o saltara a un lado para esquivarla, la alcanzaría sin remedio. No tenía
escapatoria, estaba acorralada.
Justo cuando creía que iba a morir,
una presencia se interpuso entre ella y la bala, sorprendiendo a la chica:
- ¡¡Shiva!!- exclamó Cristal.
La guardiana de la fuerza empleó toda
su magia para crear un enorme iglú de hielo tan grande y resistente como un
búnker, justo a tiempo antes de que la bala de oscuridad las alcanzara.
Cerraron los ojos antes del fin.
El disparo de Venigna tuvo
consecuencias desastrosas para los presentes que observaban de cerca el
transcurso del combate. La energía oscura destrozó una de las dos pilastras del
gigantesco monumento, e irremediablemente este se vino abajo, en medio del caos
y la confusión del lugar.
Cientos de vidas fueron sepultadas
bajo los escombros del ya destruido Arco de Triunfo, mientras los metroyanos
huían y gritaban de terror. Ahora ya nadie prestaba atención al combate, sino
que huían para salvar la vida. El único monumento histórico que tenía Metroya
en toda su historia se había convertido en ruinas.
Cristal abrió de nuevo los ojos, y
palideció al ver el panorama a su alrededor. Se giró en todas direcciones y no
veía más que escombros en un mar de ruinas. Sin embargo, lo que más le asustaba
y temblaba era ver los cientos de cadáveres metroyanos esparcidos por el lugar,
donde ahora sólo reinaba el silencio. El escenario de combate había dado un
lúgubre y tétrico giro radical.
El iglú de hielo había desaparecido, y
la chica atendió rápidamente a la aliada que tenía a su lado:
- ¡¡Shiva!! ¿¡Estás bien!?
Sólo con verla supo que estaba herida
y agotada. La guardiana de la fuerza permanecía de rodillas y con los brazos
apoyados en el suelo, jadeando y respirando entrecortadamente. La princesa
imaginó que aquella gran defensa de hielo debía de haberle costado una gran
cantidad de magia, y necesitaba descansar.
Levantó la vista en todas
direcciones, alerta. Lo que más le inquietaba era el paradero de Venigna y de
si habría sobrevivido a la caída del Arco de Triunfo. Prefirió pensar que
estaba muerta y que por fin Limaria se había librado de aquella bruja víbora,
aunque tenía un mal presentimiento. Decidió que por el momento lo mejor era
irse de aquel escalofriante lugar, antes de que la autoridad de Metroya llegara
y las encontrara:
- Vamos, Shiva, larguémonos de aquí-
dijo la princesa.
Cristal ayudó a la G.F. a ponerse en
pie, que cojeaba de una herida, y ambas caminaron lentamente para alejarse de
lo que antes era el Arco de Triunfo.
Sin embargo, ocurrió lo que la
princesa temía.
Venigna, que aún seguía viva, apareció
de repente tras unos escombros, sorprendiendo a las dos. Con sus afiladas uñas
se lanzó a atacar a su enemiga, mientras gritaba:
- ¡¡Muere!!
Lo que pasó después dejó a Cristal
perpleja y asombrada. Shiva empujó a la chica a un lado y, decidida, se puso en
medio usando su cuerpo para proteger a su portadora. Las uñas de Venigna
atravesaron el cuerpo de la G.F. y la hirió de muerte, frente a los ojos de
Cristal:
- ¡¡¡SHIVA!!!- gritó afónicamente la
chica con coletas.
La guardiana de la fuerza temblaba,
mientras su sangre caía de las afiladas uñas como gotas al suelo. Tras mirar a
la bruja volvió la vista a la princesa, a quién sonrió por última vez antes de
bajar la cabeza y cerrar los ojos.
En ese momento el cuerpo de la G.F.
comenzó a brillar con una intensa luz y, tras unos segundos, Shiva desapareció
por completo, volviendo su espíritu a la esfera azul celeste que Cristal
llevaba por colgante.
“¡¡No…no puede ser…!!”- pensó Cristal
en su mente, perpleja y pálida- “¡¡Venigna…ha podido acabar con una
invocación…un guardián de la fuerza!!”
La chica temió que Shiva hubiera
muerto para protegerla, pero suspiró aliviada al sentir su presencia en la
esfera. Supo entonces que la invocación no había muerto, sino que se había
debilitado. Mirto les contó en una ocasión que, si un G.F. moría, su esfera de invocación
dejaría de brillar y se convertiría en piedra. Por fortuna, no era el caso de
Shiva, y Cristal lo sabía muy bien al mirar su esfera azul brillando
tenuemente. Su aliada tan sólo necesitaba descansar.
La mujer serpiente la devolvió a la
realidad cuando se dirigió a ella, con una furiosa mirada y apretando los
dientes:
- Maldita mocosa…has echado por tierra
mis planes…
Empezó a caminar hacia ella,
amenazante con sus uñas, mientras Cristal se ponía en pie con esfuerzo.
Ahora que Shiva había vuelto a su
esfera, ya no gozaba de los efectos que la G.F. le proporcionaba. De repente
volvió a sentir el veneno letal que corría por sus venas, y la sensación de
mareo y la dificultad de respiración volvieron al organismo de su cuerpo:
- Por tu culpa…ahora toda Metroya me
ve como un monstruo agresivo y peligroso…ya no podré volver a ser la reina de
este lugar nunca más…
Cristal pudo ver a duras penas que no
era la única en mal estado. Su rival también respiraba entrecortadamente y la
magia Bio brotaba como sangre de sus heridas. La mujer serpiente sonrió con
malicia diciendo:
- Yo escaparé de aquí…y cuando me
recupere, algún día…me vengaré…acabaré personalmente con tus padres…con todo tu
reino…con toda Oblivia…- y luego añadió, llena de rabia- pero tú… ¡¡no saldrás
con vida de este lugar!!
Cristal no puedo reaccionar ante el
siguiente movimiento de Venigna, que corrió furiosa a atacarla. En un vano
intento por bloquear el ataque con su estrella ninja, la bruja apartó a un lado
su arma con las uñas, y con la cabeza de serpiente de su mano izquierda
embistió a la chica.
Las fauces abiertas del reptil y los
afilados colmillos del animal se hundieron profundamente en el hombro derecho
de Cristal, que gritó de dolor como nunca antes lo había hecho:
- Vas a morir aquí y ahora, princesa
Cristal…- pronunció Venigna con odio y frialdad- el mundo entero se verá
envuelto en una sangrienta guerra, que marcará el principio del nuevo mundo…y
tú no podrás hacer nada por evitarlo.
La chica empeoraba rápidamente a cada
segundo que pasaba. Podía sentir la sobredosis letal de veneno que el mordisco
de la serpiente le estaba transmitiendo a su cuerpo a través del hombro. Un
inmenso y agonizante dolor le recorría todo el cuerpo, muchísimo mayor a
cualquier otro que había sentido en toda su vida. Sus brazos y piernas no le
respondían, estaba debilitándose a gran velocidad, el mareo se incrementaba y
las pequeñas convulsiones disminuían.
Venigna observaba satisfecha la
tortura de la princesa, disfrutando de cada segundo que la oía gritar
inmensamente de dolor. En menos de un minuto, los órganos vitales de Cristal se
detendrían y ya por fin moriría. Venigna deseaba disfrutar de los últimos y
dolorosos segundos de su enemiga, con una sonrisa malvada y asesina.
Su sonrisa se borró en el momento en
que, cuando creía que la princesa no podía moverse, la mano izquierda de
Cristal agarró el brazo derecho de la bruja. Venigna, sorprendida, no podía
creer que, después de todo el veneno que tenía en su cuerpo, la chica todavía
pudiera moverse:
- Me…niego…
- ¿¡Qué!?- exclamó la mujer serpiente.
Cristal levantó la vista a su rival y
la miró firme, seria y decidida a los ojos. Todo su cuerpo temblaba y respiraba
entrecortadamente, jadeando:
- Todos mis…amigos…confían en mí…después
de todo…el esfuerzo…que han…hecho ellos…hasta ahora…yo…tampoco…pienso quedarme
atrás…
Con la mano derecha temblando, en la
que aún llevaba su estrella ninja ensangrentada, comenzó a levantarla
lentamente, mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para mover su extremidad:
- Si…tengo que…morir ahora…no seré la
única…
Venigna advirtió sus intenciones al
ver el filo del arma apuntando a su corazón. Faltaban pocos centímetros para
que la estrella ninja alcanzara su objetivo:
- ¡¡Basta, detente!!- gritó la bruja,
pálida ante el peligro- ¡¡Para!!
Cristal no lo dudó ni un instante.
Cuando por fin, después de varios segundos de tensión y esfuerzo físico, apuntó
con el filo del arma a su objetivo, dirigió unas últimas palabras a su enemiga:
- Venigna…tu reinado…del miedo y del
terror…se acaba aquí… ¡¡porque tú morirás conmigo!!
Empleando las últimas fuerzas que le
quedaban, Cristal gritó de furia y apuñaló su estrella ninja en el corazón de
Venigna, atravesando el filo por su cuerpo y finalmente hiriéndola de muerte.
La cabeza de serpiente soltó el hombro
de la chica, con la sangre todavía fluyendo por sus heridas, y Cristal separó
su arma ensangrentada del cuerpo de Venigna, que cayó de espaldas al suelo.
La princesa dejó caer al suelo su
estrella ninja mientras se tambaleaba de un lado a otro y jadeaba del
cansancio. Logró dar un par de pasos para ver los últimos segundos de vida de
Venigna, que la miraba con odio y rabia en sus ojos:
- Estúpida…humana… ¿de verdad
crees…que has ganado? ¿Qué todo esto…ha terminado?- mientras hablaba, espumas
de sangre le salían por la boca- lo único…que has…conseguido…es algo más de
tiempo…sólo eso…
Cristal la miraba seria y decidida, y no la interrumpió en ningún momento mientras hablaba:
- Algún día…muy pronto…otro ocupará mi
lugar…y acabará lo que yo empecé…declarará la guerra…y arrasará con toda
Oblivia…- luego sonrió diabólicamente al pronunciar- todos vuestros esfuerzos
son en vano…no podéis hacer nada por salvar este mundo…Limaria está condenada a
morir…y pronto te darás cuenta…
Aquellas fueron las últimas palabras
de la reina, que no dejó de sonreír en ningún momento incluso al exhalar su
último respiro y cerrar los ojos para siempre.
Cristal no pronunció ni dijo nada al
respecto. Tras ver con sus propios ojos que Venigna había muerto, suspiró
aliviada con una media sonrisa, y cerró los ojos mientras caía al suelo, muy
exhausta y debilitada. En ese instante sintió los poderosos efectos del veneno
atacando su corazón y órganos vitales, y apenas podía respirar. Su corazón
entre dos latidos le indicaba que no podía aguantar más. Comenzó a verlo todo
oscuro, sabía que le había llegado la hora.
No le importaba morir, ya que había
cumplido con su objetivo. Dejaría que la inmensa cantidad de veneno que tenía
en su cuerpo terminara con su vida. Ahora por fin podía morir y descansar en
paz, sabiendo que había librado al mundo ella sola de la tiranía de la malvada
bruja Venigna.
Se despertó al sentir que alguien la
sacudía. Oía mucho movimiento de un lado a otro cerca de ella y, con los ojos
entreabiertos, pudo distinguir la silueta de alguien que le resultaba muy
familiar. Junto a ella también se encontraban, rodeándola, dos figuras
igualmente cercanas y familiares.
Los tres la sacudían para que se
mantuviera despierta, mientras la mujer pelirroja le levantaba la cabeza y
acercaba a su boca una especie de brebaje para que se lo bebiera. Cristal
juraría que se trataba de una ultrapoción o de un élixir, pero no estaba segura
ya que ni siquiera era consciente de lo que pasaba.
Tras beberlo casi inconscientemente,
ya que había perdido casi por completo el conocimiento, la pelirroja, el chico
y el perro sonrieron aliviados. Incluso ella misma sintió que una magia
curativa la restablecía por dentro, alejando el dolor, y comenzó a verlo todo
con claridad. La oscuridad se alejaba y la luz se acercaba, apartándola de los
brazos de la muerte.
Empezaron a hablar y a conversar
palabras que a Cristal le resultaban ininteligibles, ya que tan sólo oía un
extraño pitido en sus oídos. Trataban de decirle algo, de comunicarse con ella
y obtener respuesta, pero resultaba muy difícil. La princesa tan sólo murmuraba
los nombres de sus amigos, con esfuerzo, y ellos entendieron que estaba muy
cansada.
Los tres sonrieron y el chico de rojo
le dijo unas palabras al oído que aquella vez la chica con coletas sí pudo
entender:
- Tranquila, ya ha pasado todo…ahora
debes descansar.
Cristal entendió el mensaje y calló
para no malgastar fuerzas. Dejó que la mujer pelirroja cargara con ella a sus
espaldas y los tres anduvieron lentamente, alejándose del escenario de combate
en ruinas de lo que antes era el Arco de Triunfo.
Al caminar, Cristal pudo ver de lejos
la silueta de otras dos personas, corriendo hacia ellos: un hombre rubio con
capa azul y una chica joven de pelo castaño. Ellos también le resultaban
familiares, porque desprendían una sensación de calidez y seguridad que sólo
ella conocía. Fue en ese momento en el que llegaron todos a su alrededor
alegres y felices por encontrarla, el instante en el que Cristal sintió que le
pesaban enormemente los párpados.
Tal y como le dijo el chico de rojo,
necesitaba descansar. Y eso fue lo que hizo. Adormecida en la espalda de la
mujer pelirroja, dejó que la agradable brisa del viento la meciera suavemente,
hasta caer rendida en los acogedores brazos del sueño.
Por primera vez en su vida podía
descansar en paz. Dio las gracias por seguir viva, por tener otra oportunidad,
por haber sobrevivido, por tener aún mucho por delante que hacer junto a las
personas a las que más quería, y que sabía la acompañarían y protegerían
siempre, y por no perder nunca la esperanza de ver ilusionada el día del
mañana.
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